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En Sudáfrica durante el mes de junio, una huelga de cuatro semanas involucró entre 600.000 y un millón de trabajadores, cerrándose escuelas, reduciendo el funcionamiento de hospitales a un mínimo básico asegurado por médicos militares e impactando igualmente en los transportes públicos y en numerosas oficinas gubernamentales. Se vio claramente de qué lado está el gobierno del ANC (Congreso Nacional Africano, por sus siglas en inglés[1]). Tratándose de la huelga más grande desde 1994, la insistencia del COSATU[2] era que «se trataba de un viraje histórico en las vidas de los trabajadores del sector público. Esta combinación de unidad y militancia significa que los patronos nunca se atreverán a tratarnos con la despiadada indiferencia que exhibieron en el pasado y han mantenido en este conflicto puesto que se han visto obligados a un compromiso dada la militancia y la determinación de su fuerza laboral», altisonantes exageraciones dedicadas a esconder la verdadera significación de la lucha.
Los sindicatos no pueden ser a la vez amigos y enemigos
A finales de mayo, antes de que la huelga estallara, hubo manifestaciones en numerosas ciudades y poblaciones a lo largo y ancho de toda Sudáfrica, pidiendo una mejora de la oferta salarial en las negociaciones que estaban llevando a cabo los sindicatos y el gobierno. Este ofreció inicialmente un 6% de aumento salarial mientras que la COSATU pedía un 12% . Sin embargo, fue rebajando sus demandas primero al 9%, después al 8% para bajar finalmente al 7,5%. Dos semanas después, con la huelga en marcha, afirmó que un 7,25% era “inaceptable” para tomarse otras dos semanas para proclamar que un 7,5% de aumento era un “compromiso histórico”.
La COSATU no es cualquier cosa, es nada menos que el socio del gobierno. Y pretende presentarse, tanto antes como durante la huelga, como una organización “responsable” y al mismo tiempo un “aliado” de los trabajadores. El mismo juego es representado por el South African Comunist Party (SACP).
Las tropas fueron desplegadas contra los piquetes de huelguistas utilizando balas de goma y gases lacrimógenos. El gobierno denunció los piquetes como “violentos” y “ejemplo de intimidación”. La acción de la policía y de las tropas fue justificada por el presidente (Thabo Mbeki, miembro del Congreso Nacional Africano) porque “los sindicatos se encierran en sus propios intereses”. El jefe de la policía nacional es Charles Nqakula que es un alto dirigente del SACP.
Otra “amiga” de los trabajadores, la ministra de servicios públicos, Geraldine Fraser-Moleketi, cuando el gobierno empezó a despedir enfermeras en huelga, lo justificó diciendo que “quienes no volvieran al trabajo serían despedidas en interés de los enfermos y de la nación”. Fraser-Moleketi es una de los 3 ministros que el SACP tiene en el gobierno.
En un momento de la huelga, los sindicatos amenazaron con organizar una “acción de solidaridad” involucrando a 2 sectores cruciales: el minero y el manufacturero. Pero esta acción puramente nominal, que se planteaba más como muestra de “simpatía” que como una auténtica extensión y solidaridad con la lucha, al final se quedó en nada. Lo mismo ocurrió con la compañía eléctrica Eskom con 31000 empleados. Los 3 sindicatos de esta empresa anunciaron a bombo y platillo una huelga que “causaría cortes en el suministro de energía eléctrica”. Fue planeada para el 4 de julio pero en el último momento fue retrasada para el 9 de julio con objeto de que coincidiera con una huelga de ¡150 metalúrgicos!, la cual fue igualmente anulada.
La Izquierda al desnudo
Durante el largo periodo que va desde 1994 con la toma del poder por el ANC, apoyado por el SACP, las condiciones de vida y de trabajo de una vasta mayoría de la población se han degradado dramáticamente. El acceso a los servicios sanitarios se ha reducido drásticamente. La esperanza de vida ha caído brutalmente. Sudáfrica tiene 5,5 millones de pacientes de SIDA, el índice proporcional más alto del mundo; diariamente se cometen 50 asesinatos y 150 mujeres son secuestradas.
El arzobispo Desmond Tutu, personaje famoso que apoya críticamente al nuevo régimen, reconoció en una entrevista del 29-6-07 que “la mayoría languidece en una miseria sin esperanza”, criticando el ritmo lento en la redistribución de la riqueza que habría supuesto el fin del apparheid. Tutu añade que “estoy verdaderamente sorprendido por la notable paciencia de la gente”. Tutu, agrega que la inmensa mayoría de la gente sigue malviviendo en los suburbios miserables de los tiempos del apparheid. Tutu observa que la paciencia de la gente con Mandela, con Tutu etc., se está acabando y va a “salir a la calle”
Quizá una de las razones por las cuales la gente no “sale a la calle” es porque conserva ilusiones sobre los sindicatos, sobre la ANC y sobre la democracia capitalista.
La agencia Reuters informó (28-6-07) que “Los sindicatos acusaron al presidente Thabo Mbeki de abandonar a la gente pobre en beneficio de su política al servicio del mundo de los negocios” y que la huelga “se concentraba en llamar la atención sobre el descontento obrero puesto que la estrategia del ANC había convertido a Sudáfrica en una potencia económica pero había fracasado en la empresa de detener la pobreza creciente y el desempleo rampante heredados del régimen del apparheid”. Una declaración del COSATU estigmatizaba a “la pandilla de políticos que han demostrado que son incapaces de dirigir su política en beneficio de los pobres. El ANC necesita reemplazarlos para que no se contamine por la adicción a los negocios que domina a muchos de sus actuales dirigentes”.
Sin embargo, no es por ansia de enriquecerse ni por una particular política económica por lo que el trío ANC – COSATU – SACP adopta medidas contra los trabajadores y contra los estratos más pobres de la población. Cualquier gobierno capitalista, sea cual sea su coloración política, no puede ser otra cosa que “pro-hombres de negocios” y contra los trabajadores. La única “liberación” que tuvo lugar en 1994 fue la de unos cuantos activistas negros que a partir de entonces fueron promovidos a los puestos más altos del Estado. En las sucesivas elecciones que se han dado desde entonces se ha cultivado la mistificación de que “algo nuevo” ha acontecido en Sudáfrica, que se iría camino de una “democracia más amplia”. El periódico Socialist Worker recogía esta ilusión en las palabras de un trabajador durante una marcha en Pretoria: “Pienso que el gobierno debería acordarse de nosotros puesto que nosotros fuimos quienes le encumbramos al poder pero lo que ocurre es que se ha olvidado de nosotros”.
Esta ilusión sobre un trío que sería una emanación de los trabajadores pero que estaría corrompido por los atractivos del poder es continuamente alimentada por los sindicatos y por los grupos izquierdistas que critican las “cesiones” al neoliberalismo del gobierno de la ANC, los “corruptos” del gobierno etc., pero jamás hablan de la cuestión fundamental: el trío ANC – COSATU- SACP forma parte del enemigo.
Perspectivas para futuras luchas
Algunos comentaristas sudafricanos han visto en las recientes huelgas el signo anunciador de que los sindicatos se van a distanciar del gobierno, van a jugar un papel más autónomo y van a estimular nuevas acciones de los trabajadores. En Socialist Worker (23-6-07) un artículo señala que “se ha abierto una puerta para una mayor auto-actividad de los trabajadores”. Desconocemos que quiere decir el autor del artículo sobre “auto-actividad” de los trabajadores pero es necesario dejar claro que tal auto-actividad solo es posible sí los obreros toman la lucha en sus manos y pelean contra el control de los sindicatos sobre las luchas.
Para comprender cómo se puede impulsar esa autonomía de los trabajadores es preciso remontarse a la historia de Sudáfrica. Este país es el más industrializado de África y tiene una gran tradición de luchas obreras que viene desde finales del siglo XIX.
La lucha que acabamos de relatar no es nueva en la historia reciente de Sudáfrica. En agosto de 2005 hubo una huelga de los mineros del oro por cuestiones salariales. En septiembre de 2004 hubo la jornada de huelga general más masiva de la historia de Sudáfrica que involucró a 800.000 trabajadores –sí se hace caso a los sindicatos- y 250.000 –sí seguimos al gobierno. Los maestros fueron particularmente combativos pues no han tenido ninguna revisión salarial desde 1996. En julio de 2001 hubo una huelga en la industria minera y eléctrica. En agosto 2001 20.000 obreros de la industria automovilística fueron a la huelga. En mayo del 2000 la huelga iniciada en la industria metalúrgica se extendió al sector público. En el verano de 1999 hubo una oleada de huelgas que involucró a trabajadores de la minería, el automóvil, los correos, la enseñanza, la sanidad etc.[3] Estas luchas llevaban a un enfrentamiento implícito de los trabajadores contra el gobierno de la ANC, sin embargo sólo ahora empiezan a darse cuenta de quién es la ANC y cual es la significación global de su lucha. Estas premisas de la toma de conciencia enfatiza la necesidad de desarrollar una corriente revolucionaria en Sudáfrica capaz de denunciar las trampas de la burguesía y de proporcionar una clara orientación a las luchas futuras.
Traducido de World Revolution 3-7-07