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Con fecha reciente publicamos una “Respuesta a unas amenazas” agitadas por un individuo que responde al nombre de “John Henry”[1]. Este fulano prosigue su escalada de provocación alcanzando cotas realmente repugnantes. En un texto aparecido en Facebook y que parece ser ha sido borrado por el administrador por su contenido inaceptable, desvela datos íntimos de un compañero próximo a la CCI, calificándolo de enfermo mental y concluye en siniestro silogismo que la CCI utiliza jóvenes inexpertos y enfermos mentales para su política.
Airear públicamente datos íntimos de un compañero es una actividad policial. Forma parte de las prácticas más degradadas del capitalismo. Es un procedimiento de “debate” de los más bajos y asquerosos, moneda corriente en la competencia electoral entre partidos burgueses pero absolutamente intolerables en el medio proletario.
Manifestamos nuestro apoyo total al compañero atacado, le expresamos nuestra más profunda solidaridad y somos conscientes de la ansiedad y la desestabilización que le produce la bárbara denuncia de la alimaña John Henry.
Una mentalidad podrida por la ideología capitalista
En una escalada propia de perros rabiosos, todo un medio que dice reclamarse del “comunismo” lanza contra la CCI las acusaciones más delirantes. La última es la de míster John Henry que nos considera “secta que manipula a enfermos mentales jóvenes inexpertos”.
Esta acusación solamente puede surgir de una cabeza podrida por la más degenerada ideología capitalista. La principal característica de semejante acusación es el desprecio que profesa hacia compañeros que buscan una clarificación y se acercan a la CCI. Cree el ladrón que todos son de su condición dice el refrán. El señorito John Henry no puede imaginar más que un mundo de manipuladores y manipulados, en su sucio cerebro no puede caber más que “jóvenes inexpertos enfermos mentales” carne fácil de monstruos manipuladores. Su visión del mundo es la del capitalismo: para este los obreros son una masa de descerebrados, de fracasados y de inútiles, que se puede manipular a discreción para exprimirles como un limón en una explotación feroz.
Hay además en John Henry una visión higienista. Todo compañero que sufre algún trastorno mental sería considerado como inútil para la lucha comunista. Solamente los “perfectos”, aquellos que no presentan ninguna mancha en su expediente “mental” serían considerados “aptos”. Se trata de una visión que recuerda la del nazismo.
Sin embargo, si vemos la realidad del capitalismo en los últimos 100 años tenemos que el reforzamiento de la explotación, el totalitarismo estatal que en su envoltura democrática es especialmente cínico y manipulador, la mercantilización extrema de la sociedad, han acarreado como consecuencia una proliferación de enfermedades mentales. Según los criterios de John Henry habría que excluir a la gran mayoría de la militancia comunista pues es raro quien no haya tenido algún trastorno mental o psicológico dadas las condiciones de explotación y de existencia que imperan bajo el capitalismo.
Una de las razones por las que el proletariado es la clase revolucionaria de la sociedad es porque sobre sus espaldas se concentran en la forma más extrema y universal los sufrimientos psíquicos y físicos que causa cotidianamente el modo de producción capitalista. Contrariamente a la visión que puede desprenderse de la actitud del gánster John Henry, en el proletariado, los trastornos psíquicos, las enfermedades, no son motivo de exclusión o de burla de quienes las sufren, sino un acicate para la toma de conciencia, la indignación, la lucha y la solidaridad, fuerzas que cimientan su combate histórico y que serán el fundamento de la futura sociedad que el proletariado aspira a instaurar.
La lucha de la Izquierda Comunista contra los comportamientos indignos
El último acto de John Henry nos lleva a formular a una pregunta a todos los que se reclaman de la Izquierda Comunista y de la lucha del proletariado. ¿Hasta cuándo se va a aceptar estos comportamientos nauseabundos propios del capitalismo? ¿Hasta cuándo se va seguir mirando a otro lado cada vez que fulanos como John Henry realizan sus provocaciones?
Es necesario un pronunciamiento claro y rotundo frente a estos comportamientos por parte de todos los grupos y elementos que se reclaman de la Izquierda Comunista. Por nuestra parte, los condenamos enérgicamente y llamamos a rechazarlos y no aceptar ningún debate ni ningún tipo de relación con esta basura que se encubre en un pretendido “comunismo” para realizar su labor repugnante.
Actualmente, dentro de la Izquierda Comunista se admite a cualquiera que proclama cuatro ideas de tinte “comunista” sin considerar cual es su comportamiento. No se establece una imprescindible frontera frente a aquellos cuya práctica consiste en la calumnia, la provocación, las acusaciones, las amenazas, la labor policial de desvelar datos personales de militantes etc. Esta canalla debe ser denunciada sin contemplaciones pues ensucia vilmente el campo de la Izquierda Comunista y constituye un caballo de Troya del capitalismo para bloquear la clarificación y el avance de las posiciones comunistas.
En 1914, los revolucionarios de entonces –Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotski etc.– establecieron una clara línea roja definida por el internacionalismo, rompiendo todo contacto y denunciando tajantemente a todos los que invocando el nombre del movimiento obrero apoyaban la guerra imperialista. Hoy, es necesario explicitar claramente otra frontera, otra línea de demarcación: la que separa a los revolucionarios del tumulto parásito que utilizan el nombre de la Izquierda Comunista para avalar sus comportamientos repugnantes.
Sin esta delimitación, la Izquierda Comunista no tendrá la convicción y la coherencia para defender las posiciones del proletariado y será considerada como una más de las fuerzas políticas que defienden este sistema podrido: bellos ideales de palabra, maniobras y actos indignantes en los hechos.
La Izquierda Comunista lleva casi 100 años de lucha, primero combatiendo la degeneración oportunista de los partidos de la Internacional Comunista, después sacando balance y lecciones de la derrota de la oleada revolucionaria de 1917-23, siempre combatiendo el estalinismo y las demás corrientes que defienden el capitalismo en nombre del “comunismo”. Ese combate con todas las adquisiciones que ha producido puede verse completamente destruido si se tolera en su seno la presencia de toda la cesta de víboras formada por parásitos, parapoliciales y demás canallas entre los que John Henry constituye uno de los más pestilentes exponentes. Hay que denunciarlos, excluirlos del campo de la Izquierda Comunista y ponerlos en su lugar: servidores del capitalismo.
Una reflexión final que estimamos imprescindible. Las redes sociales de Internet están pobladas de francotiradores que van por libre, de espectadores morbosos que ven las relaciones entre grupos como un match de boxeo, de todo tipo de diletantes y especuladores de salón. Ese medio favorece la irresponsabilidad organizacional, la ausencia de compromiso, y constituye un terreno donde parásitos y parapoliciales como el siniestro John Henry pueden campar a sus anchas. La Izquierda Comunista debe darse medios adecuados a la seriedad, la responsabilidad y el compromiso que exigen la defensa de las posiciones de la clase obrera.
CCI 31-5-15