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¡Plomo, metralla, cárcel!: Esa es la respuesta del Frente Popular a los obreros de Barcelona
que han osado resistir el ataque capitalista.
¡Proletarios!
El 19 de Julio los proletarios de Barcelona, con sólo sus puños desnudos, aplastaron el ataque de los batallones de Franco, armados hasta los dientes. Ahora, en las jornadas de Mayo de 1937, cuando sobre los adoquines han caído muchas más víctimas que cuando en Julio rechazaron a Franco, ha sido el gobierno antifascista -incluyendo hasta los anarquistas y del que el POUM es indirectamente solidario- quien ha desencadenado la chusma de las fuerzas represivas contra
los trabajadores.
El 19 de Julio, los proletarios de Barcelona son una fuerza invencible. Su lucha de clase, liberada de las ataduras del Estado burgués, encuentra eco en los regimientos de Franco, los desagrega y despierta el instinto de clase de los soldados: es la huelga la que encasquilla los fusiles y cañones de Franco y rompe su ofensiva.
La historia sólo registra intervalos fugaces durante los cuales el proletariado puede adquirir su total autonomía respecto al Estado capitalista. Pocos días después del 19 de Julio, el proletariado catalán llega a la encrucijada: o se decide por entrar en la fase superior de su lucha con la finalidad de destruir el Estado burgués, o permite que el capitalismo reconstituya las mallas de su aparato de dominación. En ese preciso momento de la lucha, cuando el instinto de clase ya no es suficiente y en el que la conciencia se transforma en factor decisivo, el proletariado no puede vencer sino a condición de disponer del capital teórico, paciente y encarnizadamente acumulado por sus fracciones de izquierda, transformadas en partidos por la fuerza de los acontecimientos. Si hoy en día, el proletariado español vive sumergido en tal tragedia, la causa es su falta de madurez para forjar su partido de clase: el único cerebro que le puede dar la fuerza de vivir.
En Cataluña, desde el 19 de Julio, los obreros crean de modo espontáneo, en su propio terreno de clase, los órganos autónomos de su lucha, pero, inmediatamente, surge el angustioso dilema: comprometerse a fondo en la batalla política para la destrucción del Estado capitalista y completar de ese modo los éxitos económicos y militares, o dejar en pie la máquina opresora del enemigo y permitirle, entonces, desnaturalizar y liquidar las conquistas obreras.
Las clases luchan con los medios que les vienen impuestos por las situaciones y el grado de tensión social. Ante un incendio de clase, el capitalismo no puede ni siquiera pensar en recurrir a los métodos clásicos de la legalidad. Lo que lo amenaza es la independencia de la lucha proletaria que condiciona la otra etapa revolucionaria hacia la abolición de la dominación burguesa. Por consiguiente, el capitalismo debe rehacer la malla de su control sobre los explotados. Los hilos de esa malla que antes eran la magistratura, la policía, las prisiones, se transforman, en la situación extrema de Barcelona, en los Comités de Milicias, las industrias socializadas, los sindicatos obreros gerentes de los sectores esenciales de la
economía, etc.
Así, en España, la Historia plantea nuevamente el problema que, en Italia y en Alemania, había sido resuelto mediante el aplastamiento del proletariado: los obreros conservan para su clase los instrumentos que se han creado en el ardor de la lucha, a condición que los orienten contra el Estado burgués. Los obreros están armando a sus futuros verdugos si, faltándoles la fuerza para destruir al enemigo, se dejan entrampar nuevamente en la red de su dominación.
La milicia obrera del 19 de Julio es un organismo proletario. La «milicia proletaria» de la semana siguiente es un organismo capitalista adaptado a la situación del momento. Y para realizar su plan contrarrevolucionario, la burguesía puede contar con los Centristas, los Socialistas, la CNT, la FAI, el POUM, ya que todos hacen creer a los obreros que el Estado cambia de naturaleza cuando el personal que lo dirige cambia de color. Disimulado en los pliegues de la bandera roja, el capitalismo afila pacientemente la espada de la represión que, el 4 de Mayo, está ya preparada por todas las fuerzas que, el 19 de Julio, habían roto el espinazo de clase del proletariado español.
El hijo de Noske y de la Constitución de Weimar es Hitler; Mussolini es el hijo de Giolitti y del «control de la producción»; el hijo del frente antifascista español, de las «socializaciones», de las «milicias proletarias», es la matanza de Barcelona del 4 de Mayo de 1937.
Y, solo, el proletariado ruso replicó a la caída del zarismo con el Octubre de 1917, porque solo, logró construir su partido de clase a través del trabajo de las fracciones de izquierda.
¡Proletarios!
Fue a la sombra de un gobierno del Frente Popular como Franco pudo preparar su ataque. Fue a través del camino de la conciliación como Barrios intentó formar, el 19 de Julio, un ministerio que pudiera realizar el programa conjunto del capitalismo español, bajo la dirección de Franco o bajo la dirección mixta de la derecha y la izquierda fraternalmente unidas. Pero la revuelta obrera de Barcelona, de Madrid, de Asturias, obligó al capitalismo a desdoblar su Ministerio, a distinguir claramente las funciones unidas por la indisoluble solidaridad de clase, entre el agente republicano y el agente militar.
Allí donde Franco no logró imponer su victoria inmediata, el capitalismo llama a los obreros para que le sigan en «la lucha contra el fascismo». Sangrienta emboscada que los obreros han pagado con millares de cadáveres al creer que, bajo la dirección del gobierno republicano, podrían aplastar al hijo legítimo del capitalismo: el fascismo. Partieron hacia los collados de Aragón, las montañas del Guadarrama y de Asturias, para luchar en favor de la victoria de la guerra antifascista.
Todavía una vez más, como en 1914, la hecatombe del proletariado es el camino por el que la Historia subraya en caracteres sangrientos la oposición irreductible entre Burguesía y Proletariado.
¿Fueron los frentes militares una necesidad impuesta por la situación? ¡No! ¡Fueron una necesidad para el capitalismo con la finalidad de sitiar y destruir a los obreros! El 4 de Mayo de 1937 es la prueba evidente de que, después del 19 de Julio, el proletariado tenía que combatir contra Companys y Giral, al igual que contra Franco. Los frentes militares no podían sino cavar la tumba de los trabajadores porque representan los frentes de la guerra del capitalismo contra el proletariado. Contra esa guerra, los proletarios españoles, al igual que sus hermanos rusos que les dieron el ejemplo de 1917, sólo podían replicar desarrollando el derrotismo revolucionario en los dos campos de la burguesía; el republicano y el «fascista». Transformando la guerra imperialista en guerra civil con la finalidad de lograr la destrucción total del Estado burgués.
La fracción italiana de izquierda ha estado apoyada únicamente, en su trágico aislamiento, por la corriente solidaria de la Liga de los Comunistas Internacionalistas de Bélgica, que acaba de fundar la fracción belga de la izquierda comunista internacional. Sólo esas dos corrientes han dado la alarma mientras que se proclamaba, por todas partes, la necesidad de salvaguardar las conquistas de la Revolución, de vencer a Franco para mejor derrotar a Largo Caballero en una segunda etapa.
Los últimos sucesos de Barcelona confirman trágicamente nuestra tesis inicial y demuestran la crueldad, sólo igual a la de Franco, con la que el Frente Popular, flanqueado por los anarquistas y el POUM, se ha abatido sobre los obreros insurrectos del 4 de Mayo.
Las vicisitudes de las batallas militares han sido otras tantas ocasiones por parte del Gobierno republicano para reforzar su dominio sobre la clase oprimida. No habiendo una política proletaria de derrotismo revolucionario, tanto los éxitos como las derrotas militares del ejército republicano, han sido únicamente las etapas de la sangrienta derrota de clase de los obreros. En Badajoz, en Irún, en San Sebastián,... la República del Frente Popular aporta su contribución a la matanza concertada del proletariado, al mismo tiempo que aprieta las filas de la Unión Sagrada, ya que es necesario un ejército disciplinado y centralizado para ganar la guerra antifascista. La resistencia de Madrid facilita, por el contrario, la ofensiva del Frente Popular capaz ahora de deshacerse de su criado del día anterior, el POUM, para mejor preparar el ataque del 4 de Mayo.
De manera paralela, en todos los países, la guerra de exterminio llevada a cabo por el capitalismo español, alimenta la represión burguesa internacional, y los asesinatos fascistas y «antifascistas» de España acompañan a los asesinatos de Moscú y de Clichy. También los traidores reúnen a los obreros de Bruselas alrededor del capitalismo democrático, sobre el ara sangrienta del antifascismo, en el momento de las elecciones del 11 de Abril de 1937.
«Armas para España»: ese ha sido el principal eslogan que ha resonado en los oídos de los proletarios. Armas que han disparado contra sus hermanos de Barcelona. La Rusia Soviética, al colaborar en el aprovisionamiento de armas para la guerra antifascista, también ha servido al entramado capitalista para la reciente carnicería. A las órdenes de Stalin, el cual despliega su rabia anticomunista el
3 de Marzo, el PSUC de Cataluña toma la iniciativa de la matanza.
Otra vez, como en 1914, los obreros se sirven de las armas para matarse los unos a los otros, en vez de utilizarlas para la destrucción del régimen de opresión capitalista.
¡Proletarios!
Los obreros de Barcelona han tomado nuevamente, el 4 de Mayo de 1937, el camino que iniciaron el 19 de Julio, y del que el capitalismo los había podido separar apoyándose en las múltiples fuerzas del Frente Popular. Provocando la huelga por todos lados, incluso en los sectores presentados como «conquistas de la revolución», se han enfrentado contra el bloque republicano-fascista del capitalismo. Y el gobierno republicano ha respondido con el mismo salvajismo con el que actuó Franco en Badajoz e Irún. Si el Gobierno de Salamanca no ha explotado esta conmoción del frente de Aragón para impulsar un ataque es porque ha intuido que su cómplice de izquierda ejecutaba admirablemente su papel de verdugo del proletariado.
Agotado por diez meses de guerra, de colaboración de clase, de la CNT, de la FAI, del POUM, el proletariado catalán acaba de sufrir una terrible derrota. Pero esa derrota también es una etapa con vistas a la victoria de mañana, un momento de su emancipación, porque significa el acta de defunción de todas las ideologías que habían permitido al capitalismo la preservación de su dominio, a pesar del sobresalto enorme del 19 de Julio.
¡No! Los proletarios caídos el 4 de Mayo no pueden ser reivindicados por ninguna de las corrientes que, el 19 de Julio, los impulsaron fuera de su terreno de clase para precipitarlos en el abismo del antifascismo.
Los proletarios caídos pertenecen al Proletariado y sólo al Proletariado. Representan las membranas
del cerebro de la clase obrera mundial, del partido de clase de la revolución comunista.
Los obreros del mundo entero se inclinan ante todos los muertos y reivindican sus cadáveres contra todos los traidores, tanto los de ayer como los de hoy. El proletariado del mundo entero saluda a Berneri como uno de los suyos y su inmolación en aras del ideal anarquista es asimismo una protesta contra una escuela política que se ha derrumbado durante los acontecimientos de España: porque la policía ha repetido en el cuerpo de Berneri, la hazaña que Mussolini logró en el cuerpo de Matteotti
¡Bajo la dirección de un gobierno con participación anarquista!
La carnicería de Barcelona es el signo precursor de represiones todavía más sanguinarias contra los obreros de España y del mundo entero. Pero también es el signo precursor de las tempestades sociales que, mañana, se desatarán contra el mundo capitalista.
El capitalismo, en sólo diez meses, ha tenido que agotar los recursos políticos con los que contaba para dedicarse a demoler al proletariado, poniendo obstáculos al trabajo que éste cumplía para fundar su partido de clase, arma para su propia emancipación y para la construcción de la sociedad comunista. Centrismo[1]y Anarquismo, uniéndose a la Socialdemocracia, han alcanzado el término de su evolución en España, del mismo modo en que la guerra redujo al estado de cadáver a la Segunda Internacional, después de 1914.
En España, el capitalismo ha provocado una guerra de dimensiones internacionales: la guerra entre fascismo y antisfascismo que, a través de la forma extrema de la lucha armada, anuncia una tensión aguda de las relaciones de clases en la arena internacional.
Los muertos de Barcelona desbrozan el terreno para la construcción del partido de la clase obrera. Todas las fuerzas políticas que han llamado a los obreros a la lucha en favor de la revolución comprometiéndolos en una guerra capitalista, todas sin excepción han cambiado de trinchera y, ante de los obreros del mundo entero se abre el horizonte luminoso en el que los obreros de Barcelona han escrito, con su propia sangre, la lección de clase ya trazada por la sangre de los muertos de 1914-1918: La lucha de los obreros es proletaria sólo a condición de dirigirse contra el capitalismo y su Estado; sirve los intereses del enemigo si no se dirige contra éste a cada momento, en todos los campos, en todos los organismos proletarios que las situaciones hacen nacer.
El proletariado mundial luchará contra el capitalismo incluso cuando éste pase a la etapa de represión de sus criados de ayer. Porque es la clase obrera, y jamás su enemigo de clase, quien tiene la responsabilidad de ajustar cuentas a los que han expresado un momento de su lucha para la emancipación de la esclavitud capitalista.
La batalla infernal que el capitalismo español ha iniciado contra el proletariado abre un nuevo capítulo internacional de la vida de las fracciones de todos los países. El proletariado mundial, que debe continuar su lucha contra los «constructores» de Internacionales artificiales, sabe que sólo puede fundar la Internacional proletaria a través de la conmoción mundial de la relación de clases que abra el camino de la Revolución comunista, y únicamente de esta manera. Ante el frente de la guerra de España, que anuncia la aparición de tormentas revolucionarias en otros países, el proletariado mundial siente
que ha llegado el momento de
anudar los primeros lazos internacionales de las fracciones de la izquierda comunista.
¡Proletarios de todos
los países!
¡Vuestra clase es invencible; significa el motor de la evolución histórica: la prueba la constituyen los acontecimientos de España, ya que es vuestra clase, únicamente, la que representa el centro neurálgico de una lucha que convulsiona el mundo entero!
¡No debe ser la derrota la que os descorazone: de esa derrota sacareis las enseñanzas para vuestra victoria de mañana!
¡Apoyaos en vuestras bases de clase, reconstruid vuestra unidad de clase más allá de las fronteras, contra todas las mistificaciones del enemigo capitalista!
¡En pie para la lucha revolucionaria en todos los países!
¡Vivan los proletarios de Barcelona que han girado una nueva página sangrienta en el libro de la Revolución Mundial!
¡Adelante, para la construcción del Buró Internacional de las fracciones para la promoción de la formación de fracciones de izquierda en todos los países!
¡Levantemos el estandarte de la Revolución Comunista, que los verdugos fascistas y antifascistas no puedan impedir a los proletarios vencidos que los transmitan a sus herederos de clase!
¡Seamos dignos de nuestros compañeros caídos!
¡Viva la Revolución Comunista en el mundo entero!
La Fracción Belga e Italiana de la Izquierda Comunista Internacional. Mayo 1937
1. BILAN llamaba “centristas” a los partidos comunistas ya degenerados y pasados al campo del capital.