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La revolución en Rusia de 1917 sigue siendo hasta ahora la acción más grandiosa de las masas explotadas para intentar destruir un sistema que las reduce a meras bestias de carga de la maquinaria económica o a carne de cañón en las guerras entre potencias imperialistas. Fue la avanzadilla de una oleada revolucionaria mundial que se desarrolló en reacción contra la barbarie de la Primera Guerra mundial. Para hacerse dueños de su propio destino y empezar la construcción de otra sociedad, una sociedad comunista, sin explotación, sin miseria, sin guerras, sin clases, sin naciones, millones de proletarios lograron romper con su atomización, unirse conscientemente, darse los medios para actuar colectivamente como una sola y única fuerza, llevándose tras ellos a todas las demás capas explotadas de la sociedad. Por primera vez en su historia, el proletariado logró tomar el poder político en un país.
Uniendo contra la Revolución a todas las fuerzas que se estaban enfrentando en la Primera Guerra mundial, la burguesía consiguió vencerla antes de que se generalizara la revolución mundial, aplastando, en particular, a la clase obrera en Alemania, corazón del proletariado industrial mundial. Fue la burguesía la que, al ahogar la Revolución rusa con el bloqueo de sus fronteras, precipitó la degeneración y la pérdida progresiva del poder político de la clase obrera. Así favoreció objetivamente la victoria en Rusia del estalinismo, brazo armado de la contrarrevolución en ese país, imponiéndose mediante la represión sistemática y masiva de la clase obrera, mediante la eliminación en el propio Partido bolchevique de las mayores figuras de Octubre de 1917.
Ese primer intento revolucionario mundial es para la clase obrera una fuente considerable de enseñanzas, un patrimonio inestimable para la preparación a los próximos enfrentamientos revolucionarios ([1]).
Nada puede encolerizar más a una clase explotadora que la sublevación de los explotados. Las revueltas de los esclavos cuando el Imperio romano, la de los siervos bajo el feudalismo siempre fueron reprimidas con una crueldad despiadada. La revuelta de la clase obrera contra el capitalismo es una ofensa todavía mayor contra la clase dominante, al escribir claramente en su bandera la perspectiva de una nueva sociedad, una sociedad auténticamente comunista que liberará la humanidad de las calamidades de todas las sociedades de clase de la historia hasta el capitalismo. Para la clase capitalista, no basta entonces con reprimir los intentos revolucionarios de la clase obrera, bañándolos en su sangre; la contrarrevolución capitalista es sin lugar a dudas la más sangrienta de la historia, pero necesita además transfigurar a su enemigo para desprestigiarlo.
Por eso la burguesía, además de su arsenal represivo, ha utilizado su arsenal ideológico para poner en escena y mantener la mayor mentira de la historia, afirmando que el estalinismo sería la continuidad del régimen político nacido en la Revolución de 1917 en Rusia. De igual modo, otra mentira afirma que todos los países dominados por la URSS habrían también sido “regímenes comunistas”. Todas las fracciones de la burguesía, desde los PC hasta la extrema-derecha pasando por los socialdemócratas (sin olvidar a la corriente trotskista desde que se pasó a la burguesía al traicionar el internacionalismo proletario durante la Segunda Guerra mundial) han contribuido a esa mistificación desde finales de los años 20. Las ensordecedoras campañas democráticas que se desencadenaron con el hundimiento de los regímenes estalinistas a principios de los 90 arrastraron por los suelos el movimiento obrero, sus momentos gloriosos (Octubre del 17), sus organizaciones revolucionarias (el Partido bolchevique) y sus figuras (Marx, Lenin) reactivando esa mentira con el objetivo parcialmente logrado de debilitar la conciencia de la clase obrera.
Sin embargo, la burguesía no ha logrado erradicar la conciencia de clase del proletariado. De nuevo, bajo los efectos del hundimiento en la crisis económica y de los ataques contra la clase obrera, ante las manifestaciones cada vez más evidentes de la quiebra del capitalismo, salen de nuevo a la luz intentos de reanudar con el pasado revolucionario de su clase por parte de algunas minorías. Las mentiras más burdas de la burguesía sobre la Revolución rusa serán incapaces de resistir a sus preguntas y a su búsqueda de verdad. Por eso no vamos a insistir especialmente en este folleto en poner de relieve que el estalinismo, no fue, ni mucho menos, la continuidad del movimiento revolucionario, sino su principal verdugo ([2]).
Con la publicación de esta selección de artículos publicados ya en nuestra Revista internacional, queremos contestar a ciertas preguntas o dudas que regularmente se expresan en cuanto se evoca la Revolución de Octubre:
- ¿Fue la insurrección de Octubre un golpe del Partido bolchevique o la emanación de la voluntad de los soviets?
- ¿El proletariado siguió ciegamente el Partido bolchevique hacia la Revolución de Octubre o Octubre fue el resultado de un auténtico movimiento de la clase obrera?
– ¿Cómo se explica la influencia creciente del Partido bolchevique en las filas obreras? Equivocados y mistificados por el Partido bolchevique, ¿habrían dimitido los obreros progresivamente de sus responsabilidades para dejarlas en manos de aquél? O, más bien, ¿defendía realmente esa vanguardia de la clase los intereses inmediatos e históricos de ésta, contra las posiciones de los demás partidos (incluidos los partidos pretendidamente “obreros”) a favor de la defensa del capital nacional y de la guerra?
– ¿Habría sido posible que el proletariado, tras haber abandonado el poder a un partido burgués en febrero del 17, hubiera logrado, sin partido, tomar el poder en octubre?
– ¿Cómo explicar la degeneración de la Revolución rusa? ¿Estaba ya escrita de antemano en el programa del Partido bolchevique, que contendría ya, de forma subyacente, el proyecto estalinista? O ¿se debió al aislamiento internacional del bastión proletario?
[1] Léase nuestro folleto Rusia 1917, principios de la revolución mundial – La mayor experiencia revolucionaria de la clase obrera.
[2] Recomendamos a los lectores interesados los folletos El terror estalinista: un crimen del capitalismo, no del comunismo y El hundimiento del estalinismo, así como también nuestro manifiesto Revolución comunista o destrucción de la humanidad.