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Una de las banderas que ha retomado con mayor vehemencia la izquierda y los movimientos altermundialistas a nivel mundial, ha sido la del “antinorteamericanismo”, principalmente después de las monstruosas intervenciones del gobierno Bush en Afganistán y mas recientemente en Irak, acciones que la CCI y el conjunto de la izquierda comunista han rechazado de la manera más categórica ya que el único propósito de estas guerras en la decadencia del capitalismo es el de preparar conflictos bélicos de mayor envergadura promovidos y sostenidos por las grandes potencias, con los Estados Unidos a la cabeza, con su secuela de destrucción y muerte, principalmente dentro de la población civil.
Uno de los líderes tercermundistas que se ha colocado en primera fila contra el “imperialismo yanqui”, ha sido el presidente Chávez de Venezuela; quien ha denunciado abiertamente la política del gobierno Bush en Afganistán e Irak, calificándola de terrorista; aprovecha cualquier escenario nacional o internacional, como la reciente edición del Foro Social Mundial de Porto Alegre en Brasil, para dejar plasmado su "antinorteamericanismo radical"; también ha acusado al gobierno Bush de estar detrás del fracasado golpe de Estado de abril de 2002 que lo sacó del poder por unas horas e incluso acusa a Bush de planificar su magnicidio, al plantear que la CIA ha planeado su asesinato.
Sin embargo, los proletarios debemos ver qué hay detrás de este “anti-imperialismo” desenfrenado. Existe un rechazo genuino de amplios sectores de la sociedad, incluso de la propia población norteamericana, a todo el horror que representan estas agresiones imperialistas; de allí toda la inmensa campaña de la burguesía norteamericana para tratar de involucrar al proletariado de ese país en sus acciones bélicas, lo cual le ha sido difícil después de la guerra de Vietnam. De igual manera, este rechazo de la sociedad a lo inhumano de estas acciones belicistas, también es utilizado por las burguesías de las otras grandes potencias imperialistas que se oponen a los EEUU, y de potencias menores, para ocultar sus propios intereses imperialistas y para movilizar al proletariado tras los planes del capital nacional, a través de campañas “pacifistas” o movilizaciones “anti-imperialistas”; para que éstos distraigan su lucha contra su propia burguesía.
¿A qué obedece esta andanada “antinorteamericana”?
El derrumbe del bloque ruso en 1989 marca el inicio del desplome del sistema de bloques imperialistas que existió después de la Segunda Guerra Mundial, pues ya la “amenaza rusa”, que justificaba la existencia del bloque americano, dejaba de existir. Desde entonces, a diferencia de lo que pregonaban las potencias occidentales de que iba imperar la paz, se ha desatado una situación de caos mundial, generando guerras como las de Los Balcanes, Afganistán e Irak, entre otras. A partir de entonces se desatan los demonios producto de la decadencia del modo de producción capitalista; éste entra en una fase de descomposición que se conceptualiza como el impase histórico donde ninguna de las clases fundamentales, la burguesía y el proletariado, no han sido capaces de imponer su salida: la guerra mundial, “salida” de la burguesía, no es posible porque el proletariado no esta derrotado, y además en las circunstancias actuales no es posible conformar un bloque imperialista que pueda contrarrestar el poder del bloque norteamericano; por su parte, el proletariado no ha tenido hasta ahora la capacidad de desarrollar un grado de conciencia y organización que le permitan colocarse como la clase sepulturera del orden capitalista.
Una de las características mas notables de esta descomposición, es el inicio de un acelerado proceso de indisciplina de los países alineados con cada bloque imperialista, con respecto a las potencias cabeza de bloque, Rusia y EEUU, donde la burguesía de cada país, desarrollado o subdesarrollado, trata de jugar sus propias cartas. En esta situación, las mayores potencias económicas del mundo, intentan dar rienda suelta a sus apetitos imperialistas, lo que inevitablemente las lleva a confrontarse con los EEUU, quien por todos los medios trata de impedir que aquellas intenten debilitarlo en sus áreas de influencia a nivel mundial. Esta confrontación interimperialista es la que está detrás de las guerras y conflictos políticos que se han desatado desde inicios de los 90.
El propio patio trasero de EEUU, América Latina, no podía escapara a esta tendencia al caos y a la indisciplina hacia la autoridad norteamericana. Por una parte, las potencias imperialistas que compiten con EEU tratan de aprovechar las crisis políticas que se generan en la región debido a la agudización de la crisis económicas y a la dificultad cada vez mayor de las burguesías de estos países para enfrentar la pobreza y el malestar social que ésta genera; por la otra, las burguesías de la región con alguna fuerza económica o estratégica, como es el caso de Brasil o Venezuela, tratan de aprovechar a su favor el desprestigio de la burguesía norteamericana tras las guerras de Afganistán e Irak.
Es en este contexto que hay que analizar la confrontación de los EEUU contra el gobierno Chávez, la cual como lo hemos dicho en artículos anteriores (ver Internacionalismo N° 53), no es puro teatro. La intervención de EEUU contra Venezuela es principalmente geopolítica, ya que Chávez se ha transformado en un factor de desestabilización en la región, ya que dispone de importantes ingresos producto de las exportaciones petroleras que utiliza para intentar desarrollar su propia política independiente; situación que en el contexto de la descomposición y de la saturación de los mercados, genera mas caos, debido a que las potencias imperialistas europeas animan estas especie de guerra de guerrillas contra EEUU, lo que podría debilitar la política imperialista de EEUU en zonas mas estratégicas como el Oriente Medio y Asia.
Es por ello que la recién estrenada Secretaria de Estado Condoleeza Rice ha declarado que Chávez es un peligro de desestabilización para la región, y ha desarrollado una importante acción para tratar de que los otros gobiernos de la región intervengan para controlarlo; el propio Bush recientemente solicitó vía telefónica al presidente Kirchner de Argentina que intervenga en este sentido. Así mismo los EEUU se oponen a la venta de armamento ruso y español al gobierno de Chávez, insinuando que este armamento es un peligro potencial para la región, pues podrían llegar a manos de la guerrilla colombiana u otros movimientos insurgentes.
Sin embargo, el propio contexto de la descomposición dificulta la concreción de los planes de la burguesía norteamericana hacia la región. Ya no se puede proceder de manera abierta a las invasiones militares para enfrentar las veleidades independentistas de los líderes regionales, tal como lo hacían en el siglo pasado; ya que se corre el riesgo de acelerar el caos y la inestabilidad.
La descomposición crea un caldo de cultivo favorable a la ideología “anti-imperialista”
La agudización de la crisis capitalista genera un caldo de cultivo propicio para que emerjan proyectos burgueses como el de la “revolución bolivariana”, ya que la pobreza, que abarca a entre el 60%-80% de la población de América Latina, crece sin cesar en su forma extrema debido a que los ingresos que percibe la población se alejan cada vez más del costo de la canasta básica de alimentos. Dada la situación de pauperización acelerada, que pone en evidencia la bancarrota del capitalismo y de la burguesía como clase dirigente de la sociedad, ésta recurre a desarrollar proyectos populistas como los de Chávez, que en el fondo solo representa una redistribución de la miseria con argumentos ideológicos renovados; todo ello, obviamente debido a que el proletariado no tiene, por los momentos, la capacidad de plantarse en su propio terreno de clase, que le permitan canalizar el malestar social de las masas depauperadas. De allí el eco favorable que reciben dirigentes populistas como Chávez en Venezuela o López Obrador en México que ofrecen “un mundo mejor”, que en realidad sume a las masas empobrecidas en la precariedad y la pauperización, debido a que es imposible superar la pobreza bajo el capitalismo, así sea éste gestionado íntegramente por el Estado, tal como lo pregonan los altermundialistas.
En el plano político, el contexto de la descomposición se expresa por un agotamiento acelerado de los viejos partidos de derecha e izquierda y de los modelos de gobierno dominantes en el siglo pasado; lo que ha permitido un resurgimiento de gobiernos de izquierda (incluso izquierdistas)a nivel mundial, pero “remozados” con una ideología adaptada a los nuevos tiempos, que llega a hacer uso combinado de las ideologías que utilizó la burguesía en el siglo pasado: democracia representativa, estalinismo, fascismo, populismo, etc., aderezadas con factores étnicos, religiosos y fundamentalistas. Es así como surgen modelos de gobierno como el de la “Tercera Vía” en Europa, Fujimori en Perú, el menenismo y mas recientemente Kirchner en Argentina, Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, e incluso gobiernos abiertamente fundamentalistas como el de los Talibánes en Afganistán. Estos modelos burgueses de gobierno, pese a sus diferencias, tienen como denominador común que intentan implementar políticas capitalistas de Estado más acentuadas y una “nueva” ideología para poder presentarse como opción creíble ante la población, pero principalmente ante los trabajadores, quienes generan la plusvalía necesaria para que los nuevos sectores emergentes del capital prosigan la gestión del Estado burgués.
Este ascenso de la izquierda en varios países de América Latina, con lideres abiertamente populistas o que coquetean con el populismo, tiene un denominador común: el "antinorteamericanismo", “radical” como en el caso de Chávez o moderado como el de Lula o Kirchner. Las acciones de la burguesía de EEUU contra Chávez, parecen evidenciar que ésta se ha dado cuenta que el chavismo no es un fenómeno pasajero, ni solitario, sino que cada vez cuenta con mas adeptos en la región: Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra de Brasil, Piqueteros en Argentina, Movimientos Indigenistas en Bolivia, Ecuador y Perú, organizaciones guerrilleras como las FARC y el ELN en Colombia, etc. Por otra parte, bien sea por motivos económicos (necesidades energéticas) o geopolíticos, varios gobernantes de la región coquetean con el chavismo. En este contexto, no hay que descartar que en México haya un ascenso de López Obrador1 y en Nicaragua una vuelta al poder del FSLN, lo que extendería la onda antinorteamericana en la región. Al parecer los EEUU no tienen una estrategia precisa para detener al fenómeno Chávez: el Plan Colombia, la mayor intervención militar americana en la región, no es suficiente ni la vía para detener a un elemento que ha sabido mover los aspectos ideológicos en contra de los intereses de EEUU. Es posible que las recientes acciones de EEUU con los gobiernos de izquierda moderada de la región tengan algún éxito, pues el populismo podría ser un factor de desestabilización de sus propios gobiernos, tal como se evidencia en las criticas veladas que hizo Chávez a Lula en la última celebración del Foro Social Mundial de Porto Alegre; o de manera mas abierta, en la última crisis política en Bolivia con el inocultable apoyo de Chávez al izquierdista Evo Morales.
La burguesía se beneficia del “anti-imperialismo”
A nivel interno, el "antinorteamericanismo" permite consolidar el proyecto que lleva adelante el sector chavista de la burguesía, el cual requiere de una constante movilización de la población, para controlarla y mantenerla distraída de sus verdaderos problemas: desempleo, hambre, delincuencia, etc. Ante un enemigo interno debilitado debido a que la oposición quedó completamente dislocada después del revocatorio de agosto pasado que consolidó a Chávez en el poder, éste enciende la confrontación con el enemigo externo, planteando una confrontación al estilo del David que lucha contra el Goliat del norte; y qué mejor enemigo que el “diabólico imperialismo yanqui”, odiado por la izquierda latinoamericana y mundial, quien lo presenta como la fuente de todos los males que padece la humanidad; de esta forma, Chávez tendrá la gran excusa de culpar a los gringos de los fracasos de su gobierno, sobre todo en materia de erradicar la pobreza. El chavismo, asumiendo como un hecho la posibilidad de alguna intervención de los EEUU, o de agresión contra Chávez, ha comenzado a organizar milicias para la “defensa de la soberanía”. Cualquier parecido con Cuba o Corea del Norte, no es pura casualidad, ya que la burguesía chavista ha aprendido de estos gobiernos, que una forma de mantenerse en el poder y explotar a los trabajadores, es mantener a la población en constante movilización. También estas milicias junto con las otras organizaciones promovidas por el chavismo son una fuerza de persuasión contra la oposición política, ante la cual el gobierno sabe que no puede bajar la guardia, ya que cuenta con simpatías dentro de EEUU; de ahí las acusaciones de “antipatriótica”.
Por otra parte, el anti-imperialismo del chavismo expresa los propios apetitos imperialistas de la burguesía venezolana, quien históricamente no ha ocultado sus intenciones de influir en la economía y la política de los países de El Caribe, Centroamérica y los otros países andinos, utilizando al petróleo como arma de persuasión; al respecto existen varios precedentes: en 1971 tropas Venezolanas “ayudan” al ejército de Trinidad-Tobago ante motines incontrolados; en Nicaragua, se utilizan aviones y tropas para apoyar el frente del comandante Pastora y luego a la presidenta Chamorro; uso del chantaje económico a través del Fondo de Inversiones de Venezuela que hacía préstamos a la región para forzar la compra de bienes y servicios de capital venezolano, y del pacto de San José que vendía petróleo en mejores condiciones a la región siempre y cuando se le diera prioridad a los capitales nacionales. Tampoco hay que olvidar que en 1976 el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, acérrimo enemigo de Chávez, intentó jugar sus propias cartas “anti-imperialistas”, al nacionalizar la industria petrolera hasta entonces en manos de los norteamericanos. Sin embargo, hay una marcada diferencia entre el anti-imperialismo de ambos: Chávez es un izquierdista “radical” comparado con CAP que era de centroizquierda; pero la mayor diferencia es que las condiciones históricas después del derrumbe del bloque ruso en 1989, permiten que se pueda desarrollar la megalomanía de Chávez de ser un líder de la región y del Tercer Mundo; es por ello que la “revolución bolivariana”, que tiene como estrategia la confrontación contra el “imperialismo yanqui”, consigue adeptos, no sólo en los países andinos, sino más allá de las fronteras del continente americano.
Pero no sólo se aprovechan del carisma de la figura de Chávez los movimientos y algunos mandatarios de la región, sino potencias imperialistas como Francia, o de menos envergadura como España o varios países árabes o asiáticos como China y La India, que de algún modo les interesa explotar a sus favor la inestabilidad en el propio patio trasero de los EEUU, para ellos intentar fortalecer su política imperialista en sus propios países y a nivel mundial. En este sentido, no son sorprendentes las alianzas antinorteamericanas de Chávez con sus colegas europeos, asiáticos o árabes, ya que de esta forma cada uno de ellos explota la vena nacionalista contra el proletariado de sus propios países y a su vez buscan un mejor posicionamiento en la guerra económica por los mercados y en la arena interimperialista.
Por otra parte, el chavismo sabe utilizar el poder que le dan los “petrodólares”, para explotar una serie de recursos ideológicos para vender la imagen de Chávez como dirigente altermundialista:
-promueve la conformación de Círculos Bolivarianos e nivel internacional.
-promueve y financia reuniones y eventos a nivel nacional e internacional para promover la “revolución bolivariana” y obviamente, el "antinorteamericanismo". En ese sentido, está previsto que el Foro Social Mundial que tradicionalmente se realiza en Porto Alegre, Brasil, se realice el próximo año en Venezuela.
-aprovecha y contrata a la intelectualidad de la izquierda internacional2, que de esta manera le hace un buen servicio a sus respectivas burguesías en su confrontación contra los EEUU. Heinz Dieterich, el inglés Richard Gott, el francés Ignacio Ramonet (director de Le Monde Diplomatique), los norteamericanos Noam Chomsky y los esposos Toffler; recientemente, el Movimiento V República, partido principal del chavismo, anunció la contratación del húngaro István Mészáros autor del libro Más Allá del Capital, discípulo de Goerge Luckas, para que los asesorara ideológicamente en la nueva etapa de la “revolución bolivariana”. Como vemos, la “crema” de la intelectualidad burguesa de izquierda, apoyada en su odio a Bush y los sectores de la burguesía norteamericana que lo apoyan, sin el menor rubor presta su apoyo incondicional a los gobiernos izquierdistas y de izquierda, nutriendo ideológicamente las medidas capitalistas de Estado requeridas para fortalecer la dominación del capital sobre el trabajo, y justificando todas las acciones represivas que realizan estos gobiernos contra los trabajadores que confrontan en su terreno de clase las medidas capitalistas implantadas por la “nueva” burguesía de izquierda. Es indiscutible el papel anti-proletario que juegan estos intelectuales de la izquierda del capital.
La revolución proletaria: única vía para acabar con el imperialismo
La burguesía no desaprovecha el uso de los efectos de la descomposición para volcarlos contra la clase. El derrumbe del bloque ruso permitió a la burguesía mundial desarrollar la monstruosa campaña de que este acontecimiento significaba la “muerte del comunismo” y la “muerte del marxismo”, ya que ella, junto con sus partidos de derecha e izquierda habían asimilado estalinismo con comunismo, después que fue derrotada la revolución rusa en los años 20; cuando en realidad el estalinismo, así como el capitalismo de Estado que se instauró en los falsamente llamados “países socialistas”, nada tiene que ver con el comunismo. De esta manera se asestó un duro golpe a la conciencia de clase y se vio afectada la combatividad obrera con una merma en sus luchas; situación que se mantiene hasta nuestros días3.
Sin embargo, junto a las manifestaciones puntales que señalan que el proletariado está dispuesto a volver a la escena de la lucha de clases, se realiza de manera casi imperceptible un proceso de reflexión en el seno de la clase, que está llevando a que algunas minorías busquen una alternativa auténticamente proletaria; este proceso de reflexión, expresa la búsqueda de la clase de su propia identidad, que necesariamente la llevará a desmontar el basamento ideológico de la izquierda del capital; entre otras de sus consignas, la del “anti-imperialismo”.
El “anti-imperialismo”, así como el “anti-capitalismo” o la “anti-globalización” son ideologías que sólo fortalecen a cada burguesía nacional, y permiten mantener al sistema capitalista de explotación; el hecho de que estas ideologías sean defendidas por la izquierda del capital, no las reviste de ningún carácter “revolucionario”. Para el proletariado es “importante precisar qué significa el “antiimperialismo” desde el punto de vista de la clase obrera. El imperialismo es el modo de vida del capitalismo en la decadencia; ya no se trata del colonialismo que implantaban las grandes potencias en el siglo 19 cuando a sangre y fuego imponían el modo de producción capitalista sobre las economías precapitalistas. Desde inicios del siglo pasado, cuando ya no hay posibilidad de expansión real del capitalismo debido al agotamiento de los mercados rentables, todo estado capitalista, por pequeño que sea, intenta desarrollar una política imperialista contra los otros estados echando mano a su fuerza económica, política y militar, principalmente contra los países que le son cercanos geográficamente, para hacerse de un espacio en un mercado mundial ya copado. La Primera Guerra Mundial señala el inicio de las guerras imperialistas, que a lo largo del siglo pasado se basan cada vez más en estrategias geopolíticas, donde los aspectos económicos pasan a un segundo plano.
Es una ilusión pensar que se está en contra de la principal potencia imperialista, porque se queme una bandera norteamericana o se critique a las transnacionales de ese país por imponerse en el mundo a como de lugar; se pretende olvidar que la ley imperante en toda la historia del capitalismo es que “el pez grande se come al chico”. La única lucha consecuente contra las atrocidades del imperialismo norteamericano es que el proletariado luche contra el régimen capitalista de explotación, tanto en EEUU como en Venezuela y en el mundo. No se acabará con el imperialismo, mientras el proletariado no derrumbe al capitalismo mediante la revolución proletaria” (Internacionalismo Nº 53)
La lucha del proletariado es una lucha frontal contra el capitalismo, es decir, contra todas las burguesías nacionales, sean estas de derecha o izquierda, de países desarrollados o subdesarrollados, sean árabes, asiáticos o latinoamericanos. La lucha del proletariado contra el capital contiene en sí la lucha contra el imperialismo, contra todos los imperialismos: grandes, medianos o pequeños. Apoyar las posiciones “anti-imperialistas” es apoyar a la burguesía.
AN. 10-04-05
1Recientemente se le ha intentado quitar la inmunidad a López Obrador quien puntea las encuestas como candidato a las elecciones presidenciales de 2006, en un intento de los sectores oficialistas de México por impedir su participación. No hay que descartar que esta decisión tenga el efecto contrario, que lo catapulte como opción de gobierno.
2La revista mensual Question (www.alia2.net), con un formato parecido al de Le Monde Diplomatique, recoge artículos de la intelectualidad de izquierda. Llama la atención que la totalidad de la publicidad es del gobierno venezolano. También con financiamiento venezolano se pondrá en funcionamiento la televisora Tele Sur, la cual tendrá cobertura internacional.
3En los últimos dos años se ha observado un giro en las luchas del proletariado que indica que la mistificación de “muerte del comunismo” está perdiendo vigor. Al respecto ver en la Revista Internacional Nº 120 el artículo “Un giro en la lucha de clases: Resolución sobre la evolución de la lucha de clases”.