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Los grupos trotskistas, independientemente de las divergencias que justifican su existencia separada, se presentan todos, sin excepción, como los continuadores de la política revolucionaria del partido bolchevique y de la III Internacional. En esto, no se distinguen de otras fracciones de la izquierda del capital que, para justificar una actividad contrarrevolucionaria en el seno de la clase obrera, se reclaman de las luchas pasadas de ésta y de los órganos de los que se ha dotado. Pero, para dar cuerpo a lo que afirman, los grupos trotskistas se apoyan sobre dos hechos:
1º) En el seno de la III Internacional se desarrolla a partir de 1924 una reacción al “estalinismo” naciente, la “Oposición de Izquierda”, en Rusia primero, internacionalmente enseguida, quien, bajo la dirección de Trotski, daría nacimiento en 1938 a la IV Internacional de la que los grupos trotskistas actuales han salido.
2°) Apoyándose sobre los cuatro primeros congresos de la IC la “Oposición de Izquierda” prosigue su actividad política y es a partir de ciertas posiciones de los 2º , 3º y 4º congresos que Trotski elabora las posiciones políticas comunes a los grupos que se reclaman de él.
De hecho la “relación” que trazan entre los revolucionarios de los años 20 y ellos mismos no tiene consistencia más que en la medida en que:
- por una parte retoman a su cuenta y erigen en principios políticos inmutables lo que constituyeron los “errores” del movimiento obrero de la época y no las posiciones que la oleada revolucionaria de 17-23 había permitido destacar;
- por otra parte, es a partir de estas posiciones erróneas (de las cuales se había hecho ferviente defensor desde el 2º congreso de la IC) como Trotski elaboró las posiciones fundamentales del “trotskismo”, posiciones erróneas que han servido durante 50 años de contrarrevolución de garantía de “izquierda” a la política anti proletaria de la burguesía.
Primeras reacciones obreras a la degeneración de la IC
La guerra de 1914 que enfrentó a las principales potencias imperialistas, marca la entrada del sistema capitalista en su fase de decadencia, “abriendo la era de las guerras, crisis y revoluciones sociales” (I Congreso de la IC). En reacción a esta primera guerra mundial, el proletariado surgió internacionalmente y vio a su fracción rusa tomar el poder a partir de la insurrección de Octubre del 17. La lucha de la clase obrera va a proseguir durante varios años sobre todo en Alemania, Italia y Hungría... Dentro de este contexto general las organizaciones revolucionarias se reagrupan en la IC durante su primer congreso en 1919 y adoptan, a la luz de la revolución rusa, las orientaciones políticas que son la manifestación del paso enorme que acaba de dar la clase obrera mundial. A este titulo rechaza las concepciones de la II Internacional y de los “centristas” tipo Kautsky como burguesas (reformismo, parlamentarismo, nacionalismo...), y llama a la clase obrera a instaurar la dictadura de los Consejos Obreros.
Sin embargo, desde 1919, el fracaso sangriento del proletariado en Alemania de entrada, en Hungría enseguida, anuncia el reflujo de la lucha mundial y viene a reforzar el aislamiento de la revolución en Rusia que los esfuerzos desplegados por la clase obrera en 1920-21 no lograron frenar.
Desde los primeros signos del reflujo, las concepciones que habían prevalecido en el curso del periodo progresivo del capitalismo (parlamentarismo, sindicalismo, en el marco de la lucha por reformas), y que continúan manifestándose en el seno de la clase obrera van a pesar cada vez más sobre la IC. Es lo que traduce el retorno progresivo a las viejas tácticas tomadas del arsenal de la socialdemocracia. Ello desde el 2º Congreso de la IC, y sobre todo desde el 3º y 4º: conquista de los sindicatos, parlamentarismo, alianzas con fracciones de la burguesía, luchas de liberación nacional, gobierno obrero y campesino... En Rusia, donde el proletariado ha tomado el poder, el aislamiento de la revolución va a hacer que las confusiones del partido bolchevique sobre la naturaleza del poder de la clase obrera (es el partido el que ejerce el poder) le llevan a tomar medidas opuestas a los intereses de la clase obrera: sumisión de los soviet al partido, enrolamiento de los obreros en los sindicatos, firma del Tratado de Rappalo (diplomacia secreta de Estado a Estado: derecho para las tropas alemanas de entrenar en el territorio ruso), represión sangrienta de las luchas obreras (Kronstadt, Petrogrado 1921). Pero la adopción de tales orientaciones por el partido bolchevique y la IC que van a jugar un papel de acelerador del reflujo de las que eran expresión, no se hace sin suscitar oposiciones en su seno.
Es así que en el 3º Congreso de la IC, los que Lenin llamó “izquierdistas”, reagrupados en el seno del KAPD, se elevan contra el retorno al parlamentarismo, al sindicalismo, y muestran cómo estas posiciones van en contra de las adoptadas en el primer congreso que intentaban sacar las implicaciones para la lucha del proletariado del nuevo periodo abierto por la primera guerra mundial.
Es también en ese congreso donde la Izquierda Italiana que dirige el Parido Comunista de Italia reacciona vivamente -aunque en desacuerdo profundo con el KAPD- contra la política sin principios de alianza con los “centristas” y la desnaturalización de los PC por la entrada en masa de fracciones salidas de la socialdemocracia.
La significación de la Oposición de Izquierda
Pero es en Rusia misma (cuenta tenida de las confusiones del partido bolchevique que se manifiestan en el contexto de aislamiento de la revolución) donde aparecen las primeras oposiciones. Es así que desde 1918, el “Komunist” de Bujarin y Ossinsky, ponen en guardia al partido contra el peligro de asumir una política de capitalismo de Estado. Tres años más tarde, después de haber sido excluido del partido bolchevique, el “Grupo Obrero” de Miasnikov lleva la lucha en la clandestinidad en estrecha relación con el KAPD y el PCO de Bulgaria hasta 1924 en que desaparece bajo los golpes repetidos de la represión de que es objeto. Este grupo critica al partido bolchevique por sacrificar los intereses de la revolución mundial en provecho de la defensa del Estado ruso, reafirmando que sólo la revolución mundial puede permitir a la revolución mantenerse en Rusia.
Por tanto, contrariamente a lo que dejan creer los trotskistas que guardan silencio sobre esas oposiciones, esas tendencias, que se situaban resueltamente en el punto de vista de los intereses proletarios no esperaron a Trotski y la “Oposición de Izquierda” para luchar por la salvaguarda de las adquisiciones fundamentales de la revolución en Rusia y de la Internacional Comunista.
Solamente después de la quiebra de la política de la IC en Alemania en 1923 y en Bulgaria en 1924, hecha de una mezcla de “frentismo” y “putchismo” [golpismo], cuando comienza a constituirse en el seno del partido bolchevique y más precisamente en sus esferas dirigentes, la corriente conocida bajo el nombre de “Oposición de Izquierda”.
Esta “Oposición de Izquierda” se cristalizará alrededor de jefes prestigiosos del partido bolchevique, como Trotski, Preobrasensky, Ioffé, pero no encuentra verdadero eco en una clase obrera que sale desangrada de la guerra civil. Los puntos sobre los cuales lleva la lucha son expresados, en lo que concierne a Rusia, a través de su consigna: “fuego sobre el kulak, el Keplen, la burocracia”. De una parte critica la política interclasista del “enriqueced a la campiña” recomendada por Bujarin y, de otra parte, ataca la burocracia del partido y sus métodos. Continúa su combate hasta el momento de su exclusión y de la represión a sus miembros (ejecuciones, internamientos, deportaciones, suicidios, exilio de Trotski).
A escala internacional, a partir del 1925-26, la “Oposición de Izquierda” se levanta contra la constitución del “comité anglo-ruso” y la alianza con las trade unions (sindicatos ingleses) que acaban de hacer fracasar la gran huelga general de los obreros ingleses. De otra parte, bajo el impulso de Trotski, la Oposición de Izquierda lleva una lucha resuelta contra la política criminal de la IC “estalinizada” en China preconizando la ruptura del joven Partido Comunista Chino con el Kuomintang y las diversas fuerzas burguesas pseudo-progresistas. Afirma que los intereses del proletariado mundial no deben sacrificarse a la política y los intereses del Estado ruso.
Por otra parte, emprende la lucha contra la teoría del socialismo en un sólo país (desarrollada por Bujarin a cuenta de Stalin). En el 14º congreso del Partido Comunista Ruso, donde se adopta esta tesis, sólo la voz de los miembros de la oposición de izquierda se hace escuchar para rechazarla.
Es pues como reacción proletaria a los efectos desastrosos de la contrarrevolución como aparece, se desarrolla y luego muere la Oposición de Izquierda en Rusia. Pero el hecho mismo que apareciese tan tardíamente pesa duramente sobre sus concepciones y su lucha. Se muestra de hecho incapaz de comprender la naturaleza real del “fenómeno estalinista” y “burocrático”, prisionera como está de sus ilusiones sobre la naturaleza del Estado ruso. Es así que, aún criticando las orientaciones de Stalin, ella es parte actuante de la política de control sobre la clase obrera mediante la militarización del trabajo bajo la égida de los sindicatos. Se hace también el adalid del capitalismo de Estado que quiere impulsar más adelante mediante una industrialización acelerada.
Cuando lucha contra la teoría del socialismo en un sólo país no llega a romper con las ambigüedades del partido bolchevique sobre la defensa de la “Patria soviética”. Y sus miembros, Trotski a la cabeza, se presentan como los mejores partidarios de la defensa “revolucionaria” de la “patria socialista”.
Prisionera de este tipo de concepciones, se prohíbe todo combate verdadero contra la reacción estalinista limitándose a criticar ciertos efectos.
Por otra parte, en la medida en que se concibe, a sí misma no como una fracción revolucionaria buscando salvaguardar teórica y organizacionalmente las grandes lecciones de la Revolución de Octubre, sino solo una oposición leal al Partido Comunista Ruso, no saldrá de un cierto maniobrerismo hecho de alianzas sin principios con miras a cambiar el curso de un partido casi totalmente gangrenado (es así que Trotski buscará el apoyo de Zinoviev y Kamenev quienes no cesan de calumniarlo desde 1923). Por todas estas razones, se puede decir que la Oposición de Izquierda de Trotski en Rusia permanecerá siempre sin llegar a las oposiciones proletarias que se manifestaban desde 1918.
La Oposición de Izquierda Internacional
A nivel internacional comienza a aparecer en diferentes secciones de la Internacional Comunista tendencias e individuos que manifiestan su oposición a la política cada vez más abiertamente contrarrevolucionaria de ésta última. A pesar de un intercambio de correspondencia entre algunas de estas tendencias y miembros de la “Oposición de izquierda” en Rusia, no se logra crear inmediatamente ningún lazo sólido entre ellos. Habrá que esperar hasta 1929, cuando en Rusia los “oposicionistas de izquierda” son perseguidos y asesinados por los estalinistas, para que comience a constituirse, alrededor y bajo el impulso de Trotski exiliado, un reagrupamiento de esas tendencias e individuos que toma el nombre de “oposición de izquierda Internacional”. Esta constituye en muchos aspectos la prolongación de lo que había representado la constitución y la lucha de la Oposición de Izquierda en Rusia. Retoma sus principales concepciones y se reclama de los cuatro primeros congresos de la IC. Por otra parte perpetúa el maniobrerismo que caracterizaba ya a la Oposición de Izquierda en Rusia.
En gran medida esta oposición es un reagrupamiento sin principios que se limita a hacer una crítica de “izquierda” del estalinismo. Se prohíbe toda verdadera clarificación política en su seno y deja a Trotski, a quien ve el símbolo mismo de la Revolución de Octubre la tarea de hacerse vocero y “teórico”. Se mostrará rápidamente incapaz en estas condiciones de resistir a los efectos de la contrarrevolución que se desarrolla a escala mundial sobre la base de la derrota del proletariado internacional.
La Contrarrevolución
La derrota del proletariado mundial, que los fracasos en Alemania en 1923, en China en 1927 vinieron a sancionar, lejos de marcar un retroceso momentáneo del movimiento proletario, abre de hecho el período contrarrevolucionario más largo y más profundo que la clase obrera haya conocido en su historia.
En efecto, desmoralizada por sus fracasos sucesivos, nuevamente atomizada y sometida a la ideología burguesa, la clase obrera se mostrara incapaz de oponerse al curso hacia la guerra en la cual se introduce de nuevo el sistema capitalista que ha entrado en una fase histórica donde no cesa de ser corroído por sus contradicciones insuperables. En todas partes donde, confrontada a la miseria que le impone el capital en crisis, la clase obrera intenta aún resistir mediante su lucha, se enfrenta no solamente a los partidos socialdemócratas que se han ilustrado a todo lo largo de la oleada revolucionaria de los años 20 como los perros guardianes del capital, sino desde entonces también a los partidos “comunistas” estalinistas. Estos pasados en cuerpo y alma al campo del capital asumen su función de desviación de las luchas obreras y enrolamiento en la vía del nacionalismo y en la lógica de los enfrentamientos ínter imperialistas preparando la segunda carnicería imperialista.
En este contexto general de contrarrevolución que se acompaña de un profundo retroceso de la lucha de clase y de la conciencia del proletariado, se vuelve cada vez mas difícil para las fracciones y tendencias que se reclaman de la revolución comunista resistir a la penetración de las ideas burguesas en su seno, de luchar a contracorriente para mantener y desarrollar las adquisiciones del movimiento revolucionario pasado. Tanto más por cuanto que, contrariamente a la contrarrevolución que sigue a la derrota de la Comuna de Paris y que no deja ninguna ilusión sobre la naturaleza de clase de los “versalleses” verdugos de la clase obrera, la contrarrevolución que triunfa, no solamente lo hace dejando tras de sí cientos de miles de cadáveres obreros, sino igualmente mistificando a la clase obrera sobre su naturaleza. En la medida en que triunfa a través de un lento proceso de degeneración de la IC y de la Revolución Rusa, favorecen todas las ilusiones de la clase obrera en el mantenimiento de la naturaleza “proletaria” de Estado ruso y los partidos comunistas quienes, al continuar reclamándose de Octubre 17, van a poder justificar su política de servicio al capital.
La “Oposición de Izquierda” que comparte y por tanto difunde estas ilusiones, se constituye pues en este periodo de contrarrevolución y retoma sin criticarlos, a la vez los errores de la IC que han contribuido activamente al reflujo de la oleada revolucionaria de los años 20 y las concepciones falsas de la oposición de Izquierda rusa que la condujeron al estancamiento en la lucha contra Stalin.
De 1929 a 1933 se concibe como “oposición leal” a la política de la IC, a la que intenta enderezar desde el interior, cuando ya la adopción por esta de la teoría del “socialismo en un solo país” venía a confirmar sus muerte como órgano proletario, y el pasaje de sus partidos al campo del capital. A partir de 1933, aunque “comprendiera” al fin la función contrarrevolucionaria de los partidos estalinistas y se orientara hacia la constitución de organizaciones distintas de los PC, la Oposición de Izquierda continúa considerándolos como “obreros” y actúa en consecuencia, desarrollando hasta el absurdo las concepciones falsas que habían precedido sus constitución, y que van a mostrarse cada vez más crudamente como justificaciones de “izquierda” de la contrarrevolución triunfante.
A todo lo largo del periodo que precede la celebración del congreso de fundación de la IV Internacional en 1938, cuenta tenida de la heterogeneidad de la “Oposición de Izquierda”, es Trotski mismo quien elabora a partir de los errores de la IC las tácticas y orientaciones que, aún hoy, con algunas diferencias de interpretación poco más o menos, sirven de fundamento a la actividad contrarrevolucionaria de los grupos trotskistas en el seno de la clase obrera y que se hallan en su forma acabada en el “programa de Transición”.
A mediados de los años 30 el movimiento trotskista va ser conducido a capitular frente a la contrarrevolución poniéndose a remolque de la política de los Frentes Populares destinados a enrolar al proletariado tras la bandera nacional, es decir, a preparar la guerra. En este sentido, el movimiento trotskista abandona objetivamente el principio fundamental del movimiento obrero, el internacionalismo proletario que, en la época de la decadencia del capitalismo, en la época de las “crisis, guerras y revoluciones” más aún que en el pasado, en que el proletariado podía desarrollar su lucha por reformas en el seno de las fronteras nacionales, constituye el criterio decisivo de pertenencia al campo del proletariado y del comunismo.
«Estado obrero degenerado» y defensa de la URSS
Prisionero de las concepciones erróneas de la Oposición de Izquierda rusa, Trotski, asimilando la medida de nacionalización de la producción -es decir pasaje de la propiedad privada de los medios de producción a una propiedad del Estado- con una medida “socialista”, va a situarse en el mismo terreno que los estalinistas que justifican el mantenimiento y la intensificación de la explotación de la clase obrera en nombre de la construcción del socialismo en un solo país. En efecto, aunque condenando esta teoría como burguesa, Trotski es llevado a reconocer implícitamente la posibilidad de que sea destruida al menos en parte, dentro de las fronteras nacionales, la ley del valor, es decir la producción para el intercambio, la extorsión y la acumulación de plusvalor mediante el asalariado, la separación de los productores de sus medios de producción.
Incapaz de reconocer en la “burocracia” que se desarrolla en la URSS al enemigo hereditario del proletariado que renacía sobre la base de las relaciones de producción capitalistas que habían persistido aún después de la toma del poder político por el proletariado en 1917, Trotski no comprenderá la función de gestión y conservación de estas relaciones por esta “burocracia” que él cree “obrera” cuando es completamente burguesa. En los hechos Trotski se hará el cantor del capitalismo de Estado ruso circunscribiéndose a promover una revolución “política” que reinstaurara la “democracia proletaria”.
Es así como en 1929 defenderá la intervención del ejército ruso en China donde el gobierno de Tchang Kai Tchek cazaba a los funcionarios rusos encargados de gestionar el ramal del transiberiano que pasa por el territorio chino y reviste una importancia estratégica desde el punto de vista de los intereses nacionales del capital ruso.
En esa ocasión, Trotski lanza la consigna tristemente famosa: “Por la patria socialista siempre, por el estalinismo, jamás”, que disociaba los intereses estalinistas (es decir capitalistas) de los intereses nacionales de Rusia. Con esto presentaba a los proletarios una “patria” que defender, a ellos que no la tienen, que trazaba en fin la vía del apoyo al imperialismo ruso.
Antifascismo, Frentismo, Sindicalismo
Incapaz de distinguir la naturaleza y la función contrarrevolucionaria y burguesa de los partidos estalinistas y aún de los partidos socialdemócratas, Trotski va a ver en las mistificaciones desarrolladas por estos partidos (antifascismo democrático especialmente, frente popular...) medios de reforzar la Oposición de Izquierda, con el fin de lograr el surgimiento de un nuevo partido revolucionario.
En los zigzagueos de los estalinistas y las maniobras socialdemócratas Trotski cada vez va a ver brechas provocadas por la presión de una clase obrera de la cual no alcanza a comprender su derrota histórica. Llamando al frente único, a la unidad sindical, no hace más que jugar el juego de la contrarrevolución misma que tiene necesidad de volver a servir los viejos mitos para desorientar aún más a la clase obrera, la que quiere conducir a una nueva guerra mundial. En la alianza antifascista de los frentes populares español y francés, Trotski va a ver un impulso para la política revolucionaria, una base para el reforzamiento de las posiciones trotskistas mediante el entrismo ... en los partidos socialistas. Cada nueva táctica de Trotski será un paso más en la capitulación y sumisión a la contrarrevolución.
Retomando por otra parte, siguiendo a los bolcheviques, la consigna del “derecho de los pueblos a disponer de sí mismos”, que expresaba la ilusión de estos últimos sobre la posibilidad para una nación bajo dominación imperialista de “liberarse” sin caer bajo la férula de otro imperialismo, Trotski y los grupos que participan en el Congreso de fundación de la IV Internacional calificaron la guerra entre China y Japón como una guerra de liberación nacional de China la cual debería ser apoyada. Desde esta época se encuentran así planteadas las bases que van a fundar el apoyo verbal y algunas veces activo de los grupos trotskistas a las luchas de liberación nacional que, en la época del capitalismo decadente, son otros tantos lugares de enfrentamiento entre los diversos bloques imperialistas en los cuales el proletariado no puede servir más que como carne de cañón.
El programa político adoptado en el congreso de fundación de la IV Internacional, redactado por Trotski mismo, y que sirve de base de referencia a los grupos trotskistas actuales, retoma y agrava las orientaciones de Trotski que han precedido ese congreso (defensa de la URSS, frente único obrero, análisis erróneo del periodo ...) pero además tiene como eje una repetición vacía de sentido del programa mínimo de tipo socialdemócrata (reivindicaciones “transitorias”), programa vuelto caduco por la imposibilidad de reformas desde la entrada del capitalismo en su fase de decadencia, de declive histórico.
Este Programa de Transición abría la vía a la integración definitiva del movimiento trotskista en la cohorte de los partisanos del capitalismo de Estado quienes, en nombre de la instauración de medidas “socialistas”, van a enrolar a la clase obrera después de la segunda guerra mundial en las reconstrucciones nacionales, es decir en la reconstrucción del capital.
Las fracciones comunistas de Izquierda
Confrontadas a la contrarrevolución más profunda de toda la historia del movimiento obrero, las Fracciones Comunistas de Izquierda que habían aparecido en los años 20 y que habían luchado desde esa época contra la degeneración y los errores de la IC, se hallaron arrastradas también por el flujo de la contrarrevolución. Es así que los elementos de la Izquierda Alemana, quienes estuvieron sin embargo entre los primeros en elevarse contra el retorno en la IC a las tácticas socialdemócratas y en romper con ella, tendieron a perderse bajo diversas vías: abandonando toda actividad política o cayendo en la ideología consejista que rechaza la necesidad del partido y la propia la revolución rusa. Es la Izquierda Comunista Italiana la que va a asegurar, a pesar de las debilidades ciertas e inevitables, lo esencial del trabajo de defensa de las posiciones de clase. Es ella quien, a pesar de un aislamiento dramático, va a asegurar todo un trabajo de comprensión política y teórica de los efectos de la derrota del proletariado, llegando hasta plantear la cuestión de la validez de ciertas posiciones de la IC que Bordiga no había puesto en cuestión (como la cuestión nacional). Sobre cierto número de puntos cruciales, la Izquierda italiana se opondrá a las orientaciones de Trotski (ver los anexos de este folleto).
Pero cualesquiera que hayan sido sus límites, estas fracciones, contrariamente a la Oposición de Izquierda de Trotski han permitido mantener la tradición revolucionaria. Es también gracias a ellas que actualmente la débil corriente revolucionaria ha podido renacer y desarrollarse.
En cuanto a la corriente trotskista desde los años 30, después de sus capitulaciones y a pesar del asesinato de Trotski en 1940 por el estalinismo, se pasará con armas y bagajes al campo del capital enrolándose en el campo del imperialismo democrático y del imperialismo ruso.