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Esta toma de posición sobre el terremoto en Perú nos la ha enviado un contacto de allí. El texto traspira indignación frente a las consecuencias que se están produciendo para los obreros, y en general para los necesitados, mientras la burguesía por su parte despliega hipocresía y codicia. Compartimos plenamente la visión de que el capitalismo es el responsable de estas consecuencias y de que sólo su destrucción permitirá instaurar y desarrollar unas condiciones de vida plenamente humanas.
“Esto ha sido una prueba más que se nos envía desde el más allá, desde Dios”
Alan García Pérez, presidente de Perú.
Resulta del todo evidente que la “prueba divina” era una prueba dirigida en favor de la burguesía. En los últimos meses, la burguesía local tuvo que enfrentar el embate de millones de proletarios que luchaban por sus reivindicaciones y que tuvieron sus mejores ejemplos en la solidaridad proletaria que comenzó a gestarse sobre todo en el seno del proletariado minero.
En los últimos diez días, las burguesías de provincias, con intereses particulares pero similares a sus pares de Lima, amenazaban desde los gobiernos regionales con paralizar algunas regiones. Algunos policías también amenazaban con paralizar sus labores si es que no se les reconocía su sindicato y los médicos de ESSALUD (seguridad social) ya habían parado desde la mañana del miércoles. La jugada de Alan García[1] ,días antes, de enfrentarse a la Burguesía chilena no le arrojó buenos resultados salvo en su prensa adicta y en algunos intelectuales a sueldo del Estado. Una nueva oleada de luchas asomaba por distintas ventanas.
A las 6.40 p.m. del último miércoles a 60 Km. de la ciudad de Pisco que se encuentra a dos horas de la ciudad de Lima, la tierra retumbó con una potencia 7.5 en la escala de Richter. Cientos de miles de pobladores lo perdieron todo en 70 segundos sobre todo en Pisco, Chincha e Ica. Las ciudades quedaron completamente destruidas. En Lima, la onda causó daños sobre todo en los viejos solares que se derrumbaron. El problema real se centraba entonces al norte de Lima y en todo el departamento de Ica y en los departamentos aledaños a este.
La maquinaria estatal estaba desconcertada, pasaban las horas y no actuaba. García se presentó despachando en mangas de camisa, rompiendo su conocido protocolo al vestir, al lado de sus secuaces a quienes envió a evaluar la magnitud del desastre. Nadie pudo llegar por tierra puesto que la carretera Panamericana sur estaba rota en varios tramos, pero algunos periodistas se las arreglaron y llegaron hasta Chincha, Pisco e Ica, las principales ciudades afectadas e inmediatamente comenzaron a despachar sus reportes. En Ica se había derrumbado la iglesia del señor de Luren matando a decenas de fieles. En Tambo de Mora, el puerto de Chincha, los muros que rodeaban la cárcel habían caído por sus cuatro lados y para ello no se necesitaron las trompetas de Jericó, 600 presos escaparon inmediatamente. Al amanecer del jueves ya se contaban 500 muertos y más de mil heridos. En la misma mañana hizo su aparición Alan García conjuntamente con el primer ministro Jorge del Castillo, el ministro de guerra, Alan Wagner y el presidente del congreso Gonzáles Posada. Este último tenía como grito de campaña electoral la reconstrucción del aeropuerto de Ica, lo cual por supuesto no cumplió. La ayuda aún no llega a esa ciudad pues sólo es posible enviarla por aire.
Los primeros signos de descontento aparecieron en la población. En el caos informativo y pese a la manipulación de todos los canales se lograron filtrar algunos ejemplos de descontento y de las verdaderas razones del desastre: la pobreza. En los lugares en donde las ciudades se habían venido abajo, la población construye con adobe (ladrillos de barro) y sin guiarse de los mínimos requisitos para una construcción antisísmica, la población no es informada de los peligros de construir sin cimientos. Otra parte de la población vivía en casas muy antiguas que no resistieron el sismo. Un ejemplo claro de lo señalado es el siguiente.
En Pisco, una ciudad que tiene un puerto cercano y un balneario de millonarios llamado Paracas, en donde se encuentra la reserva del mismo nombre, el desastre fue desigual. En Paracas, las construcciones son de ladrillo y muchas casas de playa de los ricos resistieron el sismo, en Pisco tanto en la ciudad como en el puerto todo se vino abajo. La naturaleza no hace diferencias, quién las perpetúa es la división en clases. Esa persistencia es la que ha llevado a la catastrofe vivida a la magnitud que tiene en este momento y que sigue aumentando a cada hora., Es la miseria que genera la sociedad capitalista la que ha causado esta destrucción puesto que los pobres jamás podrán construir buenas casas, con material adecuado y siguiendo las reglas que guían la construcción en zonas sísmicas. Pero allí no ha quedado la perfidia capitalista, ella recién ha comenzado con el desastre y ahora se frota las manos pensando en cuanto ganará reconstruyendo al país.
Hasta este momento los militares que tienen maquinaría pesada y que cuentan con cientos de ingenieros expertos en construcción siguen en sus cuarteles pues la especulación financiera y de construcción ya comenzaron a hacer números. Las diversas facciones burguesas se encuentran en pugna en este momento tratando de ser los más influyentes. El caso más claro lo demostró la alianza entre la periodista Cecilia Valenzuela y la compañía de seguros La Positiva que desea reconstruir la región.
Los pasajes a la zona subieron en un 400% y Alan García se limitó a maldecirlos por televisión, pero las reglas del libre mercado mandan ante cualquier imprecación El Banco de Crédito y su propietario Dionisio Romero ya lanzó una cuenta para captar los fondos de ayuda a la región, un nuevo ingreso para ellos que siguen demostrando ser los banqueros más capaces de este país, tienen los negocios en la sangre. La Cooperación Española ya hizo su aparición de la misma manera que los Bomberos sin Fronteras, toda la maquinaria de ayuda social comienza a asomar por ello el gobierno central, los gobiernos regionales y los gobiernos locales dejan en manos privadas la reconstrucción. Como ya sabemos los proletarios, el Estado en la época capitalista sea cual sea su forma es el Estado de los capitalistas.
La ONU ya envió un millón de dólares y el BID, que le prestó 80 millones de dólares con aval de Fujimori a la corporación Wong, ha enviado solamente la pequeñez de 200 mil dólares. Cáritas no se quedó atrás y de manera tardía también abrió su cuentita. Los negocios no deben parar por supuesto y esta es la mejor lección que los burgueses locales extraen de la tragedia.
La gran lección que podemos extraer de la inmensa fuerza de la naturaleza es que ella por sí misma no causa ninguna desgracia. La verdadera potencia de destrucción se encuentra en las relaciones sociales en las cuales se encuentran sometidos millones de seres humanos por todo el planeta. Relaciones que los conducen a vivir de manera miserable, sin una mínima condición de habitabilidad. Sólo la destrucción de la sociedad capitalista y su desaparición a nivel mundial podrán asegurar condiciones de vida humanas a toda la población del planeta, es la única posibilidad de vida que tenemos en el futuro.
Héctor. Lima, 17 de agosto del 2007
[1] El Estado peruano había publicado un mapa en donde se señalaban sus pretensiones a nivel de posesión de mar territorial. La burguesía chilena inmediatamente siguió el juego y lanzó a su ejército a realizar maniobras militares en el norte de Chile, frontera con Perú. Una vez más se constata que las reivindicaciones nacionalistas por parte de los Estados sólo son maniobras para dilatar y mantener su estancia en el poder a costa de millones de trabajadores que eventualmente podrían ser enviados a pelear con sus hermanos del otro lado de la frontera. Los enemigos de los trabajadores peruanos son los burgueses peruanos de la misma manera que los enemigos de los trabajadores chilenos es la burguesía chilena.