En 1919 se constituía la Internacional Comunista como partido mundial de la clase obrera. En 1920-21 en línea con las derrotas que está sufriendo el intento revolucionario del proletariado mundial al calor de la revolución de octubre 1917, la claridad y firmeza inicial del primer congreso de la Internacional Comunista empieza a perderse cayendo en una deriva oportunista con consecuencias muy graves: el partido bolchevique fue capturado por el estado ruso y se convirtió en instrumento de la contrarrevolución. Los partidos comunistas degeneraron, pese a la dura lucha de las fracciones de izquierda, y acabaron en el campo del capital. Sacar lecciones de este fracaso es preparar el futuro partido mundial.

Uno de los peligros que amenazan al movimiento obrero y a sus organizaciones revolucionarias es la acción de los aventureros políticos. Estos individuos pretenden utilizar el movimiento obrero para sus fines egoístas. Para ello no dudan en pactar secretamente con el Estado burgués, imponer en las organizaciones proletarias métodos organizativos extraños y destructivos como la subordinación a su autoridad personal o el culto a la personalidad. Igualmente desarrollan posiciones burguesas encubiertas tras proclamaciones del más radical revolucionarismo. Es el caso que estudiamos de Lasalle y Schweitzer que hicieron muchos estragos en los primeros pasos del movimiento obrero alemán.

En Marsella hubo un debate muy animado entre una delegación de la CCI, simpatizantes de nuestra organización y los camaradas del grupo bordiguista Fil Rouge. Los revolucionarios de la Izquierda Comunista deben mediante un debate fraternal abierto analizar sus diferencias para que se vaya avanzando en la clarificación del medio politizado de la clase obrera y de esta en su conjunto. Ello es una contribución indispensable en el combate por la formación futura del Partido Comunista Mundial.