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Los trabajadores tienen que enfrentar la violencia o la amenaza de ella cuando luchan, pero también tienen que lidiar con todas las maniobras de los sindicatos y sus aliados políticos.
En los EU, a finales de septiembre, hubo un ejemplo clásico de una huelga sindical en General Motors, donde los trabajadores, preocupados por la seguridad del empleo y condiciones de retiro, se encontraron en una huelga de dos días que resultó en el acuerdo sindical (la UAW) para degradar los niveles de vida de los trabajadores.
Al principio la huelga de 73 000 trabajadores de GM, que cerró todas las 82 fábricas de GM en los Estados Unidos y paró el abastecimiento a las plantas de Canadá y México, fue catalogada como la primera huelga en GM desde 1998, la primera huelga nacional en el sector automotriz en 3 años y la primera huelga a escala nacional en GM desde 1970. Se ha dicho que GM tiene suficientes autos y camiones para resistir una huelga corta, a principios de septiembre tuvo un aprovisionamiento de 65 días. Con todo, a pesar de la marcada combatividad con que los sindicatos respondieron, tuvo la confianza suficiente para hacer un acuerdo con la compañía que fue saludado con deleite por los media, Wall Street y otras compañías del automóvil. La presión es de GM para acordar con el seguro de salud y de retiro, lo cual se asume como una responsabilidad del sindicato, que se convierte en el mayor inversionista con los fondos que ha sido beneficiado. Habrá también dos niveles en el sistema de pago y beneficios donde los obreros nuevamente contratados ganarán mucho menos, tal vez la mitad en relación a las condiciones de vida de los obreros actualmente.
La razón del regocijo en la clase dominante radica en el estado de la industria automotriz en los Estados Unidos. Los tres grandes de Detroit (GM, Ford y Chrysler) perdieron juntos quince mil millones de dólares el último año y enfrentan la mayor competencia en el mercado americano. Ellos tenían el 73 % del mercado nacional en 1996, bajando al 54 % el año pasado y ahora es menos del 50%. La parte del mercado de GM fue del 40 % a mediados de los años 80 a menos del 24 % actualmente. Contra esto, los fabricantes de automóviles europeos y japoneses establecidos en el sur están pagando a sus obreros menos mientras su parte de mercado se incrementa. 100, 000 empleos automotrices se han perdido en los últimos cuatro años. Es una verdadera crisis de la industria automotriz y los obreros están pagando por ella.
Los izquierdistas apoyan a los sindicatos
Los grupos del ala izquierda del capitalismo (trotskistas, estalinistas etc.) se quejan de las burocracias sindicales, de cómo traicionan a los obreros y se alían al partido capitalista, los demócratas. Esto no es una noticia de primera plana, como aún un reporte de la CBS lo especificaría de que la UAW había "acordado los planes de venta masiva y cambios a los seguros de salud y de retiro, para beneficiar a los fabricantes de autos." Denunciando los "negocios sindicalistas" donde los sindicatos parecen salir de su ruta para ayudar a los capitalistas, es el tema que vende la izquierda. El sitio Web de The World Socialist denuncia al sindicato UAW por "colaboración con GM sobre sus planes de reestructuración que eliminaron 34, 000 empleos." Pero, como toda la izquierda, todavía se aferran a un marco sindical (menos burocrático), presente en los años 30 como la época dorada del sindicalismo y quieren que la industria automotriz tome este carácter.
Los mismos problemas se han planteado a los obreros por todo el mundo. La crisis de la economía capitalista descansa tras los ataques de la burguesía. El Estado capitalista no puede ser usado por los obreros y desde que los sindicatos se han transformado, desde hace mucho tiempo, en cuerpo y alma, en el principal obstáculo para el desarrollo de las luchas obreras, los obreros necesitan claramente medios de lucha que cubran la necesidad de autoorganización y un desarrollo de la solidaridad en las filas de la clase trabajadora.
Car. 02/10/07