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Cinco años después del principio de esta crisis las condiciones de vida de los trabajadores van de mal en peor. A los planes de austeridad de Zapatero-Rubalcaba y el PSOE, les suceden, triplicados en brutalidad, los de Rajoy y el PP: subida generalizada de impuestos (IRPF, IBI, y todo tipo de tasas que encarecen dramáticamente los recibos de luz, agua, el precio del combustible, etc.); enésima reforma laboral que supone un salvaje abaratamiento del despido que llevará la cifra del paro - son las previsiones del propio gobierno que la ha promulgado - a los 6 millones de desempleados, y que persigue además chantajear a quienes "conserven" su empleo para que acepten rebajas de salarios, aumentos de la jornada, traslados, y todo tipo de arbitrariedades del empresario, sea éste privado o la propia Administración que está imponiendo por decretohachazos también a los salarios de los empleados públicos, despidos de miles de contratados e interinos, gravámenes como el copago sanitario, y en general recortes y degradación en servicios públicos esenciales como la educación o la sanidad.
Y esto, como subrayó cínicamente la propia vicepresidenta del Gobierno: "es tan solo el inicio del inicio". Efectivamente no hay más que ver lo que está pasando en Grecia, donde han fulminado a la tercera parte de los empleados públicos, y donde el salario mínimo se ha recortado hasta extremos verdaderamente imposibles; o en Portugal, donde también se suceden las "reformas laborales", la eliminación de pagas extras, los aumentos brutales de pagos por servicios sanitarios,... Pero fijémonos también en lo que está pasando en Francia, Inglaterra o Alemania, donde también se posterga la edad de jubilación y se recortan las pensiones (lo que en Francia dio lugar a un movimiento masivo de luchas en 2010); se extiende la precariedad laboral (los famosos "mini-jobs", y el empleo a tiempo parcial), y se generalizan los salarios de miseria: Así en la opulenta (¿?) Alemania, casi una cuarta parte de la población laboral gana menos de mil euros al mes, mientras en USA la tasa de pobreza bate todos los récords históricos(más de un 15% de la población), y el número de personas privadas de seguro médico, con su "reforma sanitaria de Obama" y todo, han aumentado el último año en casi 1 millón,...
El capitalismo está en quiebra
Porque no se trata de la incompetencia de tal o cual gobierno, ni de la avaricia de tal o cual nación capitalista, ni de la abyección de tal o cual fracción de la clase explotadora. Se trata de una auténtica bancarrota, una verdadera crisis sistémica del capitalismo, que ya no puede ofrecer a la humanidad más queataques cada vez más criminales contra el proletariado mundial y las capas laboriosas de la población, entrando en una dinámica absurda e irracional, pues el mercado mundial solvente se va estrechando y hundiendo más y más en su propia ciénaga a la sociedad capitalista. Así llevamos más de 40 años, pero estos últimos cinco suponen un hundimiento cualitativo empujado por la irresoluble crisis de sobreproducción relativa y agravado por el estallido del endeudamiento generalizado de estados, empresas y familias.
Por todo ello resultan nefastas las ilusiones concentradas en hacernos creer que "otro capitalismo es posible". Se trata de un cuento de hadas que la ideología dominante repite "mil veces para intentar transformarlo en verdad", según el cual el estado democrático no sería la dictadura de la minoría privilegiada sobre la mayoría explotada, sino que todos seríamos "ciudadanos iguales ante la ley", y los "ciudadanos trabajadores" tendrían unos partidos de izquierda y unos sindicatos que los defenderían contra los excesos y abusos de patronos y empresarios y permitirían "poner a raya" los abusos de especuladores, poderes financieros, usurpadores de la "soberanía" nacional. Al contrario que en los cuentos, la dura realidad que viven los trabajadores en todos los países es que su "hada madrina", la izquierda del capital, cuando está en el gobierno se comporta como la madrastra de la derecha realizando los mismos planes de austeridad: recordemos como Rubalcaba ha pasado de dirigir los implacables ataques del gobierno del PSOE (rebaja del sueldo de los funcionarios y de las pensiones por decreto ley, atraso de la jubilación a los 67 años, brutal reforma laboral en mayo 2010),decretando incluso el estado de alerta contra una huelga (controladores), a ponerse la camiseta de farsante "defensor de obreros".Por eso la alternativa no es cambiar - desde dentro, como muchos nos dicen - el sistema; sino cambiar de sistema, aboliendo la explotación y las clases sociales. ¿Sí, pero cómo hacerlo?
La democracia es la dictadura del capital
Ya hemos visto que no podemos confiar en quienes nos dicen "¡votadnos!", y luego se aprovechan de nuestra confianza para atacarnos despiadadamente. Tampoco podemos confiar en los sindicatos, que se autoproclaman "representantes de los trabajadores", cuando en realidad son la verdadera "quinta columna" de la burguesía dentro de las filas obreras. Siempre movilizan para engañar y desmovilizar. Acordémonos de cómo, apenas semanas después de la anterior "huelga general" del 29 de Septiembre de 2010, acordaron con ese mismo gobierno el retraso de la edad de jubilación, invocando las necesidades de la "economía nacional". Recordemos como llevan años pactando aumentos salariales que recortan la capacidad adquisitiva de nuestros salarios en aras a la "competitividad de los productos españoles". Que no se nos olvide que pocas semanas antes de la promulgación por Rajoy de su Reforma Laboral (y que anunciara ¡él mismo! La propia Huelga General), UGT y CCOO habían llegado a un acuerdo con la patronal, para flexibilizar salarios y aceptar "cláusulas de descuelgue" de los convenios,beneficiosas siempre para los explotadores si las necesitaban para la supervivencia de la empresa, etc.,... Hace ya muchos, muchos años que los sindicatos, ¡y en todo el mundo!, se han convertido en gestores del sistema capitalista, defensores de la economía nacional y de la viabilidad de la empresa, pero no de los explotados.
Y, como tal se demuestra en las "luchas" que organizan, donde reinan la división y la pasividad de los trabajadores, como se ha visto, sin ir más lejos, en las recientes movilizaciones de los empleados públicos en Murcia, Madrid, Cataluña o Valencia,... cada uno concentrado en su rincón o en su centro de trabajo, cada día en un sitio para infundir la idea de que cada lucha es distinta, juntándose con sus hermanos de otros sectores sólo a toque de corneta de las convocatorias sindicales, donde además nos hacen vernos como "ciudadanos" preocupados por la propiedad estatal de la sanidad o la educación, y no por la defensa de nuestras legítimas necesidades como trabajadores; cebando la indignación de los trabajadores contra la archisabida corrupción o el despilfarro de este o aquel gobernante, para ocultar que, en última instancia, todos los gobiernos dentro de de este sistema capitalista suponen una gigantesca estafa pues dicen actuar para el progreso y el bienestar de la población, cuando su única guía son las leyes capitalistas de la competitividad, el beneficio y la acumulación de capital.
Por eso cada vez más trabajadores "huelen a algo podrido en los Sindicatos", y los ven como auténticos "trileros"al servicio del capital, como piezas de una "opereta" en la que junto a gobierno, patronal, sindicatos, partidos de izquierda"..., representan un "paripé" engañoso y calculadamente inofensivo frente a la avalancha de ataques que impone la supervivencia del capitalismo.Por eso, para cada vez más trabajadores, se plantea la necesidad de impedir que la combatividad y el desarrollo de la conciencia obreras queden anegadas por las convocatorias de los sindicatos. Que si el 15-M acuñó el "nuestras necesidades no caben en vuestras urnas", los movimientos de los explotados contra los estragos de la crisis hagan suyas las consignas "nuestra necesidad de parar los ataques capitalistas, nuestra voluntad de imponer nuestras necesidades a las exigencias de este sistema de explotación no caben en vuestras ‘huelgas generales'".
Necesitamos una lucha masiva y unida
La propia forma de la "Huelga general" sindical es un terreno trampeado. En primer lugar porque el arma de parar la producción para presionar a los capitalistas tiene cada vez menos sentido pues es hoy el propio capitalismo quien "para" la producción. En segundo lugar porque los propios requerimientos legales de dichas huelgas (exclusividad de su convocatoria por los sindicatos, descuento canallesco de salarios para quienes participan, pacto de unos servicios mínimos abusivos en los que los gobiernos del PSOE y del PP están, una vez más, de acuerdo, etc.) fomentan la atomización y la pasividad de los trabajadores. La propia cobertura mediática de las huelgas generales que miden su "eficacia" en tantos por cientos de seguimiento siempre discutidos, que polarizan la atención en torno a los consabidos y provocados incidentes de los piquetes, que ponen el foco en las cabeceras de las manifestaciones sindicales,... son otros tantos instrumentos para restar cualquier capacidad de iniciativa a los trabajadores y fomentar, en cambio, su disciplina obediente respecto a las órdenes de los gerifaltes sindicales. La Huelga general - ni ésta ni las anteriores- ni las 2 de este último año en Portugal, ni las más de 10 que llevan de Grecia (ver artículo en este mismo número de AP), sirven para activar la combatividad, sino como dique para contenerla, para encauzarla hacia un cenagal de resignación e impotencia. La cuestión a la que nos enfrentamos es que necesitamos luchar de verdad, unidos y en nuestro terreno de clase, que no podemos delegar nuestra responsabilidad en unos supuestos representantes "democráticos" bien sean sindicalistas o diputados que la realidad nos ha demostrado hasta la saciedad que siempre nos engañan y nos venden ante gobiernos y capitalistas.
Frente a esto hay muchos compañeros que desconfían de estas convocatorias y optan por quedarse en casa. Pero ese es el principal "daño colateral" de las propias pantomimas sindicales: desmoralizar y aislar a los quieren luchar de verdad. También es verdad que muchos trabajadores acuden a estas convocatorias no porque crean en los sindicatos, o porque quieran delegar en ellos y en sus "negociaciones" la lucha, sino impulsados por la necesidad de expresar todos juntos nuestra indignación, de sentir el calor de la unidad y la solidaridad de compañeros de todos los sectores y todos los rincones,... Precisamente por todo ello, no podemos dejar que los sindicatos dilapiden nuestra combatividad con sus estériles convocatorias.
Las luchas de los últimos años (Francia 2010 contra el recorte de las pensiones, estudiantes en Inglaterra contras las subidas de las tasas universitarias, primavera árabe, Grecia, movimiento de los indignados en España, pero también en Israel yUSA, etc.), han puesto de manifiesto, no el agotamiento de la combatividad de los trabajadores sino, al contrario, la aparición de fuerzas renovadas que avivan la llama de la lucha contra la explotación y la barbarie capitalistas. No sólo eso. Por muchas y serias que sean las dificultades que el proletariado aún demuestra, sí pueden verse en cambio tendencias de lo más esperanzadoras, como son:
* La defensa de las asambleas como medio para asegurarnos la organización y el protagonismo de los propios trabajadores en la lucha, la apertura de dichas asambleas a trabajadores de otros sectores, a parados y jubilados, a todo aquel que quiera sumarse a la lucha contra los ataques capitalistas.
* hacer de las manifestaciones un instrumento activo para sumar unidad y solidaridad. En lugar de las procesiones sindicales en las que apenas somos algo más que un número, hacer de la calle un lugar de encuentro, intercambio de experiencias y debate sobre nuevas iniciativas (sin esperar el siguiente "cornetazo" sindical) para impulsar el combate.
* desarrollar una toma de conciencia sobre la situación actual y la perspectiva a la que nos enfrentamos. Cada vez más la determinación para luchar provendrá menos de lo que le podamos arrancar a un capitalismo con cada vez menos margen de maniobra, y sí de nuestra convicción de que la única salida es erradicarlo para siempre del planeta, y que eso sólo puede ser obra de la unión de todos los explotados del mundo.
Como hemos visto con las luchas y asambleas del 15M esto no es una utopía, este es el inicio de la verdadera lucha que nos llevará a retos mayores para tratar de defender nuestras condiciones de vida y trabajo como auténticos seres humanos y sembrar las semillas de la futura sociedad donde no haya ni explotados ni explotadores, donde por fin se pueda cumplir el principio comunista: "de cada uno según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades".
Corriente Comunista Internacional
24 de Marzo de 2012.