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Treinta años después de la caída del Muro de Berlín y del colapso del bloque del Este, el mundo se hunde aceleradamente en la miseria, el caos y la barbarie. Dos acontecimientos de la situación internacional dan fe de ello: una serie de revueltas populares en los países en que más se ha ahondado la crisis económica mundial, y una reciente alteración del equilibrio de fuerzas imperialistas en Siria que anuncia la evolución futura del caos guerrero Estos dos eventos son respectivamente analizados por sendos artículos de nuestra Revista.
El primer artículo: “Ante la agravación de la crisis económica mundial y la miseria, las "revueltas populares" representan un callejón sin salida” informa de movilizaciones, a menudo muy masivas en Chile, Ecuador, Haití, Irak, Argelia, Líbano e Irán, frecuentemente acompañadas de una violencia indiscriminada y una represión sangrienta. Si la clase obrera está presente en estas "revueltas populares", interclasistas, estériles, portadoras de ideología democrática, e incapaces de oponerse a la lógica del capital, nunca es como una clase antagónica al capitalismo sino siempre diluida entre la población. Precisamente, la ausencia del proletariado de la escena social mundial, como consecuencia de su dificultad política para reconocerse a sí mismo como una clase específica dentro de la sociedad es lo que explica la multiplicación de tales movimientos. La participación en ellos sólo puede contribuir a aumentar esta dificultad política de la clase obrera.
El segundo artículo es “Invasión turca del norte de Siria: la cínica barbarie de la clase dominante ". ¿Qué significan la retirada norteamericana de Siria, el abandono de los kurdos que hasta entonces habían formado parte del sistema norteamericano, la invasión turca de Siria y, por último, el aposentamiento en el territorio del gran padrino ruso como "garante" de un equilibrio necesariamente precario? Los Estados Unidos van a delegar la defensa de sus intereses regionales en sus aliados en esa zona (Israel, Arabia Saudí, etc.) y, por qué no, considerará a Putin como un posible baluarte contra el inexorable ascenso de China. Estamos asistiendo a un episodio de la guerra de todos contra todos, un elemento que es central en los conflictos imperialistas desde la desaparición del sistema de bloques y que sigue ilustrando el cinismo de la clase dominante. Esto es evidente no sólo en las masacres que sus aviones, artillería y bombas terroristas están causando a la población civil de Siria, Irak, Afganistán o Gaza, sino también en la forma en que utilizan a quienes se ven forzados a huir de las zonas de masacre.
La guerra de todos contra todos es una consecuencia del desorden mundial resultante del hundimiento del bloque de los países del Este. Volveremos, en futuros artículos de nuestra página web, a analizar el conjunto de consecuencias para el mundo de ese colapso del bloque del Este, y también a desnudar la propaganda falsaria con que la burguesía acompañó este acontecimiento. Según ésta lo que se hundía no era una parte del mundo capitalista la que estaba colapsando, sino el "comunismo", por lo que este acontecimiento auguraba una era de paz y prosperidad.
Más que nunca, la situación mundial requiere que la clase obrera mundial acabe con este sistema para construir una nueva sociedad que, poniendo al servicio de la humanidad el enorme desarrollo de las fuerzas productivas logrado bajo el capitalismo, pueda ser liberada de la explotación, la miseria y las guerras. Pero esto debe hacerse antes de que este sistema, decadente desde hace más de un siglo, conduzca a la destrucción de estas mismas fuerzas productivas, de la naturaleza y de todo lo que permite la vida en la tierra, de tal manera que el daño se vuelva irreversible y el fin de la humanidad inevitable.
Todas las campañas orquestadas por la burguesía en torno a las "movilizaciones por el clima" tienen como objetivo esencial desvincular al capitalismo de la responsabilidad de la catástrofe ecológica, y hacerla recaer en las "viejas generaciones" por haber "vivido egoístamente malgastando los recursos del planeta". Sirven pues también a escamotear que la única solución a la amenaza de destrucción del planeta sólo puede venir de la revolución proletaria. Hemos denunciado ampliamente esta nueva ofensiva ideológica de la burguesía a través de artículos y folletos[1].
Pese a esa urgencia objetiva de la revolución proletaria, la clase obrera no está preparada para lanzarse al asalto del capitalismo. Primero debe recuperarse del terrible golpe a la confianza en su proyecto histórico que causaron las campañas sobre la muerte del comunismo que se prodigaron a partir de 1990 y que han afectado profundamente su capacidad de reconocerse a sí misma como la clase, la única clase, capaz de derrocar al capitalismo y construir la nueva sociedad.
Por otra parte, y como ya demostró la historia de la primera oleada revolucionaria, cualquier nuevo intento revolucionario del proletariado tendrá que poder contar con la presencia del futuro partido revolucionario mundial para poder salir victorioso. La fundación de este último no se decreta, sino que se prepara a través de la actividad de las minorías revolucionarias que, desde el fracaso de esa primera oleada revolucionaria mundial, han emprendido y transmitido la tarea de hacer balance de esta, de sus insuficiencias, así como de los errores y deficiencias de lo que, en aquel entonces, constituía la vanguardia. La Internacional Comunista. Ya en nuestro número anterior de la Revista intervinimos sobre este tema a través de artículos dedicados a las lecciones que debían extraerse de la fundación de la Internacional Comunista en 1919, y una de ellas en particular relacionado con la naturaleza tardía de esta fundación, mientras que la revolución alemana - crucial tanto para la supervivencia del poder soviético en Rusia como para la extensión de la revolución a los principales centros del capitalismo - ya estaba en marcha. Uno de estos artículos, "Cien años después de la fundación de la Internacional Comunista, qué lecciones para las luchas del futuro", insistía en otra importante lección, relativa a la crítica del método que se había utilizado en su fundación, favoreciendo ser más numerosos en lugar de la claridad de las posiciones y principios políticos. Esta debilidad no sólo no había armado al nuevo partido mundial, sino que sobre todo lo había hecho vulnerable al oportunismo que crecía en el seno del movimiento revolucionario. En este número de la Revista, publicamos la segunda parte de este artículo, que pretende destacar el combate político que las fracciones de izquierda emprendieron contra la línea de la IC, que se aferraba a las viejas tácticas del movimiento obrero que quedaron obsoletas con la apertura de la fase decadente del capitalismo.
Desde la primera oleada revolucionaria se han hecho considerables progresos teóricos y programáticos y los grupos proletarios más avanzados han comprendido que es necesario dar los pasos esenciales para la formación de un nuevo partido mundial antes de las confrontaciones decisivas con el sistema capitalista. A pesar de ello, este horizonte parece aún muy lejano. En este sentido, publicamos aquí la primera parte de un artículo, "La difícil evolución del medio político proletario desde mayo del 68", que da cuenta de las principales dificultades que han obstaculizado en su seno las necesarias clarificación organizada y cooperación, esencialmente por el peso del sectarismo. Esta valoración crítica es fundamental por cuanto el medio político proletario constituye necesariamente el crisol indispensable de la clarificación / decantación con vistas a la fundación del futuro partido mundial.
La historia ha demostrado lo difícil que es construir un partido político de vanguardia que esté a la altura de sus responsabilidades, como lo hizo el partido bolchevique en el primer intento revolucionario en 1917. Es ésta una tarea que requiere muchos y diversos esfuerzos. Precisa, ante todo, la máxima claridad sobre las cuestiones programáticas y sobre los principios de funcionamiento de la organización, una claridad que se basa necesariamente en toda la experiencia pasada del movimiento obrero y de sus organizaciones políticas. Hay una herencia común de la Izquierda Comunista y que la distingue de las demás corrientes de izquierda que surgieron de la Internacional Comunista. Por eso es importante definir los contornos históricos de la izquierda comunista y las diferencias que la distinguen de otras corrientes de izquierda, en particular la corriente trotskista, frente a los intentos de introducir confusión a este nivel. Este es el propósito de este artículo escrito para criticar las tentativas de este tipo provenientes de un grupo llamado Nuevo Curso.
Finalmente, como es tradicional en el movimiento obrero, los revolucionarios tienen la responsabilidad de dar a conocer las experiencias de lucha de su clase. Esto es lo que hemos hecho con la publicación de una serie de artículos que representan una contribución a una historia del movimiento obrero en Sudáfrica. Terminamos esta serie aquí con un artículo que destaca cómo la clase obrera, después de enfrentarse al "poder blanco" del apartheid, tuvo que enfrentarse al nuevo "poder negro" del ANC y Mandela después de la elección de este último en 1995. Ha tenido así la dolorosa experiencia de que, aun cuando las "cabezas cambien" al frente del Estado, la explotación y la represión siguen siendo las mismas.
(20/11/2019)
[1] A propósito de esto ver en nuestra web nuestra hoja internacional: “Solo la lucha de clases internacional puede poner fin al curso del capitalismo hacia la destrucción”, distribuido sobre todo en las manifestaciones sobre el clima.