"Guerra de las mascarillas": la burguesía es una clase de matones.

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"Cada uno de nosotros debe participar en este esfuerzo masivo para preservar la seguridad mundial", dijo el director de la OMS en un comunicado de prensa el 16 de marzo. El 27 de marzo, el presidente francés Macron declaró: "No superaremos esta crisis sin una fuerte solidaridad europea, tanto a nivel sanitario como presupuestario". Por su parte la Canciller alemana, Merkel, exigía ante la crisis sanitaria: "más Europa, una Europa más fuerte y una Europa que funcione bien". Los políticos instan a la población que demuestre solidaridad, civismo y unidad para luchar contra el "enemigo invisible". Y, en un momento de acuciantes necesidades de mascarillas, y equipos médicos dada la escandalosa escasez de ellos, los políticos y los medios de comunicación, han denunciado robos en hospitales, farmacias e incluso en vehículos de trabajadores sanitarios. La burguesía señala con el dedo y saca continuamente a relucir el comportamiento egoísta de estos canallas "infames y viles", en un momento en que el mundo entero está "en guerra", y, supuestamente unido, contra la pandemia del Covid-19.

Pero lo cierto es que mientras la burguesía muestra indignación y desprecio por esos comportamientos, ella misma aplica fríamente esos mismos métodos de bandidos en el planeta entero: robar y “requisar" los pedidos de otros países, pujar más que sus rivales en el zoco en que se ha convertido el mercado de productos sanitarios, arrebatarles los envíos a sus competidores en los transportes mismos. ¡Así es como la burguesía expresa su "solidaridad" para "preservar la seguridad mundial"!

Así, al principio de la epidemia en Europa, China inauguró una diplomacia interesada de envío de algunas mascarillas y respiradores a Italia, pero estos fueron inmediatamente retenidos por la República Checa. ¡Y, ésta, con asombrosa hipocresía, negó que se tratase de un robo, sino de un desafortunado "malentendido"!

A principios de marzo, fue Francia la que "requisó" en su territorio máscaras suecas en las barbas mismas de España e Italia, países muy afectados por la epidemia a los que iba inicialmente el envío. Sólo tras la presión del gobierno sueco, el gobierno francés aceptó, a regañadientes, quedarse sólo con la mitad del “botín”. Un mes más tarde, a medida que el escándalo se agrandaba (se trataba, por supuesto, de un "malentendido"), Macron apeló a, más "coherencia" y devolvió, muy a su pesar, todas las mascarillas a los destinatarios.

También se acusa a los Estados Unidos de adueñarse de equipos médicos encargados por Alemania, Canadá y Francia. Trump, a diferencia de sus homólogos extranjeros que aparentan ser más civilizados, muestra sin disimulo en toda su brutalidad sus intenciones: “¡necesitamos estas máscaras, no queremos que las tengan otras personas!".

En África, un epidemiólogo advirtió recientemente de una situación muy preocupante para el continente: los hospitales no pueden obtener los test, puesto que se da prioridad a las naciones más poderosas, a los “grandes padrinos”: los Estados Unidos o Europa. Esas "grandes democracias" están acaparando test, una mercancía desgraciadamente escasa, para sí mismos. Eso explica por qué las cifras de contagios por Covid-19 en África sean tan extrañamente bajas. ¡Y la lista de cínicos actos de piratería perpetrados por los estados burgueses podría alargarse aún más![1].

Incluso dentro de cada nación, la burguesía contiene difícilmente la guerra de todos contra todos. Y si los Estados luchan a pie de avión para apoderarse de suministros médicos, los estados federales, las regiones e incluso las ciudades también se están enzarzando entre ellas para proteger a "sus" habitantes.

Así en España, donde el regionalismo tiene gran peso, se desató una polémica cuando el gobierno decidió requisar y centralizar las existencias de mascarillas. Pero la incompetencia de las autoridades españolas llevó a cada gobierno regional a buscar sus propios suministros en competencia con los demás. El Estado central fue acusado de alimentar las tensiones e incluso de "invasión" por parte de Torra, el presidente de la Generalitat. ¡Todo se aprovecha para reafirmar mezquinos intereses "regionales" proclamando que cada uno en “su” casa hace lo que le da la gana! También en México, el gobernador de Jalisco está presionando al gobierno federal para que deje de retener los test en provecho de la región de Ciudad de México.

Y es esa misma burguesía la que tanto se adorna con finos discursos moralizantes, la que llama a la solidaridad internacional, la que exhorta a sus "tropas" a cerrar filas en torno al Estado protector. ¡Pero cuantas mentiras! ¡La "solidaridad" a la que apela la burguesía no es más que una expresión del “cada uno a la suya”, una exacerbación del caos y la barbarie capitalista a escala planetaria!

Ante esta crisis, dejar que el Estado nacional arrebate las mascarillas a los “extranjeros” solo puede agravar el mal. El capitalismo, cínico y mortífero, no tiene otra perspectiva que ofrecer a la humanidad que lo que este lamentable espectáculo de saqueo y pillaje ilustra hoy: ¡miseria y destrucción! La única fuerza social portadora de un proyecto histórico capaz de poner fin a la guerra de todos contra todos es la clase obrera, la que no tiene patria que defender, ¡la que tiene como interés las necesidades de toda la humanidad y no los de la "nación" (o su versión "regionalista")! Es la clase obrera, a través por ejemplo de los trabajadores sanitarios, quién está salvando vidas poniendo en riesgo la propia. Aunque la situación de pandemia y confinamiento impidan actualmente cualquier movilización masiva y limite las expresiones de solidaridad en la lucha, es la clase obrera la que intenta, en muchos sectores y en distintos países, resistirse a la negligencia de la burguesía y la anarquía del capitalismo. ¡Nuestra clase lleva en sí una sociedad nueva, sin fronteras y sin competencia entre unos y otros, donde los trabajadores de los hospitales ya no se verán obligados a hacer una abominable distinción entre los enfermos "productivos" e "improductivos" (los jubilados, los discapacitados, etc.), donde el valor de una vida ya no se medirá en las partidas presupuestarias!

Olive, 7 de abril de 2020.

Traducido de Révolution Internationale, órgano de la CCI en Francia.

 

[1] Pero a diferencia de los filibusteros de antaño, que robaban oro y bienes preciosos, estos matones también se pelean por la típica mercancía del capitalismo: los productos de gama baja: batas que se hacen añicos nada más salir de la caja, mascarillas enmohecidas, respiradores con conexiones inadaptables, etc.

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