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Después de su expulsión de Estados Unidos en enero de 1920, pasó dos años en Rusia y luego publicó tres libros[1]. “Yo era y sigo siendo de la opinión de que el problema ruso es demasiado complicado como para ser pasado por alto con algunas palabras frívolas", escribió en la introducción de su primer libro. Respondemos a Emma Goldman porque ella fue una figura central en el movimiento obrero revolucionario en los Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial. Debido a su determinación de mantener una clara posición internacionalista contra la guerra, la clase dominante estadounidense la llamó "Emma la Roja - la mujer más peligrosa de América". Pero hay otras dos razones para examinar más de cerca las posiciones de Goldman. Por un lado, debido a su gran influencia en el medio anarcosindicalista y anarquista hasta el día de hoy - la "Rosa Luxemburgo de los anarquistas", y por otro lado por su análisis temprano del desarrollo y de los problemas encontrados en la Revolución Rusa, todo ello es testimonio de una gran honestidad y responsabilidad. Los esfuerzos de Goldman siguen siendo hoy una valiosa contribución para entender la degeneración de la Revolución Rusa, aunque algunas de sus posiciones no las compartimos.
Goldman, era una anarquista con raíces familiares en Rusia, se inspiró en las teorías de la influyente autoridad anarquista de Pedro Kropotkin, pero representó una postura anarcosindicalista en sus actividades. Rechazó claramente el marxismo como orientación política y teórica. Lo que distinguió a Goldman de Kropotkin fue su determinación en tomar una posición firme,junto con otros como Malatesta y Berkman en febrero de 1915, en contra del llamado Manifiesto de los 16, con el que Kropotkin y otros anarquistas habían caído en el siniestro apoyo a la Primera Guerra Mundial. Goldman adoptó una postura claramente internacionalista que condenaba cualquier participación, apoyo o tolerancia a la guerra y se convirtió así en referencia internacionalista en los Estados Unidos.
Nuestra preocupación es fijarnos, en este artículo, en el punto de partida político de Goldman hacía la Revolución Rusa, sus experiencias y conclusiones. Para anticipar: sus observaciones se basan en un profundo instinto proletario y sus avances notables y deben separarse de algunas de sus conclusiones políticas centrales. Para permitir una visión suficiente de la posición de Goldman, es necesario insertar citas más largas. Como no es posible abordar todos los aspectos de su análisis, nos vemos obligados a hacer una selección de sus escritos sobre la Revolución Rusa y de su autobiografía.
A Goldman le preocupaban constantemente dos cuestiones: la fusión de los bolcheviques con el aparato estatal y sus consecuencias, y su propia y doloroso desgarro sobre qué momento le permitiría exponer, e incluso la obligaría, sus críticas a los bolcheviques algo que ella hizo después de meses de dolorosa vacilación. No podemos abordar aquí otras preocupaciones políticas de Goldman, como el "Terror Rojo", la Cheka, Brest-Litovsk, el movimiento Majnó en Ucrania, la Rastvojartska (el incesante acaparamiento de alimentos al campesinado, que incluye también la relación entre la clase obrera y los campesinos), o la situación catastrófica de los niños[2] o su posición sobre los Consejos Obreros. Sin embargo, sus experiencias y análisis del levantamiento de marzo de 1921 en Cronstadt son importantes, ya que ese hecho significó la ruptura de Goldman con los bolcheviques.
"La verdad sobre los bolcheviques”
La Revolución de Octubre la llenó de gran entusiasmo: "Entre noviembre de 1917 y febrero de 1918, liberada de la cárcel bajo fianza por mi actitud contra la guerra, viajé por Estados Unidos para defender a los bolcheviques. He publicado un folleto sobre ilustración de la Revolución Rusa y la justificación de los bolcheviques. Los defendí, a pesar de su teoría marxista, por ser la encarnación práctica del espíritu revolucionario".[3]
En 1918, en el diario anarquista Mother Earth (Madre Tierra), publicó un artículo titulado “La verdad sobre los bolcheviques”: "La revolución rusa no significa nada, sino libera la tierra y no echa abajo al latifundista tras haber destronado al zar. Esto explica el trasfondo histórico de los bolcheviques y su justificación social y económica. Son poderosos porque encarnan al pueblo. En el momento en que dejen de hacerlo, tendrán que irse, como el Gobierno Provisional de Kerensky. El pueblo ruso nunca estará satisfecho hasta que la tierra y los medios de subsistencia se conviertan en la herencia de los hijos de Rusia. Si no, el bolchevismo desaparecerá. Han decidido por primera vez en siglos que deben ser escuchados y que sus voces alcanzarán, no el corazón de las clases dominantes -porque saben que no tienen corazón- sino el de los pueblos del mundo, incluido el pueblo de Estados Unidos. Este es el profundo significado de la Revolución Rusa simbolizada por los bolcheviques (…) Los bolcheviques han venido a desafiar al mundo. Y el mundo nunca más podrá descansar en su vieja y sórdida indolencia. Deben aceptar el desafío. Ya ha sido aceptado en Alemania, Austria, Rumania, Francia, Italia e incluso en Estados Unidos. Como la repentina luz del sol, el bolchevismo se está extendiendo por todo el mundo, iluminando y calentando la gran visión: la nueva vida de la fraternidad humana y el bienestar social."[4]
La posición de Goldman sobre los bolcheviques fue todo menos negativo en 1918. Por el contrario, su defensa de la Revolución Rusa y de los bolcheviques fue una respuesta altamente responsable a la campaña de mentiras de la burguesía estadounidense y su papel en la campaña brutal coordinada internacionalmente contra la Rusia revolucionaria. Su crítica radical después de dos años en Rusia, tenía siempre la preocupación de defender la revolución de Octubre contra sus enemigos exteriores al igual que contra la degeneración interna. Esa fue su preocupación en sus actividades y escritos.
Entusiasmo y decepción
El cambio en la evaluación de Goldman sobre los acontecimientos en Rusia se puede ver de manera impresionante en las breves citas siguientes. Ella describe su llegada a Petrogrado en enero de 1920 con palabras exuberantes: "¡Rusia soviética! Tierra sagrada, gente mágica! Ahora te has convertido en el símbolo de las esperanzas de la humanidad, tú sola estás destinada a redimir el mundo. Estoy aquí para servirte, querida Matuschka. Llévame a tu pecho, déjame integrarme en ti, mezclar mi sangre con la tuya, encontrar mi lugar en tu heroica lucha."[5]
Dos años después, sin embargo, a manera de última descripción de su estancia en Rusia, encontramos lo siguiente: "En el tren, Primero de diciembre de 1921. Mis sueños destrozados, mi fe rota, mi corazón endurecido. Matushka Rossiya[Madre Rusia] sangra por mil heridas, su suelo está cubierto de cadáveres. Me agarro al barrote de la ventana helada y aprieto los dientes para contener los sollozos.[6]” “Había pasado ya casi un año y once meses desde que había pisado suelo ruso, que yo creía que iba a ser la Tierra prometida. Tenía el corazón en un puño por lo trágico que era lo que se estaba viviendo en Rusia. Sólo había un pensamiento que me preocupaba: tengo que alzar la voz contra los crímenes cometidos en nombre de la Revolución. Necesitaba que se me escuchara, fueran amigos o enemigos”[7] Pero ¿qué había pasado entre su llegada en 1920 y su partida dos años después? ¿Su decepción no fue más que el resultado de una ingenua expectativa, atrapada ahora en la realidad? Volveremos a la segunda pregunta al final del artículo.
Aislamiento de la Revolución Rusa
Goldman atribuye con razón gran importancia a la cuestión del cerco de la Revolución Rusa, que, en su opinión, fue una causa real de las dificultades de los primeros años de poder soviético. Pero, como señalamos más adelante, habla poco de su aislamiento político a causa de que el proletariado mundial no fue capaz de tomar el poder en otros países, algo esencial, y que no permitió que no se corrigieran errores importantes del poder bolchevique.
En su libro de 1922 El declive de la revolución rusa de 1922, Goldman subraya al principio cómo el aislamiento de Rusia, le quitó el aliento a la revolución y cómo la situación de guerra mundial creó las peores condiciones para una revolución: "Comenzaba la cruzada contra Rusia. Los invasores asesinaron a millones de rusos, cientos de miles de mujeres y niños muertos de hambre por el bloqueo, y Rusia se convirtió en una vasta tierra baldía donde la agonía y la desesperación habían asolado sus hogares. La Revolución Rusa cayó al suelo, y el régimen bolchevique se volvió inconmensurablemente más fuerte. Este es el resultado final de los cuatro años de conspiración de los imperialistas contra Rusia." [8]
La guerra internacional coordinada contra Rusia significó un estrangulamiento brutal. Ignorar esta trágica situación sería una base completamente equivocada para cualquier análisis de la degeneración y el fracaso de la Revolución Rusa, y Goldman lo menciona una y otra vez en sus experiencias personales. Por ejemplo, describe la terrible situación que surgió en 1920/21 para millones de niños como resultado de la inanición despiadada de Rusia, una situación que se vio exacerbada por las maquinaciones de enriquecimiento de muchos burócratas estatales. Goldman defiende los esfuerzos de los bolcheviques por mejorar la situación de los niños, a pesar de todas sus duras críticas hacia ellos: "Es cierto que los bolcheviques han hecho todo lo posible por los niños y la educación. También es cierto que si no han logrado poner fin a la difícil situación de los niños en Rusia, esto ha sido más culpa de los enemigos de la Revolución Rusa que de ellos. Las terribles consecuencias de la intervención y el bloqueo recaen más gravemente sobre los débiles hombros de los niños y los enfermos. Pero incluso en condiciones más favorables, el monstruo burocrático del Estado bolchevique habría paralizado y frustrado las mejores intenciones y los esfuerzos más tremendos de los comunistas a favor del niño y la educación. (...) Tuve que ir dándome más y más cuenta de que los bolcheviques en realidad estaban tratando de hacer todo lo posible por los niños, pero que todos sus esfuerzos acabaron en nada a causa la parásita burocracia que el Estado había creado." [9]
Describe, en especial, a las denominadas "almas muertas"[10]: nombres de niños ficticios o ya fallecidos, incluidos en las listas de derechohabientes de alimentos por los burócratas de menor rango. Los burócratas consumían o vendían esos alimentos obtenidos fraudulentamente. Todo eso a expensas de cientos de miles de niños hambrientos, las víctimas más indefensas del implacable bloqueo internacional.
No se puede acusar a Goldman de haber hecho su análisis sobre el declive de la Revolución rusa sin tener en cuenta la situación dominante y mortal del aislamiento de Rusia. También intentó, como se desprende de las citas, hacer una distinción entre los bolcheviques y la burocracia estatal, lo cual veremos más adelante.
Más bien, su debilidad radica en la falta de un análisis claro de que la guerra y el bloqueo contra Rusia sólo fueron posibles porque la clase obrera, particularmente en Europa Occidental, fue golpeada etapa por etapa, especialmente en Alemania. La clase obrera en Europa occidental, y también en Estados Unidos, se enfrentó a una burguesía mucho más experimentada y a aparatos estatales más sofisticados que en Rusia. Pero no sólo fue la derrota de la oleada revolucionaria internacional lo que produjo la situación desesperada en Rusia, sino también el retraso de la clase obrera internacional en comparación con Rusia.
En Alemania, el intento de revolución no comenzó hasta más de un año después de octubre de 1917, lo que dio rienda suelta a la estrategia de aislamiento de Rusia durante mucho tiempo, como lo demostraron los meses siguientes a las negociaciones de Brest-Litovsk. La toma del poder por el proletariado en los estados centrales de Europa occidental habría sido la única manera de romper el ahogamiento y la sangría que estaba sufriendo la Revolución rusa y detener los ejércitos de intervención. Comprender las raíces de la derrota de la Revolución rusa sólo es posible examinando de cerca el equilibrio de poder internacional entre proletariado y burguesía. Es un aspecto que aparece en los escritos de Goldman, pero apenas se desarrolla y deja la impresión de que el destino de la revolución se habría quedado decidido sobre todo en tierras rusas.
El aislamiento y la asfixia de Rusia después de octubre de 1917 no explica todos los aspectos de la degeneración interna, que en última instancia fue la experiencia más traumatizante para la clase obrera, ni deberían servir de justificación para la degeneración interna. En cuanto al problema de los errores catastróficos de los bolcheviques, especialmente su política de identificación con el aparato estatal, es crucial comprender que eso sólo podría haberse corregido gracias a la influencia de una clase obrera revolucionaria triunfante en otros países, lo que trágicamente no ocurrió.[11]”
Mirando más de cerca, hay una contradicción en las tesis centrales de Goldman sobre la relación entre la situación internacional y las causas de la degeneración de la Revolución Rusa. Por un lado, escribe: “Mis observaciones y estudios de dos años me han dejado claro que si el pueblo ruso no hubiera sido amenazado desde fuera todo el tiempo, el gran peligro que lo amenazaba desde dentro se habría percibido y evitado muy pronto, (...).” “Por otro lado, sin embargo: "Si alguna vez hubo alguna duda sobre si el mayor peligro para la revolución provenía de los ataques exteriores o de la exclusión del pueblo de los acontecimientos, la Revolución rusa ha resuelto de una vez por todas cualquier duda sobre esta cuestión. La contrarrevolución, apoyada por los Aliados con dinero, hombres y municiones fracasó por completo.”[12]
Como ya hemos mencionado, el aislamiento de Rusia no debe ser en modo alguno una excusa para cometer errores. Pero Goldman extrae una conclusión curiosa en la que ella contradice sus "observaciones y estudios", citados antes: la salvación de la revolución dependía sobre todo de las fuerzas de la clase obrera dentro de Rusia, siendo la situación internacional mucho más un factor secundario. Goldman desarrolla una lógica aquí que nos recuerda la de Volin[13] y que consiste en el argumento falso de que, debido a la derrota de las tropas aliadas, es decir, simplemente gracias al resultado militar de ese enfrentamiento sangriento, las acciones contrarrevolucionarias haber sido perfectamente superadas por la revolución. Eso es propio de un simplismo un tanto obtuso cuando se conocen los inmensos estragos ocasionados por semejante carnicería[14] en la que murieron miles de valerosos revolucionarios, algo que la propia Goldman describió acertadamente. Ese fue el triste resultado de la campaña internacional, una sangría permanente de amplios sectores de las fuerzas revolucionarias, una campaña que, en realidad, no "fracasó", pues todos esos revolucionarios conscientes cayeron en la lucha, acudiendo voluntariamente al frente por miles, los cuales, probablemente, habrían podido oponerse a la contrarrevolución interna.
La destrucción de la revolución no se debió a factores “principales” o “secundarios”. Los dos factores, el estrangulamiento desde fuera y los errores de los bolcheviques se fortalecieron mutuamente. La principal diferencia fue que la guerra contra Rusia era evidente para todos, mientras que la degeneración interna comenzó de manera mucho más encubierta y finalmente se convirtió en el trauma del siglo para la clase obrera internacional. Las conclusiones de Goldman son esencialmente un medio para tener en cuenta a la vez la contrarrevolución exterior y la de la degeneración contrarrevolucionaria del interior, un problema ante el que se encontraron todos los revolucionarios de la década de 1920.
La guerra: La guerra no crea las mejores condiciones de la revolución
Una de las contribuciones reconocidas de Goldman para entender la derrota de la Revolución Rusa es su reflexión sobre las condiciones de la revolución durante y después de una guerra, aunque no compartimos su conclusión: "Tal vez el destino de la Revolución Rusa ya estaba decidido en el momento de su nacimiento. A la revolución le siguió una guerra de cuatro años, justo después de una guerra que privó a Rusia de sus mejores hombres, derramó su sangre y devastó todo el país. En tales circunstancias, habría sido comprensible que la revolución no hubiera podido reunir la fuerza necesaria para resistir el furioso golpe del resto del mundo."[15]
Ahí pone ella de relieve, con razón, cuál fue el resultado directo de la guerra y responde a las ideas equivocadas de que la crisis acarreará automáticamente la guerra, y que la guerra hará que se profundice automáticamente la conciencia de clase y entonces estallará la revolución. Goldman destaca que fue sobre todo la revolución la que sufrió por el agotamiento en la propia Rusia causado por la guerra misma. En cambio, la idea de que el destino de la revolución pueda estar "ya decidido al nacer" es un enfoque fatalista.
Había un factor de peso que ni siquiera se expresaba en Rusia. La Primera Guerra Mundial terminó en noviembre de 1918, un año después de octubre de 1917, y como ya se ha señalado, la única esperanza de Octubre era que la revolución se extendiera lo más rápidamente posible a otros países y, sobre todo, que la revolución continuara en Europa Occidental. Esta era una perspectiva históricamente posible y la clase obrera no tenía más remedio que impulsar su lucha en esa dirección.
La guerra terminó con países vencedores y vencidos. La derrota socava a los gobiernos vencidos y puede, por ello, favorecer su debilitamiento y las dinámicas revolucionarias; los gobiernos victoriosos salen, en cambio, reforzados, a pesar de que la clase obrera de esos países había sido cruelmente arrastrada por “su” burguesía nacional durante cuatro años, a una inmunda carnicería. Fue así el anhelo de paz y tranquilidad lo que predominaba, socavando enormemente los esfuerzos revolucionarios del proletariado en países como Francia, Inglaterra, Bélgica, Holanda e Italia. No solo era la relación de fuerzas entre los Estados imperialistas lo diferente tras la guerra, también lo era el espíritu de las masas, divididas según su pertenencia a un país vencedor o a uno vencido. Goldman plantea el problema de la guerra, la cual crea unas condiciones pésimas para para la revolución, pero lo limita, sobre todo, al caso de Rusia.[16]
¿Qué expectativas había después de una revolución?
¿Qué cambios eran posibles en Rusia, en una época de asedio total y hambruna? En el campo de los anarquistas había opiniones muy diferentes sobre esto. Sin embargo, fue significativa la gran expectativa de mejoras inmediatas, especialmente a nivel de medidas económicas y de reorganización de arriba abajo de la producción, y por lo tanto de mejoras en la situación rusa ¿Cuáles eran las expectativas de Goldman en ese momento, apenas dos años después de octubre de 1917? Cuando llegó a Rusia en enero de 1920, ¿esperaba ya con impaciencia conocer de inmediato una sociedad rusa que satisficiera las necesidades humanas? En su primer encuentro con Máximo Gorki, en un tren a Moscú, le dijo: “También espero que me crea cuando digo que, aunque soy anarquista, no soy tan ingenuo como para pensar que el anarquismo surgiría de la noche a la mañana de las ruinas de la vieja Rusia.”[17]
En conversaciones con Alexander Berkman, su compañero político y personal más cercano durante décadas, habla de él de esta manera: "Rechazó las acusaciones (contra los bolcheviques) por considerarlas como el parloteo de hombres descontentos e ineficientes. Dijo que los anarquistas de Petrogrado eran como tantos otros en Estados Unidos, que solían criticar mucho y no hacer nada. Quizás habían sido demasiado ingenuos, esperando que el anarquismo emergiera de la noche a la mañana de las ruinas de la autocracia, de la guerra y los errores del gobierno provisional.[18]
Goldman no midió la Revolución rusa con un candoroso rasero que solo midiera las mejoras inmediatas en las condiciones de vida y la economía.[19]
Cuando se trata de la posibilidad inmediata de un levantamiento social en interés de la clase obrera y otras clases oprimidas, como los millones de campesinos en Rusia, Goldman vuelve a situar sus enfoques en un marco que no ignora la situación internacional. Tampoco vaciló en defender los esfuerzos de los bolcheviques (como hemos visto con respecto a la situación de los niños, que exigía una acción inmediata y drástica) y criticar duramente las posiciones de otros anarquistas. Goldman no se sometió a ninguna ley del silencio acrítico con otros anarquistas. No sabemos cómo argumentó a los impacientes anarquistas que sólo esperaban los cambios inmediatos de la sociedad.
Y esas disputas entre anarquistas muestran que no hubo un anarquismo homogéneo en Rusia durante la revolución.
La cuestión de las posibles medidas inmediatas para aliviar rápidamente el sufrimiento era de suma importancia para la clase obrera y el campesinado en su conjunto, y no era sólo la preocupación de los sectores más impacientes del anarquismo, donde esta cuestión a menudo se decidía únicamente sobre su relación con los bolcheviques. Para la clase obrera, la revolución no es una lógica histórica abstracta. Golpeado por décadas de explotación brutal, y tras haber sufrido la bestial carnicería de la Guerra Mundial de 1914-1918, las grandes esperanzas de un soleado horizonte en la vida eran más que justificadas y comprensibles. Fueron una fuerza impulsora importante para la convicción revolucionaria y la voluntad de luchar que hicieron posible Octubre. En vista de la realidad inmediata de la estrangulación de la Rusia revolucionaria, el hambre y la guerra contra los Ejércitos Blancos, el sol esperado no apareció en el horizonte. La ruina y la desmoralización eran una pesada carga para la clase obrera. En aquella situación casi desesperada, Goldman adoptó una actitud responsable de paciencia y perseverancia, que sólo podía mantenerse para todos los revolucionarios con enorme voluntad y claridad política en medio de la destrucción gradual de la ola revolucionaria mundial después de la guerra.
Los bolcheviques y el aparato estatal: ¿El naufragio del marxismo?
En su análisis de la dinámica del creciente aparato estatal después de octubre, Goldman citó su afirmación de que el problema ruso era demasiado complicado como para ser pasado por alto con algunas palabras frívolas. Presta gran atención a esta cuestión y se distingue por sus observaciones y reflexiones precisas. Sin embargo, muchas de sus conclusiones difícilmente pueden ser compartidas. Sus escritos contienen contradicciones sobre la cuestión de la relación entre los bolcheviques y el aparato estatal emergente.
En 1922 todavía no tenía los medios para hacer un análisis profundo con distancia, como era posible a finales de los años veinte y principios de los treinta cuando la Izquierda Comunista italiana asumió esa tarea. No hay duda de que sus análisis y conclusiones están dominados por algunos principios anarquistas sobre la cuestión del Estado.
Es necesario echar un vistazo primero a los pensamientos de Goldman en términos generales: "Los primeros siete meses de mi estancia en Rusia casi me habían destruido. Había llegado con tanto entusiasmo en mi corazón, totalmente inspirada por el deseo apasionado de poder sumergirme en el trabajo y ayudar a defender la sagrada causa de la revolución. Pero lo que encontré en Rusia casi me abruma. No fui capaz de hacer nada. La rueda de la máquina del estado socialista me invadió y paralizó mi energía. La terrible miseria y angustia del pueblo, la fría ignorancia de sus deseos y necesidades, las persecuciones y opresiones se posaron sobre mi alma como una montaña y me hicieron la vida insoportable. ¿Fue la revolución que había convertido a los idealistas en bestias salvajes? Si este era el caso, los bolcheviques eran meramente piezas de ajedrez en las manos de un destino inevitable. ¿O era el carácter frío e impersonal del Estado, que había logrado someterla revolución a su yugo por medios censurables y deshonestos, metiéndola por caminos que le eran indispensables? No encontré respuesta a esas preguntas, al menos no en julio de 1920."[20]
“En Rusia, sin embargo, los sindicatos no representan las necesidades de los trabajadores en el sentido conservador o revolucionario. Lo que son realmente: auxiliares obedientes y militarizados del Estado bolchevique. ¿Son la "escuela del comunismo", como decía Lenin en sus tesis sobre la tarea de los sindicatos? Ni siquiera son eso. Una escuela presupone la libertad de expresión e iniciativa del estudiante, mientras que los sindicatos en Rusia son simplemente cuarteles militares para ejércitos obreros movilizados, a los que todos se ven obligados a unirse al mando del Estado."[21]
“Estoy convencida de que ni Lunacharski ni Gorki tenían idea alguna de ello (el encarcelamiento de niños por la Checa). Pero ahí es precisamente donde yace la maldición de todo el desastroso sistema. Elimina la posibilidad de saber a los de arriba lo que el enjambre de sus subordinados está haciendo. (...) ¿Está Lunacharsky al tanto de tales casos? ¿Saben otros comunistas líderes algo sobre esto? Algunos, sin duda. Pero ¡están tan ocupados con "asuntos importantes de Estado"! Además, se han vuelto insensibles a tales "nimiedades". Y además, ellos mismos están encerrados en el mismo círculo vicioso, porque cada uno de ellos es sólo una parte de la gran burocracia bolchevique. Saben que la afiliación a un partido cubre muchos pecados."[22]
Y sobre la relación entre el aparato estatal y sus burócratas: "En la pequeña ciudad donde vivía (Kropotkin), cerca de Dimitrov, había más oficiales bolcheviques que nunca antes bajo el régimen de los Romanov. Todos vivían separados de las masas. Eran parásitos en el cuerpo de la sociedad, y Dimitrov era sólo un pequeño ejemplo de lo que estaba ocurriendo en toda Rusia. No fue el error de ningún individuo en particular: más bien fue el Estado quien lo creó, desacreditó cualquier ideal revolucionario, sofocó cualquier iniciativa y se centró en la incompetencia y el derroche."[23]
Las observaciones de Goldman sobre la realidad concreta del Estado describen con gran precisión cómo el Estado se está extendiendo cada vez más y comienza a arraigarse inexorablemente. Es su fuerza describir detalladamente las impresiones de la "vida cotidiana" del aparato burocrático y sus profundos conflictos con los intereses de la clase obrera y las demás clases explotadas. Sus descripciones de 1922 eran de lo más pertinente contra todas las glorificaciones que rodeaban el movimiento obrero internacional sobre la situación en Rusia y la ceguera hacia los graves problemas que había que enfrentar en Rusia. Sin duda, la determinación de Goldman para advertir contra el peligro del Estado tal como se desarrolló en Rusia fue muy valiosa en aquel momento, por mucho que su análisis fuera más bien un inventario y un primer esbozo.
Pero, ¿qué conclusiones saca de todo esto? “Sería un error creer que el fracaso de la revolución se debe enteramente al carácter de los bolcheviques. Es básicamente el resultado de los principios y métodos del bolchevismo. Son el espíritu autoritario y los principios del Estado los que sofocan las aspiraciones libertarias y liberadoras. Incluso si cualquier otro partido político tuviera control sobre el gobierno en Rusia, el resultado sería básicamente el mismo. No son tanto los bolcheviques los que estrangularon la Revolución Rusa, sino más bien las ideas bolcheviques. Era el marxismo, algo modificado, en definitiva, en estado obtuso y fanático. (....) También he señalado que no sólo fracasó el bolchevismo, sino el marxismo mismo. Es la idea del Estado, el principio autoritario que se fue a la bancarrota debido a la experiencia rusa. Resumiré toda mi argumentación en una frase: La tendencia inherente del Estado es concentrarse, estrechar y monopolizar todas las actividades sociales; la naturaleza de la revolución es, por el contrario, crecer, expandirse y extenderse. En otras palabras, el Estado es institucional y estático, la revolución es fluida y dinámica. Estas dos tendencias son incompatibles y se destruyen mutuamente. La idea de Estado asesinó a la Revolución Rusa, y tendrá el mismo resultado en todas las demás revoluciones, a menos que prevalezca la idea libertaria. (...) La razón principal de la derrota de la Revolución Rusa es más profunda. Está en el concepto mismo de la revolución socialista."[24]
“Y mientras que los obreros y campesinos de Rusia fueron tan heroicos en sus vidas, el enemigo interior se volvió cada vez más poderoso. Poco a poco, los bolcheviques construyeron un estado centralista que destruyó los consejos obreros y aplastó la revolución, un estado caracterizado por la burocracia y el despotismo que se puede comparar con los grandes Estados del mundo.”[25]
“Fue el arte político marxista de los bolcheviques, las tácticas alabadas al principio como imprescindibles para el éxito de la revolución, y más tarde, después de propagar la miseria, la desconfianza y el antagonismo por todas partes, rechazarlas como dañinas, lo que lentamente socavó la creencia del pueblo en la revolución."[26]
La tesis de Goldman es por lo tanto la siguiente: El marxismo resulta inútil debido a la política bolchevique hacia el Estado después de la revolución. Contrariamente a otras corrientes visceralmente anti-organizacionales del anarquismo, Goldman nunca tomó la posición de que los problemas de los bolcheviques se deberían únicamente a la solidez organizativa de su partido político. Más bien, rechazó sus políticas concretas. Es absolutamente correcto en dos aspectos cuando dice que el Estado es, por naturaleza, "institucional y estático". Obviamente se refiere a la experiencia del estado burgués y su carácter antes de la revolución. La posición de Goldman no es meramente emocional como muchos anarquistas se lo echaban en cara constantemente, sino que se basa en la experiencia histórica. El Estado en el feudalismo y el capitalismo es, por su propia naturaleza, estático y abiertamente reaccionario por la defensa incondicional de los intereses y el poder de la clase dominante. En segundo lugar, compartimos la opinión de que el problema no era de personas individuales en las filas de los bolcheviques, sino que el problema eran sus enormes confusiones sobre el Estado después de la revolución, una confusión que lo que, de hecho, reflejaba era la inmadurez del movimiento obrero de aquel tiempo sobre la cuestión del Estado.
Incluso después de una revolución proletaria mundial (que nunca fue el caso en el momento de la Revolución rusa, ya que se limitó en gran medida a Rusia), un "semi-estado" necesario pero limitado a sus funciones mínimas, subordinado a los consejos obreros, sigue siendo siempre conservador y estático, y no es en modo alguno una fuerza impulsora para la realización de una sociedad comunista, ni mucho menos un órgano de la clase obrera. Como lo describió la Izquierda Comunista Italiana:"El Estado, aunque a menudo llamado "proletario", sigue siendo un órgano de coerción, sigue siendo un oponente mordaz y permanente a la realización del programa comunista; es hasta cierto punto la revelación de la persistencia del peligro capitalista durante todas los acontecimientos vitales y transformadores del período de transición.”[27]Por lo tanto, es absolutamente erróneo hablar de un "estado proletario" como órgano de la revolución, como los trotskistas lo afirmaban sobre Rusia, pero también la corriente bordiguista a nivel teórico en relación con el período de transición. Tal idea es completamente ciega ante el peligro de confundir consejos obreros, partido político y aparato estatal, tal como así ocurrió trágicamente en Rusia.
Para evitar falsos debates, una observación es necesaria: Goldman a menudo habla de un "estado centralizado" construido por los bolcheviques. Pero esto no fue porque ella defendiera un concepto federalista, como Rudolf Rocker, quien abogaba por una lucha de clases ultrafederalista.[28] El término "centralista" de Goldman era más bien una descripción del inescrutable, lento, corrupto y jerárquico aparato estatal en Rusia, que saboteaba incluso las más mínimas medidas en favor de la clase obrera y de otras clases oprimidas de la sociedad como el campesinado.
¿Sufrió el marxismo el naufragio total después de la prueba de la revolución como afirma Goldman? ¿Y, en cambio, la Revolución rusa habría confirmado las tesis anarquistas? Si queremos entender los acontecimientos ocurridos en torno a la Revolución Rusa, el enfoque que consistiría en erigirse en árbitro entre esas dos corrientes históricas sobre “el terreno de juego de la Revolución” declarando un vencedor y un vencido no tiene la menor utilidad. En esta respuesta, no podemos abordar todos los aspectos de la trágica degeneración de los bolcheviques y la Revolución rusa, como ya hemos hecho en numerosos textos de la CCI. Pero tenemos que responder a Goldman sobre el supuesto naufragio del marxismo en su conjunto. Los bolcheviques degeneraron, como lo expresa claramente su fusión con el aparato estatal, eso es un hecho patente -pero el marxismo no fracasó.
¿Cómo explica Goldman con su método el que, ante la guerra y el internacionalismo (una fuerza impulsora absolutamente crucial para la clase obrera y, en el momento de la Primera Guerra Mundial, una fuerza decisiva para el estallido de la oleada revolucionaria mundial y de octubre de 1917), surgieran, precisamente dentro del movimiento obrero marxista y sobre la base de su patrimonio histórico, las posiciones internacionalistas más claras y tenaces, como las elaboradas en la conferencia en Kienthal en 1916?Y todo eso gracias a una organización marxista, los bolcheviques, punta de lanza contra un reformismo de rodillas ante la guerra.
¿Cómo explica el método de Goldman, como se menciona al principio de este artículo, y que ella denunció claramente, que dentro del anarquismo e incluso en torno a su figura más central de la época, Kropotkin, surgiera una tendencia que abandonó los principios internacionalistas y los formuló abiertamente en un manifiesto - un deslizamiento que causó gran incertidumbre, tensión y resistencia dentro de las filas anarquistas? Según el método de Goldman, el anarquismo habría sufrido un naufragio, ya que el internacionalismo fue arrojado por la borda por los representantes más influyentes. De manera similar al movimiento obrero marxista, surgió, entre los anarquistas, un enconado debate sobre la guerra, y una parte resuelta de ellos, a la que Goldman pertenecía, luchó contra todo apoyo a uno u otro de los contendientes en guerra.
Sería absolutamente erróneo afirmar que el anarquismo en su conjunto fue destruido en 1914. Por el contrario, precisamente porque hubo una grave decantación dentro del anarquismo y dentro del movimiento obrero marxista, era posible que en la lucha contra la guerra y en octubre de 1917 los anarquistas revolucionarios internacionalistas pudieran luchar hombro con hombro con el marxismo revolucionario. Si el posicionamiento necesario entre la guerra y la revolución produjo un resultado, fue el de la determinación que emergió tanto de los marxistas como de los anarquistas, que encarnaron firmemente el internacionalismo y la defensa de los intereses de la clase obrera.
Sigamos adelante. ¿Cómo explica Goldman con su tesis del naufragio del marxismo el que los bolcheviques, organización marxista, fueran capaces gracias a las Tesis de abril, formuladas por sus representantes más decididos, de aportar la claridad en 1917 contra las confusiones democráticas que todavía existían en la clase obrera rusa?
Es cierto que la mayoría de los bolcheviques se alejaron gradualmente del espíritu de la Revolución de octubre, le dieron la espalda y, al haberla amalgamado con el aparato estatal y las medidas represivas contra la crítica con la absurda creencia de salvar la revolución, se convirtieron en la encarnación de la contrarrevolución desde dentro. Pero no todos ni mucho menos, optaron por esa vía, pues hubo diversas reacciones organizadas dentro del partido contra esos signos de degeneración.
Goldman describe su gran simpatía y cercanía a uno de estos grupos de oposición dentro del Partido Bolchevique, la "Oposición Obrera" en torno a Kolontái y Shliápnikov. El marxismo fue pues capaz de engendrar una oposición revolucionaria militante, que Goldman acogió explícitamente con beneplácito. Por otra parte, describe (y aún más detalladamente su compañero político Alexander Berkman) las tendencias organizadas dentro del anarquismo en Rusia, los llamados "anarquistas soviéticos", que abiertamente apoyaron la política de los bolcheviques, incluso en 1920 cuando el terror de la Cheka[29] ya se estaba extendiendo. Ella también escribe lo siguiente de manera honesta: "Desafortunadamente, y era inevitable bajo estas circunstancias, las ideas ajenas encontraron su camino en las filas de los anarquistas y los escombros fueron arrastrados por la marea revolucionaria. (...) El poder corrompe y los anarquistas no son inmunes a esto.”[30]Así que si seguimos el método de Goldman, ¿el anarquismo basado en tales hechos también fracasó en su totalidad? Creemos que esa conclusión sería errónea. Su enfoque y conclusión no tiene en cuenta todas las controversias posteriores a octubre de 1917 dentro del pretendido "marxismo fracasado".
La cuestión del Estado después de la revolución no se resolvió dentro del movimiento obrero de aquel entonces. Esto también se aplica a los anarquistas. Una de las principales razones para ello fue la falta de una experiencia histórica concreta como la ocurrida en Rusia después de 1917. El aislamiento insuperable de la Revolución rusa y la consiguiente obligación de defender el territorio reforzaron brutal y rápidamente el ahogamiento de la revolución y su degeneración, volviéndose el Estado y el partido bolchevique “fusionados” un factor activo de tal dinámica.
Incluso la referencia política de Goldman "el padre Kropotkin", como lo llamaba su entorno político, no fue capaz de responder al papel y la función del Estado después de una revolución en su libro El Estado, su papel histórico. El rechazo radical del Estado sobre la base de una desconfianza instintiva, como propugnaba la mayoría de los anarquistas, había surgido de la experiencia de una confrontación brutal con el Estado bajo el feudalismo y el aparato estatal capitalista, y llamaba justamente a la destrucción del estado burgués por una revolución proletaria, tal como se defiende en el libro El Estado y la Revolución de Lenin. Aunque este mérito se debe al movimiento anarquista, éste fue dominado por un concepto erróneo: la organización de la sociedad, inmediatamente después de la revolución, debe hacerse mediante los consejos obreros, sindicatos y cooperativas. Este escenario lleva a los órganos políticos y dinámicos de la clase obrera, los consejos obreros, a confundirse con el "instrumento organizador" (al que llamamos estado de transición[31] reducido y controlado), y ellos mismos se convierten en burocracia y pierden así su independencia política como órganos de la clase obrera. También encontramos esta posición en Goldman, aunque sólo sea de forma implícita y no desarrollada.
Volvamos a la cuestión del supuesto naufragio del marxismo. Un gran número de anarquistas criticaron los trágicos acontecimientos en Rusia. Pero esto no confirmó que el anarquismo, como un todo, hubiera fracasado en la Revolución rusa, como tampoco el marxismo. No había duda de que los bolcheviques entendían mal la relación entre los consejos obreros, el Estado y el partido político. En el momento de la Revolución rusa, predominaba la idea de unidad entre partido y aparato estatal, es decir, que el partido debe participar en el poder junto con los consejos obreros. Según esa idea, le incumbe al partido - una minoría dentro de la clase obrera - tomar el poder en nombre de la clase obrera y sobre la base de su confianza en el partido. Como veremos más adelante en una cita de Rosa Luxemburgo, también existía la posición de que nunca una pequeña minoría debería tomar el poder, a pesar de que esta visión todavía expresaba claramente la inmadurez existente sobre la cuestión del Estado después de la revolución.
A causa de sus ideas sobre el estado post-revolucionario y su relación con él, los bolcheviques, como actores de la realidad, se vieron involucrados en una espiral trágica: en la situación de aislamiento total de la revolución, una falsa concepción se convirtió en una tragedia. Aunque los bolcheviques nunca rechazaron abiertamente el principio de que los consejos obreros asumieran el poder, uno de los primeros signos de la degeneración fue la paulatina confiscación de los consejos, en la cual los bolcheviques desempeñaron un papel decisivo.[32]
No es una constatación fatalista, sino un hecho histórico decir que sólo la trágica experiencia de la Revolución rusa ha aclarado todas esas cuestiones. La única salvación habría sido la extensión internacional de la revolución basada en la vitalidad de los Consejos. Esto también habría desmentido todo determinismo retrospectivo según el cual el destino de la Revolución Rusa estaba ya sellado desde su nacimiento. Pero pretender salvar la revolución mediante “un estado fuerte” tal como empezaron a defender los bolcheviques, era, algo pura y sencillamente imposible por lo contradictorio.
Una debilidad en el método de Goldman con respecto al creciente dominio del aparato estatal después de Octubre y el proceso de degeneración es su conclusión estática. No tiene en cuenta la dinámica de la dominación del Estado, la lucha contra ella dentro de las filas marxistas; pero tampoco las enormes dificultades que tal situación generó entre los anarquistas, porque mucho que lo mencione detalladamente en sus observaciones. Esta debilidad se añade a su idea de que los bolcheviques -como parte del marxismo, y precisamente por esa razón- estaban condenados al fracaso desde el principio por su supuesto y único propósito de tomar el poder. Por lo visto, según Goldman, la simple existencia de las posiciones marxistas ya habría decidido el destino de la revolución. En su conclusión sobre la cuestión del Estado, niega también explícitamente que se trataba de un proceso de degeneración debido al contexto mundial, y en modo alguno de una cuestión ya “decidida” desde el principio. Con su declaración del "fracaso del marxismo" en la experiencia de la Revolución rusa, cede demasiado a la facilidad, lo que en última instancia la lleva a una nueva tesis.
"El fin justifica los medios" y Cronstadt ruptura con los bolcheviques.
Una de las tesis más trascendentales de Goldman es:“Los bolcheviques forman la orden jesuita en la iglesia marxista. No es que ellos como seres humanos sean deshonestos o estén animados por malas intenciones. Es su marxismo el que ha determinado sus políticas y métodos. Los mismos medios que usaron han impedido el logro de sus objetivos. Comunismo, socialismo, igualdad, libertad - todo aquello por lo que las masas rusas habían soportado los mayores sufrimientos ha quedado desprestigiado por las tácticas bolcheviques, por su principio jesuita de que el fin sagrado justifica los medios, desprestigiados y ensuciado (…) Pero Lenin es un jesuita inteligente y astuto, por lo que hizo del grito general del pueblo: "¡Todo el poder a los Sóviets!" su propio lema. Sólo cuando él y sus seguidores jesuitas se sintieron firmes en sus cabalgaduras comenzó la demolición de los Sóviets. Hoy, como todo lo demás en Rusia, no son más que sombras cuya sustancia física ha desaparecido. (...) Sin duda, Lenin se arrepiente a menudo. En el Congreso comunista de todas las Rusias lanzó un “mea culpa”,"¡he pecado!" Un joven comunista me dijo una vez:‘ No me sorprendería que Lenin algún día declarara que la revolución de Octubre fue un error’”[33]
Cierto, los objetivos de los bolcheviques, el comunismo, el socialismo, la igualdad y la libertad, que Goldman no niega que fueran como sus verdaderos objetivos, no pudieron ser alcanzados. Describe en otras partes de sus escritos sobre Rusia cómo, repetidamente, muchos de los principales bolcheviques la interpelaban con la esperanzadora pregunta: "¿Llegará pronto la revolución en Alemania y en Estados Unidos? , incluido Lenin en un encuentro con Goldman. Los bolcheviques con los que hablaba de ello esperaban ansiosamente obtener una respuesta positiva de ella, buena conocedora de de la situación en Estados Unidos. Según sus descripciones, era obvio que los bolcheviques vivían con el temor permanente de aislarse cada vez más, esperando desesperadamente los más pequeños signos de acontecimientos revolucionarios en otros países. Ella misma da la prueba de que en las filas de Partido Bolchevique -que era todo menos homogéneo- permanecía la esperanza de una revolución mundial en un contexto cada vez más avanzado de degeneración. Así que no son sólo las ansias de poder en Rusia, que Goldman avanza como explicación cuando habla del "jesuitismo" de los bolcheviques.
La preocupación de Goldman giraba en torno a la contradicción entre los objetivos iniciales de los bolcheviques y sus políticas y métodos concretos. Esto los llevó a una ruptura definitiva después de que la represión sangrienta del levantamiento de Cronstadt en marzo de 1921, con la excusa de salvar la revolución, aplicó un uso brutal de la violencia dentro de la clase obrera, algo en contradicción total con los principios comunistas. Sus experiencias con la Cheka también jugaron un papel decisivo en su ruptura con los bolcheviques.
La clase obrera se opone vehementemente a ese pretendido método de que el fin justifica los medios. La honradez de Goldman le impide ocultar sus propias vacilaciones. Pero son precisamente sus descripciones las que refutan la tesis de que el pensamiento de los bolcheviques sería la de los "jesuitas del marxismo", que no retroceden ante nada por alcanzar la meta que se han propuesto, y que en eso habría una diferencia fundamental entre bolcheviques y anarquismo.
¿Cómo se planteó esa cuestión entre los anarquistas? Emma Goldman describe sus discusiones con Berkman sobre la cuestión de los medios legítimos para defender la revolución: “Sería absurdo culpar a los bolcheviques por las drásticas medidas que tomaron, insistió Sasha. ¿De qué otra manera se supone que liberarán a Rusia del dominio de la contrarrevolución y el sabotaje? Por lo que se refiere a esto, él creía que ninguna medida sería demasiado dura. Las exigencias de la revolución justificaban cualquier medio, por mucho que contradiga nuestros sentimientos. Mientras la revolución estuviera en peligro, los que trataban de infiltrarse tendrían que pagar por ello. Mi viejo amigo era tan sincero y clarividente como siempre. Yo era de su opinión, y, sin embargo, los informes terribles de mis camaradas seguían preocupándome."[34]
Ese debate con Berkman, prosiguió con la misma crítica tajante. "Solía argumentar durante horas contra mi «impaciencia» y deficiente capacidad de juicio con respecto a temas transcendentales, contra mi refinado planteamiento de la Revolución. Afirmaba que yo siempre había menospreciado el factor económico como causa principal de las lacras capitalistas. ¿Es que ahora no podía ver que la necesidad económica era la razón que forzaba la mano de los hombres que estaban al timón de Rusia? El continuo peligro exterior, la natural indolencia del trabajador ruso y su fracaso para incrementar la producción, la falta de las herramientas más necesarias para la agricultura y la negativa consiguiente de los campesinos a alimentar a las ciudades, había obligado a los bolcheviques a aprobar esas medidas desesperadas. Por supuesto que consideraba tales métodos contrarrevolucionarios y abocados al fracaso. A pesar de todo, era absurdo sospechar que hombres como Lenin o Trotski habían traicionado deliberadamente la Revolución. ¡Pero si habían consagrado sus vidas a esa causa, habían sufrido persecución, calumnias, la cárcel y el exilio por sus ideales! ¡No podían traicionarlos hasta tal extremo!"[35]
Para la clase obrera, los medios utilizados no deben estar en contradicción con sus objetivos fundamentales.[36]Sin embargo, nosotros rechazamos la afirmación de que sólo el marxismo, especialmente los bolcheviques, serían vulnerables a la penetración de la ideología de la clase dominante adoptando métodos contrarios al objetivo del comunismo. Las discusiones descritas por Goldman son características del hecho de que el anarquismo siempre ha tenido enormes dificultades a este respecto. Un ejemplo del uso de medios que contradicen la meta de muchos anarquistas es el intento de asesinato de Lenin por Fanny Kaplan el 18 de agosto de 1918, con la justificación de que Lenin había traicionado la revolución. Debido a una larga tradición de asesinatos de responsables del odiado régimen zarista, el cual sometió a los anarquistas a una represión brutal, parte del anarquismo ruso recurrió repetidamente a la llamada "propaganda por la acción", recurriendo así a “medios justificados por el fin”, incluido el haber transformado en diana a combatientes de la clase obrera, como lo muestra el intento de asesinato a Lenin.
No se trata de ponerse a llorar por las odiadas figuras del zarismo objetivos de los métodos de una parte del anarquismo ruso que expresaban la limitada comprensión del feudalismo al identificarlo con individuos. Sin embargo, no se basaba en la malevolencia de los individuos, tal como muy bien lo decía Berkman en contra de lo que defendía Goldman, no era una cuestión de la maldad de algunos, sino de principios sociales y económicos que estaban en contradicción con las necesidades de las clases explotadas. La "propaganda por la acción", la violencia individual contra los odiados personajes del feudalismo, entendida como una "chispa de inspiración para la reflexión", lo que en realidad expresaba era una mala comprensión de cómo se desarrolla la conciencia de clase, ya que esos métodos no muestran ni mucho menos la necesidad de una lucha solidaria de toda una clase contra los fundamentos de la explotación.
Es comprensible que Goldman luchara a favor de Fanni Kaplan, presa y torturada por la Cheka. Ni siquiera reivindicó nunca métodos como los de Kaplan. Pero, ¿por qué no se atrevió a dar un paso más en esa situación y a criticar los métodos "jesuitas" en las filas del anarquismo, limitándolos únicamente a los bolcheviques?
Goldman sufrió duramente las ejecuciones de anarquistas amigos, como Fanya Baron, por la Cheka en septiembre de 1921, con la aprobación de Lenin. Por mucho que Lenin fuera una de las personalidades más decididas y claras en la revolución de Octubre, esas medidas son inaceptables. Goldman expresó una antipatía cada vez mayor contra Trotski y Lenin en particular, a quienes describió como jesuitas inteligentes y astutos.[37]
La incontrolable Cheka la emprendió a balazos en ejecuciones intimidatorias, luego con toma de rehenes para extorsionar informaciones mediante tortura. Esto a menudo contra grupos políticos de oposición de las propias filas bolcheviques, contra anarquistas, y también contra los trabajadores que había participado en huelgas. La crítica de Goldman a las sentencias de muerte contra los prisioneros -es decir, individuos indefensos -fueran miembros de organizaciones contrarrevolucionarias burguesas, criminales o miembros encarcelados de los Ejércitos Blancos- está absolutamente justificada, ya que no sólo son actos de violencia sin sentido, sino que además expresan una visión según la cual la gente no puede cambiar de ideas, actitudes y posiciones políticas y por lo tanto debe ser liquidada.[38]
Ya en 1918 había estallado, entre los bolcheviques, una lucha contra la represión de las voces opositoras en el partido y en la clase obrera. Aunque la propia Goldman pudo darse cuenta de que había diferentes posiciones en las filas bolcheviques, para poder condenarlos como "jesuitas del marxismo" pinta un cuadro muy simplista como si estuvieran forjados de una sola pieza a hierro y fuego, algo que nunca correspondió a la realidad. El problema central fue que, en lugar de apelar a la conciencia de la clase obrera, se cayó en un enfoque militarista de los problemas políticos que acabó adoptando la mayoría de los bolcheviques, creyendo que así salvarían la revolución asediada. Pero eso no tiene nada que ver con el ansia de poder pretendidamente arraigado en el partido bolchevique.
El marxismo nunca se apoyó en el principio de que el fin justifica los medios, ni fue un principio o práctica de los bolcheviques ni antes ni durante la revolución de Octubre. Cronstadt, sin embargo, trágico clímax de la creciente represión, mostró hasta dónde había llegado ya la degeneración y qué formas y lógica tomó, porque su justificación política incluía en realidad la idea del fin (la "cohesión férrea" de Rusia contra los ataques internacionales) justificador de unos medios (una represión sangrienta).
Las experiencias personales y absolutamente desmoralizantes de Goldman en Cronstadt condujeron a una ruptura con los bolcheviques y marcaron un punto de inflexión. En los últimos días antes de la represión de marineros, soldados y trabajadores de Cronstadt, ella era miembro de una delegación (Perkus, Pertrowski, Berkman, Goldman) que trató de mediar entre los delegados de Cronstadt y el Ejército Rojo. “Cronstadt cortó el último hilo que todavía me unía a los bolcheviques. La carnicería desenfrenada que habían llevado a cabo hablaba más claramente que nunca contra ellos. Cualesquiera que fueran los engaños del pasado, los bolcheviques resultaron ser los enemigos más perniciosos de la revolución. No podría seguir teniendo algo que ver con ellos”[39]
Cronstadt fue una tragedia terrible, mucho más que un "error".
El aplastamiento de Cronstadt con varios miles de proletarios muertos (¡en ambos lados!) se basó en una evaluación absolutamente equivocada de los dirigentes bolcheviques sobre el carácter de aquel levantamiento. Esto se debe también a que la burguesía internacional aprovechó el momento e hipócritamente declaró su "solidaridad" con los insurgentes, y también al pánico de que Cronstadt acabara cayendo en el campo de la contrarrevolución, o que ya fuera una expresión de la contrarrevolución.
Goldman responde correctamente a esos dos aspectos. En su autobiografía de 1931, es, sin embargo, incapaz de sacar la lección primordial de la tragedia de Cronstadt, como, por otra parte, el conjunto de la Izquierda marxista en el momento de la represión que, en general, apoyó con la notable excepción de Miasnikov, quien se había opuesto desde el principio. Ni siquiera gracias a la perspectiva que da el tiempo pasado, Emma Goldman sería capaz de comprender, al contrario de algunas corrientes de la Izquierda Comunista, que la violencia en el seno de la clase obrera debe ser inflexiblemente rechazada y eso debe ser un principio.[40]
Al igual que con la cuestión del Estado, Goldman cae con demasiada facilidad en eso del supuesto "jesuitismo de los bolcheviques desde su origen". Declaró que los bolcheviques eran jesuitas, lo que no concuerda en absoluto con su historia. La dinámica de la mayoría de los bolcheviques, que en 1921 en Cronstadt no vaciló en usar la violencia como supuesta forma de lucha de clases, no era, ni mucho menos, "su tradición", sino más bien una expresión del proceso de su degeneración progresiva.
En lugar de abordar a fondo la cuestión de qué medios se pueden utilizar en la lucha de clases y en la revolución, a la que sin excepción se enfrentaron todos los revolucionarios, la imprudente etiqueta jesuita de Goldman, que les puso ella a los bolcheviques, fue más bien una barrera para entender la degeneración de la revolución como un proceso.
¿Silencio o crítica?
Una pregunta es el hilo conductor en los escritos de Goldman sobre Rusia: ¿Cuándo se justifica formular una crítica abierta a los bolcheviques? Describe con gran indignación un encuentro con los anarquistas de Petrogrado:
“Aquellas acusaciones me golpeaban como martillos y me dejaron aturdida. Escuché con los nervios tensos, apenas capaz de comprender claramente lo que oía y sin conseguir aprehender su completo significado. No podía ser verdad, ¡esa acusación monstruosa! (...). Pensé que los hombres de aquella sala lúgubre tenían que estar locos para poder contar tales historias absurdas e imposibles, tenían que ser malvados para poder condenar a los comunistas por crímenes que debían saber eran provocados por la cuadrilla contrarrevolucionaria, el bloqueo y los generales blancos que atacaban la Revolución. Proclamé mi convicción ante la asamblea, pera mi voz se ahogó en medio de las risas y las burlas.”[41]
Al igual que con la cuestión de los cambios que se esperaban inmediatamente después de la revolución, la consternación de Goldman sobre las posiciones de otros anarquistas revela que el anarquismo no era homogéneo ni mucho menos, especialmente en la actitud hacia los bolcheviques. El anarquismo en Rusia se había vuelto a dividir en varios campos.[42] Los siguientes pasajes de los escritos de Goldman son otro testimonio de su actitud responsable para no ocultar sus propias incertidumbres, y también muestran su evolución sobre los bolcheviques.
“Comprendí muy bien la actitud de mis amigos ucranianos. Habían sufrido tremendamente durante el último año, vieron las grandes expectativas de la revolución destrozada y cómo Rusia quedaba aplastada bajo el talón del Estado bolchevique. Sin embargo, no pude seguir sus deseos. Todavía creía en los bolcheviques y en su honestidad e integridad revolucionarias. Además, estaba convencida de que mientras Rusia se viera amenazada por fuerzas externas, no podría expresar mis críticas. No quería echar leña al fuego de la contrarrevolución. Por eso tuve que permanecer en silencio y estar junto a los bolcheviques, los defensores organizados de la revolución. Pero mis amigos rusos despreciaban mi manera de ver. Decían que yo confundía Partido Comunista y Revolución; no tenían el mismo estado de ánimo que yo, sino que estaban en contra incluso como lo harían ante enemigos."[43]
“A las primeras noticias de la guerra con Polonia había pospuesto mi actitud crítica y ofrecí mis servicios como enfermera en el frente. (...) Pero él (Sorin) nunca transmitió mi solicitud. Evidentemente, eso no influyó para nada en mi determinación de ayudar al país en lo que fuera. Nada parecía tan importante justo entonces (…).Yo no le negaba a Majnó los servicios que había prestado a la Revolución en la lucha contra las fuerzas blancas, ni que su ejército insurgente fuera un movimiento de masas espontáneo. Yo no pensaba, sin embargo, que los anarquistas tuvieran algo que ganar desplegando una actividad militar o que nuestra propaganda dependiera de conquistas políticas o militares propias. Era algo totalmente fuera de lugar. No estaba yo dispuesta a unirme a su trabajo, y no por razones relacionadas con los bolcheviques. Estaba dispuesta a admitir francamente el grave error que había cometido al haber defendido a Lenin y su partido como verdaderos paladines de la Revolución. No quería yo, sin embargo, entrar en una oposición activa contra ellos mientras Rusia siguieraestando atacada por tantos enemigos exteriores”.[44]
“Era muy consciente de algo que me abrumaba: la gran deuda hacia los trabajadores de Europa y América: tenía que decirles la verdad sobre Rusia. Pero, ¿cómo expresarse hacia fuera mientras el país estaba sitiado por diferentes frentes? Eso significaría trabajar por Polonia y Wrangel. Por primera vez en mi vida, me abstuve de revelar grandes males sociales de los que era testigo. Tenía la sensación de traicionar la confianza de las masas, especialmente de los trabajadores estadounidenses, cuya confianza me era tan entrañable."[45]
"Sentí que era necesario permanecer en silencio mientras las potencias coaligadas del imperialismo mantuvieran atenazada a Rusia. (...) Pero ahora el tiempo del silencio ha terminado. Por lo tanto, expresaré abiertamente lo que hay que decir. Soy consciente de las dificultades que entraña. Sé que los reaccionarios, los enemigos de la Revolución Rusa, interpretarán mal mis palabras, también sé que me darán palos sus supuestos amigos, que confunden Partido Comunista de Rusia y Revolución rusa. Por lo tanto, es necesario aclarar mi posición sobre ambos."[46]
Otros revolucionarios de entonces, como Rosa Luxemburg, formularon muy pronto críticas a los bolcheviques, aun expresándoles toda su solidaridad y defendiendo su papel crucial en la Revolución rusa. Escribió su libro La Revolución rusa[47] en 1918, al mismo tiempo que Goldman publicó el artículo “La verdad sobre los bolcheviques” en Mother Earth con un entusiasmo exuberante. El ejemplo de Rosa Luxemburgo, en particular, muestra lo difícil que fue tomar la decisión de publicar una crítica en el momento oportuno, siempre con la duda de la revolución en mente. En su texto, escrito en la prisión de Moabit, Luxemburg expresó una fuerte crítica a los bolcheviques con el objetivo de resolver los problemas planteados en Rusia y así dejar constancia de su solidaridad: “Lenin y Trotski, por el contrario, se deciden a favor de la dictadura de un puñado de personas, es decir de la dictadura según el modelo burgués. (…) [el proletariado] debería y debe encarar inmediatamente medidas socialistas, de la manera más enérgica, inflexible y firme, en otras palabras ejercer una dictadura, pero una dictadura de la clase, no de un partido o una camarilla. ¡Sí, dictadura! Pero esta dictadura consiste en la manera de aplicar la democracia, no en su eliminación, en el ataque enérgico y resuelto a los derechos bien atrincherados y las relaciones económicas de la sociedad burguesa, sin lo cual no puede llevarse a cabo una transformación socialista. Pero esta dictadura debe ser el trabajo de la clase y no de una pequeña minoría dirigente que actúa en nombre de la clase; es decir, debe avanzar paso a paso partiendo de la participación activa de las masas; debe estar bajo su influencia directa, sujeta al control de la actividad pública; debe surgir de la educación política creciente de la masa popular. Indudablemente los bolcheviques hubieran actuado de esta manera de no haber sufrido la terrible presión de la guerra mundial, la ocupación alemana y todas las dificultades anormales que trajeron consigo, lo que inevitablemente tenía que distorsionar cualquier política socialista, por más que estuviera imbuida de las mejores intenciones y los principios más firmes. (…) El peligro comienza cuando hacen de la necesidad una virtud, y quieren congelar en un sistema teórico acabado todas las tácticas que se han visto obligados a adoptar en estas fatales circunstancias, recomendándolas al proletariado internacional como un modelo de táctica socialista”[48]
Luxemburgo no se inhibió de la crítica. ¿Por qué Goldman no siguió el ejemplo de Rosa Luxemburg, aun cuando en sus escritos había expresado repetidamente su pesar por su asesinato en enero de 1919 y conocía sus posiciones? ¿Por qué Goldman, en su folleto La decadencia de la revolución rusa, no mencionó para nada las críticas de Luxemburgo", a pesar de que Luxemburg había escrito el suyo tres años antes? La razón de esto es simple. El texto de Luxemburg fue víctima del enorme temor a “la puñalada por la espalda” de criticar la revolución y prestar un servicio a la burguesía. La publicación de la crítica de Rosa a los bolcheviques, que ella quiso publicar inmediatamente después de su redacción, fue deliberadamente impedida por sus amigos políticos más cercanos y sólo se publicó cuatro años más tarde, en 1922. [49]
Lamentablemente, Goldman no tuvo la oportunidad de inspirarse en las críticas de Luxemburgo a los bolcheviques. Su exuberancia al llegar a Rusia es comprensible en vista del horror con el que la guerra mundial había arrojado a la humanidad a las peores tinieblas del horror. La Rusia soviética! Tierra sagrada de Goldman y su posterior desilusión total es también un ejemplo de que la euforia suele acabar en gran decepción. No es de extrañar que 13 años más tarde incluso calificara de "ingenua" su defensa inicial de los bolcheviques.
Luxemburgo nunca tuvo afición por la exuberancia política: su crítica se basa en las primeras experiencias de los meses posteriores a octubre de 1917, concluyendo con las famosas palabras de que “el futuro pertenece al bolchevismo”. Tres años más tarde, Goldman escribió su crítica sobre la base de su propia experiencia en Rusia de una fase posterior de la revolución -después del desmantelamiento de los consejos obreros, en una época de la violencia desencadenada de la Cheka y la imparable fusión del Partido Bolchevique con el aparato estatal. Sin embargo, ella tenía grandes esperanzas: "Lenin y sus seguidores sienten el peligro. Sus ataques contra la oposición obrera y las persecuciones de los sindicalistas anarquistas continúan aumentando fuertemente. ¿Acabará elevándose la estrella del anarco sindicalismo en el Este? ¿Quién sabe?, Rusia es la tierra de los milagros".[50] ¿Cuál habría sido el análisis de Luxemburgo a finales de 1921, tras la irrupción de una degeneración patente y después de Cronstadt? Por desgracia eso solo quedarse en mera pregunta.
Goldman vaciló entre el silencio y su: “Tengo que alzar mi voz contra los crímenes en nombre de la revolución”. Pero, ¿cómo iba a suceder esto último? El periódico burgués de Nueva York, World, le pidió varias veces durante su estancia en Rusia que publicara artículos sobre este país. Goldman se negó al principio, tras unas duras discusiones con Berkman que estaba en contra de tales acciones, con el argumento de que todo lo que se publicara en la prensa burguesa solo iba a servir a la contrarrevolución y proponía producir sus propios panfletos para distribuirlos entre los trabajadores. Unas semanas después de que Goldman abandonara Rusia a finales de 1921 ella permitió que World publicara sus textos.“Escribo que preferiría expresar mi opinión en la prensa obrera liberal de Estados Unidos y seré más favorable a entregarle mis artículos gratuitamente y no dárselos al World de Nueva York o similares. (...) Ahora que sabía la verdad, ¿debería suprimirla y callarme? No, tenía que protestar, tenía que gritar cómo un terrible engaño pretendía ser lo correcto y lo verdadero, incluso si tenía que hacerlo en la prensa burguesa”[51]
A pesar de que Goldman en Rusia, durante meses, se mantuvo al margen de las críticas públicas porque no quería “dar una puñalada trapera a la revolución”. Y a causa de esa decisión irreflexiva le tiraron piedras de diferentes partes. “Mis acusadores comunistas no fueron los únicos en gritar ¡Crucificadla! Había también algunas voces anarquistas en el coro. Era la misma gente que se había enfrentado a mí en Ellis Island, en Bufordy el primer año en Rusia, cuando me negaba a condenar a los bolcheviques antes de tener la oportunidad de examinar su régimen. Cotidianamente, las noticias de Rusia sobre la continua persecución política confirmaban cada hecho descrito por mí en artículos y libros. Era comprensible que los comunistas cerrasen los ojos a la realidad, pero era censurable que lo hicieran aquellos que se llamaban a sí mismos anarquistas, especialmente después del trato que recibió Mollie Steimer (en Rusia, tras haber luchado valientemente en América por el régimen soviético (Capítulo 54)
El reconocimiento de sus análisis y reflexiones se vio muy perjudicado por la acusación de traidora en buena parte de la clase obrera estadounidense. Pero en un mundo donde dos clases son absolutamente antagónicas, es un acto desesperado, que ella misma crítica y explica porque no le quedaba otro remedio. Es muy peligroso, en efecto, querer utilizar un instrumento de la burguesía, sea el que sea e incluso de manera puntual, como medio para hacer oír la voz de la clase obrera. ¡Gran lástima fue que una militante tan firme cayera en semejante trampa!
Lo que Goldman y Rosa Luxemburgo tienen en común es, sin duda, la tremenda voluntad de entender los problemas de la Revolución Rusa, de defender el carácter revolucionario de octubre de 1917 y de no ignorar la dramática situación. Goldman nunca aceptó un método táctico para considerar a los bolcheviques simplemente como el "mal menor" y apoyarlos sólo durante el tiempo que duró la guerra contra las tropas blancas. Una posición abiertamente representada en Rusia por el anarquista Machajaski en la revista The workers revolution.
Desde el principio era menos arriesgado criticar abiertamente la política bolchevique fuera de Rusia que en la propia Rusia. Pero las dudas de Goldman no provenían del miedo o la represión a su persona. Gracias a su estatuto de revolucionaria conocida en Estados Unidos, disfrutaba de una protección mucho mayor que otros inmigrantes revolucionarios.
Aunque no ocultó su simpatía hacia la Oposición Obrera y se comprometió a favor de los anarquistas encarcelados (por ejemplo, durante su discurso en el funeral de Kropotkin), sólo fue sometida a una vigilancia "suave" por parte de la Cheka para intimidarla.
¿Habría destruido una crítica el brillante ejemplo de la Revolución de Octubre dentro de la clase obrera internacional? Ciertamente no. La alternativa no era “o callarse o denunciar a los bolcheviques”. Una crítica política madura de la política bolchevique en aquella época constituía un apoyo para toda la ola revolucionaria internacional.
La clase obrera es la clase de la conciencia, no de la acción irreflexiva. Por eso, la crítica de las propias acciones y los errores cometidos es un legado del movimiento obrero, que había que mantener incluso en aquellos tiempos tan dramáticos. No corresponde al carácter de la clase obrera ocultar sus problemas, como así hace la burguesía. Como muestra el texto de Luxemburg, la crítica a los bolcheviques no debe limitarse a la indignación sino que debe dar prueba de madurez para apoyar la lucha contra la degeneración de la revolución. Más tarde, esto fue un criterio para que la Izquierda Comunista italiana se abstuviera de expresar análisis y críticas apresurados que no permitieran sacar lecciones.
El análisis de Goldman sobre la Revolución Rusa no se limitó a la indignación. Pero muestra un peligro en varios comentarios: con sus descripciones a Lenin y Trotski como "jesuitas astutos", se deja arrastrar hacia un método de crítica que se centra en las personas carismáticas, por mucho que tales personas hubieran tenido una gran influencia en la política de los bolcheviques. Lenin no personifica la desvitalización de los consejos y su fusión con el Estado, como tampoco Trotski personifica el aplastamiento de Cronstadt.
Hacia Trotski, Goldman desarrolló más tarde la posición de que había sido un pionero del estalinismo debido a sus acciones - especialmente la de Cronstadt.[52] Aunque a primera vista pueda parecer que existe un terreno común a nivel de violencia, hay que hacer una clara distinción entre Trotski y Stalin. Si el papel de Trotski en el uso de la fuerza, especialmente contra Cronstadt, fue una catástrofe devastadora, eso no revelaba unas inclinaciones personales sino la realización de una decisión del poder bolchevique como un todo. Recordemos otra vez que en aquel entonces, esa decisión fue apoyada por casi toda la izquierda comunista. El error trágico de Cronstadt ilustra a la vez la inmadurez del movimiento obrero sobre la cuestión de la violencia (ninguna violencia en el seno de la clase obrera) y del curso degenerativo de la revolución en Rusia que acabará desembocando en la política abiertamente contrarrevolucionaria del socialismo en un solo país y el ascenso de Stalin como cabecilla de la contrarrevolución en el mundo. A pesar de lo insuficiente que fue la denuncia por Trotski del estalinismo y de su aparato de represión organizado para aplastar por completo física e ideológicamente a la clase obrera, sí expresó al menos una reacción proletaria contra él.
El valor del análisis de Goldman es haber planteado las cuestiones centrales ante la Revolución Rusa. Las contradicciones en su análisis y las conclusiones que no compartimos en absoluto no son motivo para rechazar o ignorar sus esfuerzos. Por el contrario, son una expresión de la enorme dificultad de producir un análisis completo del problema ruso ya en 1922. No fue la única. Tiene el mérito de haber rechazado la fusión con el aparato estatal, la toma del poder por el partido o la represión de Cronstadt.
En este sentido, hizo una contribución importante a la clase obrera, que debe ser saludada pero también criticada. Goldman nunca afirmó que octubre de 1917 hubiera sido la cuna del estalinismo, como lo dicen hoy las hipócritas campañas de la clase dominante, sino que defendió con ahínco la revolución de Octubre.
7. 1. 2018
Mario
[1] El declive de la Revolución Rusa (1922), el primer análisis mas completo. Mi desilusión en Rusia (1923/24), Viviendo mi vida (1931), sobre todo el capítulo 52 sobre Rusia.
[2]Fue algo que la preocupaba mucho, cuando se conoce la situación catastrófica de los niños. En aquella situación de miseria general, al haber perdido a uno de sus padres o a los dos, a veces en la guerra, los niños eran los más vulnerables, en particular ante los pequeños burócratas deshumanizados, sin escrúpulos ni moral Quizás era ella más sensible todavía a esa situación: era enfermera y había visitado instituciones “modelo” para la infancia
[3] Mi desilusión en Rusia, prefacio
[4] La verdad sobre los bolcheviques
[5] Viviendo mi vida, Capítulo 52
[6] ídem
[7] Mi desilusión en Rusia, capítulo La república socialista recurre a deportaciones
[8] El declive de la Revolución Rusa, prefacio
[9] El declive de la Revolución Rusa, capítulo La situación de los niños en Rusia
[10] Una expresión del famoso libro de NikolaiGogol de 1842, los métodos y el parasitismo de la burocracia estatal eran una copia de ciertas técnicas de enriquecimiento bajo el feudalismo.
[11] Lea nuestro artículo La decadencia de la revolución rusa https://de.internationalism.org/rusrev06
[12] El declive de la Revolución Rusa, capítulo Las fuerzas que derrotaron a la revolución
[13] Volin (W. M. Eichenbaum) La revolución desconocida, capítulo La contrarrevolución. Volin llega incluso a afirmar que la intervención internacional contra Rusia es en su mayor parte exagerada y se ha convertido en una leyenda creada por los bolcheviques.
[14]Ver en esta misma Revista Internacional n°160 La burguesía mundial contra la revolución de octubre https://es.internationalism.org/accion-proletaria/201806/4309/la-burgues...
[15] El declive de la Revolución Rusa, capítulo “Las fuerzas que derrotaron a la revolución”
[16] La década de 1930, cuando la Segunda Guerra Mundial sólo fue posible después de que la clase obrera hubiera sido derrotada ideológica (entre fascismo y antifascismo) y físicamente, mostró lo compleja que es la relación entre guerra y revolución. Hoy, la cuestión es, una vez más, diferente, porque una guerra mundial -sin duda también sobre la base de una derrota previa de la clase obrera- destruiría a la humanidad, una tragedia que hoy es posible incluso sin una guerra mundial, a causa de una incapacidad en el control de las armas nucleares.
[17] Viviendo mi vida, capitulo 52
[18] l.c.
[19] Sin embargo, algunas medidas deben ser implementadas inmediata y decididamente después de que los consejos obreros tomen el poder. Por ejemplo, la prohibición del trabajo infantil y todas las formas de trabajo forzoso, o la coerción de la prostitución.
[20] El declive de la Revolución Rusa, capítulo: Mi visita a Peter Kropotkin
[21] El declive de la Revolución Rusa, capítulo Sindicatos en Rusia
[22] El declive de la Revolución Rusa, capítulo La situación de los niños en Rusia
[23] Mi desilusión en Rusia, capítulo “Otra visita a Peter Kropotkin”
[24] Mi desilusión en Rusia, epílogo
[25] El declive de la Revolución Rusa, Introducción
[26] ibíd. Capítulo Las fuerzas que derrotaron la revolución
[27] OCTUBRE Nº 2, marzo de 1938, La cuestión del Estado
[28] Rudolf Rocker, Sobre la naturaleza del federalismo frente al centralismo, 1922
[29]Goldman describe acertadamente la Cheka en las siguientes palabras: "Al principio, la Cheka estaba controlada por la Oficina de la Comisaría de Asuntos Internos, los soviéticos y el Comité Central del Partido Comunista. Poco a poco, sin embargo, se convirtió en la organización más poderosa de Rusia. Hoy en día, la Cheka ya no es un estado en el estado, sino un estado por encima del estado. Toda Rusia, hasta las aldeas más remotas, está cubierta con una red de Chekas."El declive de la Revolución Rusa, capítulo “La Cheka”
[30]Mi desilusión en Rusia, capítulo “La persecución de los anarquistas”
[31] Ver nuestro folleto El período de transición del capitalismo al socialismo - La desaparición del Estado en la teoría marxista
[32] https://es.internationalism.org/revista-internacional/197507/998/la-degeneracion-de-la-revolucion-rusa
[33]El declive de la Revolución Rusa, capítulo “Las fuerzas que derrotaron la revolución y los territorios soviéticos”. Se utiliza a menudo a los jesuitascomo símbolo de una política despiadada y obsesionada por el poder con su lema "El fin santifica los medios".
[34] Viviendo mi vida, Capítulo 52
[35] Idid.
[36] Ver también nuestro artículo: Terror, terrorismo y violencia de clase: https://es.internationalism.org/revista-internacional/197806/944/terror-...
[37] Volin incluso llegó a llamar a Lenin y Trotsky reformistas brutales que nunca habían sido revolucionarios y usaban métodos burgueses. El capítulo de la Revolución Desconocida: El Estado Bolchevique. La contrarrevolución
[38] Esta cuestión se discute en detalle en el libro "El rostro moral de la revolución" (1923). Escrito por el Comisionado del Pueblo para la Justicia hasta marzo de 1918, Isaak Steinberg.
[39] Mi desilusión en Rusia capitulo Kronstadt
[41] Viviendo mi Vida, Capítulo 52
[42] En la primavera de 1918 (históricamente dividida [¿la primavera?]en pan-anarquistas, anarquistas individualistas, sindicalistas anarquistas y anarco-comunistas, cuyos límites también son difíciles de definir) la cuestión de las relaciones con los bolcheviques se polarizó más fuertemente. El tema de la violencia o la evaluación del carácter de la Revolución de Octubre jugó un papel secundario. Desde el apoyo abierto de los bolcheviques (los llamados anarquistas soviéticos) hasta la opinión de que los bolcheviques habían traicionado la revolución y iban a ser atacados [¿quiénes?] por la fuerza, había de todo. Ver Paul Avrich: Los anarquistas rusos, 1967, capítulo Los anarquistas y el régimen bolchevique.
[43] Mi desilusión en Rusia, capitulo En Charkov
[44] Viviendo mi vida, capítulo 52
[45] Mi desilusión en Rusia, capitulo De vuelta en Petrogrado
[46] El declive de la Revolución Rusa, prefacio
[49] Paul Frölich, uno de sus compañeros políticos, describe en su biografía de R.Luxenburg Gedankeund Tat de 1939 este legendario curso de los acontecimientos: Paul Levi publicó Zur Russischen Revolution durante el año 1922 (según el folleto de Goldman), después de haber roto con el KPD. Levi alegó que Leo Jogiches (que se había opuesto a la publicación, argumentando que Luxemburgo había cambiado de opinión mientras tanto) había destruido el manuscrito. J. P. Nettl argumenta de una manera creíble que fue el propio Levi quien había presionado fuertemente a Luxemburgo para que no aceptara el texto, argumentando que la burguesía lo usaría mal contra los bolcheviques. Es evidente que el texto de Luxemburgo no se perdió accidentalmente en el caos de la revolución alemana, sino que se evitó, en medio de la "confusión de las confusiones", sobre [¿?] la necesidad de una crítica abierta.
[50] El declive de la Revolución Rusa, capítulo Los sindicatos en Rusia
[51] Viviendo mi Vida, capítulo 53
[52] Trotzki protesta demasiado, julio 1938