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(...) De nuevo en todos los países la burguesía ha podido sustituir con los frentes nacionales de unión sagrada al frente internacional de la guerra de clases, pero no podía hacerla más que a condición de someterse, luego de su victoria, a la implacable ley capitalista que le empuja a arrojar “el excedente” de fuerzas productivas y humanas en el precipicio de la guerra.
Nos hace asistir actualmente a un entrecruzamiento de manifestaciones de crecimiento de gigantescas economías de guerra con convulsiones de guerra imperialista que, aunque circunscritas, se van multiplicando y amplificando.
Las hogueras prenden, se extinguen, vuelven a prender por los cuatro puntos cardinales: ayer, la guerra incendiaba Manchuria y Shangai, arrasaba Etiopia; desde hace un año, sangra al proletariado español; he aquí que abraza al corazón de China,
¿Será la burguesía la única en recordar Octubre 1917?
Desplegando toda su potencia de clase dominante, conjurando la corrupción y la violencia, movilizando todos sus recursos diplomáticos, alternando el juego de la Sociedad de las Naciones con el de la “no intervención”, enarbolando la mística democracia-fascismo, guerra nacional, imperialismo esta burguesía obsesionada por la visión de su propia decadencia ¿logrará organizar la masacre de un proletariado ciego e impotente?
(...) En España, al lado de la chusma social-staliniana que invita a la defensa de la República burguesa, la coalición trotskista-anarco-sindicalista-pseudo comunistas de izquierda ¿no cubre la guerra antifascista con la bandera del socialismo?; ¿no proclama que esta guerra dirigida por el Estado capitalista, constituiría la inevitable etapa transitoria hacia la Revolución proletaria, mientras que nuestros hermanos españoles inmolados en la unión sagrada “antifascista” eran masacrados en Barcelona en mayo último, en nombre del “orden” republicano?
¿La guerra en China? Otra ocasión de acreditar nuevamente la mentira de la “guerra nacional” de liberación con miras a la “derrota” del imperialismo japonés y la “autopreservación” de la URSS con miras al desarrollo de la “tercera revolución china”. Otra ocasión también de perorar sobre la revolución democrática burguesa, en tanto que la sociedad capitalista no podía ya fecundarla en su seno, porque, económicamente esta revolución tropezaría con el declive de la producción burguesa y que, políticamente, se enfrentaría a un proletariado aspirante a la sucesión de las clases dominantes de las colonias (...) ¡No equivocarse, por tanto! Fuera del proletariado mundial, no existe ninguna fuerza progresiva capaz de edificar la industrialización de las economías atrasadas. Los que hablan de etapa transitoria del capitalismo democrático no son más que agentes, concientes o inconscientes, del imperialismo.
En China como en España, la “revolución” burguesa no ha producido sus “frutos naturales”, sino al contrario, tal como en España, ha arrancado al proletariado chino de su terreno de clase, le ha desviado de su objetivo fundamental: la construcción de la sociedad sin clases en conjunción con el proletariado mundial (...)
Y el Estado soviético, ligado a los destinos de la sociedad capitalista decadente desde que adhirió al socialismo nacional, polo de la contrarrevolución mundial, aporta su eficaz contribución a la labor de masacre organizada de los proletarios chinos. Lo que pasa en China muestra, mejor que una impecable demostración teórica, que por encima de los antagonismos imperialistas se ejerce soberanamente la solidaridad de clase de todos los Estados capitalistas contra el proletariado que, dado que es la única fuerza motriz del progreso social, puede surgir como enterrador del mundo burgués.
Esos que ladran social-stalinianos pueden obstinarse en “temblar” por los intereses de su ala imperialista, amenazados en China por el competidor japonés, ... estos traidores ¿pueden deplorar otra cosa que “1a impotencia” de los Estados democráticos para contener los apetitos del fascismo? Pero la burguesía mundial no tiene que recibir consejos de sus inmundos sirvientes. Su seguro instinto de clase le incita a “resignarse” a todo lo que puede obstaculizar la marcha del proletariado hacia su emancipación.
En China, el heroico proletariado revolucionario de 1925-27 agoniza actualmente bajo los golpes de Japón con la complicidad del Kuomingtang, de la URSS y de las potencias “garantes” de su “independencia”.
Al lado de Tchang-Kai-Tchek, verdugo de Cantón, el estalinismo participa en el asesinato de los obreros y campesinos chinos bajo la bandera de la “guerra de independencia” y sólo su ruptura total con el Frente Nacional, su fraternización con los obreros y los campesinos japoneses, su guerra civil contra el Kuomingtang y todos sus aliados, bajo la dirección de un Partido de clase, puede salvarlos del desastre.
PROLETARIOS, vuestro deber es apoyar a las fracciones de izquierda que laboran por la independencia ideológica, política y orgánica de vuestra clase contra todas las corrientes seudo-comunistas que, al aceptar la guerra “antifascista” de España y la guerra “nacional” de China han traicionado los intereses fundamentales de la revolución proletaria, han volcado en un nuevo 1914.
Ayudad a las fracciones a sentar las bases del Partido que será el arma de vuestra victoria mañana.
Desdeñad el boicot unilateral del Japón imperialista, ¡rehusad toda solidaridad directa o indirecta con cualquier forma de opresión capitalista!
Mediante la huelga, afirmad vuestra solidaridad de clase con vuestros hermanos de todos los países doblegados bajo el yugo fascista o democrático y afirmaros contra la organización de vuestra propia masacre, romped el cerco de hierro de la unión sagrada, empeñaros sin tardar en una batalla contra vuestra propia burguesía (...) ¡Por la revolución mundial!
Fracción Belga de la Izquierda Comunista Internacional