Lucha de la clase obrera en Ucrania: Contra la reivindicación “Nacionalización de…”

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Publicamos a continuación extractos de un artículo del grupo Unión de Revolucionarios Socialistas (ARS)[1], presente esencialmente en Rusia y en Ucrania, que se separó hace poco de la Unión de Revolucionarios Proletarios Internacionalistas Colectivistas (IUPRC). ARS condena la participación en las elecciones burguesas y denuncia a la democracia burguesa como forma disfrazada o enmascarada de la dictadura del Capital; rechaza cualquier apoyo a los sindicatos existentes, a los que define como instrumentos en manos de la burguesía, que los utiliza para someter al proletariado a los intereses del Capital; así como la creación de nuevos sindicatos radicales. Se pronuncia a favor de las asambleas generales obreras y de la necesidad de la revolución mundial.

Otras informaciones citadas en el artículo aportan elementos sobre la realidad de la lucha de clases en los países de la extinguida "URSS".

Nosotros, aunque no compartimos la totalidad de puntos de vista que desarrollan, saludamos a sus componentes y apoyamos los argumentos que expone el grupo contra las mistificaciones antiobreras sobre la "nacionalización" y "el control obrero" utilizadas por los izquierdistas.

Sus argumentos críticos no dejarán de interesar a todo elemento preocupado por la lucha de clases y el reforzamiento político de la lucha obrera.

 

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La actual crisis mundial del capitalismo está en el origen de una oleada de protestas del proletariado que inevitablemente se prolongará en el futuro. En la CEI (Comunidad de Estados Independientes)[2] los primeros avisos serios de lo que se avecinaba se pueden ver en la revuelta obrera de la fábrica de maquinaria agrícola Kherson (KNF) en febrero 2009. Ahora que el reaccionario Partido de las Regiones ha vencido a la lucha obrera es hora de analizar las razones de esta derrota. Debemos aprender de nuestros errores a fin de evitar un destino semejante para los futuros combates que se aproximan en la CEI y en el mundo entero; debemos saber reconocer cuales son los factores determinantes de la derrota.

 

La revuelta de Kherson: cómo fue y cómo ha acabado

 

El 2 de febrero los obreros de la fábrica de maquinaria agrícola de Kherson se manifestaron por la calle principal de la ciudad camino de la Administración regional para presentar sus reivindicaciones a las autoridades. Entre las exigencias estaban:

  • la liquidación de la deuda salarial (un total de 4,5 millones de grivnas)[3] ;
  • la nacionalización de la fábrica, sin compensación;
  • la garantía de un mercado para el producto -un complicado instrumento para las labores agrícolas-.

 

Viendo que sus reivindicaciones eran ignoradas, el día 3 de febrero los obreros entran por la fuerza en el recinto de la fábrica y ocupan las dependencias administrativas. Diferentes trotskistas y estalinistas han difundido que se trataba de una ocupación total de la fábrica. La realidad es que el personal de seguridad de los propietarios permaneció allí. La impresión que da es que, en el mejor de los casos, lo que allí se dio fue una situación en la que se  "repartieron la faena".

 

El 9 de febrero crean en la fábrica un sindicato independiente para reemplazar al viejo sindicato (una célula del FPU). El nuevo sindicato, Petrovets, se ha adherido a la estructura de la Confederación de Sindicatos Independientes de Ucrania, dirigida por Wolynets; lo que significa que a todos los efectos ha entrado en la estructura confederal  que sirve con frecuencia de herramienta al bloque de Timoshenko. A propósito de esto debemos explicar cuál es la situación política en la ciudad. La burguesía ucraniana está habitualmente dividida entre el grupo "naranja"  (la alianza perdedora Yúschenko y Timoshenko) y el grupo "azul-blanco" (el Partido de las Regiones dirigido por Yanukovich). El propietario de la fábrica de maquinaria de Kherson, A. Oleinik, es también un miembro importante del Partido de las Regiones y aunque la fuerza numérica del Partido de las Regiones sobre la administración regional de Kherson se cifra en cerca de un 60%, quien está a la cabeza de la administración (colocado en este puesto por Yúschenko) es Boris Silenko, un "anaranjado". Esto nos da algunos datos sobre las luchas internas entre las camarillas burguesas de Kherson y sobre cómo las dos camarillas han intentado sacar beneficio de la revuelta obrera en esta ciudad. Finalmente el Partido de las Regiones, más fuerte, ha impuesto su control sobre los obreros, acabando con la revuelta y  rompiendo su resistencia, para hacer de ellos una herramienta a su servicio.

 

El interés de Oleinik en todo esto está claro: utilizar a los obreros como palanca para obtener recursos estatales y el acceso a las riendas de las órdenes de compra del Estado, de los créditos y los subsidios. Y lo ha logrado. La mañana del 13 de febrero los representantes del Partido de las Regiones han aparcado dos cosechadoras en la puerta del inmueble de la Administración regional inaugurando así una "Maidan bleu-white"[4] con el objetivo de desplazar a Silenko. La célula sindical de la fábrica  KNF declara que ¡está de acuerdo con participar!

 

 Vamos a ver lo que escriben los trotskistas de "Resistencia Socialista"[5]:

 

-"El 13 de febrero, la autoridad regional le ha dado al Sr. Oleinik 2 millones de grivnas, hasta ahora el único que ha ganado ha sido el propietario quien gracias a la acción de los obreros ha obtenido una suma considerable de parte de las autoridades. Hay que resaltar que la suma dada no viene de los fondos de reserva y que por tanto salió de los fondos destinados a los obreros del sector público, de las pensiones, de los subsidios, etc.".

 

El  "convenio social", objeto de tanta atención por parte de la burguesía, fue logrado: Oleinik obtuvo el dinero y los obreros obtuvieron la promesa de que podrían, de alguna manera, sacar algunas migajas.

 

Tras este "compromiso" la exigencia de nacionalización fue retirada por parte de los obreros o al menos por parte de los representantes sindicales que hablaban en su nombre.

 

El 14 de febrero, una información de UKR[6] cita a Oleinik "El colectivo obrero ha anulado la reivindicación de nacionalización y ha estado de acuerdo conmigo para retomar el control de la empresa. Ahora voy a combatir por el derecho al trabajo y por el funcionamiento de la empresa de acuerdo con el colectivo obrero".

 

Lo que los trotskistas y los estalinistas tomaron por la chispa que podía prender fuego a Ucrania en realidad era una auténtica protesta obrera, desgraciadamente basada en reivindicaciones erróneas, y que fue transformada finalmente en una empresa de ganancia de dinero para los capitalistas. Y eso ha llegado precisamente como consecuencia de una falsa perspectiva (remarcado por nosotros)

 

La reivindicación de nacionalización no fue inicialmente una exigencia de revolución social, sino por un apoyo del Estado a una empresa capitalista. Y fue de la única manera posible: dando al capitalista una suma de dinero de los impuestos precisamente "la suma que no procedía de los fondos de reserva y que salió de los fondos destinados a los obreros de los servicios públicos, pensiones, subsidios, etc." Si los trotskistas y los estalinistas esperaban sinceramente conseguir que el Estado burgués actuase de otra manera, es debido a su propia  miopía. 

 

Podemos sacar conclusiones. Los obreros, ya muchos meses privados de recursos, se han alzado en un combate colectivo. Aunque durante la lucha han presentado reivindicaciones erróneas al menos han obtenido el apoyo total de los marxistas (estalinistas), y a su costa han obyenido cierto respiro en sus condiciones. Una camarilla burguesa se ha apoderado inmediatamente de este eslogan burgués que se suponía que iba a hacer temblar de miedo a los neoliberales. En  dos días, los obreros han agachado la cabeza y han comprendido el error de las reivindicaciones sin tener otra alternativa.

 

Durante los acontecimientos en la fábrica de maquinaria de Kherson, los estalinistas y los trotskistas han defendido la idea de la "nacionalización bajo control obrero". Deberíamos verificar la compatibilidad de esta posición con el crecimiento de la conciencia de clase del proletariado y con la acción revolucionaria y si conduce o no a la subordinación del proletariado a la burguesía y a su Estado.

 

¿Cuál es la principal diferencia entre, de un lado la exigencia de nacionalización y, del otro lado una lucha por reivindicaciones materiales concretas? La exigencia de nacionalización, es decir, la transformación de la empresa en propiedad estatal (Él Estado Burgués: no hay otro estado) implica una lucha por una estrategia capitalista alternativa, por el reforzamiento del Capital del estado contra el capital privado. Los que se lanzan a aconsejar a la burguesía que adopte tal estrategia, acaban efectivamente siendo consejeros del capital y nada más.

 

Sin embargo se podría decir ¿Porqué no luchar por una versión del capitalismo que es materialmente más ventajosa para los obreros? ¿Deberíamos ser profundos ideólogos y adherir a la visión utópica de una revolución socialista global ignorando las necesidades inmediatas de las personas que sufren? Lo que nosotros decimos es que no somos ideólogos y que nos oponemos al reformismo. Lo que es consecuencia no de cualquier visión utópica sino de la comprensión clara de que la idea de un tipo de capitalismo materialmente más ventajoso para los obreros es ya por sí misma utópica.

 

Para comprender que la política de nacionalizaciones del Estado burgués no puede ser beneficiosa para las masas obreras, no hay más que observar la Rusia actual. El reino de Putin muestra el desarrollo del intervencionismo; del avance de la burocracia que ha sometido a los pseudo oligarcas; del dominio de las corporaciones dominadas duramente por el Estado, como los sectores clave del beneficio económico, donde la burocracia y el mundo de los negocios han prosperado sobre la espalda de las masas empobrecidas. Nada de todo eso ha conducido a la mejora de las condiciones materiales de los obreros, como tampoco al progreso de la burguesía: tras ocho años de crecimiento,  la economía rusa no ha alcanzado el nivel de 1990. Ahora es evidente que el intervencionismo del reino de Putin no ha servido a los intereses de las masas obreras (no se podía esperar otra cosa); tampoco ha servido para realizar una modernización progresiva de la economía rusa; al contrario, sólo ha servido para incrementar el consumo parasitario de la clase explotadora, la hidra bicéfala de los burócratas y de los hombres de negocios.

 

Además, en referencia al ejemplo clásico del trotskista bielorruso Razumovski, de  "Resistencia Socialista", defensor de la nacionalización, podemos ver a ciencia cierta hasta qué punto los elementos que están por el capitalismo privado y los del capitalismo de Estado pueden estar entrelazados en torno a la explotación del proletariado. La misma Bielorrusia es un país donde el sector del capitalismo de Estado no ha puesto obstáculos a la intervención del Estado en la reforma liberal[7].

 

A pesar de los conceptos marxistas "clásicos"[8], el Estado no es de ninguna manera un instrumento neutro, no es un campo de batalla entre los dominantes y los dominados sino que, por su propia naturaleza, él mismo es explotador. No es un ente extraño, misterioso, con un interés propio, separado del capitalismo sino que está constituido por jefes, burócratas y policías bien concretos que son en sí mismos explotadores y dominadores, atados a los intereses capitalistas privados y a otros explotadores y dominadores. Con relación a la presión de las masas proletarias contra ellos, este gang explotador nunca puede dejar de ser lo que es: Incluso cuando hace algunas concesiones a las masas en lucha lo hace con el objetivo de vencer el espíritu revolucionario, de sustituirlo por ilusiones y, más tarde, para quitarles lo concedido. El imperativo del movimiento comunista no es presionar al Estado burgués sino destruirlo. Ese objetivo no es una visión utópica sino un medio para asegurar la supervivencia de la humanidad (resaltado por nosotros).

 

Apoyamos únicamente las reivindicaciones que no están en con tradición con el imperativo revolucionario. Apoyamos a los obreros que luchan para mejorar sus condiciones materiales, con la condición de que sus luchas se basen en el control directo y en la autoorganización, a partir de las cuales los obreros forman nuevos tipos de relaciones sociales, sin contar con los sindicatos integrados en el Estado[9], ¡sin contar con el Estado! Es únicamente en la lucha donde los obreros pueden adquirir la experiencia de la autoorganización necesaria para destruir el viejo mundo y para la creación de un mundo nuevo.

 

Estalinistas y trotskistas, que no son tan diferentes, son, ambos, defensores de la nacionalización, justificándola con la reestructuración de una empresa que funcione y que permitirá a los obreros sobrevivir. Sin embargo la nacionalización puede tener como resultado la venta de la empresa a otros propietarios privados, como lo hemos mostrado en nuestro primer artículo. No es cierto, de ninguna manera, que el Estado burgués ucranio actual, que está en una situación de crisis permanente,  pudiera tener prevista cualquier reestructuración de la empresa.

 

¿Por qué no es suficiente el  control obrero?

 

Los "leninistas-bolcheviques" justifican su defensa de la nacionalización, describiéndola como un caso especial, como una especie de "buena" nacionalización, si está bajo el control obrero. Describen este control obrero como una milagrosa gota de vino que puede transformar un cubo lleno de veneno burgués en un dulce brebaje comunista.

 

Hemos abordado antes la cuestión del control obrero en nuestro artículo: "¿Debe ser el movimiento obrero revolucionario o reformista?" [10]

 

Por ejemplo, consideremos la reivindicación del "control obrero sobre la contabilidad de la empresa": La reivindicación por el "control obrero" supone que el propietario y la autoridad que se ejerce sobre la empresa (y el conjunto de la sociedad) están del lado de la burguesía, mientras que los obreros controlan simplemente el funcionamiento de esta autoridad en su realidad inmediata. Es cierto que cuanto más tiempo mantenga la burguesía su dominio sobre la autoridad, menos podrá permitir cualquier verdadero control  de los obreros sobre esta autoridad. Sin embargo, cuando los obreros tienen suficiente poder para eliminar el monopolio burgués del control ya no tiene sentido quedarse a medio camino. ¿Por qué conformarse con el control obrero de la autoridad burguesa cuando la propia burguesía podría ser eliminada completamente? Por lo tanto, la reivindicación del control obrero en las condiciones de un capitalismo absolutista no es realista en la mayoría de los casos y es nociva para las condiciones de la revolución.

 

La burguesía estará a favor de la reivindicación del control obrero únicamente en circunstancias excepcionales y sobre todo cuando note que se quebranten las ilusiones de sus protagonistas. Entretanto, los propietarios de la empresa levantarán defensas secretas en torno a su comercio, abrirán los libros de contabilidad con el objetivo de convencer a los obreros de la cruel situación financiera de la empresa y de la necesidad de aparcar la lucha de clases para evitar su bancarrota.  Si esas circunstancias no se dan, la burguesía, hábil en el arte de la doble contabilidad y de las múltiples manipulaciones, alcanzará sin duda su objetivo y la realización del control obrero no llegará a ser sino un instrumento al servicio de la reacción y de la explotación.

 

Sobre todo, este concepto trotskista de un capitalismo de "transición" controlado por los obreros es pura utopía, nociva además porque desvía al proletariado de la auténtica lucha por sus intereses de clase y por la revolución.

 

De nuevo tenemos que insistir en que: Las reivindicaciones "transitorias", tales como el control obrero y la nacionalización, no son simples métodos para mejorar las condiciones materiales de los explotados. Estos miserables regalos por parte del Estado socaban de hecho la autonomía de la acción obrera integrándola en el sistema de explotación.

 

En el caso de que llegase a establecerse un control obrero, con la existencia de una especie de doble poder en los puestos de trabajo, nosotros debemos demostrar a los obreros la inestabilidad y la corta potencialidad de vida de tal práctica de reparto del poder, explicando las transformaciones inevitables de tales apaños sea por la recuperación de la totalidad del poder por el Capital, sea por el  establecimiento del pleno poder de las asambleas obreras. El hecho de apoyar las reivindicaciones de control obrero es simplemente la idealización de una situación realmente inestable e insostenible y constituye de hecho una aberración escandalosa para las masas proletarias.

 

La crisis ucraniana y nuestras tareas

 

No podemos decir todavía cómo concluirá esta crisis. ¿Estabilizará la élite ucraniana la situación? ¿Acabará Ucrania metida en el fuego de las guerras imperialistas entre camarillas burguesas? ¿Va a explotar y a extenderse una revuelta social, transformándose en una revolución social? No podemos decirlo pero hay una cosa clara: para que la revolución tenga éxito las masas obreras no deben confiar en ninguna camarilla burguesa, en ningún grupo de poder, en ningún sindicato oficial, partido, ni Estado o capitalista privado; no deben transformarse en instrumento de ningún agrupamiento burgués; deben combatir por su propia emancipación. Nuestra tarea, la tarea de los protagonistas de la revolución social, es la de popularizar tal conciencia.

 

Comprendemos perfectamente que el socialismo "en una sola fábrica" no es posible, que está condenado al fracaso cuando queda aislado. Sin embargo, la lucha proletaria no puede triunfar más que tras una serie de derrotas; incluso, tras su dolorosa derrota, los obreros de Kherson han adquirido una experiencia inestimable que no es solamente suya sino que todos los obreros de Ucrania y el conjunto del proletariado deben reclamar como propia.

 

La derrota en una lucha feroz ofrece al proletariado lecciones de clase inestimables, al contrario de lo que pasa con una derrota ocurrida como consecuencia de la aceptación de un compromiso.

Esto también es verdad en el caso de movimientos de huelga: si una huelga es machacada después de que los obreros hayan aceptado ser víctimas, el único resultado es la desmoralización total; pero si la huelga es vencida tras una lucha encarnizada y como consecuencia de la falta de fuerzas, el resultado es una lección  que se aprende, que enseña que, con fuerzas suficientes -la de todo un colectivo, de toda una ciudad o de todo un país- la victoria está realmente a la orden del día.

 

Habitualmente la lucha de clases proletaria se produce en dos dimensiones débilmente interactivas. En una domina la espontaneidad: la huelga proletaria "salvaje", en la que los obreros que protestan tienen una comprensión muy vaga de cómo y por qué luchar; ésta es muy fácil de engañar y de reprimir por la clase enemiga. En la otra hay una multitud de pequeños grupos revolucionarios que normalmente están muy débilmente unidos a las masas. Dado el relativo aislamiento de las dos dimensiones de la lucha proletaria no hay una auténtica perspectiva de una revolución social victoriosa. Sólo cuando las masas obreras comprenden la imposibilidad de eliminar su miseria en el marco del sistema capitalista y cuando comprendan la necesidad de una revolución social absoluta, esta revolución, concebida por las ideas de algunos pequeños grupos, se convierte en una práctica revolucionaria regular del proletariado. Es entonces cuando la lucha se desarrollará bajo el control de las masas que luchan ellas mismas y cuando los elementos más progresistas estarán integrados en una organización revolucionaria que combinará la lucha por reivindicaciones concretas con la lucha por una revolución social más amplia. Solamente entonces llegará la última hora del capitalismo.

ARS

 

 


 

[1] Ver en su sitio internet, http.//revolt.anho.org,  algunos textos en inglés (dirección mail: [email protected]).

[2] La Comunidad de Estados Independientes es una entidad gubernamental compuesta por once antiguas república de la extinta URSS. Aunque desprovista de personalidad jurídica internacional sin embargo sus intereses,  en esta materia, convergen en acuerdos de cooperación.

[3] Moneda nacional ucrania: 100 grivnas = 13 $USA (nota de la CCI)

 

[4] Alusión a las concentraciones de masas durante la "revolución naranja" para derribar el gobierno, Plaza de la independencia (Maidan nezalezhnosti), plaza central de Kiev (nota de la CCI)

[5] www.socialism.ru/article/reporting/herson-who-win-the-labor-collective/o....

[6] National News Agency of Ukraine

[7] Ver: "Exilio de un paraíso social" por F. Sanczenja

[8] Nota de la CCI: es decir, los conceptos estalinistas

[9] Nota de la CCI: recordamos que, para nosotros, sindicatos oficiales o no, burocráticos o de base... todos los sindicatos son, armas de la burguesía apuntando a la nuca de la clase obrera (leed "¿En qué campo están los sindicatos?")

[10] "¿Debe ser el movimiento obrero revolucionario o reformista?" Publicado el 30 de agosto de 2008. Disponible en ruso en revolt.anho.org/archives50.

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