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Presentamos a continuación un volante elaborado por “Proletarios Comunistas Internacionalistas”. Es evidente que compartimos tanto su indignación como la postura política, sobre todo en su insistencia en que sea la clase obrera la que debe asumir una respuesta, no de manera aislada, no con actos de “violencia radical, ejemplares” que pretendidamente podrían “detonar” la movilización, pues denuncian muy bien que estas “estrategias” pertenecen al arsenal del izquierdismo y que lo único que consiguen es atomizar más a la clase trabajadora ya que estos actos desesperados la reducen a la impotencia y la ponen de rodillas frente al despliegue del terror estatal de la burguesía.
Los compañeros denuncian muy bien el carácter de clase del Estado democrático burgués. El Estado no es neutral, sus partidos políticos no son tampoco neutrales y menos “defiende obreros” aunque se rasguen las vestiduras. La democracia es el cosmético de la feroz dictadura del capital. La democracia justifica y acentúa la explotación asalariada, la democracia defiende al capital…Por eso los discursos de los gobernantes son hipócritas y buscan engañarnos permanentemente tratando de presentarnos un Estado que estaría al “servicio” de los ciudadanos. La dominación del capital descansa sobre el Estado democrático, garante de este sistema en plena descomposición social.
Es justamente esta idea, la de que el capitalismo decadente está sumido en su última fase, la de la descomposición social, la que debemos poner como telón de fondo de estos acontecimientos en Guerrero. Una de las características de esta fase terminal del capitalismo es la tendencia a la pérdida de control de la burguesía de su aparato político, junto a esto hay que agregar la terrible gansterización de la vida social y en especial la del Estado, además, el narcotráfico que nos lo quieren presentar como algo “ajeno y en contra” de la democracia, es hoy su complemento, trabajan juntos y hacen parte del ejercicio de un mismo terror estatal contra la población (cobros de piso, extorsiones, control policial de regiones enteras, aplastamiento de cualquier protesta social que altere el “orden establecido”, deciden quién es candidato y quién es electo…). Por ello acordamos con los compañeros cuando afirman que Estado y el narco son la misma cosa, los intentos por separar estos dos planos de la realidad son pura hipocresía ideológica.
Solamente en cuanto al “pacifismo socialdemócrata” queremos remarcar y contextualizar una idea. El pacifismo tiene su origen en la ilusión de una sociedad en “paz”, por eso esta idea cristaliza fundamentalmente en clases sin porvenir como la pequeña burguesía. Sin embargo las ONG hacen parte de los tentáculos del Estado en la sociedad, están abiertamente tripuladas por los Estados y aunque éstas explotan ese modus vivendi de esas capas intermedias no debemos perder de vista que son cortafuegos y oficinas de la burguesía. El pacifismo es más una ideología de la fantasía, de lo no real. En una sociedad basada en la división entre clases sociales donde una minoría explota y vive a expensa de la enorme mayoría y cuyos intereses son irreconciliables, la “paz social” es una mera utopía. La siguiente cita redondea la idea: “En realidad el pacifismo nunca ha existido en una sociedad dividida en clases con intereses antagónicos. En esta sociedad lo que rige las relaciones entre las clases es la lucha. Por eso el pacifismo no ha sido nunca más que pura ideología. En el mejor de los casos un espejismo de capas impotentes y heterogéneas de una pequeña burguesía sin porvenir. En el peor una patraña, una mentira desvergonzada de las clases dominantes para que las clases explotadas abjuren de la lucha de clase y acaten el yugo de la opresión. Cuando se razona en términos de “pacifismo o terror”, es decir cuando se contrapone áquel a éste, se está cayendo en la trampa, se le está dando verosimilitud a este falso dilema, como ocurre también con la trampa igualmente construida sobre el falso dilema: guerra o paz.” (Terror, Terrorismo y violencia de clase, CCI).
Como lo dijimos arriba, saludamos la reacción de los compañeros por difundir una postura auténticamente proletaria e internacionalista, por denunciar con indignación esta muestra atroz, cruda y bárbara de lo que es capaz el Capitalismo en descomposición. Cuando las burguesías europeas derraman sus lágrimas de cocodrilo acusando a sus congéneres mexicanos de “asesinatos de lesa humanidad” en realidad lo hacen para ocultar sus propios crímenes. El mundo civilizado actual tiene rostros distintos pero la misma naturaleza: un capitalismo que está hundiendo a la humanidad en la barbarie, la desolación y la muerte. Como lo subrayan los compañeros, solo el proletariado mundial puede detener y revertir esta tendencia.
Nuestra solidaridad para los familiares de asesinados y desaparecidos, la clase obrera siempre pone lo muertos y esta vez sus hijos han pagado el precio. Rechazamos esa moral hipócrita de la burguesía que “se asusta y critica” su propia barbarie, saludamos los esfuerzos de reflexión que nos ayudan a entender los hechos en un marco proletario como lo hace esta hoja de los “Proletarios comunistas Internacionalistas”.
CCI, 14-10-14.
El Estado es la forma máxima de organización política y militar de la burguesía.
¡El Estado asesina!
¡La justicia no puede venir del Estado!
La forma en que el Estado llevó a cabo el asesinato de decenas de personas en Iguala es ya bien conocida: la policía del “movimiento progresista” cercó y disparó contra los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa. El resto del trabajo, que consistió en asesinar a más de 40 estudiantes, quemar y ocultar sus cuerpos, lo llevó a cabo un grupo armado también ligado al Estado: el narco, junto con la policía del municipio de Iguala. La indignación y la rabia ante esta atrocidad es indescriptible, pero también es inmensa la hipocresía de todos los partidos, ONG e instancias oficiales y no oficiales del Estado.
¿”Guerra entre el Estado y el narco”
o un Estado que cada vez depende más del narcotráfico?
La estrecha colaboración entre la policía del “Movimiento Progresista” con los grupos armados del narcotráfico no habla de la “penetración” del “crimen organizado” en el Estado, sino más bien revela que la burguesía, en medio de la descomposición del capitalismo y cada vez más hundida en pugnas internas, recurre con mayor frecuencia a mayor violencia y a prácticas criminales. El narcotráfico no es un segmento separado de la burguesía y en tanto tal, los intereses del narco jamás han dejado de tener presencia en el aparato de Estado, la forma máxima de organización de la clase de los capitalistas contra la clase obrera.
La prensa, un instrumento de la burguesía, intenta reforzar la idea de que los Policías de Iguala eran un brazo armado de "Guerreros Unidos", pero ahora con el ejército y la gendarmería en las calles ya todo “está bien”. ¡Proletarios, recordemos!: el Estado es una máquina para que una clase reprima a otra, una máquina para el sometimiento y la explotación de otra clase.
El dolor de las familias usado en las disputas entre partidos
y en las pugnas internas de éstos
La izquierda del capital en la entidad sigue una estrategia a través de los medios: limpiar la imagen del PRD, PT, Morena, Movimiento Ciudadano, rumbo a las próximas elecciones. En medio del sufrimiento de las familias de los desaparecidos, los partidos, verdaderos engranajes de la maquinaria asesina de la burguesía, señalarán a uno u otro funcionario, a uno u otro policía, pero se guardarán de decir que el Estado, del cual ellos forman parte, es la causa de la barbarie que viven los explotados día tras día. Todos los partidos que integran el Estado (no solamente el PRI y el PAN), así como los que aspiran a formar parte de él, utilizan a su favor el descontento social y cuando llega el momento lo combaten a sangre, metralla y cárcel.
¿A qué terreno corresponden los llamados "derechos humanos"?
Los voceros del Estado y sus servicios de “derechos humanos”, a cuenta del gobierno o “independientes”, nos hablan todo el tiempo de “ejecuciones extrajudiciales” para inculpar a uno u otro funcionario, pero finalmente, para exculpar a la burguesía como clase social a cargo de tribunales, ejércitos, policías y bandas criminales. Para esos defensores de la ley y el orden burgués bastaría que las ejecuciones se dieran “dentro del marco de la ley”. De ese modo ocultan que la violencia y el terror son en sí mismos la forma brutal en la que el Estado garantiza el buen andar de los negocios de la burguesía.
Los llamados "derechos humanos" están pues dentro de un terreno donde la burguesía tiene absoluto control. No importa que los reivindique el magisterio, los aparatos sindicales, los llamados "medios libres" o los propios normalistas. ¡Es necesario romper con esa visión burguesa de las cosas! Por ello es importante saber de antemano qué sigue en el guión del gobierno después de las llamadas "investigaciones” para seguir manteniendo la falsa idea de que la justicia puede venir de la burguesía.
El circo de los "derechos humanos"
tiene por finalidad el reforzamiento del dominio burgués
Lo más importante para la clase de los capitalistas es mantener el "prestigio" del Estado. El circo de las comisiones de investigación y de “derechos humanos” seguirá el mismo protocolo que sigue la burguesía en todo su historial de crímenes: investigación – juicio – amparos – sentencias - reforzamiento-del-Estado. Recordemos el caso de la masacre del poblado de Las Dos Erres en Guatemala, donde el ejército asesinó a más de 500 hombres, mujeres y niños: La conclusión de toda la etiqueta que se coloca la burguesía concluyó en una sentencia macabra, en una burla: Un “monumento” erigido por los asesinos para “mantener la memoria”, pedazos de papel con el sello del Estado para comprar, silenciar y hacer cómplices a los familiares, y una Ley de Reconciliación Nacional, con la participación de toda la fauna de organismos de “derechos humanos” y el gobierno, en otras palabras, una ley para afirmar el sometimiento de los familiares de las víctimas a la colaboración de clases, a la aceptación de los términos impuestos por los asesinos. Una burla para lavarle la cara al Estado y a la clase a la que sirve: la burguesía.
La única justicia: ¡luchar por la destrucción del capitalismo!
¡Romper con toda colaboración de clases!
El hundimiento en la miseria y la existencia de la sociedad burguesa son la causa de una descomposición mayor del capitalismo que amenaza con destruir consigo también a los explotados. En medio de esa situación, el proletariado se ha encontrado con enormes dificultades para desarrollar luchas en sus propias manos, para extenderlas y para romper con todo el aparato político del capital, que no se limita solamente a la “derecha”, sino que también la integran los partidos, sindicatos oficiales e “independientes” y los grupos del izquierdismo, los cuales mantienen toda expresión de lucha en los confines de la visión burguesa que encadena con mayor fuerza al proletariado: el nacionalismo, instrumento ideológico en el que se funda toda colaboración con la burguesía.
Es contra esa izquierda del capital con la que la clase obrera tiene que romper. Los métodos desesperados del izquierdismo mantienen las luchas aisladas y por ello mismo, toda lucha de los trabajadores se vuelve susceptible a la represión. La impotencia de los estudiantes proletarios por reconocerse como parte de la clase obrera y por desarrollar formas propias, que no los aísle en gremios, separándolos del resto de la clase trabajadora, es otro obstáculo a superar.
El pacifismo socialdemócrata y la violencia minoritaria tienen un mismo origen: el pensamiento pequeñoburgués. La única forma de enfrentar a la burguesía es la lucha masiva, consciente y organizada del proletariado
La solidaridad proletaria no es un seguimiento ciego de manifestaciones y consignas, sino la crítica sin concesiones a todo lo que impida el desarrollo de la lucha del proletariado —como una sola clase a escala mundial — contra la burguesía, contra el Estado, contra el capital. Es necesario recuperar los métodos de lucha que le son propios a la clase proletaria, ajenos a la violencia minoritaria y la organización autoritaria y militarista. No se trata de si las protestas son "pacíficas" o no. Se trata de su contenido: si contribuyen o no al desarrollo de una perspectiva autónoma del proletariado y a su generalización; y por autonomía entendemos, no la autonomía regional del pequeño-burgués, sino la autonomía del proletariado frente al resto de las clases. Se trata de recuperar, en la historia y experiencia mundial de la clase obrera, las formas y métodos que desarrollen verdaderamente la solidaridad con el resto de la clase obrera, su reflexión y su lucha dentro de un terreno de clase. Es necesario por tanto, romper con la ideología de martirologio y disciplina ciega que pregona la FECSM, con el pacifismo socialdemócrata de los partidos y ONG, con el aislamiento que imponen tanto los sindicatos oficiales como “independientes” o “de base”, con la violencia minoritaria de los grupos que pretenden dar “ejemplos” con su acción individual o minoritaria a lo que suponen que son unos “obreros pasivos y obedientes”, pues el origen de todas esas prácticas está, finalmente, en el pensamiento pequeñoburgués y en el marco de la izquierda del capital.
Si la clase obrera no se organiza por sí misma, si no se ataca de raíz todas las causas de la barbarie, toda la indignación, toda la rabia, todo el dolor, toda la fuerza, no irá sino orientada al reforzamiento del Estado, al reforzamiento de la burguesía.
La "justicia" no vendrá de los verdugos que son el Estado y las facciones burguesas de todos los colores.
¡Al Estado no hay que pedirle justicia, es necesaria su destrucción!
¡No reclamamos "derechos humanos", llamamos a organizarnos por nuestras necesidades, contra el capitalismo y todo su aparato de derechas e izquierdas!
Como explotados, la mejor solidaridad empieza por reconocernos como una misma clase: el proletariado.
Proletarios Comunistas Internacionalistas
Con muy pocos recursos hacemos un esfuerzo por desarrollar y dar a conocer una perspectiva proletaria. Lee, discute y reproduce este volante.
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