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El País del 25-4-09 presenta la lucha de los trabajadores del astillero de Sestao con el siguiente titular de primera página «Los despidos originan en la Naval de Sestao el primer brote de tinte racista». Simultáneamente, en La Ser –emisora perteneciente al mismo grupo mediático que El País- en las noticias de las 8 de la mañana se especulaba sobre el peligro fascista que podría acarrear las reacciones ante la crisis e inmediatamente –como si fuera una casualidad- se hablaba de la «actitud racista de los trabajadores de La Naval de Sestao».
¿Han actuado los trabajadores de manera racista como les acusa El País y La Ser?
En La Naval de Sestao hay 400 trabajadores en plantilla y unos 1000 que lo hacen a través de empresas subcontratadas en condiciones de eventualidad. En las últimas semanas aquellas han despedido trabajadores al ritmo de unos 20 semanales. La inquietud había empezado a cundir. Pero esta se ha transformado en indignación cuando los despedidos eran sustituidos por compañeros polacos, rumanos y portugueses a los que se pagaban salarios muy inferiores a los establecidos por convenio.
Este fue el origen de la protesta que estalló el jueves 23 con una manifestación que recorrió Sestao y Baracaldo en la que participaron trabajadores de la plantilla que no estaban afectados. El viernes 24, los obreros cortaron los accesos a la factoría en una concentración masiva.
¿Qué reivindicaban? ¿La expulsión de los trabajadores extranjeros? ¿Qué se contratara solamente a españoles, como pretenden grupos xenófobos de la calaña de España 2000?
¡Rotundamente no!. «Los trabajadores subcontratados por la Naval en el País Vasco perciben una media de 14 euros por hora, frente a los entre 3,5 y 6 euros de portugueses y rumanos. El «abaratamiento» de la mano de obra y la «competencia desleal» han soliviantado a los afectados, que han decidido movilizarse para exigir que a los foráneos se les apliquen las mismas condiciones que a los empleados locales».[1]
La reivindicación de los obreros de Sestao es solidaria con sus compañeros de Portugal, Rumania o Polonia, piden que tengan las mismas condiciones, se oponen a que las empresas se aprovechen y apliquen un brutal abaratamiento de las condiciones laborales, lo que perjudica a todos. Los trabajadores de Sestao luchan por el interés común, tanto suyo como el de sus hermanos rumanos, polacos o portugueses ¿Dónde está el racismo con los que El País y La Ser los ha estigmatizado?
En la agencia de noticias Servimedia (26-4-09), Miguel Fonda Stefanescu, presidente de la Federación de Asociaciones Rumanas de España declara: «El problema aquí es que tenemos una clase empresarial que está dispuesta a utilizar la mano de obra inmigrante para hacer añicos horas de concertación social. Tienen toda la razón en protestar. Esto no tiene nada que ver con la xenofobia».
El lunes 27, todos los accesos a la factoría seguían cortados por los trabajadores reunidos en asamblea. Para evitar la continuación de la protesta «La dirección de La Naval, representantes sindicales y gestores de varias empresas subcontratistas que trabajan para el astillero vizcaíno han alcanzado esta mañana un principio de acuerdo sobre las condiciones de contratación de trabajadores extranjeros. En él, según han explicado fuentes sindicales, se recoge el compromiso de que los trabajadores extranjeros sean contratados no en las condiciones "de origen", sino en las de "destino", es decir, conforme al convenio del sector del metal de Vizcaya, por lo que tendrán las mismas condiciones que los demás empleados» (Agencia EFE 27-4-09)
Las razones de la calumnia y como combatirla
Los trabajadores de Sestao han sido vilmente calumniados por El País y La Ser que se presentan como muy diferentes de esos campeones de la demagogia y la deformación grosera que son Jiménez Losantos y la COPE.
Es necesario comprender que esta no es la primera vez. En enero, los trabajadores del sector energético de Gran Bretaña fueron igualmente presentados como xenófobos y racistas por haber adoptado al principio de su lucha el eslogan electoral del Mister Brown –primer ministro laborista- de “Empleos británicos para trabajadores británicos”[2]. Un gran revuelo mediático se armó contra este error de nuestros hermanos sometidos al mismo chantaje de la contratación de compañeros extranjeros en condiciones mucho peores. Sin embargo, la prensa que tanto escándalo había organizado –con una participación muy activa de El País y La Ser[3]- guardó un silencio sepulcral cuando los trabajadores reconocieron su error y lucharon junto a compañeros polacos en un movimiento solidario y el 5 de febrero las pancartas proclamaban “Trabajadores del mundo entero uníos”[4].
Otro caso paradigmático de calumnia y deformación ocurrió con las movilizaciones obreras y estudiantiles de Grecia a finales de 2008. La lucha fue sistemáticamente presentada como una acción minoritaria de “400 vándalos” dedicados a romper escaparates cuando en realidad hubo manifestaciones masivas de padres, estudiantes, jubilados etc., asambleas generales abiertas a toda la población, llamamientos a la solidaridad internacional … [5]
¿Por qué todos los medios de “comunicación” se entregan a tales calumnias?
El País, La Ser, la COPE y Jiménez Losantos, más allá de las diferencias de talante y de intereses que les separan, coinciden en la defensa incondicional del actual ¿orden? social, el capitalismo, un sistema basado en la explotación de la gran mayoría en beneficio de una minoría. Para mantener este sistema, el Estado y todos sus artilleros mediáticos no dudan en emplear los recursos más innobles entre los cuales la mentira y la calumnia figuran entre los más eficaces.
La repetición machacona de la acusación de racismo contra los trabajadores, la insinuación de que sus protestas podrían constituir el caldo del cultivo del fascismo, constituye una manera de desprestigiar su lucha, de crear el cortafuego de la sospecha y el aislamiento social a su alrededor. Es igualmente una forma de sembrar en las filas obreras un sentimiento de desconfianza en sus propias fuerzas, de inculcarles el virus destructor de la culpabilidad.
La lucha de los trabajadores no es el mero reflejo de las condiciones objetivas. Los trabajadores no son como el perro de Pavlov que reaccionan como resortes ante el aguijón de la crisis punzando dolorosamente sus carnes. Son seres humanos con sentimientos, dudas, miedos, sueños, deseos… El desarrollo de su lucha nace de una compleja fusión entre los factores objetivos (la crisis) y los factores subjetivos (la solidaridad, la voluntad de conquistar un futuro diferente, la combatividad).
Calumnias como la de Sestao –o anteriormente las de Gran Bretaña o Grecia- buscan entorpecer la maduración de las condiciones subjetivas. Vivimos en una sociedad donde la humanidad padece una terrible crisis de confianza en si misma. Hoy, muchos seres humanos piensan que el problema no es el capitalismo, sino LOS HOMBRES MISMOS, que –como decía Hobbes en el siglo XVII- “el hombre es un lobo para el hombre”. Los trabajadores padecen ese ambiente y ello repercute en el desarrollo de sus luchas que necesitan para extenderse y radicalizarse de los sentimientos liberadores de la solidaridad, la unidad, la conciencia, la confianza en el futuro. Las campañas de la prensa “democrática” –como El País- lanzando sobre los trabajadores el estigma infamante de racismo y xenofobia, buscan entorpecer ese proceso.
Para combatir estas mentiras la prensa proletaria es todavía muy minoritaria y tiene una escasa difusión. Evidentemente, hay que ampliarla y extenderla, que su tentativa de ofrecer una visión veraz y crítica llegue al mayor número posible de compañeros. Pero han de ser los trabajadores mismos los que en sus luchas deben preocuparse por crear canales de discusión e información autónomos e independientes. La primera preocupación de las luchas debe ser el que sean conocidas por otros trabajadores del mismo país y de otros países, extenderla para que se unan a ella.
¿Podemos contar para ello con la prensa? ¿La tarea es montar numeritos espectaculares para que la protesta social salga en los periódicos y en la TV? Pensamos que no, que eso es como confiar al zorro que cuide de las gallinas. Más allá de la buena voluntad de los periodistas enviados al terreno –a los que hay que tratar de ganárselos- los medios llamados de “comunicación” no están para una información imparcial sino para contribuir a las campañas y necesidades del poder establecido.
La alternativa es comunicarnos directamente con los demás trabajadores a través de Asambleas abiertas, a través del envío de delegaciones, creando medios de información y debate independientes, desarrollando redes de contacto, por Internet y mediante encuentros directos, que hagan circular las noticias, los análisis, las discusiones.
Para ello podemos inspirarnos en las experiencias históricas del proletariado. En 1905, durante la primera revolución rusa, los trabajadores levantaron Asambleas Generales que unían a todos los centros laborales de una ciudad, los Soviet. Una decisión del Soviet de San Petersburgo –entonces la capital política y económica del país- fue crear su propio órgano independiente de prensa: Izvestia, Las Noticias. En Grecia, en diciembre 2008, los trabajadores y los estudiantes –hartos de las manipulaciones del poder- ocuparon emisoras de radio desde donde emitían comunicados explicando los verdaderos motivos de su lucha. En el mismo sentido –preocupados por superar el aislamiento internacional- hicieron un llamamiento a los jóvenes de toda Europa. La creatividad y la iniciativa obrera nos dan pistas para resolver el problema de la calumnia y la mentira y plantear la verdad de nuestra lucha.
Acción Proletaria – Corriente Comunista Internacional 29-4-09
[2] Es significativo el cinismo y la deformación de la prensa. Culpa a los que son víctimas del slogan –los trabajadores- pero ninguna voz se alzó contra su instigador, el muy “demócrata” Mister Brown.
[3]Carlos Fancino, jefe del programa matutino de La Ser, repetía día tras día su condena de los “comportamientos xenófobos” de los trabajadores británicos.