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Republicación de un artículo de Acción Proletaria (no 8, abril-mayo 1976)
Introducción
Se acaba de cumplir el 40 aniversario de los acontecimientos de Vitoria en 1976, donde, en el contexto de importantes movilizaciones obreras en todo el país en defensa de las condiciones de vida frente a la depreciación de los salarios por la crisis económica, las manifestaciones en esta ciudad eran cada vez más masivas unificándose en Asambleas Generales que eligieron un Comité de Delegados revocables. Precisamente cuando iba a tener lugar una Asamblea General en la iglesia de San Francisco, la represión policial se abatió sobre ellos y el entonces ministro de gobernación, Sr. Fraga Iribarne, fundador y presidente del PP hasta su fallecimiento y muy laureado como “demócrata”, ordenó disparar contra los trabajadores, causando 5 muertos y muchos heridos.
La respuesta obrera fue contundente, en todo el país hubo manifestaciones de solidaridad y asambleas masivas que llegaron a reagruparse a escala de una ciudad entera como en Pamplona, expresando una dinámica de lucha de masas, unificando las reivindicaciones y negándose a volver al trabajo hasta que no se concedieran a todas las reivindicaciones. El estado tuvo que ceder parcialmente.
En su primer discurso parlamentario con ocasión de la propuesta de investidura de Pedro Sánchez, el Sr Iglesias ha querido apoyarse en este aniversario para avalar sus propuestas de una “renovación democrática” y de “justicia social”; pero en 1976 los obreros tenían enfrente, más que a un gobierno posfranquista que agonizaba, precisamente a un proyecto de transición democrática organizado con el apoyo internacional de las viejas democracias del entonces bloque USA (Alemania y Francia), para contener el enorme malestar y las luchas. Los Pactos de la Moncloa un año después, mostraron la unidad de toda la burguesía para atacar al proletariado con la cobertura ideológica de la reforma democrática.
Vitoria 76 sí tiene que ver sin embargo con las asambleas masivas del 15M, con la dinámica de la lucha de masas (a pesar de que en 2011 no apareció claramente una identidad proletaria)[1]; pero el partido de Iglesias no representa ni tiene nada que ver con eso[2].
Antes de pasar a la publicación del artículo quisiéramos exponer una mirada crítica del artículo. Este fue realizado cuando aún no se había constituido la sección de la CCI en España[3]. La inexperiencia y las dificultades de asimilación de nuestras posiciones influyen en la toma de posición que presentamos. Hoy, 40 años después, la vemos completamente válida especialmente en los siguientes puntos:
- La denuncia de la gran maniobra que significó el “restablecimiento de la democracia” en España cuyas consecuencias seguimos viendo;
- El desenmascaramiento de la convergencia contra el proletariado del accionar de todas las fuerzas políticas de la burguesía, especialmente de las que se proclaman de izquierda y extrema izquierda;
- La defensa de los medios de lucha del proletariado, en particular, de las Asambleas y de la unificación de las luchas;
- La defensa de la perspectiva comunista del proletariado, única alternativa frente a las pretendidas reformas de un sistema que hunde en la miseria, la guerra y la barbarie a la gran mayoría del género humano.
Dicho esto, el artículo tiene pasajes que revelan una sobrestimación de las posibilidades inmediatas del proletariado.
Así, por ejemplo, se dice “y, la próxima vez, comisarias, cuarteles, correos y teléfonos”. Esto significa una sobre-estimación de las posibilidades de la situación en ese momento que, casi se ve como un momento prerrevolucionario. La situación internacional del proletariado no facilitaba semejante proposición pues las luchas habían decaído fuertemente tras las explosiones de Francia 1968, Italia 1969 y Polonia 1970, cosa que es ignorada diciendo lo contrario: “Hoy, por todas partes en el mundo aparecen huelgas contra las condiciones que impone la crisis, y que aun reprimidas, vuelven a resurgir con cada vez mayor combatividad”. Pero vistas las cosas de forma más general, el proletariado estaba muy lejos de darse los medios de conciencia y politización de su combate como para acometer semejante proposición.
Se afirma además que “los medios de unidad, conciencia y organización los tenemos en la experiencia de esta temporada de luchas”, si es verdad que la unidad se desarrolló y también fue impresionante la proliferación de asambleas, no había ni mucho menos una clara conciencia de comprender la necesidad de la revolución proletaria mundial y de los medios para ir hacia ella. Pero la misma unidad de la clase obrera no se había comprendido en todo lo que significa pesando aun fuertemente las divisiones sectoriales, regionales etc. Las mismas asambleas no habían asumido todas las consecuencias e implicaciones de su función en la clase y los comités de delegados estaban siendo ocupados y manipulados por sindicatos y fuerzas de extrema izquierda de la burguesía.
La inexperiencia y las dificultades de asimilación de las posiciones de clase a las cuales habían claramente adherido las jóvenes secciones de la CCI, se manifiesta en la visión de la insurrección obrera de Asturias como una “revolución”. Pese a la enorme combatividad desplegada por los mineros asturianos, la lucha quedó estrictamente encerrada en el perímetro regional y fue más el fruto de una provocación que arrastró los mineros a la insurrección que una acción conscientemente decidida por ellos. Por otro lado, la situación mundial era de acumulación de derrotas físicas e ideológicas de la clase, de triunfo de la contra-revolución, de preparación de la segunda carnicería imperialista, lo cual impedía a las luchas tomar una perspectiva revolucionaria. En realidad, la insurrección de Asturias debe colocarse en la misma línea que la provocación que los socialdemócratas austriacos lanzaron a los obreros del país en febrero 1934 lo que llevó a una terrible derrota. Los colegas españoles de éstos, encabezados por Largo Caballero que tuvo la desfachatez de presentarse como el “Lenin español” (cuando en la dictadura de Primo de Rivera fue consejero de Estado del dictador), llevaron a los mineros a una ratonera y les dejaron colgados saboteando toda tentativa de solidaridad en Madrid y otros lugares[4].
Rosa Luxemburgo decía que “la autocrítica, la crítica cruel e implacable que va hasta la raíz del mal, es vida y aliento para el proletariado”. El señalamiento franco de estos errores nos da claridad y convicción en el combate.
Vitoria: la alternativa proletaria
La burguesía no ha disimulado su desasosiego ante la fuerza desplegada por los trabajadores en los tres primeros meses del año. De ello nos da idea la fraseología de la prensa y las declaraciones de las personalidades públicas: para el cardenal primado “se acercan días de incertidumbre para España”, Ricardo de la Cierva ve que “el horizonte esta tan negro que ya no puedo ver”. “Informaciones”, ante la avalancha de huelgas se pregunta: “¿estamos en presencia de un intento revolucionario de base?”.
Nuestras huelgas han sacudido el país, todas las regiones, todos los ramos de la producción. Salamanca o Zamora, donde “nunca pasa nada” han visto huelgas en la construcción y el metal; hasta los ciegos han hecho paros y se han manifestado en la calle.
Ni antes de la guerra se había visto un movimiento tan general.! Solo en enero ha habido más huelgas que en todo 1975.Tan gigantesca movilización debe darnos conciencia de la fuerza que tenemos y que en esta fuerza obrera está el camino para acabar con la explotación capitalista cada día más insoportable.
Esa es la primera lección que sacar, la cual -más o menos clara- ha estado presente en las ultimas luchas: Pamplona, Vitoria, Elda, Vigo, construcción de Barcelona...Por eso, los compañeros han organizado las huelgas en Asambleas, las han unificado en un Comité de Delegados junto con una Asamblea General de ciudad; han buscado en la calle la solidaridad de todos los trabajadores; y, respaldados por esa fuerza acumulada y esa organización autónoma, han ocupado la ciudad, cerrando bares, comercios, bancos, establecimientos oficiales...
Hablar de comunismo, hablar de emancipación obrera ya no se toma como utopía. Sabemos que el día de la revolución está todavía lejos, pero tenemos, para llegar algo muy sólido en que apoyarnos: en la experiencia de los hermanos de Vitoria, Pamplona, Vigo etc. están los medios para unirnos, enfrentarnos al poder burgués, destruirlo y liberarnos. Esta experiencia forma parte del resurgir actual del proletariado en el mundo entero y que recoge la antorcha revolucionaria que incendio Europa por los años 1917-1921 y cuyo auge lo constituyeron los Soviets de 1917 en Rusia y los Consejos obreros de 1918 en Alemania.
Es preciso perfeccionar esas experiencias, generalizarlas a todos los sitios y darles una organización consciente hecha por los mismos obreros. Los medios están claros:
- La huelga general.
- La ocupación de ciudades cerrando y paralizando comercios, bares, establecimientos oficiales, y, la próxima vez, comisarias, cuarteles, correos y teléfonos...
- La organización autónoma de nuestra clase en Asambleas unificadas en Comités de Delegados obreros.
- La defensa de nuestras asambleas y manifestaciones contra los ataques de los cuerpos represivos del Estado.
El camino es largo y difícil, pero no partimos de cero, tenemos las experiencias de dos siglos de lucha obrera. Hoy, por todas partes en el mundo aparecen huelgas contra las condiciones que impone la crisis, y que aun reprimidas, vuelven a resurgir con cada vez mayor combatividad.
Asesinatos y democracia: dos caras de una misma moneda
Si los medios de unidad, conciencia y organización los tenemos en la experiencia de esta temporada de luchas, también es verdad que la burguesía es poderosa y tiene muchos medios para derrotarnos, dividirnos e impedir que avancemos en nuestro camino.
Hemos de tener una conciencia muy clara de cuales van a ser los medios que va a utilizar la burguesía para aplastar nuestra lucha. Podemos resumirlos en dos: represión y democracia.
En menos de dos semanas el gobierno pre democrático de Fraga ha asesinado a mas obreros que el gobierno fascista de Carrero Blanco en dos años...
Ante la fuerza incontrolable de las luchas obreras de Vitoria, Elda, Vigo, Pamplona etc. no cabía otra respuesta que la represión más salvaje y lo mismo hubieran hecho un gobierno fascista que democrático o uno “obrero y revolucionario”. El capitalismo –bajo todas sus formas de Estado– siempre tendrá el mismo lenguaje. La historia nos da demasiados ejemplos: en 1919 el socialdemócrata Ebert aplasta sanguinariamente a los obreros de Berlín asesinado a Rosa Luxemburgo y Carlos Liebchneck; en 1921 el gobierno bolchevique utiliza los bombardeos de la aviación para terminar con la insurrección obrera de Kronstadt; en 1931 el gobierno conservador sueco se carga nueve mineros en Adalén; en 1933 bajo la República española el progresista Azaña se mancha de sangre en Casas Viejas mientras que el fascista –hoy demócrata– Gil Robles ahoga la revolución obrera en Asturias con la barbarie de los legionarios. Terminada la masacre de la 2ª Guerra Mundial las matanzas siguen: Italia 1947 bajo demócrata-cristianos, Berlín 1953 y Hungría 1956 bajo gobiernos “comunistas”; Polonia 1970; 12 mineros asesinados durante una huelga general en Sudáfrica en 1972; Argentina bajo el régimen militar; trabajadores muertos en Córdoba, Tucumán...
Los crímenes de Vitoria, Elda, etc., no son obra de una fracción ultra de la burguesía, como dice OICE[5] en “Revolución” nº 7, sino la respuesta necesaria y consciente que dan y darán los capitalistas ante la amenaza proletaria bajo cualquier forma de gobierno.! ¡Carrillo hubiera hecho lo mismo que Fraga!
Pero la represión no basta cuando la clase obrera no cesa de avanzar tras cada lucha ni de aprender tras cada derrota. Es preciso reformar las instituciones del estado burgués para que puedan encuadrar la lucha obrera, dividirla y encerrarla tras objetivos que, lejos de destruir el sistema, lo consolidan y conservan.
Los sucesos de Vitoria no han hecho abandonar al gobierno su voluntad de reforma. No han dado paso al temido “búnker”[6]. El consejo de ministros hizo la siguiente declaración: “El gobierno (ante los sucesos de Vitoria) está dispuesto a actuar en consecuencia, no solo a efectos del firme mantenimiento del orden público, sino también para crear las condiciones objetivas que permitan una real paz social...resultan particularmente penosos hechos como los de Vitoria que claramente intentan entorpecer el programa de reformas que el pueblo español desea y al que el gobierno no está dispuesto a renunciar”.
No es ninguna contradicción combinar democracia con asesinatos. Los baños de sangre no son monopolios de los fascistas. Todas las fracciones del capital utilizan las mismas armas contra la rebelión obrera. Pero, para la burguesía española es indispensable aplastar a sangre y fuego toda lucha obrera independiente y, al mismo tiempo, crear las instituciones políticas democráticas (sindicatos, partidos, sufragio universal, “libertades”) para evitar enfrentamientos frontales como los de Vitoria, quitándole todo sentido a las luchas obreras contra la explotación.
El voto, el sindicato y los partidos tienen una función: encuadrar a la clase, quitarle toda iniciativa propia, encerrarla en el marco de la empresa y la nación, desviar el horizonte de su lucha hacia reformas “socio-políticas”: la autodeterminación de los pueblos, la autogestión, el antifascismo. Es todo un esfuerzo que hacen los políticos del Capital para impedir que tomemos conciencia de la única solución posible a nuestros problemas está con acabar con la explotación.
Ante un gobierno incapaz de controlar la situación cuyo único lenguaje palpable son los crímenes, las detenciones y la provocación, la Oposición Democrática de derechas (liberales, demócrata-cristianos, socialdemócratas) se une a la izquierda y extrema izquierda en una misma empresa: canalizar el movimiento huelguístico hacia una reforma democrática.
En un artículo aparecido en “Mundo Diario” titulado “Urgencia de un pacto político”. Solé Tura portavoz del PC de Cataluña saca las siguientes conclusiones ante las luchas de Vitoria, Pamplona, Sabadell: “Hay que estar ciego para no ver que estamos a punto de perder la gran oportunidad para establecer y estabilizar una democracia en nuestro país” terminando con la siguiente propuesta de acción inmediata: “O llegamos pronto a un acuerdo que englobe oposición y reformistas consecuentes para hacer factible una alternativa democrática o llegamos muy pronto a un límite. Y más allá de ese límite las cosas van a resultar muy difíciles para todos, es decir, para el país”.
Más claro agua. Un partido que se dice “obrero” y “comunista” valora unas luchas en función de los interese de la “Nación”, es decir de los propietarios de la patria: los capitalistas. ¡Los grupúsculos a la izquierda del PC son menos descarados pues hablan en nombre de la “clase obrera y el pueblo”, pero su intervención es todavía más criminal pues presentan las mismas reformas que defienden PC y burgueses, como “grandes conquistas del pueblo trabajador”! al menos el PC tiene el aplomo de hablar claramente en nombre de la burguesía y la nación!
ORT, MCE y PTE[7] en una declaración conjunta, tras pegarse los grandes lloriqueos sobre los obreros asesinados y tras gritar lo malo y fascista que es Juan Carlos concluyen la necesidad de: “una verdadera unidad de las fuerzas democráticas que luche de forma consecuente por la democracia contra el fascismo, frente a la desunión y las vacilaciones burguesas de Junta y Plataforma”.
LC[8] en “Combate” nº 40 critica a Ruiz Giménez y Tierno Galván por no ir a la manifestación pro amnistía de Madrid del 20 de enero, añadiendo que: “los miles de manifestantes no necesitaban su presencia para defender la amnistía y demás aspiraciones democráticas de las masas que ellos no saben defender consecuentemente”. Como los burgueses no saben luchar por la democracia que les hace falta, LC se encarga de que los obreros le saquen las castañas del fuego.
Para la ultra izquierdista OICE el balance de Vitoria es el siguiente: atribuir los crímenes a una fantasmal fracción ultra de la burguesía, llegar a considerar la autodefensa obrera de sus manifestaciones y asambleas como provocación y aventurismo; considerar a la clase “inmadura” tanto para la “ruptura socialista”; terminando aprovechando para marcarse el farol, atribuyéndose el “honor” de haber dirigido la lucha. Esta organización anticapitalista y de “izquierda comunista” no dice palabra sobre el valor que tiene esta lucha para el avance del movimiento obrero, ni saca lecciones señalando aciertos y errores para ir más preparados a futuras luchas, ni la ve dentro de la situación mundial y la lucha general de la clase. Ni una palabra de todo esto; toda su obsesión está en demostrar que OICE es “responsable” y no cae en provocaciones.
La Izquierda del capital
Si hemos hecho este repaso a las distintas reacciones de los grupos de derecha, izquierda y extrema izquierda ante los hechos de Vitoria no ha sido para pelarlos y, una vez pelados, ofrecer nuestra mercancía como la mejor.
Todos los compañeros que nos planteamos una lucha permanente, colectiva y organizada contra el Capital necesitamos agruparnos en una organización política donde forjemos un programa comunista y una intervención de las luchas coherente. El problema que se plantea es si esas organizaciones de izquierda y extrema izquierda que se presentan como vanguardia del proletariado, son realmente un instrumento útil en la lucha por el comunismo.
Para nosotros la respuesta es no. Pues ni en el programa, ni en la organización ni en la conciencia que dan estos grupos podemos encontrar ese elemento útil:
- Sus programas nunca son el comunismo y los medios prácticos de lucha, conciencia y organización para legar a él a través de cada combate. Al contrario, defienden las libertades (unos las llaman democráticas, otros le llaman “políticas”), el sindicato “obrero”, la autogestión, el control obrero...es decir un programa mínimo de reformas del capitalismo, cuando sabemos por experiencia histórica y por la experiencia de los países democráticos que ese programa no es un “paso adelante” sino un callejón sin salida que nos debilita, nos divide y nos lleva a la derrota.
- Su organización es un modelo de burocracia y jerarquización, donde toda discusión política de los militantes esta coartada con mil excusas: “la unidad”, no caer en el “izquierdismo”, no ser “dogmáticos”, tampoco ser “puristas”... Pero lo principal es el esquema de organización que plantean a la lucha obrera basado en la división entre lucha económica y lucha política. En efecto, la izquierda en general y la extrema izquierda con una jerga aún más confusa han insistido en que las luchas son “económicas” (Camacho[9] no cesó de repetirlo en enero por todas partes). Lo curioso es que utilizan la misma casuística que la derecha que dice “huelgas económicas si, huelgas políticas no” (¡porque son manejadas por Moscú...o por la CGT francesa!!). La izquierda rechaza la acusación de politización, separando con una escolástica medieval y en contra de la realidad, económica y política. Porque la única política que pueden hacer los obreros es la política de la burguesía de oposición...y se acabó la discusión. ¿En qué cabeza cabe que el obreramen pueda luchar políticamente de manera autónoma? En cuanto a la extrema izquierda, desempolva los peores textos de Lenin para justificar en fin de cuentas la misma idea contrarrevolucionaria: que los obreros solo pueden llegar a una conciencia “trade-unionista” (sindicalera y economista) de la lucha...
Nadie niega que la conciencia tiene que hacer su camino, y que la mayoría de las veces las huelgas empiezan por cuestiones económicas. Lo que negamos rotundamente y declaramos contrarrevolucionario es poner fronteras infranqueables, negar las evidencias, declarar desde arriba, negar que la conciencia se enriquece en la acción y que entre la conciencia económica y la política hay una progresión permanente sin solución de continuidad.
“Cuando se trata de dar cuenta exacta de las huelgas, de las coordinaciones y otras formas como los proletarios hacen realidad ante nuestros ojos su organización como clase, a unos les invade un terror verdadero, los otros manifiestan un desprecio trascendental. No digáis que el movimiento social excluye el movimiento político. No hay nunca un movimiento social que no sea político al mismo tiempo” (Marx, Miseria de la filosofía).
Los culpables de Vitoria
Se ha dicho que los muertos de Vitoria hay que cargarlos al búnker que llevó a los obreros a una carnicería por sus continuas provocaciones. Los obreros solo querían la readmisión de los 22 despedidos de Forjas Alavesas, la actitud desafiante de la policía y su violencia exacerbada provocaría la tragedia. Todo sería una turbia maniobra del búnker para bloquear la democratización.
El gobierno siguió paso a paso los acontecimientos y la orden de disparar vino del gobernador civil de Álava, previa consulta con gobernación. En Zumarraga –donde se produjo la tragedia– fue interceptada una conversación por radio emisora entre el jefe de la fuerza pública y el gobernador donde se le decía taxativamente que no tuviera miedo en tirar.
El gobernador de Álava no tiene fama de ultra, es hombre de la confianza de Fraga y nombrado por el. Tampoco la Guardia Civil –refugio de los ultras– metió para nada las narices en el conflicto.
Otra causa que se ha apuntado ha sido la cerrazón de la patronal alavesa, su obstinación a no negociar con los obreros. Forjas Alavesas y otras empresas aisladas se avinieron a conceder una parte muy sustancial de las reivindicaciones, con el claro afán de dividir y negociar empresa por empresa. Pero los obreros no aceptaron esta maniobra. Su voluntad era que se les diera una respuesta global sin despidos ni detenciones. Era una decisión política que ponía por delante la unidad de la clase frente a la negociación y unas mejoras que se veían bastante inseguras. En las asambleas se discutió muy acaloradamente sobre esto y al final prevaleció la postura de “o todos o ninguno”. En Forjas Alavesas la patronal lo concedió todo, la asamblea de fábrica decidió la vuelta al trabajo, pero la Asamblea Conjunta le pidió reconsiderar su postura y continuar en huelga. Los de Forjas aceptaron.
Esto vale mucho. Significa poner por delante la unidad de la clase frente a la negociación, frente a unas posibles mejoras dentro de la empresa, significa comprender la naturaleza política (enfrentamiento directo contra el capital y su Estado) del combate por nuestras reivindicaciones; significa reconocer el poder de la Asamblea Conjunta de empresas en lucha, expresión del movimiento general de la clase.
Cuando hablan de búnker o de la irresponsabilidad del patronato alavés están inventando chivos expiatorios. Están viendo la crueldad del ala fascista del capital, pero están echando velos sobre la crueldad del ala demócrata. En definitiva, están ocultando que nuestros intereses de clase chocan directamente con el orden capitalista en su conjunto y ante nuestras luchas todo gobierno burgués empleara los mismos métodos criminales.
Vitoria es un ejemplo de lucha consciente y organizada del proletariado contra el poder burgués. Demuestra que allí se entendió que nuestras reivindicaciones no tenían salida dentro de las instituciones capitalistas (convenios, negociaciones, sindicato.), por lo que es preciso prepararse para afrontar en las mejores condiciones posibles el inevitable enfrentamiento contra el Capital y su Estado.
Sacarse chivos expiatorios tiene una finalidad. Hacernos creer que una lucha sindical, economicista, es viable. Que quien la entorpece es un sector reaccionario y bunkeriano contra el cual hay que dirigir todos los esfuerzos. Al mismo tiempo se pretende ocultar todo el contenido revolucionario que encierra Vitoria y evitar que nos planteemos una realidad: si generalizamos nuestra lucha y la unificamos autónomamente en órganos de clase, toda la represión estatal caerá sobre nosotros, por lo cual es imprescindible plantearse la defensa organizada y consciente de nuestras asambleas y manifestaciones.
La solidaridad con Vitoria
La solidaridad con Vitoria no podía reducirse a una protesta contra los crímenes del gobierno, tenía que entenderse como unirse a la lucha de los obreros vitorianos en apoyo a su enfrentamiento consciente y autónomo contra el poder burgués.
En algunos lugares del país –Navarra, Tarragona– se dio una respuesta de clase. Mientras que en otros –Euzkadi, Cataluña– los muertos fueron aprovechados por la izquierda para defender su alternativa democrático-nacionalista, encerrando la lucha en un lloriqueo por los crímenes.
Madrid, pude decirse que fue un caso aparte. El cansancio de la reciente huelga general pesó mucho y hubo sitios donde se hicieron paros simbólicos de 5 minutos, mientras que en otras empresas (Torrejón, Intelsa y Kelvinator en Getafe) pararon y salieron a la calle en un afán de extender la lucha, aunque sin éxito.
En Navarra el ambiente era de lucha cuando llegaron las noticias de Vitoria. El mismo miércoles 3 de marzo estaba parado el textil, mientras que 300 empresas estaban en huelga por el Convenio General de Navarra medida que intentaba favorecer a las pequeñas empresas. En esta acción, el Consejo de Trabajadores[10] (copado por candidatos de CCOO) a pesar de su “eficacia” se vio desbordado por los obreros que habían elegido una asamblea de delegados de empresa. Precisamente ese miércoles por la tarde estaban reunidos cuando llegó lo de Vitoria; 160 delegados de fábricas decidieron proponer la huelga general a sus asambleas. Por la mañana del jueves comenzaron a parar empresas sobre todo las del Polígono Landaben. La decisión principal que se tomaba en casi todas las asambleas era salir a la calle, extender la huelga, paralizar la ciudad. Piquetes y manifestaciones, animadas sobre todo por los hombres de Superser, Torfinasa, Perfil en Frío, Inmenasa..., fueron sacando fábricas a la calle y cerrando tiendas y bares. Como en la huelga general de 1973, volvió a cantarse: “Cruza las calles una canción, alza el puño trabajador; deja las maquinas, sal del taller, ven a la calle a una sola voz, ¡Revolución!, ¡Revolución!”
Tras levantar grandes barricadas y sostener duros choques con la bofia, los trabajadores alcanzaron el centro donde se les unieron unánimemente empleados de comercio y bancarios. Los gritos más repetidos eran “Somos obreros ¡Únete!”, “Vitoria Solidaridad”, “Vitoria hermanos. No os olvidamos”. Los barrios obreros se movilizaron saliendo todo el mundo a la calle. Esto pasó sobre todo en Rochapea, S. Juan, Chantrea... También se unieron los pueblos navarros: Lesaca donde los de Laminaciones una vez paralizado el pueblo se dirigieron por carretera hacia Irún, aunque la Guardia Civil los dispersó a tiros. En Estella, Tafalla, Tudela hubo huelga total...Hasta el fin de semana duró el movimiento. Para cortarlo los empresarios plantearon nuevas ofertas económicas para el Convenio General. Por otra parte, el Consejo de Trabajadores planteo la readmisión de los despedidos del conflicto de Potasas (1975) cosa que la patronal -acojonada por la situación- acepto negociar.
Estas concesiones cortaron la lucha, de la misma forma que la labor de zapa de las CCOO (controladas no por el PC, sino por ORT y MC) que plantearon “esperar”. “reservar fuerzas” para la jornada de lucha convocada por todo Euzkadi a celebrar el 8 de marzo. Ese día apenas hubo paros en Navarra.
En Tarragona, en las obras de la Refinería, donde trabajaban 3.000 obreros, estos se plantearon dar una respuesta de clase. El jueves el ambiente era de efervescencia, pero no se concretó nada. Sin embargo, el viernes algunos tajos comenzaron a salir y recoger gente uniéndose en menos de una hora todo el mundo en Asamblea donde se planteó hacer una marcha hasta el centro (más de 10 kilómetros) tratando de recoger a todas las fábricas de la zona industrial. Hubo opiniones en contra, pero al final 2 tercios de los reunidos decidieron salir. El intento fracasó y muy pocas empresas se unieron. Hubo grupos de obreros que pedían a los manifestantes una cita en las Ramblas para acudir a la salida del trabajo. También se sumó bastante gente del barrio de Buenavista. En las Ramblas hubo follón durante toda la tarde y un obrero marroquí resultó muerto por la policía que se empleó con el máximo salvajismo.
La experiencia de Tarragona demuestra que las cosas no salen a la primera pero que intentándolo se va haciendo camino. Una empresa con el nivel de conciencia más alto no debe centrar sus fuerzas en luchas de empresa, su mayor conciencia le debe plantear el hacer suya la tarea de extender y generalizar la acción obrera. En casi todas las zonas hay ejemplos de fábricas que son el motor del movimiento: Kelvinator en Getafe, Superser en Pamplona, Standard en Madrid, Duro-Felguera en Gijón, Caf en Beasain...
La otra “solidaridad”
En Euzkadi todas las organizaciones políticas y sindicales llamaron unitariamente a una jornada de lucha para el 8 de marzo. Fue seguida por unas 500.000 personas. Un éxito de número, pero un fracaso desde el punto de vista de la lucha consciente de la clase obrera. ¿Cómo explicar, por ejemplo, que el lunes mataran a u obrero en Basauri y nadie moviera un dedo al día siguiente para protestar por el crimen?
Las jornadas de lucha significaban toda una serie de cosas para el movimiento obrero que es necesario criticar y desmitificar:
- en primer lugar, parar durante 24 horas y volver al trabajo al día siguiente como si nada hubiera pasado. Esto sirve para acostumbrar a los obreros a la idea de que sus armas de lucha (la huelga, la manifestación) no son medios de liberación que van forjando nuestra unidad y debilitando sino formas democráticas de regulación de la vida social;
- en segundo lugar, las jornadas de lucha son demostraciones de fuerza por parte de los partidos de izquierda frente al Estado y otras fracciones tradicionales de la burguesía con objeto de que estos tomen nota de la capacidad de convocatoria que tienen y les reconozcan un espacio en el juego político. Aunque con distintos medios que la política parlamentaria, tienen los mismos fines, instrumentar la lucha obrera para los conflictos que oponen a unas fracciones del capital contra otras.
En concordancia con lo que significa una jornada de lucha, está el planteamiento de la misma a escala de Euzkadi, con una propaganda que ponía el acento en que los muertos eran vascos asesinados por el centralismo españolista.
La izquierda de todo el país ha aprovechado los muertos para hacer comprender a la población la necesidad de una democracia. Así, tuvieron lugar funerales y cortejos contra la “violencia de un Gobierno” pidiendo “otro democrático que acabe con todo tipo de violencia”.
Marzo de 1976
[1]Ver nuestra hoja internacional De la indignación a la esperanza, https://es.internationalism.org/node/3349
[2]Como hemos analizado en los artículo de denuncia de la engañifa Podemos que hemos publicado en Acción Proletaria: Ver:/cci-online/201406/4033/podemos-un-poder-del-estado-capitalista.
https://es.internationalism.org/accionproletaria/201512/4132/trajes-nuev..., y
[3] Hubo un primer núcleo, formado por elementos que se formó en 1973 y que participó en el proceso de discusiones que daría lugar a la fundación de la CCI en 1975. Este núcleo se separó del proceso en 1974 por discrepancias de tipo activista y obrerista, alejándose sus integrantes de toda actividad política. Un nuevo conjunto de militantes tomó contacto con la CCI en 1975 y tras una serie de discusiones se integró definitivamente en septiembre de 1976.
[4] Ver nuestro libro 1936: Franco y la República masacran al proletariado, se puede encontrar en nuestra web y se puede solicitar como libro en papel. Ver https://es.internationalism.org/booktree/539
[5] Ndr: OICE, Organización de la Izquierda Comunista de España, “Revolución” es su prensa, era una de las organizaciones de la llamada extrema izquierda, que en realidad es lo que llamamos izquierda del capital y que reivindicándose de algunas posiciones de la izquierda comunista en realidad pervertía las mismas y hacia el papel de encuadramiento de los movimientos autónomos del proletariado y su encallamiento en callejones sin salida. Muestra de ello es esta posición según la cual habría otras fracciones de la burguesía democrática con las que la explotación capitalista seria tolerable
[6] Ndr: Con esta expresión se hacía referencia en aquellos años a la parte del Estado que pretendía seguir anclada al franquismo
[7]Ndr: ORT, Organización Revolucionaria de Trabajadores; MCE, Movimiento Comunista de España; PTE, Partido de los Trabajadores de España, eran tres organizaciones izquierdistas
[8] LC: Liga Comunista, grupo trotskista.
[9] Camacho (1918-2010) fue organizador de la desviación hacia un terreno sindical de las iniciativas de comisiones obreras creadas en las luchas hacia el planteamiento capitalista de una organización permanente ya en tiempos del franquismo. De ahí nació el sindicato CCOO del cual fue secretario general durante muchos años.
[10] Se trata de un órgano del sindicato vertical franquista que aún estaba vigente en esos meses.