Jueves
11 de marzo, siete de la mañana, estallan unas
cuantas bombas en un barrio obrero de Madrid. Tan a ciegas como
el 11 de septiembre, tan a ciegas como los bombardeos de la
Segunda Guerra mundial o de Guernica, las bombas de la guerra
capitalista han golpeado a una población civil indefensa.
Las bombas se “dejaron” sin mayor miramiento matando a
hombres, mujeres, niños, jóvenes, emigrantes
incluidos algunos procedentes de países “musulmanes”
o de otros cuyas familias –colmo de la desgracia– ni
se atrevían a ir a identificar los cuerpos por miedo a que
se les detuviera y expulsara a causa de su situación
irregular.