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Un malestar se viene manifestando en diferentes países del mundo y categóricamente no se debe al fenómeno migratorio. Nadie es originario de ningún lado, la humanidad, desde sus orígenes es migrante, aunque las razones por las que ha inmigrado, efectivamente son distintas en cada época y por tal motivo, lo que hoy viven miles de familias venezolanas, sirias, nicaragüenses, de medio oriente, son las repercusiones de la descomposición del sistema capitalista a nivel mundial que la burguesía en su conjunto es incapaz de detener, y por tal motivo, los estados corroídos, más bien lo usan para azuzar el odio, la prepotencia, la xenofobia, el nacionalismo[1]. Incluso hablan de democracia cuando esta forma ideológica, igual que las demás categorías burguesas, se han prostituido sin precedentes en la historia humana. El humanismo del cual, uno que otro gobierno intenta esgrimir en Colombia, Alemania, Ecuador, Francia Perú, etc., frente a los migrantes, es falso, tan falso como el discurso ideológico que sostiene la burguesía de cualquier tiente, que Venezuela o Nicaragua están como están por los efectos de una supuesta dictadura o de un supuesto “socialismo” que en esos países se lleva a cabo, en estos dos países, se ejecuta la peor forma de capitalismo de estado que no difiere del capitalismo de estado de derecha o populista en Estados Unidos, Europa o China[2].
Venezuela y Nicaragua, son las expresiones más desastrosas de la burguesía y un claro reflejo de lo que podría ocurrir en el conjunto de la humanidad si la descomposición se acelera sin que nadie la detenga. En las décadas de los 70 y de los 80 del siglo XX, la migración de argentinos, chilenos, uruguayos, colombianos y centroamericanos, fue el producto de los síntomas de la descomposición con dictaduras sanguinarias como la de Pinochet, por ejemplo o de guerras civiles como ocurrió en Colombia y Centro América, pero hoy, la inmigración de venezolanos o de Medio Oriente, se debe a tres factores escalofriantes de la descomposición: el hambre, la inseguridad y las enfermedades.
La indolencia de la burguesía cada vez con su apuesta al sálvese quien pueda, expresa claramente que el capitalismo no tiene porvenir para la humanidad y esa es la razón para no intervenir con el Estado venezolano, ni tampoco implementar ningún tipo de contingencia con la cantidad de inmigrantes que cada día salen de Venezuela, Medio Oriente o Nicaragua. Ningún Estado ha intervenido sensatamente frente a este fenómeno, más que para sacar tajadas electorales o aprovecharse de la mano de obra barata con un falso humanismo, y con una clase obrera debilitada, se está volviendo caldo de cultivo el odio, el nacionalismo, la acusación, de que los migrantes son un peligro, una amenaza para un sistema, que hemos repetido varias veces, que está en completa descomposición.
Ante este siniestro panorama, tanto los trabajadores de los países sudamericanos, europeos, norteamericanos, asiáticos, no pueden caer en la trampa del sálvese quien pueda y para ello, habremos de denunciar que todos los Estados del mundo tienen la tendencia a la descomposición, cuya crudeza, por el momento se expresa de manera significativa en Venezuela. La clase obrera mundial, es la única que podría detener la descomposición capitalista y por esa razón, el primer acto genuino, propio del proletariado, es la solidaridad, el trabajo asociado y la organización independiente. En este terreno fangoso de la descomposición, el proletariado tiene que recuperarse, y lo hará porque es la única clase antagónica de la sociedad capitalista, sin embargo, para cambiar el curso de la historia, no sólo será suficiente querer, sino estar convencida que puede cambiar el curso de la historia como el proletariado mundial de inicios del siglo XX que detuvo la Primera Guerra Mundial y sobre ella, la Revolución Rusa de 1917, pero para ello tuvo que aprender que el Estado, la democracia, el parlamentarismo, el sindicalismo, no servían para transformar la realidad burguesa de ese entonces, de igual modo, para confrontar la descomposición capitalista en todos los países, no podrá hacer uso de esas formas prostituidas de la burguesía, para ello debe debatir y organizarse como clase independiente y de ese modo, dar con su propio programa histórico: la construcción de una comunidad humana mundial, sin estados, sin clases sociales, sin explotación, sin guerras.
En cualquier parte del mundo, dos o más hermanos proletarios que se junten a discutir los problemas de su clase, es un avance significativo para las perspectivas de la humanidad.
¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES UNÍOS!
Internacionalismo Perú, Venezuela, Ecuador y Núcleo de Brasil, secciones de la Corrientes Comunista Internacional.
[1] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición, /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[2] Para la CCI, siguiendo los aportes de la Izquierda Comunista, la tendencia al capitalismo de Estado es una tendencia universal que se impone en todos los países, se proclamen “comunistas” o “liberales”. Ver los puntos IV y V de nuestra Plataforma Política. https://es.internationalism.org/cci/201211/3550/plataforma-de-la-cci-adoptada-por-el-ier-congreso