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Frente a la quiebra cada vez más patente del capitalismo...
Un solo porvenir, ¡la lucha de clases!
Nunca antes la bancarrota de un sistema había sido más patente. Y tampoco nunca antes se habían planificado tantos ataques contra la clase obrera. ¿Qué desarrollo de la lucha de clases puede esperarse en esta situación?
La gravedad de la crisis impide a la burguesía ocultar su realidad
La crisis de los subprimes ([1]) en 2008 desembocó en una crisis abierta de dimensión mundial con una caída de la actividad económica sin precedentes desde 1929:
- en unos cuantos meses se fueron desmoronando numerosos establecimientos financieros como fichas de dominó,
- los cierres de empresas se han multiplicado con cientos de miles de despidos por el mundo entero.
Los medios empleados por la burguesía para evitar que el hundimiento fuera todavía más brutal y profundo no han sido diferentes de las políticas sucesivas que se aplicaron desde principios de los años 1970, recurriendo constantemente al crédito. Se ha franqueado así una nueva etapa en el endeudamiento mundial, lo cual ha implicado un incremento nunca antes alcanzado de la deuda mundial. Y, hoy, el monto de la deuda mundial es tal que a la fase actual de la crisis económica ya se la nombra corrientemente como "crisis de la deuda".
La burguesía ha evitado, por ahora, lo peor. Sí, pero no sólo no hay recuperación, sino que además hay países con riesgos más que serios de insolvencia y con tasas de endeudamiento superiores al 100 % del PIB. Y no solo Grecia, país del que tanto se habla, sino también Portugal, España (quinta economía de la UE), Irlanda e Italia están en primera fila. Y Gran Bretaña, aunque no haya alcanzado esos niveles de endeudamiento, presenta signos calificados de "inquietantes" por los especialistas.
Ante el nivel alcanzado por la crisis de sobreproducción, a la burguesía sólo le queda un recurso: el Estado. Pero también éste deja aparecer su fragilidad. La burguesía intenta postergar los problemas y a los agentes económicos no les queda otro remedio que una "salida" cada vez más impracticable y arriesgada: endeudarse más todavía. Los fundamentos históricos de la crisis se hacen así cada días más evidentes. Contrariamente al pasado, la burguesía ya no puede seguir ocultando la realidad de la crisis, dejando a las claras la imposible solución dentro de su sistema.
En semejante contexto, la insolvencia de un país ([2]) incapaz de reembolsar los plazos de su deuda, podría provocar reacciones en cadena que lleven a la insolvencia de cantidad de agentes económicos (bancos, empresas, otros países). La burguesía, claro está, siempre procura jugar al despiste señalando con el dedo a la especulación y los malvados especuladores. Este fenómeno es real, sí, pero es un mecanismo que afecta a todo el sistema y no solo a algunos "aprovechados" o algún que otro "empresario desalmado". Las finanzas desbocadas, o sea el endeudamiento sin límites y la especulación sin freno, las ha favorecido el capitalismo como un todo, como un medio de retrasar la recesión. Es, ni más ni menos, que el modo de vida del capitalismo de hoy. El problema está, por lo tanto, en el propio capitalismo, incapaz de sobrevivir sin la inyección de nuevos créditos, cada vez más masivos.
¿Y qué pociones está ahora preparando la burguesía contra la crisis del endeudamiento? La burguesía está intentando hacer tragar un plan de austeridad terrible en Grecia. Y otro en España. Y en Francia se preparan nuevos ataques sobre las pensiones
¿Los planes de austeridad servirán para aflojar la tenaza de la crisis?
¿Serán esos planes de austeridad un medio para una nueva recuperación? ¿Permitirán subir el nivel de vida de los proletarios duramente atacado durante estos dos últimos años?
¡Ni mucho menos! La burguesía mundial no puede permitirse dejar que "se hunda" un país como Grecia (por muchas declaraciones, ruidosas y demagógicas, que haga Angela Merkel), sin arriesgarse a que las consecuencias sean las mismas para algunos de sus acreedores, pero la única ayuda que pueda otorgarle son más créditos con tipos de interés "aceptables" (aunque ya los préstamos al 6 % impuestos recientemente por la UE a Grecia son especialmente altos). Y, a cambio, exigen garantías de rigor presupuestario. El asistido debe dar las pruebas de que no va a tirar a un pozo sin fondo la "ayuda internacional". De modo que le piden a Grecia que "reduzca su tren de vida" y aminorar así el incremento de sus déficits y su deuda. De modo que, a condición de que se ataquen con dureza las condiciones de vida de la clase obrera, el mercado mundial de capitales volverá a otorgar su confianza a Grecia, país que podrá entonces atraer préstamos e inversiones foráneas.
Ya es paradójico que la confianza a Grecia dependa de su capacidad a "reducir el ritmo de crecimiento de su deuda" y no a frenarlo del todo, lo cual sería imposible. O sea que el criterio para medir la solvencia de ese país ante el mercado mundial de capitales es que el incremento de su deuda no sea "demasiado importante". O dicho de otra manera: un país declarado insolvente a causa de su endeudamiento puede volverse solvente por mucho que ese endeudamiento siga creciendo. La propia Grecia tiene el mayor interés en que siga planeando la amenaza de su "insolvencia" para que se reduzcan los tipos de interés de sus acreedores, pues si no les reembolsara acabarían perdiendo una buena parte de sus préstamos y serían ellos entonces los que estarían rápidamente en "números rojos". En el mundo de hoy, un mundo endeudado al extremo, la solvencia se basa sobre todo no en una realidad objetiva, sino en una confianza...sin real fundamento.
Los capitalistas están obligados a aceptar esa creencia, pues, si no, sería como dejar de creer en la perennidad de su sistema de explotación. Los capitalistas estarán obligados a creérselo, ¡pero no los obreros! Los planes de austeridad podrán dar tranquilidad a la burguesía, pero para nada resuelven las contradicciones del capitalismo y ni siquiera podrán frenar el crecimiento de la deuda.
Los planes de austeridad exigen la reducción drástica del coste de la fuerza de trabajo, y eso se va a aplicar en todos los países, pues todos están, a diferentes niveles, enfrentados a problemas enormes de deuda y déficit. Tal política, que en el marco del capitalismo no tiene otra alternativa real, podrá quizás evitar que cunda el pánico, incluso acarrear una mini recuperación construida sobre arenas movedizas, pero no desde luego sanear el sistema financiero. Y menos todavía podrá resolver las contradicciones del capitalismo que lo empujan a endeudarse cada día más so pena de verse zarandeado por depresiones cada vez brutales. Lo que sí le importa a la burguesía es que la clase obrera se trague esas medidas de austeridad. Para la burguesía es un reto de la mayor importancia y tiene puesta su vigilancia más extrema en la respuesta que los proletarios van a dar a esos ataques.
¿Con qué estado de ánimo aborda la clase obrera la nueva oleada de ataques?
Ya desde principios de los años 2000, el discurso de la burguesía de "acepten ahora apretarse el cinturón para que las cosas vayan mejor mañana" no logra generalmente engañar a la clase obrera, aunque hay diferencias entre los países. La agravación reciente de la crisis no se ha plasmado hasta ahora en un incremento de las movilizaciones de la clase obrera en estos dos o tres últimos años. La tendencia sería más bien la contraria en lo que al año 2009 se refiere. Las características de algunos de esos ataques, especialmente los despidos masivos, han hecho más difícil la respuesta de la clase obrera, pues frente a ellos:
- la patronal y los gobiernos se repliegan tras el argumento perentorio: "No somos culpables si el desempleo aumenta o si hay que echarles a la calle: la culpa es de la crisis."
- en caso de cierre de empresa o de fábrica, el arma de la huelga se hace inoperante, lo que acentúa el sentimiento de impotencia y desconcierto de los obreros.
Pero aunque esas dificultades siguen siendo una pesada losa encima de la clase obrera, no por eso la situación está bloqueada, pues empieza a haber un cambio en el estado anímico de la clase explotada que se está plasmando en un lento renacer de la lucha de clases.
La exasperación y la rabia de los trabajadores se alimentan con el sentimiento de profunda indignación ante una situación cada día más escandalosa e insoportable: la propia pervivencia del capitalismo da como resultado el que aparezcan con mayor crudeza que nunca dos "mundos diferentes" en el seno de la misma sociedad. Uno es el de la mayoría de la población que soporta todas las injusticias y la miseria y que debe pagar por el otro, el mundo de la clase dominante, donde se hace alarde indecente y arrogante de poder y de riqueza.
En relación más directa con la crisis actual, la idea tan extendida de que "son los bancos los que nos han metido en un atascadero del que no podemos salir" (mientras que vemos que los Estados mismos están al borde de la suspensión de pagos) es cada vez menos creíble como catalizadora de la cólera contra el sistema. Ahí pueden verse los límites del discurso de la burguesía que señalaba a los bancos como responsables de la crisis actual, para así evitar que se acuse al sistema como un todo. El "escándalo de los bancos" salpica al conjunto del capitalismo.
Sí, la clase obrera sigue sonada y desamparada a nivel internacional ante el alud de golpes que le asestan todos los gobiernos, sean de izquierdas o de derechas. Pero no por eso está resignada; no por eso se ha quedado paralizada sin reaccionar durante estos últimos meses. Las características básicas de la lucha de clases que marcaron ciertas movilizaciones desde el año 2003, están volviendo a aparecer de forma más explícita. Por ejemplo, la solidaridad obrera que está volviendo a imponerse como esa necesidad básica de la lucha, tras haber sido desvalorizada y deformada en los años 1990. Se presenta ahora con iniciativas, quizás todavía minoritarias, pero con porvenir.
En Turquía, en diciembre y enero pasado, la lucha de los obreros de Tekel fue como un faro para la lucha de clases. Unió en un mismo combate a obreros turcos y kurdos (y eso cuando un conflicto nacionalista divide a esos pueblos desde hace años), también dio pruebas de una voluntad entera de extender la lucha a otros sectores y se opuso con determinación al sabotaje de los sindicatos.
En los países centrales del capitalismo, a pesar de que un encuadramiento sindical, más poderoso y sofisticado que en otros países, logra impedir todavía que estallen luchas tan importantes como la de Tekel, también estamos ante un rebrote de combatividad de la clase obrera. En Vigo, España, hemos comprobado las mismas características. En Vigo, los desempleados fueron a verse con los trabajadores activos de los astilleros, manifestaron juntos, uniéndose a otros trabajadores hasta lograr que parara toda la industria naval. Cabe resaltar en esta acción el hecho de que la iniciativa vino de trabajadores despedidos de los astilleros que habían sido sustituidos por trabajadores inmigrados "que duermen en aparcamientos dentro de coches y que comen un bocadillo diario". Esto no acarreó ninguna reacción xenófoba por parte de los obreros hacia esos trabajadores, puestos en competencia con ellos por la burguesía, sino que se solidarizaron contra las condiciones de explotación inhumanas que se les reserva a los trabajadores inmigrados. Esas manifestaciones de solidaridad obrera ya se habían producido también en Inglaterra, en la refinería de Lindsey por parte de obreros de la construcción en enero y junio de 2009 como también en España en lo astilleros de Sestao en abril de 2009 ([3]).
En esas luchas, de manera limitada y embrionaria todavía, la clase obrera ha demostrado no sólo su combatividad sino también su capacidad para hacer frente a las campañas ideológicas de la clase dominante para dividirla, expresando su solidaridad proletaria, uniéndose en un mismo combate obreros de diferentes gremios, sectores, etnias o nacionalidades. Y la revuelta de los jóvenes proletarios organizados en asambleas generales, que atrajo el apoyo de la población, en diciembre de 2008 en Grecia, hizo temer a la clase dominante, el "contagio" del ejemplo griego a otros países europeos, especialmente entre las jóvenes generaciones escolarizadas. Y hoy no es casualidad si la burguesía vigila de nuevo las reacciones de los proletarios en Grecia frente al plan de austeridad impuesto por el gobierno y los demás Estados de la Unión Europea. Esas reacciones son una especie de test para los demás Estados amenazados por la quiebra de su economía nacional. El anuncio casi simultáneo de planes similares echó igualmente a la calle a miles de proletarios que se manifestaron en España y Portugal. A pesar de las dificultades que pesan todavía en la lucha de la clase, está produciéndose, sin embargo, un cambio en el ánimo de la clase obrera. Por el mundo entero cunde la desesperación y se acumula la ira en las filas obreras.
Reacciones a los planes de austeridad y los ataques
En Grecia...
En Grecia, el gobierno anunció el 3 de marzo un nuevo plan de austeridad, el tercero en tres meses, con una subida de los impuestos al consumo, la reducción de 30% de la primera paga extra (13º mes) y de 60% de la segunda (14º mes), primas cobradas por los funcionarios (o sea entre 12% y 30% de media del sueldo), la congelación de las pensiones de jubilación de los funcionarios y de los asalariados del sector privado. Pero la población no parece dispuesta a tragarse ese plan, especialmente entre los obreros y los jubilados.
En noviembre-diciembre de 2008, el país se vio zarandeado durante más de un mes por una explosión social, asumida sobre todo por la juventud proletaria, tras el asesinato de un joven a manos de la policía. Y las medidas anunciadas este año por el gobierno socialista amenazan con desencadenar una explosión no solo ya entre los estudiantes y los desempleados sino también entre los principales batallones de la clase obrera.
El movimiento de huelga general del 24 febrero de 2010 contre el plan de austeridad fue ampliamente seguido y la movilización de los funcionarios reunió en torno a 40 000 manifestantes. Muchos jubilados y funcionarios volvieron a manifestarse el 3 de marzo en el centro de Atenas.
Los acontecimientos siguientes demostraron más claramente todavía que el proletariado estaba movilizado: "Sólo unas horas después del anuncio de nuevas medidas, trabajadores despedidos de la Olympic Airways atacaron las brigadas de policía antidisturbios, que custodiaban la sede de la compañía, ocuparon el edificio y llamaron a una ocupación de duración indeterminada. La acción llevó al cierre de la calle comercial más importante de Atenas durante horas" (blog en libcom.org).
En los días que precedieron la huelga general del 11 de marzo, hubo una serie de huelgas y ocupaciones: los trabajadores despedidos de Olympic Airways ocuparon durante ocho días la sede del Tribunal de cuentas, mientras que los asalariados de la compañía eléctrica ocupaban las agencias para el empleo en nombre del "derecho de los futuros desempleados que somos". Los obreros de la Imprenta Nacional ocuparon su lugar de trabajo, negándose a imprimir los textos legales y las medidas económicas apostando por el hecho de que mientras una ley no está impresa, no es vigente... Los agentes del fisco cesaron el trabajo durante 48 horas, los asalariados de las autoescuelas del Norte del país hicieron tres días de huelga; hasta los jueces y otros agentes de la justicia cesaron toda actividad durante 4 horas cada día. Ninguna basura se recogió durante varios días en Atenas, Patras o Salónica: los empleados bloquearon los grandes vertederos de esas ciudades. En la ciudad de Komitini, los obreros de la empresa textil ENKLO llevaron a cabo una lucha con manifestaciones y jornadas de huelga: dos bancos fueron ocupados por los trabajadores.
La clase obrera en Grecia está hoy más ampliamente movilizada que durante las luchas de noviembre-diciembre de 2008, pero los aparatos de encuadramiento de la burguesía están hoy sobre aviso y por ello mejor preparados y más eficaces contra la respuesta obrera.
En efecto, la burguesía tomó la delantera para desviar la cólera y la combatividad de los trabajadores hacia callejones sin salida políticos e ideológicos, logrando meter en el atolladero todo el potencial de voluntad de apropiación de las luchas y de solidaridad proletarias que se habían manifestado en los combates de las nuevas generaciones a finales de 2008.
La exaltación del nacionalismo se ha utilizado ampliamente para dividir a los obreros, aislarlos de sus hermanos de clase de los demás países. En Grecia, lo que más se ha usado es el hecho de que la burguesía alemana se niega a ayudar a la economía griega. El gobierno del PASOK no se ha privado de reavivar los rescoldos antialemanes todavía vivos desde la ocupación nazi.
El control por parte de los partidos y los sindicatos permitió aislar a los obreros unos de otros. Los asalariados de Olympic Airways, por ejemplo, no permitieron a ninguna persona ajena a la empresa entrar en el edificio público que ocupaban y los dirigentes sindicales mandaron evacuarlo sin que terciara la menor decisión de una Asamblea general. Cuando otros obreros quisieron acudir a los locales de la Hacienda Pública, ocupados por los de la Imprenta nacional, fueron rechazados sin más, so pretexto de que "no pertenecían al ministerio"...
La ira profunda de los obreros de Grecia se ha expresado contra el PASOK y los dirigentes sindicales vasallos de ese partido. El 5 de marzo, el líder de la GSEE, central sindical del sector privado, fue zarandeado y golpeado cuando intentaba tomar la palabra ante la muchedumbre. Acabó siendo auxiliado por la policía antidisturbios y refugiándose en el edificio del Parlamento, bajo los abucheos de la muchedumbre que le invitaba irónicamente a entrar en el lugar que le correspondía: la cueva de ladrones, de asesinos y de mentirosos.
El PC griego (KKE), por su parte, y su apéndice sindical, el PAME, se presentan como alternativas "radicales" al PASOK: lo que hacen, en realidad, es revitalizar una campaña para centrar la responsabilidad de la crisis en los banqueros o en "los desastres del liberalismo".
En noviembre-diciembre 2008, el movimiento fue básicamente espontáneo y sus asambleas generales se mantuvieron abiertas en las escuelas y universidades ocupadas. La sede del Partido comunista (KKE), al igual que la de su confederación sindical, el PAME, también fueron ocupadas, signo evidente de la desconfianza hacia los aparatos sindicales y hacia los estalinistas, los cuales habían denunciado a los jóvenes manifestantes a la vez como lumpen y niños mimados de la burguesía.
Pero esta vez, ostensiblemente, el PC griego se ha puesto en vanguardia de las huelgas, las manifestaciones y ocupaciones más radicales: "En la mañana del 5 de marzo, los trabajadores del PAME sindicato afiliado al Partido Comunista ocuparon el ministerio de Hacienda (...) así como el ayuntamiento del distrito de Trikala. Más tarde, el PAME hizo también ocupar 4 estaciones de TV en la ciudad de Patras, y la emisora de televisión del Estado en Salónica, obligando a los periodistas de los informativos a leer una declaración contra las medidas gubernamentales" ([4]).
El PC estuvo también en la iniciativa de varias huelgas, convocó para el 3 de marzo a una "huelga general", a manifestarse el 5 y ya el 4 de marzo en varias ciudades. El PAME intensificó las acciones espectaculares, ocupando el ministerio de Hacienda, o la sede de la Bolsa.
El 11 de marzo, toda Grecia se quedó paralizada durante 24 horas, con 90 % de huelguistas. Se expresaba así de nuevo la cólera popular tras un segundo llamamiento a la huelga general por los dos sindicatos principales. Más de 3 millones de personas (la población griega es de 11 millones) participaron en ella. La manifestación del 11 de marzo fue la más concurrida en Atenas desde hace 15 años y demostró la determinación de la clase obrera para replicar a la ofensiva capitalista.
... y en otros lugares
En todas las partes del mundo, en Argelia, en Rusia, la mano de obra inmigrada de los Emiratos, sobreexplotada y privada de toda protección social, entre los proletarios ingleses o los estudiantes reducidos a la precariedad en el estado más rico de Estados Unidos, California, la situación actual es testimonio de una tendencia de fondo hacia la reanudación internacional de la lucha de clases a escala internacional.
La burguesía está enfrentada a una situación en la que, además de los despidos en las empresas en situación difícil, los estados deben asumir directamente los ataques contra la clase obrera para que ésta soporte el coste de la deuda. De este modo se identifica mejor al responsable directo de los ataques: el Estado, un Estado que cuando se trata de despidos a veces se da pretensión de aparecer como "protector" de los asalariados, aunque, eso sí, "dentro de unos límites". Que el Estado aparezca por lo que es, el primer defensor de los intereses de la clase capitalista contra la clase obrera, es un factor que favorece el desarrollo de la lucha de clases, de su unidad y politización.
Todos los elementos que se desarrollan en la situación actual son los ingredientes para que estallen luchas masivas. Y su detonador será sin duda la acumulación de la exasperación, del hastío y de la indignación. La burguesía va a aplicar planes de austeridad en diferentes países. Van a ser otras tantas ocasiones de experiencias de luchas y de elecciones para la clase obrera.
Luchas masivas: importante etapa en el futuro para el desarrollo de la lucha de clases... pero no la última
El desmoronamiento del estalinismo y, sobre todo, su explotación ideológica por la burguesía, basada en la mayor mentira del siglo, la de identificar los regímenes estalinianos con el socialismo, dejaron huellas que siguen presentes en la clase obrera.
Frente a las "evidencias" aporreadas por la burguesía del estilo de: "el comunismo nunca funcionará y la prueba es que las poblaciones que los sufrieron lo han abandonado a favor del capitalismo", la tendencia inevitable de los obreros fue la de dar la espalda a todo proyecto de sociedad alternativa al capitalismo.
La situación resultante es, desde ese ángulo, muy diferente de la que se vivió a finales de los años 1960. En aquel tiempo, el carácter masivo de los combates obreros, en especial las huelgas de Mayo de 1968 en Francia o el "otoño caliente" italiano, etc., dejaron claro que la clase obrera puede ser una fuerza de primer plano en la sociedad. La idea de que podría un día echar abajo al capitalismo no era un sueño irrealizable, contrariamente a lo que parece ser hoy.
La dificultad para entrar masivamente en lucha que el proletariado manifiesta desde los años 90 viene de una falta de confianza en sí mismo que el renacer de la lucha de clases del año 2003 no ha hecho desaparecer.
Sólo el desarrollo de luchas masivas permitirá al proletariado recuperar la confianza en sus propias fuerzas y ser capaz de proponer su propia perspectiva. Es ésta una etapa fundamental en la que los revolucionarios deben favorecer la capacidad de la clase obrera para comprender lo que está en juego en la dimensión histórica de sus luchas, para que reconozca a sus enemigos y se haga cargo de sus propias luchas.
Por muy importante que sea esta etapa futura de la lucha de clases, no significa eso que se habrán acabado las vacilaciones del proletariado para emprender resueltamente el camino que lleva a la revolución.
Ya en 1852, Marx, insistió en el recorrido difícil y tortuoso de la revolución proletaria, al contrario de las revoluciones burguesas, las cuales "como las del siglo xviii va rápidamente de éxito en éxito" ([5]).
Esa diferencia entre proletariado y burguesía, cuando actúan como clases revolucionarias, viene de las diferencias existentes entre las condiciones de la revolución burguesa y las de la revolución proletaria.
La toma del poder político por la clase capitalista fue el remate de todo un proceso de transformación económica en la sociedad feudal. Durante ese proceso, las relaciones de producción capitalista fueron sustituyendo poco a poco las antiguas relaciones feudales de producción. Y sobre esas nuevas relaciones se basó la burguesía para conquistar el poder político.
El proceso de la revolución proletaria es muy diferente. Las relaciones de producción comunistas, al no ser relaciones mercantiles, no pueden desarrollarse en el seno de la sociedad capitalista. La clase obrera, al ser la clase explotada en el capitalismo, privada por definición de la propiedad de los medios de producción, ni dispone ni puede disponer de puntos de apoyo económicos para conquistar el poder político. Sus medios son su conciencia y su organización en la lucha. Contrariamente a la burguesía revolucionaria, el primer acto de la transformación comunista de las relaciones sociales debe ser un acto consciente y deliberado: la toma del poder político a escala mundial por el conjunto del proletariado organizado en consejos obreros.
Es normal que la inmensidad de esta tarea haga dudar a la clase obrera, la haga dudar de su propia fuerza. Pero el único camino para que la humanidad sobreviva es ése. El camino que lleva a la abolición del capitalismo, de la explotación, el camino que lleva a la construcción de una nueva sociedad.
FW
(31 marzo 2010)
[1]) Recordemos que se trata de créditos hipotecarios de alto riesgo, riesgos que acabaron diluyéndose en todo tipo de instituciones financieras.
[2]) Es evidente que la quiebra de un Estado no es lo mismo que la de una empresa: si acabara siendo incapaz de reembolsar sus deudas, es inimaginable que un Estado se declare en quiebra y "eche el cierre", despida a todos sus funcionarios y disuelva sus propias estructuras (policía, ejércitos, cuerpos docentes o administrativos...) aunque sí que es cierto que en algunos países (en Rusia o en países de África, por ejemplo) no se pague a los funcionarios durante meses a causa de la crisis ...
[3]) Leer los artículos siguientes: "Huelgas en Inglaterra: Lo obreros de la construcción en el centro de la lucha"; Sobre Turquía: "¡Solidaridad con la resistencia de los trabajadores de Tekel contra el Gobierno y los sindicatos!"; Sobre España: "Vigo: acción conjunta de desempleados y trabajadores del naval", en nuestra página web..
[4]) Según libcom.org.
[5]) En El 18 de Brumario de Luís Bonaparte.