Dada su propensión
a defender "la libertad" contra el "autoritarismo", el anarquismo capituló
completamente ante el antifascismo. Ya antes de la guerra, las diferentes
corrientes anarquistas figuraron entre las principales impulsoras del
antifascismo, lo que llevó a que una inmensa mayoría de los anarquistas tomaran
partido decididamente por los Aliados en la Segunda Guerra mundial.
Careciendo de cualquier criterio clasista basado en las relaciones sociales que
rigen realmente la sociedad capitalista, el anarquismo se vio conducido a
someterse por completo a la defensa de la democracia, esa forma especialmente
perniciosa de la dictadura del capital.