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Publicamos la cuarta y última parte del Manifiesto (las tres precedentes están publicadas en los números anteriores de esta Revista Internacional). Esta trata particularmente dos cuestiones: una es la organización de los obreros en consejos para la toma del poder y transformar la sociedad, y la otra el carácter de la política de oposición al Partido Bolchevique por parte de otros grupos constituidos en fracción contra su degeneración.
El Manifiesto distingue claramente al proletariado organizado en consejos de las capas no explotadoras de la sociedad que arrastra tras él: "¿En donde nacieron los consejos? En los talleres y las fábricas (...) Los consejos obreros se afirman en 1917 como guías de la revolución, no sólo en substancia sino también formalmente: soldados, campesinos, cosacos se subordinan a la forma organizativa del proletariado." Una vez acabada la guerra civil contra la reacción blanca internacional, el Manifiesto sigue otorgando al proletariado, organizado sobre sus propias bases, el papel de transformador de la sociedad. En ese marco, otorga una importancia de primer orden a la organización autónoma de la clase obrera, considerablemente debilitada durante los años de la guerra civil, hasta tal punto de que: "no se ha de hablar de mejorar a los soviets, sino de reorganizarlos. Organizar los consejos en todas las fábricas y empresas nacionalizadas para llevar a cabo una nueva tarea inmensa."
El Manifiesto es muy crítico con respecto a la actividad de otros grupos de oposición a la política del Partido Bolchevique, en particular con Verdad Obrera y con otro que no se puede identificar sino por las citas de sus escritos. El Manifiesto denuncia el radicalismo de fachada de las críticas de esos grupos (a los que llama "liberales") al Partido Bolchevique, hasta tal punto que, según él, éste podría retomar esas críticas por cuenta propia, hasta radicalizarlas y utilizarlas como tapadera de su política de asfixia de la libertad de palabra del proletariado (1).
Y, en fin, el artículo recuerda cómo se posiciona el Manifiesto con respecto al Partido Bolchevique, cuyas deficiencias amenazan con transformarlo "en una minoría de detentores del poder y de los recursos económicos del país, que se entenderán entre ellos para erigirse en casta burocrática: ejercer una influencia decisiva sobre la táctica del PCR(b), conquistando la simpatía de amplias masas proletarias, de forma que obligue al partido a abandonar su línea directriz."
La Nueva Política Económica (NEP) y la gestión de la industria([1])
De hecho, la NEP ([2]) ha repartido la economía entre el Estado (los trusts, los sindicatos, etc.) y el capital privado y las cooperativas. Nuestra industria nacionalizada ha tomado el carácter y el aspecto de la industria capitalista privada, en el sentido de que funciona según las necesidades del mercado.
Desde el IXo Congreso del PCR(b), la organización de la gestión de la economía se realiza sin la participación directa de la clase obrera, basándose en nombramientos puramente burocráticos. Los trusts se han formado según el mismo sistema adoptado para la gestión de la economía y la fusión de las empresas. La clase obrera no sabe por qué se nombra a tal o cual director, como tampoco sabe por qué razones una fábrica pertenece a un trust y no al otro. Debido a la política del grupo dirigente del PCR(b), la clase obrera no participa para nada en esas decisiones.
Es evidente que el obrero observa con inquietud lo que está pasando. A menudo se pregunta cómo ha podido ocurrir. Suele recordar el momento en que nació el Consejo de diputados obreros y cómo se desarrolló en su fábrica. Y se pregunta: ¿Qué habrá pasado para que su soviet, ese soviet que él mismo creó y en el que ni Marx, ni Engels, ni Lenin ni ningún otro habían pensado, qué habrá pasado para que se esté muriendo? Inquietantes ideas lo acosan... Todos los obreros se acuerdan de cómo se organizaron los consejos de diputados obreros.
En 1905, cuando aún nadie en el país hablaba de consejos obreros y que, en los libros, sólo se trataba de partidos, de asociaciones y de ligas, la clase obrera rusa realizó los soviets en las fábricas.
¿Cómo se organizaron esos consejos? En el momento de apogeo de la oleada revolucionaria, cada taller de la fábrica eligió a un diputado para presentar las reivindicaciones a la administración y al gobierno. Para coordinar las reivindicaciones, esos diputados de los talleres se reunieron en consejos y así constituyeron el Consejo de diputados.
¿Dónde nacieron los consejos? En los talleres y las fábricas. Los obreros de las fábricas y de las empresas, sean cuales fueran su sexo, religión, etnia, convicción u oficio, se unen en una organización, forman una voluntad. El Consejo de diputados obreros es, por lo tanto, la organización de los obreros de las fábricas de producción.
Así reaparecieron los consejos en 1917. Así están descritos por el programa del PCR(b): "El distrito electoral y núcleo principal del Estado es la unidad de producción (el taller, la fábrica) y ya no el distrito" (Programa del PCR(b)). Incluso tras la toma del poder, los consejos mantuvieron ese principio según el cual su base es el lugar de producción, y éste fue su signo distintivo con respecto a cualquier otra forma de poder estatal, su ventaja, puesto que una organización del Estado así, acerca el aparato estatal a las masas proletarias.
Los consejos de diputados obreros de todas las fábricas y talleres se reúnen en asambleas generales y forman consejos de diputados obreros de las ciudades, dirigidos por su Comité Ejecutivo (CE). Los congresos de los Consejos de gobierno y de las regiones forman Comités Ejecutivos de los consejos gubernamentales y regionales. Y, en fin, todos los consejos de diputados de las fábricas eligen a sus mandatarios para al Congreso Panruso de los Consejos, formando una organización panrusa de los consejos de diputados obreros, siendo su órgano permanente el Comité Ejecutivo panruso de los consejos de diputados obreros.
Desde los primeros días de la Revolución de Febrero, las necesidades impuestas por la guerra civil exigieron el compromiso de las fuerzas armadas en el movimiento revolucionario, por medio de la organización de consejos de diputados de soldados. Las necesidades de la revolución dictaban entonces la unión, y así se hizo. Y así se formaron consejos de diputados obreros y soldados.
En cuanto los consejos tomaron el poder, atrajeron a su lado al campesinado representado por consejos de diputados campesinos, y también a los cosacos. Así fue organizado el Comité Ejecutivo Central Panruso (CECP) de los consejos de diputados obreros, campesinos, soldados y cosacos.
Los consejos obreros se presentan en 1917 como los guías de la revolución, no sólo en su sustancia sino también formalmente: soldados, campesinos y cosacos se subordinan a la forma organizativa del proletariado.
Cuando los consejos tomaron el poder, se puso en evidencia que iban a estar obligados, y particularmente los de diputados obreros, a ocuparse casi totalmente de la lucha política contra los antiguos esclavistas rebeldes, fuertemente apoyados por "las fracciones burguesas con fraseología socialista oscura". Y los consejos se encargaron del aplastamiento de la resistencia de los explotadores hasta finales de 1920.
Mientras tanto, los consejos iban perdiendo su carácter vinculado a la producción y ya en 1920, el IXo Congreso del PCR(b) decretó la unidad de dirección de las fábricas y de las empresas. Según Lenin, fue porque lo único que se había hecho bien era el Ejército Rojo con una dirección única.
¿Y dónde están ahora los consejos de diputados obreros de las fábricas y de los talleres? Ya no existen y hasta se olvidaron (a pesar de que se siga hablando del poder de los consejos). No, ya no existen y nuestros consejos son hoy similares a los ayuntamientos o a los zemstvos ([3]) (eso sí, con un letrero en la puerta para avisar: "¡aquí hay un león, no un perro!").
Cualquier obrero sabe que los consejos de diputados habían organizado una lucha política para la conquista del poder. Luego de la toma del poder aplastaron la resistencia de los explotadores. La guerra civil que emprendieron los explotadores contra el proletariado en el poder, apoyados por los socialistas-revolucionarios y los mencheviques, fue tan áspera e intensa que toda la clase obrera tuvo que movilizarse a fondo; por ello los obreros se apartaron tanto de los problemas del poder de los soviets como de los problemas de la producción por los que habían combatido hasta entonces. Pensaban: gestionaremos más tarde la producción, primero hemos de arrancarla a los explotadores rebeldes. Y tenían razón.
Y la resistencia de los explotadores fue aniquilada a finales de 1920. Cubierto de heridas, desangrado, sufriendo hambre y frío, el proletariado va por fin a disfrutar del fruto de sus victorias. Ha retomado la producción. Y ante él se impone una nueva e inmensa tarea, la organización de esa producción, la organización de la economía del país. Es necesario producir el máximo de bienes materiales para demostrar las ventajas de ese mundo proletario.
El destino de todas las conquistas del proletariado está estrechamente ligado a su capacidad de apoderarse de la producción y organizarla.
"La producción es el objetivo de la sociedad y por ello los que la dirigen han gobernado y seguirán gobernando la sociedad."
Si el proletariado no logra tomar las riendas de la producción y ejercer su influencia sobre toda la masa pequeñoburguesa de los campesinos, artesanos e intelectuales corporativistas, todo se habrá vuelto a perder. Los ríos de lágrimas y de sangre, los montones de cadáveres, los sufrimientos indecibles del proletariado sólo servirán de abono al terreno donde se restaurará el capitalismo, donde de nuevo se levantará el mundo de la explotación, de opresión del hombre por sus semejantes; si el proletariado no recupera la producción, no conquista al elemento pequeñoburgués personificado en el campesino y el artesano, no cambiará la base material de la producción.
Los consejos de diputados obreros que antes forjaban una voluntad del proletariado en su lucha para conquistar el poder triunfaron sobre el frente de la guerra civil, en el frente político, pero su triunfo los debilitó tanto que ya no se ha de hablar de una mejora de los soviets, sino de su reorganización.
Organizar los consejos en todas las fábricas y empresas nacionalizadas para llevar a cabo una nueva tarea inmensa, crear ese mundo de felicidad por el que tanta sangre fue derramada.
El proletariado está debilitado. La base de su fuerza (la gran industria) está en un estado lamentable; pero cuanto más débiles sean sus fuerzas, más ha de mostrar el proletariado su unidad, cohesión, organización. El consejo de diputados obreros es una forma de organización que demostró su fuerza milagrosa y derrotó no sólo a los enemigos y adversarios del proletariado en Rusia, sino que también hizo temblar la dominación de los opresores en el mundo entero, siendo la revolución socialista una amenaza para toda la sociedad de opresión capitalista.
Si los nuevos soviets, se alzan a la cumbre dirigente de la producción, de la gestión de las fábricas, no solo serán capaces de llamar a las masas más amplias de proletarios y semiproletarios a resolver los problemas que se les plantean, sino que también utilizarán directamente en la producción todo el aparato estatal, no en palabras sino en actos. Cuando, a continuación, el proletariado haya organizado para la gestión de las empresas y las industrias a los soviets como células fundamentales del poder estatal, no podrá permanecer inactivo: pasará entonces a la organización de los trusts, de los sindicatos y de los órganos directores centrales, incluidos los famosos soviets supremos para la economía popular, y dará un nuevo contenido al trabajo del Comité Ejecutivo Central Panruso. Los soviets designarán a todos los miembros del CECP tomándolos de los soviets que combatieron en los frentes de la guerra civil, poniéndolos al frente de la economía del trabajo. Naturalmente, todos los burócratas, todos los economistas que consideran ser los salvadores del proletariado (del que sobre todo temen la palabra y la opinión), así como todos esos que ocupan mullidas poltronas en organismos diversos, pondrán el grito en el cielo. Afirmarán que eso significa el hundimiento de la producción, la bancarrota de la revolución social, porque muchos saben muy bien que no deben sus puestos a sus capacidades, sino a la protección, a los amigos, a las "buenas relaciones", y no a la confianza del proletariado en nombre del cual administran. Por lo demás, le temen más al proletariado que a los especialistas, a los nuevos dirigentes de empresa y a los Slastchovs.
La comedia panrusa con sus directores rojos está orquestada para llevar al proletariado a aceptar la gestión burocrática de la economía y a bendecir a la burocracia; es una comedia también porque los nombres de los directores de trusts, protegidos, nunca se publican en la prensa a pesar de su ardiente deseo de publicidad. Todos nuestros intentos para desenmascarar a un provocador que hasta hace poco recibía de la policía zarista 80 rublos -el sueldo más alto para ese tipo de faena- y que hoy dirige el trust del caucho, han tropezado con una resistencia insuperable. Hablamos del provocador zarista Lechava-Murat (hermano del Comisario del pueblo para el comercio interior -ndlr). Esto nos esclarece lo suficiente sobre el carácter del grupo que imaginó la campaña a favor de los directores rojos.
El Comité Ejecutivo Central Panruso de los Soviets, elegido por un año y que se reúne en conferencias periódicas, es el fermento de la podredumbre parlamentaria. Y se dice: camaradas, si se asiste, por ejemplo, a una reunión en la que los camaradas Trotski, Zinóviev, Kaménev, Bujarin hablan durante dos horas de la situación económica, ¿qué hacer sino abstenerse y aprobar rápidamente la resolución propuesta por el ponente? En realidad, el Comité Central Panruso no se ocupa de la economía, escucha de cuando en cuando alguna ponencia sobre el tema y luego se disuelve y cada cual se va por su lado. ¡Hasta ha ocurrido ese hecho sorprendente de que un proyecto presentado por los Comisarios del Pueblo sea aprobado sin ni siquiera haber sido leído previamente!. ¿Para qué leerlo previamente? Por lo visto, parece evidente que un cualquiera no puede tener más instrucción que el camarada Kurski... (Comisario de la Justicia). Se ha transformado el Comité Ejecutivo Panruso en instrumento para ratificar actos. ¿Y su presidente? Él es, dicho sea con permiso, el órgano supremo; pero debido a las tareas que se imponen al proletariado, se ocupa de fruslerías. A nuestro parecer, por el contrario, el CECP de los soviets debería más que cualquiera estar ligado a las masas, y ese órgano supremo legislativo debería decidir todo lo que toca a las cuestiones más importantes de nuestra economía.
Nuestro Consejo de los Comisarios del Pueblo es, según su propio jefe, el camarada Lenin, un verdadero aparato burocrático. Pero ve las raíces del mal en el hecho de que la gente que participa en la Inspección Obrera y Campesina está corrompida, de modo que propone, por lo tanto, cambiar los hombres que ocupan los puestos dirigentes, y después todo irá mejor. El artículo del camarada Lenin del 15 de enero de 1923 publicado en La Pravda es un perfecto ejemplo de "politiqueo". Los mejores entre los camaradas dirigentes enfrentan en realidad esa cuestión como burócratas, pues para ellos el mal es que sea Tsiuriupa (Rinz) y no Soltz (Kunz) quien preside la Inspección Obrera y Campesina. Esto nos recuerda un refrán: "nadie llega a ser músico por obligación". Están corrompidos a causa de la influencia del medio. Es el medio el que les ha hecho burócratas. Que se cambie el medio y esa gente trabajará bien.
El Consejo de los Comisarios del Pueblo está organizado como el Consejo de ministros de cualquier país burgués y tiene todos sus defectos. Hay que dejar de ir remendando todas las medidas sospechosas que toma y liquidarlo, guardando únicamente la Presidencia del CECP con sus diferentes departamentos, como se hace en los gobiernos, distritos o municipios. Transformar el CECP en órgano permanente con comisiones permanentes que se ocuparán de cuestiones diversas. Pero para que no se transforme en institución burocrática, se ha de cambiar el contenido de su trabajo y eso no será posible mas que cuando su base ("el núcleo principal del poder estatal"), los Consejos de Diputados Obreros, sean restablecidos en todas las fábricas y empresas, en donde los trusts, los sindicatos, las direcciones de las fábricas estarán reorganizados, basándose en la democracia proletaria, por los congresos de los consejos, desde el distrito hasta el CECP. Entonces ya no necesitaremos palabrerías sobre la lucha contra el burocratismo y los pleitos. Ya sabemos que los peores burócratas son los que más critican la burocracia.
Reorganizando de esta forma los órganos dirigentes, introduciendo en ellos los elementos realmente ajenos al burocratismo (y eso ira de por sí), resolveremos efectivamente la cuestión que nos preocupa en las condiciones de la Nueva Política Económica. Entonces, será la clase obrera la que dirigirá la economía y el país, y no un grupo de burócratas que amenaza con transformarse en oligarquía.
En cuanto a la Inspección Obrera y Campesina (la Rabkrin), más vale liquidarla que intentar mejorar su funcionamiento cambiando a sus funcionarios. Los sindicatos (por vía de sus comités) deberán encargarse del control de toda la producción. Nosotros (el Estado proletario) no tenemos por qué temer un control obrero y aquí no hay sitio para objeciones reales, si no es el temor que inspira el proletariado a los burócratas de todo pelaje.
Se ha de entender entonces, por fin, que el controlador ha de ser independiente del controlado; y para lograrlo, los sindicatos han de desempeñar el papel de dicha Rabkrin o del antiguo Control de Estado.
Así los núcleos sindicales locales en las fábricas y los talleres de Estado se transformarían en órganos de control.
Los comités de los gobiernos reunidos en consejos de los sindicatos gubernamentales se volverían órganos de control en los gobiernos y también el Consejo Central Panruso de los Sindicatos tendría una función semejante al centro.
Los consejos dirigen, los sindicatos controlan, ésta es la esencia de las relaciones entre ambas organizaciones en el Estado proletario.
En las empresas privadas (gestionadas por arrendamiento o por concesión), los comités sindicales desempeñan el papel de control estatal, vigilan el respeto de las leyes del trabajo, del cumplimiento de los compromisos del administrador, del concesionario, etc., hacia el Estado proletario.
Unas palabras sobre dos grupos
Dos documentos que tenemos ante nuestros ojos, uno firmado por un grupo clandestino El Grupo Central La Verdad Obrera, el otro no tiene firma, son la expresión deslumbrante de nuestros malos días políticos.
Ni siquiera las inocentes diversiones literarias que siempre se permitió una parte liberal del PCR(b) (el supuesto Centralismo Democrático) pueden ya publicarse en nuestra prensa. Semejantes documentos, desprovistos de fundamentos teóricos y prácticos, de tipo liquidador como el llamamiento del grupo La Verdad Obrera, no tendrían la menor influencia en el medio obrero si fueran publicados legalmente, pero al ser prohibidos pueden atraer simpatías no sólo por parte del proletariado, sino también por la de los comunistas.
El documento, sin firma, sin duda realizado por los liberales del PCR, constata con razón:
- el burocratismo del aparato de los consejos y del partido;
- la degeneración de los efectivos del partido;
- la ruptura entre las élites y las masas, la clase obrera, los militantes de base del partido;
- la diferenciación material entre los miembros del partido;
- la existencia del nepotismo.
¿Cómo luchar contra todo ello? Pues miren ustedes, es necesario:
- reflexionar sobre problemas teóricos en un marco estrictamente proletario y comunista.
- asegurar, en el mismo marco, una unidad ideológica y una educación de clase a los elementos sanos y avanzados del partido.
- luchar en el partido, como una condición principal de su saneamiento interior, por la abolición de la dictadura y la puesta en práctica de la libertad de discusión.
- luchar en el partido a favor de condiciones para el desarrollo de los consejos y del partido, lo que facilitaría la eliminación de las fuerzas y de la influencia pequeñoburguesas y reforzaría la fuerza y la influencia de un núcleo comunista.
Esas son las principales ideas de esos liberales.
Pero ¿quién del grupo dirigente del partido se opondría a estas propuestas? Nadie. Es más, ese grupo dirigente es campeón en ese tipo de demagogia.
Los liberales siempre han estado al servicio del grupo dirigente del partido desempeñando, precisamente, el papel de opositores "radicales" y engañando a la clase obrera así como a muchos comunistas que tienen realmente muchas razones para estar descontentos. Y ese descontento es tan grande que los burócratas del partido y de los consejos necesitan inventar una oposición para canalizarlo. Pero no tienen por qué cansarse en hacerlo, ya que los liberales siempre les ayudan con la grandilocuencia que les caracteriza, contestando a preguntas concretas con frases generales.
¿Quién, entre el personal actual del CC, protestará contra este punto, el más radical?: "Luchar en el partido a favor de tales condiciones para el desarrollo de los consejos y del partido, lo que facilitaría la eliminación de las fuerzas y de la influencia pequeñoburguesas y reforzaría la fuerza y la influencia de un núcleo comunista."
No sólo no protestarán, sino que lo formularán con más vigor todavía. Lean el último artículo de Lenin y verán que dice "cosas muy radicales" (desde el punto de vista de los liberales): excepto la Comisaría de Asuntos Exteriores, nuestro aparato de Estado es, por excelencia, un resto del pasado que no ha sufrido ninguna modificación seria. Luego les tiende la mano a los liberales, prometiendo hacerlos entrar en los CC y Comisiones Centrales de Control (CCC) ampliadas -y eso es lo que quieren. Es evidente que en cuanto estén en el CC la paz se universalizará. Perorando sobre la libertad de discusión en el partido, sólo se olvidan de un detallito, el proletariado. Porque sin libertad de palabra otorgada al proletariado, no ha habido ni habrá libertad de palabra en el partido. Sería singular que exista una libertad de opinión en el partido y que ésta se le prohíba a la clase cuyos intereses representa. En lugar de proclamar la necesidad de realizar las bases de la democracia proletaria según el programa del partido, cotorrean sobre la libertad para los comunistas más avanzados. Y no cabe duda de que los más avanzados son Saprónov, Maximovski y compañía, y si Zinóviev, Kaménev, Stalin y Lenin se consideran a sí mismos como los más avanzados, entonces se pondrán de acuerdo en que todos son "los mejores", aumentarán los efectivos del CC y de la CCC y todo irá viento en popa.
Nuestros liberales lo son a más no poder y lo que piden no va más allá que la libertad de asociación. Pero ¿por qué? ¿Qué nos quieren decir y explicar? ¿Sólo lo que han escrito en dos cortas páginas? ¡Enhorabuena! Pero si ustedes fingen ser inocentes oprimidos, perseguidos políticos, engañarán entonces a quienes quieran dejarse engañar.
Las conclusiones de esas tesis son totalmente "radicales", y hasta "revolucionarias": los autores quisieran que el XIIo Congreso haga salir del CC a uno o a dos (¡qué audacia!) de los funcionarios que han contribuido en la caída de los efectivos del partido, al desarrollo de la burocracia aún escondiendo sus proyectos con bellas frases (Zinóviev, Stalin, Kaménev).
¡Qué elegantes! En cuanto Stalin, Zinóviev, Kaménev dejen su sitio en el CC a Maximovski, Sapronov y Obolenski, todo irá bien, todo irá de lo mejor. Repetimos que no tienen ustedes nada que temer, camaradas liberales: entrarán en el CC en el XIIo Congreso y, lo que es esencial para ustedes, ni Zinóviev, ni Stalin, ni Kaménev lo impedirán. ¡Buena suerte!
Según sus propias palabras, el grupo La Verdad Obrera está compuesto por comunistas.
Como todos los proletarios a quienes se dirigen, nosotros lo creeríamos con mucho gusto, pero el problema está en que son comunistas de un tipo particular. Según ellos, el significado positivo de la Revolución Rusa de Octubre consiste en haber abierto perspectivas grandiosas de transformación rápida de un país como Rusia en capitalismo avanzado. Esa es sin duda una inmensa conquista de la Revolución de Octubre, como pretende ese grupo.
Pero ¿qué significa? Es ni más ni menos un llamamiento a volver hacia atrás, al capitalismo, renunciando a las consignas socialistas de la Revolución de Octubre. No es consolidar las posiciones del socialismo, las del proletariado como clase dirigente, sino debilitarlas no dejando a la clase obrera más que la lucha por "la plata".
En consecuencia, el grupo pretende que las relaciones capitalistas normales ya están restauradas. Aconseja entonces a la clase obrera deshacerse de sus "ilusiones comunistas", invitándola a luchar contra el "monopolio" del derecho de voto de los trabajadores, lo que significa que deben renunciar a él. Pero, señores comunistas, permítannos preguntar ¿a favor de quién?
Estos señores no son lo suficientemente estúpidos para decir abiertamente que es a favor de la burguesía. ¿Qué confianza tendrían entonces los proletarios en ellos? Los obreros entenderían inmediatamente que se trata del mismo refrán que se oyó en boca de los mencheviques, SR y CR ([4]), por mucho que no sean los objetivos del grupo. De modo que no dejan que se descubra su secreto, pues pretenden querer luchar contra la "arbitrariedad administrativa", aunque sea "con reservas": "mientras sea posible en ausencia de instituciones administrativas elegidas". El que los trabajadores rusos elijan a sus consejos y a su CE, eso no son elecciones, porque, ya ve usted, las verdaderas elecciones han de hacerse con la participación de la burguesía y de los comunistas de La Verdad Obrera, y no con la de los trabajadores. ¡Pues vaya "comunistas", vaya "revolucionarios"! ¿Por qué, estimados "comunistas", se quedan a mitad del camino y no explican que se trata del derecho de voto general, para todos, directo y secreto propio de las relaciones capitalistas normales, lo que sería una verdadera democracia burguesa? ¿O quieren pescar en aguas revueltas?
Señores "comunistas", ¿quieren disimular sus proyectos reaccionarios y contrarrevolucionarios repitiendo sin parar la palabra "revolución"? Estos seis años pasados, la clase obrera de Rusia ya ha visto demasiados ultrarrevolucionarios para comprender que la intención de ustedes es engañarla. Lo único que les puede permitir ganar es la ausencia de una democracia proletaria, el silencio impuesto a la clase obrera.
Dejamos de lado otras declaraciones demagógicas de ese grupo, apuntando solamente que el modo de pensar de esa "Verdad Obrera" no es otro que el de A. Bogdanov.
El Partido
No cabe duda de que, aun ahora, el PCR(b) es el único partido que representa los intereses del proletariado y de la población laboriosa rusa, y a su lado siguen estando esos intereses. No hay otro. El programa y los estatutos del partido son la expresión más elevada de un pensamiento comunista. A partir del momento en que el PCR(b) organizó al proletariado para la insurrección y la toma del poder, se volvió un partido de gobierno y fue, durante la dura guerra civil, la única fuerza capaz de enfrentarse a los vestigios del régimen absolutista y agrario, a los socialistas-revolucionarios y mencheviques. Durante esos tres años de guerra, los órganos dirigentes del partido asimilaron métodos de trabajo adaptados a una terrible guerra civil que ahora extienden a una nueva fase de la revolución social en la que el proletariado plantea reivindicaciones totalmente diferentes.
De esa contradicción fundamental se desprenden todas las deficiencias del partido y del mecanismo de los soviets. Son tan importantes esas deficiencias que amenazan con anular toda la útil y buena labor realizada por el PCR(b) hasta ahora. Y lo que es peor todavía, amenazan con destruir ese partido como partido de vanguardia del ejército proletario internacional; amenazan -debido a las relaciones actuales con la NEP- con transformar el partido en una minoría de detentadores del poder y de los recursos económicos del país, que se entenderán entre ellos para erigirse en casta burocrática.
Sólo el propio proletariado puede arreglar esos defectos de su partido. Por débil que sea y a pesar de que sus condiciones de existencia sean difíciles, tendrá sin embargo la fuerza de reparar su barco naufragado (su partido) y alcanzar por fin la tierra prometida.
Ya no se puede defender hoy que sea realmente necesario para el partido seguir aplicando el régimen interno que valía en tiempos de la guerra civil. Por ello, para defender las metas del partido, hemos de esforzarnos por utilizar -aunque de mala gana- métodos que no son los del partido.
En la situación actual, es objetivamente indispensable organizar un Grupo Obrero Comunista que no esté orgánicamente ligado al PCR(b), pero que reconozca totalmente su programa y sus estatutos. Un grupo así está desarrollándose a pesar de la oposición obstinada del partido dominante, de la burocracia de los soviets y de los sindicatos. La tarea de ese grupo será la de ejercer una influencia decisiva sobre la táctica del PCR(b), conquistando la simpatía de las amplias masas proletarias, de forma que obliguen al partido a abandonar su línea directriz.
Conclusiones
1. El movimiento del proletariado de todos los países, en particular el de los países de capitalismo avanzado, ha alcanzado la fase de la lucha para abolir la explotación y la opresión, la lucha de clases por el socialismo.
El capitalismo amenaza con hundir a la humanidad en la barbarie. La clase obrera ha de cumplir con su misión histórica y salvar a la especie humana.
2. La historia de la lucha de clases demuestra explícitamente que en situaciones históricas diferentes, las mismas clases predicaron tanto la guerra civil como la paz civil. Las propagandas de la guerra civil y de la paz civil por la misma clase fueron o revolucionarias y humanas o contrarrevolucionarias y estrictamente egoístas, defendiendo los intereses de una clase concreta contra los intereses de la sociedad, de la nación, de la humanidad.
Sólo el proletariado es siempre revolucionario y humano, tanto cuando preconiza la guerra civil como cuando lo hace por la paz civil.
3. La Revolución Rusa nos da ejemplos impresionantes de cómo clases diferentes se transformaron de partidarias de la guerra civil en partidarias de la paz civil, y a la inversa.
La historia de la lucha de clases en general y la de los 20 años pasados en Rusia en particular, nos muestra que las clases dirigentes actuales, que predican la paz civil, predicarán la guerra civil despiadada y sangrienta en cuanto el proletariado tome el poder; lo mismo se puede decir de las "fracciones burguesas con fraseología socialista oscura", de los partidos de la IIa Internacional y los de la Internacional 2 ½.
En todos los países de capitalismo avanzado, el partido del proletariado debe, con toda su fuerza y su vigor, preconizar la guerra civil contra la burguesía y sus cómplices, y la paz civil allí donde triunfe el proletariado.
4. En las condiciones actuales, la lucha por los salarios y por la disminución de la jornada laboral mediante huelgas, mediante el parlamento, etc., ha perdido su dimensión revolucionaria antigua y no sirve sino para debilitar al proletariado, desviándolo de su tarea principal, alimentando sus ilusiones sobre la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida en la sociedad capitalista. Se ha de apoyar a los huelguistas, ir al parlamento, no para preconizar la lucha por los salarios, sino para organizar las fuerzas proletarias para el combate decisivo y final contra el mundo de la opresión.
5. La discusión al estilo militar sobre un "frente unido" (pues así se discuten todos los problemas en Rusia) y la extraña resolución que se le ha dado, no han permitido, hasta ahora, abordar el problema de forma seria, porque en semejante contexto es totalmente imposible criticar lo que sea.
La referencia a la experiencia de la Revolución Rusa no sirve más que para convencer a los ignorantes. Esta experiencia no confirma nada, mientras permanezca como algo establecido para siempre en los documentos históricos (resoluciones de Congresos, Conferencias, etc.).
La visión dogmática de los problemas de la lucha de clases sustituye a la visión marxista y dialéctica.
La experiencia de una época concreta, sus objetivos y sus tareas, es automáticamente transportada a otra que tiene características propias, lo que inevitablemente conduce a imponer a los partidos comunistas del mundo entero una táctica oportunista de "frente unido". Esa táctica con la IIa Internacional y la Internacional 2 ½ contradice totalmente la experiencia de la Revolución Rusa y el programa del PCR(b). Es una táctica de concordia con enemigos declarados de la clase obrera.
Se ha de formar un frente unido con todas las organizaciones revolucionarias de la clase obrera que estén dispuestas (hoy y no mañana o no se sabe cuándo) a luchar por la dictadura del proletariado, contra la burguesía y sus fracciones.
6. Las tesis del Comité Central de la Internacional Comunista son un disfraz clásico de la táctica oportunista con frases revolucionarias.
7. Ni las tesis, ni las discusiones de los congresos de la Internacional Comunista abordaron nunca la cuestión del frente único en los países que han realizado la revolución socialista y en los que la clase obrera ejerce la dictadura. Esto se debe al papel que desempeña el Partido Comunista Ruso en la Internacional y en la política interna de Rusia. La singularidad de la cuestión del frente único en esos países se debe a que ésta se resuelve de forma diferente según las diferentes fases del proceso revolucionario: durante los periodos de represión de la resistencia de los explotadores y de sus cómplices es válida una solución. En cambio, se impone otra cuando los explotadores ya han sido vencidos y el proletariado ha progresado en la construcción del orden socialista, ya sea con la ayuda de la NEP y con las armas en la mano.
8. La cuestión nacional. Los múltiples nombramientos arbitrarios, la negligencia de la experiencia local, la imposición de tutores y los exilios (también llamados "permutaciones planificadas"), todo ese comportamiento del grupo dirigente del PCR(b) con respecto a los partidos nacionales de los países adheridos a la Unión de las Republicas Socialistas Soviéticas ha agravado, en las masas laboriosas de la mayoría de las pequeñas etnias, las tendencias chovinistas que están penetrando en los partidos comunistas.
Para deshacerse de esas tendencias de una vez por todas, han de realizarse los principios de la democracia proletaria en el terreno de la organización de los partidos comunistas nacionales, dirigidos cada uno por su Comité Central, adhiriéndose a la Tercera Internacional al igual que el PCR(b) y formando una sección autónoma. Para resolver las tareas que les son comunes, los partidos comunistas de los países de la URSS han de convocar su propio congreso periódico que elige un Comité Ejecutivo permanente de los partidos comunistas de la URSS.
9. La NEP es una consecuencia directa del estado de las fuerzas productivas en nuestro país. Se ha de utilizar para mantener las posiciones del proletariado conquistadas en Octubre.
Incluso en el caso de una revolución en un país capitalista avanzado, la NEP sería una fase de la revolución socialista que no se puede evitar. Si la revolución hubiera empezado en un país de capitalismo avanzado, ello hubiera tenido una influencia sobre la duración y el desarrollo de la NEP. En uno de esos países, la necesidad de una Nueva Economía Política, a cierto nivel de la revolución proletaria, dependerá del grado de influencia del modo de producción pequeñoburgués en una industria socializada.
10. La extinción de la NEP en Rusia está ligada a la mecanización rápida del país, a la victoria de los tractores sobre los arados de madera. Sobre esas bases de desarrollo de las fuerzas productivas es como se construye una nueva relación recíproca entre las ciudades y los campos. Contar con la importación de máquinas extranjeras para las necesidades de la economía agrícola no es justo. Es política y económicamente nocivo en la medida en que vincula nuestra economía agrícola al capital extranjero y debilita la industria rusa.
La producción de las máquinas necesarias en Rusia es posible, reforzará la industria y unirá la ciudad al campo de forma orgánica, hará desaparecer la diferencia material e ideológica entre ellas y pronto formará las condiciones que nos permitirán renunciar a la NEP.
11. La Nueva Política Económica contiene amenazas terribles para el proletariado. Gracias a la NEP, la revolución socialista experimenta un examen práctico de su economía, gracias a la NEP podremos quizá demostrar en la práctica las ventajas de las formas socialistas de vida económica con respecto a las formas capitalistas, pero todo eso no quita que debemos mantenernos agarrados a las posiciones socialistas sin transformarnos en una casta oligárquica que se adueñaría de todo el poder económico y político y que, sobre todo, acabaría teniéndole miedo a la clase obrera.
Para que la Nueva Política Económica no se transforme en "Nueva Explotación del Proletariado", éste ha de participar directamente en la resolución de las inmensas tareas que se le plantean en estos momentos, basándose en la democracia proletaria; eso dará a la clase obrera la posibilidad de poner a salvo las conquistas de Octubre de cualquier peligro, venga de donde venga, y modificar radicalmente el régimen interior del partido y sus relaciones con él.
12. La realización del principio de la democracia proletaria ha de corresponder a las tareas fundamentales del momento.
Tras haber resuelto las tareas político-militares (toma del poder y represión de la resistencia de los explotadores), el proletariado ahora ha de resolver la tarea más difícil e importante: la cuestión económica de la transformación de las viejas relaciones capitalistas en nuevas relaciones socialistas. Sólo tras haber cumplido esa tarea puede considerarse victorioso un proletariado, si no, todo habrá sido en vano una vez más, y la sangre y los caídos servirán únicamente de abono a la tierra en la que seguirá elevándose el edificio de la explotación y de la opresión, la dominación burguesa.
Para cumplir con esa tarea, es absolutamente necesario que el proletariado participe realmente en la gestión de la economía. "Quien está en la cumbre de la producción también está en la cumbre de la "sociedad" y del "Estado"".
Es entonces necesario:
- que se creen consejos de delegados obreros en todas las fabricas y empresas;
- que los congresos de los consejos elijan a los dirigentes de los trusts, de los sindicatos y autoridades centrales;
- que se transforme el Ejecutivo Panruso en órgano de gestión de la agricultura y de la industria. Las tareas que se imponen al proletariado deben ser tratadas con el enfoque de la realización de la democracia proletaria. Ésta debe expresarse en un órgano que trabaje de forma asidua e instituya en su seno secciones y comisiones permanentes dispuestas a encarar cualquier problema. En cambio, el Consejo de los Comisarios del Pueblo, que no es sino la copia de cualquier consejo de ministros burgués, debe ser abolido y su trabajo confiado al Comité Ejecutivo Panruso de los Soviets.
También es necesario que la influencia del proletariado sea reforzada en otros planos. Los sindicatos, que han de ser verdaderas organizaciones proletarias de clase, han de constituirse como tales en órganos de control con derecho y medios para ejercer la inspección obrera y campesina. Los comités de fábrica y de empresa han de ejercer ese control en las fábricas y empresas. La secciones dirigentes de los sindicatos, unidas en la Unión dirigente central, han de controlar las direcciones mientras que las direcciones de los sindicatos, reunidas en una Unión central panrusa, han de ser los órganos de control en el centro.
Los sindicatos están cumpliendo hoy una función que no les incumbe en el Estado proletario, lo que obstaculiza su influencia y es contradictoria con su posición en el movimiento internacional.
El que tengan miedo a que los sindicatos asuman ese papel, muestra su miedo al proletariado y le hace perder todo lazo con él.
13. En el plano de la insatisfacción profunda de la clase obrera, varios grupos se han formado que proponen organizar al proletariado. Hay dos corrientes: la plataforma de los liberales de Centralismo Democrático y la de La Voz Obrera, que demuestran la ausencia de claridad política para los unos, y, para los otros, el esfuerzo de unirse con la clase obrera. La clase obrera está buscando una forma de expresar su insatisfacción.
Ambos grupos, a los que se adhieren muy probablemente elementos proletarios honrados, que consideran insatisfactoria la situación actual, se dirigen sin embargo hacia conclusiones erróneas (de tipo menchevique).
14. Persiste en el partido un régimen nocivo con respecto a las relaciones del partido con la clase proletaria y que, de momento, no permite plantear las preguntas que, de una u otra forma, molestan al grupo dirigente del PCR(b). De ahí ha surgido la necesidad de formar el Grupo Obrero del PCR(b) basado en el Programa y los estatutos del PCR(b), para presionar de forma decisiva sobre el propio grupo dirigente del partido.
Llamamos a todos los elementos proletarios auténticos (también a los de Centralismo Democrático, de La Verdad Obrera y de la Oposición Obrera), estén o no dentro del partido, a unirse sobre la base del Manifiesto del Grupo Obrero del PCR(b).
Cuanto más temprano reconozcan la necesidad de organizarse, menores serán las dificultades que tendremos que superar.
¡Adelante, camaradas!
¡La emancipación de los obreros será obra de los obreros mismos!
El Buró Central provisional
del Grupo Obrero del PCR(b)
Moscú, febrero de 1923
[1]) Sugerimos al lector que sitúe esa cuestión de la actividad de los grupos criticados por el Manifiesto en el contexto más amplio que proponemos en el articulo "La Izquierda Comunista en Rusia", Revista Internacional no 8 (en particular en lo que concierne al grupo Centralismo Democrático) y en la no 9 (sobre el grupo La Verdad Obrera).
[2]) Según las iniciales del nombre en ruso (Nóvaya ekonomícheskaya polítika).
[3]) Diputaciones provinciales de la época zarista.
[4]) SR : Socialistas Revolucionarios. CD : Cadetes. Ndlr.