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Publicamos a continuación una contribución que nos ha remitido un lector sobre las recientes movilizaciones en el sector del transporte. Queremos decir que compartimos prácticamente todos los extremos de esta toma de posición. Pero además de la justeza de lo que plantea este compañero queremos, sobre todo, saludar su capacidad de reacción para alertar a los trabajadores de la maniobra ideológica que el Estado capitalista trata de perpetrar contra las luchas y la conciencia obreras aprovechando «el caos y las huelgas en las carreteras». No es la primera vez que los explotadores aprovechan la rabia pero también la debilidad de estos sectores (donde, como muy bien señala la contribución de V., se mezclan asalariados con auto-patronos y dueños de pequeñas empresas) para tratar de desalentar o desautorizar la lucha de clases.
Por mucho eufemismo con que intente disimularlo, la burguesía sabe que la crisis va a suponer un ataque mortal a las condiciones de vida y trabajo del proletariado y de una inmensa mayoría de la población. Sabe, además, que la clase no va a aceptar resignadamente los sacrificios que quieren imponernos. Conoce, por el contrario, que en numerosos países, se van desatando luchas que, cada vez más, suscitan la simpatía de los demás trabajadores y en muchos casos su solidaridad activa. Los explotadores son conscientes de que esa creciente combatividad y solidaridad representa una amenaza para poder imponer los planes de miseria con que quieren afrontar la crisis. De ahí que trate de desactivar esa amenaza:
- desprestigiando la lucha que acabaría «perjudicando a los más desfavorecidos»(1), cuando, como muy certeramente demuestra el artículo, los transportistas han sido manejados precisamente para hacer del "desabastecimiento" su única medida de presión, cuando lo que les podía haber hecho fuertes, como muy justamente argumenta la contribución del compañero, era aumentar la simpatía y la comprensión con que - en razón de la ruina económica acelerada que sufren provocada por el alza del precio de los combustibles - contaban inicialmente entre la población trabajadora. Tan funesta ha sido esa estrategia del "desabastecimiento" que los propios medios de comunicación, que han sido unánimemente beligerantes contra la "huelga de los camioneros", no han vacilado en exagerar su verdadero alcance, aterrorizando a la población con "rumores" y "alarmas" sobre falta de suministros de medicinas que han demostrado ser totalmente falsos.
- contrarrestando el creciente sentimiento de solidaridad que inspiran inicialmente quienes luchan por sus necesidades, tratando por el contrario de desalentar cualquier viso de unidad. La burguesía sabe que si los trabajadores nos unimos tendrá como mínimo que retroceder o aplazar sus ataques. Por ello quiere meternos en la cabeza que esa unidad es imposible y que, por el contrario, lo que subyace detrás de las luchas es una especie de «sálvese quien pueda», de defensa de intereses particulares pasando por encima de los demás trabajadores. No es casual, que Fenadismer (sindicato que ha tenido el papel protagonista en las movilizaciones de los transportistas) haya desconvocado finalmente una manifestación unitaria en Madrid - a la que podían haberse sumado otros sectores confrontados igualmente a un empobrecimiento galopante - por «el riesgo de actuación de elementos incontrolados» (¿¿??). Tampoco es casualidad que a la hora de justificar el fin de los paros, esa misma plataforma sindical, culpe implícitamente a la ciudadanía de incomprensión y de dejar "solos" a los camioneros.
- finalmente al presentar la lucha contra la explotación como una pugna de todos contra todos, el Estado capitalista, el guardián de los privilegios de la minoría explotadora y el defensor encarnizado de este orden social que tanta miseria y sufrimientos cuestan a la población, puede presentarse disfrazado de baluarte de la paz. Lo más repugnante de la campaña orquestada en torno a la "huelga de los camioneros" ha sido ver como desde el Gobierno a los sindicatos, desde la COPE hasta la Sexta, reclamaban "mano dura" contra los transportistas, los pescadores, los agricultores, etc. ... ¡ para garantizar los «derechos de los ciudadanos»! Cuando, la acentuación de la crisis económica resta margen de maniobra para hacer concesiones a las reivindicaciones obreras, la represión pura y dura (recordemos las imágenes de la brutalidad policial en Sevilla o en Almería; las 100 detenciones y procesamientos contra transportistas, etc.,...) se convierte en el único discurso de los explotadores. Es muy importante conservar esta enseñanza sobre el verdadero carácter del Estado democrático.
Como, con toda justeza, señala el compañero V., la evolución de la situación histórica no deja más salida que la lucha. Pero esa lucha no va a ser un camino de rosas. Además de nuestras propias dudas y vacilaciones, tendremos que afrontar un sinfín de trampas tendidas por nuestro enemigo de clase. De ahí la importancia de la denuncia de estas maniobras. De ahí la valía de contribuciones como la que publicamos a continuación. Animamos a los lectores a desarrollar estas iniciativas. Las paginas de nuestra publicación están, desde luego, abiertas a ello.
AP (CCI).
La crisis avanza como un trailer
Desde principios del siglo pasado, la propia evolución del capitalismo marcó sus límites históricos. Comenzaba la etapa decadente del capitalismo marcada por fases abruptas de crisis y guerras imperialistas. Se daban las condiciones objetivas en las que la revolución no sólo era necesaria sino, también, imprescindible. El capitalismo y la clase dominante (la burguesía), únicamente podían aportar a la humanidad destrucción, miseria y barbarie, el siglo XX, ese "cambalache problemático y febril", está repleto de ejemplos.
Pero todo proceso histórico lleva su tiempo, no es instantáneo y el capital continua existiendo aunque sea acosta de una descomposición social galopante. Encontró trucos, paliativos, medidas para retrasar el colapso, aprendió de sus crisis y se adapto a su propia decadencia.
Tras "pinchar" hace año y medio, las ultimas burbujas especulativas, principalmente sustentadas en el ladrillo, el comienzo de 2008 marca el inicio más duro de la crisis que nos envuelve. La subida general de los precios, el parón en todos los sectores de la economía, por el efecto dominó del parón en la construcción, la ausencia deliberada de medidas de contención por parte del Estado, nos hacen ver a nivel nacional e internacional que la actual salida que encuentra el capitalismo a esta crisis, pasa por el empeoramiento de nuestras condiciones materiales de vida, pasa por un ataque sistemático y brutal contra la clase obrera.
Yo para ser feliz quiero un camión
Tras varios anuncios poco divulgados, el día 9 de junio parte del sector del transporte se lanza a la "huelga". En pocas horas han paralizado (o eso nos cuentan) el tránsito de mercancías y con ello la producción en otros sectores y el consumo masivo de bienes básicos. Otros colectivos les siguen de forma más discreta, agricultores, ganaderos, pescadores y taxistas. Sus reivindicaciones, teóricamente, coinciden: piden una bajada del precio del carburante tras su enésima subida.
La "radicalización" de las acciones, la durísima intervención de la pasma, la postura inflexible del gobierno y las divergencias entre los transportistas, son los componentes esenciales de la espectacular historia que nos cuentan los medios de comunicación para no contar nada real.
Para alcanzar a entender la cuestión es necesario entender ciertos aspectos:
- Es paradójico hablar de "huelga" cuando el sector del transporte está compuesto por grandes empresas (60 - 70 %), pequeña empresa y autónomos. Es más lógico hablar de paro patronal.
- Así mismo las tablas reivindicativas (hay más de una, dependiendo del grupo de transportistas, si son pequeños o autónomos), no incluyen en ningún caso mejoras laborales (descenso de las horas de trabajo, subidas salariales,...), lógico dado que en su mayoría los promotores de la huelga o son pequeños empresarios o autónomos, en cualquier caso, son propietarios de sus medios de producción. Las medidas que solicitan son el apoyo estatal a la pequeña empresa.
- No son todos los transportistas los que se lanzan a la "huelga", la crisis ha golpeado a los pequeños transportistas y a los autónomos, pero a la larga vendrá a beneficiar a las grandes empresas del transporte, que no apoyan las movilizaciones (si bien, al principio, tampoco las rechazan) y que ya han llegado a acuerdos con el gobierno.
- No es real atribuir a la subida del carburante, que sube para toda la población, la amenaza de ruina y cierre de pequeñas empresas y autónomos del sector. La crisis generalizada de todos los sectores, empezando por la construcción, ha generado un descenso de la carga de trabajo y un aumento de la competencia, ante la que los pequeños empresarios y autónomos poco tienen que hacer contra las grandes empresas del transporte.
¿Qué está pasando realmente?
El parón productivo exacerbado por el pinchazo inmobiliario y el descarrilamiento de la inflación provoca que todos los sectores deban ajustarse siguiendo una especie de efecto dominó.
En España y en general por todo el mundo, una de las salidas que el capital ofreció en los últimos años a buen número de trabajadores era convertirse en autónomos o pequeños empresarios. Ante la incapacidad del mercado de generar puestos de trabajo, el capital promocionaba estas acciones emprendedoras sin futuro y barnizadas de la ideología del "ascenso social". Se deja de ser un asalariado para ser "tu propio jefe", "tener tu propio negocio", aunque en realidad sería más justo decir que para explotarte tu mismo.
Estos sectores intermedios, con condiciones de trabajo y vida cercanas a las del proletariado, pero con una situación legal y una ideología más próxima a las de la pequeña y mediana burguesía, se descomponen al sufrir el choque de la crisis. A lo que estamos asistiendo es a las últimas y estériles resistencias a una descomposición irreversible.
¿Qué va a pasar?
En particular en el sector del transporte (y otros similares) la tendencia será la práctica desaparición de los autónomos y las pequeñas empresas, siendo absorbidos estos y sus empleados por las grandes empresas o teniendo que trasladarse, como asalariados, a otros sectores.
El desarrollo de la crisis llevará a todos estos sectores intermedios a la proletarización, a convertirse en asalariados o parados en competencia por un empleo, y a los trabajadores a la pauperización (empobrecimiento generalizado) cuyos indicios más inmediatos serán un aumento exponencial del paro para este otoño y un incremento brutal de la inflación que ya estamos sufriendo. Sin empleo y con los precios exorbitados, para muchos de nosotros el futuro más inmediato es la miseria... y la lucha.
El negativo desarrollo de la "lucha"
Fruto de esa conciencia pequeño burguesa consustancial al "ascenso social" de estos trabajadores propietarios de sus medios de "autoexploración", la "lucha" de los transportistas, no podía contener elementos de confluencia con sectores de la clase obrera. Está se ha fundamentado en:
- Reivindicaciones parciales y corporativas. Realizadas hacia el gobierno y el propio colectivo de transportistas, no siendo siquiera conocedores de estas la población, que se ha visto afectada por las acciones de los "huelguistas".
- Divisiones dentro del propio sector (sólo una parte ha secundado las movilizaciones) que expresan la real concurrencia (competencia) entre los pequeños y grandes empresarios.
- Movilizaciones dirigidas contra la población, hecho muy bien explotado por el gobierno, pero que en nada ha beneficiado a los transportistas, generando una "opinión pública", como poco, indiferente a su problemática y enfadada por la problemática que los paros les estaban produciendo.
Esta "lucha" no tenía opciones de ganar:
- Y no se trata de radicales con pasamontañas o terroristas árabes, son personas como nosotros preocupadas por sus familias, la hipoteca y llegar a fin de mes. En todos los trabajadores ha podido despertar simpatías el ver a personas defendiendo sus condiciones de vida, sabiendo que la mayoría de los "huelguistas" se encuentran en una situación realmente jodida, en la que, muchos de ellos, perderán su medio de subsistencia. No obstante el cómo se desarrolla la lucha, hace, que esta no tenga ninguna posibilidad de implicar a otros sectores y a la población en general. Es una lucha aislada y automarginada, incapaz de encontrar en sus reivindicaciones intereses comunes con los de la mayoría de la clase obrera, incapaz en consecuencia de encontrar una solidaridad activa y una extensión del conflicto. Si a esto sumamos que los medios utilizados por los "huelguistas" aun acrecientan las distancias con la población, la cosa ha sido fácil para el gobierno, en tres (sólo tres) días ha podido tomar medidas drásticas (en algunos casos de emergencia, con movilización militar) sin que nadie mueva un dedo.
- Desde lo objetivo de los voraces imperativos económicos, las condiciones actuales no permiten una intervención proteccionista del estado hacia grupos (autónomo y pequeños empresarios) que deben ser suprimidos. Lo cual no supone que el estado no vaya a intervenir, lo hará (nunca dejó de hacerlo) en dos líneas: la protección de las grandes empresas y el capital financiero, y como brazo armado del desmantelamiento y reajuste de todos los sectores económicos, es decir, repartiendo miseria y hostias (a partes iguales) entre los trabajadores, para que entendamos que debemos "apretarnos el cinturón", si es que el cinturón no se lo ha llevado el banco, junto a la casa y todo lo demás.
¿Qué podemos aprender de esto los proletarios?
- Que no todas las luchas, aún cuando sean muy espectaculares y desesperadas, tienen posibilidades de ganar, ni tienen un contenido positivo (para los intereses de la mayoría) Esta no es la primera ni será el ultimo conflicto que exprese la descomposición social reinante y la desesperación de capas cada vez mayores de población abocadas a la proletarización. Esto no quiere decir que estos conflictos no nos afectan, lo hacen y mucho, o que no debamos hacer nada, por de pronto clarificar ya es algo, dirigirse a los sectores proletarizados de estos colectivos sería, igualmente, necesario.
- Que el capitalismo a nivel mundial esta en pleno ciclo de crisis y que sus alternativas, agotados otros caminos, es que paguemos nosotros los efectos de la crisis para que la burguesía mantenga su cuota de ganancia. Esto supone que el estado capitalista y sus cómplices (los sindicato los primeros) pondrán cada vez más fuerte el altavoz ideológico para hacernos colaborar en el empeoramiento de nuestras condiciones de vida con excusas patrioteras de hay que salvar España y la empresa nacional y para eso hay que "apretarse el cinturón".
- Que las medidas más inmediatas serán el aumento del paro (el sector del automóvil ya está desempolvando EREs) y los precios, a lo que seguirá el aumento de la explotación (trabajar más, por mucho menos)
- Entender y hacer entender que la radicalidad de una lucha no pasa por medidas suicidas y espectaculares, sino por que en su desarrollo se involucre el mayor número de compañeros, que sea entendida y apoyada por la mayor parte de la población y que aporte elementos útiles para avanzar en las luchas que la precedan.
- Debemos tener presente el fundamental papel del Estado. Más allá de sus altavoces ideológicos, su presencia represiva se va a tornar asfixiante. El conflicto con los transportistas lo pone de relieve, la violenta actuación del Estado, bien preparada por los medios de comunicación y facilitada por la propia actuación aislada de los transportistas, no sólo no ha provocado respuesta solidaria alguna, si no que ha sido utilizada como vacuna. La retransmisión televisiva de las palizas policiales a padres de familia que reclaman lo necesario para vivir, la repetición hasta la saciedad de las imágenes más sangrientas, sólo pueden servir para inmunizar nuestra sensibilidad. El mensaje es claro: "esa brutalidad es lógica y normal y no debe de extrañarnos", es sólo una pequeña muestra de lo que podemos esperar.
Ante todo esto la clase obrera y las minorías conscientes que esta segrega, deben afilar sus armas: la unidad, el análisis desde la globalidad, la clarificación, el debate, la autoorganización y la extensión de las luchas concretas, la búsqueda de la solidaridad, el dotarnos de las herramientas organizativas útiles, lo que debe incluir, el dotarnos de los medios para la defensa de nuestra integridad frente a la previsible agresión directa por parte de los sicarios del Estado.
Sólo cabe una opción, luchar, pero hacerlo unidos y por nosotros mismos y tratando de hacer que cada lucha traspase las barreras del sector o del convenio, lugares comunes a los sindicatos, que nos dejan aislados a los trabajadores de la solidaridad de nuestra propia clase.
Trazar objetivos y reivindicaciones generales que agrupen al mayor número de trabajadores estén o no en conflicto. Reivindicaciones tan generales como la subida de los salarios para todos igual y la bajada de los precios, es decir, exigir lo necesario para una supervivencia digna, son hoy las únicas reivindicaciones que se van a adaptar a la realidad. Bien cierto que el capitalismo no puede darnos algo tan básico, lo que supone la evidencia práctica de que para conseguir lo básico tenemos que cuestionar y superar el estado de cosas actual.
La vía revolucionaria se convierte en necesidad real.
Esto no ha hecho más que empezar.
Por el comunismo.
V
(1) Se ha acusado a los huelguistas del transporte de dejar desabastecidos a pobrecitos pensionistas o amas de casa, cuando lo cierto es que las grandes cadenas de distribución han protagonizado un verdadero acaparamiento especulativo que ha aumentado los precios de los productos básicos de la cesta de la compra. Por lo visto tan imposibles son las "tarifas mínimas" que pedían los transportistas como establecer un máximo para el precio de las berenjenas por ejemplo. Al parecer los gritos de ZP en pro de la "libertad de mercado" han tapado los aullidos en ese mismo tono del "mandril" de la COPE. Por cierto que quien lleva meses organizando el desabastecimiento sistemático de nuestras despensas obreras es la inflación desenfrenada por el incontenible avance de la crisis del capitalismo mundial.