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Nuestra camarada Elizabeth falleció a los 77 años. Ha muerto a causa de una insuficiencia respiratoria que provocó un paro cardíaco, en la noche del sábado al domingo 18 de noviembre.
Elizabeth nació durante la Segunda Guerra Mundial el 19 de mayo de 1941 en Bane, un pueblecito de la región del Jura en los alrededores de Besançon. Su padre tenía un aserradero y su madre era ama de casa. Elisabeth creció en una familia de nueve hijos, en un medio rural y en una familia católica relativamente acomodada. Fue su tía, maestra, quien completó su educación primaria antes de que Elisabeth entrara en un internado dirigido por monjas, en Besançon y luego en Lyon, para continuar su educación secundaria[1]. Después fue a la universidad en Lyon y se apasionó por las ciencias del mar. En 1968, a la edad de 27 años, se traslada a Marsella, donde alquila una antigua casa con jardinillo y azotea, a un paso del mar. Elisabeth ingresó en el Instituto de Oceanografía del Centro de Investigaciones Científicas (CNRS) de Marsella, tras haber pasado un año en Canadá. Terminó su tesis doctoral en 1983, lo que le permitió ser profesora y dirigir trabajos de investigación de sus alumnos.
Elisabeth formó parte de la generación de jóvenes en busca de una perspectiva revolucionaria, tras el movimiento de mayo de 1968. Comenzó a politizarse, siendo todavía estudiante, entrando en el PSU en Lyon[2].
Fue en Marsella donde tomó conciencia de que la clase obrera era la fuerza de la sociedad capitalista capaz de transformar el mundo. Elisabeth conoció, en una manifestación, a Robert, un joven que se había politizado, antes de 1968, en el movimiento anarquista. Participa en las reuniones del grupo Informations et Correspondances Ouvrières (ICO) junto con Robert, que publicaba desde 1968 Les Cahiers du Communisme de Conseils (Cuadernos del Comunismo de Consejos). Así descubrió Elisabeth el movimiento obrero, el marxismo y la perspectiva revolucionaria del proletariado. Había recibido una educación católica, rompió con la religión y se volvió atea, manteniendo al mismo tiempo lazos muy estrechos con su familia.
En 1972, el grupo Communisme de Conseils se fusionó con el grupo que publicaba la revista Révolution Internationale (RI), conservando este título de RI el nuevo grupo; y así, 1973 Elisabeth se hizo simpatizante de RI. En 1974, se unió a este grupo, que más tarde formaría la sección de la Corriente Comunista Internacional (CCI) en Francia.
Elisabeth estuvo presente en la Conferencia Internacional de fundación de la CCI en 1975 y en el primer congreso de nuestra organización en 1976. Es pues un miembro fundador de la CCI y una militante de primera generación quien nos ha dejado de repente.
Elisabeth fue miembro del órgano central de nuestra sección en Francia, y luego miembro del órgano central de la CCI. Escribía regularmente informes sobre la lucha de clases internacional. Viajó sin cesar por toda la CCI, aprendió italiano para poder participar en el trabajo de la organización en Italia. Muy buena conocedora del inglés, hacía muchas traducciones, sin nunca concebir esta tarea como una actividad rutinaria o aburrida. Al contrario, al traducir los textos de nuestros Boletines de debate interno, Elisabeth era una de las primeras compañeras francófonas en conocer las posiciones y contribuciones de los compañeros de lengua inglesa. Y sobre todo, Elisabeth ayudó a construir el núcleo de la CCI en Marsella. Durante 45 años, y junto a otro camarada, mantuvo la presencia política de la CCI en esa ciudad.
Lo que animó su compromiso militante fue su rebelión contra la barbarie del capitalismo, su voluntad de llevar a cabo un combate contra este sistema decadente, su pasión por el comunismo y su convicción del papel fundamental de la organización revolucionaria para la emancipación del proletariado. Su actividad militante fue el centro de su vida. Elisabeth tenía un profundo apego no sólo a la organización sino también a sus compañeros de lucha.
A pesar de su estatuto social de investigadora del CNRS, Elisabeth respiraba humildad. Aceptaba la crítica política, sin tener nunca una reacción de orgullo herido, buscando constantemente "entender" y poner los intereses generales de la organización por encima de su propia persona. A pesar de sus títulos universitarios, su doctorado y su gran cultura general, no era una "académica", una "intelectual" marcada por lo que Lenin llamaba (en su libro Un paso adelante, dos pasos atrás), "el anarquismo del gran señor", característico de la pequeña burguesía.
Elisabeth nunca vivió su implicación militante en la CCI como un "yugo" o como un obstáculo para su "realización" personal. Al igual que Marx y otros militantes, Elisabeth podría haber hecho carrera en el mundo académico, publicando artículos y libros científicos en su especialidad, porque era muy competente y le apasionaba su trabajo. Decidió dedicar su vida a la causa del proletariado. Se puede añadir que ella también tenía, como todos sus camaradas de la CCI, la misma concepción de la "felicidad" que Marx: ¡la lucha![3]
Y ha sido así como, al final de su vida, Elisabeth, ni mucho menos "desgastada" o "dañada" por la militancia, mostró un dinamismo sorprendente. A pesar de su insuficiencia respiratoria y su estado de salud tan frágil (especialmente desde su fractura de cuello femoral poco después de su último cumpleaños), participó con entusiasmo muy recientemente en las Jornadas de Estudio y Discusión Internacional de la CCI. En esa reunión, intervino en el debate de manera muy clara y pertinente. Antes de dejar a sus camaradas para volver a Marsella, Elisabeth acompañó a algunos de ellos, especialmente a camaradas de otros países, a visitar el cementerio del Père Lachaise; allí, les mostró el Muro de los Federados[4]. Fue 15 días antes de su muerte.
Todos los militantes de la CCI han quedado conmocionados por la trágica noticia de su muerte súbita. Ningún camarada podría haber imaginado que nos dejaría tan rápido, así como “sin avisar”. Porque Elisabeth no tenía edad. A pesar de sus 77 años, había conservado la frescura de su juventud (tenía cantidad de amigos personales de la generación más joven).
A Elizabeth le encantaban los niños. Uno de los mayores "dramas" de su vida de mujer fue no tener hijos. Por eso, entre otras cosas, tenía tantas amistades entre los hijos de sus camaradas e hijos de éstos a quienes acogía siempre con el mayor afecto.
Elisabeth era una persona muy afectuosa y acogedora con un hondo sentido de la hospitalidad. Su antigua casa, que alquilaba desde hace 45 años, era como un lugar de paso donde los camaradas no sólo de la sección CCI de Francia, sino de otras secciones territoriales siempre eran bienvenidos con sus familias, una bienvenida siempre alegre para todos los militantes de la CCI sin excepción. Elizabeth odiaba la propiedad privada. Cuando estaba fuera de casa, siempre dejaba una llave a disposición de los compañeros (¡a veces disculpándose incluso por no haber tenido tiempo de limpiar!).
Defectos tenía, claro está. Pero eran los de sus cualidades. Tenía su genio y podía ocurrirle a veces, a ella que poseía un espíritu internacionalista hasta la médula, reñir con algunos compañeros (incluidos los que le eran más cercanos). Siempre supo, sin embargo, buscar la reconciliación pues nunca perdió de vista lo que une a todos los militantes de la CCI: una plataforma y unos principios comunes, la lucha que libran todos juntos contra el capitalismo y contra la presión de la ideología dominante. Elisabeth tenía una profunda estima política por los militantes de la CCI, incluidos aquellos cuyo "estilo" o carácter no apreciaba. En nuestros debates internos, escuchaba atentamente todas las intervenciones, todos los argumentos, tomando a menudo sus propias notas personales para profundizar su reflexión y, como ella misma decía, porque "necesito aclararme".
Elisabeth también era muy sentimental y tendía a concebir la organización de los revolucionarios como una gran familia o grupo de "amigos". Tenía la ilusión de que el grupo Revolución Internacional al que se unió (en un período muy marcado por el movimiento estudiantil de mayo del 68) podría convertirse en una especie de islote comunista. Lo que le permitió superar esa confusión fueron nuestras Jornadas de Estudio y Debate sobre el espíritu del círculo en el movimiento obrero, así como nuestros debates internos sobre las dificultades que tuvo nuestra sección en Francia para pasar de "un círculo de amigos a un grupo político "[5].
Gracias a su capacidad de reflexión, Elisabeth pudo comprender que la organización de los revolucionarios, aunque ya sea el "comienzo de la respuesta" a las relaciones sociales capitalistas, no puede ser "la respuesta" (según la expresión de nuestro camarada MC), un pequeño islote de comunismo dentro de esta sociedad. Fue su compromiso inquebrantable con la causa de la clase obrera, su entrega desinteresada a la CCI, lo que permitió a Elisabeth "mantenerse" y resistir pacientemente a todas las crisis por las que ha pasado la CCI desde su fundación. A pesar de su enfoque "sentimental" de la organización y de la angustia que sentía ante la deserción de algunos de sus amigos, Elisabeth no se dejó arrastrar fuera del CCI por lealtad hacia aquéllos. Cada vez que tuvo que encarar un "conflicto de lealtad", Elisabeth zanjó por la CCI y la lucha por el comunismo (a diferencia de otros militantes que abandonaron la organización por lealtad a sus amigos a la que se añadió la hostilidad hacia el CCI). No perdió sus convicciones. Permaneció leal y fiel a la CCI hasta el final.
Hasta su último aliento, Elizabeth siguió siendo una verdadera luchadora por la causa del proletariado, una militante que dio lo mejor de sí misma al trabajo colectivo y asociado del grupo principal de la Izquierda Comunista.
A Elizabeth le encantaba leer. Le encantaban el mar, las flores y el arte. Le encantaba la música barroca, la literatura, la pintura.... Pero sobre todo, amaba a la especie humana. Su amor por la humanidad fue la columna vertebral de su pasión por el comunismo y su compromiso militante con la CCI.
La desaparición de nuestra camarada nos ha dejado una gran ausencia. Para la CCI, cada militante es un insustituible eslabón. Por eso Elizabeth es irremplazable. La única manera de "llenar" esa ausencia, de rendir homenaje a su memoria, es que continuemos nuestra lucha, su lucha.
Elizabeth decidió entregar su cuerpo a la ciencia. Nos ha dejado sin flores ni coronas.
A su hermano Pierre y a toda su familia;
a sus amigos Sara y Fayçal que nos informaron inmediatamente de su muerte;
a sus amigos de Marsella, Chantal, Dasha, Josette, Margaux, Marie-Jo, Rémi, Sarah...., que nos ayudaron, ordenando su casa, con el mayor respeto por su actividad política y sus últimos deseos,
a todos ellos expresamos nuestra simpatía y solidaridad.
¡Hasta la vista Elizabeth! Te fuiste, en una noche de noviembre, sola en esa casa a la que nosotros también echaremos de menos. Pero no estabas sola. Para cada uno de nosotros, seguirás viva, tanto en nuestros corazones como en nuestros pensamientos y en nuestra conciencia.
En enero, la CCI organizará una reunión para rendir homenaje político a nuestra compañera. Nuestros lectores, simpatizantes y compañeros de viaje, así como los militantes de grupos de la Izquierda Comunista que conocieron a Elisabeth, pueden escribir a la CCI si desean participar en dicho homenaje que tendrá lugar en Marsella.
Revolución Internacional, sección de la CCI en Francia (24 de noviembre de 2018)
[1] El colegio de monjas, a las que en Francia llaman « buenas hermanas », dejó muy malos recuerdos a Elisabeth.
[2] Parti Socialiste Unifié, partido fundado en 1960 y disuelto en 1989 que agrupó en su fundación a miembros del Partido Socialista opuestos a la política colonialista de éste, a cristianos de izquierda y a gente procedente del trotskismo y el maoísmo, uno de cuyos principales dirigentes fue Michel Rocard, antes de que éste se uniera al Partido Socialista del que encabezó su ala derecha. En el movimiento de Mayo del 68, le PSU había tomado una posición mucho más “radical” que la del PCF, propugnando la “autogestión”.
[4] Donde la burguesía francesa mandó fusilar a 147 comuneros el 28 de mayo de 1871 tras la caída de la Comuna de París.
[5] Esa expresión fue una contribución muy importante al debate interno de nuestro camarada MC en 1980 y el pasaje siguiente fue publicado como nota en nuestro texto "Documentos de la vida de la CCI - La cuestión del funcionamiento organizativo en la CCI" (Revista Internacional nº 109, 2002, https://es.internationalism.org/revista-internacional/200204/3283/docume...).
“En la segunda mitad de los años 60 se constituyen pequeños núcleos, pequeños círculos de amigos, compuestos por elementos en su mayoría muy jóvenes, sin ninguna experiencia política y que vivían en el medio estudiantil. En el plano individual ese encuentro parece fruto de pura casualidad. En el plano objetivo – el único que puede darnos una explicación real – estos núcleos corresponden al final de la reconstrucción de la posguerra y a los primeros signos de que el capitalismo está de nuevo entrando en una fase aguda de crisis permanente que hace resurgir la lucha de clases.
Más allá de lo que pudieran pensar los individuos que componían esos núcleos, se imaginaban que lo que les unía era su afinidad objetiva, la amistad, el deseo de hacer juntos su vida cotidiana, estos núcleos solo sobrevivieron en la medida en que se politizaron, o se volvieron grupos políticos, cosa que sólo pudieron hacer cumpliendo y asumiendo conscientemente su destino. Los núcleos que no alcanzaron esa conciencia fueron engullidos y se descompusieron en el pantano izquierdista, modernista o simplemente desaparecieron del mapa. Esa es nuestra propia historia. Ese proceso de transformación de un círculo de amigos en grupo político, en el que la unidad basada en el afecto, las simpatías personales, el mismo modo de vida cotidiano debe ceder el sitio a un cohesión política y una solidaridad basada en la convicción de que se está comprometido en un mismo combate histórico: la revolución proletaria, no estuvo exento de dificultades...”