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"El fracaso de Copenhague es más profundo de lo que pudiera uno imaginarse" según Herton Escobar, especialista en ciencias del diario O Estado de São Paulo (Brasil), "El mayor acontecimiento diplomático de la Historia no ha desembocado en el menor compromiso"
"Copenhague desemboca en fracaso" (Guardian, Reino Unido), "Fiasco en Copenhague", "Resultado grotesco", "Algo peor que inútil" (Financial Times, Reino Unido), "Una cumbre para nada" (The Asian Age, India), "La ducha fría", "El peor acuerdo de la historia" (Libération, Francia)...La prensa internacional es casi unánime[1]: esa cumbre anunciada como algo histórico ha sido una catástrofe. Al final, los países participantes en esa gran ceremonia firmaron un acuerdo, una incierta promesa lejana que no compromete a nada ni a nadie: reducir la subida de calentamiento a 2° C en 2050. "El fracaso de Copenhague es más profundo de lo que pudiera uno imaginarse" según Herton Escobar, especialista en ciencias del diario O Estado de São Paulo (Brasil), "El mayor acontecimiento diplomático de la Historia no ha desembocado en el menor compromiso"[2]. Quienes creyeron en un milagro, el del nacimiento de un capitalismo verde, han visto, al igual que la banquisa ártica y antártica, derretirse sus ilusiones de golpe.
Una cumbre internacional para apaciguar las inquietudes
La cumbre de Copenhague vino precedida de una impresionante campaña publicitaria. La tabarra mediática orquestada a escala mundial llegó a ser ensordecedora. Todos los canales de TV, diarios y revistas trasformaron el acontecimiento en histórico. Fue una puesta en escena impresionante con múltiples versiones.
Desde el 5 junio de 2009, el film documental de Yann Arthus Bertrand, Home, verificación dramática e implacable de la amplitud de la catástrofe ecológica mundial, difundida simultánea y gratuitamente en 70 países (por televisión, en Internet, en los cines).
Cientos de intelectuales y asociaciones multiplicaron las declaraciones grandilocuentes para "despertar las conciencias" y "ejercer una presión ciudadana sobre quienes deciden". En Francia la fundación Nicolas Hulot lanzó una especie de ultimátum: "El porvenir del planeta y con él, el sino de miles de millones de hambrientos [...] se jugará en Copenhague. O se escoge la solidaridad o se sufrirá el caos, la humanidad tiene cita consigo misma". Y el mismo mensaje en Estados Unidos: "Las naciones del mundo se reúnen en Copenhague del 7 al 18 de diciembre de 2009 para una conferencia sobre el clima que se anuncia como la de la última oportunidad. O funciona o se rompe, camina o revienta o, quizás en sentido propio, o nadas o te hundes. En realidad se puede afirmar sin equivocarse que es la reunión diplomática más importante de la historia del mundo." (Bill McKibben, escritor y militante norteamericano, en la revista Mother Jones[3]).
El día de la apertura de la cumbre, 56 diarios de 45 países tomaron la iniciativa inédita de hablar con la misma voz en un editorial: "Si no nos unimos para emprender acciones decisivas, el cambio climático causará estragos en nuestro planeta [...] El cambio climático [...] tiene consecuencias que persistirán para siempre y nuestras perspectivas de controlarlo se van a decidir en los próximos 14 días. Pedimos a los representantes de los 192 países reunidos en Copenhague que no vacilen, que no caigan en disputas, que no se echen las culpas unos a otros. [...]El cambio climático afecta a todos, y todos deben resolverlo." [4]
Todos esos discursos tienen una mitad de verdad. Las investigaciones muestran que el planeta está siendo devastado. Se agrava el calentamiento climático y, con éste, la desertificación, los incendios, los ciclones... La contaminación y la explotación intensiva de los recursos acarrean la desaparición masiva de las especies. De ahora a 2050 habrá desaparecido entre 15 y 37% de la biodiversidad. Hoy, un mamífero de cada cuatro, un ave de ocho, un tercio de anfibios y 70% de plantas están en peligro de extinción[5]. Según el Foro humanitario mundial, el "cambio climático" provocaría la muerte de ¡300 000 personas por año! (la mitad por malnutrición) En 2050, habría "250 millones de refugiados climáticos"[6]. Sí, ¡el problema es urgente!, Sí, ¡la humanidad está ante un problema histórico y vital!
En cambio, el resto del mensaje es pura mentira con la que adormecer de ilusiones al proletariado mundial. Todos llaman a la responsabilidad de los gobernantes y a la solidaridad internacional frente al "peligro climático". ¡Como si los Estados pudieran olvidar o superar sus propios intereses nacionales para unirse, cooperar, ayudarse por el bien de la humanidad! Todas esas historias no son más que nanas para dormirse, inventadas para calmar a una clase obrera inquieta al ver como se destruye poco a poco el planeta y a los millones de personas que sufren por ello[7]. Si la catástrofe medioambiental demuestra algo claramente y para todo el mundo es que sólo puede tenerse en cuenta una solución internacional. Para evitar que los obreros reflexionen demasiado por su cuenta en busca de una solución, la burguesía ha querido demostrar que era capaz de dejar de lado sus divisiones nacionales o, citando el editorial internacional de los 56 diarios, "que no caigan en disputas", "que no se echen las culpas unos a otros" y comprender que "el cambio climático afecta a todos, y todos deben resolverlo"
Lo menos que puede decirse es que han fallado el objetivo y ¡de qué manera! Si algo ha demostrado Copenhague es que el capitalismo sólo es capaz de montar un tinglado de lo más confuso para fabricar humo.
Ni que decir tiene que nada podía esperarse, semejante cumbre no podía parir ni a un ratón. El capitalismo destruye el medioambiente desde siempre. Ya en siglo XIX, Londres era como una gigantesca fábrica que echaba humo por doquier y tiraba sus residuos en el Támesis. Ese sistema produce con el único objetivo de sacar ganancias y acumular capital por todos los medios. Si para ello hay que arrasar bosques, saquear océanos, contaminar ríos o alterar el clima, da igual... Capitalismo y Ecología son obligatoriamente antagónicos. Todas las reuniones internacionales, los comités, las cumbres (como la de Río de Janeiro en 1992 o la de Kyoto en 1997) no han sido más que taparrabos, ceremonias teatralizadas para hacer creer que los "grandes de este mundo" se preocupan por el porvenir del planeta. Los Nicolas Hulot, Yann Arthus Bertrand, Bill McKibben Al Gore y demás[8] han querido hacernos creer que esta vez iba de veras, que ante la urgencia de la situación, los mandamases iban a ponerse manos a la obra. Y mientras esos ideólogos producían viento, aquellos "altos dirigentes" afilaban sus armas eco...nómicas! Pues ésa es la realidad: el capitalismo está dividido en naciones, todas ellas competidoras de las demás, metidas todas en una guerra comercial sin tregua y, si falta hiciera, guerra a secas.
Baste un ejemplo. El polo Norte se está derritiendo. Los científicos prevén una catástrofe ecológica de gran envergadura: crecida de las aguas, cambios en la salinidad y corrientes marinas, corrosión de infraestructuras y erosión de las costas consecuencia de derretimiento del pergelisol, liberación de CO2 y de metano de esos suelos helados, degradación de los ecosistemas árticos[9] ... Los Estados sí que ven por su parte una "oportunidad" de explotar los recursos hasta ahora inaccesibles y abrir nuevas vías marítimas libres de hielo. Rusia, Canadá, Estados Unidos, Dinamarca (por medio de Groenlandia) están metidos en una guerra diplomática sin cuartel, no dudando, si hace falta, en usar la intimidación militar. Como, por ejemplo, en agosto de 2009, "unos 700 efectivos de los ejércitos canadiense, de tierra, mar y aire, participan en la operación pancanadiense NANOOK 09. El objetivo del ejercicio es demostrar que Canadá es capaz de afirmar su soberanía en el Ártico, una región codiciada por Estados Unidos, Dinamarca y, sobre todo, Rusia, la cual ha irritado a Ottawa con algunos amagos tácticos como mandar aviones o submarinos."[10], pues, efectivamente, el Estado ruso, desde 2007, suele mandar regularmente sus aviones de caza a sobrevolar el Ártico e incluso las aguas canadienses como en tiempos de la guerra fría.
¡Capitalismo y Ecología son sin la menor duda y para siempre dos cosas antagónicas!
La burguesía ni siquiera logra salvar las apariencias
"El fracaso de Copenhague" lo será todo menos una sorpresa. Ya lo decíamos en nuestra Revista Internacional n°138 del tercer trimestre de 2009: "El capitalismo mundial es completamente incapaz de cooperar para hacer frente a la amenaza ecológica. En particular en este período de descomposición social, con la tendencia creciente de cada nación a jugar su propia baza en la partida internacional, a la competencia de cada cual contra los demás, tal cooperación es imposible." Lo más sorprendente es, sin embargo, que esos jefes de Estado ni quiera hayan sido capaces de salvar las apariencias. Suele normalmente ocurrir que al final se firme un acuerdo con el mayor boato, se rubrique una serie de objetivos hueros y ¡todos tan contentos! Esta vez no, esta vez ha quedado sellado oficialmente el "fracaso histórico". Las tensiones y los regateos han salido por los bastidores y han acabado en el escenario. Ni siquiera se ha podido sacar la típica foto de jefes de Estado, felicitándose mutuamente, dándose palmaditas y yendo del bracete, echando sonrisas de oreja a oreja como artistas de cine. ¡Con eso queda todo dicho!
La repulsa es tan patente ante lo ridículo y vergonzoso de esos dirigentes de la burguesía que éstos han preferido largarse sin hacer ruido y de puntillas. ¡Vaya contraste entre los bombos, platillos y trompetas durante los preparativos de la Cumbre de Copenhague y el "ensordecedor" silencio que la siguió. Al mismo día siguiente del encuentro internacional, los medios se limitaron a escribir unas cuantas líneas de lo más discreto para hacer un "balance" del fracaso (con, a menudo, esa sistemática indecencia de echar la culpa a las demás naciones), y después, dejar de hablar de un tema un tanto infecto en los días siguientes.
¿Por qué, contrariamente a lo que suele ocurrir, los jefes de Estado ni siquiera han conseguido dar el pego? La respuesta tiene dos palabras: crisis económica.
En contra de lo que se afirmaba por todas partes desde hace meses, la recesión de la crisis actual no anima a los jefes de Estado a aprovechar la "fantástica ocasión" de zambullirse todos juntos en la "aventura de la green economy". La brutalidad de la crisis reaviva las tensiones internacionales. La cumbre de Copenhague ha mostrado la guerra encarnizada que se hacen las grandes potencias. Para éstas ya no queda tiempo ni medios para el disimulo aparentando llevarse bien con los demás y rubricar acuerdos, ni siquiera en papel mojado como otras tantas veces. ¡Es hora de sacar las navajas y su brillo estropea las fotos!
Desde el verano de 2007 y la caída de la economía mundial en la recesión más grave de la historia del capitalismo, hay una tentación creciente de ceder al canto de sirena del proteccionismo y la tendencia a que cada cual vaya a la suya. Bien sabemos que por su propia naturaleza, el capitalismo está dividido desde siempre en naciones que se hacen una guerra económica sin cuartel. Pero la quiebra de 1929 y la crisis de los años 1930 revelaron a la burguesía el peligro que entrañaba la falta total de reglas y de coordinación internacional del comercio mundial. Y después de la IIª Guerra mundial, los bloques del Este y del Oeste se organizaron interiormente instaurando un mínimo de leyes que pusieran cierto orden en las relaciones económicas. Se prohibió, por ejemplo, el proteccionismo excesivo pues se le consideraba un factor para el comercio mundial y, por lo tanto, para cada nación. Esos grandes acuerdos (Bretton Woods, 1944, por ejemplo) y las instituciones encargadas de respectar las nuevas reglas (Fondo Monetario International, por ejemplo) sirvieron, efectivamente, para amortiguar los efectos de las tendencias a la descrecencia económica que golpean al capitalismo desde 1967.
Pero la gravedad de la crisis actual ha zarandeado todas esas reglas de funcionamiento. La burguesía ha intentado reaccionar con cierta unidad, organizando los G20 de marras en Pittsburgh y Londres. Sin embargo, las tendencias centrífugas de "sálvese quien pueda" no han cesado de intensificarse un mes tras otro. Los planes de relanzamiento se coordinan cada vez menos entre las diversas naciones y la guerra económica se hace cada día más agresiva. La Cumbre de Copenhague ha venido a confirmar plenamente esas tendencias.
Hay que decir que, en contra de las patrañas sobre no se sabe qué "salida del túnel" y una reanudación de la economía mundial, la recesión no para de agravarse, sufriendo incluso una nueva sacudida en este final de año 2009. "Dubai, la quiebra del emirato", "Grecia al borde de la quiebra" (Libération, diario francés, 27-11 y 9-12) [11]. Esos anuncios han resonado como truenos. Cada Estado se da cuenta de que su economía nacional está en serio peligro y es consciente de que lo que nos depara el porvenir es una recesión más profunda todavía. Para impedir que la economía capitalista se hunda con demasiada rapidez en la depresión, a la burguesía no le queda más opción desde el verano de 2007 que crear e inyectar más y más moneda y, por lo tanto, incrementar los déficits públicos y presupuestarios. Como lo señala un informe de noviembre 2009 del banco francés Société Générale "Lo peor quizás sea lo que nos espera". Según ese banco, "lo planes recientes de salvamento instaurados por los gobiernos del mundo han transferido sencillamente unos pasivos del sector privado al sector público, acarreando una nueva serie de problemas. El primero de ellos, el déficit. [...] El nivel de la deuda es algo insoportable a largo plazo. Hemos alcanzado un punto de imposible retorno en lo que a deuda pública se refiere"[12]. El endeudamiento global es mucho más elevado en la mayoría de las economías de los países desarrollados, con relación a su Producto interior bruto (PIB). En EE.UU. y en la Unión Europea, la deuda pública será 125% del PIB dentro de dos años. En Reino Unido será de 105% y en Japón, 270% (también según ese informe). Y el Société Générale no es el único en dar la alarma. En marzo de 2009, el Crédit Suisse estableció la lista de los países más amenazados por la quiebra, comparando la importancia de sus deudas y su PIB. Por ahora, esa especie de campeonato ha quedado así, por orden de peligrosidad: Islandia, Bulgaria, Lituania, Estonia, Grecia, España, Letonia, Rumania, Gran Bretaña, Estados Unidos, Irlanda y Hungría[13]. Otra prueba de esa inquietud es que en los mercados financieros ha aparecido una nueva sigla: PIGS. "Hoy son los PIGS: Portugal, Italia, Grecia, España [Spain en inglés, NDLR] los que hacen temblar el planeta. Tras Islandia y Dubai, a esos cuatro países de la zona euro se les considera como posibles bombas de relojería de la economía mundial"[14] .
En realidad, todos los Estados, ante el déficit abismal van a tener que reaccionar y llevar a cabo una política de austeridad. Eso significa en concreto que:
- van a ejercer una fuerte presión fiscal;
- van a disminuir más drásticamente todavía los gastos, suprimiendo decenas de miles de puestos de funcionarios, reduciendo las pensiones, los subsidios por desempleo, las ayudas familiares y sociales, los reembolsos por cuidados médicos y medicamentos,...
- y, evidentemente, van a hacer una política cada vez más agresiva, saltándose sus propias leyes, en el comercio internacional.
En resumen, la situación económica agudiza la competencia. Los Estados están hoy poco dispuestos a aceptar la menor concesión; libran una batalla despiadada por la supervivencia de su economía nacional contra las demás burguesías. Ha sido esa tensión, esa guerra económica lo que se ha manifestado en Copenhague.
Las cuotas ecológicas, armas económicas
Todos los Estados acudieron pues a Copenhague no para salvar el planeta, sino para defenderse cada uno con uñas y dientes. La finalidad de cada uno ha sido usar "la ecología" para que se adopten leyes que le sean ventajosas y que, sobre todo, entorpezcan a los demás.
Los demás países acusan a Estados Unidos y China de ser los responsables principales del fracaso. Y, efectivamente, ambos se han negado a que se establezca el menor objetivo cifrado de descenso de producción de CO2, responsable principal del calentamiento climático. Es evidente que los dos mayores contaminadores del planeta eran los que más iban a perder en ese juego[15]. "Si se adoptan los objetivos del GIEC [16] [o sea la baja de 40% de CO2 de ahora a 2050, NDLR], en 2050, cada habitante del mundo debería emitir 1,7 tonelada de CO2 por año. Y resulta que hoy, cada estadounidense ¡está produciendo 20 t. de media!" [17]. En cuanto a China, su industria casi sólo funciona con centrales de carbón que "producen el 20% de las emisiones mundiales de ese gas. Es más que todos los transportes del mundo juntos: automóviles, camiones, trenes, barcos y aviones" [18]. Se comprende así por qué los demás países tanto se empeñaron en que se fijaran "unos objetivos cuantificados" de descenso del CO2!
Pero eso tampoco significa, ni mucho menos, que EEUU y China hicieran causa común. El país asiático, al contrario, exigió que las emisiones de CO2 bajaran 40% de hoy a 2050 en... Estados Unidos y Europa. En cambio, China, por ser un país "emergente", no debería estar obligada a cumplirlo. "Los países emergentes, India y China en particular, exigen a los países ricos que se comprometan firmemente en reducir los gases con efecto invernadero, pero ellos se niegan a someterse a objetivos de obligado cumplimiento"[19]
India usa más o menos la misma estratagema: que los demás bajen sus porcentajes pero no India, justificando su política porque "tiene cientos de millones de pobres y el país no puede permitirse grandes esfuerzos". Los "países emergentes" o "en vías de desarrollo" a los que suele presentarse en la prensa como las primeras víctimas del naufragio de Copenhague, no han dudado en instrumentalizar la miseria de su población para defender sus intereses capitalistas. El delegado de Sudán, que representaba a África, no vaciló en comparar la situación a la del holocausto. "Es una solución basada en los valores que enviaron a seis millones de personas a los crematorios en Europa."[20] Esos dirigentes que matan de hambre a sus pueblos y eso cuando no los machacan alegremente, se atreven hoy, sin el menor pudor, a invocar "sus" desgracias. En Sudán, sin ir más lejos, no será a causa del clima en el futuro sino ya, hoy, ahora que millones de personas caen muertas a balazos.
Y Europa y su papel de dama virtuosa, ¿qué ha hecho por defender "el futuro del planeta"? Pongamos algunos ejemplos. El presidente francés Nicolas Sarkozy hace una estentórea declaración llena de aspavientos el día antes de la cumbre, "Si seguimos así, será un fracaso. [...] Debemos todos hacer compromisos, [...] Europa y los países ricos debemos reconocer que nuestra responsabilidad es mayor que la de los demás. Nuestro compromiso debe ser mayor. [...] ¿Quién va a atreverse a decir que África y los países más pobres no necesitan dinero? [...] ¿Quién va a atreverse a decir que no hace falta un organismo verificador de que se respetan los compromisos de cada uno?"[21] Detrás de toda esa retórica se oculta una realidad siniestra. El Estado francés y Sarkozy se pelean por un descenso cuantificado de las emisiones de CO2, pero, sobre todo, para que... no se pongan límites a la energía nuclear, recurso vital de la economía gala. Esa energía hace pesar sobre la humanidad una amenaza, una especie de espada de Damocles. El accidente de la central de Chernobil causó entre 4000 y 200 000 muertes según si se cuentan o no las víctimas por cánceres causados por las radiaciones. Con la crisis económica, en las décadas venideras, los Estados tendrán menos medios para mantener las centrales, de modo que los accidentes podrán ser más probables. Y ya hoy la industria nuclear contamina masivamente. El Estado francés quiere hacer creer que sus residuos radioactivos son "convenientemente" almacenados en La Hague (norte de Francia), cuando, en realidad, para ahorrar, exporta, con disimulo, gran parte de ellos a Rusia: "casi el 13 % de las materias radioactivas producidas por nuestro parque nuclear duermen en algún sitio de la inmensidad siberiana. En realidad y para ser precisos se tata del complejo atómico de Tomsk-7, una ciudad secreta de 30 000 habitantes, prohibida a los periodistas. Allí, cada año desde mediados de los años 1990, 108 toneladas de uranio empobrecido procedente de las centrales francesas llegan en contenedores que se colocan en un inmenso aparcamiento a cielo abierto." [22] Otro ejemplo. A los países de Europa del Norte suele considerárseles modélicos en esto de la ecología. Pues bien, en lo que a deforestación se refiere, "Suecia, Finlandia, o Austria pisan el freno a fondo para que nada se mueva"[23]. ¿La razón?: su producción de energía es muy dependiente de la madera y son grandes exportadores de papel. De modo que Suecia, Finlandia y Austria se pusieron en Copenhague al lado de China, la cual, como primer productor de muebles de madera que es, no quería ni oír hablar de limitaciones a la deforestación. Y eso no es una menudencia sin importancia: "La deforestación es, en efecto, responsable de la quinta parte de las emisiones mundiales de CO2." [24] y "La destrucción de los bosques pesa enormemente en la balanza del clima [...]. Unas 13 millones de hectáreas de bosque se cortan cada año, o sea lo equivalente a la superficie de Inglaterra, y es esa deforestación a mansalva lo que hace que Indonesia y Brasil sean el tercero y el cuarto mayor emisor de CO2 del planeta." [25] A aquellos tres países europeos, que serían oficialmente la prueba fehaciente de que una economía capitalista verde es posible (¡sic!), "se les otorgó el premio "Fossil of the Day" [26] en el primer día de las negociaciones por su negativa a comprometerse sobre la cuestión de los bosques." [27]
Un país resume, él solo, el cinismo burgués sobre el tema de la "ecología": Rusia. Desde hace meses el país de Putin afirma con fuerza que es favorable a un acuerdo cifrado sobre las emisiones de CO2. Esta posición es sorprendente cuando se conoce el estado de la naturaleza en Rusia. Muchas zonas de Siberia están contaminadas por radioactividad. Su arsenal nuclear (bombas, submarinos...) se oxidan en cementerios. ¿Tendrá remordimientos el Estado ruso? "Rusia se presenta como la nación modelo en el tema de emisiones de CO2. Pero eso solo son trucos de circo. Veamos por qué: en noviembre, Dimitri Medvedev [el presidente ruso] se comprometió a reducir las emisiones rusas en 20% de ahora hasta 2020 (sobre la base de 1990[28]), o sea más que la Unión Europea. Pero no hay ahí ninguna imposición, pues, en realidad, les emisiones rusas ya han disminuido en... 33% desde 1990 a causa del desmoronamiento del PNB ruso tras la caída de la Unión Soviética. De hecho, lo que pretende Moscú es poder emitir más CO2 en los próximos años para así no frenar su crecimiento (en caso de que éste vuelva algún día...). Los demás países no aceptarán fácilmente esa posición.[29]".
El capitalismo nunca será "verde". Mañana, la crisis económica va a seguir golpeando cada vez más duramente. Y el destino del planeta no será entonces más que ahora una preocupación de la burguesía. Sólo buscará una cosa: mantener a flote su economía nacional, enfrentándose cada vez más duramente a los demás países, cerrando fábricas poco rentables, dejándolas incluso que se pudran in situ, reduciendo costes de producción, recortando presupuestos de mantenimiento de fábricas y centrales de energía (nucleares o de carbón), lo que acarreará más contaminación y más accidentes industriales. Ése es el porvenir que nos reserva el capitalismo: una crisis económica profunda, unas infraestructuras carcomidas y ultracontaminantes y más sufrimientos para la humanidad.
Empieza a ser hora de acabar de una vez con el capitalismo antes de que destruya el planeta y diezme la humanidad.
Pawel (6 de enero de 2010)
[1] Sólo los periódicos norteamericanos y chinos hablan de "éxito", de paso adelante". Más lejos veremos por qué.
[2] www.estadao.com.br/estadaodehoje/20091220/not_imp484972,0.php.
[3] https://www.courrierinternational.com/article/2009/11/19/un-sommet-plus-important-que-yalta
[4] https://www.courrierinternational.com/article/2009/12/07/les-quotidiens-manifestent-pour-la-planete, o El País, 07/12/2009
[5] https://www.planetoscope.com/biodiversite
[6] https://www.futura-sciences.com/planete/actualites/climatologie-rechauffement-climatique-vers-30000-morts-an-chine-2-c-19468/
[7] Es posible y muy probable que muchos intelectuales y responsables de asociaciones ecológicas se crean los cuentos que ellos mismos se inventan.
[8] Premio Nobel de la Paz por su lucha contra el calentamiento del planeta con su documental "Una verdad molesta"
[9] futura-sciences.com/2729/show/f9e437f24d9923a2daf961f70ed44366&t=5a46cb8766f59dee2844ab2c06af8e74.
[10] https://ici.radio-canada.ca/nouvelle/444446/harper-exercice-nord
[11] La lista se va alargando pues desde finales de 2008 y principios de 2009, a Islandia, Bulgaria, Lituania y Estonia ya se les ha colgado el cartel de "Estado en quiebra".
[12] Informe hecho público por el Telegraph (diario inglés) del 18/11/2009.
[13] Fuente : weinstein-forcastinvest.net/apres-la-grece-le-top-10-des-faillites-a-venir.
[14] Le Nouvel Observateur, semanario francés (3-9/12/2009).
[15] De ahí la exclamación victoriosa de la prensa norteamericana y china (mencionada en nuestra introducción) para las que la ausencia de acuerdo es... "un paso adelante".
[16] Grupo intergubernamental de peritos en clima
[17] Le Nouvel Observateur (3-9/12/2009), numero especial "Copenhague".
[18] Ídem.
[19] Ver la página (en francés) www.rue89.com/planete89/2009/12/19/les-cinq-raisons-de-lechec-du-sommet-...
[20] Les Echos, diario francés19/12/2009.
[21] Le Monde, 17/12/2009.
[22] "Nos déchets nucléaires sont cachés en Sibérie" ("Nuestros residuos nucleares se esconden en Siberia"), Libération, 12/12/2009.
[23] Euronews (canal europeo de TV), 15/12/2009 (fr.euronews.net/2009/12/15/copenhague-les-emissions-liees-a-la-deforestation-font-debat)
[24] www.rtlinfo.be/info/magazine/environnement/293711/wwf-l-europe-toujours-...
[25] La Tribune (diario francés) 19/12/2009.
[26] Ese premio lo otorga un grupo de 500 ONGs vinculadas al medio ambiente y "recompensa" a individuos o Estados que "se hacen los remolones", valga la expresión, en la lucha contra el calentamiento climático. Durante la semana de Copenhague, casi todos los países habrían podido ostentar su Fossil of the Day.
[27] Le Soir (diario belga) 10/12/2009.
[28] 1990 es el año de referencia para las emisiones de gas de efecto invernadero, para todos los países, desde el protocolo de Kyoto.
[29] Le Nouvel Observateur, 3-9/12/2009.