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Es más que evidente que la crispación y la tensión política en España crecen con cada día que pasa. Aparentemente, estaríamos viviendo, desde hace muchos meses y hasta las próximas elecciones generales, en una “permanente campaña electoral”. Sin embargo, la división y el enfrentamiento entre los dos grandes partidos de la burguesía española, PSOE y PP es mucho más profunda de lo que parece y está afectando, de forma cada vez más abierta, al conjunto de partidos e instituciones del Estado, anunciando momentos de convulsiones políticas desconocidas hasta ahora[1]. Comprender lo que esta sucediendo realmente, entender como puede afectar esta “guerra” entre partidos burgueses a la clase obrera y, sobre todo, saber donde están y como debemos defender nuestros intereses es una tarea que debemos abordar desde hoy mismo los trabajadores y los revolucionarios.
Las verdaderas causas de la disputa permanente entre PSOE y PP
Como hemos señalado en anteriores artículos, los atentados del 11 M y los resultados de las elecciones del 14 de Marzo de 2004 trastocaron completamente la situación política en España. De un lado, «... la forma en la que la Derecha tuvo que pasar a la oposición, ha erosionado todo el esfuerzo de más de veinte años para reconducir a esta fracción de la burguesía dentro de las formas democráticas....rápidamente se va desandando el famoso´ viaje al centro` de los años 90 y es prisionero de sus fracciones más extremas». Por otra parte, «...la burguesía española tuvo que improvisar la constitución del Gobierno Zapatero...», Gobierno que «...a pesar de las loas al ´talante`, ha demostrado una gran incompetencia e impotencia ante el debilitamiento del capital español en todos los terrenos...» [2].
Esta situación imprevista, que al principio de la legislatura provocó una fisura importante entre PSOE y PP que amenazaba con deteriorar las “reglas del juego político” entre ambos; se ha convertido en el transcurso de tres años en un verdadero abismo que ha dividido, de forma casi irreconciliable, a los principales partidos de la burguesía española[3].
Los enfrentamientos constantes y los desacuerdos sistemáticos a propósito de los principales temas de Estado entre PSOE y PP ( Irak y política internacional, reformas autonómicas y concepción del Estado de las autonomías, política antiterrorista y “proceso de paz”, ley de memoria histórica,...) agravados por la política de aislamiento parlamentario del PP llevada a cabo por el PSOE y sus diferentes aliados, respondida por el PP con una política de “tierra quemada” contra todos; han hecho saltar por los aires casi todos los mecanismos de consenso y acuerdo que tan penosamente construyó la burguesía española tras el fin de la dictadura hace más de treinta años. La política de “consenso democrático” tiene hoy las horas contadas puesto que ya parece imposible que PSOE y PP puedan ponerse de acuerdo en los temas esenciales que afectan a los intereses del capital español.
Con un PP, cada vez más prisionero de sus sectores extremistas (como hemos podido comprobar a propósito de todos los avatares del llamado “proceso de paz con ETA”, de las manifestaciones de la AVT, contra las medidas contra De Juana Chaos, o sobre la cuestión navarra, el uso de la bandera nacional en todos su actos..) y un PSOE cada vez más frágil y condicionado por las decisiones que pueda tomar la banda de terroristas ETA sobre el “proceso de paz”, el abismo no puede más que agrandarse. Como señalamos a propósito del último atentado de ETA contra el aeropuerto de Barajas en Diciembre de 2006, «..lo que más preocupa a los principales capitalistas españoles no es un dudoso fortalecimiento de la influencia de ETA entre sus sectores afines. Lo que les inquieta es ver como el resto de partidos políticos que conforman su Estado, se dejan llevar cada vez más por la irresponsabilidad que les lleva a embarcarse en aventuras políticas arriesgadas y por la indisciplina de anteponer intereses particulares de fracción a los intereses de conjunto del capital nacional español...»[4].
Esta situación política es comprometida, complicada y más difícil para el capital español que la que se encontró en 2004. No solo se enfrenta al hecho de que sus principales partidos nacionales están divididos y enfrentados, con tensiones internas y, dependiendo cada vez más de sus sectores más extremistas (en particular el PP), además, la evolución de la situación política esta, en gran medida, en manos de los sectores más irresponsables y díscolos del capital nacional, “...Hoy de nuevo, distintos analistas políticos señalan que el resultado de las próximas elecciones ( de las municipales de Mayo 2007 y de las generales, previstas en principio para 2008 ) depende de lo que quiera hacer ETA, pues un atisbo de “nueva tregua” daría un cierto respiro al actual equipo dirigente del PSOE, mientras nuevos atentados llevarían al PP la Moncloa...”[5]. Este hecho no solo tiene una lectura en clave electoral. Significa sobre todo que la política de unidad de los grandes partidos nacionales tiende a debilitarse y a resquebrajarse y, en consecuencia, puede dar alas y un mayor protagonismo en el futuro a todos los partidos nacionalistas, en especial a los vascos y catalanes, en las decisiones de la política del Estado. Como podemos observar, el conjunto de hechos que hoy condicionan la evolución de la situación política en España, son ante todo expresión de «...la creciente tendencia a la pérdida de control del juego electoral y de la disciplina de los diferentes partidos políticos del Estado burgués…», propios de la etapa de la descomposición del capitalismo[6] . Nada tienen que ver con la “lucha por la justicia, la libertad, la democracia, el interés de los ciudadanos,...” y las miles de excusas y mentiras que utilizan todos los partidos burgueses para resolver sus diferencias, zanjar sus cuentas particulares y sobre todo, para intentar implicar a la clase obrera y al resto de la población en sus guerras de partidos, bandas o intereses particulares.
¿Como podemos defendernos los trabajadores?
Todos los desacuerdos entre los grandes partidos que hemos visto a lo largo de estos tres últimos años han venido acompañados de una terrible matraca que de una u otra manera ponía en el centro de la vida social, la defensa de la “democracia”. Tras lo atentados del 11-M, los obreros debíamos cerrar filas tras el Estado “democrático”, el mismo Estado que ayer estaba implicado en la masacre sin fin de Irak y hoy lo está en la guerra velada en Afganistán o Líbano. Antes de las elecciones del 14-M, se nos llamaba a defender la democracia votando masivamente para responder así, en las urnas, a las mentiras del Gobierno del PP. De nada ha servido, cuando vemos que el cinismo y la hipocresía del PP (y no es menor en el resto de partidos) no tiene limites y siguen en sus trece con la “teoría de la conspiración y la participación de ETA en el 11-M”. Más tarde vino el “cerremos filas en torno al Gobierno y el Estado” para apoyar el “proceso de paz”, que salto por los aires en cuanto ETA decidió volver a las andadas. Sin un minuto de respiro, llego el “defendamos el Estado democrático contra el terrorismo” tras el atentado de Barajas y, las mil una historias con las que el PSOE o el PP han intentado seguir atrapándonos a propósito de la política antiterrorista, siempre con la excusa de “defender los valores de la democracia”, que son los de desarrollar sin tregua la explotación de la clase obrera
En ninguna de estas situaciones los obreros hemos ganado nada.
La “defensa de la democracia y sus valores“son una sarta de mentiras con las que cínicamente quieren ocultar la lucha por imponer cada cual sus propios intereses. La mentira, el cinismo, el engaño, la competencia y el sálvese quien pueda, son los instrumentos y “valores” que utilizan en sus peleas diarias. Eso nada tiene que ver con los obreros. La respuesta a su nacionalismo fanático no es la “democracia” es el internacionalismo, el afirmar que los obreros no tenemos ni patria, ni bandera. La respuesta a la competencia, la pugna entre partidos y clanes burgueses no es la “lucha por la igualdad”, es el desarrollo de nuestra solidaridad de clase, entendernos como parte de un todo que responde unido cuando alguna de sus partes es agredida. La respuesta a sus mentiras y al cinismo con el que intentan justificar sus guerras intestinas o imperialistas no es la “libertad de expresión u opinión”, sino es el desarrollo de la cultura del debate y la clarificación de las verdaderas causas de las crisis, de las guerras, del caos y del desastre al que nos quiere conducir la clase capitalista y sus Estados.
Hoy, ante la complicada situación política que tiene ante si, la burguesía y sus partidos en van a intensificar su propaganda y su presión para intentar implicarnos, una vez más, en sus asuntos. En primer lugar, TODOS nos quieren hacer creer que utilizando el voto vamos a cambiar la situación en las próximas elecciones. Unos, el PP, nos pedirán el “voto de castigo” contra un Gobierno inepto e irresponsable que “va a romper España”. Otros, de IU a los sindicatos, nos pedirán el voto para “frenar a la Derecha”. El Gobierno nos pedirá nuestro voto para seguir “consolidando” la “democracia” ante la “vuelta atrás que nos propone el PP”. Habrá quien nos pedirá, como la AVT o la extrema derecha el voto para volver a ser “una, grande y libre”, o quien como los partidos nacionalistas nos pedirá que elijamos entre “España o nuestra pequeña, aunque verdadera, patria”.
Lo bien cierto es que ningún tipo de voto va a solucionar los problemas que tenemos los explotados. Ningún Gobierno va a defender nuestras condiciones de vida y trabajo, ¡solo hay que preguntárselo a los obreros de Delphi, SEAT, Airbus, de los hospitales,...!. Tampoco el voto “alternativo” de la abstención, la papeleta en blanco, el voto a los candidatos más exóticos o extraños que puedan aparecer va a servir para hacer frente a nuestros problemas. En el mejor de los casos estos votos tan sólo sirven para desahogar nuestro descontento con....¡una pataleta impotente!.
Y por si no fuera poco con el voto, nos van a volver a pedir que nos movilicemos en “en defensa de la democracia”contra el “terrorismo” para darle una oportunidad a la “paz”. Sin embargo, lo que demuestra la experiencia histórica es que lo único que pretenden es que tomemos partido por uno u otro bando, por el “español” o por el “vasco”, por la “roja y gualda” o por la “ikurriña”. En ese terreno envenenado solo podemos perder nuestra identidad como obreros y disolvernos entre los ciudadanos para defender los intereses del capital nacional, grande o pequeño.
¡ No debemos dejarnos engañar!, ¡hemos de tomar conciencia! de que sólo destruyendo este inmundo sistema de explotación y miseria que es el capitalismo, podremos aspirar a resolver los problemas de la clase obrera y de toda la humanidad. En esa tarea no podemos contar más que con nuestra unidad, nuestra conciencia y la solidaridad que existe en el seno de la única clase que puede acabar con esta putrefacta sociedad: el proletariado mundial.
Vyborg 25 de Marzo de 2006
[1] Ver en AP nº 192 “En España como en todo el mundo el futuro pertenece a la lucha obrera” (Resolución sobre la situación nacional en España de la CCI), en especial el punto VI).
[2] Ídem
[3] Ídem
[4] Ver en AP nº 193 “Atentado de Barajas: El terror es el único futuro que nos puede ofrecer el capitalismo”
[5] Ídem anterior.
[6] Ver Revista Internacional nº 62 “La descomposición fase última de la decadencia del capitalismo”.