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A principios de Julio celebramos en Londres una Reunión Pública para discutir a propósito de la guerra que, hace 70 años, tuvo lugar en España. Hicimos una breve presentación para plantear la posición de la CCI: En la España de los años 30 estaban presentes tanto un proletariado con un nivel de combatividad muy alto, como una economía tan tremendamente atrasada que algunos vieron en caída de la monarquía y el advenimiento de la república una especie de revolución burguesa tardía. La República española muy pronto se significaría por su brutal represión de las luchas obreras como pudo verse en Asturias en 1934. Contra el golpe de Franco, en julio de 1936, la clase obrera respondió en su verdadero terreno de clase, pero lo hacía en unas condiciones sumamente difíciles, pues en ese momento histórico, como mostró Bilan (la publicación de la Izquierda Comunista italiana), la oleada revolucionaria del proletariado mundial que se inició en Octubre de 1917, había sido ya derrotada. En Julio del 36, los obreros no resultaron directamente derrotados, pero sí fueron desviados de su terreno de clase hacia el matadero de la lucha en los frentes militares entre el ejército franquista y el del gobierno del Frente Popular. La organización anarquista, CNT, se integró en el Estado, participando, a todos los niveles, en el gobierno del Frente Popular, igualmente apoyado por grupos izquierdistas como el POUM. Gran parte de las discusiones de esta Reunión Pública respondieron a cuestiones suscitadas por J., uno de los participantes en un Foro de Debates en Internet que se llama “libcom”. Sobre el papel de la CNT, J. señaló que le parecía injusto que se presentara a la CNT como paladines de la República, cuando nunca llamaron expresamente a los trabajadores a que la votaran. Sin embargo, lo que hizo CNT-FAI fue mucho más que renunciar a su tradicional llamamiento a la abstención en las elecciones, tal y como el propio García Oliver explicó inequívocamente: «Naturalmente, la clase obrera de España , que desde hacía muchos años había sido aconsejada por la CNT a que no votase, interpretó nuestra propaganda en el mismo sentido que deseábamos, eso es, que debía votar, pues que siempre resultaría mejor hacer frente a las derechas fascistas si ellas se sublevaban después de ser derrotadas y fuera del Gobierno» (citado en el libro de Agustín Guillamón: La Agrupación de los Amigos de Durruti, 1937-39). Se trata de algo muy parecido a lo que hacen hoy los izquierdistas, que alegan que ellos no apoyan al Partido Laborista en las elecciones, pero llaman a los trabajadores a impedir el triunfo de los conservadores, o a votar a los laboristas pero “sin ilusiones”. J: señaló también que dentro de la CNT se levantaron numerosas críticas contra su participación en los ministerios gubernamentales, y no sólo por parte de la Agrupación de los Amigos de Durruti, sino también, por ejemplo, por parte de su organización juvenil. Lo cierto es, sin embargo, que la participación de la CNT no consistió únicamente en la entrada de algunos de sus líderes en el gobierno, sino que el conjunto de la organización se implicó en los diferentes niveles del Estado. Con ello se completaba el proceso de traición de una organización obrera que se pasaba al campo de la burguesía, por lo que es natural que surgiera en su seno una reacción proletaria contra esa traición. Una vez que una organización ha traicionado se pierde definitivamente para la clase obrera. La CNT no puede recuperarse para el proletariado, como tampoco puede hacerse con el Partido Laborista, la socialdemocracia o los partidos estalinistas. No es lo mismo cuando hablamos de individuos. Los Amigos de Durruti eran todos ellos miembros de la CNT (la pertenencia a ésta, era una de las condiciones para formar parte del grupo), pero ellos no traicionaron a la revolución: «La CNT y la burguesía en general, intenta presentar este grupo como ejemplo de que, aún en los peores momentos de 1936-37, en la CNT ardía una llama revolucionaria. Sin embargo esa interpretación es completamente falsa. Lo que animaba la decantación revolucionaria de los Amigos de Durruti era precisamente su combate contra las posiciones de la CNT, apoyándose en la fuerza del proletariado, del que formaban parte y estaban en primera línea» (Revista Internacional nº 102: “Los Amigos de Durruti: Lecciones de una ruptura incompleta con el anarquismo”). Expresaron pues una sana reacción proletaria contra la integración de la CNT en el Estado burgués. Su militancia en dicha organización no les impidió denunciar con total precisión la “traición” de la CNT, como así hicieron en el Manifiesto que distribuyeron en las barricadas de Barcelona durante las jornadas de Mayo de 1937, aunque acabaran retirándose de éstas. La Agrupación de Los Amigos de Durruti representó una expresión política del movimiento de clase del 19 de Julio de 1936 cuando los obreros en lucha salieron a la calle masivamente, y del movimiento del 37 en Barcelona. A pesar de su procedencia anarquista, estos movimientos de la clase obrera les empujaron a converger con las posiciones de los Bolchevique-Leninistas, aglutinados en torno a Munis, y a comprender que una revolución es un acto autoritario, «reemplazando la teoría del comunismo libertario por la de la “Junta Revolucionaria” (el soviet), como verdadera encarnación del poder del proletariado» (Munis, citado por A. Guillamón). Todo esto les valió ser acusados de marxistas. Pero la fuerza del movimiento fue insuficiente para llevarles a una ruptura completa con el anarquismo, por lo que se mantuvieron en la confusión y, cuando el impulso de las luchas obreras se extinguió, recayeron en el anarquismo. Para J., el problema del anarco-sindicalismo reside en que se trata de un intento de organización de masas proletarias, no necesariamente revolucionaria, pero que al mismo tiempo pretende ser una organización revolucionaria que aspira a derrocar el capitalismo. Eso representaría un problema si no se eligiese un liderazgo revolucionario. Es cierto, como señaló la CCI, que la militancia de base de la CNT resultaba mucho más radical que sus líderes que se integraron en el Estado burgués, y que «entendimos [entendieron] que debía seguir Companys al frente de la Generalitat» (García Oliver, citado por A. Guillamón). La verdad es que en la actual época histórica, la clase obrera no puede mantener organizaciones de masas fuera de momentos revolucionarios o de importantes movimientos de masas. En momentos de retroceso o de derrota, como los de los años 1930, las organizaciones proletarias son, necesariamente, muy reducidas, como fue el caso de los Amigos de Durruti y los Bolchevique-Leninistas. En 1936, camino a la guerra; en 2006 a la lucha de clases. Para la CCI los acontecimientos de España en el 36 representan un paso muy importante en la preparación de la Segunda Guerra Mundial, pues prefiguran tanto la ideología como los campos imperialistas (los Aliados y el Eje) que más tarde se confrontarían en ella. Para J., en cambio, tanto Francia como Gran Bretaña se mantuvieron en una posición no-intervencionista, por lo que a pesar del respaldo de Alemania e Italia a Franco, y de Rusia a la República, no se puede hablar de los mismos alineamientos. En cuanto a Estados Unidos no empezaría a implicarse hasta mucho más tarde. Esto no impediría a las distintas potencias utilizar la guerra en España para consolidar sus alianzas imperialistas, e igualmente aprovecharla como banco de pruebas del armamento que, pocos años más tarde, causaría las masacres y destrucción de la guerra mundial. Lo cierto es que el antifascismo fue una de las ideologías empleadas para la movilización de la clase obrera hacia la guerra, tanto en España 1936, como en la Segunda Guerra Mundial. La clase dominante necesitaba aplastar a los sectores aún no derrotados del proletariado mundial, antes de lanzarse a una nueva carnicería imperialista, pues tenía muy presentes las lecciones de la Primera Guerra Mundial, cuando las revoluciones en Rusia, Alemania y Hungría, y una masiva oleada de luchas que sacudieron todos los continentes, puso fin a la matanza. A mediados de los años 30, sin embargo, dicha oleada revolucionaria había sido ya derrotada, como evidencian especialmente el aplastamiento del proletariado alemán primero por la socialdemocracia y luego por el Nazismo, y el del proletariado ruso por el Estalinismo. Es verdad que en ese momento aún surgían luchas obreras muy combativas (hasta el extremo que Trotsky vio en las huelgas en Francia el potencial para el desarrollo de una nueva lucha revolucionaria), pero la verdad es que los trabajadores fueron desviados hacia el apoyo al Frente Popular, a marchar en las manifestaciones ondeando la bandera tricolor, y acabar aceptando el sacrificio de sus condiciones de vida que exigía el desarrollo de la economía de guerra. En cuanto a los Estados Unidos, es cierto que hubo una serie de luchas muy masivas, pero fueron desviadas hacia la sindicalización, fortaleciendo con ello los instrumentos que jugarían un papel determinante en la movilización de los trabajadores para la carnicería imperialista. Los trabajadores españoles no estaban aún derrotados en 1936 y por ello pudieron reaccionar en su terreno de clase el 19 de Julio. Pero fueron desviados a la lucha en los frentes militares, como carne de cañón en apoyo del en apoyo al Estado democrático burgués. Su derrota fue tanto ideológica – haciéndoles creer que la defensa del Estado capitalista correspondía a sus intereses de clase – como física – masacrados y víctimas de la represión por ambos bandos y particularmente por los estalinistas -. El empleo de la ideología antifascista como banderín de enganche del estado democrático para la guerra imperialista se generalizó más allá de la Península Ibérica con los llamamientos a los trabajadores para que se sumaran a las Brigadas Internacionales o a que hicieran colectas en apoyo de la República, en lugar de luchar en su propio terreno de clase por sus propias reivindicaciones, allí donde sus intereses entraran en conflicto con los de la burguesía,…, cuando esta vía es la única que representa una verdadera solidaridad. Los asistentes que procedían del mencionado foro “libcom” tuvieron que abandonar la reunión antes de que esta finalizara. Su presencia ha supuesto, pensamos, un importante primer paso en la superación de una resistencia muy extendida en el medio “libertario” a discutir abiertamente con organizaciones de la izquierda comunista, y por ello esperamos que esta asistencia se repita en próximas Reuniones Públicas. El curso de ésta de la que estamos informando siguió abordando otros temas, sobre todo el de la propia importancia del sujeto que estábamos tratando, puesto que se trata de una experiencia muy importante de la clase obrera, cuyas lecciones siguen teniendo plena vigencia. El anarquismo y el anarco-sindicalismo han ganado en influencia sobre todo tras la campaña burguesa sobre «el fin del comunismo», a raíz del hundimiento del bloque imperialista “socialista” y de la propia Rusia. Hay, por tanto un creciente interés por la CNT y por la IWW. La historia de España y especialmente la “guerra civil” española muestran que el anarquismo ha tenido una importante influencia en la clase obrera y en acontecimientos históricos. El antifascismo que jugó un papel esencial para movilizar y encuadrar a los trabajadores para la guerra en España, sigue siendo hoy un arma ideológica muy importante contra la clase obrera. Lo vemos por ejemplo en las campañas que nos llaman a votar - a quien sea -, para evitar que triunfen Le Pen en Francia o el BNP en Gran Bretaña. La cuestión de cómo solidarizarnos con los obreros de otros países, no mediante colectas en apoyo de la “resistencia” irakí o yéndose de voluntario a los “campamentos humanitarios” de Palestina, sino a través de la lucha de clase contra nuestros propios explotadores, en defensa de nuestros intereses contra los del capital, sigue siendo tan vital hoy como en la época de las Brigadas Internacionales. Y finalmente, la fuerza de la clase obrera que impulsó a los Amigos de Durruti a cuestionarse las teorías anarquistas y a desarrollar la idea de “Juntas Revolucionarias” (Soviets), sigue estando muy presente hoy. Puede comprobarse en los esfuerzos de pequeñas minorías del proletariado que tratan de llevar a cabo una clarificación como vemos en Foros de Internet, en círculos de discusión, en grupos como el EKS de Turquía (ver WR nº 295). Pero a diferencia de lo que sucedía en los años 1930, hoy el proletariado internacional no está derrotado y vemos, en cambio, la incorporación a la lucha de una nueva generación obrera. Todo ello plantea unas condiciones mucho más favorables para que ese esfuerzo de frutos.
Lex 17/7/2006.