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Campañas ideológicas
Los argumentos por parte de ambos bandos en el referéndum británico sobre la pertenencia a la Unión Europea son una sarta de simplezas. Ambos hacen declaraciones extravagantes sobre los beneficios de abandonar la Unión o permanecer en ella, mientras advierten de lo peligroso de la política de sus oponentes en una inacabable pantomima de “¡No, no es así!” ¡Sí, sí que lo es!”
Sin embargo, está claro desde el principio que habrá un único ganador: la clase capitalista británica. Se nos pide examinar cada problema con un sólo pensamiento en nuestras mentes: “¿Qué es lo mejor para Gran Bretaña?”, y que consideremos los efectos en los puestos de trabajo, los precios, los beneficios, las pensiones, los ingresos familiares, las perspectivas para las empresas grandes y pequeñas, la seguridad, la inmigración, la soberanía, el terrorismo, todo lo imaginable y por imaginar, medidos todos por el rasero de la pertenencia de Gran Bretaña a la Unión Europea. Y “qué es lo mejor para el capitalismo británico”, considerado en el contexto internacional, no significa otra cosa sino “qué es lo mejor para el imperialismo británico”.
Los trabajadores son explotados por la clase capitalista y eso significa, sencillamente, que sus intereses no son los mismos. Muchos grupos y partidos que pretenden hablar en nombre de la clase obrera ofrecen consejos sobre cómo votar. El Partido Laborista afirma que quedarse en la UE garantiza puestos de trabajo, inversión y ''protección social''. Y muchos izquierdistas, en cambio, están haciendo campaña contra la pertenencia a la UE so pretexto de que los ''jefes'' de la UE están en contra de las nacionalizaciones, exigen la austeridad y atacan los derechos de los trabajadores. En realidad, uno de los principales ataques a la clase obrera en Gran Bretaña, hoy, es la propia propaganda en torno al referéndum y todas las ilusiones en el proceso democrático y en la UE que todos los candidatos mentirosos de la burguesía están intentando fomentar.
Divisiones en la burguesía británica
De este modo, lo que comparten tanto la campaña por la permanencia como la aboga por el abandono de la UE (¿qué beneficiaría a los negocios británicos?, ¿qué es lo mejor para el Estado capitalista británico?) son las bases compartidas de una campaña ideológica que podría tener un efecto desorientador en la clase obrera, ya confundida sobre la naturaleza de sus intereses y su capacidad para transformar la sociedad. Sin embargo, las diferencias entre las campañas por el In y por el Out no sólo son aspavientos teatrales (aunque haya mucho de eso en ellas), pues han sido durante décadas divergencias reales en la clase dominante británica sobre la pertenencia a la UE.
La fracción dominante de la burguesía británica ve ganancias en la permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea en lo económico, lo imperialista y lo social. Los grandes negocios del indicador de la Bolsa de Londres (FTSE 100), la gran mayoría de la industria manufacturera, los grandes bancos y otras instituciones financieras, las corporaciones multinacionales, la mayoría de los gobiernos locales, de las organizaciones de abogados y científicos... todos reconocen la importancia del acceso de Gran Bretaña a un mercado de 500 millones de personas y a los acuerdos que la UE es capaz de alcanzar, por el hecho de que el comercio de la UE con el resto del mundo supone el 20% de las importaciones y exportaciones globales, de las inversiones que los países de la UE atraen y de la necesidad de Gran Bretaña de formar parte de la UE como parte de su estrategia imperialista. Fuera de Gran Bretaña, las principales fracciones de varios de los países capitalistas más importantes del mundo también apuntan la importancia de que Gran Bretaña siga siendo miembro de la UE. En la propia Europa, dirigentes de Alemania, Francia, España, Holanda y Suecia se han pronunciado a favor de la permanencia de Gran Bretaña.
Más allá de Europa, es significativo que el Presidente estadounidense Obama apoye también la permanencia de Gran Bretaña en Europa. La cuestión de las relaciones de Gran Bretaña con Estados Unidos no es sencilla. Durante el periodo de los dos grandes bloques imperialistas liderados por EEUU y la URSS, Gran Bretaña estaba plenamente integrada en el bloque occidental, como el aliado más leal de Estados Unidos. Fue durante este periodo cuando se fundaron los predecesores de la Unión Europea, la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, y su sucesora, la CEE (Comunidad Económica Europea), también como parte del bloque liderado por EE.UU. Pero con el colapso del bloque oriental, y la correspondiente descomposición del bloque occidental, el imperialismo capitalista británico y sus intereses económicos tuvieron que dar un tono diferente a su política. En el plano imperialista, Gran Bretaña siempre ha intentado darse una orientación independiente, a la vez que mantenía alianzas con otras potencias cuando le convenía. En lo económico, casi la mitad del comercio británico se realiza con la UE, mientras el 20% de las exportaciones de Gran Bretaña van a Estados Unidos. En un artículo que publicamos en 2012 (Why British capitalism needs the EU: “Por qué el capitalismo británico necesita a la UE”) decíamos que “el examen del comercio internacional británico revela que sus intereses se centran sobre todo en Europa y Estados Unidos. Esto ayuda a explicar las acciones de la clase dominante británica en los últimos años […] Mientras que sería un error ver una relación mecánica entre los intereses económicos e imperialistas de Gran Bretaña, también sería un error negar todo tipo de conexiones en este sentido. El análisis de la dimensión económica revela algunos de los fundamentos de la estrategia de Gran Bretaña de mantener una posición intermedia entre Europa y Estados Unidos”. Para Estados Unidos, Gran Bretaña sigue siendo un caballo de Troya en Europa, un medio potencial para debilitar un posible reforzamiento de Alemania como rival de Estados Unidos. Para Gran Bretaña, Alemania es parte de una importante asociación económica, pero también un adversario imperialista potencial.
Pero, ¿qué ocurre con los que hacen campaña en favor de que Gran Bretaña abandone la UE? ¿Quiénes son? ¿Qué representan? En el plano económico, hemos oído a gerentes de fondos especulativos (hedge funds) hablar a favor del Brexit [1], junto a los típicos emprendedores individuales y dueños de pequeños negocios. Si no hubiera que tener en cuenta más cosas, esto sería sencillo de explicar. Los fondos especulativos, al mismo tiempo que se aprovechan de la ley tal como es hoy, tienden, y es comprensible, a pretender poner trabas a toda forma de regulación que obstruya su búsqueda de beneficios. En cuanto a los pequeños negocios, su tamaño quizá sea resultado de su falta de competitividad, pero eso no les impide culpar a la UE, al gobierno británico, a las administraciones locales o a las prácticas de las grandes empresas. Todo les sirve de blanco a su frustración, cuando, en realidad, lo que más les hace sufrir son, sencillamente,… las “leyes del mercado”.
Políticamente, las fracciones burguesas que apoyan el Brexit destacan por su variedad, y no están claramente ligadas a ningún grupo o estrato social particular. Están los partidos de extrema derecha, UKIP y BNP, los euroescépticos del Partido Conservador y, por la izquierda, un diverso abanico de estalinistas y trotskistas. Si se tuviera que buscar lo que tienen en común, sería sin duda la adhesión de todas ellas al Estado y/o a políticas capitalistas de Estado. El hecho de que Michael Gove y Iain Duncan Smith, que han pertenecido al corazón del gobierno desde 2010, puedan adherirse a consignas como ''Recuperemos el control'' (Let's Take Back Control) es un buen ejemplo del doble discurso de estos funcionarios veteranos del aparato político del capital. Sin embargo, hay algo más que tienen en común esas fracciones favorables a dejar la UE, y es su adhesión a la retórica populista, a la pose de estar en contra del ''establishment'' y el anhelante lamento por míticos pasados. En un periodo de creciente descomposición social, el populismo es un fenómeno también creciente. En Estados Unidos está el Tea Party y Donald Trump, en Alemania el AfD y Pegida, en Francia el Frente Nacional, y desde la izquierda, Podemos en España y Syriza en Grecia. Más cerca de aquí, en las elecciones generales británicas de 2015, la campaña populista del Partido Nacional Escocés fue la causa de la derrota de casi todos los diputados laboristas escoceses.
Tenemos un buen ejemplo de la alianza entre dos políticos populistas en el mitin antieuropeo en la que Nigel Farage del UKIP (extrema derecha) hizo las presentaciones al discurso de George Galloway, del Respect Party' [Partido del Respeto]. Farage dijo de éste que era “uno de los mejores oradores del país” y “una figura imponente de la izquierda de la política británica”). Galloway explicaba: “no somos colegas. Somos aliados en una causa común, como Stalin y Churchill...” Esta comparación habla por sí misma. Galloway ve el enlace de izquierda y derecha como la alianza imperialista de una guerra que supuso la muerte y la destrucción a escala industrial. Y no se equivoca. Farage y Galloway representan a fuerzas de la guerra imperialista y la destrucción, al igual que las demás fracciones de la clase dominante. Sin embargo, el problema más inmediato planteado por el auge del populismo es el siguiente : aun cuando es evidente que es un fenómeno que sirve a la burguesía, existe el peligro de que se les vaya de las manos a los partidos políticos principales y acabe siendo un obstáculo para las maniobras políticas habituales de la burguesía.
Los intereses de la clase obrera
No queremos especular sobre el resultado del próximo referéndum. Es difícil averiguar qué facciones de la burguesía se beneficiarían de una victoria del abandono de la UE, que seguramente supondría una gran cantidad de dificultades para el capitalismo británico. Pero la burguesía británica es la más experimentada del mundo y sería perfectamente capaz de asumir la victoria de la permanencia, pero también adaptarse al resultado contrario.
Lo importante para la clase obrera es ver que la campaña en torno al referéndum está completamente en el terreno de la clase dominante. No hay nada que elegir entre las alternativas ofrecidas ya que ambas empiezan y terminan en el capitalismo británico y en las necesidades de sus impulsos imperialistas.
Para la clase obrera, las posibilidades de cambio social no residen en los procesos democráticos del capitalismo. Para que la lucha de la clase obrera sea efectiva necesita ser consciente. En el panorama actual, en el que los trabajadores tienen muy poca conciencia de su identidad de clase, necesitan ser capaces de resistir las campañas propagandísticas de todas las diferentes fracciones de la burguesía. Hace cuarenta años, en 1975, hubo un referéndum sobre la pertenencia a la UE. Al igual que hoy, hubo acuerdo entre las principales facciones de los partidos más importantes, pero también, en el campo del “No”, se podía ver el acercamiento mutuo entre el ultraderechista Enoch Powell y el representante del ala más izquierdista del Partido Laborista, Tony Benn. En aquella época la campaña fue parte del esfuerzo del Partido Laborista en el poder para convencer a los trabajadores de que abandonaran sus luchas y depositaran su fe en un partido de izquierdas. Hoy, la clase obrera no lucha al mismo nivel que en los 70 y los 80, pero, con la perspectiva de una sociedad futura basada en relaciones de solidaridad y no de explotación, todavía posee el potencial de ser una fuerza de transformación social.
[1] “Brexit” es la contracción de British exit, “salida de Gran Bretaña” (de la Unión Europea), que será sometida a referéndum en junio.