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Tanto la derecha como la izquierda han llenado de alabanzas a Santiago Carrillo presentándolo como un líder político que supo aparcar su ideología por "el bien de España". Tienen razón: el único interés de Carrillo era España y su ideología supuestamente "comunista" constituía un medio de servir a España, o sea, al Capital
Hemos asistido durante las últimas semanas a la canonización de este siniestro personaje por parte de la clase dominante, y la verdad es que no le faltan méritos para ocupar uno de los lugares más altos en el santoral del capitalismo español.
A principios de los años treinta del siglo pasado se convirtió en funcionario del PSOE siguiendo los pasos de su padre Wenceslao Carrillo. El PSOE como todos los partidos de la IIª Internacional había traicionado a la clase obrera y se había pasado a las filas de la burguesía con armas y bagajes en 1914 al apoyar la Primera Guerra Mundial que ocasionó 20 millones de muertos. Dentro del PSOE, salvo una pequeña minoría que defendió una postura internacionalista de denuncia de la guerra, el principal debate que había se dio entre el sector “francófilo” y el sector “germanófilo”. Durante la Dictadura de Primo de Rivera el PSOE colaboró lealmente con el dictador, e incluso Largo Caballero llegó a ocupar un alto cargo en el régimen como consejero de estado.
Durante la IIª República el PSOE se convirtió en la columna vertebral del régimen, y tanto en las labores de gobierno como de oposición destacó en el engaño y mistificación de la llamada “República de trabajadores de todas clases”, que en realidad fue un régimen por medio del cual la burguesía organizó las más fieras y brutales de las represiones (Casas Viejas, Arnedo, Asturias 1934, Ley de Vagos y Maleantes[1]…).
Las andanzas de nuestro personaje dentro del PSOE culminan pasándose al PCE estalinista con parte de las Juventudes Socialistas en 1936, prosiguen durante la Guerra Civil apoyando al Frente Popular y al bando antifascista en la masacre del proletariado español.
Ya plenamente integrado en el estalinismo (el anticomunismo más feroz: en realidad es como concreta la burguesía la contrarrevolución en Rusia, con el triunfo del llamado “socialismo en un solo país”), participa activamente en todas las criminales fechorías dirigidas por el PCE y el gobierno del Frente Popular, entre las que destacan sobre todo la masacre de los obreros de Barcelona en mayo de 1937 «El 19 de julio los proletarios de Barcelona, con solo sus puños desnudos, aplastaron el ataque de los batallones de Franco, armados hasta los dientes. Ahora, en las jornadas de Mayo de 1937, cuando sobre los adoquines han caído muchas más víctimas que cuando en Julio rechazaron a Franco, ha sido el gobierno antifascista –incluyendo hasta los anarquistas y del que el POUM es indirectamente solidario- quien ha desencadenado la chusma de las fuerzas represivas contra los trabajadores»[2] . Durante la IIª Guerra Mundial apoya al bando imperialista aliado y a la URSS (aunque Stalin se alió con Hitler de 1939 a 1941, demostrándose toda la falsedad y mistificación del antifascismo).
Una vez que el régimen franquista se integra plenamente en el bloque imperialista americano y se consolida a partir de 1953, nuestro farsante junto al PCE defiende la llamada “reconciliación nacional” para instaurar la “democracia” en España: pero entre la burguesía y la clase trabajadora no puede haber ningún tipo de reconciliación, únicamente se puede dar entre fracciones de la burguesía…
Sus fechorías mil prosiguen durante la llamada transición a la democracia, cuando junto al PCE y CC.OO. desempeñan la sucia labor de engañar y mistificar a la clase obrera para que abandone su lucha y así poder instaurar la “democracia”, siendo el partido estalinista el verdadero respaldo del régimen inaugurado en 1977. Toda esta mercancía fraudulenta se envuelve con una sarta de patrañas, el eurocomunismo… Un verdadero cuento de hadas: los PCs se comprometen a llegar en un futuro lejano, muy lejano, al “comunismo”, aceptando las reglas de la democracia burguesa… En realidad fue una mistificación criminal que encubría la dictadura del capital y de paso tratar de evitar los resquemores del imperialismo norteamericano que no se fiaba de los partidos estalinistas como posibles submarinos de los rusos.
En definitiva, toda una vida al servicio del capitalismo y de la burguesía, participando en las maniobras más mezquinas, ordenando a veces asesinatos de militantes de su partido que no seguían sus directrices… «Lo curioso del caso es que Carrillo, en agosto de 1949, estaba, como acabo de decir, alentando en Budapest a un puñado de jóvenes comunistas a empuñar las armas en esas guerrillas que él mismo estaba liquidando, con algún asesinato de por medio» (Carlos Semprún Maura, La Ilustración Liberal, Carrillo en Budapest pág. 1). Integrado plenamente en el estalinismo tanto en la brutal versión de los años treinta y cuarenta como en la aparentemente más “democrática” del eurocomunismo. Siempre viviendo de la mentira y del engaño, y dentro de la mentira y del engaño, como lo que fue: un burgués, un mentiroso compulsivo siempre dispuesto a engañar a los trabajadores y a defender a la clase dominante “caiga quien caiga”.
Pelocha 3-10-12
[1] Conviene recordar que el régimen de Franco no abolió esta ley sino que la siguió manteniendo aplicándola en toda su crueldad.
[2] Ver nuestro libro España 1936: Franco y la República masacran a los trabajadores. /cci/200602/539/espana-1936-franco-y-la-republica-masacran-al-proletariado