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Publicamos a continuación una hoja difundida por nuestros camaradas en México.
La represión que el Estado ha lanzado en contra de la población de Oaxaca deja al descubierto el verdadero rostro feroz y sanguinario de la democracia. La ciudad de Oaxaca se encuentra desde hace más de 5 meses como un polvorín donde la presencia de cuerpos policíacos y paramilitares han sido el brazo principal para extender el terror estatal. La invasión de domicilios, el secuestro y la tortura son los mecanismos que el Estado utiliza en Oaxaca para restablecer el “orden y la paz”. El resultado de la incursión policíaca de principios de Noviembre no tuvo un “saldo blanco”, como lo dice el gobierno, en realidad ha habido decenas de “desaparecidos”, diversos presos y por lo menos 3 muertos (sin contar las cerca de 20 personas que fueron abatidas por las guardias blancas de Mayo a Octubre de este año).
La clase dominante hace 6 años, divulgó que, con la llegada del gobierno de Fox se entraba a un “período de cambio”, pero la realidad puso al desnudo que el capitalismo por más cambios que haga de personajes o partidos en su gobierno no puede ofrecer ninguna mejora... como nunca ha quedado confirmado que lo único que puede ofrecer este sistema es mayor explotación, miseria y represión. Por eso ante los acontecimientos que se vienen sucediendo en Oaxaca, el conjunto de la clase obrera debe hacer una reflexión profunda, reconociendo que la actuación brutal y represiva que se ejerce no es propia de un gobierno o de un funcionario, sino es la naturaleza del capitalismo y su democracia, tanto de izquierda como de derecha. Al mismo tiempo se precisa reconocer las debilidades y dificultades en que los trabajadores se encuentran metidos. Se requiere hacer un balance general sobre el significado de estas movilizaciones, de manera que las preocupaciones de los trabajadores oaxaqueños se integren en las preocupaciones de todos los explotados, por ello es que se necesita hacer un seguimiento profundo que ayude a la reflexión de los trabajadores de esa región, pero fundamentalmente que ayude a que el conjunto del proletariado a sacar las lecciones de estas movilizaciones y que le permita preparar adecuadamente los próximos combates. En ese afán, presentamos una serie de elementos que ayuden a tal reflexión.
1. La incursión de las fuerzas militares y policíacas en Oaxaca no tiene como objetivo principal el exterminio de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca), sino fundamentalmente extender el terror como mecanismo de advertencia y amenaza para el conjunto de los trabajadores. El terror de Estado se ha desatado mediante la combinación de fuerzas represivas del gobierno federal y estatal, poniendo en evidencia que aún cuando hay pugnas entre las diferentes pandillas de la burguesía, logran establecer acuerdos para llevar a cabo su tarea represiva. De esa manera, suponer que es posible “dialogar” con un sector del gobierno es alimentar la falsa esperanza de que existan sectores de la burguesía “progresistas” o “abiertos”. Por eso, mantener como objetivo principal de las movilizaciones la salida de Ulises Ruíz del gobierno de Oaxaca, es ampliar la esperanza en que el sistema capitalista al democratizarse o cambiar de personajes puede mejorar. Desviar la reflexión y el descontento social hacia la impugnación de Ulises Ruíz no ayuda al desarrollo de la conciencia, por el contrario, extiende la confusión y alienta la confianza en la posibilidad de que los explotados puedan beneficiarse con un “mejor gobierno”.
2. Es evidente que los revolucionarios saludamos las expresiones de combatividad y de protesta de los trabajadores emprenden contra la explotación y la ignominia en que nos hunde el capitalismo. En ese sentido, en Oaxaca los profesores sintetizan el descontento existente, descontento que refleja una degradación de sus condiciones de vida. Esta lucha que empezó por mejoras salariales atrajo inmediatamente a otros sectores de la clase como lo son los desempleados, jornaleros y vendedores ambulantes, pero también levantó simpatías en estratos no explotadores pero marginados por igual por el capitalismo: campesinos pobres expulsados por la miseria de sus comunidades. Esa fuerza social que se ha expresado en Oaxaca muestra un coraje real y una disposición a la lucha, no obstante, esa potencia ha sido esterilizada porque los objetivos, los métodos y la conducción de las acciones no se mantuvieron en manos de la clase obrera, única clase que puede ofrecer una alternativa histórica a la decadencia del capitalismo.
3. Es un hecho que las pugnas que se desarrollan al interior de la burguesía han logrado copar el movimiento y lo han conducido hacia un callejón sin salida, es decir, hacia el falso dilema de apoyar a uno u otro bando: o a los viejos caciques o a fracciones “democratizadoras”. Por ejemplo, pedir la destitución del gobernador Ulises Ruiz es un apoyo explícito al bando burgués que pretende relevarlo en el poder. En ambos casos la clase trabajadora sale perdiendo y su independencia de clase queda reducida a furgón de cola de uno u otro bando. La burguesía desde antes de las manifestaciones de mayo, buscaba usar a las masas de explotados como “grupo de presión” para afectar a alguna de las fracciones burguesas en pugna. La intervención abierta de Esther Gordillo, de Murat, del mismo Ulises Ruíz, y otros, a través del sindicato de maestros (SNTE-CNTE, incluyendo los sectores “críticos” como el CCL) devela que las pugnas e intereses de la burguesía, sobre todo la de los caciques de la región sureña, son los que han dominado y aprovechado el descontento. De una lucha que empezó cuestionando la explotación capitalista se terminó en el falso razonamiento que atribuye la miseria a la “mala gestión” del bandido en turno.
4. La demostración más clara de cómo el combate ha perdido la claridad de sus objetivos y se desvía hacia el apoyo indirecto de alguna fracción de la clase dominante, es la colocación en segundo plano al problema del aumento salarial, dejando en primer lugar la renuncia del gobernador. Esto permitió que el sindicato y el gobierno federal presentaran el problema del aumento salarial como un asunto técnico, de simple dotación adecuada de recursos a una región mediante la planificación de las finanzas públicas. Lo que representaba una bandera para el conjunto de la clase obrera (aumento salarial y mejora en las condiciones de vida) se convirtió en un asunto “local”.
De la misma forma, empezaron a presentarnos como formas de lucha proletaria las desgastadas acciones del izquierdismo: plantones donde los trabajadores esperan pasivamente, marchas agotadoras, bloqueos y enfrentamientos desesperados. Estas acciones sólo aíslan y dividen a los trabajadores. Su esencia no se intenta buscar la solidaridad con otros trabajadores sino separarlos.
A pesar de la amplia simpatía que esta lucha despertó entre los trabajadores, la clase dominante se ha encargado de evitar que esa simpatía se transforme en solidaridad activa, eso lo obtiene cuando impone consignas limitadas y localistas, evitando que los trabajadores se encuentren en la reflexión abierta y colectiva.
5. La composición social de la APPO (más de 79 “organizaciones sociales”, 5 sindicatos y representantes de escuelas y padres de familia) en la que dominan sectores no asalariados, pero sobre todo, por ceder la discusión y la reflexión al dominio de sindicatos y grupos del aparato de izquierda del capital (enlazados de manera directa o indirecta a los intereses de fracciones de la burguesía), podemos afirmar que su naturaleza no es proletaria. Eso hace que la fuerza potencial de los trabajadores que participan en ella se diluya. Esta fuerza se esteriliza en una estructura en donde a pesar de presentar la forma de una organización basada en “asambleas abiertas”, hay, en la práctica, la manifestación de su verdadera esencia, es decir, el de un frente interclasista que se conduce bajo las consignas del izquierdismo y el cual aprovecha el aislamiento de los trabajadores y la desesperación de capas marginadas de la población. Este hecho queda demostrado con el llamado que ha hecho la APPO para transformarse en una estructura permanente (Asamblea Estatal de los Pueblos de Oaxaca), es decir, en otro partido político, eso sí, más radical. Así, en su convocatoria (9-Nov-06) define a la Constitución creada por la burguesía mexicana en 1917 como un “documento histórico que refrenda la tradición emancipadora de nuestro pueblo...” por lo que llama a su defensa, así como a la del “... territorio y los recursos naturales...” Es decir, su “radicalismo” se reduce a la defensa del la estrecha ideología nacionalista que es verdadero veneno contra los trabajadores. Más aún, en una falsificación del internacionalismo proletario, definen en su convocatoria, la necesidad de “Establecer lazos de cooperación, solidaridad y fraternidad con todos los pueblos de la tierra para la construcción de una sociedad justa, libre y democrática; una sociedad verdaderamente humana...”, y para tal fin indican que pugnarán por “la democratización de la ONU...”.
6. La constitución de la APPO no significó un avance para el movimiento de los trabajadores, su creación está ligada al sometimiento del descontento genuino de los trabajadores. La APPO es la camisa de fuerza en la que se metió la combatividad obrera. Copada por partidos políticos, trotskistas, maoístas, “marxistas-leninistas” y los sindicatos (principalmente el sindicato de maestros) desnaturalizaron e impusieron una orientación y una actuación alejada a los intereses de los trabajadores y del resto de explotados. Las comparaciones que hacen de la APPO con estructuras como el Soviet o un supuesto “embrión de estado obrero” constituyen un ataque artero contra las verdaderas tradiciones del movimiento obrero.
La organización proletaria se distingue porque los objetivos que defiende están en referencia directa a sus intereses y sus necesidades como clase, es decir en la defensa de sus condiciones de vida. No persigue una defensa de la “economía nacional”, de empresas estatales, ni mucho menos de la democratización del sistema que lo explota; busca ante todo mantener una independencia política que le permita asumir el combate contra el capitalismo mundial y su taparrabos: la democracia.
Por eso las luchas reivindicativas de los trabajadores representan la preparación de la crítica radical de la explotación, en tanto se presentan como una resistencia a las leyes económicas capitalistas. Sólo la radicalización de la lucha reivindicativa conduce a la lucha revolucionaria. Son momentos que forman parte de la preparación de los combates revolucionarios que habrá de enfrentar el proletariado, eso las hace ser el germen de la lucha revolucionaria.
7. Los trabajadores, como una clase internacional e internacionalista requiere hacer suyas las experiencias de sus combates pasados, por eso es fundamental, para impulsar el desarrollo de la conciencia, recobrar las lecciones de las movilizaciones desarrolladas por los estudiantes y trabajadores de Francia en contra del Contrato de Primer Empleo (CPE) en la primavera del 2006. Lo fundamental de estas movilizaciones es su capacidad de organización que logra mantener un control tal que impide que sindicatos e izquierdistas desvíen su objetivo central contra el CPE. En el mismo sentido se encuentran las movilizaciones de los trabajadores de Vigo en España (mayo-2006) que logran enfrentar el sabotaje sindical, defendiendo su reivindicación salarial a través del control de sus asambleas y la extensión de su lucha.
La defensa de sus condiciones de vida, la independencia organizativa y la reflexión masiva que estos movimientos lograron, son lecciones que pertenecer al conjunto del proletariado y que debe de hacer valer en sus combates.
10-noviembre-2006
¡Proletarios de todos los países, uníos!