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Nicaragua
El sandinismo acaba de reelegirse por tercera ocasión en el gobierno nacional, para un nuevo mandato de cinco años y, además, la burguesía le ha conferido un amplio poder dentro de las cámaras legislativas. A diferencia de lo que pregonan izquierdistas de toda laya, esto no es un triunfo de los trabajadores ni de un proyecto revolucionario, sino la constatación de que en América Latina la burguesía sigue repitiendo la fórmula de establecer gobiernos de izquierda para administrar el descontento social producto del avance de la crisis.
Ya advertíamos sobre esto en el año 2007 cuando el entonces candidato Daniel Ortega enfrentaba las objeciones de la fracción republicana de la burguesía norteamericana: “la división entre los círculos de la clase dominante, producto de la descomposición del sistema capitalista, hace que la oferta del FSLN, de llevar una relación armónica con los EUA, sea la que cuenta con mayores posibilidades para conducir a una “mejor” administración de la crisis e intentar una cohesión de la burguesía en torno al Estado, lo que implica, evidentemente, para la clase trabajadora enfrentar mayores ataques” ([1]).
La victoria electoral del ex-grupo guerrillero se puede entender solo en el contexto de una tremenda agudización de la explotación y el empobrecimiento de la clase trabajadora nicaragüense ([2]). La tasa de desempleo posicionó a Nicaragua con un 7.8 % a la cabeza de este rubro en la región según datos de la CEPAL reproducidos en un informe del Banco Central (BCN) para el año 2010. Asimismo, las condiciones de vida del proletariado nicaragüense se ven reflejadas en los datos de la FAO sobre desnutrición, la que afecta al 27 % de la población. En un marco regional en el que incluso Costa Rica –llamada la “Suiza centroamericana”– enfrenta un ascenso del descontento y de incremento de huelgas ([3]), es evidente la necesidad para la burguesía de Managua de contar con un Estado que pueda dar respuesta efectiva al conflicto social creciente.
De igual modo, las maniobras geopolíticas en la región de los imperialismos estadounidense y venezolano coadyuvaron a establecer las condiciones necesarias para que Daniel Ortega conservara el poder, incluso en contradicción de las leyes burguesas y su democracia pues la constitución del país prohíbe la reelección. Luego del putsch en Honduras (2009) en el que se enfrentaron los intereses de ambos imperialismos, el aumento de las dificultades económicas internas y los nuevos retos en Eurasia y África para EU, la actitud hacia el sandinismo pasó de la agresión a la tolerancia vigilante, de lo cual deja precedente el laconismo estoico de Obama ante las declaraciones desafiantes de Daniel Ortega en la V Cumbre de las Américas ([4]). A su vez, Venezuela sigue siendo el principal apoyo en la región para los sandinistas, pues los mínimos programas sociales tan promovidos por el gobierno de Ortega serían impensables sin los petrodólares venezolanos.
Como lo hemos dicho en otras ocasiones cuando analizábamos algunos casos de recambio político, el hecho de que el Estado burgués busque siempre a los equipos mejor dotados para gobernar y en particular para garantizar el sometimiento y la explotación del proletariado, no quiere decir que esto le resulte muy fácil y en automático sino que, por ejemplo, no hay que descontar tampoco el papel jugado por el fraccionamiento de la burguesía nicaragüense opositora al FSLN, lo cual les ha generado infinidad de dificultades para lograr concretarse en una fuerza política más eficiente aún ([5]), lo cual es una manifestación del cada quien para sí que se ha convertido en la tendencia dominante de la sociedad burguesa de este periodo de decadencia y descomposición.
En fin, ni duda cabe que los sandinistas se han mostrado frente a sus patrones burgueses tan eficaces como los somocistas o los liberales a la hora de dirigir los ataques contra la clase trabajadora. Un ejemplo de ello está en el apoyo de los sindicatos sandinistas a las reformas del Seguro Social en las que se incrementó la edad de jubilación a 65 años (como se está imponiendo en todo el mundo), así como duplicar a 1,500 el número de cotizaciones. Cabe resaltar que el inicio de la vida laboral no contempla los años de la infancia en un país en el que, para 2005 había 108,000 niños ([6]) trabajando, muchos sin asistir a la escuela.
Cuando la ley no ha sido suficiente, el sandinismo no ha dudado en usar el gas y la cachiporra, como lo denunció en su momento en nuestra web la Liga por la Emancipación de la Clase Obrera ([7]) al exponer la reacción del gobierno de Ortega contra los transportistas en huelga ([8]).
Los trabajadores deben estar plenamente conscientes que los discursos de toda la izquierda gobernante, desde el conciliador de Lula hasta el frenético de Chávez, no son sino una manzana envenenada para la conciencia y la combatividad de la clase obrera.
En estos momentos en que la crisis mundial se vuelve más aguda y aumentan también los sufrimientos de nuestra clase, tenemos el deber de alertar sobre todas las mentiras vertidas por la clase que vive de nuestro trabajo.
BR, diciembre 2011
[1]) Revolución Mundial nº 96, 2007, “Nicaragua: regresan los sandinistas al gobierno para dar continuidad a la explotación y opresión”.
[2]) Ver, por ejemplo, el documental sobre las condiciones de trabajo en las maquiladoras nicaragüenses
[3]) “Costa Rica, ¿Por qué crece el descontento social?”
https://www.diariopanorama.com/seccion/firmas_22/costa-rica-porque-crece...
[4]) “Obama soporta la diatriba de Ortega”.
https://www.foxnews.com/politics/2009/04/18/obama-endures-ortega-diatribe/
[5]) “Oposición acude débil y dividida a los comicios en Nicaragua”
https://www.casamerica.es/actualidad/la-oposicion-acude-debil-y-dividida...
[6]) OIT, “Tendencias en el empleo de niños y trabajo infantil en América Latina y el Caribe”, Informe Nicaragua,
https://ucw-project.org/attachment/Nicaragua_trends20110420_151157.pdf
[7]) “Luchas obreras en Nicaragua y Panamá”, https://es.internationalism.org/node/2377
[8]) Publicado por CCI online el 2 de octubre, 2008