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A pesar del odio nacionalista que paraliza la mayor parte del tiempo la lucha de clases en Israel y en Palestina, las severas privaciones económicas resultantes del estado de guerra permanente han puesto a los obreros de los dos campos antagónicos a combatir por sus propios intereses de clase. En septiembre, los empleados de Cisjordania y Gaza han desarrollado huelgas y manifestaciones para exigir que el gobierno de Hamas pague muchos meses de salarios atrasados, debido al bloqueo de los fondos internacionales por el estado israelí, recogiendo así las reivindicaciones de una buena parte de los 170.000 funcionarios en huelga. De esta manera, los trabajadores de la enseñanza se han puesto en huelga a partir del 4 de septiembre con tasas de huelguistas del 80 al 95%, desde Rafah (sur de la Banda de Gaza) a Jenín (norte de Cisjordania). Este movimiento se propagó hasta la misma policía palestina y sobre todo a comienzos de octubre en el sector de la sanidad donde la situación es dramática, incluyendo también Cisjordania.
Los funcionarios del ministerio de Sanidad sólo han recibido tres pagos parciales en siete meses y decidieron una huelga ilimitada para reclamar el pago de todo lo que se les debe.
Paralelamente, el 29 de noviembre, la dirección de Internet Libcom.org informaba que una huelga general había surgido en el sector público israelí. Comprendiendo los aeropuertos, los puertos, y que las oficinas de correos estaban todas cerradas. 12.000 empleados de los servicios municipales incluidos los bomberos se pusieron en huelga convocados por la central sindical Histadrout (la Federación General del Trabajo) en respuesta a las violaciones de los acuerdos entre los sindicatos y las autoridades locales y religiosas. Histadrout también declaró que estos últimos se han atrasado en los salarios a pagar y que el dinero de los empleados que debía estar depositados en los fondos de pensión había desaparecido.
La guerra imperialista amplifica la ruina económica y la miseria de los proletarios en la región. La burguesía de los dos campos es cada vez más incapaz de pagar a sus esclavos asalariados.
Estas dos lucha han sido objeto de toda suerte de manipulaciones políticas. En Cisjordania y en Gaza, la fracción de oposición nacionalista, Al Fatah, ha tratado de utilizar las huelgas como un medio de presión hacia sus rivales de Hamas.
En Israel, Histadrout tiene una larga tradición de llamamientos a “huelgas generales” hipercontroladas para acabar con la cólera de los obreros llevándolos al terreno de la burguesía en provecho de una u otra fracción. Pero es significativo que en Israel, la huelga general de Histadrout (que ha sido detenida en menos de 24 horas) fue precedida de una ola de huelgasmucho menos controladas, de empleados, enseñantes, profesores de universidad, empleados de banca y los funcionarios.
La desilusión ante el fracaso militar de Israel en Líbano sin duda alguna ha alimentado este gran descontento. Durante la huelga de septiembre en los territorios palestinos, el gobierno de Hamas denunció la acción de los funcionarios contraria al interés nacional y trató de disuadir a los enseñantes en huelga: “¡Si queréis manifestaros, manifestaros contra Israel, los Americanos y Europa!”.
En efecto, la lucha de clases se afirma contraria al interés nacional y se opone de esta forma a la guerra imperialista.
Traducido de Révolution Internationale nº 375, publicación de la CCI en Francia.