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Los paros y las manifestaciones de los trabajadores de las refinerías y de las centrales eléctricas contra el desempleo muestran el malestar profundo en la clase obrera confrontada a una marea de despidos a consecuencia de la crisis económica.
Esta oleada de despidos y reducciones de jornada no se limita a Gran Bretaña, sino que afecta a todo el globo. De EEUU a China, de Europa occidental a Rusia, ningún puesto de trabajo está a salvo; y para los que aún mantienen un empleo, los salarios se recortan y las condiciones laborales empeoran.
Pero por todo el mundo los trabajadores muestran que no están dispuestos a aceptar estos ataques: hay manifestaciones diarias en China; a finales de Enero, en Francia, 2,5 millones de obreros fueron a la huelga en protesta por el desempleo; los estudiantes y los jóvenes obreros en Italia, Francia, Alemania y sobre todo en Grecia, han salido a la calle para mostrar su rabia contra una sociedad que no les ofrece ningún futuro. El cabreo de los obreros de las refinerías no es específico de Gran Bretaña, sino que es parte de una respuesta internacional frente a la profundización del desastre económico.
El nacionalismo lleva a un callejón sin salida
Sin embargo, la consigna principal de estas huelgas del sector energético - «Los empleos británicos para los obreros británicos»- solo puede llevar a los obreros a un callejón sin salida.
La amenaza a los empleos de los trabajadores del sector energético o de cualquier otro sector, no viene de un cargamento de obreros italianos y portugueses usados por un entramado de firmas británicas, americanas e italianas para abaratar los costes salariales. Al capitalismo no le importa en absoluto la nacionalidad de los que explota. Sólo le preocupa cuánto beneficio puede sacar de ellos. Pero se pone más que contento cuando los obreros se enfrentan unos a otros, cuando están divididos en grupos nacionales que compiten entre sí. La idea de «empleos británicos para trabajadores británicos» está directamente en oposición a la capacidad de los trabajadores para defenderse ellos mismos. Y esto porque sólo pueden defender sus intereses si sus luchas se extienden tan ampliamente como sea posible, reuniendo a todos los trabajadores, sin tener en cuenta su nacionalidad, en una lucha de resistencia común frente a sus explotadores. Los trabajadores de Gran Bretaña no tienen ningún interés en común con los patronos británicos ni con el estado del Reino Unido, pero sí tienen todo en común con los llamados trabajadores "extranjeros", que se confrontan a las mismas amenazas de desempleo y miseria, porque la crisis del capitalismo es una crisis mundial.
Los sindicatos alientan el engaño nacionalista
La principal fuerza impulsora de la ilusión nacionalista en este conflicto han sido los sindicatos Unite y GMB, que han tomado a cargo la consigna de Gordon Brown, que a su vez es prestada del British Nacional Party[1], y la han situado en el centro del movimiento. Esta no es la primera vez que los sindicatos han intentado hacer moneda de cambio de la susodicha consigna «los empleos británicos para los obreros británicos». El año pasado un contratista despidió a los trabajadores de la obra que estaban construyendo una central eléctrica en Plymouth. Otros trabajadores pararon en solidaridad con sus compañeros. El sindicato intentó argumentar que los obreros de Polonia que trabajaban en esta obra estaban quitando empleos "británicos". Esto acabó sonando bien hueco cuando esos obreros polacos se sumaron a la huelga. El sindicato, que había protestado tan vehementemente por los despidos de obreros británicos, llegó sin embargo a un acuerdo con la patronal para que los huelguistas volvieran al trabajo y se mantuvieran los despidos.
Los medios de comunicación también han jugado un papel muy importante en la difusión del mensaje nacionalista. Normalmente están muy callados cuando los trabajadores emprenden acciones no oficiales o se embarcan en huelgas de solidaridad ilegales; pero esta vez han dado máxima publicidad a este conflicto, focalizándose constantemente en las pancartas y consignas "British".
Aunque no cabe ninguna duda de que los obreros de las refinerías petrolíferas han mordido el anzuelo nacionalista en cierta medida, la realidad es mucho más compleja, como se puede comprobar en esta declaración de un obrero desempleado en lucha a las puertas de una central eléctrica de Welsh: «Me despidieron del puesto de estibador hace dos semanas. He trabajado en los muelles de Cardiff y Barry durante 11 años y he venido aquí hoy con la esperanza de que podamos hacer tambalear al gobierno. Creo que todo el país debería ponerse en huelga, ya que se está perdiendo toda la industria británica. Pero no tengo nada contra los obreros extranjeros. No puedo culparles por acudir donde hay trabajo» (The Guardian On-line, 20.01.2009). Por su parte, otros obreros han aclarado que miles de trabajadores británicos del petróleo y la construcción están trabajando actualmente en el extranjero.
El futuro es la lucha de clases internacional
Frente a una crisis económica de proporciones devastadoras, no es sorprendente que los trabajadores muestren dificultades para encontrar la forma más efectiva de defenderse. Los obreros del sector de la energía han mostrado una voluntad real de organizarse por sí mismos, extender la lucha y manifestarse en apoyo de los compañeros en otras plantas y otras partes del país, pero la consigna nacionalista que han adoptado va a ser usada contra toda la clase obrera y su capacidad de unirse.
La clase dominante no tiene ninguna solución a la crisis, una crisis de sobreproducción que se ha ido acelerando durante décadas. Ya no puede alejarla con más inyecciones de crédito - la montaña de deudas acumuladas es, de hecho, una parte del problema. Y cerrar cada país tras barreras proteccionistas, que es la lógica que se desprende del «empleos británicos para obreros británicos», ya resultó ser, en los años 30, una forma de agudizar la competencia entre naciones y arrastrar a los obreros a la guerra.
La clase obrera no puede confiar en soluciones inmediatas o locales frente a la catástrofe económica. Pero puede defenderse contra los intentos del capitalismo de hacerle pagar la crisis. Al unirse en su autodefensa, por encima de todas las divisiones y fronteras, puede empezar a descubrir que tiene una respuesta histórica al colapso del capitalismo: una revolución internacional y la construcción de una nueva sociedad basada en la solidaridad humana y no en el beneficio capitalista.
Corriente Comunista Internacional, 31.01.09
[1] Partido de extrema derecha, con tintes racistas