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Resolución de la CE de la fracción de la izquierda italiana
1.- La democracia, bajo sus diferentes aspectos, es una forma de gobierno por medio de la cual el capitalismo ejerce su dominación de clase. El fundamento de la democracia, es decir la pretendida división de la sociedad en diferentes agrupamientos de mayorías y de minorías que pueden establecer un equilibrio político, es por otra parte la forma especifica de la que el capitalismo se sirve para enmascarar su dictadura de clase. Ella define la naturaleza misma del Estado capitalista que, como la doctrina marxista nos enseña tiende a establecer un equilibrio entre las fuerzas del capitalismo y la anarquía económica sobre la cual se funda el régimen burgués y también a coordinar las diferentes maniobras ideológicas destinadas al reclutamiento de las fuerzas que componen el aparato de represión de las masas, a corromper al proletariado, a dispersar la ideología comunista en las masas.
2.- La idea fundamental de que la sociedad se divide no en mayorías y minorías que se expresan en el juego electoral sino en clases y que el Estado es el órgano de una clase determinada, es completada con la otra tesis según la cual jamás el proletariado puede hacer “suya”, ni siquiera provisionalmente, la reivindicación de la democracia que es, en definitiva, una reivindicación del capitalismo.
3.- La democracia, en tanto que forma de vida social, representaba una forma más avanzada solamente cuando el capitalismo aún no se adueñaba del poder, es decir cuando representaba él mismo una clase revolucionaria. En la situación actual por el contrario, donde el capitalismo se halla en el puesto de mando de la economía mundial, la democracia no representa en ningún sentido un paso adelante para el proletariado, al contrario, aparece como un recurso inmediato que el enemigo manipula contra la revolución comunista. Ahí donde la demarcación de clase es menos neta, en la pequeña burguesía y en las poblaciones trabajadoras rurales, la maniobra capitalista para enmascarar su dominación de clase bajo la forma democrática encuentra las mayores posibilidades de éxito. Estas clases son las fuerzas que no podrán jamás ser los protagonistas de una transformación social; pues son justamente las fuerzas que se arrastraran a la cola de una u otra de las clases antagónicas. La democracia es el instrumento fundamental del cual se sirve el capitalismo para manipular estas fuerzas en su propio beneficio. La idea de la dictadura proletaria es la única que, apoyándose en un programa agrario de transformación gradual de la economía agrícola, puede entrañar el indispensable apoyo de los campesinos a la revolución comunista.
5.- Durante la revolución rusa, los bolcheviques han apoyado provisionalmente la consigna de la “Asamblea Constitucional” por el periodo extremadamente limitado que va de la caída del zarismo a la tentativa de una institución de poder capitalista amenazado por el constante avance del movimiento revolucionario de los obreros y los campesinos. A pesar del hecho que la reivindicación de “Asamblea Constituyente” se desarrollaba paralelamente a la constitución de los Soviet, a pesar del hecho que las bases de clase de un poder capitalista que se expresaban a través de la democracia no estaban sólidamente establecidas como en los otros países, a pesar de todo ello, esta reivindicación representa un peligro decisivo de desviación del Partido bolchevique mismo en el momento revolucionario crucial.
6.- Aún cuando las relaciones entre las clases y la apertura del periodo histórico de la guerra civil imponen al capitalismo renunciar a las otras formas específicas de la democracia para recurrir a otros sistemas como el del terror blanco, las consignas democráticas deben ser rechazadas por el proletariado; éstas preparan el terreno sobre el cual actúa la contrarrevolución democrática y socialdemócrata. La experiencia alemana nos prueba que la derrota de 1923 no es la consecuencia del hecho que se detuvo demasiado tarde sobre la ruta del frente unido con los partidos de la socialdemocracia; nos prueba que no había que comenzar a ir en esta dirección.
La experiencia italiana nos prueba que no existen agrupamientos particulares de capitalistas (industriales) democráticos y otros grupos de capitalistas (propietarios de tierras) fascistas.
Por otra parte, en la fase imperialista de la economía capitalista, los choques que oponían fundamentalmente a estas fuerzas del capitalismo han desaparecido; y si tanto la democracia como el fascismo encuentran su personal en el campo agrario, ello depende únicamente de la posibilidad de manipular las capas medias de la población de las campiñas.
7.- Hay que rechazar de manera definitiva la adopción de la consigna democrática en todos los países capitalistas. Aún ahí donde existe el terror fascista, estas reivindicaciones no sirven más que para desanimar al proletariado comunista, para preparar las condiciones políticas susceptibles de desnaturalizar la experiencia rusa. Allí han sido los proletarios quienes han cazado, las armas en la mano, a la Asamblea Constituyente; entre nosotros sería la Asamblea Constituyente la que encontraría las posibilidades de frenar, mediante las armas de la contrarrevolución, la victoria comunista.
8.- Aún en las colonias, en la fase actual del imperialismo, no existe ninguna base que permita afirmar que la democracia tiene un carácter necesariamente anticapitalista y anti burgués. Si allí un poder burgués de tipo europeo o americano no existe, ello depende del hecho que la dominación mundial del capitalismo se acompaña de la imposibilidad, en grandes partes del mundo, de instituir una organización económica francamente capitalista en competencia permanente con los otros capitalistas (...)
9.- Un examen profundo de la situación en China y las colonias en general, donde las condiciones van a presentarse para movimientos de masa, es necesario con toda urgencia. Ello a fin de establecer en la situación actual del imperialismo, en el periodo histórico de las revoluciones proletarias ya afirmadas- si el mareo de las relaciones sociales es tal que permita a los partidos comunistas lanzar consignas democráticas inspiradas en la fórmula de la dictadura democrática de los obreros y los campesinos.
La experiencia y el examen de estas cuestiones para los países imperialistas tales como España, Italia, etc. es francamente negativa y prueba el peligro, aunque se utilicen de forma provisional, de las consignas de naturaleza democrática.