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El "Mayo del 68" en Francia, así como las huelgas en Polonia del año 1970, o las luchas en Argentina, constituyen, junto al "Otoño caliente" italiano, los momentos más importantes del debut de esta nueva dinámica que acabo alcanzando a todos los países, y que abrió una nueva etapa de confrontación social que, con altos y bajos, perdura hasta ahora
Lo que queda en la memoria del "Otoño caliente" italiano[1], acaecido hace más de 40 años, es que fue un conjunto de luchas que hicieron temblar Italia, del Piamonte a Sicilia, y que motivaron un profundo cambio de la situación social y política de este país. Pero no ha de verse, en absoluto, como una especificidad italiana, pues a finales de los años 1960 asistíamos, sobre todo en Europa, al desarrollo sucesivos de luchas y de momentos de toma de conciencia por parte del proletariado que ponían de manifiesto un cambio trascendental: la clase obrera volvía a estar presente en la escena social, y retomaba su lucha histórica contra la burguesía, tras haber dejado atrás la larga noche de la contrarrevolución en que la habían sumido las derrotas de los años 1920, la Segunda Guerra Mundial, y la acción contrarrevolucionaria del estalinismo. El "Mayo del 68" en Francia[2], así como las huelgas en Polonia del año 1970[3], o las luchas en Argentina[4], constituyen, junto al "Otoño caliente" italiano, los momentos más importantes del debut de esta nueva dinámica que acabo alcanzando a todos los países, y que abrió una nueva etapa de confrontación social que, con altos y bajos, perdura hasta ahora.
Pero ¿cómo se llegó a ese "Otoño caliente"?
Aleccionada por los acontecimientos de Mayo 68, la burguesía italiana - a diferencia de los que sí sucedió en Francia - no se dejó sorprender por la explosión de luchas de 1969 aunque no pudo evitar quedar desbordada por los acontecimientos. Tampoco es que éstos aparecieran como un relámpago en un cielo azul pues iban concurriendo multitud de factores, a escala nacional pero también internacional, que propiciaban una nueva atmósfera en la clase obrera de Italia, y sobre todo entre los jóvenes.
El clima internacional
Una franja muy importante de la juventud se hallaba, en todo el mundo, cada vez más sensibilizada por un conjunto de situaciones, entre las que destacan:
- La guerra de Vietnam[5] que aparecía como el combate de David-Vietnam contra Goliat- USA. Indignados por las masacres causadas por el napalm, y otras atrocidades infligidas a la población civil por parte del ejército norteamericano, fueron muchos los que se sintieron movidos a identificarse con la resistencia del Viet Cong, y a tomar partido por el "pobrecito" Vietnam, en contra del poderoso "imperialismo" norteamericano[6];
- La epopeya del "Che" Guevara[7] aureolado como héroe de la lucha por la liberación de la humanidad, y más venerado aún después de su asesinato a manos del ejército boliviano y la CIA en Octubre de 1967;
- Las acciones de los guerrilleros palestinos[8], y especialmente las del FPLP de George Habache, que tenían lugar en una atmósfera de reacciones hostiles al triunfo de Israel sobre Egipto, Siria y Jordania, en la llamada Guerra de los Seis Días en Junio de 1967;
- Las expectativas despertadas en todo el mundo por el "comunismo chino", que se vendía como la auténtica expresión de la instauración del comunismo a diferencia del "comunismo soviético" burocratizado. Recordemos como "revolución cultural"[9] desencadenada por Mao Tse Tung entre 1966 y 1969, se presentaba como una lucha por el retorno a la ortodoxia en la aplicación del pensamiento marxista-leninista.
Lo cierto que ninguno de estos hechos tiene, ni por asomo, nada que ver con la lucha del proletariado por derrocar el capitalismo. Los horrores padecidos por la población vietnamita eran la consecuencia de los antagonismos imperialistas entre los dos bloques que entonces rivalizaban en el reparto del mundo; y la resistencia encarnada por los guerrilleros - fueran palestinos o guevaristas - no dejaba de ser otro momento de esa lucha a muerte entre ambos bloques por arrebatarle al otro el dominio de regiones del planeta. En cuanto a lo del "comunismo" chino, éste resultaba ser tan capitalista como el que se daba en la URSS; del mismo modo que la llamada "revolución cultural" era, en realidad, una pugna por el poder entre la fracción encabezada por Mao y la apadrinada por Deng Xiaoping y Liu Shaoqi.
Pero también es verdad que todos esos acontecimientos impactaban por el enorme sufrimiento humano que mostraban, y que inspiraban, en mucha gente, un profundo descontento frente a las violencias de la guerra, y sentimientos de solidaridad con las poblaciones que las padecían. En cuanto al maoísmo, si bien es cierto que no representaba en absoluto una solución a los males de la humanidad y sí una mistificación y por tanto una traba más en el camino hacia su emancipación, no es menos cierto que su "popularidad" ponía de manifiesto la creciente contestación internacional a la naturaleza verdadera del "comunismo" en Rusia.
En ese contexto, es comprensible que la explosión de luchas estudiantiles y obreras que representó el Mayo francés tuviera un amplio eco internacional, y que significase una verdadera referencia y un potente estímulo para los jóvenes y los proletarios en todo el mundo. No en vano Mayo 68 fue la demostración no sólo de que se podía luchar, sino que se podía ganar. Ese mismo Mayo, al menos en lo concerniente a su componente de luchas estudiantiles, había venido preparado por otros movimientos como los que se habían producido en Alemania con la experiencia de la Kritische Universität [Universidad Crítica][10], y la formación del Socialisticher Deutscher Stundentenbund - SDS - [Liga de los Estudiantes Socialistas de Alemania]; con la de los Provos en Holanda, o incluso con la del partido de los Black Panthers en Estados Unidos. Puede decirse que, de una manera u otra, todo lo que sucedía entonces en tal o cual rincón del planeta tenía un gran eco en el resto de países, pues existía una gran receptividad sobre todo entre los jóvenes obreros y estudiantes que tendrán especial protagonismo en los acontecimientos del "Otoño caliente". La angustia y la reflexión reinantes inspiraron a personajes carismáticos del mundo del espectáculo como Bob Dylan, Joan Baez, Jimmy Hendrix,... cuyas canciones evocaban reivindicaciones de las gentes históricamente reprimidas y explotadas (caso de la población negra en Norteamérica), reflejaban las atrocidades de la guerra (como Vietnam), y exaltaban la voluntad de emancipación.
La politización en el plano nacional
En Italia, como ya antes sucediera en Francia, el debilitamiento de la capa de plomo que representó el estalinismo durante los años de la contrarrevolución, permitió el desarrollo de un proceso de maduración política que constituyó un terreno propicio para que emergieran diferentes minorías que reanudaron un trabajo de búsqueda y clarificación. Por otro lado, la irrupción de una nueva generación de trabajadores, se tradujo en un ascenso de la combatividad que dieron lugar a características nuevas de la lucha y a experiencias de confrontaciones en la calle que marcaron a la clase obrera.
La experiencia de los "Quaderni Rossi" - QR - [Cuadernos Rojos].
Ya a principios de los años 1960, estando aún por tanto en plena contrarrevolución, empezaron a surgir pequeños grupos formados por elementos críticos con el estalinismo y que, en la medida de sus posibilidades, intentaban «volver a partir de cero». En aquel momento, el Partido Comunista Italiano (PCI), pasado a la contrarrevolución y completamente estalinizado - como el resto de PC's del planeta -, disponía de una base importante de miembros y simpatizantes, gracias en gran parte a la aureola heredada del antaño partido revolucionario fundado por Bordiga en 1921. Las dos décadas largas de fascismo en Italia y la desaparición de los partidos "demócratas", habían evitado al PCI, mucho más que al resto de PC's, ser identificado como enemigo de clase por parte de la gran mayoría de los trabajadores. Pero ya en la década de los años 1950 y sobre todo en la de los 60, empezaron a surgir, en el seno mismo del PCI, minorías que trataban de descubrir las verdaderas posiciones de clase, volviendo a leer sobre todo a Marx (entonces se leía menos a Lenin), y redescubriendo también a Rosa Luxemburgo.
Una de las experiencias más importante de aquel período fueron los Quaderni Rossi, un grupo nacido en el seno del PCI, y en torno a Raniero Panzieri, y que a lo largo de su existencia (1961-1966) apenas llegó a publicar seis números de una revista que, sin embargo, tuvo una relevancia enorme en la historia de la reflexión teórica de la izquierda en Italia. A esta revista hemos de remontarnos para buscar los orígenes de la corriente denominada "obrerismo" y de la que hablaremos más adelante, ya que los dos principales grupos del obrerismo italiano - Potere Operaio y Lotta Continua - provienen de esta misma matriz. La actividad de los Quaderni Rossi se repartía entre la relectura de El Capital, el "descubrimiento" de los Grundisse de Marx, y las investigaciones sobre la nueva composición de la clase obrera. Como señala la historia de Lotta Continua realizada por Aldo Cazzullo[11]: « Quaderni Rossi, la revista de Raniero Panzieri, Vittorio Foa, Mario Tronti y Alberto Asor Rosa, entre 1961 y 1966, supone una avanzadilla de la intuición que supondrá el centro de la línea política de Lotta Continua: que la revolución no surgirá de las urnas ni de los partidos (...); se trata de liberar la expresión del antagonismo entre los trabajadores y la explotación, antagonismo que no debe ser encauzado mediante acuerdos en las empresas y reformas, y sí sustraído de la tutela de sindicalistas e ingenieros, situando como eje la perspectiva del control de la producción y de un cambio global del sistema».
Panzieri aspiraba a reunir diferentes tendencias y distintos puntos de vista por muy alejados que estuvieran, pero en aquel momento, aún muy marcado por la contrarrevolución, esa empresa era irrealizable. Así «a principios de 1962, apenas iniciado el debate sobre el primer número de la revista, se marcharon los sindicalistas; y en julio de ese mismo año, tras los sucesos de la Piazza Statuto, hubo una primera salida de los intervencionistas (que publicaron luego el periódico "Gatto selvaggio" [Gato Salvaje]).»[12]
Paralelamente a esta experiencia de los QR, hubo otra, aunque ésta de menor calado político, esta vez en la región de Venecia, con el nombre de Progresso Venetto. El nexo entre ambas experiencias fue un personaje que había iniciado su carrera política como concejal del ayuntamiento de Padua y que luego se haría de lo más célebre. Hablamos de Toni Negri. Lo cierto es que Progresso Veneto se mantuvo desde Diciembre de 1961 a Marzo de 1962, y fue el centro en el que empezó a forjarse el "obrerismo" en la región veneciana, teniendo como referencia particular el complejo industrial de Porto Marghera. QR y Progresso Veneto actuaron en simbiosis durante un cierto tiempo, hasta que, en Abril de 1963, el grupo veneciano sufrió una escisión entre "obreristas" y los socialistas más apegados al partido del que provenían.
Sin embargo la escisión más importante en el seno de QR se produjo en 1964 con la salida de una serie de miembros fundadores - Mario Tronti, Alberto Asor Rosa, Massimo Cacciari, Rita Di Leo, y otros - que decidieron constituir Classe Operaia [Clase Obrera]. Mientras Panzieri seguía dedicándose a una investigación de tipo sociológico sin impacto significativo en la realidad, Classe Operaia buscaba tener presencia e influencia inmediatas en la clase obrera, pues pensaba que la situación ya estaba madura para ello: «Para nosotros, su trabajo era como una sofisticación intelectual comparada con lo que nosotros creíamos que era una exigencia perentoria: hacer entender al sindicato como debía cumplir su oficio de sindicalista, y al partido, como llevar a cabo la revolución»[13].
A Classe Operaia, liderada por Mario Tronti, vendrían a sumarse una parte de los obreristas de Progresso Veneto. Al menos inicialmente contó con la participación de Negri, Cacciari y Ferrari Bravo. Pero esta nueva publicación afrontaba numerosas dificultades, y la redacción en Venecia de Classe Operaia empezó a distanciarse de la que estaba radicada en Roma. De hecho ésta se arrimó al regazo del PCI, mientras los elementos venecianos crearon Potere Operaio (Poder Obrero), que inicialmente salía como suplemento (en forma de una hoja) de Classe Operaia. Ésta mantuvo su agonía desde 1965 hasta su último número en Marzo de 1967. En esa misma fecha nace Potere Operaio como periódico político de los obreros de Porto Marghera[14].
Al margen de Quaderni Rossi y sus diferentes epígonos, lo cierto es que en ese momento en Italia proliferaba una auténtica maraña de otras iniciativas editoriales, a veces surgidas de territorios culturales específicos como el cine o la literatura, pero que iban adquiriendo progresivamente contenido político y un cierto carácter militante. Citemos Giovane Crítica [Crítica Joven], Quaderni Piacentini [de la región de Piacenza], Nuovo Impegno [Empuje Nuevo], Quindici [Quince], o Lavoro Político, como ejemplos y componentes de esta progresiva maduración que conducirá a los acontecimientos de los años 1968 y 69.
Se ve pues que antes del estallido del "Otoño caliente" existió un largo trabajo político que permitió, al menos en algunas minorías, el desarrollo de una reflexión política y la recuperación, aunque fuese parcial, del patrimonio de los clásicos del marxismo. También es importante destacar que estas organizaciones obreristas que cobrarían un gran protagonismo en los años 70, se hallaban profundamente enraizadas en la cultura política del viejo PCI, y estaban formadas ya antes de la gran explosión de luchas de 1969 y de las luchas estudiantiles de 1968. Precisamente el hecho de haber tenido en el partido estalinista el punto de partida y de referencia, aunque fuese en negativo para criticarlo, supondrá, como veremos, la principal limitación de estos grupos obreristas y del movimiento mismo.
La "nueva" clase obrera
A nivel social, el factor probablemente determinante del curso de los acontecimientos fue el fuerte crecimiento de la clase obrera en los años del milagro económico, a expensas de la población del campo y de las zonas periféricas del sur: «En resumen que nos encontrábamos ante una élite de obreros profesionales rodeados por una gran mayoría de trabajadores sin cualificación, que trabajaban ciclos sumamente breves, a veces incluso de segundos, sometidos a un cronometraje estricto, trabajando a destajo y sin perspectiva alguna de carrera profesional»[15]. Esta nueva hornada de trabajadores, en gran parte provenientes del sur, que no sabe lo que es el trabajo en las fábricas y tampoco sus imposiciones. Por otra parte se trata de obreros jóvenes que, en muchos casos, han conseguido su primer empleo. Apenas reconocen a los sindicatos. Y, lo que es más importante, no sufren el peso de las derrotas de décadas pasadas, de la guerra, del fascismo y de la represión. Sienten más bien la efervescencia de quienes descubren un mundo nuevo y quieren modelarlo como ellos quieren. Esta "nueva" clase obrera, joven, no politizada ni sindicalizada, sin ese lastre de la historia sobre ella, protagonizará, en gran parte, la historia del "Otoño caliente".
Los movimientos de julio de 1960, y losenfrentamientos de Piazza Statuto de julio del 62.
Las luchas obreras del "Otoño caliente" tuvieron un significativo preludio en dos episodios importantes de lucha: las movilizaciones en las calles de Julio de 1960, y los enfrentamientos que tuvieron lugar en Turín en Julio de 1962.
Estos dos acontecimientos aunque aparentemente distantes de las luchas de 1968-69 constituyen, sin embargo, un antecedente importante. A través de ellos la clase obrera pudo calibrar cómo iba a ser tratada por el Estado.
Los movimientos de julio de 1960 surgieron a raíz de las protestas que, en toda Italia, suscitó la celebración en Génova de un congreso del partido neo-fascista. Tales protestas fueron salvajemente reprimidas: «En San Fernando de Apulia, los obreros estaban en huelga, como en toda Italia, por los convenios, siendo atacados a por la policía y dejando tres trabajadores heridos. En Licata, en la región de Agrigento [de Sicilia], tenía lugar una huelga general contra las condiciones de trabajo. El día 5, la policía y los carabineros cargaron y dispararon contra una manifestación encabezada por el alcalde DC [de la Democracia Cristiana], Castelli: el comerciante Vicenzo Napoli de 25 años resultó herido por un tiro. (...) Al día siguiente, una procesión que se dirigía hacia el santuario de San Paolo - el que fuera el último bastión de defensa de Roma contra los nazis - resultó atacada y sus asistentes violentamente apaleados. (...). Estalla una nueva huelga general. Se produce entonces una nueva y furiosa reacción del gobierno que da órdenes de disparar a dar, por lo que el día 7, en la ciudad de Reggio Emilia, se producen 5 muertes y 22 heridos por arma de fuego (...). El primer asesinado es Lauro Ferioli, un obrero de 22 años. A su lado, segundos después, cae Mario Serri, de 40 años, antiguo partisano. Los asesinos son dos agentes apostados entre los árboles- (...) Una ráfaga de ametralladora abate más tarde a Emilio Reverberi de 30 años. Cuando más tarde se oye a un comisario gritar furiosamente: "¡disparad a mansalva!", el que cae es Afro Tondelli de 35 años. Como puede verse en un documento fotográfico, resultó fríamente asesinado por un policía que incluso se arrodilló para acertar mejor,...»[16].
Ya es sabido que las fuerzas del orden jamás se han andado con contemplaciones cuando actúan contra los desfavorecidos o los trabajadores en lucha. Dos años más tarde veremos nuevamente esa violencia policial en los enfrentamientos de la Plaza Statuto de Turín, esta vez en un terreno claramente obrero. Resultó que dos sindicatos - la UIL y el Sindicato Italiano del Auto - que ya en aquel momento habían dejado claro el lado del que estaban, firmaron por su cuenta y a toda prisa un convenio con la dirección de FIAT que perjudicaban gravemente a los trabajadores: «Entonces entre 6 y 7 mil personas enfadadas tras conocer esto, se congregaron por la tarde en la Piazza Statuto, frente a la sede de la UIL. Durante dos días, esa plaza se convirtió en el escenario de durísimos choques entre los manifestantes y la policía. Los primeros, armados de hondas, palos y cadenas, rompieron escaparates y ventanas, levantaron rudimentarias barricadas, y cargaron una y otra vez contra el cordón policial. Estos, por su parte, embestían a la muchedumbre con su jeeps, y llenaban la plaza de gases lacrimógenos, y golpeaban a los manifestantes con las culatas de sus fusiles. Los choques se sucedieron hasta bien entrada la noche, así como el sábado 7 y el lunes 9 de Julio. Los dirigentes del PCI y del sindicato CGIL, Pajetta y Garavini, trataron infructuosamente de disuadir a los manifestantes de que se dispersaran. Al final mil manifestantes fueron detenidos y muchos de ellos encausados. La mayoría de ellos eran jóvenes obreros originarios del sur.»[17]
Dario Lanzardo ha realizado un muy lúcido[18] relato de esos acontecimientos, incluyendo los testimonios oficiales que dejan al desnudo toda la violencia gratuita ejercida por la policía y los carabineros, no sólo contra los manifestantes, sino también contra cualquiera que, desafortunadamente, pasara por allí. Al analizar las masacres perpetradas por las fuerzas del orden contra manifestaciones de trabajadores en lucha, desde el final de la guerra hasta el "Otoño caliente", puede entenderse mejor la diferencia entre el negro período de la contrarrevolución - cuando la burguesía tenía las manos libres por completo para hacer lo que quisiera contra la clase obrera - y la etapa caracterizada por la reanudación de las luchas obreras, en la que la clase explotadora prefiere poner por delante el arma de la mistificación ideológica y el trabajo de sabotaje de los sindicatos. Lo que, en realidad, cambiará con el "Otoño caliente", viendo éste como manifestación de esa reanudación de la lucha de clases tanto a escala nacional como internacional, es precisamente la relación de fuerzas entre las clases tanto en Italia como en todo el mundo. Esta es la clave para comprender la nueva etapa histórica que se abrió a finales de los años 1960, y no un presunto proceso de democratización de las instituciones. Y si no, analicemos cual fue la posición política que adoptó la burguesía ante estos acontecimientos. Para ello veamos la postura del PCI, que ilustra perfectamente el punto de vista de la clase a la que llevaba perteneciendo más de cuatro décadas: «l'Unitá [órgano del PCI], del día 9 de julio, definirá la revuelta como "intentos de provocación por parte de los hooligans", y a los manifestantes como "elementos incontrolados y exasperados", "pequeños grupos de irresponsables", "jóvenes gamberros", "anarquistas", "internacionalistas",...»[19]
Del otoño estudiantil al "Otoño caliente"
Al hablar pues del "Otoño caliente" debemos huir de una visión excesivamente restrictiva de un acontecimiento que, como vemos, hunde sus raíces en una dinámica, tanto local como internacional, que se remonta a varios años antes. Por otra parte, a diferencia de lo que sucedió en el Mayo francés, este movimiento no se concentró en un par de meses, sino que se mantendrá a un alto nivel durante al menos dos años, 1968 y 1969, y cuyos coletazos abarcarán hasta finales de 1973.
El movimiento obrero estuvo marcado durante esos dos años, e incluso en los siguientes, por la explosión de las luchas de los estudiantes, el 68 italiano. Por ello hemos de analizar cada episodio para poder comprender el impresionante y progresivo desarrollo de la maduración de la lucha de clases que marca su regreso a la escena de la historia en Italia.
El 68 de los estudiantes
Tanto los institutos de secundaria como, sobre todo, las universidades, percibieron con gran intensidad las señales de un cambio de la fase histórica. El "boom" económico que había afectado a Italia, como al resto del mundo, tras el final de la guerra mundial, permitió a las familias obreras disfrutar de un nivel de vida menos miserable, y a las empresas contra con un incremento masivo de su mano de obra. Las generaciones jóvenes de las clases menos favorecidas pudieron pues acceder a los estudios universitarios para formarse en un oficio, acceder a una cultura más amplia, y poder tener así la posibilidad de ascender a una posición social más satisfactoria que la de sus padres. Pero la entrada masiva de estas capas sociales más desfavorecidas a la Universidad, no significó únicamente un cambio de la composición social del estudiantado, sino también una cierta depreciación de la imagen de los titulados, puesto que ya no se preparaban para ocupar los puestos de dirección, sino para integrarse en la organización de la producción - industrial o comercial -, en las que se limita cada vez más la iniciativa individual. Este marco sociocultural explica - al menos en parte - las causas de los movimientos juveniles de aquel momento: contestación de un saber dogmático cuya detentación es el privilegio de una casta de mandarines universitarios que aplican métodos medievales como la meritocracia y la sectorialización, en una sociedad que se percibe envejecida y replegada sobre sí misma. Las manifestaciones estudiantiles tuvieron su aldabonazo, en Febrero de 1967, con la ocupación del Palacio Campana de Turín, extendiéndose luego a otras universidades como la Normal de Pisa, la facultad de sociología de Trento, e incluso la facultad católica de Milán, y así sucesivamente, avanzando de norte a sur, durante meses y meses hasta su explosión final en 1968. En ese momento los grupos políticos que alcanzarían fama en los años 1970 aún no existían, pero sí es cierto que en ese ambiente iban floreciendo las diferentes culturas políticas que serán la base de tales grupos. Entre aquellas experiencias, una de las que tendría más transcendencia en el futuro sería la de Pisa, en la que estuvo presente un grupo importante de elementos que ya publicaba un periódico llamado Il Potere Operaio (llamado "pisano" para distinguirle del otro, el surgido de Classe Operaia). Il Potere Operaio se trataba ya en realidad de un periódico obrero puesto que era publicado como periódico de los trabajadores de la fábrica Olivetti de Ivrea. El grupo "pisano", en el que militaban la mayoría de los líderes más reconocidos de aquellos años, se distinguía, efectivamente, por hacer continuamente referencia a la clase obrera, y por dedicarse a intervenir en ella. Lo cierto es que más en general, en todo el movimiento universitario de aquella época, existía una fuerte tendencia a girar los ojos hacia la clase obrera, a ver en ella la referencia principal y la compañera ideal, aunque fuese de forma más o menos explícita. La mayoría de las ciudades simpatizaron con las protestas estudiantiles y era habitual ver como delegaciones de estudiantes se desplazaban a las puertas de las fábricas para difundir panfletos, y, más generalmente, para establecer una alianza con el mundo obrero, que cada vez percibían con mayor claridad como su propio mundo. Esta identificación de los estudiantes como parte de la clase obrera llegará a ser incluso teorizada por alguno de los componentes del medio político más obrerista.
El desarrollo de las luchas obreras
Ya hemos señalado que en Italia, durante el año 1968, asistimos también al comienzo de importantes luchas obreras: «Durante la primavera de 1968, se produjeron en toda Italia, una serie de luchas en las fábricas que tenían como objetivo conseguir aumentos salariales iguales para todos que permitieran compensar los "magros" acuerdos de 1966. Entre las primeras fábricas en entrar en lucha se hallaba la Fiat, donde los trabajadores llevaban a cabo el conflicto más importante desde hacía más de 14 años. En Milán se ponían en huelga las Borletti, Ercoli Marelli, Magneti Marelli, Philips, Sit Siemens, Innocenti, Autelco, Triplex, Brollo, Raimondi, Mezzera, Rhodex, Siae Microelettronica, Seci, Ferrotubli, Elettrocondutture, Autobianchi, AMF, Fachini, Tagliaferri, Termokimik, Minerva, Amsco, y una veintena más de pequeñas empresas. (...) En un primer momento, la lucha era dirigida por los viejos activistas y por el sindicato exterior a la fábrica, por lo que la conducción se hacía más bien con formas autoritarias, pero un mes después, consiguieron imponerse los obreros más jóvenes que "criticaban duramente a los sindicalistas y a los miembros del CI[20] sobre la forma de luchar y sobre las etapas de la lucha", por lo que modificaron cualitativamente las formas de movilización, con piquetes muy duros, y con marchas dentro las fábricas para obligar a parar a los empleados. Una vez, estos trabajadores, prolongaron espontáneamente una huelga que había sido convocada para unas pocas horas, lo que forzó a los sindicatos a que les apoyaran. Este empuje de la juventud provocó una participación masiva en la lucha, una multiplicación de las horas de huelga, una proliferación de manifestaciones por las calles de Sesto San Giovanni [ciudad cercana a Milán], llegando incluso a derribar el pórtico del edificio que aloja la dirección de la compañía. Las huelgas continuaron a pesar de que Assolombarda [la asociación patronal de la región] planteara su finalización como condición para abrir las negociaciones. En ellas la participación de los obreros resultó masiva, pero casi nula en cambio entre otros empleados».[21]
A partir de ese momento todo va "in crescendo": «El balance del año 69 en la Fiat es un auténtico parte de guerra: 20 millones de horas de trabajo perdidas por las huelgas, 277 mil vehículos no producidos, "boom" de ventas (37% más) de coches extranjeros».[22]
Lo que cambia sustancialmente con las luchas del "Otoño caliente", es la relación de fuerzas en las fábricas. El obrero, explotado y humillado por los ritmos de trabajo, los controles, las continuas penalizaciones, etc. entra cotidianamente en conflicto con el patrón. La iniciativa obrera no se reduce únicamente a las horas de huelga, sino a cómo llevara a cabo esas huelgas. Se desarrolla rápidamente una lógica de rechazo del trabajo, que equivale a una lógica de negare a colaborar con la estrategia de la empresa, manteniéndose en cambio firmemente anclados en la defensa de las condiciones de vida obreras. Aparece, después, una nueva lógica que atañe a la modalidad de las huelgas, buscando que un mínimo esfuerzo por parte de los trabajadores cause el mayor daño a los patrones. Se trata de la huelga salvaje en la que participa un número reducido de trabajadores de los que, sin embargo, depende el ciclo completo de la producción. Mediante la rotación de la sección de trabajadores en huelga se conseguía mantener prácticamente bloqueada la fábrica con un mínimo "gasto" por parte de los obreros.
Otra expresión de ese cambio de la relación de fuerzas entre la clase obrera y la patronal son las marchas que tenían lugar en el interior mismo de las fábricas. Al principio estas marchas se producían en los largos pasillos y callejones de las factorías de Fiat o de las grandes empresas, y tenían un sentido sobre todo de protesta. Pero enseguida se convirtieron en una práctica adoptada por los obreros para convencer a los dubitativos[23], sobre todo a los empleados administrativos, para que se sumaran a la huelga: «[Estas] marchas partían siempre de Carrocerías, a menudo de la sección de Pintura. Se oía decir que tal o cual taller había vuelto al trabajo, o que habían concentrado a los no huelguistas en la sección 16, la de las mujeres. Entonces pasábamos y recogíamos a todo el mundo. Practicábamos la pesca de arrastre. Mirafiori [una de las grandes factorías del grupo Fiat], esta llena de corredores y pasos estrechos donde nadie podía esquivarnos. Pero muy pronto ya no fue necesario. Apenas nos veían, mucha gente ralentizaban la cadena y nos seguían».[24]
En lo tocante a la representatividad obrera, lo característico de este período es la consigna. "Todos somos delegados" que implicaba el rechazo a cualquier mediación sindical e imponer a la patronal una relación de fuerzas directa en plena lucha obrera. Es importante detenerse en esta consigna que se irá propagando a lo largo de todas las luchas hasta llegar a impregnar la lucha de clase de esos años. Esta experiencia es valiosísima sobre todo hoy cuando minorías proletarias dudan pues quieren luchas fuera de los sindicatos, pero no saben como hacerlo careciendo de un reconocimiento por parte del Estado.
Esto no supuso problema alguno para los trabajadores en el momento del "otoño caliente", que cuando hacía falta, luchaban, y se ponían en huelga al margen de las convocatorias sindicales y de sus directrices. En ese momento, la lucha de los trabajadores es expresión de una enorme combatividad, de una voluntad largo tiempo contenida de responder a las intimidaciones del patrón. Por ello no precisa para expresarse de motivos u objetivos inmediatos, sino que se estimula a sí misma, crea una relación de fuerzas, y va modificando progresivamente el estado de espíritu de la clase obrera. El sindicato ni tiene en todo esto más que una presencia efímera. Lo cierto es que tanto el sindicato como la burguesía tienen que permanecer todos estos años un tanto agazapados, dada la fortaleza de la lucha obrera. En realidad lo único que pueden hacer es tratar de mantener la cabeza fuera del agua, acompañar el movimiento, y evitar verse superados por él. Por otra parte es también verdad que una reacción tan potente por parte de la clase obrera es expresión, igualmente, de una falta de implantación de los sindicatos en el proletariado y por tanto de su capacidad para prevenir e incluso bloquear la combatividad, como, en cambio, sí sucede hoy. Con ello no queremos decir en absoluto que existiese una fuerte conciencia antisindical en la clase obrera. De hecho, los obreros actuaban al margen de los sindicatos y no contra ellos, aunque sí se dieran avances significativos de la conciencia, como ilustra el caso de los Comités Unitarios de Base (CUB), en la zona de Milán: «los sindicatos son "profesionales de la negociación" que han escogido, junto a los llamados partidos obreros, la vía de la reforma, es decir la vía del acuerdo global y definitivo con los patronos».[25]
Durante los años 1968-69, las luchas y las manifestaciones obreras actúan como una verdadera apisonadora, estallando en ocasiones momento de una fuerte tensión como por ejemplo cuando en las luchas de la región de Siracusa (en Sicilia), tuvieron lugar los enfrentamientos de Avola[26], o los de Battipaglia [en la región de Campania] donde se dieron choques sumamente violentos[27]. Pero fueron los enfrentamientos de Corso Trajano en julio de 1969 en Turín, los que marcaron un hito en esta dinámica. En esta ocasión, el movimiento de clase en Italia alcanzó un momento culminante en cuanto a la confluencia entre el movimiento obrero y el de las vanguardias estudiantiles. Los estudiantes que, efectivamente, disponían de más tiempo libre y podrían moverse mejor, consiguieron realizar una importante aportación a la clase obrera en lucha, que a su vez, gracias a la juventud que empezaba a despertar, tomó conciencia de su alienación, y expresó su voluntad de acabar con la esclavitud de las fábricas. La conjunción de estos dos mundos dará un fuerte impulso a las luchas que tuvieron lugar en 1969, y en particular a esta de Corso Trajano. Citamos a continuación un largo extracto de una hoja redactada por la asamblea obrera de Turín el 5 de Julio, que no sólo representa un excelente informe sobre lo que allí sucedió, sino que además es un documento de una enorme calidad política:
«La jornada del 3 de Julio no es un episodio aislado o una explosión incontrolada de revuelta. Llega tras cincuenta días de luchas que han agrupado una enorme cantidad de obreros, bloqueando por completo el ciclo de producción, y que han representando el punto más alto de autonomía política y organizativa que hayan alcanzado nunca las luchas obreras, destrozando toda capacidad de control por parte de los sindicatos.
Habiendo sido completamente expulsados de la lucha obrera, los sindicatos han tratado de sacarnos de las fábricas y de reconquistar el control mediante un llamamiento a una huelga general de 24 horas para que se congelasen los alquileres. Pero una vez más les ha sobrepasado. Las huelgas simbólicas que se convierten en vacaciones, con algunos desfiles aquí y allá no sirven más que a los burócratas. En manos de los trabajadores, la huelga general se convierte en una ocasión para unirse, para generalizar la lucha que está teniendo lugar en la fábrica. La prensa de todos los colores se niega a contar lo que está pasando en la Fiat, o bien miente sobre ello. Es el momento de romper esta conjuración del silencio, de salir del aislamiento, de comunicar a todos, con la realidad de los hechos, la experiencia de los trabajadores de Mirafiori.
Cientos de obreros y de estudiantes decidieron en asamblea convocar, para el día de la huelga, una gran manifestación que partiría de Mirafiori, y recorrería los barrios populares para sumar a los trabajadores de las diferentes fábricas. (...)
Esto ya era demasiado para los patronos. Antes mismos de que se formase la manifestación, un ejército de matones y de policías se lanzó sin avisar contra la multitud, golpeando, deteniendo y lanzando granadas lacrimógenas (...). En poco tiempo no son solo las vanguardias de obreros y estudiantes las que se enfrentan a la policía, sino toda la población obrera del barrio. Se levantan barricadas y se responde a las cargas de la policía con cargas por nuestra parte. La batalla continúa durante horas y horas y la policía se ve obligada a batirse en retirada. (...)
En ese proceso, el control y la mediación de los sindicatos se han visto sobrepasados. Además de los objetivos parciales, la lucha ha significado:
- El rechazo de la organización capitalista del trabajo.
- El rechazo del salario subordinado a las exigencias del patrón para la producción.
- El rechazo de la explotación dentro y fuera de las fábricas.
Las huelgas, las manifestaciones, las asambleas internas, han hecho saltar por los aires la división entre los trabajadores, y han hecho madurar la organización autónoma de la clase, planteándose como objetivos:
- En la fábrica conservar siempre la iniciativa contra el sindicato.
- Aumento igual para todos de 100 liras en el salario base.
- Segunda categoría para todos.
- Reducciones reales de la jornada de trabajo.
(...) La lucha de los obreros de la Fiat ha reproducido, de hecho, y a un nivel masivo, los objetivos que ya habían sido formulados a los largo de los años 1968-69 por las luchas de la mayores concentraciones obreras de Italia, de Milán a Porto Marghera, de Ivrea a Valdagno. Esos objetivos son:
- Aumento importante de los salarios de base, iguales para todos.
- Abolición de las categorías.
- Reducción inmediata y drástica de la jornada laboral sin disminución de salarios.
- Igualdad inmediata y completa entre obreros y otros empleados.»[28]
Como hemos dicho, en esta hoja quedan reflejados toda una serie de puntos fuertes del "Otoño caliente". Empezando por la igualdad, es decir la reivindicación de aumentos salariales iguales para todos independientemente de la categoría a la que se pertenezca, y no subordinados a la productividad del trabajo. Y también la recuperación de tiempo libre para los trabajadores para poder tener una vida personal, para poder hacer política, etc. De ahí la reivindicación de la reducción de la jornada laboral y el rechazo explícito del trabajo a destajo.
En ese mismo documento se informa que, partiendo de esa base, los obreros turineses reunidos en asamblea tras los enfrentamientos del 3 de julio, proponen a todos los obreros italianos emprender una nueva fase de la lucha de clases más radical, que hiciera avanzar, en base a los objetivos planteados por los obreros mismos, la unificación política de todas las experiencias autónomas de lucha que se habían dado hasta ese momento.
A tal fin se convocó en Turín mismo, una reunión nacional de comités y vanguardias obreras:
1.- Para intercambiar y unificar las diferentes experiencias de lucha, tomado como referencia lo que había sido la lucha en Fiat.
2.- Para poner a punto los objetivos de la nueva fase de la confrontación de clases que, partiendo de las condiciones materiales en que están los trabajadores, deberá trastocar toda la organización social capitalista.
Tal acto se celebró los días 26 y 27 de Julio en el Palacio de los Deportes de Turín como "reunión nacional de vanguardias obreras". En él, trabajadores de toda Italia que dan cuenta de las huelgas y manifestaciones en las que han tomado parte, discuten y avanzan reivindicaciones tales como la supresión de las categorías, la reducción de la jornada de trabajo a 40 horas semanales, aumentos salariales absolutos e iguales para todos y no porcentuales, así como la igualación con otros empleado: «Toda la industria italiana estaba allí representada. Por orden de intervención y tras la Mirafiori, hablaron los de la Petroquímica de Marghera, la Dalmine y Il Nuovo Pignone de Massa [en la Toscana], la Solvay de Rossignano, la Muggiano de La Spezzia, la Piaggio de Pontedera, la Italsider de Piombino, la Saint Gobain de Pisa, las Fatme, Autovox, Sacet y Voxon de Roma, los de la SNAM, Farmitalia, Sit Siemens, Alfa Romeo y la Ercole Marelli de Milán, la Ducati y la Weber de Bolonia, la Fiat de Marina de Pisa, la Montedison de Ferrara, la Ignis de Varese, la Necchi de Pavia, la Sir de Porto Torres [en Cerdeña], los técnicos de la RAI de Milán, los obreros de la Galileo Oti de Florencia, los Comités Unitarios de Base de la Pirelli, los trabajadores del arsenal de La Spezia».[29] Lo nunca visto: una asamblea de todas las vanguardias obreras de Italia, un momento de afirmación de la clase obrera que sólo puede darse en momentos de un fuerte ascenso de la combatividad obrera, como fue, efectivamente, el "Otoño caliente".
Los meses siguientes son los que quedarán en la memoria como el "Otoño caliente" y supondrán una continuación de esa misma tónica. Los numerosos episodios de lucha - de los que existe una interesante documentación fotográfica en la página web del diario La Repubblica[30]- se encadenan uno tras otro a toda velocidad. Ahí va una selección no exhaustiva:
02/09: huelga de los trabajadores y empleados de Pirelli por la prima de producción y derechos sindicales. En la Fiat, los obreros de las secciones 32 y 33 de la factoría Mirafiori entran en lucha, desoyendo las órdenes sindicales, contra la discriminación de empresa sobre los cambios de categoría;
04/09: Agnelli, el patrón de la Fiat, pone en la calle a 30 mil trabajadores;
05/09: el intento de las direcciones sindicales por aislar a las vanguardias obreras se salda con un fracaso, y Agnelli se ve obligado a retirar los despidos;
06/09: más de 2 millones de trabajadores del metal, de empleados de la construcción y de las industrias químicas, se ponen en lucha por la renovación de sus convenios salariales;
11/09: tras la ruptura de las negociaciones sobre la renovación del convenio, 1 millón de trabajadores del metal están en huelga en toda Italia. En Turín, 100 mil obreros bloquean la Fiat;
12/09: huelga nacional de trabajadores de la construcción. Todas las obras del país se encuentran cerradas. Se producen manifestaciones de metalúrgicos en Turín, Milán y Tarento;
16 y 17/09: huelga de 28 horas en todo el territorio nacional de los obreros de las empresas químicas. También huelga nacional en las cementeras. Nueva jornada de lucha de los obreros de la construcción;
22/09: manifestación de 6 mil trabajadores de la Alfa Romeo por las calles de Milán. Jornada de lucha de los trabajadores del metal en Turín, Venecia, Módena y Cagliari;
23 y 24: nueva huelga general de 48 horas de los obreros de las industrias cementeras;
25/09: cierre patronal en la Pirelli con la consiguiente suspensión de empleo por un período indeterminado de 12 mil trabajadores. Se produce una inmediata reacción de los obreros que bloquean todas las entidades de ese grupo industrial;
26/09: manifestación de trabajadores del metal en Turín con 50 mil obreros partiendo de la Fiat. Huelga general en Milán, y manifestaciones de cientos de miles de trabajadores que imponen así a la Pirelli que ponga fin al lockout. Se desarrollan también manifestaciones multitudinarias en Florencia y Bari;
29/09: Manifestaciones de metalúrgicos, obreros de las empresas químicas y de la construcción en Porto Marghera, Brescia y Génova;
30/09: huelga de los trabajadores de la construcción en Roma, manifestación de 15 mil obreros del metal en Livorno;
07/10: huelga de metalúrgicos de la provincia de Milán. Nueve manifestaciones que agrupan a más de 100 mil trabajadores confluyen en la Plaza del Domo de esa ciudad;
08/10: huelga general en toda Italia de los trabajadores del sector químico. Huelga en la región de Terni. Manifestaciones de trabajadores del sector del metal en Roma, Sestri [junto a Génova], Piombino [junto a Livorno], Marina di Pisa y L'Aquila;
09/10: más de 60 mil trabajadores del metal están en huelga en Génova. En la región Friuli y Venecia Julia;
10/10: se celebra, por vez primera, una asamblea dentro de los talleres de Fiat en Mirafiori. También en el interior de otras factorías del grupo tienen lugar asambleas y marchas. La policía carga en el exterior de los establecimientos. Huelga en la factoría de Italsider en Bagnoli [un barrio de Nápoles], contra las sanciones a 5 obreros,
16/10: los empleados de los hospitales, de los ferrocarriles, de Correos, los trabajadores de las administraciones locales y los jornaleros agrícolas, entran en lucha por la renovación de sus convenios. En las regiones de Palermo y de Matera tienen lugar sendas huelgas generales;
22/10: a los obreros de 40 fábricas de Milán se les concede el derecho a hacer asambleas;
08/11: se firma el convenio de los trabajadores de la construcción que incluye un aumento del 13% para los jornales más bajos, la reducción gradual de la jornada de trabajo hasta las 40 horas semanales, y el derecho a realizar asambleas en las obras;
13/11: durísimos enfrentamientos entre la policía y trabajadores en Turín;
25/11: huelga general de los trabajadores de las industrias químicas;
28/11: cientos de miles de obreros del metal animan en Roma, en defensa de sus reivindicaciones, una de las manifestaciones más importantes y más combativas que hayan tenido nunca lugar en Italia;
03/12: huelga total de los obreros de carrocerías de Fiat, y manifestación de empleados de las administraciones locales;
07/12: se alcanza un acuerdo para los trabajadores de las industrias químicas que contempla un aumento salarial de 19 mil liras al mes para todos, una jornada laboral de 40 horas semanales en 5 días, y tres semanas de vacaciones pagadas;
08/12: consecución de un convenio en las empresas metalúrgicas en las que participa el estado, con un aumento salarial, igual para todos, de 65 liras más por horas, la paridad legal entre trabajadores y otros empleados, así como el derecho a celebrar asambleas en el interior de las empresas y durante las horas de trabajo (por tanto remuneradas), hasta un límite de 10 horas al año. Se pacta igualmente una reducción de la jornada hasta las 40 horas semanales;
10/12: huelga general de los obreros agrícolas en lucha por un pacto nacional con cientos de miles de ellos manifestándose por toda Italia. Se inicia la huelga de los trabajadores de las compañías petroleras privadas por la renovación de su convenio;
19/12: huelga nacional de los trabajadores de la industria en solidaridad con el conflicto de los metalúrgicos. Nueva huelga general de los jornaleros agrícolas;
23/12: se firma el acuerdo para el nuevo convenio de los trabajadores del metal que concede 65 liras más por hora para los trabajadores y 13500 liras más al mes para otros empleados; una paga extraordinaria, así como el derecho a celebrar asambleas en el trabajo, el reconocimiento de los representantes sindicales de empresa, y la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales;
24/12: se llega, tras cuatro meses de lucha, al pacto nacional para los trabajadores agrícolas que reconoce la progresiva reducción de la jornada a 42 horas semanales, y 20 días de vacaciones pagadas[31].
Este impresionante encadenamiento de luchas no obedece únicamente al fuerte empuje de la clase obrera, sino que es también resultado de las maniobras sindicales que buscaban continuamente dispersar y espaciar los diferentes focos de lucha tratando de evitar que estos estuvieran activos simultáneamente, aprovechando para ello los diferentes vencimientos y ámbitos de aplicación, en las distintas empresas y sectores, de sus respectivos convenios. Este fue el medio del que se valió la burguesía para conseguir que el descontento profundo y generalizado, no desembocase en un incendio social generalizado.
Y es que este formidable despliegue de combatividad obrera, acompañado de momentos significativos de clarificación en la clase obrera, tropezará en los meses siguientes con numerosos e importantes obstáculos. La burguesía italiana, como todas las que en aquel momento hubieron de hacer frente al despertar de la clase obrera, no permaneció de brazos cruzados, sino que combinó junto a las cargas brutales y frontales de sus cuerpos de policía, otros medios, más sibilinos, para hacer frente a ese desafío. Lo que analizaremos en la segunda parte de este artículo es como la capacidad por parte de la burguesía para recuperar el control de la situación se basó en la explotación de las debilidades de un movimiento proletario que, a pesar de su enorme combatividad, carecía aún de una clara conciencia de clase e incluso de vanguardias que contaran con la madurez y la claridad necesarias para cumplir su papel.
01/11/2009
Ezechiele
[1] Empezó en Julio de 1969 y se prolongó durante varios meses.
[2] Véanse en la Revista Internacional nº 133 y nº 134 , del año 2008, los artículos titulados Mayo 1968 y la perspectiva revolucionaria
[3] Véase Lucha de clases en Europa del Este (1970-1980) en la Revista Internacional nº 100
[4] Durante los años 1973-74, tuvieron lugar el "Cordobazo", la huelga de Mendoza y la oleada de luchas que sacudieron el país de norte a sur. Aún sin alcanzar un carácter insurreccional, focalizaron toda la situación social y representaron la señal del despertar del proletariado en América del Sur. Véase: Revueltas populares en Argentina: Solo la afirmación del proletariado en su terreno podrá hacer retroceder a la burguesía, en la Revista Internacional nº 109, año 2002.
[5] Véase Notas sobre la historia de la política imperialista de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra mundial (2ª parte) en la Revista Internacional nº 114
[6] Como relata Alessandro Silj en su libro (en italiano). Malpaese, criminalità, corruzione e política nell'Italia della prima Republica 1943-1994, editado por Donzelli, Roma 1994, p. 92: «Así nació el eslogan "La Universidad es nuestro Vietnam", puesto que si los guerrilleros vietnamitas luchaban contra el imperialismo americano, los estudiantes hacían su revolución contra el poder y el autoritarismo académico»
[7] Ver en Acción Proletaria nº 198, el artículo "Che" Guevara: mito y realidad (a propósito de una correspondencia). Igualmente ver - en francés el artículo de Révolution Internationale nº 388: Algunos comentarios sobre una apología de Ernesto "Che" Guevara (a propósito de un libro de Besancenot).
[8] Ver el artículo El conflicto Judíos/Árabes: la posición de los internacionalistas en los años 30: textos de Bilan nº 30 y 31, en la Revista Internacional nº 110, así como la serie Notas sobre la historia de los conflictos imperialistas en Oriente Medio (1º, 2ª y 3ª parte), en la Revista Internacional nº 115, 117, y 118, respectivamente. También puede verse (en francés) el artículo: Enfrentamientos entre Hamás y Fatah: la burguesía palestina es tan sanguinaria como las demás en Révolution Internationale nº 381.
[9] Véase (en francés) el articulo El maoísmo: producto esencial de la contrarrevolución, en Révolution Internationale nº 371, así como la serie China 1928-1949: eslabón de la guerra imperialista (1º y 2ª parte) en la Revista Internacional nº 81 y 84 respectivamente. Recomendamos así mismo el artículo (en italiano): China: El capitalismo de Estado: origen de la Revolución Cultural, en Rivoluzione Internazionale (órgano de la CCI en italiano) nº 5 y 6.
[10] Ver el libro (en italiano), Controcultura e política nel Sessantotto italiano
[11] Aldo Cazzullo, I ragazzi che volevano fare la rivoluzione. 1968-1978, Storia critica di Lotta Continua. Sperling & Kupfer Eds. Pag. 13
[12] Luca Barbieri, Il Caso 7 aprile. Cap III. Véase (en italiano) https://indicius.it/7aprile_02htm/ ¿????
[13] Entrevista realizada a Rita Di Leo en el trabajo (en italiano) L'operaismo degli anni sessanta. Dai "Quaderni Rossi" a "Classe Operaia". Giuseppe Trotta y Fabio Milana. Ed. DeriveApprodi. Consultable ne Internet en www.deriveapprodi.org/admi/articoli/allegati/2.Dossier_operaismo.pdf ¿??
[14] Luca Barbieri, Il Caso 7 aprile. Cap III. Consultable en italiano en https://indicius.it/7aprile_02htm/ ¿????
[15] Ver el libro (en italiano): La guardia rossa racconta. Storia del Comitato Operaio de la Magneti Marelli (La guardia roja nos lo cuenta. Historia del Comité Obrero de la Magneti Marelli), de Emiliano Manseti, Ediciones Colibri, pag. 25.
[16] Giorgio Frasca Polara, Tambroni [presidente del Consejo de ministros] e il luglio "caldo" del 60. Ver www.libertaegiustizia.it/primopiano/pp_leggi_articolo.php?id=2803&id_tit...
[17] La rivolta operaia di Piazza Statuto del 1962, lotteoperaie.splinder.com/post/5219182/la+rivolta+operaia+di+piazza+S.
[18] Dario Lanzardo, La rivolta di Piazza Statuto, Torino, Luglio 1962, Ed Feltrinelli
[19] La rivolta operaia di Piazza Statuto del 1962, lotteoperaie.splinder.com/post/5219182/la+rivolta+operaia+di+piazza+S.
[20] CI son las siglas de Comisiones Internas. Oficialmente se trataban de estructuras de representación de los trabajadores en los conflictos de empresa, aunque en realidad eran una expresión del control sindical sobre los obreros. Funcionaron precisamente hasta el "Otoño caliente", cuando fueron reemplazadas por los Comités de Fábrica (CdF).
[21] Ver La guardia rossa racconta. Storia del Comitato Operaio de la Magneti Marelli (La guardia roja nos lo cuenta. Historia del Comité Obrero de la Magneti Marelli), de Emiliano Manseti, Ed. Colibri, pag. 37.
[22] Aldo Cazzullo, I ragazzi che volevano fare la rivoluzione. 1968-1978, Storia critica di Lotta Continua. Sperling & Kupfer Eds. Pag. 75-76.
[23] En las luchas obreras en España de finales de los 60 y primeros 70, esta práctica recibía el nombre de "culebras" pues también los obreros entraban y salían de los talleres y tajos, para sumar a más compañeros. En muchos casos lo que inicialmente era una delgada línea, acababa siendo gruesa como una pitón. [Nota de la traducción al español].
[24] Aldo Cazzullo, I ragazzi che volevano fare la rivoluzione. 1968-1978, Storia critica di Lotta Continua. Sperling & Kupfer Eds. Pag. 60.
[25] Documento del CUB de la Pirelli en Bicocca [un barrio de Milán]: "Ibm y Sit Siemens", citado en el libro de Alessandro Silj, Mai piu senza fucile [Nunca más sin fusil], Ed. Vallechi, Florencia 1977, pags. 82-84
[26] «La lucha emprendida por los trabajadores agrícolas de la provincia de Siracusa el 24 de Noviembre, a la que se sumaron los jornaleros del campo de Avola, reivindicaba un aumento de los jornales, y la eliminación de las diferencias de salario y de jornada laboral entre las dos zonas en que estaba dividida la provincia, la aprobación de una ley que obligase al cumplimiento de los contratos, así como la puesta en marcha de las comisiones paritarias de control, que se habían acordado en la lucha de 1966, pero que jamás habían funcionado. (...) Los obreros agrícolas bloquearon las carreteras y sufrieron las cargas de la policía. El 2 de Diciembre Avola participa masivamente en una huelga general. Los jornaleros volvieron a bloquear por la noche la carretera nacional en Noto [otro pueblo de la zona] contando con la presencia de obreros a su lado. Por la mañana llegaron las mujeres y los niños. Hacia las 14 horas, el Vicequestore [subcomisario de policía] de Siracusa, un tal Samperisi, dio orden de atacar a la compañía móvil reforzada por una venida de Catania (...) Ese día la brigada móvil efectúo tres cargas disparando contra una multitud que pensaba que eran disparos de fogueo. Los jornaleros trataron de encontrar un refugio y algunos respondieron lanzando piedras. Este escenario de auténtica batalla duró cerca de media hora. Finalmente Piscitello, un diputado comunista, recogió del asfalto más de dos kilos de proyectiles. El balance fue de dos jornaleros muertos, Angelo Sigona y Giuseppe Scibilia, y 48 heridos, 5 de ellos graves». (www.italia.atacc.org/spip/spip/php?article2259)
[27] «Nos echamos a la calle con la habitual generosidad de los jóvenes que se sumaban a los trabajadores y las trabajadoras que estaban en huelga contra el cierre de las fábricas de tabaco y de azúcar. El cierre de estas industrias, como el de sus auxiliares, ponía en crisis a toda la ciudad, puesto que la mitad de sus habitantes obtenía del trabajo de ellas sus únicos ingresos. La huelga general aparecía como la única alternativa, y así lo sintió el conjunto de la población que participó masivamente. Incluso entre muchos estudiantes, aunque no fuesen de Battipaglia, se sentía esa necesidad de tomar parte dado que comprendíamos la importancia de esas dos manufacturas para la economía de la ciudad. Teníamos un motivo adicional para una huelga general y era el solidarizarnos con los compañeros de la fábrica de tabaco que llevaban diez días encerrados en la iglesia de Santa Lucia. El espectro de una gran crisis pesaba sobre la ciudad, puesto que ya se habían cerrado algunas fábricas conserveras, por lo que un autentico drama se avecinaba para miles de trabajadores que inevitablemente perderían su trabajo. (...) Muy rápidamente se produjeron momentos de tensión que, como sucede frecuentemente, se transformaron en verdaderos movimientos. Battipaglia se convirtió en el escenario de violentos enfrentamientos, levantándose barricadas, se cerraron las salidas de las calles y se ocupó la estación. La policía cargó, y lo que debería haber sido una gran jornada de solidaridad con quienes querían conservar su puesto de trabajo, se convirtió en una auténtica insurrección popular. El resultado fueron dos muertos, centenares de heridos, decenas de vehículos (tanto de la policía como de particulares) incendiados, y destrozos incalculables. Para conseguir imponerse a una ciudad herida y encolerizada, las fuerzas del orden hubieron de emplearse a fondo durante casi 20 horas» (Testimonio ofrecido en el blog: massimo.delmese.net/189/9-aprile-1969-9-aprile-2009-a-40-anni-dai-moti-di-battipaglia/)
[29] Aldo Cazzullo, I ragazzi che volevano fare la rivoluzione. 1968-1978, Storia critica di Lotta Continua. Sperling & Kupfer Eds. Pag. 67.
[30] https://static.repubblica.it/milano/autunnocaldo/
[31] Extraído del sitio Internet: www.pmli.it/storiaautunnocaldo.htm.