El internacionalismo proletario, el único antídoto para el veneno nacionalista

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Publicamos, a raíz de un primer correo electrónico en el sitio web de la CCI ([1]), la respuesta de los "camaradas argelinos" a nuestra principal crítica aportada a la cuestión del nacionalismo. Damos la bienvenida a esta nueva contribución que tiene en cuenta los argumentos ofrecidos para apoyar y hacer vivir el debate. Creemos que la confrontación de ideas en el medio revolucionario debe ser establecida sobre bases francas y directas sin defensa o ataque a personas, que permitan una real clarificación. Esta forma de debate es vital y es una de las dimensiones esenciales del combate por la lucha de clases y el futuro revolucionario ([2]).

El enfoque de los compañeros en esta nueva contribución es fructífero porque se inscribe en esta tradición haciendo referencia a la experiencia del movimiento obrero y su historia. La crítica que plantean vuelve sin concesión sobre lo que reconocen como un error de su parte y que nos lleva a la raíz del problema. Como lo reconocen los camaradas: “Estamos en Argelia y el nacionalismo argelino es uno de los más poderosos se encuentra en todas partes, en todas las organizaciones políticas entre los trotskistas entre estalinistas, entre los islamistas entre los demócratas. Entre los maoístas y especialmente dentro del Estado, en la radio, en la televisión, etc. El nacionalismo es nuestro enemigo, porque es un arma muy potente de división y un veneno para el proletariado”. Ni las organizaciones comunistas ni los revolucionarios son, en palabras de los compañeros, “inmunes a la influencias de nuestra sociedad”. La organización revolucionaria es un cuerpo extraño dentro del capitalismo, en guerra en contra ella. Ella constantemente está bajo la presión y las agresiones de la ideología dominante.

En el intento de explorar el tema, los compañeros con razón señalan que: “hemos pensado profundamente sobre este tema y creemos que el mismo problema ha infectado a los más grandes revolucionarios”. El nacionalismo ha sido realmente una ideología extranjera muy potente contra la cual ninguna organización o militante son inmunes. Pero creemos que los camaradas, impulsados por la dinámica de su capacidad de respuesta correspondiente, adoptan un enfoque un tanto esquemático cuando dicen esto: “Hemos buscado en el funcionamiento de las tres Internacionales, y hemos encontrado que no eran internacionalistas como se cree. Nos hemos dado cuenta de que las tres Internacionales no formaban un todo, sino una agregado de partidos independientes entre sí y cada parte representa al proletariado de su país”. Los camaradas parecen un poco prisioneros de una visión estática y demasiado categórica. Si bien las debilidades han presidido la aparición de las tres Internacionales obreras que se han sucedido, estas eran principalmente desde el principio el producto del esfuerzo del combate internacionalista del proletariado. El hecho de que se pueda considerar que las Internacionales no eran “internacionalistas como se cree” corre el riesgo, si no tenemos cuidado, de ocultar la realidad histórica de todo combate a favor del internacionalismo. El peligro sería rechazar ciertas contribuciones del pasado proyectando sobre ellas el fruto de lo que es más el resultado de un proceso de experiencias organizativas que hizo la Izquierda Comunista, especialmente la Izquierda Italiana, sintetizados más tarde. Dicho esto, los compañeros están en lo cierto al señalar la realidad de las debilidades materiales que pesaban sobre las organizaciones del pasado y sus “partidos nacionales” que “no eran las secciones de las Internacionales, sino independientes entre sí”. Pero esto no debe ocultar la realidad de un combate constante por el internacionalismo, incluso si fue jugado sobre todo por las minorías más claras y más determinadas que se rebelaron contra el veneno ideológico del nacionalismo ([3]). Todo esto sigue siendo, naturalmente necesariamente explorado y profundizado. Pero los camaradas al subrayar como objetivo que “los comunistas deben organizarse directamente en partido comunista mundial”, es un señalamiento profundamente válido.

La segunda parte de esta contribución vuelve críticamente sobre la cuestión de la medicina, que ya se había tratado, para insistir que en el capitalismo se ve a los trabajadores como objetos, como meras máquinas productivas que deben “repararse”. Los camaradas tienen razón al decir: “Creemos que cada modo de producción crea sus propias enfermedades que se asocian a la misma organización de la empresa que engendra”. Sin embargo, nos parece reductivo e incluso erróneo considerar que el capitalismo decadente cesa definitivamente de proseguir sus avances científicos, incluido el plano médico. Los compañeros se han explicado, diciendo que fueron “demasiado exagerados”. Así entendemos mejor lo que quieren decir cuando dicen que “los médicos se reducen a meros Técnicos Superiores en Administración y Mantenimiento Humano”, muy lejos del enfoque del famoso Hipócrates. El progreso realizado hoy día da testimonio de todo un potencial y parece ser más apropiado considerarlo como esterilizado por los límites del modo de producción capitalista. Sometido a la ley de la ganancia, todos los descubrimientos más impresionantes son necesariamente insuficientes para curar los males crecientes e insostenibles generados por la sociedad burguesa. En este sentido, los compañeros tienen razón. Sólo el comunismo puede capitalizar el conocimiento, permitiendo a la medicina y al conjunto social dar un salto cuántico. Esto es lo que también sugieren los compañeros en sus propias palabras como conclusión, que apoyamos también. Animamos calurosamente a una mayor reflexión y debate sobre estas cuestiones que afectan la vida del proletariado.

RI, diciembre de 2014

Correo del lector

Estimado (s) compañeros,

En primer lugar, agradecemos a los camaradas de la CCI el haber publicado nuestro texto. También estamos satisfechos con los comentarios y críticas que se nos han hecho y que consideramos importantes.

La primera crítica es el nacionalismo

La primera, la más importante, concerniente a nuestro llamado, a los proletarios argelinos solamente. Aquí la crítica de la CCI es crucial, pero nuestro gesto se explica fácilmente.

Paradójicamente, somos profundamente internacionalistas e internacionales, pero como Marx/Engels decían, somos el producto de nuestro tiempo y nuestro espacio. A pesar de nuestro internacionalismo intransigente, que no es inmune a las influencias de nuestra sociedad, como decía Hegel, “no se puede ser mejor que su tiempo, sino el mejor de su tiempo.”

Individualmente, no podemos escapar de esta ley, la única manera de escapar es en una organización o partido. La prueba es que hemos cometido un error y que se ha corregido con rapidez por una organización. Algo que de lo que un individuo no puede darse cuenta. Aprovechamos esta oportunidad para subrayar que nuestra preocupación, es el proletariado mundial: que existe un proletariado y es mundial.

Estamos en Argelia y el nacionalismo argelino es uno de los más poderosos. Se encuentra en todas partes, en todas las organizaciones políticas: entre trotskistas entre estalinistas, entre los islamistas, entre los demócratas, y en especial en los maoístas, en el Estado, en la radio, en la televisión, etc. El nacionalismo es nuestro enemigo, porque es un arma de división muy potente y un veneno para el proletariado. Los trotskistas argelinos (PT y PST) son fervientes defensores del patriotismo económico, sólo pueden imaginar la concepción de estalinistas argelinos. Como somos un pequeño grupo, ni siquiera organizado es fácil caer en los límites establecidos por el capitalismo. Pero gracias a vuestra crítica, que reflejan profundamente en esto, consideramos que el mismo problema ha infectado a los más grandes revolucionarios.

Hemos buscado en el funcionamiento de las tres Internacionales, y vemos que no eran tan internacionalistas como se cree. Nos dimos cuenta de que las tres Internacionales no eran un todo, sino una adhesión de partidos que eran independientes entre sí y cada partido representaba al proletariado de su propio país.

Sin darse cuenta, los comunistas entonces, incluso si eran profundamente internacionalistas, se organizaron de manera nacional en una Internacional. Los partidos comunistas o socialistas de esta época entonces eran partidos nacionales, los partidos de esta o aquella nación, y tenían libertad frente a la Internacional y, sobre todo, que no eran secciones de las Internacionales sino partidos independientes entre sí.

Sólo la Izquierda Comunista Italiana había tratado de solucionar este problema dando el nombre del “Partido Comunista de Italia” para indicar que se trata de una sección local de la tercera Internacional, cuestión que los estalinianos con “Gramsci a la cabeza” pronto cambiaron adoptando el nombre de “Partido Comunista Italiano”.

Creemos que en el futuro, los comunistas deben organizarse directamente en una partido comunista mundial, no una internacional, y que en cada país, no habrá partidos independientes entre sí sino secciones locales del Partido Comunista Mundial.

Así que renovamos esta frase; “¡Proletarios de todos los países, uníos!”.

Pasamos ahora a la segunda crítica concerniente a la medicina

Es cierto que también hemos exagerado, quizás porque somos argelinos y mediterráneos, diciendo que la medicina no ha contribuido en nada a la humanidad con el advenimiento del capitalismo. Pero lo que queremos demostrar a través de las citas, e incluso datos demográficos lo dicen, es que cuando decimos que la esperanza de vida en la Edad Media era de 40 años, esto no significa que no hubo gente que viviese hasta los 80 años y más, porque la esperanza de vida es un promedio desde el nacimiento, edad 0, hasta la muerte.

También queremos mostrar cómo se ridiculiza la burguesía mediante la comparación de los hombres primitivos, la antigüedad, y la Edad Media, cuando afirma que gracias a ella, la humanidad ha llegado a la cima del progreso. Francamente, no hace más que el ridículo

¿Porque hemos dicho que la medicina no trajo nada para la humanidad?

Nosotros estamos convencidos que cada modo de producción crea sus propias enfermedades que están asociadas con la misma organización de la sociedad que la engendra.

La medicina hoy ha eliminado las enfermedades de los viejos modos de producción (enfermedades infecciosas, aunque algunas enfermedades siguen presentes).

Por contra, concerniente a las enfermedades de la civilización que el capitalismo ha causado, la medicina es impotente y los médicos se reducen a meros Técnicos Superiores en Administración y Mantenimiento Humano.

Hace 2500 años, Hipócrates en su artículo “Los aires, las aguas y los lugares”, dijo: “El médico que hace honor a su profesión es el que tiene en cuenta, en su caso, las estaciones del año y las enfermedades que provocan; los estados de viento propios de cada región y la calidad de agua, el que observa cuidadosamente la ciudad y sus alrededores para ver si la altitud es débil o importante, si el clima es caliente o frío, húmedo o seco; como también toma nota de la forma de vida y, en particular, los hábitos alimenticios de las personas, en fin todas las causas que pueden llevar a un desequilibrio en la economía animal.” Esto es lo que llamamos medicina. Hipócrates sabía que la salud y el ambiente están relacionados. Ellos forman un todo inseparable. Existe una interacción entre la biología, la ecología, los valores socioculturales, culturales, socioeconómicos y psicológicos. Ellos forman una cadena asociativa compleja.

Pero la ideología del progreso en la sociedad capitalista ha limitado la medicina biológica, las vacunas para proteger a la gente. Usted se enferma y nos tratan (si pueden), de forma contraria a lo que Hipócrates propone. Para la medicina de hoy, es “un factor patógeno, una enfermedad”.

El pensamiento de los médicos hoy en día es biológico, el hipocrático es ecológico, cultural, ambiental, socio-cultural, biológico, psicológico y socio-económico.

El pensamiento de Hipócrates tiene toda su importancia en la actualidad con la aparición de las llamadas enfermedad de la civilización por no decir de las enfermedades del capitalismo. Pero a medida que el capitalismo y el medio ambiente son incompatibles, entonces uno se encuentra en medio de la mierda.

Hoy en día, hay más y más enfermedades que se presentan y afectan a una pequeña parte de la población y son llamadas "enfermedades raras" o "enfermedades autoinmunes".

Estas enfermedades son enfermedades de todo el mundo del mañana. Estas son las enfermedades modernas, generadas por el capitalismo. Ellas se están generalizando, que ya no son enfermedades raras sino cotidianas, el cáncer parecerá como un simple catarro frente a estas enfermedades, o como simple orina de gato.

En 1992, frente a la aparición de estas enfermedades (raras o autoinmunes) y la progresión de las llamadas enfermedades degenerativas como el cáncer, la depresión, la enfermedad de Alzheimer, etc., la OMS ha recomendado una vuelta a la concepción de Hipócrates.

Engels había emitido una crítica formidable a la ciudad industrial, previendo los peligros de la planificación urbana moderna.

El desorden y la enfermedad fueron explicados por Engels en el orden capitalista. Él mostró efectos adversos: sobre la salud física (barrios insalubres, mayor distancia entre el trabajo y la residencia, fatiga), la salud moral (segregación, el estrés, la monotonía...) sobre la salud social (delincuencia, violencia, vandalismo, alcoholismo...).

El cuadro urbano impersonal y árido, la fealdad, la alta movilidad residencial de la población de los barrios marginales, lo explicaría la vulnerabilidad a las enfermedades, el sufrimiento emocional y trastornos psicológicos.

La alienación social explica el aumento de los suicidios y la violencia contra las personas.

Las condiciones urbanas (falta de espacio, demasiado trabajo, ruido...) explica el estrés del exceso de trabajo del cuerpo y sus efectos psicológicos que pueden causar: úlceras de estómago, depresión, cáncer, enfermedades raras y enfermedades autoinmunes, etc.

Por último, en la ciudad, no hay vida socio-emocional, la gente se atomiza, las condiciones de vida son impersonales y áridas. El niño está en la escuela o guardería, el adulto produce y el anciano espera la muerte en un hogar de retiro.

Sólo una sociedad comunista, libre del afán de lucro, puede aplicar los principios de Hipócrates en combinación con los avances actuales en la medicina con la biología.

Capitalismo = contaminación de “Aire, Agua y suelo” = enfermedades.

Saludos revolucionarios. Amistosamente,

Camaradas argelinos, lectores de Révolution Internationale (RI)


[1] Véase: “Una denuncia de daños del capitalismo sobre la salud de los trabajadores.”

[2] Véase el artículo: “La cultura del debate: un arma de la lucha de clases”, Revista internacional n° 131.

[3] Véase el artículo: “La naturaleza de clase de la socialdemocracia”, Revista Internacional n° 50.

 

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