Después de Kosovo, Timor oriental; tras Timor oriental, Chechenia. Sin dar tiempo a que la sangre derramada en una matanza se haya secado, ya está chorreando en otros lugares del planeta. El continente africano, mientras tanto, sigue agonizando: a las guerras endémicas que desangran día tras día a Eritrea, Sudán, Somalia, Sierra Leona, Congo y otros países, se han venido a añadir nuevas matanzas en Burundi y enfrentamientos armados entre los dos «amigos» rwandeses y ugandeses, y prosigue la guerra a más y peor en Angola. Estamos realmente muy lejos de las profecías del presidente norteamericano Bush cuando anunciaba, hace exactamente diez años, un «nuevo orden mundial de paz y prosperidad» tras el hundimiento del bloque del Este. La única paz que ha ido progresando esta década es la de los cementerios.