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El Movimiento 15 M en España –nombrado por su fecha inicial, 15 de mayo– es un acontecimiento de gran magnitud con características inéditas. En esta editorial queremos narrar los episodios más notables y al hilo del relato sacar lecciones y perspectivas para el porvenir.
Dar una idea de lo que realmente ha pasado es una contribución necesaria para comprender la dinámica que está tomando la lucha de clases internacional hacia movimientos masivos de la clase obrera, los cuales le ayudarán a recuperar la confianza en sí misma y le darán los medios para presentar una alternativa frente a esta sociedad moribunda ([1]).
El “No Futuro” del capitalismo, telón de fondo del movimiento 15 M
La palabra crisis tiene una traducción dramática para millones de personas, afectadas por una avalancha de miseria, que va desde el creciente deterioro de las condiciones de vida, pasando por el desempleo que se prolonga durante años, la precariedad que hace imposible la más mínima estabilidad vital, hasta las situaciones más extremas que hablan directamente de pobreza y hambre, y en algunas partes, de muerte ([2]).
Pero lo que más angustia provoca es la ausencia de futuro. Como denuncia la Asamblea de Detenidos de Madrid ([3]) en un comunicado que, como vamos a ver, fue la chispa del movimiento: “nos encontramos ante un panorama sin ninguna esperanza y sin un futuro que nos incite a vivir tranquilos y poder dedicarnos a lo que nos gusta a cada uno” ([4]). Cuando según la OCDE, España necesitará 15 años para recuperar el nivel de empleo de 2007 –¡casi una generación entera impedida para trabajar!– y cuando datos parecidos pueden extrapolarse a Estados Unidos o Gran Bretaña, se hace palpable hasta qué punto esta sociedad se precipita en un torbellino sin retorno de miseria, desempleo y barbarie.
Aparentemente, el movimiento se ha polarizado contra “el sistema bipartidista” dominante en España (2 partidos, PP de derecha y PSOE de izquierda concentran el 86 % de los cargos electos) ([5]). Este factor ha jugado un papel pero precisamente en relación a esa ausencia de futuro, puesto que, en un país donde la Derecha tiene una acreditada fama de autoritaria, arrogante y anti-obrera, amplios sectores de la población han visto con inquietud cómo tras los ataques gubernamentales propinados por los falsos amigos (el PSOE), los enemigos declarados (el PP) amenazan con instalarse en el poder durante muchos años sin alternativa dentro del juego electoral, reflejando el bloqueo general de la sociedad.
Ese mismo sentimiento se ha visto alentado por la actitud de los sindicatos que primero convocaron una “huelga general” el 29 de septiembre, que resultó ser una pantomima desmovilizadora, y después firmaron con el gobierno un Pacto Social en enero de 2011, que aceptaba una cruel reforma de las pensiones y daba un portazo a toda posibilidad de movilizaciones masivas bajo su batuta.
A esos factores se ha unido un profundo sentimiento de indignación. Una de las consecuencias de la crisis es que, como se dijo en la Asamblea de Valencia, “los pocos que tienen mucho son más pocos y tienen mucho más, mientras que los muchos que tienen poco son mucho más y tienen mucho menos”. Los capitalistas y su personal político se vuelven cada vez más arrogantes, voraces y corruptos; no dudan en acaparar riquezas inmensas, mientras a su alrededor cunde la miseria y la desolación. Todo esto hace comprender que existen clases y que no somos “ciudadanos iguales”.
Ante ello, desde fines de 2010, han surgido colectivos que agitaban ideas como la de unirse en la calle, actuar al margen de partidos y sindicatos, organizarse en asambleas... ¡El “Viejo Topo”, del que habla Marx, preparaba en las profundidades de la sociedad una maduración subterránea que ha estallado a plena luz en mayo! La movilización de Juventud Sin Futuro en abril congregó 5000 jóvenes en Madrid. Por otro lado, el éxito de unas manifestaciones de jóvenes en Portugal –Generaçao a rasca, Generación Precaria– que aglutinaron a más de 200.000 personas y el ejemplo muy popular de la Plaza Tahrir de Egipto, han estado entre los estímulos del movimiento.
Las asambleas: una primera mirada al porvenir
El 15 de mayo, se habían convocado por un conjunto de más de 100 organizaciones –llamado Democracia Real Ya (DRY) ([6])– manifestaciones en las capitales de provincia dirigidas “contra los políticos” y reclamando una “democracia de verdad”.
Pequeños grupos de jóvenes (desempleados, precarios y estudiantes), inconformes con el carácter de válvula de escape del descontento social que pretendían darle los organizadores, trataron de establecer una acampada en la plaza principal en Madrid, Granada y otras ciudades, para darle continuidad a la protesta. DRY los desautorizó y dejó que las tropas policiales ejercieran una brutal represión, especialmente en las comisarías. Sin embargo, los afectados se constituyeron en Asamblea de Detenidos de Madrid y emitieron rápidamente un comunicado donde esos tratos degradantes fueron claramente denunciados (ver nota 4). Esto produjo una fuerte impresión lo que animó a numerosos jóvenes a sumarse a las acampadas.
El martes 17, mientras DRY quería encerrar las Acampadas en actos simbólicos de protesta, la enorme masa que afluía a ellas impuso la celebración de asambleas. El miércoles y jueves, las asambleas multitudinarias se extienden a más de 73 ciudades. En ellas se exponen reflexiones interesantes, propuestas juiciosas, pasando revista a aspectos de la vida social, política, económica, cultural. ¡Nada de lo humano le es ajeno a esa inmensa ágora improvisada!
Una manifestante madrileña exclamaba “lo mejor son las asambleas, la palabra se libera, la gente se entiende, piensas en voz alta, podemos llegar a acuerdos comunes miles de desconocidos ¿No es maravilloso?”. En contraste con el ambiente sombrío que reina en las mesas de votación o el entusiasmo de mercadotecnia de los actos electorales, las asambleas eran otro mundo:
“La multitud que inundaba las calles de la mañana al atardecer se confundía en abrazos fraternales, gritos de gozo y entusiasmo, canciones de libertad, risas alegres, humor y alegría. Los ánimos estaban exaltados; casi se podía creer que una vida nueva y mejor comenzaba en el mundo. Un espectáculo muy solemne, y al mismo tiempo idílico, conmovedor” ([7]).
Miles de personas discutían apasionadamente en un ambiente de respeto profundo, de orden admirable, de escucha atenta. Les unía la indignación y la inquietud ante el futuro, pero sobre todo, la voluntad de comprender sus causas, de ahí ese esfuerzo de debate, de análisis sobre múltiples cuestiones, de cientos de reuniones, de creación de bibliotecas callejeras... Un esfuerzo aparentemente sin resultado concreto, pero que ha removido las mentes y ha sembrado granos de conciencia en los campos del porvenir.
En el terreno subjetivo, la lucha de la clase obrera tiene dos pilares: por un lado la conciencia, de otro lado la confianza y la solidaridad. En este último, las asambleas han sembrado igualmente cara al porvenir, los lazos humanos que se tejían, la corriente de empatía que recorría las plazas, la solidaridad y la unidad que florecían tenían tanta importancia como tomar una decisión o acordar una reivindicación. Esto enfurecía a los políticos y a la prensa que con el típico inmediatismo y utilitarismo que caracteriza a la ideología burguesa reclamaban que el movimiento condensara sus demandas en una “lista reivindicativa”, lo que DRY trataba de convertir en un “Decálogo” que recogía ridículas y gastadas medidas democráticas tales como las listas abiertas, las iniciativas legislativas populares y la reforma de la ley electoral.
La resistencia encarnizada con la que han tropezado estas medidas precipitadas ha mostrado que el movimiento expresa el porvenir de la lucha de clases. En Madrid se gritaba “no vamos lentos sino que vamos muy lejos”. En una Carta Abierta a las asambleas, un grupo de Madrid decía:
“sintetizar lo que esta protesta que estamos realizando quiere, es lo más difícil. Estamos convencidos de que no será a la carrera, como interesadamente quieren que hagamos los políticos y todos aquellos que quieren que nada cambie, o mejor dicho los que quieren cambiar pequeños detalles para que todo siga igual. Que no será proponiendo de repente una tabla de reivindicaciones, como conseguiremos sintetizar lo que queremos todos los que luchamos, no será creando un amasijo de reivindicaciones como nuestras protestas se expresen y se fortalezcan” ([8]).
La tentativa de comprender las causas de una situación dramática y de un futuro incierto, así como la forma de luchar en consecuencia, ha sido el eje de las asambleas, de ahí su carácter deliberativo que ha desorientado a quienes esperaban una lucha centrada en reivindicaciones precisas. Igualmente la reflexión sobre temas éticos, culturales, incluso artísticos y literarios –había intervenciones en forma de canciones o poesías– ha creado la sensación engañosa de un movimiento pequeño burgués de “indignados”. Aquí debemos separar el trigo de la cizaña. Hay cizaña en el cascarón democrático y ciudadano que ha envuelto en muchas ocasiones esas preocupaciones. Pero estas son trigo limpio pues la transformación revolucionaria del mundo se apoya, a la vez que lo estimula, en un gigantesco cambio cultural y ético; “Cambiar el mundo y cambiar la vida, cambiándonos a nosotros mismos”, tal es la divisa revolucionaria que hace más de siglo y medio Marx y Engels formularan en La ideología alemana:
“Para engendrar en masa la conciencia comunista, como para llevar adelante el cambio mismo, es necesaria una transformación en masa de los hombres, que sólo podrá conseguirse mediante un movimiento práctico, mediante una revolución; por consiguiente, la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino porque únicamente mediante una revolución logrará la clase oprimida salir del cieno en el que está hundida y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases” ([9]).
Las asambleas constituyen una primera tentativa de respuesta a un problema general de la sociedad que hemos puesto de relieve desde hace más de 20 años: la descomposición social del capitalismo. En las “Tesis sobre la descomposición”, que entonces escribimos ([10]) señalábamos la tendencia a la descomposición de la ideología y las superestructuras de la sociedad capitalista y la creciente dislocación de las relaciones sociales que suponía, todo lo cual afecta tanto a la burguesía como a la pequeña-burguesía. Igualmente golpea de lleno a la clase obrera, entre otras razones porque esas clases conviven con ésta última. Alertábamos en dicho documento de los efectos de este proceso:
“1) la acción colectiva, la solidaridad, encuentran frente a ellas la atomización, el “sálvese quien pueda” el “arreglárselas por su cuenta”; 2) la necesidad de organización choca contra la descomposición social, la dislocación de las relaciones en que se basa cualquier vida en sociedad; 3) la confianza en el porvenir y en sus propias fuerzas se ve minada constantemente por la desesperanza general que invade la sociedad, el nihilismo, el “no future”; 4) la conciencia, la clarividencia, la coherencia y unidad de pensamiento, el gusto por la teoría, deben abrirse un difícil camino en medio de la huida hacia quimeras, drogas, sectas, misticismos, rechazo de la reflexión y destrucción del pensamiento que están definiendo a nuestra época”.
Sin embargo, lo que muestran las asambleas masivas en España –como igualmente apuntaron las que hubo durante el movimiento de estudiantes en Francia en 2006 ([11])– es que los sectores más vulnerables a esos efectos –los jóvenes, los desempleados, debido a la poca experiencia que han podido apenas desarrollar de trabajo colectivo– son los que han estado en la vanguardia de las asambleas y del esfuerzo de conciencia por un lado, y de solidaridad y empatía por otro.
Por todas las razones anteriores, las asambleas masivas han sido un primer reconocimiento de todo lo que se avecina. Ello puede parecer muy poco a quienes esperan que el proletariado, como una tempestad repentina en un cielo azul, se manifieste claramente y sin ambages como la clase revolucionaria de la sociedad, pero desde un punto de vista histórico y comprendiendo las enormes dificultades que el proletariado encontrará para alcanzar ese objetivo, ha sido un buen comienzo, pues ha empezado preparando con rigor el terreno subjetivo.
Pero ello ha sido paradójicamente el talón de Aquiles del movimiento 15 M, tal cual se ha expresado en una primera etapa de su desarrollo. Al no haber surgido sobre un objetivo concreto, el cansancio, la dificultad para ir más allá de una primera aproximación a los graves problemas planteados, la ausencia de condiciones para que el proletariado entrara en lucha desde los centros de trabajo, todo esto ha sumido el movimiento en una suerte de vacío e indefinición que no podía durar mucho tiempo y que DRY ha intentado llenar con objetivos de “reforma democrática” supuestamente “fáciles” y “realizables” pero en realidad utópicamente reaccionarios.
Trampas que el movimiento ha debido enfrentar
Durante casi dos décadas, el proletariado mundial ha realizado una travesía del desierto caracterizada por la ausencia de luchas masivas y sobre todo por una falta de confianza en sí mismo y una pérdida de su propia identidad como clase ([12]). Aunque esta atmósfera se iba rompiendo gradualmente desde 2003 con luchas significativas en un buen número de países y por la aparición de una nueva generación de minorías revolucionarias, dominaba la imagen estereotipada de una clase obrera que “no se mueve”, que está “completamente ausente”.
La irrupción repentina de grandes masas en la escena social tenía que cargar con ese lastre del pasado, acrecentado por la presencia en el movimiento de capas sociales en trance de proletarización, más vulnerables a los planteamientos ciudadanos y democráticos. Ello, unido a que el movimiento no surgía a partir del combate contra una medida concreta, ha producido la paradoja –que no es nueva en la historia ([13])– de que las dos grandes clases de la sociedad –el proletariado y la burguesía– parecieran rehuir el cuerpo a cuerpo declarado, todo lo cual ha dado la impresión de un movimiento pacífico, que gozaba del “beneplácito de todos” ([14]).
Pero en realidad, la confrontación entre las clases ha estado presente desde el primer día. ¿No fue la brutal represión sobre un puñado de jóvenes la primera respuesta del Gobierno PSOE? ¿No fue la rápida y apasionada respuesta de la Asamblea de Detenidos de Madrid la que desencadenó el movimiento? ¿No fue esta denuncia la que abrió los ojos a muchos jóvenes que gritaron desde entonces “le llaman democracia y no lo es”, consigna ambigua que una minoría ha convertido en “le llaman dictadura y sí lo es”?
Para todos aquellos que creen que la lucha de clases es una sucesión de “emociones fuertes”, el aspecto “tranquilo” que han manifestado las asambleas, les ha llevado a creer que éstas no van más allá del ejercicio de un “inofensivo derecho constitucional”, puede incluso que muchos participantes creyeran que se estaban limitando a eso.
Sin embargo, las asambleas masivas en la plaza pública, el eslogan de “¡Toma la plaza!”, significan un desafío en toda la regla al orden democrático. Lo que las relaciones sociales determinan y las leyes santifican, es que la mayoría explotada se encierre en “lo suyo”, y si quiere “participar” en los asuntos públicos utilice el voto y la protesta sindical que la atomizan e individualizan aún más. Unirse, vivir la solidaridad, discutir colectivamente, empezar a actuar como un cuerpo social independiente, constituye la violencia más irresistible sobre el orden burgués.
La burguesía ha hecho lo imposible para acabar con las asambleas. Cara a la galería, con la asquerosa hipocresía que le distingue, todo eran alabanzas y guiños de complicidad hacia los “indignados”, pero los hechos –que son los que realmente cuentan– desmentían esa aparente complacencia.
Ante la proximidad de la jornada electoral –el domingo 22 de mayo– la Junta Electoral Central acuerda prohibir las asambleas en todo el país el sábado 21 considerado “jornada de reflexión”. A las 0 horas del sábado un enorme dispositivo policial rodea la Acampada de la Puerta del Sol, pero rápidamente una masa gigantesca cerca a su vez el cordón policial por lo que el propio ministro del Interior da la orden de retirada. Más de 20.000 personas ocupan la Plaza en medio de una gran explosión de alegría. Vemos aquí otro episodio de confrontación de clases aunque la violencia explícita haya quedado reducida a algunos forcejeos.
DRY propone mantenerse en las Acampadas pero guardando silencio para respetar la jornada de reflexión y, por tanto, no realizar asambleas. Pero nadie le hace caso, las asambleas del sábado 21, formalmente ilegales, registran los máximos niveles de asistencia. En la Asamblea de Barcelona, carteles, gritos y pancartas proclaman que “estamos reflexionando” en irónica respuesta a la Junta Electoral.
El domingo 22, jornada electoral, se produce una nueva tentativa de acabar con las asambleas. DRY dice que “se ha alcanzado el objetivo” y que se debe terminar el movimiento. La respuesta es unánime: “no estamos aquí por las elecciones”. El lunes 23 y el martes 24, las asambleas llegan a su punto álgido tanto en asistencia como en la riqueza de los debates. Proliferan intervenciones, consignas, carteles, que muestran una aguda reflexión: “¿Dónde está la Izquierda? Al fondo a la derecha”, “Nuestros sueños no caben en las urnas”, “600 euros al mes, ¡eso sí es violencia!”, “Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”, “Sin trabajo, sin casa, sin miedo”, “engañaron a los abuelos, engañaron a los hijos, ¡qué no engañen a los nietos!”. Pero muestran igualmente una conciencia sobre la perspectiva: “Nosotros somos el futuro, el capitalismo es el pasado”, “Todo el poder a las asambleas”, “No hay evolución sin revolución”, “El futuro empieza ahora”, “¿Sigues pensando que es una utopía?”...
A partir de este momento cumbre, las asambleas comienzan a decaer. En parte es debido al cansancio, pero el continuo bombardeo de DRY para que se adoptara su “decálogo democrático” ha jugado un papel importante. Los puntos del decálogo no son neutrales sino que van directamente CONTRA las ASAMBLEAS. Por ceñirse a la reivindicación más “radical”, una Iniciativa Legislativa Popular ([15]), aparte de que supone una inacabable tramitación parlamentaria que desmoviliza al más activo, lo más importante que hace es que reemplaza el debate masivo donde todos pueden sentirse como parte de un cuerpo colectivo, con actos individuales, puramente ciudadanos, de protesta encerrada en las cuatro paredes del YO ([16]).
El sabotaje desde dentro se ha reforzado con el ataque represivo desde fuera, demostrando que la burguesía no se cree para nada que las asambleas sean “un derecho constitucional de reunión”. El viernes 27, el Gobierno catalán –coordinado con el gobierno central– da un golpe de fuerza: los “mossos de esquadra” (policía autonómica) invaden la Plaza de Cataluña de Barcelona y reprimen salvajemente produciendo numerosos heridos y llevándose un buen número de detenidos. La Asamblea de Barcelona –hasta entonces la más orientada hacia planteamientos de clase– se ve entrampada en las típicas reivindicaciones democráticas: petición de dimisión del consejero del Interior, rechazo de la “represión desproporcionada” ([17]), reclamación de un “control democrático de la policía”. Su retroceso es tan evidente que cede al veneno nacionalista e incluye en sus demandas el “derecho de autodeterminación”.
Los episodios represivos durante la semana del 5 al 12 de junio, se multiplican: Valencia, Santiago, Salamanca... Pero el golpe más brutal sucede los días 14 y 15 de junio en Barcelona. El Parlamento catalán discutía una llamada Ley Ómnibus que consagraba violentos recortes sociales principalmente en sanidad y educación (entre otros 15.000 despidos en Sanidad). Fuera de toda dinámica de discusión en asambleas de trabajadores, DRY convoca una “protesta pacífica” consistente en rodear el Parlamento para “impedir a los diputados votar una ley injusta”. Se trata de la típica acción puramente simbólica dirigida a la “conciencia” de los diputados y no al combate contra una ley y las instituciones que la imponen, es decir, el terreno democrático por excelencia que entrampa a los manifestantes en una falsa elección: o la violencia “radical” de una minoría, o el lamento impotente y pasivo de la mayoría.
Los insultos y zarandeos de algunos diputados dan pie a una histérica campaña que criminaliza a los “violentos” (metiendo en ese saco a los que defienden posturas de clase) y llama a “defender las instituciones democráticas amenazadas”. Cerrando con broche de oro, DRY enarbola el pacifismo para reclamar que los propios manifestantes ejerzan la violencia sobre los “violentos” ([18]), pero va más lejos aún: pide abiertamente la entrega a la policía de los “violentos” y que los manifestantes ¡aplaudan a la policía por sus “buenos servicios”!
Las manifestaciones del 19 de junio y la extensión a la clase obrera
Desde el principio, el movimiento ha tenido dos “almas”: un alma democrática alimentada por las confusiones y dudas muy extendidas, su carácter socialmente heterogéneo y la tendencia a rehuir la confrontación abierta. Pero igualmente estaba presente un alma proletaria, materializada en las asambleas ([19]) y en una pulsión siempre presente de “ir hacia la clase obrera”.
En la Asamblea de Barcelona, trabajadores de Telefónica, sanitarios, bomberos, estudiantes de universidad, movilizados contra los recortes sociales, participan activamente en ella, se crea una “Comisión de Extensión y Huelga General” donde hay debates muy animados y se organiza una red de Trabajadores Indignados de Barcelona que convoca una Asamblea de Empresas en Lucha el sábado 11 de junio y un nuevo Encuentro el sábado 3 de julio. El viernes 3 de junio, parados y activos realizan en torno a la Plaza Cataluña una manifestación tras una pancarta que dice “¡Abajo la burocracia sindical!, ¡Huelga general!”. En Valencia la Asamblea apoya una protesta de trabajadores de autobuses y también una manifestación de vecinos contra los recortes en la enseñanza. En Zaragoza, los trabajadores de autobús se unen a los congregados con gran entusiasmo ([20]). En las asambleas se decide la formación de Asambleas de Barrio ([21]).
No obstante, la manifestación del 19 de junio expresa otro impulso del “alma proletaria”. Esta manifestación había sido convocada por las Asambleas de Barcelona, Valencia y Málaga con el objetivo de luchar contra los recortes sociales. DRY había intentado desvirtuarla dándole exclusivamente lemas democráticos. Esto provocó una resistencia que se plasmó en Madrid con una iniciativa espontánea de ir al Congreso a manifestarse contra los recortes sociales con más de 5000 participantes. Por otra parte, una coordinadora de Asambleas de Barrio del Sur de Madrid, surgidas en respuesta al fiasco de la huelga del 29 septiembre y con una orientación muy similar a las Asambleas Generales Interprofesionales, creadas en Francia al calor del movimiento del pasado otoño, convocó:
“desde los pueblos y barrios de trabajador@s de Madrid, VAMOS AL CONGRESO, donde deciden estos recortes sin consultarnos, para decir BASTA (...) Esta iniciativa nace de una concepción asamblearia de base de la lucha obrera, frente a quienes adoptan decisiones a espaldas de l@s trabajador@s y no las someten al refrendo de los mismos. Como la lucha es larga, te animamos a organizarte en asambleas de barrio o locales, y en los centros de trabajo y estudio”.
Las manifestaciones del 19 de junio constituyen un nuevo éxito, la asistencia es masiva en más de 60 ciudades pero aún más importante es su contenido. Se responde a la brutal campaña “contra los violentos”. Expresando una maduración a la que habían contribuido numerosos debates en los medios más activos([22]). La consigna más coreada en la manifestación de Bilbao es “violencia es no llegar a fin de mes” mientras que en Valladolid se grita “la violencia es también el paro y los desahucios”.
Sin embargo, es sobre todo la manifestación de Madrid la que marca el viraje que representa el 19 de junio cara a la perspectiva futura. La convoca un organismo directamente vinculado a la clase obrera y nacido de sus minorías más activas ([23]). Su lema es “Caminemos juntos contra la crisis y el Capital”, sus reivindicaciones:
“No a los recortes laborales, de pensiones ni sociales, contra el paro, lucha obrera. Abajo los precios, arriba los salarios. Subida de impuestos a los que más ganan. En defensa de los servicios públicos, no a la privatización de sanidad, educación, cajas de ahorro y otros sin importar el lugar de origen, viva la unidad de la clase obrera” ([24]).
Un colectivo en Alicante adopta el mismo manifiesto. En Valencia un Bloque Autónomo y Anti-capitalista formado por varios grupos muy activos en las asambleas, difunde un manifiesto donde se dice: “Queremos una respuesta al paro. Que los parados, los precarios, los afectados por el trabajo en negro, se reúnan en asambleas, acuerden colectivamente sus reivindicaciones y que estas sean aplicadas. Queremos la retirada de la ley de la reforma laboral y de la que autoriza el ERE’s ([25]) sin control y con indemnización de 20 días. Queremos que se retire la ley de reforma de las pensiones pues tras toda una vida de privaciones y miserias no queremos hundirnos en más miseria e incertidumbre. Queremos que se acaben los desahucios. La necesidad humana de una vivienda está por encima de las leyes ciegas del negocio y la máxima ganancia. Decimos NO a los recortes en educación y sanidad, a los nuevos despidos, que tras las recientes elecciones se preparan en Autonomías y Ayuntamientos” ([26]).
La marcha de Madrid se organiza en varias columnas que parten de siete poblaciones o barrios de la periferia a las que se va sumando un gentío cada vez mayor. Estas “culebras” recuperan la tradición proletaria de las huelgas de 1972-76 en España (e igualmente en Francia en Mayo 68) donde a partir de una concentración obrera –entonces una fábrica “faro” como la Standard madrileña– los manifestantes iban recogiendo masas crecientes de obreros, vecinos, desempleados, jóvenes, hasta converger en el centro. Esta tradición reapareció en las luchas de Vigo de 2006 y 2009 ([27]).
En Madrid, el manifiesto leído en la concentración llama a “asambleas para preparar una huelga general” y es acogido por gritos masivos de “¡Viva la clase obrera!”.
La necesidad de un entusiasmo reflexivo
Las manifestaciones del 19 de junio producen un sentimiento de entusiasmo, un manifestante madrileño dice:
“El ambiente era una auténtica fiesta. Caminábamos juntos gente de lo más variopinto y de todas las edades: veinteañeros, jubilados, familias con niños, los que no estamos en ninguno de los grupos anteriores... y esto mientras algunos vecinos se asomaban al balcón a aplaudirnos. Llegué agotado a casa, pero con una sonrisa de oreja a oreja. No sólo tenía la sensación de haber participado en una causa justa, sino que además me lo pasé muy, muy bien”.
Otro dice:
“me resulta muy interesante ver a la gente en una plaza, hablando de política o luchando por sus derechos. ¿No os da la sensación de que estamos recuperando la calle?”.
Tras la primera explosión marcada por unas asambleas “en búsqueda”, ahora empieza a buscarse la lucha abierta, empieza a vislumbrarse que la solidaridad, la unión, la construcción de una fuerza colectiva, pueden llevarse a cabo ([28]). Empieza a desarrollarse la idea de que “Podemos tener fuerza frente al Capital y su Estado” y que la clave de ello es la entrada en lucha de la clase obrera. En las Asambleas de Barrio de Madrid surge un debate sobre la convocatoria de una huelga general en octubre para “echar atrás los recortes sociales”. Los sindicatos CCOO y UGT ponen el grito en el cielo diciendo que tal convocatoria sería “ilegal” y que sólo ellos están autorizados para hacerlo, a lo que muchos sectores responden tajantemente: “sólo las asambleas masivas pueden convocarla”.
Sin embargo no debemos caer en la euforia, la entrada en combate de la clase obrera no va a ser un proceso fácil. Pesan ilusiones y confusiones sobre la democracia, el planteamiento ciudadano, las “reformas”, reforzadas por la presión de DRY, de los políticos, de los medios de comunicación que explotan las dudas existentes, el inmediatismo que empuja a obtener “resultados rápidos y palpables”, el miedo ante la magnitud de todo lo que se plantea. Pero lo más importante es comprender que la movilización directa en los lugares de trabajo es hoy verdaderamente difícil, a causa del chantaje del desempleo, del riesgo real de que cualquier pérdida de ingresos, por nimia que sea, puede hacer cruzar la frontera, no tanto entre una vida aceptable y la miseria, sino entre ésta y el hambre.
Los criterios democráticos y sindicales enfocan la lucha de clase como una suma de decisiones individuales. ¿No estáis descontentos? ¿No os sentís pisoteados? Entonces, ¿por qué no os rebeláis? La cosa sería tan sencilla como que cada obrero solo ante su conciencia, de la misma manera que cuando está en la cabina de voto, “decidiera libremente” elegir entre ser un “valiente” o ser un “cobarde”. Pero la lucha de clases no sigue ese esquema idealista y falsificador; los actos de lucha son resultado de una fuerza y una conciencia colectivas. Estas se forjan no solamente por el malestar que produce una situación insostenible, sino porque se vislumbra que es posible actuar en común y que un mínimo de solidaridad y determinación pueden sostenerlo.
Ese estado colectivo no aparece de la noche a la mañana ni es el producto mecánico del aguijón de la miseria, resulta de un proceso subterráneo que tiene 3 pilares: Organización en asambleas abiertas que permiten visualizar la fuerza de que se dispone y el camino para construirla. Conciencia para determinar qué queremos y cómo podemos conseguirlo. Combate frente a labor de zapa de los sindicatos y de todos los organismos de mistificación.
Ese proceso está en camino, pero es difícil determinar cuándo y cómo va a manifestarse. Quizá una comparación nos pueda ayudar. En la gran lucha masiva de Mayo 68 ([29]), el 13 de mayo de 1968 hubo una gigantesca manifestación en París en apoyo a los estudiantes brutalmente reprimidos. El sentimiento de fuerza que aquella generó se tradujo de forma fulminante, al día siguiente, en el estallido de numerosas huelgas espontáneas empezando por la Renault de Cléon y a continuación la de París.
Pero eso no se ha producido tras las grandes manifestaciones del 19 de junio. ¿Por qué?
En mayo 68, la burguesía estaba poco preparada políticamente para enfrentar a la clase obrera, la represión enardeció los ánimos y acabó echando la leña al fuego; hoy la burguesía cuenta en gran número de países con un aparato ultra-sofisticado de sindicatos, partidos, campañas ideológicas, vertebrado precisamente en la democracia, que permite un uso políticamente muy eficaz de una represión selectiva. El estallido de la lucha requiere de un esfuerzo mucho mayor que en el pasado de conciencia y solidaridad.
En mayo 68, la crisis apenas empezaba a apuntar sus primeros indicios, hoy constituye un callejón sin salida. Eso intimida, hace difícil entrar en huelga incluso por un motivo tan “simple” como el aumento de los salarios. La gravedad de la situación hace que las luchas estallen porque se “colma el vaso de la paciencia” pero también porque se empieza a entender que: “Los proletarios no tienen nada que perder en esta sociedad más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar” (El Manifiesto Comunista).
Este movimiento no tiene fronteras
Sí, el camino es pues más largo y doloroso que en mayo 68, sin embargo las bases que está construyendo son mucho más firmes. La más determinante es intentar concebirse como parte de un movimiento internacional. Tras una etapa de “tanteos” con algunos movimientos masivos (el movimiento de los estudiantes en Francia en 2006 y las revueltas de la juventud en Grecia en 2008 ([30])), desde hace 9 meses se suceden movimientos que tiene una mayor amplitud y permiten vislumbrar la posibilidad de acabar por paralizar la mano bárbara del capitalismo: Francia noviembre 2010, Gran Bretaña noviembre –diciembre 2010, Egipto y Túnez 2011, España mayo 2011, Grecia 2011...
La comprensión de que el movimiento 15 M forma parte de esta cadena internacional, ha empezado a desarrollarse embrionariamente. En una manifestación en Valencia se gritaba “Este movimiento no tiene fronteras”. Se organizaron en varias acampadas manifestaciones “por la Revolución europea”, el 15 de junio hubo manifestaciones en apoyo a la lucha en Grecia, que han vuelto a repetirse el 29 de junio. El 19J los eslóganes internacionalistas asomaron minoritariamente: una pancarta decía “Feliz unión mundial”, otra ponía en inglés “World Revolution”.
Durante años, lo que llamaban la “globalización de la economía” servía a la burguesía de izquierdas para provocar reflejos nacionalistas, su discurso consistía en reivindicar frente a los “mercados apátridas” la “soberanía nacional”, es decir, ¡proponían a los obreros ser más nacionalistas que la propia burguesía! Con el desarrollo de la crisis, pero igualmente con la popularización del uso de Internet, las redes sociales, etc., la juventud obrera empieza a darle la vuelta contra sus promotores. Se abre paso la idea de que “frente a la globalización de la economía hay que responder con la globalización internacional de las luchas”, ante una miseria mundial la única respuesta posible es una lucha mundial.
El 15 M ha tenido una amplia repercusión internacional. Las movilizaciones que se dan en Grecia desde hace 2 semanas siguiendo el mismo “modelo” de asambleas masivas en las plazas principales, se han inspirado conscientemente en los acontecimientos de España ([31]). Según Kaosenlared, el 19 de junio:
“Miles de personas de todas las edades se manifestaron este domingo en la plaza Syntagma, ante el Parlamento griego, por cuarto domingo consecutivo en respuesta a un llamado del movimiento paneuropeo de “indignados” para protestar contra las medidas de austeridad”.
En Francia, Bélgica, México, Portugal, tienen lugar asambleas regulares más minoritarias donde la solidaridad con los indignados y la tentativa de impulsar un debate y una respuesta, se abren paso. En Portugal,
“Unas 300 personas, en su mayoría jóvenes, marcharon el domingo por la tarde por el centro de Lisboa convocados por el movimiento “Democracia Real Ya”, inspirado de los “indignados” españoles. Los manifestantes portugueses marcharon en calma tras una pancarta en la que podía leerse “Europa despierta”, “España, Grecia, Irlanda, Portugal: nuestra lucha es internacional” ([32]).
El papel de las minorías activas en la preparación de nuevas luchas
La crisis de la deuda muestra la crisis sin salida del capitalismo. Tanto en España como en los demás países diluvian ataques frontales y no se vislumbra ningún respiro sino nuevos y peores golpes bajos a nuestras condiciones de vida. La clase obrera necesita responder y para ello debe apoyarse en el impulso dado por las asambleas de mayo y las manifestaciones del 19 de junio.
Para preparar esas respuestas, la clase obrera segrega en su seno minorías activas, compañeros que tratan de comprender lo que está pasando, se politizan, animan debates, acciones, reuniones, asambleas, intentan convencer a los que dudan, aportar argumentos a los que buscan... Como vimos al principio, esas minorías contribuyeron al surgimiento del 15 M.
La CCI con sus modestas fuerzas ha participado en el movimiento. Su labor principal es de orientación. “Durante un conflicto entre clases, se asiste a fluctuaciones importantes, muy rápidas, ante las cuales hay que saber orientarse, guiándose con los principios y los análisis. Hay que estar en la corriente del movimiento, saber concretizar los “fines generales” para responder a las preocupaciones reales de una lucha, para poder apoyar y estimular las tendencias positivas que aparecen” ([33]), hemos realizado artículos tratando de comprender las distintas fases por las que ha pasado el movimiento y haciendo propuestas de marcha concretas y realizables –la emergencia de las asambleas y su vitalidad, la ofensiva de DRY contra ellas, la trampa de la represión, el giro que representan las manifestaciones del 19 de junio ([34]).
Otra necesidad del movimiento era el debate para lo cual hemos establecido una rúbrica en nuestra Web en español –Debates del 15 M– donde compañeros con diversos análisis y desde distintas posturas han podido expresarse.
Trabajar junto con otros colectivos y minorías activas ha sido otra de nuestras prioridades. Con el Círculo Obrero de Debate de Barcelona, con la Red de Solidaridad de Alicante, con varios colectivos asamblearios de Valencia, nos hemos coordinado, hemos participado en iniciativas comunes.
En las asambleas, los militantes han hablado sobre puntos concretos: defensa de las asambleas, orientar la lucha hacia la clase obrera, impulsar asambleas masivas en los centros de trabajo y estudio, rechazar las reivindicaciones democráticas poniendo en su lugar la lucha contra los recortes sociales, el capitalismo no se puede reformar ni democratizar, la única posibilidad realista es destruirlo ([35])... Del mismo modo, en la medida de nuestras posibilidades hemos participado activamente en Asambleas de Barrio.
La minoría que está por una orientación de clase se ha amplificado y se ha hecho más dinámica e influyente tras el 15 M; ahora debe mantenerse unida, articular un debate, coordinarse a nivel nacional e internacional. Ante el conjunto de la clase debe hacerse visible una postura que recoja sus necesidades y aspiraciones más profundas: frente al engaño democrático, la perspectiva que se encierra tras el lema “Todo el poder a las asambleas”; frente a las reivindicaciones de “reforma democrática”, la lucha consecuente contra los recortes sociales; ante las ilusorias “reformas” del capitalismo, la lucha tenaz y perseverante en la perspectiva de destrucción del capitalismo.
Lo importante es que en este medio se desarrolle un debate y un combate. Un debate sobre las numerosas cuestiones que se han planteado en el último mes: ¿Reforma o revolución? ¿Democracia o asambleas? ¿Movimiento ciudadano o movimiento de clase? ¿Reivindicaciones democráticas o reivindicaciones contra los recortes sociales? ¿Pacifismo ciudadano o violencia de clase? ¿Apoliticismo o política de clase? ¿Huelga general o huelgas masivas? ¿Sindicatos o asambleas?, etcétera. Un combate para impulsar la auto-organización y la lucha independiente, pero sobre todo para saber captar y superar las numerosas trampas que nos van a ser tendidas.
C. Mir (01-07-11)
[1]) Ver en la Revista Internacional nº 144: “Francia, Gran Bretaña, Túnez – El porvenir es que la clase obrera desarrolle internacionalmente sus luchas y sea dueña de ellas”, /revista-internacional/201102/3054/francia-gran-bretana-tunez-el-porvenir-es-que-la-clase-obrera-desa
[2]) Un responsable de Cáritas española, ONG eclesiástica ocupada de la pobreza, señalaba “Hablamos ya de más de 8 millones de personas en proceso de exclusión y otros 10 millones bajo el umbral de pobreza”, fuente: https://www.burbuja.info/inmobiliaria/index.php?threads/230828/
¡18 millones equivalen a UN TERCIO de la población española! Evidentemente, esto no es una peculiaridad española, en un año el nivel de vida de los griegos ha retrocedido en un 8 %.
[3]) Hablaremos de ella en el siguiente apartado: “las Asambleas, una primera ojeada al porvenir”.
[4]) Ver /cci-online/201106/3128/comunicado-de-lxs-detenidxs-en-la-manifestacion-del-15-de-mayo-de-2011 y, en francés: https://fr.internationalism.org/icconline/2011/dossier_special_indignes/communique_sur_les_methodes_policieres_redige_par_des_personnes_arretees.html
[5]) Dos eslóganes muy repetidos eran “¡PSOE-PP, la misma mierda es!” o “¡Con rosas y gaviotas nos toman por idiotas!”, la rosa es el símbolo del PSOE y la gaviota el del PP.
[6]) Para hacerse una idea de este movimiento y de sus métodos se puede consultar nuestro artículo “Movimiento Ciudadano Democracia Real Ya, la dictadura del Estado contra las asambleas masivas”, /cci-online/201106/3118/movimiento-ciudadano-democracia-real-ya-dictadura-del-estado-contra-las-asamb, traducido igualmente a varios idiomas.
[7]) Esta cita de Rosa Luxemburgo en Huelga de masas, partido y sindicatos, referido a la gran huelga del sur de Rusia en 1903, viene como anillo al dedo al ambiente existente en las asambleas, un siglo después.
[8]) Ver Carta Abierta a las Asambleas,
[9]) Ver Capítulo I, “Feuerbach. Contraposición entre la concepción materialista y la idealista”, “Introducción”. Apartado C, “El Comunismo. Producción de la forma misma de intercambio”, página 82, edición española.
[10]) Ver /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo.
[11]) Tesis sobre el movimiento de los estudiantes en Francia, Revista Internacional no 125,
[12]) A nuestro juicio, la causa fundamental de esas dificultades reside en los acontecimientos de 1989 que barrieron los regímenes del Este falsamente identificados como “socialistas” y que permitieron a la burguesía una campaña arrolladora sobre la “caída del comunismo”, el “fin de la lucha de clases”, el “fracaso del marxismo” etc., que afectaron duramente a varias generaciones obreras. Ver “Dificultades creciente para el proletariado”, Revista Internacional no 60.
[13]) Recordemos cómo en Francia, entre febrero y junio de 1848, se da igualmente esa “gran fiesta de todas las clases sociales” lo que se romperá con los enfrentamientos de junio, donde el proletariado se batirá con las armas en la mano contra el Gobierno Provisional. Igualmente, en la Revolución Rusa de 1917, de febrero a abril reina el mismo ambiente de todos unidos bajo la “democracia revolucionaria”.
[14]) Salvo la extrema derecha, quien llevada por su irrefrenable odio anti-proletario expresaba en voz alta lo que las demás fracciones burguesas se guardaban para la intimidad de sus despachos.
[15]) Posibilidad de que los ciudadanos recogiendo un cierto número de firmas puedan plantear leyes y reformas al parlamento.
[16]) La democracia se basa en la pasividad y la atomización de la inmensa mayoría reducida a una suma de individuos que cuanto más soberanos creen ser sobre su propio Yo más indefensos y vulnerables resultan. En cambio, las asambleas parten del postulado opuesto: los individuos son fuertes porque se apoyan sobre la “riqueza de sus lazos sociales” (Marx), al integrarse y ser parte activa de un vasto cuerpo colectivo.
[17]) ¡Lo que permite introducir la idea de que existiría una represión “proporcionada”!
[18]) Pide que si se detecta un “violento” o un “sospechoso de ser violento” –sic–, se le rodee y se le critique públicamente su “comportamiento”.
[19]) Su origen más remoto son las reuniones de distrito en la Comuna de París, pero es con el movimiento revolucionario en Rusia 1905 cuando se afirman y desde entonces todo gran movimiento de clase las verá nacer bajo diferentes formas y nombres: Rusia 1917, Alemania 1918, Hungría 1919 y 1956, Polonia 1980... En España hubo en Vigo 1972 una Asamblea General de Ciudad que se repitió en Pamplona 1973 y Vitoria 1976, para reaparecer de nuevo en Vigo en 2006. Hemos escrito diferentes artículos sobre el origen de las asambleas obreras. Ver en particular la serie “¿Qué son los Consejos Obreros?” cuyo primer artículo está publicado en la Revista Internacional no 140.
/revista-internacional/201002/2769/que-son-los-consejos-obreros-i
[20]) Además, en Cádiz la Asamblea General organiza un debate sobre la precariedad con fuerte asistencia. En Cáceres se denuncia la desinformación sobre el movimiento en Grecia, en Almería se organiza para el 15 de junio una reunión sobre “la situación del movimiento obrero”.
[21]) Estas son un arma de doble filo: contienen como puntos favorables, la extensión del debate masivo a capas más profundas de la población trabajadora y la posibilidad –como ya ha empezado a darse– de impulsar Asambleas Contra el Paro y la Precariedad, rompiendo la atomización y el sentimiento de vergüenza que domina a muchos trabajadores desempleados y también con la situación de total indefensión en la que se encuentran los trabajadores precarios de los pequeños negocios. Pero simultáneamente sirven para dispersar el movimiento, hacerle perder las preocupaciones globales y encerrarlo en dinámicas ciudadanas dado que el barrio –entidad donde conviven obreros con pequeña burguesía, empresarios etc.– da más cancha a semejante planteamiento.
[22]) Ver entre otros, “Un protocolo anti-violencia” en esparevol.forumotion.net/t317-a-proposito-de-un-protocolo-anti-violencia#487.
[23]) En la Coordinadora de Asambleas de Barrios y Pueblos del Sur de Madrid hay fundamentalmente asambleas de trabajadores de diversos sectores aunque igualmente participan pequeños sindicatos radicalizados. Ver https://asambleaautonomazonasur.blogspot.com/
[24]) La privatización de servicios públicos y cajas de ahorro es una respuesta del capitalismo a la agravación de la crisis y, más concretamente, a que los Estados, cada vez más endeudados, se ven obligados a reducir los gastos recurriendo para ello a degradar servicios esenciales de manera insoportable. Sin embargo, es importante comprender que la alternativa a las privatizaciones no es el mantenimiento de esos servicios bajo titularidad estatal. En primer lugar, porque los servicios “privatizados” siguen controlados orgánicamente por instituciones estatales que subcontratan los servicios a empresas privadas. Y en segundo lugar porque el Estado y la propiedad estatal no tienen nada de “social” o de “bienestar ciudadano”. El Estado es el órgano exclusivo y excluyente en manos de la clase dominante, y la propiedad estatal se basa en la explotación asalariada. Esta problemática ha empezado a plantearse en ciertos medios obreros. Por ejemplo, en una reunión en Valencia contra el paro y la precariedad. Ver kaosenlared.net/noticia/cronica-libre-reunion-contra-paro-precariedad.
[25]) ERE: Expediente de Regulación de Empleo, procedimiento legal para despedir trabajadores temporal o definitivamente.
[27]) Ver “Huelga del metal en Vigo: los métodos proletarios de lucha”, /content/910/huelga-del-metal-de-vigo-los-metodos-proletarios-de-lucha y “Vigo, los métodos sindicales conducen a la derrota”, https://es.internationalism.org/node/2585.
[28]) Lo que no significa subestimar los graves obstáculos que la naturaleza intrínseca del capitalismo, basada en la competencia a muerte y la desconfianza de todos sobre todos, opone a ese proceso de unificación. Éste solamente podrá realizarse al precio de enormes y complicados esfuerzos basándose en la lucha unitaria y masiva de la clase obrera, una clase que al ser la productora colectiva y asociada de las principales riquezas sociales, lleva en su seno la reconstrucción del ser social de la humanidad.
[29]) Ver la serie “Mayo 68 y la perspectiva revolucionaria”, primera parte publicada en la Revista Internacional no 133, /revista-internacional/200806/2281/mayo-del-68-y-la-perspectiva-revolucionaria-1a-parte-el-movimiento.
[30]) Ver “Las revueltas de la juventud en Grecia confirman el desarrollo de la lucha de clases”,
[31]) La censura sobre lo que ocurre en Grecia a nivel de movimientos masivos es total, lo que nos impide hacer un análisis.
[32]) Datos recogidos de Kaosenlared, https://kaosenlared.net/
[33]) Revista Internacional nº 20, “Acerca de la intervención de los revolucionarios, respuesta nuestros censores”,
[34]) Ver en nuestra prensa los diferentes artículos que puntualizan cada uno de esos momentos.
[35]) Esto no era una insistencia específica de la CCI, una consigna bastante popular decía “Ser realista es ser anti-capitalista”, una pancarta rezaba “El sistema es inhumano seamos anti-sistema”.