Submitted by Revolucion Mundial on
La guerra de Libia no es una guerra humanitaria
¡Es una guerra imperialista!
"El Consejo de Seguridad de las [Naciones Unidas] Expresando su profunda preocupación por la situación de deterioro, la escalada de violencia y el elevado número de víctimas civiles, [...] Condenando la violación flagrante y sistemática de los derechos humanos, como detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, la tortura y las ejecuciones sumarias, [...]Teniendo en cuenta los ataques generalizados y sistemáticos que se cometen en la Jamahiriya Árabe Libia contra la población civil, que constituyen crímenes contra la humanidad [...] Expresando su determinación de garantizar la protección de los civiles [...]
"Autoriza a los Estados miembros que han enviado al Secretario General una notificación a tal efecto [...] a tomar todas las medidas necesarias, [...] para proteger al pueblo" (Resolución 1973 ONU 17 de marzo de 2011).
Una vez más, los principales líderes del mundo se llenan la boca de hermosas fórmulas humanitarias y lanzan discursos con voz vibrante sobre la "democracia", la "paz" y la "seguridad" de las poblaciones...para de esa manera justificar mejor sus aventuras imperialistas.
Así, desde el 20 de marzo una "coalición internacional" lleva en Libia una importante operación militar, poéticamente llamada "Dawn of the Odyssey" ([1]) por los Estados Unidos. Cada día, decenas de aviones salen de sendos portaviones francés y norteamericano, para arrojar una alfombra de bombas sobre las regiones donde están las fuerzas armadas leales al régimen de Gadafi ([2]). O sea, ¡es la guerra!
Todos los Estados defienden sus intereses a golpe de bombas
Obviamente, Gadafi es un dictador loco y sediento de sangre. Después de semanas de enfrentarse a la rebelión, el autoproclamado "Guía de los Libios", ha reorganizado sus tropas de élite contra ella. Día tras día, se las arregló para recuperar el terreno, aplastando a su paso todo lo que se movía, tanto rebeldes como la población entera. Y, sin duda, estaba a punto de ahogar en sangre Bengasi si la operación "Odisea del Alba" no se hubiera puesto en marcha.
Es cierto que los ataques aéreos de la coalición han puesto en jaque a las tropas del régimen y han evitado la masacre anunciada. Pero, ¿quién puede creerse que este despliegue tenga como fin el bienestar del pueblo de Libia? ¿Dónde estaba la coalición cuando Gadafi masacró 1.000 prisioneros en la prisión de Abu Salim en Trípoli en 1996? ¿Qué han hecho los países de la coalición durante 40 años frente a un régimen de tortura y terror? ¿Han hecho algo frente a las masacres de Ben Ali en Túnez, de Mubarak en Egipto o de Bouteflika en Argelia? Ahora mismo, ¿qué hacen ante las masacres en Siria, Yemen o Bahrein? En este último país hacen la vista gorda ante la invasión de tropas de Arabia Saudí para ayudar a las autoridades del emirato a aplastar la revuelta.
Los Sarkozy, Cameron, Obama, Zapatero y compañía, utilizan los sufrimientos de los civiles de Bengasi como excusa para intervenir militarmente y defender sus sórdidos intereses imperialistas. Todos estos delincuentes tienen objetivos que nada tienen que ver con el altruismo.
Esta vez, a diferencia de las guerras pasadas, los Estados Unidos no son la punta de lanza de la operación militar. ¿Por qué? En Libia, la burguesía estadounidense se ve obligada a un complicado juego de equilibrismo.
Por un lado, no puede permitirse el lujo de intervenir de forma masiva en suelo libio. Esto sería visto por el mundo árabe como una agresión. Las guerras en Irak y Afganistán han reforzado aún más la aversión generalizada al "imperialismo norteamericano, un aliado de Israel." Y el cambio de régimen en Egipto, aliado tradicional del Tío Sam, ha debilitado su posición en la región ([3]).
Pero tampoco puede quedarse fuera de juego lo que desacreditaría su blasón de "luchador por la democracia en el mundo" y...dejaría las manos libres al tándem Francia-Gran Bretaña.
La participación de Gran Bretaña tiene un doble propósito. Por una parte, mejorar la imagen ante los países árabes, muy empañada por sus acciones en Irak y Afganistán. Pero también trata de acostumbrar a su propia población para nuevas intervenciones externas. La "defensa del pueblo libio frente a Gadafi" ofrece una oportunidad de oro ([4]).
El caso de Francia es un poco diferente. Es el único de los principales países occidentales que disfruta de una cierta popularidad en el mundo árabe, adquirida con De Gaulle y amplificada por su negativa a participar en la invasión de Irak en 2003.
Al intervenir en favor del "pueblo libio", el presidente Sarkozy sabía perfectamente que iba a ser recibido con los brazos abiertos por la población y la de los países vecinos. En Bengasi, gritaron "¡Viva Sarkozy", "Vive la France" ([5]). Por una vez y sin que sirva de precedente, Francia ha podido aprovecharse de la difícil posición en la que se encuentra Estados Unidos.
El presidente francés ha utilizado su protagonismo en Libia para intentar hacer olvidar su apoyo demasiado descarado a los dictadores de Túnez y Egipto, los coqueteos de sus ministros con altos jerarcas del régimen y la conocida propuesta francesa de enviar policías para ayudar a Ben Ali a reprimir la revuelta.
Si no hay la más mínima filantropía en los participantes en la coalición, tampoco existe en los que han denunciado la operación militar. China, Rusia y Brasil son muy hostiles a esta intervención, simplemente porque no tienen nada que ganar sí se marcha Gadafi.
Italia, tiene mucho que perder. El régimen actual garantiza, hasta ahora, un fácil acceso al petróleo y los controles draconianos en las fronteras. La desestabilización del país puede -como ya está pasando- lanzar una avalancha de refugiados sobre las costas italianas. Alemania sigue siendo un enano militar. Todas sus fuerzas están comprometidas en Afganistán. Participar en estas operaciones habría revelado aún más claramente su debilidad. Según ha escrito el diario español El País, «Estamos siendo testigos de una repetición del proceso de reajuste constante de la relación entre el gigantismo económico alemán, que se manifestó durante la crisis del euro y la capacidad política francesa, que se ejerce a través de su poderío militar» ([6]).
Libia, como el conjunto de Oriente Medio, semeja un gigantesco tablero de ajedrez donde cada potencia intenta mover sus piezas.
¿Por qué las grandes potencias han tardado tanto en intervenir?
Durante semanas Gadafi ha tenido manos libres logrando avanzar hasta las puertas de Bengasi machacando a su paso todo lo que se movía. ¿Por qué no intervinieron entonces?
En los primeros días, el viento de la revuelta que estalló en Libia venía de Túnez y Egipto. La misma rabia contra la opresión y la miseria encendió todos los estratos de la sociedad. Por lo tanto, las "grandes democracias del mundo" no tenían ningún interés en intervenir a pesar de su retórica "contra la represión". Su diplomacia hipócrita negó cualquier interferencia y elogió el "derecho de los pueblos a hacer su propia historia." La experiencia enseña que ante cada movimiento social la burguesía de todos los países mira a otro lado frente a las represiones más horribles cuando no las apoya directamente.
Sin embargo, Libia, que parecía haber comenzado como una revuelta de "los de abajo", con los civiles desarmados capaces de asaltar sin armas un cuartel militar y destrozar la sede del "Comité Popular", degeneró rápidamente en una sangrienta guerra civil entre las facciones de la burguesía. En otras palabras, el movimiento se escapó de las manos de los explotados. La prueba es que uno de los líderes de la rebelión y la CNT (Consejo Nacional de Transición) es Al Jeleil, el ex ministro de Justicia de Gadafi. Este Señor tiene tanta sangre en las manos como las de su antiguo "Guía". Otro índice, mientras que "los obreros no tienen patria", el gobierno provisional se fijó como colores de la bandera del antiguo reino de Libia. Y, por último, Sarkozy reconoció a los miembros del CNT como los "representantes legítimos del pueblo libio".
La revuelta de Libia ha tomado un cariz completamente diferente a la de Egipto y Túnez. Esto se debe principalmente a la debilidad de la clase obrera de este país. La principal industria, el petróleo, es trabajada casi exclusivamente por trabajadores de Europa, el resto de Oriente Medio, Asia y África. Desde el principio no participaron en el movimiento de protesta y huyeron en masa. Los trabajadores negros fueron perseguidos por los propios rebeldes alegando que muchos de los mercenarios de Gadafi eran de su raza.
Las luchas obreras contra las guerras imperialistas
Este cambio en Libia tiene consecuencias que van mucho más allá de sus fronteras. La represión de Gadafi por un lado y la intervención militar de la coalición internacional por el otro, constituyen un freno al desarrollo de movimientos sociales en la región. Los regímenes dictatoriales se sienten reforzados para practicar una represión feroz. En Bahrein, el ejército saudita ha prestado sus soldados para ahogar en sangre la revuelta ([7]), Yemen, donde 18 de marzo las fuerzas del gobierno no han dudado en disparar sobre la multitud causando 51 muertos y Siria donde se cuentan más de 100 muertos.
Dicho esto, no creemos sin embargo que haya supuesto un golpe fatal. Libia pesa como un grillete atado a los pies del proletariado mundial. Pero la ira es muy profunda frente a la constante expansión de la miseria y el movimiento de protesta no está totalmente paralizado. Cuando escribimos estas líneas se esperan protestas en Arabia pese a que el régimen haya decretado que "toda manifestación va contra la Sharia". En Egipto y Túnez donde se supone que "la revolución ha triunfado" continúan los choques entre manifestantes y fuerzas represivas que ahora visten de "demócratas" aunque en realidad el poder sigue detentado por los mismos que servían a los dictadores huidos. En Marruecos persiste el malestar a pesar de las promesas del r0ey Mohamed VI de "evolucionar hacia una monarquía constitucional".
De todas formas, para todas las poblaciones atrapadas entre el fuego de una brutal represión y el de las bombas de la coalición internacional, el cielo no se aclarará realmente más que cuando el proletariado de los países centrales y especialmente el de Europa, tome la antorcha y desarrolle luchas masivas y determinadas. Armado por la experiencia en las trampas sofisticadas de la democracia burguesa y el sindicalismo, podrá mostrar su capacidad de auto-organización y preparar el camino de una perspectiva revolucionaria, único futuro para toda la humanidad.
La solidaridad con los que hay caen bajo el fuego de unos y otros, no es apoyar al régimen de Gadafi, ni a los "rebeldes", ni a la coalición de las Naciones Unidas! ¡Es condenarlos a todos como perros rabiosos imperialistas! ¡Es elegir el campo del internacionalismo proletario, luchar contra los propios explotadores en todos los países y participar al desarrollo de la lucha y la conciencia de clase en todo el mundo!
Pawel/25 de marzo
Révolution Internationale
sección de la CCI en Francia
[1]) La Odisea del Alba.
[2]) Los medios nos dicen que las bombas solo matan a los secuaces de Gadafi. Cuando la Guerra del Golfo, estos mismos medios de comunicación también contaron la milonga de una "guerra limpia" que solamente mataba a los secuaces de Saddam Hussein. De hecho, la guerra de 1991 dejó cientos de miles de víctimas civiles.
[3]) Incluso si la burguesía estadounidense ha logrado limitar los daños mediante el apoyo del ejército para reemplazar el régimen odiado por la población.
[4]) Debemos recordar que en 2007 en Trípoli, el ex Primer ministro británico, Tony Blair, abrazó calurosamente el coronel Gadafi, dándole las gracias por la firma de un contrato con BP. ¡Las actuales denuncias del "dictador loco" son pura hipocresía!
[5]) Recordemos que la burguesía francesa también ha cambiado de chaqueta. En 2007 recibió con gran pompa a Gadafi. Las imágenes de su tienda de campaña en el centro de París recorrieron el mundo dejando en ridículo Sarkozy y su camarilla.
[6]) https://elpais.com/articulo/internacional/guerra/europea/elpepuint/20110321elpepiint_6/Tes
[7]) La debilidad de la clase obrera en este país favorece la represión. La mayoría de los participantes son chiitas e Irán interviene bajo mano.