Recientemente hubo un programa de TV dirigido por el Señor Évole en el cual participaron personajillos de la política, la prensa y hasta del cine español –el inefable Señor Garci–. En el programa se daba como idea inicial que el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 –el famoso “23 F” – había sido en realidad un montaje cinematográfico.
Tras la comedia que llegó a “convencer” a muchos telespectadores, los protagonistas con el Señor Évole a la cabeza dijeron que el programa era falso, que todo era un hábil montaje.
Cabe reconocer la sutileza del programa que primero hace creer que el 23 F resultó ser una tomadura de pelo para darle eco a la sospecha de muchos trabajadores sobre la Democracia que la ven como un enorme montaje que encubre un sistema de explotación y de engaño, para luego decirles que no, que la cosa fue en serio. Es una hábil forma de exorcizar ese “mal pensamiento”.
Por nuestra parte, publicamos aquí unas Tesis que hicimos a raíz del golpe y que fue el producto de una reunión de nuestra sección con participación internacional[1].
Lo más importante de las Tesis es la denuncia del envoltorio democrático del Estado capitalista.
El Estado es un órgano que siempre está el servicio de la minoría explotadora y dominante, es decir, está al servicio del capital. El esqueleto del Estado lo forman la burocracia, el ejército, la policía, las cárceles, los tribunales…, una monstruosa máquina autoritaria, excluyente y represiva. El ropaje democrático con sus atractivas telas de derechos, libertades, partidos, sindicatos, etc., no es sino la forma de encubrir el verdadero y repugnante rostro del Estado, para permitirle manipularnos y dividirnos y hacernos tragar su aceite de ricino de despidos, recortes, etc., so pretexto de que “para eso los hemos votado”.
Las Tesis inciden en un segundo elemento: el maquiavelismo de la burguesía. La dominación feudal se basaba en el terror grotesco y directo de una violencia sádica acompañada por el terror que añadía la Iglesia de “condenar al eterno fuego del infierno” a los “malos siervos”. Ese sistema no es válido para el capitalismo, una sociedad en constante transformación y basado en la explotación de una clase mundial que puede alcanzar una conciencia revolucionaria, el proletariado. Se necesita que el esqueleto estatal que se basa en un terror aún más refinado y bárbaro que el del Estado feudal, se vea encubierto constantemente por maniobras políticas, operaciones de engaño y diversión, la manipulación y el lavado del cerebro, la ocultación –en suma– de las verdaderas intenciones de la clase dominante.
Mientras el señor feudal proclamaba descaradamente que la explotación de los siervos era para satisfacer sus lujos y placeres egoístas, la burguesía presenta sus ambiciones siempre en nombre de los más bellos ideales y del interés de todos los ciudadanos. La reforma laboral se hace para “crear empleo”, los recortes para “garantizar el Estado del bienestar”, la bajada de los salarios para “hacer viable la empresa”, la guerra para “salvaguardar la paz”, la represión para “dar seguridad”… Los capitalistas y sus gobernantes –tanto de derecha como de izquierda– se nos presentan como los campeones de la bondad, la cultura, el humanismo, el bienestar… si hiciéramos caso a su palabrería podríamos pensar que con tanto empeño por hacer el bien no les queda tiempo para ocuparse de sus intereses de clase… Como denuncia El Manifiesto Comunista: “Todo el socialismo de la burguesía se reduce, en efecto, a una tesis y es que los burgueses lo son y deben seguir siéndolo... en interés de la clase trabajadora”[2]
La burguesía es la clase más cínica e hipócrita de la historia. Esto le lleva a manipular sus propios conflictos internos, sus contradicciones crecientes, para utilizarlas con objeto de engañar y dividir al proletariado, la clase que históricamente tiene la capacidad de acabar con la barbarie capitalista. Los antagonismos reales entre sus fracciones de derecha y sus fracciones de izquierda son empleados para dar lustre a los “progresistas” de la izquierda y hacer que les sigamos votando[3].
En la famosa “transición del franquismo a la democracia”, la existencia de un sector nostálgico del franquismo fue aprovechada para dejarle hacer, estimularle incluso a través de personajes equívocos como Armada o Cortina, y de esa manera llevarle a una intentona golpista (la del 23 F) que estaba perdida de antemano pero que fue convenientemente utilizada para asustar al personal con el miedo a una “vuelta a la dictadura”, para hacerle cerrar filas en torno a la “democracia amenazada” y para darle un pedigrí democrático a la derecha que en su mayoría estuvo pringada en la barbarie franquista. Fue una clara operación de maquiavelismo político y, en cierto sentido, resultó ser una enorme farsa.
No tuvo necesidad la burguesía española de organizar una película de ficción –como el montaje del Señor Évole–, le bastó con dejar hacer y aprovechar las andanzas de Tejero y Milans para realizar una espectacular retransmisión televisiva con la que logró asustar a numerosos trabajadores.
Las Tesis tienen algunos errores de perspectiva sobre los que ahora no podemos entrar pero su análisis es absolutamente justo y nos reivindicamos enteramente del mismo.
I. Con la perspectiva que nos dan los dos meses transcurridos podemos afirmar rotundamente que el golpe del 23 de febrero ha sido una representación teatral organizada por la burguesía española para arreglar sus conflictos internos y atacar mejor al proletariado.
II. Como hemos demostrado en numerosos textos [4] el proletariado mundial se ha convertido en el único obstáculo contra el curso del capital hacia una tercera guerra mundial imperialista, abriendo la posibilidad de un curso hacia la revolución mundial que libere a la humanidad de la pesadilla de catástrofes, calamidades y miserias que le ha causado y pretende causarle el capitalismo.
El principal problema que hoy tienen todas las burguesías del mundo es cómo reducir al silencio y aplastar definitivamente al proletariado. La historia ha demostrado, y la realidad actual vuelve a confirmarlo, que el mejor método que tiene la burguesía para alcanzar ese objetivo es la democracia, ya que esta le permite:
Por todo lo anterior la burguesía mundial, y en particular la del bloque occidental, lleva regalando generosamente a los pueblos, “libertades” y “derechos humanos”, organizando desde la Casa Blanca las “democratizaciones” de España, Portugal, Grecia, Perú, Ecuador, China… y haciendo que franquistas de toda la vida cambien la camisa azul por el traje democrático y que personajes que han hecho su carrera en los pasillos del franquismo (Suárez, Juan Carlos o Calvo Sotelo), encabecen hoy el Estado democrático que “disfrutamos”.
La historia ha demostrado una y mil veces que es mediante la “democracia más avanzada” como el capital hace frente a las movilizaciones más radicales de los obreros contra la explotación y la represión:
En Rusia 1917 fue la “democracia radical” de mencheviques, cadetes y social-revolucionarios el último recurso de la burguesía contra los obreros revolucionarios.
En la Revolución Proletaria Alemana fue la súper-democrática República de Weimar la que con la Socialdemocracia a la cabeza ahogó en un baño de sangre el intento revolucionario de los trabajadores.
En España 1931-36 fue la República de Azaña, Largo Caballero y Negrín la que, proclamándose de “los trabajadores”, aplastó bestialmente las insurrecciones obreras de Sevilla, Casas Viejas, Alto Llobregat, Asturias…
No podemos olvidar ni dejarnos engañar. Es mediante la democracia como el Capital nos quiere meter una situación de derrota total, miseria extrema y sumisión absoluta que abra de par en par las puertas de una III Guerra Mundial.
III. La burguesía española no es una excepción dentro del capitalismo mundial: como el resto de sus cofrades utiliza la democracia para enfrentar al proletariado y hacerle pagar con sangre sudor y lágrimas la crisis total de la economía.
La oleada de luchas obreras de 1971-76 pudo frenarla gracias precisamente a la gran maniobra de la “democratización” del Estado que otorgando los trabajadores el regalo envenenado de las “libertades”, los partidos “obreros”, los sindicatos “de clase”, las autonomías y demás pamplinas, pudo dividirlos, desviarlos de su terreno de clase, llenarlos de ilusiones que jamás se han cumplido y desorientarlos totalmente.
Y hoy la democracia, tanto como instrumento de unión de la burguesía como plataforma de ataque contra el proletariado, sigue siendo la mejor arma que tiene el capital para llevarnos al atolladero de la derrota, la miseria y el sacrificio. Primero porque permite un reparto de faenas entre la izquierda y la derecha para mejor atacar a los obreros y segundo porque enmascarar el incansable reforzamiento de la represión y la interminable orgía de despidos y austeridad.
Por ello, la burguesía española sigue en su táctica de emplear al “democracia” como método de dominación y el golpe del 23-F no cambia en manera alguna esa orientación fundamental ni significa que sectores hegemónicos de ella estén divididos o tengan dudas sobre esa orientación, sino que es, en sustancia, como decíamos al principio, una gigantesca mascarada destinada a suscitar el apoyo de los obreros y de toda la población a la “democracia” y engañarles haciéndoles creer que el ataque contra su existencia viene de los golpistas, cuando en realidad viene y seguirá viniendo de los “demócratas” que desde el gobierno y la oposición son hoy el eje del estado burgués.
IV. ¿Quiere decir lo anterior que Tejero, Milans del Bosch o Armada eran simples marionetas dispuestos a representar el papel de malos de la película? ¡En manera alguna! Los golpistas actuaban a conciencia y pretendían llegar a un gobierno militar. Ahora bien, constituían un a fracción minoritaria y sin fuerza suficiente dentro de la burguesía española. Por esta razón, los sectores dominantes de ésta les dejaron hacer, manteniéndoles bajo control, para que cumplieran un papel en la farsa.
El Gobierno, los servicios de información y la policía, sabían de sobra que Milans del Bosch y cía. tramaban un golpe, su táctica fue dejarles avanzar, impidiendo al mismo tiempo que tuvieran toda posibilidad de éxito, para que su acción sirviera al objetivo de asustar al personal y reunir una adhesión masiva en torno al Estado democrático “amenazado”.
En realidad los golpistas actuaron en el terreno que le interesaba al estado democrático y no en el terreno donde pudieran haberlo puesto en peligro. No fueron a ocupar la Moncloa, ni la Zarzuela, ni los Ministerios, ni el Estado mayor, ni las comunicaciones –donde están los verdaderos centros del poder burgués–, sino que fueron al parlamento donde únicamente están los payasos que conscientemente sirven de tapadera a lo que se cuece en las alturas del poder. En el fondo, su acción se redujo a un siniestro espectáculo de terror e intimidación, convenientemente retransmitido por Radio y TV, para buscar el efecto ideológico que perseguía la burguesía.
V. No será la primera vez, ni será la última, que la burguesía recurra a estos montajes espectaculares, que en ocasiones suelen costar un alto precio en vidas humanas, para lograr sus objetivos:
La “democracia” en España se ha ido montando pieza a pieza a través de una interminable orquestación de atentados fascistas o acciones “terroristas” que curiosamente solo han servido para consolidar la democracia dándole una imagen de “víctima” que suscitase a su alrededor el apoyo de los explotados: matanza de Atocha, atentados del Grapo, operación Galaxia…
VI. Pero, ¿por qué la burguesía española ha montado el espectáculo del golpe, el cual, a pesar de su rentabilidad política e ideológica, comportaba sin embargo graves riesgos de desestabilización y descrédito?
La burguesía española, a pesar del éxito momentáneo que ha obtenido quebrando temporalmente el impulso combatiente del proletariado, está metida en una crisis económica y política cada vez más profunda.
Dada su posición de debilidad en el mercado mundial y su absoluta carencia de unas políticas exterior y militar mínimamente coherentes, no puede rentabilizar hoy por hoy los brutales ataques que está lanzando sin descanso contra el proletariado. Esto ocasiona el progresivo debilitamiento de las bases que cimientan la unidad de sus distintas fracciones, provocando la intensificación de las presiones de sus sectores más periféricos y menos adaptados a sus objetivos de conjunto, de las cuales son expresión el terrorismo “separatista” de ETA y la resistencia encarnizada que desde el Ejército, la policía o la administración oponen los elementos franquistas heredados del “antiguo régimen”.
El montaje del golpe de Estado viene a ser una tentativa de solución, al menos provisional, a esa crisis.
Esa crisis se manifiesta, en primer lugar, por una debilidad muy fuerte, tanto de la Derecha (UCD) como de la Izquierda (PCE, PSOE) para acoplarse a la orientación política fundamental de la burguesía mundial: izquierda a la oposición/derecha al poder. Ni UCD ni PSOE ni PCE, por todas las debilidades que arrastra la burguesía española y por sus propios fallos internos, han podido ponerse en su sitio a pesar de los esfuerzos que vienen haciendo desde 1979, siguiendo demasiado atados a la política del consenso, la componenda y el pacto, que si bien fue eficaz en los tiempos de la “transición democrática”, hoy resulta totalmente contraproducente.
El golpe de estado es un intento de empujar esa necesaria delimitación de campos entre derecha e izquierda. En realidad, ha servido para vencer las resistencias de los partidos de la derecha a otorgar la confianza al gobierno Calvo Sotelo (débil e incoherente pero el único posible en las circunstancias actuales) y a cerrar el camino a las ilusiones de coalición “alternativa de poder”, “concentración nacional”, etc., que todavía alimentan PSOE y PCE.
Por otra parte el golpe sirve para configurar una derecha dura y fuerte pero “inequívocamente constitucional y democrática” al estilo de Reagan y Thatcher, que es la única que le sirve hoy al capital. La derecha española (tanto en UCD como en Alianza Popular) tiene todavía demasiados residuos “anti-democráticos” heredados del franquismo por lo que necesitaba una limpieza de fachada que le proporcionara una absoluta pureza “democrática”. El golpe se la ha otorgado permitiendo a Suárez, Rosón, Laína , Calvo Sotelo, etc., pasar como “héroes de la democracia” que no tienen “nada que ver” con los golpistas. Además, Camacho, abrazando efusivamente a Fraga en la manifestación del 27, le ha concedido el diploma de “demócrata libre de toda sospecha”. Finalmente, a pesar de todas las apariencias, el golpe ha permitido reducir las posiciones de poder de las fracciones más ultras.
Sin embargo, el principal resultado del golpe ha sido dar a la democracia española, “joven y amenazada” una imagen que suscitara la adhesión de toda la población. Tal imagen, cocinada con los ingredientes de que es “víctima de peligrosas conspiraciones” y de que “a pesar de sus muchos defectos es preferible a una vuelta atrás”, le hacía falta al “nuevo” Estado democrático porque la masiva abstención ante sus elecciones y su constante desmitificación por la realidad de los hechos (medidas represivas ilimitadas, aumento escalofriante del paro y la miserias…) le hacía perder su poder de engaño y control sobre los explotados. Por eso, el “susto” de la noche del 23-F le ha venido de perlas para reanimar su impacto social.
VII. A fin de cuentas, el objetivo fundamental del golpe ha sido la mistificación sistemática del proletariado español porque está proporcionando una plataforma:
Con semejante arsenal podemos afirmar que hoy el Estado Burgués cuenta con un aparato de represión y terror muy superior en medios, organización y eficacia al que existía en tiempos del franquismo. ¡Y lo están montando en “defensa de la democracia”, para “impedir una involución fascista”!
VIII. Ahora bien, el resultado del golpe que más consecuencias va a tener en el ataque burgués contra el proletariado, es que va a consolidar el esquema: Izquierda a la oposición/ Derecha al poder, en España
En UCD, va ganando terreno poco a poco, la política de atacar a fondo a los trabajadores sin servidumbres de pactos ni consensos y de organizar sin miedo un Estado autoritario aunque “escrupulosamente fiel a los principios democráticos”.
Mientras que PSOE y PCE se apartan definitivamente del consenso, que los desacreditaba ante los trabajadores demasiado claramente y pasan a una política de “oposición” consistente en “lamentarse” de las medidas del gobierno, proponer falsas alternativas que sólo sirven para confundir a los obreros y enredarlos en falsos métodos de lucha que acaban desmovilizándolos y agotándolos.
El desarrollo consecuente de este esquema por parte de la burguesía es hoy el principal peligro para el proletariado porque permite atacarlo y reprimirlo bestialmente pero engañándolo e inmovilizándolo al mismo tiempo para impedir que pueda defenderse.
IX. Si hoy la burguesía de todos lo países multiplica hasta el paroxismo sus ataques económicos, políticos y represivos contra nuestra vida es porque la crisis de su sistema de explotación hace que no tenga nada que ofrecernos excepto paro, miseria y guerra.
Pero si organiza este ataque rodeándolo del celofán engañosos de la “democracia” y metiéndonos el Caballo de Troya de la izquierda en la oposición es porque sabe mejor que muchos proletarios, que en nuestras filas están madurando las condiciones de un estallido de luchas masivas, que siguiendo el ejemplo de los obreros polacos y agrandando la brecha por ellos abierta, inicia un curso hacia la revolución mundial.
Históricamente, la burguesía es más débil de lo que a primera vista parece, su régimen de explotación tiembla bajo los efectos de una crisis cada vez más devastadora, sus contradicciones se profundizan irremediablemente originando el caos y la violencia más extremos, su capacidad de gobernar es permanentemente saboteada por su decadencia económica, política y moral. En realidad su única tabla de salvación es la condición y la división de quien puede y debe ser su sepulturero: el proletariado. La democracia, la izquierda a la oposición, el Nacionalismo, el “antifascismo” etc. son otras tantas trampas que emplea el Capital en crisis para engañar, dividir y derrotar al proletariado y proporcionar un nuevo balón de oxígeno que le permita seguir imponiendo su yugo de guerra y barbarie.
¡Contra la democracia y contra el fascismo! ¡Contra todas las formas bajo las que se disfraza la exploración y la opresión capitalistas!
¡Contra todas las fracciones de la burguesía, sean éstas de extrema derecha, derecha, izquierda o extrema izquierda!
¡Por la defensa intransigente de los intereses obreros, contra el paro, la austeridad y la represión!
¡Por la lucha masiva y general de todos los trabajadores siguiendo el ejemplo de Polonia!
¡Por la revolución proletaria mundial!
CCI, 18-4-1981
[1] Acción Proletaria nº 37, mayo-junio 1981.
[3] Un ejemplo entre muchos es el “error” del Gobierno Rajoy de lanzar una nueva ley sobre el aborto que ellos mismos pretenden “dejar en el congelador” para permitirle al PSOE y a IU dar un poquito de lustre a su blasón que está enormemente desgastado por su descarada complicidad en todos los ataques y recortes.
[4] Ver en este mismo AP: “Polonia: balance y perspectivas”.
La independencia no se tradujo en la constitución de México como nación ni en el surgimiento de un Estado nacional centralizado y eficiente; por el contrario, la vida ‘independiente' se inicia con grandes dificultades por lo que la implantación del capitalismo fue lenta, difícil y sangrienta. La guerra de 1810 redujo la agricultura y ganadería a la mitad, la minería a una tercera parte y dañó seriamente la naciente industria.
Como vimos en los artículos anteriores de esta serie (RM 114), la historia de México, como la de cualquier región debe ser analizada considerando la situación mundial en la que está enmarcada. No es una historia aislada producto de un puñado de hombres de mentes brillantes y corazones valientes, como dice la burguesía, sino el producto de la lucha de clases. La guerra de independencia en la Nueva España se sitúa en el periodo en el que el capitalismo se expandía por todo el globo y con todas sus especificidades y diferencias con respecto al desarrollo del capitalismo en otras regiones, significó el intento de la burguesía local naciente por deshacerse del obstáculo que el colonialismo imponía al desarrollo de las fuerzas productivas en la Nueva España (2/3 de las ganancias en la colonia y el 95% de la plata extraída se dirigían a la Corona). "La historia de las décadas de guerras coloniales, que se prolonga durante todo el siglo XIX; levantamientos contra Francia, Italia, Inglaterra, y Alemania en África; contra Francia, Inglaterra, Holanda y los Estados Unidos en Asia; contra España y Francia en América, es la larga y tenaz resistencia de las viejas sociedades autóctonas contra su exterminio y proletarización a manos del moderno capital, lucha de la que finalmente surge el capital como vencedor en todas partes."[1]
La independencia no se tradujo en la constitución de México como nación ni en el surgimiento de un Estado nacional centralizado y eficiente; por el contrario, la vida ‘independiente' se inicia con grandes dificultades por lo que la implantación del capitalismo fue lenta, difícil y sangrienta. La guerra de 1810 redujo la agricultura y ganadería a la mitad, la minería a una tercera parte y dañó seriamente la naciente industria. El país tenía una deuda exorbitante y los canales comerciales estaban bloqueados o arruinaban las manufacturas existentes, incapaces de competir con las inglesas. Los comerciantes hispanos que financiaban el desarrollo económico huyeron con sus capitales y la iglesia también envió a España su riqueza líquida. Además, quedaban en pie modos de producción precapitalistas como el señorial (la hacienda) y el de las comunidades indígenas.
Había una extrema fragmentación del poder, de la sociedad y de la economía. Se había roto con la dominación de la Corona Española pero no se habían destruido sus cimientos: clero, aristocracia virreinal y despotismo tributario (comunidades indígenas con producción apenas suficiente para cubrir su alimentación y el pago de tributo por su existencia). Esto junto con el gran desempleo entre las capas explotadas hacía que el control del nuevo Estado fuera ineficaz en sus inicios. En los primeros dos tercios del siglo XIX, más de 50 administraciones trataron de dirigir al país y con frecuencia existían varios gobiernos simultáneamente con su cauda de rebeliones, cuartelazos o golpes de Estado. Desde la consumación de la independencia hasta la restauración de la república, los gobiernos de México expresaron la pugna por el poder producto de la polarización de dos grupos fundamentales: los conservadores -iglesia, terratenientes y burgueses de la región central- que contaban con el apoyo de Europa, especialmente Inglaterra, y que buscaban la implantación de una república centralizada dirigida por los militares y el otro grupo formado por los liberales - burgueses hacendados del norte y sur- que buscaban una república federal y democrática que limitara el poder y los privilegios de los terratenientes, la iglesia y el ejército y que recibían eventualmente el apoyo de los Estados Unidos.
En el plano exterior, las amenazas de invasiones extranjeras para adueñarse de territorios -una característica de la expansión capitalista- estuvieron presentes desde la misma guerra de independencia. En 1819 España tuvo que ceder a los Estados Unidos La Florida y en 1823 con la ‘Doctrina Monroe', EEUU plantea su decisión de poner a América Latina bajo su influencia exclusiva. Desde luego también estuvieron presentes la coerción comercial con el crédito e inversiones directas de diferentes países.
La burguesía nacional naciente tendría que abrirse camino venciendo este cúmulo de dificultades por medio de su herramienta característica de clase: la violencia de las armas. "El capital no tiene, para la cuestión, más solución que la violencia, que constituye un método constante de acumulación de capital en el proceso histórico, no sólo en su génesis, sino en todo el tiempo, hasta el día de hoy."[2]. De 1821 a 1870 hay choques brutales y sucesivos entre los que pretenden la transformación económico-social y la reacción conservadora. Así que las idílicas luchas de Reforma, en realidad, ejercieron la fuerza de las armas para llevar a cabo sus objetivos y fueron las clases y capas explotadas (esclavos, jornaleros y comunidades indígenas) quienes sufrieron la peor parte siendo despojados de sus tierras y aniquilados en el despojo o en las confrontaciones entre las clases explotadoras que se oponían.
Los primeros gobiernos de México acudieron a la deuda pública interna y externa y a los impuestos sobre productos de importación y exportación para obtener recursos para su desarrollo. En 1833 el gobierno liberal intentó, por primera vez la incautación de los bienes del clero y limitar su poder pero los liberales fueron derrocados por el ejército ésta y otras veces más. A pesar de este desorden político, para 1842 ya había 57 fábricas de hilados y tejidos en el país.
Mientras tanto, intervenciones y presiones constantes lograron la anexión de Texas a los EEUU en 1846. En 1847 Estados Unidos declaró la guerra a México que le costó a éste 50 000 muertos y la pérdida de más de la mitad del territorio. Respecto a esto, Engels, que con Marx se alegraban del avance del capitalismo porque iba poniendo las bases para la revolución comunista, escribe: "...hemos presenciado la conquista de México, la que nos ha complacido. Constituye un progreso... que un país...desgarrado por perpetuas guerras civiles e impedido de todo desarrollo... sea lanzado por la violencia al movimiento histórico. Es en interés de su propio desarrollo que México estará en el futuro bajo la tutela de los Estados Unidos...".[3] Más tarde subrayaba la importancia del progreso logrado por este país: ¿Acaso es una desgracia...que los enérgicos yankis... aumenten los medios de circulación, concentren en la costa... una densa población y un activo comercio, creen ciudades, establezcan líneas de barcos de vapor, tiendan un ferrocarril desde Nueva York a San Francisco, abran en realidad por primera vez el Océano Pacífico a la civilización y, por tercera vez en la historia, impriman una nueva orientación al comercio mundial? Tal vez la ‘independencia' de algunos españoles de California y Tejas sufrirá con ello; la ‘justicia' y otros principios morales quizá sean vulnerados aquí y allá, ¿pero qué importa esto frente a tales hechos histórico-universales?[4]
En 1854, la alianza con los pequeños propietarios, campesinos pobres, y trabajadores indígenas, negros y mulatos, con Gómez Farías a la cabeza, permitió a los liberales derrocar a Santa Ana que había sido derrotado frente a Estados Unidos y que mantenía los privilegios de la vieja clase aristocrática, clero, ejército y de algunos sectores de la burguesía oligárquica. El 1º de marzo, con Ignacio Comonfort en la presidencia lanzan el Plan de Ayutla, incorporándose Juárez, Ocampo, Mata y otros liberales y ofrecen elaborar una nueva constitución que reafirme una ‘República Representativa Popular'. Esta insurrección de Ayutla, marca el fin del ‘periodo anárquico' y la concretización del primer Estado propiamente nacional en el país. En 1855 se expidió la Ley Juárez para restringir los privilegios a través de la supresión de tribunales especiales y por tanto de la ingerencia del clero y del ejército en la administración de justicia civil.
Durante este periodo, el capitalismo llega a ser el régimen económico predominante en todo el mundo. En este contexto, el grupo liberal veía la necesidad de impulsar la agricultura a través de la mediana propiedad privada capitalista por lo que en 1856 promulgan la Ley Lerdo de desamortización de la tierra y en 1857 una nueva Constitución con el decreto de separación del Estado y de la Iglesia y las libertades de propiedad, trabajo, culto, y tránsito. Esto significaba expropiar las grandes extensiones de tierra de la iglesia y de las comunidades ya que tenían una productividad muy baja o nula y permitir la compra-venta de tierras y otras mercancías, entre ellas la fuerza de trabajo que podría llegar de diferentes latitudes y creencias, y permitir su paso libre a lo largo del país. La ‘libre contratación' defendida por la Revolución Francesa y la ‘libre competencia comercial' de la economía clásica inglesa retomadas por los liberales requerían ‘igualdad y libertad'. La ‘igualdad ante la ley civil', con la separación entre la Iglesia y Estado, que reclamaba la Reforma representaba esa necesidad. Era el requisito para legalizar la explotación del trabajo ajeno, para impulsar la industria y el comercio y para imponer en el país una sola administración de justicia que la burguesía, como clase, pudiera manejar como mejor le conviniera a sus intereses. En el orden internacional, la igualdad jurídica, como nación, era la condición necesaria para integrarse al mercado mundial.
En reacción, se produjeron sublevaciones de comunidades indígenas para protestar contra el despojo brutal y sangriento de sus tierras. Los liberales, que con Benito Juárez a la cabeza -supuesto defensor de los indígenas- ponían ‘la igualdad del individuo' como principio de la sociedad, reprimieron sin piedad las rebeliones mostrando que el término ‘igualdad' según la ‘sociedad civil' significa diferenciar entre los nuevos explotadores privilegiados y los nuevos explotados tratados peor que animales. Los liberales sofocaron salvajemente las rebeliones indígenas pero no pudieron detener la reacción de la Iglesia y de los terratenientes conservadores obligados a vender sus tierras y a perder poder, con lo que se desató la guerra civil de Tres Años en 1857 a pesar de lo cual en este periodo las Leyes de Reforma cobraron rango constitucional.
La guerra civil fue aprovechada por los Estados Unidos en sus planes expansionistas. El gobierno de James Buchanan trató de negociar con los conservadores pero al fracasar, debido a los lazos de éstos con las potencias europeas, negoció con el gobierno de Juárez, presionando económica y militarmente, un tratado en el que adquiría libertad de tránsito a lo largo del país, especialmente en el Istmo de Tehuantepec, lo que le beneficiaría en el plano comercial y estratégico. Este tratado Mc Lane-Ocampo no fue ratificado por el Congreso Norteamericano por las pugnas que se desarrollaban entre sus Estados del norte y del sur, que darían lugar a la Guerra de Secesión en 1861 de la cual Marx escribe poniendo la disyuntiva del avance capitalista: "El movimiento entero se fundaba...en la cuestión de si los 20 millones de hombres libres del Norte deben seguir subordinados a una oligarquía de 300 mil dueños de esclavos; de si los enormes territorios de la república deberán convertirse en semilleros de estados libres o de la esclavitud".[5] La Gran Bretaña, por su parte, había penetrado en el país no a través de las armas, sino mediante las inversiones y el crédito desde 1824. México ya gravitaba económicamente en la órbita de Inglaterra.
La Guerra de los Tres Años culmina con el triunfo de los liberales. El Estado liberal, surgido de la revolución de Reforma, simboliza el triunfo de la "sociedad civil" o de la burguesía sobre los modos de producción anacrónicos aunque los ideales de los reformadores estuvieron lejos, en un principio, de la realidad impuesta por las condiciones imperantes. El libre cambio se vio obstaculizado por: un sistema que obtenía todavía la mayor parte de sus ingresos de los impuestos aduanales, por la depreciación de la plata que creaba proteccionismo, y por la intervención directa del Estado en ciertas ramas de la economía. La disolución de las propiedades eclesiásticas e indígenas no dio lugar a la mediana agricultura comercial capitalista, sino a la expansión de las grandes haciendas sustentadas en la explotación de un gran número de trabajadores más que en la implementación de nuevas técnicas productivas. Las formas de trabajo forzado, no desaparecieron para ser sustituidas completamente por la fuerza ‘libre' de trabajo que operara dentro de un mercado competitivo, sino que hubo un fortalecimiento de los sistemas de trabajo coercitivo en varias partes.
Sin embargo, la historia no permitía marcha atrás aunque las fuerzas reaccionarias se opusieran. El contexto internacional en que las burguesías europeas competían para expandir sus dominios, tocaron nuevamente a México. La suspensión del pago de la deuda externa, decretada por el gobierno de Juárez en 1861, proporcionó a Napoleón III el pretexto para avanzar en sus pretensiones expansionistas en América Latina donde intentaba construir un imperio para ampliar sus mercados, para detener el avance de los Estados Unidos y eliminar la influencia de Inglaterra en estos territorios. Napoleón logró involucrar a la Gran Bretaña y a España contra México exigiendo el pago de la deuda. Rivalidades surgidas entre los aliados resultaron en el retiro de las fuerzas de España e Inglaterra pero Francia con la ayuda de los conservadores, que querían recuperar el poder, logró ocupar parte del territorio mexicano y establecer una monarquía. Las necesidades de reformas eran tan evidentes, que el emperador Maximiliano de Austria no sigue una política conservadora sino liberal moderada pero el Estado mexicano aún así lucha contra la invasión. La corona resultaba muy costosa a México pero también a Francia que prefirió retirar sus tropas para preparar una confrontación contra Prusia y enfrentar protestas estudiantiles en Paris, lo que permitió que el ejército mexicano derrotara a las restantes fuerzas del emperador, quien es fusilado en 1867.
Los gobiernos de Benito Juárez (1861-72) y de Lerdo de Tejada (72-76) se caracterizaron por la instauración de un Estado fuerte y centralizado y la continuación de la re-distribución de la tierra. La "nueva era en la cual el orden positivo vendría a sustituir al orden teológico y al desorden metafísico", según el positivismo comtiano liberal, significó que el capitalismo tenía abierto el camino para su desarrollo y con él el inicio de una explotación de trabajadores cada vez más brutal, esta vez avalada e impulsada por una ley liberal o democrática al igual que en otros países capitalistas. En 1867, Juárez llamó a Gabino Barreda para redactar un plan educativo, dada la importancia de introducir la ideología burguesa desde la escuela, para mantener a la mayoría de la población conforme y pasiva ante su situación ‘natural' de explotación bajo el lema ‘Orden y Progreso'.
Así, entre los años 1860 al 80, el capitalismo es ya el sistema socioeconómico dominante en México aunque incipiente, débil y dependiente: insuficiente división del trabajo, atraso técnico, baja productividad, lento desarrollo del mercado interior, dificultad de desarrollar una industria propia (en 1860 había sólo 24 km. de vías férreas utilizables), y con una grandísima deuda interna y externa. Aún con todo este atraso a nivel industrial, la clase trabajadora se desarrollaba y había empezado a organizarse en mutualidades desde 1850 para defenderse de las nuevas condiciones de explotación. Con el triunfo de la república estas asociaciones se multiplicaron y algunos de sus representantes se vincularon con la Asociación Internacional de Trabajadores. En 1871 se formó la Sociedad de Obreros del Septentrión que se convertiría en 1872 en el Gran Círculo de Obreros de México y salió a la luz el periódico El Socialista que invitaba a inscribirse en la AIT. En 1874 sale el diario La Comuna, en honor a la Comuna de Paris, y en 1876 se celebra el primer Congreso Obrero en México. Aún había necesidad de desarrollar un capitalismo fuerte y un nuevo grupo de burgueses empezaría a mostrar sus inconformidades frente a todo lo no logrado bajo el ya anacrónico lema ‘Orden y Progreso' de los viejos liberales, abriendo otra etapa del desarrollo del capitalismo en México.
La tarea que llevaron a cabo los liberales, como representantes de los intereses de la burguesía, de consolidar el Estado-Nación en México, no tiene comparación con las políticas ‘Neoliberales' de la burguesía actual perteneciente a cualquier partido. La revolución de Reforma se desarrolló en una época en que la burguesía estaba en ascenso y luchaba por extender el dominio del sistema capitalista en todo el mundo, desarrollando con la ciencia y la tecnología las fuerzas productivas y creando el mercado mundial. Los liberales cumplían su parte de esa tarea en México. La época que hoy estamos viviendo es la de la decadencia del sistema capitalista y aún más, la época de su descomposición: un momento en que las cacareadas ‘reformas' o las políticas ‘neoliberales' son medidas de sobrevivencia de la burguesía a costa de más explotación a los trabajadores. La comparación con las medidas desarrolladas a mediados del siglo XIX son sólo humo ideológico para tratar de cubrir la verdad de un sistema que se está pudriendo, hundiendo a los explotados en una miseria, inseguridad y destrucción crecientes. No hay posibilidad de comparación alguna entre estos dos momentos aunque la burguesía se esfuerce en adornar su discurso con los hechos de la historia. La burguesía celebra a sus precursores pero nosotros no tenemos por qué hacerlo, no tenemos por qué seguir atados a las cadenas de las ‘libertades individuales', de la democracia y del nacionalismo que son patrimonio de una clase ya agonizante y que significan el encadenamiento a nuestra explotación. Por el contrario, hay que librarnos de esas ataduras ideológicas y materiales. Nosotros tenemos un futuro que construir y por ello festejamos la solidaridad y la unidad de la clase proletaria y las festejamos con nuestras luchas. ¡Viva el internacionalismo proletario en marcha!
Héctor / 23-02-2010.
Notas:
[1] R. Luxemburgo: Introducción a la Economía Política.
[2] Ídem.
[3] F. Engels, La tutela de los Estados Unidos, 23 de enero de 1848.
[4] F. Engels. La magnífica California, 7 de enero de 1849.
[5] C. Marx. La guerra civil norteamericana. 20 de octubre de 1861.
Costa Rica, realiza durante los primeros meses del 2014 las elecciones parlamentarias y presidenciales. La desconfianza de los trabajadores en este teatro ha llevado a que con un abstencionismo elevado el estado costarricense deba ir a segunda ronda para definir el presidente. Su sistema democrático ha sido usado por la burguesía internacional como “un ejemplo” para los otros países centroamericanos. En los 70’s y 80’s Costa Rica realizaba fiestas electorales con toda tranquilidad mientras que en el resto de Centroamérica se desangraba el proletariado y los explotados en las distintas guerras, unos detrás de los “Frentes Únicos” y las luchas de “liberación nacional” y otros detrás de los grupos paramilitares y ejércitos locales.
Aún en la actualidad esta fraseología por “la democracia” sigue teniendo un peso importante, sigue enrumbando al proletariado en Costa Rica como en todo el mundo a sumarse por los partidos de la burguesía –de “la izquierda” o “la derecha”– y continúa como remedio efectivo contra el germen de la organización y la toma de conciencia de la clase.
El parlamentarismo ya no es una táctica de lucha del proletariado mundial. Después de la entrada del capitalismo en su periodo de decadencia, a principios del siglo pasado. El parlamentarismo no es terreno para obtener reivindicaciones sociales, sino que, es el mecanismo más efectivo del capitalismo para ahogar la toma de conciencia del proletariado en sus propias fuerzas. El discurso democrático no hace más que intentar embellecer un sistema moribundo y busca confundir a los trabajadores haciéndolos creer que no hay nada más allá del capitalismo. Sólo el proletariado unido e independiente de la burguesía y sus instituciones puede desarrollar las fuerzas necesarias para transformar este mundo.
Costos millonarios que salen del bolsillo de los trabajadores
La "Fiesta" de la democracia, como ha denominado la prensa [1] y el Gobierno de Costa Rica a las elecciones parlamentarias, se ha desarrollado con toda tranquilidad "cívica" el pasado domingo 2 de febrero del 2014. La "Fiesta" ha sido aplaudida ampliamente por los organismos internacionales e nacionales calificándola como un "ejemplo latinoamericano a seguir" debido a su sólido aparato electoral llamado localmente como "Tribunal Supremo de Elecciones" (TSE) [2], que posee un rápido y eficiente sistema de conteo de votos y un presupuesto del Estado para financiar la "fiesta" de unos 36,295,340,000 colones (70,476,388 dólares) [3], sin contar con las contribuciones de los ciudadanos "patriotas", es decir, el dinero que desembolsan las burguesías nacionales e internacionales para favorecer sus privilegios. Una enorme cantidad de dinero para un país con menos de 5 millones de habitantes.
Los medios de comunicación locales hablan de un "viraje" de la política "neoliberal", de una "derecha a un centro", por el remonte, poco previsto, de la segunda fuerza de la burguesía "honesta e incorruptible", el Partido de Acción Ciudadana (PAC). Este último partido logró ganarle al partido que ha estado más años en el poder, después de la guerra civil interburguesa del 48, el Partido de Liberación Nacional (PLN), pero no lo suficiente para un gane definitivo.
Según la legislación parlamentaria de Costa Rica se requiere un 40% de votos para ganar la presidencia, de lo contrario los dos primeros deberán pasar a una segunda ronda para definir el ganador de la contienda. En el caso de la selección de diputados esto no aplica, estos son repartidos porcentualmente por provincia según la cantidad de votos ganados por todos los partidos participantes en la “primera vuelta”. La “segunda vuelta” solo se ha dado dos veces, en las elecciones del 2002 entre Abel Pacheco del PUSC y el Rolando Araya del PLN y en las actuales. La “fiesta” se extiende por dos meses más, siendo un problema de financiamiento para los partidos y para el Gobierno.
El dinero del Estado se reparte según la cantidad de votos ganados por partido al final de la contienda. Es decir, si un partido poco popular gana con una suma considerable de votos, este recibirá más dinero del invertido, y viceversa. El PLN ha solicitado “una tregua electoral” para no “despilfarrar” los recursos del Estado, pero en realidad es debido a que el PLN apuntaba a un gane en primera vuelta y quedó sin dinero para la campaña, lo que lo hace depender de las contribuciones de los “apreciados” ciudadanos. Del otro lado el PAC posee todavía recursos del Estado y se muestra más solvente económicamente. El PLN gastó, en datos aproximados, 4500 millones de colones y quedó con un saldo a favor de 747 millones de colones, mientras que el PAC invirtió 1500 millones y quedó con un saldo positivo de 3,726 millones de colones [4].
La “gran revelación” de la “fiesta” fue el remonte del PAC y del Frente Amplio (FA), un remonte muchísimo más acelerado de este último. El FA invirtió menos de 1000 millones y recibirá un saldo positivo de 1985 millones de colones.
Luis Guillermo Solís, candidato a la Presidencia por el PAC, fue militante del PLN hasta el año 2005, partido que impulsó los "Programas de Ajuste Estructural" (PAES) durante los 80's y 90's financiado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, para fomentar la "aceleración" de la Industrialización, que significó -en pocas palabras- ayudar a la crisis capitalista internacional por medio del endeudamiento estatal, y por medio de la creación de "Zonas Francas", paraísos fiscales para empresas multinacionales que no pagan prácticamente nada de impuesto, y donde tiene trato preferencial para el uso de recursos como la energía y el agua. La mayoría de empresas establecidas en las Zonas Francas son empresas de ensamblaje, que introducen, gracias a los acuerdos multilaterales entre países centrales y periféricos, mercancías con prácticamente entrada libre al país, las ensamblan y las exportan disfrutando de todos los beneficios fiscales, es decir logran posicionan en el mercado mundial mercancías terminadas en condiciones mucho más favorables, acelerando a su vez los déficit fiscales del Estado por la poca recaudación, lo que hace incurrir al Estado a grandes prestamos a organismos financieros del capitalismo mundial.
Su vicepresidenta Ana Elena Chacón, hasta hace poco militantes del Partido de Unidad Social Cristiana (PUSC), el partido "contrincante" del PLN después del 48, fue fiel defensora del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estado Unidos que provocó gigantescas movilizaciones sociales, y donde la única forma de aprobarlo, ante el descontento de la población, fue por medio de un referéndum en donde se hizo uso del fenomenal aparato electoral del Estado, para garantizar una "justa" decisión ciudadana, en donde un 51,62 % votó el Si, y un 48,38 % votó el No, con un abstencionismo gigante del 40.8 %, casi la mitad de la población [5]. Los "perdedores", todos aquellos que no vieron el referéndum como una vía viable y aquello que lo creyeron y votaron No, tenían que bajar la cabeza y aceptar los resultados. ¡Es la decisión de la mayoría!
La otra revelación de la noche fue el ascenso del Frente Amplio, la izquierda democrática costarricense. Este partido fue fundando en el 2004 por varios elementos de la izquierda parlamentaria costarricense, un ex diputado del partido Fuerza Democrática del periodo 1998-2002, José Merino del Río, que se hizo popular en el periodo del TLC por sus “patrióticas” denuncias al tratado, Eduardo Mora Valverde ex militante del antiguo partido comunista costarricense, Patricia Mora esposa de Merino y sobrina de Manuel Mora Valverde, fundador del Partido Comunista Costarricense, entre otros. Son la herencia del “comunismo a la Tica”, fieles defensores de la democracia parlamentaria desde su fundación, adheridos años después al estalinismo.
El candidato a presidente, José María Villalta, diputado en el periodo que termina, ha repetido reiteradamente por televisión que “ellos no son comunista” [6], que su movimiento es un “frente (muy) amplio”, de múltiples tendencias políticas, todos usando un mismo color de bandera: el amarillo y el negro. El programa de gobierno que proponen no es más que la exaltación de la explotación estatal sobre la población, y la resolución de los graves problemas económicos por vías nacionales, mejorando la recolección de impuesto (“más para los ricos, menos para los pobres”), siendo “menos corruptos”, retomando los monopolios estatales, todo resuelto por la “gigantesca” capacidad nacional, que puede vencer, según ellos, un problema crónico del capitalismo mundial, un crisis que ha metido en deuda a países enteros para buscar una salida su crisis irresoluble.
Por último hay que hablar del Partido de los Trabajadores (PT) y el Nuevo Partido Socialista (NPS). ¡Primera vez en la historia de nuestra “apreciada” democracia, que participan dos partidos trotskistas en la “fiesta”! ¡Ahora tenemos la opción de votar un presidente trotskista! El PT se reivindica de la IV internacional (la que nació muerta), se hace llamar “un partido clasista de los trabajadores”, e impulsan, por la vía parlamentaria, “una democracia obrera y socialista” que ejecute una cierta cantidad de reformas, como, el no pago de la deuda externa, poner a tributar al capital, derogar el TLC y realizar una reforma agraria, a pesar de reivindicarse como “internacionalista”, piensan que este “gobierno socialista logrará ganarle la partida al capital”, haciendo una que otra medida económica aventurera localista, “gobernando” al proletariado costarricense, porque claro está, que no estamos hablando del poder de los consejos de trabajadores organizados fuera del poder Estatal, sino de un grupo selecto de militantes que deberá soportar, ellos mismos, en su Partido, todo el proceso de transformación social.
Por otro lado el NPS, plantea que su “intervención” en las elecciones nacionales, se basa en el apoyo a un “ciclo de luchas en la perspectiva de profundizarlo en un curso de independencia política y más radicalizada”. Es el invitado de la “fiesta” que entra para convencer a sus participantes que hay que hacer otra “fiesta” donde estén los que “realmente” son los buenos. Su programa plantea una “Asamblea Nacional Constituyente” en donde se discutirá una “nuevo tipo de sociedad”, en donde se definirá un gobierno “desde los sectores explotados y oprimidos”, que establezca impuestos a las Zonas Francas, promueva la organización sindical en el sector privado, entre otras medidas.
En general este último también cree que hay que “construir” un partido de clase que “gobierne” para los explotados y oprimidos, no confían un pelo en las capacidades organizativas de los trabajadores, el Partido será su “gran guía”, el Partido será el “poder” de los trabajadores. Las condiciones subjetivas actuales del proletariado internacional son desfavorables, el proletariado no se ve a sí mismo como una clase histórica, no tiene confianza en si mismo. El izquierdismo quiere ser “la guía” de este atraso de conciencia del proletariado. En realidad el problema no está en enrumbar al proletariado en sumarse a un proyecto político de un partido dado, el gran reto de las organizaciones de vanguardia está en trabajar para que el proletariado vuelva a creer en sí mismo, que sea vea así mismo como la única clase capaz de sacar la humanidad adelante, impulsando la creación de sus propios organismos independientes.
Según datos preliminares, el Partido de los Trabajadores logró un 0,63 % de votos, lo que equivale a 10,723 votos, y el Nuevo Partido Socialista un total de 0.02 %, 282 votos (solo inscritos para la provincia de Heredia). El PT afirma que las elecciones fueron “una victoria para la clase trabajadora” [7], ya que esos votos fueron hacia “un programa clasista y socialista” y hacen un llamado a los trabajadores a unirse a “un Partido democrático”, que debe crecer en número para poder hacer “la revolución” desde el terreno de la fenomenal democracia costarricense.
Es importante resaltar que a pesar del inmenso despilfarro del Estado para hacer popular esta “fiesta” la gran mayoría de los costarricenses decidió no participar, el abstencionismo llegó a una cifra histórica del 31,73 %, según datos preliminares. El grupo de los que no “asistieron a la fiesta” crece de manera importante desde 1982, año en donde la economía costarricense llegó a su punto más bajo, ¡misteriosamente mismo periodo en donde el capitalismo entra en una crisis crónica!
Es aventurado ligar el crecimiento de este número a un avance político de la conciencia del proletariado costarricense, sin embargo, es un dato que por lo menos nos dice que esta “fiesta” no es muy popular, y que a pesar del crecimiento de fuerzas parlamentarias no tradicionales (PAC y FA), se ha mantenido constante durante muchos años.
Es común escuchar decir en la población costarricense “si no vota, no se queje”, a así como “hay que respetar los resultados”. También, el día de las elecciones, un chofer de bus de la comunidad de Acosta detuvo el bus para cantar el himno nacional y fue resaltado en los diarios del país como un acto de “civismo ejemplar”, acto que llena de lágrimas a los “patriotas costarricenses”.
A pesar de las grandes campañas de televisión, periódico y redes sociales, este número de “malos” ciudadanos siguen en aumento. Los que ven con desconfianza al parlamento seguirán sentados atrás de este bus de Acosta, sin saber el himno, y se verán molestos los días de la “fiesta” debido a que no se sienten invitados a la pachanga.
Las elecciones parlamentarias son un buen espacio para afirmar el nacionalismo y para acreditar la democracia burguesa “respetando sus resultados”, que son la “elección” de la ciudadanía en general. Es el veneno más efectivo del capitalismo en su periodo de decadencia y putrefacción para apagar todo confianza del proletariado en si mismo, y borrar, en el mar de la ciudadanía, cualquier identificación de clase. Además, impide al proletariado verse a si mismo como el sujeto revolucionario que no tiene patria, ni pertenece a una localidad específica, y que más bien, sus características de clase rebasa las fronteras, sus problemas solo tienen solución a nivel internacional.
Los debates presidenciales -parodia de lo que significa un verdadero debate- se basan en la habilidad oratoria o actuación de cada orador, ellos buscan, a toda costa, sumar más votos para su partido, estableciendo “tácticas” enfocadas en lo que van indicando las encuestas de opinión. En las pasadas elecciones las miradas de los candidatos están hacia “los indecisos”: aquellos que no saben por quién votar en el baile de gala de la “fiesta patria”. Cada debate gira en torno a ganar tal o cual sector de la población, o bien, desmentir lo que el otro candidato o periódico dijo de él, ¡no se vaya a confundir la ciudadanía costarricense de sus "buenas" intenciones!
¿Cuál es la tradición de debate del proletariado mundial? El marxismo es un debate de ideas en donde se piensan la sociedad teniendo una visión materialista de la historia, pero este no ha sido siempre parte orgánica del proletariado, han existido muchas tendencias en la historia del movimiento obrero: los anarquistas, los socialistas utópicos, los socialdemócratas, etc. El avance de conciencia del movimiento obrero, y su misión histórica, ha dado saltos importantes en la histórica. Estos avances políticos han ido de la mano de un avance teórico, el movimiento obrero han logrado teorizar sobre su práctica revolucionara y dar grandes saltos.
La sana cultura de debate dentro del movimiento obrero ha logrado estos saltos, no la imposición de una idea sobre otra, como es la tradición del parlamentarismo burgués. Es de primordial importancia levantar de las cenizas la tradición de debate del proletario. El estalinismo rompió está tradición, pero no logró aniquilarla, muchos elementos internacionalista de esta tradición lograron sobrevivir de forma precaria en Holanda, Italia, Francia, España y Bélgica. En Rusia, ya para 1937, toda la oposición al partido estalinista estaba en prisión o muerta. Es la misión de sector más avanzando del proletariado trabajar en ello.
La participación en las elecciones, además de ser veneno de la organización proletaria, no brinda ningún espacio para obtener reivindicaciones sociales, como defiende el izquierdismo costarricense. Una concepción tal de la historia, no es más que la expresión del oportunismo. Este activismo desenfrenado lleva al grueso de la juventud universitaria –pequeñas minorías de la sociedad costarricense y ciudadanos sensatos– a luchar por cualquier cosa, por “un Estado laico”, “por la creación de sindicatos”, “por el matrimonio en personas del mismo sexo”, luchas marginales, en su mayoría interclasistas, que no son espacio en donde el proletariado pueda retomar la confianza en si mismo, son modelos ya nacidos caducos para el proletariado en la época histórica del capitalismo mundial, su periodo de decadencia y putrefacción.
La lucha en el terreno de la democracia y los sindicatos, para el marxismo, ha sido ampliamente demostrada durante el siglo XX. Al principio del siglo XX la situación del capitalismo mundial tuvo un cambio de rumbo: terminó el periodo de ascendencia y empezó el periodo de decadencia, su fase final. Dicho cambio implica un cambio de táctica para el proletariado. Las tácticas de la socialdemocracia como participar en las elecciones parlamentarias para desenmascarar la naturaleza del sistema por medio de propaganda, elevando las reivindicaciones de clase, tácticas actuales del izquierdismo, fueron superadas gracias al giro histórico del capitalismo a su fase de decadencia, y el desarrollo teórico-práctico del proletariado en este periodo. La teoría de la decadencia y el cambió de tácticas revolucionarias llevó a desechar esas viejas teorías del capitalismo en ascendencia, y adoptar, las nuevas encarnizadas en los partidos que rompieron con la socialdemocracia e impulsaron el cambio por vía de la revolución mundial. No es un invento de “los ultra izquierdistas”, crítica vacía del izquierdismo para fundamentar su oportunismo, es parte del marxismo y la historia del movimiento obrero, fue parte fundamental de las teorías sobre el imperialismo de Lenin y La acumulación de capital de Rosa Luxemburg.
Tanto el NPS como El PT, hablan de “llevar al parlamento a diputados obreros”, claro, diputados de sus partidos. La historia del los consejos obreros en Rusia muestra la naturaleza real de los diputados proletarios, escogidos en asambleas de trabajadores, fuera de todo organismo estatal, independientes, fuera de toda concepción de partidos de masas, y establecidos con un organismo de poder paralelo. Estos “diputados obreros” en vez de fomentar la organización de los trabajadores, relegan todo trabajo político a este pequeño grupo selecto, despiertan en las masas la ilusión que otros pueden realizar su lucha. ¡Esta táctica fue superada con las lecciones obtenidas con la experiencia de la socialdemocracia hace más de un siglo! ¡No es un invento de los “archi-izquierdistas”! La experiencia histórica del parlamentarismo ha sido clara: efecto contrarrevolucionario de fortalecer la dominación de los dirigentes sobre las masas y la tendencia a la corrupción de dichos dirigentes, bloquear la confianza en sí mismo y fomentar la desunión política del proletariado a nivel internacional.
La dependencia y culto a los dirigentes es un veneno nocivo para la organización de los trabajadores quienes deben confiar en sus propias fuerzas y quiénes son los únicos que podrán combatir su propia miseria y plantear un futuro para la humanidad. Los problemas que aquejan al proletariado costarricense no tienen solución a nivel local, corresponden a un capitalismo internacional en decadencia, problemas irresolubles con reivindicaciones sociales localistas, como medidas fiscales o una reforma agraria. Las luchas económicas en el capitalismo en decadencia han pasado a ser luchas para la defensa de reivindicaciones sociales del capitalismo en ascendencia, no son un terreno para la lucha revolucionaria, que han adquirido –cada vez más– características mundiales. La crisis no es de tal o cual país, aqueja al globo entero.
Las tareas de las organizaciones de vanguardia del proletariado mundial no se definen en el terreno de un país dado, sino en una lectura del capitalismo mundial y una organización del proletariado a nivel internacional. La organización de los comunistas no se conforma como una sumatoria de organizaciones nacionales, o una federación de organizaciones, sino como una organización internacional que actúa de forma unificada a nivel internacional, así como el capitalismo ha adquirido estas dimensiones sistémicas. La democracia y el parlamentarismo minan el avance de conciencia del proletariado en ese sentido político y minan el desarrollo de sus propias capacidades organizativas relegando su misión a otros “grandes dirigentes”, diluyen su misión histórica en luchas nacionalistas de carácter interclasista. Por eso no vemos ninguna táctica para el proletariado en participar en las elecciones parlamentarias.
Andrés,
por el Núcleo de Discusión Internacionalista de Costa Rica
13 de febrero 2014
En el contexto de una crisis mundial generalizada, tocó a México en 1994 sumarse al concierto con el llamado “efecto tequila”; a este supuesto “desajuste” de la economía domestica del país azteca, le siguieron la crisis de la devaluación de las monedas de los “tigres asiáticos” que durante los primeros años de esa década fueron considerados como ejemplo de la pujanza y la expansión sin precedente; y luego la de Argentina en el cono sur del continente americano, con su “efecto Tango” que demolió su mercado interno e hizo añicos los ahorros de los trabajadores. Y los brotes no terminaron, por todos lados vimos como se fueron agregando Estados nacionales, anunciando la quiebra de sus finanzas públicas, el ahogamiento de sus economías por descomunales deudas financieras. Para la clase obrera ello trajo la destrucción de los sistemas de protección social y la ampliación de las cargas impositivas; se profundizó la explotación y se prolongó la edad de jubilación. La recesión que padece el sistema económico mundial ha significado para la humanidad la multiplicación de despidos, el incremento vertiginoso del desempleo que está alcanzando cotas desconocidas desde los años 30 del siglo pasado (para muestra véase España y Grecia), el incremento del empleo precario principalmente en las llamadas economías emergentes, el descenso general de un nivel de vida amputado por planes de austeridad a repetición, un empobrecimiento creciente que se concreta en la marginalización brutal de una parte cada día más importante de la población.
Durante mucho tiempo la burguesía ha puesto en la opinión pública mundial variedad de temas y discursos ideológicos. Desde la reducción de la función y el tamaño del Estado planteado por Reagan o Thatcher hasta la revalorización del papel social y regulador del Estado al modo de Clinton y ahora de Obama, la izquierda ha sustituido a la derecha o a la inversa cumpliendo sin ninguna complicación en lo esencial con su tarea de dominación y mistificación ideológica que ejerce sobre el conjunto de la sociedad, al mismo tiempo invariablemente la realidad ha seguido avanzando en el mismo sentido: hacia la profundización constante de la crisis mundial y la degradación generalizada de las condiciones de vida de los explotados. Sin embargo, los teóricos de la clase dominante se empeñan infructuosa pero recurrentemente en la construcción de fórmulas econométricas para enfrentar la crisis mundial presentándolas como “virajes históricos” o “nuevos paradigmas de desarrollo económico”. A principio de la década de los noventa, según sus cálculos sería el proteccionismo el responsable de estar ahogando la reactivación económica. De tal modo que la apertura de los mercados y el respeto de las reglas de libre competencia serían la panacea que permitiría que la economía mundial saliera del fango. En ese contexto se dio la llamada “Ronda de Uruguay del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) en 1986 que representó un momento álgido de la guerra comercial agudizada en el campo de batalla del mercado mundial. Un alto en el camino para saldar cuentas, enfundar los sables temporalmente y “acordar” los términos de las futuras contiendas. La clase obrera nada tenía ni tiene por que involucrarse en esos enjuagues, la historia y la realidad se encargaron de exhibir su significado: a la postre, los responsables capitalistas tuvieron un nuevo argumento para explicar los despidos, los recortes salariales, para imponer más miseria. Y luego, un pretexto para que, responsabilizando a ese modelo, justificar el relevo en el timón del abollado barco del capitalismo.
Recientemente, los tres gobernantes de América del Norte, se reunieron en el marco de la celebración de los 20 años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA en inglés) que las tres naciones-México, Canadá y Estados Unidos- firmaron en 1994. No es nuestro interés sumarnos a conmemoraciones efusivas en la que se revuelcan tanto la derecha como la izquierda del capital para, según sus “talentosas plumas”, desmenuzar los “logros” y “desavenencias” que les trajo esta negociación a los capitalistas de la región. Desde una perspectiva proletaria, es claro que los Convenios pactados entre burgueses siempre están en la lógica de una disputa por la ganancia en el contexto de un mercado mundial agotado y que buscan agruparse bajo la preeminencia de capitales ligados a imperialismos regionales, para enfrentar en mejores condiciones la concurrencia y competir con otros bloques que se configuran por el mundo. No es enfundándose en el traje del tío Sam o en el de Juan Escutia, como se pueden establecer las implicaciones para la clase obrera en estos veinte años de tratado, porque más allá de aspectos territoriales, los costos de la fuerza de trabajo representa en todo momento el elemento central en la pretendida competitividad que como parte de los objetivos iniciales tenía dicho tratado. La desgravación gradual que se planteó significaba, a decir de sus economistas, ir homologando los costos de producción, principalmente los variables donde están los salarios, y cuya tendencia a la homologación en ningún caso la fijan los ingresos más altos sino por el contrario, los más precarios. No es ninguna novedad que uno de los saldos que más se destacan por tirios y troyanos es la agudización de la desocupación de los tres países, principalmente en México y Estados Unidos. Ya Marx en 1848 daba cuenta que el libre comercio simplemente constituye un momento en el proceso de precariedad progresiva para los obreros:
“Admitid por un instante que no existen ya ni leyes cerealistas, ni aduanas, ni arbitrios municipales, en una palabra, que han desaparecido por completo todas las circunstancias accidentales que el obrero podía tomar aún como las causas de su situación miserable, y habréis desgarrado todos los velos que no le permitían ver a su verdadero enemigo.
El obrero comprobará entonces que el capital, desembarazado de toda traba, le reporta no menos esclavitud que el capital coartado por los derechos de aduanas.”[i]
La señora Carla Hills que encabezó al grupo de negociadores estadounidenses en 1994, ha sacado un poco celebrable balance de la gestión del tratado: el incremento de 400% en el comercio entre los tres países y la pérdida directamente adjudicable al TLC de 850 mil empleos en el mercado laboral de su país. En México, la izquierda del capital se esmera en sus análisis para establecer juicios que incriminan a los “tecnócratas” mexicanos el haber firmado literalmente con los pantalones abajo, y achacan al tratado el hecho de haber tenido durante este periodo un lento y débil crecimiento al mismo tiempo en que las masas empobrecidas se expandieron exponencialmente en todo el territorio, como si las dificultades del sistema capitalista mundial pudieran ser ya no digamos sorteadas sino tan siquiera aminoradas con la astucia nacionalista de refinados tecnócratas economistas. Culpan al TLC de la pérdida de 4.9 millones de empleos en el campo mexicano, de la emigración de 6 millones de personas de las localidades rurales, así como de la reducción del PIB agropecuario de 5 a 1.5% convirtiendo a México en el tercer importador de alimentos, como si todo ello no fuera un proceso orgánico y natural a la acumulación capitalista que lo mismo significaba el que fuera conducido por una burguesía trasnacional que una burguesía criolla con un alto amor a la patria. Habría que recordarles que todos los fenómenos destructores suscitados por la libre concurrencia en el interior de un país se reproducen en proporciones más gigantescas en el mercado mundial.[ii]
En el marco de una economía dirigida a la exportación, a la búsqueda de mercados ya saturados igual o peor al interno, este último comprimido aun más por la precariedad de los salarios de los obreros y la miseria generalizada, México vivió durante lo que lleva el tratado, o incluso en años previos, la imposición de una serie de medidas de adaptación técnica en los procesos de trabajo que redundaran en la elevación de los estándares de eficiencia y productividad para enfrentar la competencia de sus iguales luego de las subsecuentes desgravaciones programadas en paquetes según sus teóricos para evitar la quiebra abrupta de ramas económicas completas en algunas regiones, sobre todo en México donde su economía es a todas luces más débil. La introducción de cambios tecnológicos en los procesos de trabajo en ramas económicas (la agricultura de ciertas regiones o la minería, por ejemplo) buscaban trascender la dominación formal de las relaciones capitalistas sobre el territorio a una explotación intensa y directamente capitalista de los procesos de producción, es decir la extracción predominantemente de plusvalía relativa. Sin embargo, se debe considerar que ambas formas de la plusvalía, la absoluta y la relativa, de las cuales la primera es siempre precursora de la segunda, seguirán presentes en el horizonte de la explotación del obrero ya que “ más desarrollada, la segunda, puede constituir a su vez la base para la introducción de la primera en nuevas ramas de la producción […] Con la subsunción real del trabajo en el capital se efectúa una revolución total (que se prosigue y repite continuamente) en el modo de producción mismo, en la productividad del trabajo y en la relación entre el capitalista y el obrero.”[iii]
Desde mediados de los ochenta, y con la inclusión de México en el GATT, se abre paso a una serie de reformas dirigidas a la reducción de costos tanto directos como indirectos de la fuerza de trabajo. De un lado, encubierto en la reconversión de un Estado poseedor a un “Estado regulador”, se emprendió el desmantelamiento de áreas que le representaban beneficios sociales al conjunto de los trabajadores, y no nos referimos a que se hayan privatizado empresas paraestatales, sino por ejemplo, a la desaparición de guarderías en los institutos de seguridad social, al abandono y precarización de las farmacias de los mismos, al retiro de subsidios al trasporte de los trabajadores, y en general a la reducción progresiva del gasto en educación y en salud. Del otro, un cumulo de reformas devastadoras de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera, la imposición de la flexibilidad laboral que en simple castellano significa intensidad en el trabajo y la extensión de jornadas, sin olvidar la invasión con un mundo de mercancías baratas y de pésima calidad que redujeron y deterioraron los satisfactores del trabajador. Nadie se salvó en este largo infierno que ha representado el amoldamiento del país a las nuevas circunstancias de la lucha brutal por la ganancia: trabajadores de la salud, de la educación, obreros metalúrgicos y mineros, petroleros, electricistas, jornaleros agrícolas, todos los sectores del proletariado sometidos a condiciones de explotación y a una depauperización inhumana que hoy en día apenas si se garantiza la reproducción de su fuerza de trabajo. Desde la introducción de la rotación de turnos y la movilidad en puestos de trabajo que se impusieron en la Volkswagen de Puebla a finales de los ochenta, al outsourcing que hoy se extiende en todos los sectores económicos, la contratación por hora, etc., representan la característica central de las medidas tomadas por el capital para abaratar los costos de producción, en esencia los derivados de los ingresos salariales. Homologar las condiciones contractuales a las que tienen sus socios del tratado, aun cuando las de los estadounidenses se caractericen desde 1994 y en nombre del «liberalismo» y de la sacrosanta ley del mercado, por no contar prácticamente con ningún reglamento en el mercado del trabajo. Ese ha sido la labor de la burguesía local representada en los Congresos, Gobiernos y Tribunales, y en ello, todas sus fracciones se han sumado sin reparo, porque cuando se trata de combatir a la clase obrera, la burguesía se une. El proletariado siempre debe poner por encima de todo su carácter internacional y buscar la unidad con sus hermanos independientemente de fronteras y a pesar de los acuerdos de sus explotadores que buscan colocar el veneno del nacionalismo como barrera.
Raskolnikov, marzo de 2014
[i] Karl Marx. Miseria de la filosofía. Discurso sobre el libre cambio. Pronunciado el 9 de enero de 1848 en una sesión pública de la Sociedad Democrática de Bruselas.
[ii] Idem.
[iii] Marx, Karl. El Capital, libro I, capítulo VI (inédito). Siglo XXI Editores. 1985.
Bajo el imperio romano era conocida la frase de “al pueblo pan y circo”, una divisa que los emperadores aplicaban ya que conocían sus resultados para apaciguar el descontento y evitar la rebelión de los desposeídos. Hoy ni a pan llegamos y nos están conteniendo a base de capítulos espectaculares y escandalosos, para mantenernos atiborrados y sin pensar durante semanas. Todos los medios de comunicación (los “media”) se sumaron a la gran campaña de la detención del “Chapo” Guzmán. Largas disertaciones de lumbreras intelectuales opinando sobre este personaje y como colofón, el Estado vanagloriándose de esta captura presentándola como un gran logro, como si se tratara de un acontecimiento que beneficiaría las condiciones de vida de millones de trabajadores que vivimos al borde de la angustia porque no llegamos a fin de mes. Es evidente que este escándalo obedece al hecho ineluctable de que la situación que vivimos sigue empeorando, cada vez el dinero alcanza para menos, la inflación “oficial” es ridícula en relación a la inflación concreta, la que encontramos todos los días en el mercado; las promesas de mejora son solo eso… ¡promesas!, por tanto, se impone como necesidad del capitalismo el buscar distractores, usar elementos producto de su agonía para nublar nuestra conciencia y ocupar el terreno de reflexión.
El mundo de la droga nos invade, desde los cárteles que antes eran una referencia folklórica de ciertos estados del país y que hoy pululan en todos los rincones, hasta la invasión íntima, familiar, cercana, de este flagelo; hoy la droga está en las escuelas, en las oficinas, en los antros, en las calles… México ha dejado de ser “tránsito de drogas” para convertirnos también en un jugoso mercado. La pregunta obligada es ¿por qué la población demanda drogas?, ¿por qué una sociedad necesita huir ciegamente en los terrenos de la drogadicción? Desde luego que no se trata de un juicio moral sobre los “buenos” (que no se drogan) y los “malos” (que se drogan), tampoco se trata de defender una supuesta “libertad” de meterte lo que esté a tu alcance con tal de evadir la realidad apelando a un derecho del individuo a hacer lo que se le venga en gana (aquí la democracia se muestra como lo que es: en aras de una supuesta defensa del individuo se hunde con él). La cuestión es más profunda y se debe abordar sin culpabilizar a las personas. El fondo es que estamos viviendo una decadencia de un modo de producción y, en ese marco, por más de 40 años, una crisis agónica del capitalismo, sin salida y cada tramo de tiempo que pasa hace más insoportable esa crisis. Esta decadencia está ahora en grave estado de descomposición, las clases fundamentales de la sociedad (burguesía y proletariado) no han dado respuesta a esta decadencia y entonces la sociedad se hunde en una descomposición social atroz. Ésta se refleja en unas condiciones de vida donde los hijos dependen de los padres y no tienen perspectivas de independizarse, el futuro de los “viejos” es ser arrojados a la miseria, la niñez sometida a programas educativos que solo los adocenan y someten a espejismos de estereotipos de “hacerse rico sin trabajar”, las mujeres marginadas y discriminadas, los de preferencias sexuales diferentes sufren vivir en una sociedad hipócrita, en fin, una sociedad cuyo futuro es cada vez más negro se ve arrojada a las falsas quimeras, a las puertas falsas y a las “felicidades” efímeras. Lo más terrible que le puede pasar a un ser humano es tener una vida sin futuro y sin sueños, lo cual ciertamente ha llevado a miles de jóvenes a deslizarse por las laderas del nihilismo. Hoy el consumo de drogas adquiere una nueva dimensión: “la imparable marea de la drogadicción, fenómeno hoy de masas, poderosa causa de la corrupción de los Estados y de los organismos financieros, que afecta a todas las partes del mundo y, en especial, a la juventud, un fenómeno que expresa cada vez menos la huida hacia mundos quiméricos, que se parece cada día más a la locura y al suicidio” ([1]). Todos estos efectos son la manifestación cruda de la decadencia del capitalismo que se pudre de raíz. Es por ello que es ridículo presentar la detención de un capo como “un avance” para la sociedad.
“Como cualquier otro capitalista el narcotraficante no tiene más objetivo que la ganancia” ([2]) y como tal, están condenados a “crecer” o sucumbir ante la competencia del cártel vecino. Antes los cárteles estaban localizados en ciertas regiones, hoy todos luchan contra todos en cada palmo de terreno y, como ya lo hemos denunciado antes, esta actividad no es posible que se desarrolle al margen del Estado: “Cada grupo de la mafia surge bajo el cobijo de una de las fracciones de la burguesía, pero la propia competencia económica y la disputa política hacen que el conflicto crezca” (…) “Cada fracción en el poder protege y empuja al crecimiento de un cártel según su interés, por eso la actuación de la mafia es con tanta impunidad y con tanta animosidad” ([3]). Pensar que el Estado es neutral es ingenuidad, pensar que el gobierno busca limpiar la vida social de mafias sería tanto como suponer que acabarán los corruptos con la corrupción. La llegada del PRI al poder después de 12 años de “ausencia” ha desatado las pugnas a todos los niveles: atentados en Pemex, castigo a la fracción Gordillo, pleitos a muerte por el control de los partidos políticos, destape de casos de corrupción en Oceanografía y línea 12 del metro en el DF… todo esto que aparece como “aplicación de la ley” es en realidad una cara de los ajustes de cuentas entre fracciones. Las cosas se pondrán peor.
Con la descomposición del capitalismo las divisiones en la clase dominante, las tendencias a la pérdida del control político y el hundimiento en el caos son características propias de estos tiempos históricos. La captura de tal o cual capo, de tal o cual sicario o “administrador” de un cártel obedece a la expresión de este agudizamiento de pugnas entre fracciones rivales.
Nos quieren hacer creer que deteniendo a tal o cual “cabeza” de un cártel estaríamos en la presencia de “un combate contra las drogas”. El tráfico de drogas representa en México entre el 7 y 8 por ciento del PIB (UNAM, citado en Revista Internacional no 150), la fortuna de Slim representa el 6 % del PIB, un negocio de esa magnitud no se deja en manos de fanáticos religiosos o campesinos carismáticos, ellos figurarán siempre como los “gerentes del negocio” pero el verdadero patrón despacha en otra oficina. Como “gerentes del negocio” son sacrificables como lo son en ramas enteras de la producción para el capitalismo cuando éste ya no las necesita. En el mismo tenor, cuando un capitalista remueve a su “gerente” otro vendrá en su lugar, pero el negocio no se para y si, por desgracia para esta fracción, son barridos del mercado, un nuevo “equipo” tomará su lugar y seguirá distribuyendo “mercancía” a diestra y siniestra. “Esas inmensas fortunas construidas sobre vidas humanas y sobre la explotación, encuentran colocación, claro está, en los “paraísos fiscales”, pero también en la utilización directa por parte de capitales “legales” que hacen el trabajo de ‘lavado”” ([4]). Nos quieren hoy meter en la cabeza que la captura de un capo es “combatir el tráfico de drogas”, al igual que sus promesas de mejorar nuestras condiciones de vida, al igual que sus promesas sobre “salud para todos”, etc., son meros artilugios ideológicos para esconder las verdaderas intenciones y razones. La sociedad burguesa se encuentra ante una contradicción flagrante, por una lado la clase capitalista hace gala de su doble moral al “condenar oficialmente” las drogas y su tráfico y por otro, esta actividad es ya un pilar fundamental de su economía, por tanto, la lógica del capital con las drogas es la misma que con cualquier mercancía: defenderá sus ganancias así sea al precio de destruir a la humanidad a través de este flagelo. Este es justamente el drama que plantea la dinámica misma de la descomposición capitalista: el futuro de la humanidad está en juego.
Finalmente, en una situación así el golpe a un cártel no significa “restar”, es decir, no quiere decir menos malos, sino más enfrentamientos. “La salida pacífica a tal situación es muy improbable habida cuenta de la división tan aguda de la burguesía en México, de modo que resulta difícil creer que pueda alcanzar al menos una cohesión temporal que permita la pacificación. Es el avance de la barbarie lo que parece ser la tendencia dominante…” ([5]). Es el proletariado el que sufre la descomposición de este sistema, es el proletariado un rehén de la “lucha contra el narcotráfico”, las medidas de terror del Estado de una fracción contra otra arrasa con todo… incluyendo a los trabajadores… y ante esto el futuro no está en las autodefensas (ver artículo en esta edición) sino en la lucha de clase, en la lucha por derribar este sistema podrido que nos arrebata la vida y el futuro.
Marsan, 13-03-12
[1] Revista Internacional no 62 “Tesis sobre la descomposición del capitalismo”, 1990
[2] Revista Internacional no 150, México: “Entre crisis y narcotráfico”, 2012
[3] Ídem.
[4] Ídem.
[5] Ídem.
Enlaces
[1] https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
[2] https://es.internationalism.org/tag/geografia/espana
[3] https://es.internationalism.org/tag/5/625/23-f
[4] https://es.internationalism.org/tag/situacion-nacional/mexico
[5] https://es.internationalism.org/tag/geografia/mexico
[6] https://es.internationalism.org/tag/6/560/bicentenario-de-la-independencia
[7] https://www.crhoy.com/elecciones-2014-costa-rica-hoy-vive-su-fiesta-democratica-w3l7m1x/
[8] https://www.tse.go.cr/
[9] https://www.teletica.com/Noticias/13510-Estado-destinara-mas-de-835336-mil-millones-a-deuda-politica.note.aspx
[10] https://www.nacion.com/nacional/elecciones2014/PAC-electoral-PLN-depende-donaciones_0_1394860572.html
[11] https://es.wikipedia.org/wiki/Refer%C3%A9ndum_sobre_el_Tratado_de_Libre_Comercio_entre_Estados_Unidos,_Centroam%C3%A9rica_y_Rep%C3%BAblica_Dominicana_en_Costa_Rica
[12] https://www.crhoy.com/jose-maria-villalta-asegura-que-no-es-comunista-w3l7m1x/
[13] https://ptcostarica.org/nuevo/index.php/noticias/nacionales/605-los-resultados-del-pt-en-las-elecciones-son-una-victoria-para-la-clase-trabajadora
[14] https://es.internationalism.org/tag/4/405/costa-rica
[15] https://es.internationalism.org/tag/6/578/elecciones
[16] https://es.internationalism.org/tag/20/626/chapo-guzman