La crisis inmobiliaria, un síntoma de la crisis del capitalismo

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Hasta hace un par de meses la burguesía dibujaba un idílico panorama en que todo iba bien en el mejor de los mundos posibles: las Bolsas batían récord tras récord, el crecimiento parecía estable, los precios parecían estar férreamente controlados... Y, repentinamente, a principios del mes de Julio,... ¡catacrac!: se ha desatado una tormenta financiera que ha echado por tierra tanto y tan fraudulento discurso. En apenas semanas el índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York ha retrocedido más de un 10%, y los principales zocos bursátiles del mundo han registrado caídas brutales.

 

 

Para tratar de contener momentáneamente esta crisis los bancos centrales, tanto de Norteamérica (la llamada FED), como de Europa (el BCE), han debido aportar más de 330 mil millones $. Tan colosal inyección pone por sí sola de manifiesto la amplitud de la sacudida y el temor que real que inspira en la burguesía.

Hoy, "expertos" y otros distinguidos prohombres de la clase explotadora tratan una vez más de adormecernos con nuevos "cuentos", diciéndonos que esta convulsión será, cual tormenta veraniega, meramente pasajera; llegando a afirmar que puede que tenga incluso efectos beneficiosos como "una saludable purga" de los excesos especulativos de los últimos años. Pero tales sacudidas son, en realidad, signos de la entrada del capitalismo en una nueva fase de aceleración de su crisis, la más grave y la más profunda desde finales de los años 60. Y, una vez más, va a ser la clase obrera la que sufrirá las más terribles consecuencias.

 

 

La monstruosidad del endeudamiento revela la quiebra histórica del capitalismo

 

En las columnas de los periódicos o en los "platós" de televisión de este verano, cuando millones de dólares se esfumaban un día sí y otro también, los economistas burgueses no se quitaban de la boca una palabra: "¡Imprevisible!". De creerles a ellos la crisis habría estallado sin señal de aviso previa, como un relámpago en un cielo azul. Pero eso es mentira. Todo el mundo sabía que los récords bursátiles, la burbuja inmobiliaria, y en última instancia todo el crecimiento de la economía reposaba sobre pies de barro. Nuestra organización, la Corriente Comunista Internacional, ya había afirmado la primavera pasada que la presumida buena salud de la economía mundial se apoyaba únicamente en el endeudamiento y que eso anunciaba un negro porvenir: «Se trata, en realidad, de una verdadera huida hacia delante, que lejos de permitir una solución definitiva a las contradicciones del capitalismo, no hace sino anunciar un futuro más doloroso y, sobre todo brutales frenazos de su crecimiento» (Resolución  sobre la situación internacional de nuestro último Congreso Internacional, publicada en Revista Internacional nº 130).

No se trata de ninguna premonición sino de un análisis basado en la historia del capitalismo. La crisis financiera actual es una crisis fundamental del endeudamiento y del crédito. Pero este bestial endeudamiento no ha caído del cielo sino que es el resultado de 40 años de avance lento y tortuoso de la crisis mundial.

Efectivamente, desde finales de los años 60, el capitalismo sobrevive recurriendo, cada vez más, al endeudamiento. Desde que en 1967 la economía mundial empezó a ralentizarse, el crecimiento económico ha sido, década tras década, cada vez más exiguo. La única respuesta de la burguesía ha sido mantener su sistema artificialmente alimentado, más bien dopado, inyectando sumas de dinero cada vez más desmesuradas a través del crédito y la deuda. La historia económica de estos últimos cuarenta años es la de una infernal espiral en la que se encadenan crisis y endeudamiento, más crisis y más endeudamientos,... Tras los "choques" por el petróleo de 1973 y 1979, asistimos a la recesión abierta de 1991-1993, la crisis asiática de 1997-98, el estallido de la burbuja de la economía "puntocom",... Y en cada ocasión la convulsión ha sido más violenta y las consecuencias más dramáticas.

Hoy vemos un nuevo estallido de la crisis en un momento en que el endeudamiento alcanza cotas difícilmente imaginables. La deuda total de los Estados Unidos, la primera potencia militar y económica del planeta, ha pasado de 630 mil millones $ en 1970 a cerca de 37 ¡Billones! $ en 2003. Y desde entonces no ha dejado de embalarse aún más. Baste decir que hoy esa deuda crece al escalofriante ritmo de 1640 millones $ más cada día. Estas mareantes cifras ilustran en toda su crudeza por que la crisis financiara actual es mucho más profunda que todas las anteriores.

 

 

La crisis inmobiliaria ha desencadenado una muy importante crisis financiera

 

Desde hace una década la locura especulativa ha invadido todos los sectores de la actividad. A una escala nunca antes vista, la inmensa mayoría de los capitales que no encuentran el beneficio requerido en la llamada economía real (es decir las empresas que producen bienes y mercancías), se han reorientado, lógicamente, hacia la especulación pura y dura. Bancos y otras empresas de crédito, así como sociedades financieras más o menos especializadas en operaciones muy lucrativas pero muy arriesgadas (como los famosos "hedge funds" que, oficialmente, gestionan alrededor de 1'3 Billones de dólares) se han lanzado a una febril carrera hacia ese nuevo Eldorado. El dinero, los créditos, se han hecho correr a borbotones. La burguesía parecía no tener más que una obsesión: endeudarse más y más.

En este contexto de auténtica fiebre crediticia, muchos hogares norteamericanos y, en menor medida, también de Gran Bretaña y España, se han visto fuertemente alentados a comprar una vivienda cuando en realidad carecían de los medios para hacerlo. Los organismos financieros han estado dispuestos a prestar dinero a familias obreras con ingresos sumamente modestos, tomado como única garantía el propio bien inmueble. El mecanismo de estos préstamos hipotecarios (las llamadas hipotecas subprime) es el siguiente: el Sr. X pretende comprar una casa por 100 mil $, una entidad de crédito, p. ej. un banco, le presta los fondos necesarios sin más garantía que la hipoteca de esa casa. Si el citado Sr. X se ha endeudado por encima de sus posibilidades y no consiguiera devolver el préstamos la entidad de crédito recupera el inmueble, y la revende recuperando supuestamente el mismo valor - los 100 mil $ - que en su día prestó. Pero no tiene más garantía que ésta. Esto explica porque han sido sobre todo esas sociedades especializadas en operaciones con riesgo - como los mencionados hedge funds - las que participan en las hipotecas subprime. Pero estas "facilidades" para conseguir un crédito ha hecho que muchos más trabajadores se lanzaran a la compra den una vivienda, por lo que los precios de ésta empezaron a dispararse (a una media de un 10% anual). Estos obreros con salarios  extremadamente bajos no tenían más remedio que seguir endeudándose para continuar comprando, por lo que contrataron nuevos préstamos por el importe en que se había revalorizado su vivienda. Así si nuestro Sr. X veía que el "valor de mercado" de su vivienda se había elevado hasta los 120 mil $ podía obtener un crédito para el consumo sobre su hipoteca de otros 20 mil $. Cuando el valor "ascendía" a 150 mil, solicitaba otros 30 mil $. Y así sucesivamente. Pero no se trata de un ciclo sin fin. Por un lado la realidad es que la clase obrera siente una creciente pauperización (despidos, congelación de salarios,...). Pero, además, los créditos en Estados Unidos se realizaban a una tasa de interés variable, por lo que, con la subida de los tipos de interés, las cuotas mensuales se han visto sensiblemente incrementadas. El resultado es tan inexorable como fatídico: multitud de obreros no consiguen pagar sus astronómicas mensualidades y los bancos se lanzan a desahuciar los bienes hipotecados, lo que hace que la crisis estalle y que la burbuja inmobiliaria se pinche. En efecto, los carteles de "Se Vende" proliferan como hongos, lo que hace que caigan los precios de las viviendas (se prevé que entre un 15 y un 30%). El efecto perverso de esta evolución de las cosas es que para muchos obreros su capacidad adquisitiva depende, como veíamos, del valor de su vivienda, y de su consecuente capacidad de endeudamiento, por lo que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria supone para muchos trabajadores la bancarrota más total. En el ejemplo que estamos empleando la vivienda del Sr. X se ha depreciado hasta los 110 mil $, por lo que los bancos ya no recuperarían todo lo prestado. Sucede entonces que el Sr. X no sólo se queda sin casa, sino que además ha dilapidado el dinero - básicamente intereses - que le ha estado pagando al banco durante años, y además le debe aún a la entidad crediticia 40 mil $ a los que, por supuesto, deben añadirse sus intereses correspondientes. El resultado de todo esto no se ha hecho esperar: más de 3 millones de familias se verán desahuciadas en la calle este próximo otoño.

Pero esos hedge funds, al mismo tiempo que otorgaban las subprime, tampoco se han refrenado a la hora de endeudarse elllos mismos para, precisamente, poder especular en el mercado inmobiliario, con el simple mecanismo de comprar un bien y revenderlo meses después contando con el aumento de los precios de la vivienda. Pero por eso el pinchazo de la burbuja inmobiliaria supone también la quiebra de gran parte de esos fondos, pues por mucho que recuperen los bienes hipotecados echando a la calle a millones de familias, lo que vuelve a sus manos son casas sin apenas valor. Por puro  efecto dominó, la quiebra de tales fondos acaba afectando a bancos y otras entidades de crédito, que con toda la vorágine de prestamos y deudas han llegado a una situación en que ni siquiera saben muy bien quién debe dinero a quién. Y así, no pasa un día sin que se anuncie que tal o cual banco, o entidad financiera, está al borde de la quiebra. Así ah sucedido, por ejemplo con la banca Countrywide en USA, o la Sachen LB y la IKB en Alemania. Las deudas de estas entidades que corresponden en inversiones en operaciones de riesgo superan la cifra de 10 Billones $. Lo que entre hoy en crisis abierta es la totalidad de los sectores especulativos y de crédito.

Y es de nuevo la clase obrera la que otra vez paga aquí los platos rotos. Este mes de Agosto hemos visto por ejemplo las colas de los pequeños ahorradores ante bancos norteamericanos y alemanes. No tardaremos en verlos en Gran Bretaña, España, Japón o en China.

 

 

Detrás de la crisis financiera asoma la crisis de la economía "real"

 

Una crisis financiera como la que empezamos a ver acaba suponiendo una crisis de la economía real. Lo único que cabe plantearse es cual será el alcance de ésta. Antes incluso de que estallara este verano la crisis financiera, los propios especialistas de la burguesía empezaban  a revisar, casi a escondidas, las previsiones económicas del crecimiento de la economía mundial. En Enero de este año, las Naciones Unidas habían hecho unas predicciones (3'2%) ya menores a las cifras alcanzadas en años anteriores (3'8% en 2006, y 4'5% en 2005). Pero el estallido de la crisis financiera, les ha lleva a reducir aún más las expectativas de crecimiento de la economía mundial.

En efecto, la profunda crisis del crédito implica inevitablemente un descenso muy marcado de la actividad de todos las empresas que ven como nadie quiere, o nadie puede, prestar el dinero que necesitan las empresas para invertir, pues los beneficios récords que éstas anuncian están muchas veces basados en gran parte en un endeudamiento gigantesco. Pero cuando se cierra el grifo del crédito, muchas de estas empresas se ven en una situación más que comprometida. El ejemplo más significativo es, sin duda alguna, el sector de la construcción. La burbuja inmobiliaria se apoyaba únicamente ocasiones en el "boom" de las hipotecas de riesgo, por lo que es fácil prever la bestial caída de la actividad de este sector en Estados Unidos, pero también en Gran Bretaña, Alemania, España, y otros países desarrollados, lo que acabará afectando seriamente al conjunto de la actividad económica: «Como resulta que en Estados Unidos, un préstamo hipotecario financia al menos el 80% del consumo, lo que se ve afectado en realidad, es la totalidad del consumo de los hogares. Así pues el consumo de los americanos va a descender recortando entre un punto y punto y medio el crecimiento del próximo año que en lugar de alcanzar el 3'5% puede no llegar al 2%» (Patrick Artuis la Tribune de l'Economie del 27/08/07). Y estamos hablando del escenario más "optimista", puesto que según otros expertos el crecimiento de la economía norteamericana ¡no superará el 1%! Esta recesión en USA tiene evidentemente una trascendencia mundial. Europa tiene una economía profundamente vinculada a lo que sucede al otro lado del Atlántico. Además el frenazo que hoy se espera de estas dos áreas económicas va a tener necesariamente funestas consecuencias en China, como en todo el resto de Asia,. Puesto que Europa y Estados Unidos representan el destino del 40% de las exportaciones chinas. Podemos ver pues el brutal frenazo al que se vas a ver sometida toda la economía mundial.

Y eso que aún no hemos hablado de otro factor que va a agravan la situación venidera: el regreso de la Inflación. En China, ese país del que hoy nos hablan como bendecido por los dioses del capitalismo con tasas de crecimiento de dos dígitos, padece hoy una tasa de inflación anual del 5'6% (la más alta de los diez últimos años) y sigue subiendo mes tras mes. Pero este país no hace más que simbolizar una tendencia que se desarrolla a escala internacional que es el del aumento de los precios de las materias primas y de la alimentación. Se prevé por ejemplo que los precios de ésta van a subir un 10%. Esto implica, como una bola de nieve, una retracción mayor aún del consumo de la clase obrera y de la gran mayoría de la población, lo que va a significar de rebote más dificultades para la situación de las empresas.

Desde finales de los años 1960m se han venido sucediendo bien crisis bursátiles, bien recesiones, que han sido cada vez más profundas y brutales. Este nuevo episodio al que hoy asistimos no será una excepción, sino que representará un paso cualitativo suplementario, una agravación sin  precedentes de la crisis histórica del capitalismo. Por primera vez en la historia todos los indicadores económicos se encuentran simultáneamente en alerta roja: ¡crisis del crédito y del consumo, endeudamiento faraónico, recesión e inflación! Estamos ante la peor recesión de los últimos 40 años, lo que hará que lluevan los palos sobre las espaldas de los trabajadores: ¡sólo la lucha unida y solidaria nos permitirá hacerles frente!

 

Tino (30 de Agosto)

Traducido de Revolution Internationale (órgano de la CCI en Francia) nº 382

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