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Revolución mundial nº 87, Julio-Agosto 2005

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Correo del lector: la joven generación del proletariado reflexiona sobre el periodo de transición

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En RM 85 presentamos comentarios a un texto titulado: “A 87 años de la revolución de octubre: rescatar al marxismo y destruir al estado”, firmado por el “Comité de Análisis e Ideología Autónomos” (CAIA) y aparecido en “La Trinchera” (nº 10, Nov.-Dic. 2004). Decíamos que el texto resaltaba por la defensa que se hacía del marxismo, nadando a contracorriente del resto de artículos confusos e incluso reaccionarios de esa misma publicación. A raíz de los comentarios que presentamos, el CAIA ha enviado a nuestro buzón electrónico un texto en el que se expresan ideas que resalta su proceso reflexivo, aunque encontramos elementos que consideramos hay que continuar discutiendo, como el papel del partido, al dado que por lo menos no queda claro cuando dicen: en la práctica de los bolcheviques luego de 1905 “la concepción de la conciencia inyectadAa ha desaparecido ¿la idea del partido de vanguardia también?” Más adelante repiten el viejo reproche anarquista, que ve en la consigna bolchevique “¡Todo el poder a los Soviets!” una estrategia desesperada, y por tanto no reflexionada y conciente de lo que significa en términos de acción transformadora, así que, nos dicen: “¿nos encontramos de pronto con un Lenin que se olvida de su Partido para cederle el lugar de este a los Soviets?, ¿o con un Lenin y un Partido bolchevique que se han visto rebasados por las masas y tienen que ‘correr’ detrás de ellas?...” Estas preguntas muestran la dificultad que hay en entender el papel relevante que el Partido guarda en la lucha del proletariado. Pero estos aspectos en esta ocasión no los abordaremos, no por ser de poca importancia, sino tomaremos aquellos en los que los compañeros abundan más, es decir en el problema del periodo de transición, y el papel y naturaleza del Estado.


El marxismo no es defensor del estatismo

La reflexión de los compañeros de CAIA avanza señalando: “… no adjudicamos a Lenin ninguna conciencia estatista… Si criticamos la idea que respecto al Estado reprodujeron muchos marxistas de esos a quienes ustedes llaman ‘izquierdistas’” Y más adelanta marcan mejor su posición: “La concepción del Estado en Marx, como se desprende de la lectura de El dieciocho brumario y de la Guerra Civil en Francia es una concepción negativa… al concebirlo como parte del entramado de las relaciones capitalitas…” bajo ese argumento bien planteado preguntan: “¿no se establece una separación entre el Estado (dominación de la burguesía por el proletariado) y el proletariado mismo cuando se sostiene la idea de ‘tomar el poder del Estado’?... ¿no propone el socialismo estatista un nuevo tipo de enajenación al separar al proletario de su propia acción emancipatoria, poniendo al Estado de por medio?” Y terminan con algunas preguntas importantes: “si Marx, Lenin y el marxismo establecen que su lucha es contra todo Estado ¿entonces porque seguir usando el término? ¿…<es posible hablar de> Dictadura del proletariado, sin referirnos a ello como una lucha por el poder del Estado?... ¿Se puede conservar la independencia de clase del proletariado estableciendo un Estado separado de la dictadura del proletariado y no como expresión de ésta?...”.

Lo primero que hay que señalar es que el marxismo efectivamente no busca su realización a través de un Estado, Engels señalaba que el partido sostenía un programa no “… únicamente socialista en general, sino directamente comunista, es decir un partido cuyo objetivo es la supresión de todo Estado y por consecuencia de la democracia…”, es mentira por ello que la lucha proletaria sea conducida por el marxismo hacia la toma de la vieja estructura del Estado. Lo que el marxismo se propone es la DESTRUCCIÓN de la vieja máquina de dominio. En 1872, luego de la experiencia de la Comuna de Paris, Marx y Engels escribían que “la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está y servirse de ella…” pero al mismo tiempo estaban claros que se requería de un período de transición antes de alcanzar la construcción de la “verdadera comunidad humana”. Es en esa fase histórica que la Dictadura del Proletariado tomará forma, por lo que tal organización revolucionaria suele ser considerada como ese Estado del período de transición, el propio Marx en la Critica al Programa de Gotha, daba a entender que en el período de transición, “el Estado no puede ser otro que la Dictadura del proletariado”, Lenin sobre esta base formuló en el concepto del Estado proletario en Estado y revolución, lo que expone la dificultad existente sobre este asunto, y que sólo la reflexión a partir de la revolución rusa ha dado la posibilidad de tener una mayor comprensión y entonces poder hacer la critica de estas afirmaciones que fueron una primera aproximación.

Justamente porque el ensayo de poder proletario en Rusia enfrentó dificultades enormes (mayoría de campesinos en la sociedad rusa, la necesidad inmediata de terminar con la guerra civil, aislamiento internacional, debilidad del aparato productivo destruido por la Primer Guerra Mundial y luego por la guerra civil...) pudo mostrar de forma cruda, que para construir su proyecto transformador la clase obrera, no basta con bautizar al Estado como “proletario” para que entonces, éste automáticamente sirviera a los intereses revolucionarios de la clase: Más aún, la experiencia de 1917 puso de relieve que no era suficiente con colocar al Partido Proletario a la cabeza del Estado para que sirviera los objetos del proletariado.

Lenin admitió en el X Congreso del Partido (un año después de que la NEP había comenzado) que había una dificultad en la subordinación del partido proletario con el Estado: “El Estado está en nuestras manos, pero ¿ha funcionado la NEP de la manera en que lo deseábamos el año pasado? ¡No! (...) ¿Cómo funcionó? La maquina se negó a obedecer la mano que la guiaba. Fue como un auto que iba no en la dirección que el conductor deseaba, sino en la dirección que nadie deseaba.”

Fue por la presión de hacer sobrevivir al Estado ruso (que era visto por los bolcheviques como la encarnación de la dictadura del proletariado) que el partido terminó subordinando la táctica de la Internacional Comunista a los intereses de Rusia. Por eso afirmamos en nuestro folleto El período de transición del capitalismo al socialismo: “… para la clase obrera la identificación de su partido con el Estado llevó a su vanguardia a separarse de ella precisamente cuando más la necesitaba...”

En este mar de confusión extendido en la experiencia rusa, es Lenin el que comprende más claramente las dificultades. En el X Congreso, cuando se discute la situación de los sindicatos, Lenin expone –contra la idea de Trotsky de integrar cada vez más a los sindicatos obreros dentro del Estado para afrontar las dificultades económicas– la necesidad de salvaguardar la autonomía de las organizaciones proletarias de tal manera que el proletariado pudiera defenderse contra “los abusos nefastos de la burocracia estatal”, incluso va más lejos al decir que no había un tal “Estado obrero”, sino un Estado de obreros y campesinos con numerosas deformaciones burocráticas...

Es la Izquierda Comunista (más en particular la Izquierda Italiana), la que se dedica a sacar las lecciones de la derrota de la revolución rusa, afirmando el carácter nefasto de toda identificación entre la dictadura del proletariado con el Estado del periodo de transición remarcando la importancia que hay en mantener la autonomía de la clase y de su partido con relación al Estado... Estas ideas son continuadas por Internationalisme en 1945 (grupo de la Izquierda Comunista con el que la CCI tiene una conexión directa) que afirmó el carácter no proletario y anti socialista del Estado en el período de transición: “El Estado, en la medida en que es reconstituido después de la revolución, expresa la inmadures de las condiciones para una sociedad comunista. Es la superestructura política de una estructura económica aún no socialista. Su naturaleza permanece extraña y opuesta al socialismo...” (Tesis sobre la naturaleza del Estado y la revolución proletaria. Internationalisme nº 9, abril 1945).

Es claro que el proletariado al tomar el poder político, se afirma como clase dominante políticamente, pero no económicamente, de manera que al ejercer su dictadura no lo hace como lo hacían las otras clases en sociedades pasadas: no explota a otra clase social y hasta cierto punto sigue siendo una clase explotada[1] [1]. Por eso la Dictadura del Proletariado no es un Estado propiamente, es un órgano de poder directo, constituido por organizaciones por unitarias y armadas, es decir, se expresa en los Consejos Obreros, que son las asambleas de delegados elegidos y revocables por los trabajadores, en cambio el Estado se constituye por Consejos que se estructuran no con base a una clase, sino en función de una región, esto es, son Consejos conformados por la población organizada por barrios, ciudades y regiones, que dan forma a un Consejo Central que será el órgano central del Estado.

Al establecer esta dualidad de poder permite al proletariado organizado en los Consejos[2] [2] mantener su autonomía respecto al Estado e imponerle su voluntad, al mismo tiempo que ayuda a ir integrando al proletariado al resto de la población, y que pueda permitir el desarrollo social y económico, que conduzca a la desaparición de funcionarios intermedios del Estado, y así, la “administración de los hombres” cederá el paso a la “administración de las cosas” por los productores mismos.

Así pues, de manera muy resumida centramos algunos argumentos que los camaradas de CAIA preguntan, y que en realidad son aspectos que las nuevas generaciones de la clase obrera vienen discutiendo y reflexionando.

Tatlin / junio-2005



[1] [3] No hay suficiente espacio para abundar, pero podemos dar la idea breve señalando que en el combate del hambre y las penurias humanas luego de la revolución, se hace necesario que la clase obrera siga produciendo un excedente del que saldrán beneficiados incluso aquella masa de la población no proletaria e improductiva.

[2] [4] En cuanto al Partido no se convierte en Partido de Estado, no toma el poder “en nombre del proletariado”, ni se funde en él, continúa siendo, como lo definiera Marx, la parte más clara de la clase, en tanto tiene “... la visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento en su conjunto...” y por tanto lleva a cabo su trabajo al interno de la clase, clarificando y empujando al combate.

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • La dictadura del proletariado [5]

Ecuador, Bolivia..., Convulsiones sociales y falsas alternativas para los explotados

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El 20 de abril pasado Lucio Gutiérrez fue depuesto como presidente de Ecuador (puesto que había asumido el 15 de enero de 2003) en medio de convulsiones sociales y una severa crisis económica, su “relevo”, Alfredo Palacio vive ahora las “amenazas” de un posible retorno del Coronel Gutiérrez después de su reciente visita a Washington a principios de junio. Por su lado, Bolivia esta siendo sacudida por una tremenda inestabilidad social, manifestaciones y bloqueos, en menos de tres años Bolivia ya lleva tres presidentes: Gonzalo Sánchez de Lozada (14 meses), Carlos Mesa (20 meses) y el recién nombrado Eduardo Rodríguez tendrá que llamar a elecciones en 150 días (de por sí este año era ya un año de elecciones “forzadas”). A la situación en Bolivia hay que agregar la fuerte campaña a favor de “la nacionalización de los hidrocarburos” en la cual los mineros, obreros y demás masas explotadas están siendo arrastradas tras una bandera que no es la de ellos.

Los acontecimientos se precipitan con rapidez y no podemos, so pena de ser superficiales y de sólo describir los hechos, correr detrás de cada acontecimiento. Es por ello que volvemos a insistir sobre un cuadro de análisis, unas posiciones de fondo y unas perspectivas que sirvan para orientar la reflexión en la clase obrera.


Los atolladeros de un capitalismo en descomposición

En nuestro número anterior recordábamos el marco político bajo el cual analizamos el supuesto “giro a la izquierda” de América Latina con sus alianzas y coaliciones como el producto “de un fragmentado aparato electoral con fronteras ideológicas entre partidos muy borrosas (…) que busca desesperadamente unificar a la burguesía (…) fortalecer su débil estructura democrática, de crear una real alternancia en el poder sin crear huidas de capitales e inversiones, de recuperar la mistificación democrática que está cada vez más desprestigiada” (RM núm. 86). Así pues, la inestabilidad reinante en la región de Sudamérica no es el producto de la “arremetida” de los explotados (como pretenden algunos trasnochados apologistas de “todo lo que se mueva”), el proletariado está por ahora sumergido en la confusión y mezclado en la masa amorfa de los “movimientos sociales”. Lo que aparece como “luchas” que “derriban y cambian” gobernantes son en realidad masas que son arrastradas por algunas fracciones de la burguesía en su lucha intestina contra sus rivales. Es muy ilustrativa la situación de Bolivia: los “bloqueos” iban en aumento, los mineros fueron presentados como vanguardia para pedir nada menos que una “Asamblea constituyente”, las masas se enfrentaban con las fuerzas del orden capitalista y todo esa enorme “presión del pueblo” se evaporó en cuanto el congreso boliviano nombró un nuevo presidente y se decidió la tregua para “darle tiempo” al nuevo mandatario, Eduardo Rodríguez: “Hay que entender que es un nuevo presidente y que tiene voluntad para atender nuestras demandas. Su elección baja la tensión y vamos a aceptar una tregua” (Infosel Financiero, 10-06-05), estas palabras las dijo Evo Morales, diputado de “Movimiento al Socialismo” y principal promotor de la revuelta contra Mesa. La situación de Bolivia es un claro ejemplo de cómo la clase obrera y demás explotados pueden ser arrastrados y sacrificados en aras de intereses que no son los suyos sino los de su enemigo de clase, la burguesía. Evo Morales no representa al proletariado, representa a la fracción radical nacionalista de la burguesía boliviana que demanda una mayor tajada del pastel y que además no niega sus aspiraciones de pequeño tiburón imperialista al lado de Fidel Castro y Hugo Chávez.

La burguesía de la región, de una región de la periferia del capitalismo, está condenada a sufrir en primera línea los estragos de un capitalismo que se hunde, de un capitalismo que es incapaz de ofrecer la menor perspectiva a la humanidad y ello provoca reyertas y enfrentamientos cada vez más violentos al seno de la misma clase burguesa. Argentina vive una “calma chicha”, la burguesía brasileña a pesar de haber encontrado en Lula un buen respiro y una cohesión no deja de ser una situación sujeta a los avances de la descomposición de la decadencia capitalista (ya van dos escándalos que muestran fracturas en el aparato político brasileño en los últimos meses: acusaciones contra el PT y la renuncia de un miembro del gabinete); Colombia se vuelve a sacudir, Venezuela y su “paladín antiyanqui” no parecen estabilizarse, y Bolivia, Ecuador y Perú vienen a sumarse a las agitadas aguas de la región. Insistimos, esta situación no es el producto de un movimiento proletario que estaría poniendo en jaque a la burguesía, esta inestabilidad es el producto directo del avance de la decadencia del capitalismo, de la acentuación de su descomposición y de la debilidad del aparato político incapaz de enfrentar una tal situación. Consecuencia: un desgarramiento social, un enfrentamiento entre fracciones del capital y el peligro de que la clase obrera tome partido en esas pugnas en detrimento de su independencia de clase, es decir, en detrimento de su proyecto histórico.


Nacionalización: una demanda de la burguesía no del proletariado

La bancarrota del capitalismo deja cada vez menos ganancias a repartirse entre las burguesías de la periferia. Si hoy la burguesía local boliviana demanda la “nacionalización” de los hidrocarburos no se debe al hipócrita deseo de pasar a “manos del pueblo los recursos naturales”, se trata simplemente del terreno donde la burguesía local está dirimiendo sus diputas con la burguesía mundial (Rapsol, por ejemplo), como no pueden hacer la competencia directa, se cobijan en la “nacionalización” para garantizar así una parte segura de las ganancias en una especie de “proteccionismo a ultranza”. Pero para ello, deben arrastrar a las masas trabajadores pintándoles la ilusión de que el gas y el petróleo son de ellos. La clase obrera mexicana sabe muy bien el significado de la nacionalización y del slogan que reza: “el petróleo es nuestro”. Las nacionalizaciones de ramas de la producción se han convertido en un terreno donde la burguesía manipula a los explotados con el cuento de “hacerlos propietarios” de los recursos que ella explotará. Estas demandas son, por tanto, un terreno predilecto de toda clase de izquierdistas a sueldo del capital (como Evo Morales, del PRD en México, de los trostkistas, etc.) ya que no cuestionan en absoluto la dominación del capitalismo y ofrecen en cambio una “noble bandera”.

Los comunistas debemos advertir al proletariado: La nacionalización no es socialismo. “La naturaleza del capitalismo ‘no está determinada por la posesión privada de los medios de producción, sino por la separación existente entre los medios de producción y el productor (…) Para que exista producción capitalista, es completamente indiferente que haya propiedad privada o colectiva de los medios de producción. Lo que determina el carácter capitalista de la producción es la existencia de capital, es decir, de trabajo acumulado en manos de unos, que impone el traspaso de trabajo vivo de otros para la producción de plusvalía’” (RM núm. 10. 1992). Si bien es cierto que ya la burguesía no tiene la arrogancia para equiparar las nacionalizaciones a medidas directamente “socialistas”, sí siguen presentándolas como una “aspiración de los oprimidos” (en Bolivia, México, Venezuela, etc.). Tenemos que recordar que las nacionalizaciones no van en contra de los fundamentos de la existencia del capitalismo, mientras los obreros asalariados sigan siendo explotados, poco importa la “forma jurídica” que asuma la propiedad de los medios de producción. En la antigua URSS, falso ejemplo del comunismo, todas las ramas de la producción estaban nacionalizadas pero los obreros seguían siendo explotados y, por tanto, generando plusvalía y el capitalismo pintado de “rojo” seguía vivito y coleando.

Las estatizaciones son un fenómeno que se manifiesta más en la periferia del capitalismo, los países donde el capitalismo está desarrollado no tienen necesidad de violentas “expropiaciones” de capitalistas privados para pasar a la estatización de rama de la producción, es a través de mecanismos del Estado (como la Reserva Federal en los EUA) como la burguesía controla, dirige y gestiona las relaciones de producción. La estatización (nacionalización) es una expresión de penuria de capital, de un capital que llegó tarde al mercado mundial.

Nacionalizar una rama de la producción no va a traer beneficios a los trabajadores (¡los obreros mexicanos recuerdan la nacionalización de la banca, del petróleo, de la energía eléctrica!). Los explotados seguirán siendo explotados…lo único que “cambia” es el patrón. Es por ello que lo que pasa hoy en Bolivia es ante todo la expresión de las pugnas entre fracciones de la burguesía. Es verdad que siempre que los explotados alzan la cabeza sentimos simpatías por su combatividad, sin embargo, tenemos que ser claros en que no basta con “salir a las calles”, una lucha auténticamente proletaria es aquélla donde los medios y los fines coinciden. Para empezar, el fin de la nacionalización va en contra del programa proletario ya que se trata de una demanda que va en la dirección de fortalecer la economía capitalista, no de destruirla. En segundo lugar, los métodos empleados en la lucha deben apuntar hacia un combate masivo y conciente. En este sentido los “bloqueos” son una expresión de la división geográfica y política de la clase obrera; el proletariado no puede luchar como “un sector” más de la población, debe aglutinar y encabezar la lucha de todos los explotados al plantearles el programa de la revolución comunista mundial como única solución al dilema histórico actual. Nacionalizar los hidrocarburos en Bolivia no hará avanzar un ápice la conciencia de la necesidad de destruir la nación capitalista y menos aún, la necesidad de que el proletariado se ponga a la cabeza de todos los explotados y marginados del planeta.

DAN. /10-06-05

Geografía: 

  • América central y Sudamérica [6]

Entre pugnas y divisiones internas, la burguesía mexicana intenta reforzar el mito democrático y su aparato político

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Después del ruido sobre el desafuero del Jefe del Gobierno del Distrito Federal (AMLO) al que claramente denunciamos como una trampa para involucrar a la clase obrera en la defensa de alguno de los bandos burgueses en disputa, pero que además de la trampa expresaba una pugna real, el repentino giro de timón de Fox a favor de AMLO tiene repercusiones que es necesario analizar para orientarse por dónde van las pugnas internas dentro del Estado.

La “solución” del conflicto AMLO-FOX, fue en realidad un cambio de estrategia inducido por los EUA como fuerza dominante de la región quienes presionaron por varios medios (prensa, actividades diplomáticas como la visita de Condoleza a México), haciendo entrar en “razón” al conjunto de la burguesía sobre algunos puntos. Ante la fractura visible de la burguesía de México, las estructuras mistificadoras de la democracia corren el riesgo de debilitarse, por lo que se acuerda dar marcha atrás, disminuyendo así la división en sus filas y afinando la careta democrática y “civilizada”, se permite así a AMLO competir en las elecciones, pero con un perfil más moderado. Hay hasta el momento, un acuerdo relativo para que el resto de las fracciones burguesas aglutinadas al menos formalmente alrededor de los principales partidos (PRI, PAN) busquen también impulsar sus propias propuestas. El aparente juego equitativo busca limitar lo más posible los efectos de la tendencia a la pérdida de control que hemos evidenciado como parte del fenómeno de la descomposición social generalizada que está afectando al sistema capitalista en su conjunto, aunque también, lleva consigo un objetivo más preciso, es decir, aislar a la fracción menos apta para cumplir con las tareas de la burguesía, y aparentemente hay acuerdo en rechazar a la fracción burguesa que encabeza Roberto Madrazo, en tanto que estos, obnubilados por la búsqueda inmediatista e irracional del beneficio individualista de sus intereses de grupo, están siendo incapaces de apreciar el beneficio estratégico no sólo de mediano plazo (digamos el siguiente sexenio) sino en términos históricos de los intereses de clase de la burguesía a la cual pertenecen.


¿Cuál es el juego de la burguesía mexicana?

La búsqueda del personaje político más idóneo para integrar la próxima administración federal con el propósito de hacer más eficiente el aparato Estatal fundamentalmente en lo que se refiere a los mecanismos de dominación y explotación de la clase trabajadora, se está expresando en los siguientes términos. Para la burguesía mexicana es necesario continuar con el proyecto económico y político marcado desde inicios de los 80, que consiste en consolidar el proceso de adecuación del aparato económico y político, por lo tanto, su apuesta va orientada necesariamente hacia un equipo de gobierno diferente de aquellos sectores más rancios y desacreditados como, por ejemplo, los que en este momento dominan en el PRI (Madrazo y compañía); tampoco le convendría mucho una continuidad del PAN por el desgaste que ha sufrido en estos últimos seis años y sobre todo por las dificultades que ha demostrado este partido para lograr acuerdos mínimos para avanzar aunque sea en los ejes esenciales del proyecto de la burguesía en su conjunto. El PRD, al ser un partido que nació fundamentalmente a finales de la década de los 80 para proporcionar al vetusto sistema político mexicano un elemento nuevo, un partido “creíble” construido con retazos de sectores de la izquierda del capital, aglutinados en torno a la figura mítica del “hijo del General Cárdenas”, este intento de la burguesía hasta ahora ha sido un fracaso. Sin embargo, la burguesía es especialista en lograr la utilidad a toda costa y pareciera que se empeña en sacar el mayor provecho a este partido, por ejemplo, al parecer la burguesía busca aprovechar el activo político de AMLO tratando ahora de consolidar, en su favor, los llamados comités de apoyo en ausencia de una verdadera estructura política nacional del PRD, en suma, crear un “gran frente ciudadano” al estilo de los que se han formado en varios países de América Latina en los últimos años, para poder competir, por ejemplo, con la fuerza del aparato priísta.

Esta situación tiene que ver con lo que pasa en la mayoría de los países de A.L. donde prevalece el escepticismo con relación a los liderazgos políticos de la burguesía; lo que ha llevado a la clase dominante a ofrecer alternativas novedosas a los explotados so pena de correr el riesgo de que estos últimos retomen su propia reflexión política en la búsqueda de una alternativa propia para oponerse al capital. Esta es la principal razón de la llegada al poder de gobiernos de izquierda o de coalición para responder a las frustraciones sociales repetidas por décadas. Estas opciones se han concretado lo mismo de centro moderado (Bolivia), de centro izquierda (Argentina, Chile, Brasil y Uruguay), de centro derecha (Colombia y la mayoría de los países de Centroamérica), de izquierda radical (Venezuela), aunque más bien este caso es disonante en medio del esquema generalizado… En fin, toda una gama de posibilidades que ostentan un lenguaje populista que sirve de imán ante las aspiraciones sociales de la clase obrera quien todavía no distingue precisamente entre la trampa de la burguesía y sus propias formas de organización política. Esta actuación del Estado en A.L. se debe a las condiciones que impone la debilidad política congénita e histórica de la burguesía de la región la cual, a diferencia, de sus congéneres de clase de los países más avanzados, no logró consolidar (y ya no lo hará) un aparato político sólido para su desempeño democrático electoral y ha tenido que arreglárselas, por ejemplo, desde hace ya 25 años que es lo que ha durado la llamada “transición democrática”, y sobre todo en la última década, con formaciones “plurales” y “democráticas”, en una palabra con “coaliciones” o “alianzas” que pretenden ofrecer plataformas más sólidas y responsables frente a las debilidades de los partidos políticos tradicionales ya sea de derecha o de izquierda.


¿Cuál es la opción más viable para la burguesía mexicana?

Aprovechando el capital político de AMLO ha logrado imponer a su grupo al propio PRD por encima incluso de los cardenistas y el resto de grupos que no han podido ofrecer hasta ahora ofertas serias como era de esperarse después de 17 años de haberse creado. El que esta hegemonía se logre amalgamando hasta a salinistas como el grupo de Manuel Camacho Solís no representa ningún problema, lo que cuenta es, en efecto, armar una propuesta fuerte alrededor de la cual se aglutine la burguesía nacional. AMLO ya ha avanzado mucho en este camino, por ejemplo, declarándose abiertamente de “centro” y no de “izquierda”, defendiendo tesis económicas conservadoras y prudentes; sus famosos 20 puntos de su “Programa “Alternativo de Nación” es un catálogo técnico de su propuesta y aunque en nada se diferencia de la política económica en los últimos años, lo que cuenta es además la propuesta política ideológica que trae consigo para lograr la anhelada estabilidad social tan necesaria para hacer pasar entre los explotados las medidas anticrisis que la burguesía está obligada a implementar. Ya desde 1997 AMLO dio a conocer una propuesta muy atractiva a la burguesía en estos términos: “los amarres del sistema político se han desatado, ya no funcionan las alianzas y consensos al interior del régimen, la lucha de facciones por controlar el poder divide y desestabiliza al país; el reformismo tecnocrático no sólo produjo desajustes económicos, sino que desarticuló el aparato de poder y no supo sustiturlo por otro más democrático, más generador de progreso y más equitativo”. Un diagnóstico que remató con una propuesta estratégica, “construir para México un nuevo pacto político, económico y social, y reformar, de fondo, los tres ámbitos para darle nueva viabilidad a la nación. En suma, propuso la renovación republicana que se sustentaría en tres ejes: la reforma democrática, la reforma de la política económica y la reforma social… rechazando tanto los dogmatismos estatistas como los fanatismos neoliberales” (Proceso 1485, 17.04.2005). Sin comentarios.


En cuanto a la llamada “geometría política” de la que tanto se habla ahora hay que volver al esquema con el que se ha jugado en la mayoría de los países de América Latina donde una propuesta de este tipo ha sido llevada al poder. En Brasil, por ejemplo, la burguesía encumbró a Lula pero se cuidó de apuntalar al ala “radical” “crítica” y “contestataria” a la izquierda del PT precisamente para dividir el trabajo: en el gobierno, Lula llamando a mayores sacrificios por la necesidad de implementar los mismos ataques antiobreros que se habían hecho con los anteriores gobiernos y en la “oposición” sus críticos (que ya despuntan) chillando muy fuerte contra él precisamente para administrar el descontento de las masas obreras y, sobre todo, para prever cualquier intento de que los trabajadores busquen sus propias alternativas de lucha. En cuanto a los grandes temas pendientes como las reformas estructurales la burguesía ha venido avanzando en algunas estrategias y no serían impedimento para integrar un tal gobierno. Con este tipo de jugada no sólo apuesta a que sus planes económicos caminen mejor, sino que también la campaña democrática sea renovada como nunca, incluso más que en el 2000, por la llegada al poder de una propuesta de izquierda o de centro izquierda. Es decir, una oportunidad nada desdeñable para aportar al vetusto sistema político mexicano una oxigenación de este calibre donde urge una institucionalidad política de nuevo cuño frente a la rigidez institucional del régimen actual.


Estos parecen ser los planes de la clase dominante, sin embargo, hay que estar muy atentos al comportamiento de sus diferentes fracciones pues el factor de la descomposición social generalizada es un poderoso elemento que frecuentemente trastoca, como lo hemos visto en los últimos años, sus intenciones más “racionales” Para el proletariado es importante reflexionar sobre este tipo de jugadas políticas de su enemigo de clase no por un ejercicio morboso sino para poder clarificar acerca de las condiciones en las que debe desarrollar su lucha de clases.

Junio del 2005/RR


Situación nacional: 

  • Mexico [7]

Hace 100 años, la revolución rusa de 1905, parte II

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En la primera parte de este artículo (RM 86), examinamos el contexto internacional y el marco general de la revolución de 1905 en Rusia. Cuando se delinean las más importantes lecciones de esta experiencia para la clase obrera.

En la segunda parte de este artículo, queremos regresar al carácter proletario de esos acontecimientos y a la dinámica de la huelga de masas que dio origen a nuevas formas de organización de la clase: los soviets. Debemos ver que, al principio del periodo del declive del capitalismo, la inmensa creatividad de la clase obrera debió casi nada a los sindicatos o al parlamento. La capacidad de la clase obrera de tomar el control de su destino, sobre la base de su experiencia acumulada, ya prefiguraba las nuevas responsabilidades y tareas que enfrentaba el proletariado y sus organizaciones políticas en la época de decadencia capitalista.


El carácter proletario de la revolución de 1905 y la dinámica de la huelga de masas

Los principales elementos históricos fueron delineados en la primera parte de este artículo, y solamente queremos enfatizar un punto: la revolución de 1905 tuvo un protagonista fundamental, el proletariado ruso, y toda su dinámica siguió estrictamente a la lógica de la clase proletaria. Lenin mismo fue suficientemente claro sobre esto cuando recuerda que aparte de su carácter “democrático burgués”debido a su “contenido social, la revolución rusa fue también una revolución proletaria, no solamente en el sentido en que el proletariado era la fuerza dirigente, la vanguardia del movimiento, sino también en el sentido de que una arma específicamente proletaria de lucha -la huelga- fue el principal de poner a las masas en movimiento y el fenómeno más característico del desarrollo, en la oleada de eventos decisivos”[1] [8]. Pero cuando Lenin habla de la huelga, no debemos verla como las acciones de 4, 8, o 24 horas propuestas por los sindicatos actuales en cada país en el mundo. En realidad, lo que se desarrolló en 1905 es lo que luego se llamó huelga de masas, este “océano de fenómenos”-como Rosa Luxemburgo la definió- la extensión espontánea y de autoorganización de la lucha proletaria que van a ser características de los grandes momentos de lucha del siglo XX. El ala izquierda que incluía a los bolcheviques, Rosa Luxemburgo y Pannekoek, vieron en Rusia de 1905 la confirmación de sus posiciones (contra el revisionismo de Bernstein[2] [9] y el cretinismo parlamentario), pero tuvo que emprender un profundo trabajo teórico para comprender completamente las cambiantes condiciones en la vida del capitalismo –el nacimiento de la fase del imperialismo y decadencia- que determinaron el cambio en los objetivos y los medios de la lucha de clases. Pero Luxemburgo también delineó las premisas: “La huelga de masas aparece no como un producto específicamente ruso, surgiendo del absolutismo sino una forma universal de lucha de clases del proletariado determinada por la actual fase del desarrollo capitalista y las relaciones de clase (...)la actual revolución rusa permanece en un punto de la evolución histórica que está ya en su cumbre, que es por otro lado la del punto culminante de la sociedad capitalista.”[3] [10].

La huelga de masas no es solamente un movimiento de las masas, una especie de revuelta popular abarcando a “todos los oprimidos” y que como tal sería positivo si tomáramos la palabra de los ideólogos izquierdistas y anarquistas. En 1905 Pannekoek escribía: “si se considera a las masas de una forma completamente general, todo el pueblo, parece que, en tanto que diferentes concepciones y deseos se neutralizan entre sí, lo que queda no es más que una masa sin voluntad, separada, entregada al desorden, versátil, pasiva, oscilando entre diversos impulsos, entre movimientos incontrolados y apática indiferencia- en pocas palabras lo que los escritores liberales describen del pueblo (...) Ellos no saben nada de clases. Por el contrario, la fuerza de la doctrina socialista es que ha traído orden y un marco de interpretación a la infinita variedad de individualidades humanas introduciendo el principio de la división de la sociedad en clases[4] [11]”

Mientras la burguesía y el oportunismo del movimiento obrero, dan la espalda con disgusto al “incomprensible” movimiento de 1905 en Rusia, la izquierda revolucionaria sacaría las lecciones de la nueva situación: “...las acciones de masas son una consecuencia natural del desarrollo del capitalismo moderno hacia el imperialismo, son cada vez más la forma del combate que se impone[5] [12]”.

La huelga general no es tampoco una receta acabada como la “huelga general” propuesta por los anarquistas[6] [13], sino el modo de expresión de la clase obrera, una forma de reagrupar sus fuerzas para desarrollar su lucha revolucionaria. “En una palabra, la huelga de masas, como nos muestra la Revolución rusa, no es un medio ingenioso, inventado para reforzar el efecto de la lucha proletaria, sino el movimiento mismo de las masas proletarias, la fenomenal forma de la lucha proletaria en la revolución[7] [14]”. Hoy no tenemos idea directa o concreta de lo que es la huelga de masas, con la excepción, para quienes no son tan jóvenes, de la lucha de los trabajadores polacos en 1980[8] [15]. Volvamos una vez más a Luxemburgo, quien da un lúcido y sólido marco: ”desde la primera gran huelga reivindicativa de los obreros textiles de San Petersburgo en 1896-97 hasta la última gran huelga de diciembre de 1905,se pasó imperceptiblemente del dominio de las reivindicaciones económicas al de la política, aunque es casi imposible trazar fronteras entre unas y otras. Sin embargo, cada una de las grandes huelgas de masas vuelve a trazar, en miniatura por así decirlo, la historia general de las huelgas en Rusia, comenzando por un conflicto sindical puramente reivindicativo o al menos parcial, recorriendo luego todos los grados hasta la manifestación política (...) La huelga de masas de 1905 se inició con un conflicto en el interior de las fábricas Putilov, la huelga de octubre con reivindicaciones de los ferroviarios por su caja de jubilaciones, la huelga de diciembre, finalmente con la lucha de los empleados de correos y telégrafos para obtener el derecho de asociación. El progreso del movimiento no se manifiesta por el hecho de que el elemento económico desaparece, sino más bien por la rapidez con la que se recorren todas las etapas hasta la manifestación política y por la posición más o menos extrema del punto final alcanzado por la huelga de masas.(...)el factor político y económico en una huelga de masas lejos de separarse o excluirse mutuamente (...) son dos aspectos complementarios en la lucha de clases en Rusia[9] [16]”. Aquí, Rosa Luxemburgo aborda un aspecto central de la lucha revolucionaria del proletariado: la inseparable unidad entre lucha económica y lucha política. En contraste a los que en ese tiempo decían que la lucha política significaba la cumbre, el aspecto noble (por decirlo así) de la confrontación del proletariado con la burguesía, Luxemburgo explica claramente por el contrario como la lucha económica se desarrolla desde el terreno económico al político, regresando después con severidad al terreno de la lucha reivindicativa. Todo esto queda muy claro cuando volvemos a leer los textos sobre la revolución de 1905 y sobre el periodo de la primavera y verano. De hecho vemos como el proletariado comenzó el domingo sangriento con una manifestación política pidiendo humildemente derechos democráticos; y entonces no solamente no retrocedió después de la fuerte represión sino volvió con renovada energía y fuerza, a desarrollar una lucha por la defensa de sus condiciones de vida y de trabajo. Es por lo que en los siguientes meses hubo un incremento en las luchas. Este periodo fue también de gran importancia porque, como Rosa Luxemburgo subraya, dio al proletariado la posibilidad de interiorizar, a prostreori todas las lecciones del prólogo de enero y clarificar sus ideas para el futuro.


La naturaleza espontánea de la revolución y la confianza en la clase obrera

Un aspecto particularmente importante del proceso revolucionario en Rusia en1905 fue su carácter marcadamente espontáneo. Las luchas surgieron, desarrollaron y reforzaron. Dieron nacimiento a nuevos instrumentos de luchas tales como la huelga de masas los soviets sin los partidos revolucionarios del periodo manejando con los eventos o aún al principio, de comprender completamente las implicaciones de lo que estaba sucediendo. La fuerza del proletariado en el movimiento en defensa de sus propios intereses es formidable y contiene en ella una extraordinaria creatividad. Lenin reconoció esto en la evaluación que hace de la revolución de 1905 un año más tarde, “De la huelga y de las manifestaciones se pasa a la construcción de barricadas aisladas. De barricadas aisladas a la construcción de barricadas en masa y luchas callejeras contra las tropas. Pasando por encima de la cabeza de las organizaciones, la lucha proletaria de masas fue de la huelga a la insurrección. Esta es la más grande adquisición histórica de la revolución rusa, adquisición debida a los acontecimientos de diciembre de 1905 y realizada, como todas las precedentes al precio de enormes sacrificios. El movimiento fue elevado de una huelga política general a una etapa más alta. Ello obligó a la reacción a ir al límite en su resistencia, y ha sido así como el movimiento ha acercado extraordinariamente el momento en que la revolución también irá hasta el final en el empleo de sus medios ofensivos. La reacción no puede ir más allá del bombardeo de las barricadas, edificios y multitudes. Pero la revolución puede ir mucho más allá que las unidades de combate voluntarios de Moscú, puede ir mucho, mucho más allá en amplitud y profundidad (...) Le proletariado percibió mucho más rápido que sus líderes el cambio en las condiciones objetivas de la lucha y la necesidad de una transición de la huelga a la insurrección. Como siempre sucede, la práctica marcha delante de la teoría.[10] [17]”

Este pasaje de Lenin es particularmente importante hoy dado que muchas dudas experimentadas por elementos politizados, y hasta cierto punto, en las organizaciones proletarias, están ligadas a la idea de que el proletariado nunca logrará emerger de la apatía en la cual muchas veces parece haber caído. Lo que sucedió en 1905 da la orientación a esta idea en una forma muy sorprendente; y el asombro que sentimos cuando vimos que la lucha de clases fue espontánea simplemente expresa una subestimación del profundo proceso que toma lugar en la clase, la maduración subterránea de la conciencia, de lo que Marx hablaba cuando del “viejo topo”. Confianza en la clase obrera, en su capacidad de dar una respuesta política a los problemas que afligen a la sociedad, es una cuestión primordial en el periodo presente. Luego de la caída del muro de Berlín y la campaña burguesa que le siguió alrededor de la derrota del comunismo, erróneamente asimilada al infame régimen estalinista, la clase obrera está experimentando difícilmente reconocerse así misma como una clase y consecuentemente en identificarse con un objetivo, una perspectiva, un ideal por el cual luchar. Esta falta de perspectiva automáticamente produce un descenso de la combatividad, un debilitamiento de la convicción de que es necesario batirse, porque no se lucha por algo sino cuando hay un objetivo que alcanzar. Por eso es por lo que hoy, la ausencia de claridad sobre la perspectiva y la falta de confianza en sí misma por parte de la clase obrera están fuertemente relacionadas. Pero sobre todo es en la práctica donde puede superarse una situación así, a través de la experiencia directa que la clase obrera realizará de sus posibilidades y de la necesidad de luchar por una perspectiva. Esto es lo que se produjo precisamente en Rusia en 1905 cuando: “En unos cuantos meses cambiaron las cosas de arriba abajo. Los pocos cientos de revolucionarios socialdemócratas fueron “de repente” miles y esos miles se volvieron dirigentes de dos o tres millones de proletarios. La lucha proletaria suscitó una gran efervescencia e incluso, en parte, un movimiento revolucionario en lo más profundo de la masa de los cincuenta a cien millones de campesinos; el movimiento campesino tuvo repercusiones en los ejércitos lo cual llevó a revueltas militares y oposiciones armadas entre las tropas[11] [18]”

Y eso no sólo era una necesidad para el proletariado en Rusia, sino para el proletariado mundial, incluido el más desarrollado, el proletariado alemán:

En la Revolución, en donde la masa misma aparece en el ruedo político, la conciencia de clase se hace concreta y activa. Y es así como un año de revolución ha dado al proletariado ruso esa “educación” que treinta años de luchas parlamentarias y sindicales no han podido dar artificialmente al proletariado alemán (...) Pero, a la inversa, también es cierto que en Alemania, en un periodo de acciones políticas enérgicas, se apoderará de las capas más amplias y profundas del proletariado un vivo instinto de clase revolucionario, deseoso de actuar, y esto se realizará tanto más rápidamente cuanto más fuerte haya sido la influencia educadora de la socialdemocracia[12] [19]”.

Hoy podemos decir, parafraseando a Rosa Luxemburgo, que también es cierto que hoy en el mundo, en un periodo de crisis económica profunda y ante la incapacidad patente de la burguesía para hacer frente a la quiebra de todo el sistema capitalista, un sentimiento revolucionario activo y vivo se apoderará de los sectores más maduros del proletariado mundial. Y así será sobre todo en los países de capitalismo avanzado, en los cuales la experiencia de la clase ha sido más rica y arraigada y en las que están más presentes unas fuerzas revolucionarias, eso sí, todavía débiles. Esta confianza en la clase obrera que hoy expresamos no es un acto de fe, ni procede de una especie de ceguera mística, sino que se basa precisamente en la historia de nuestra clase y en su capacidad de reanudación, a veces sorprendente, en medio de un aparente letargo. La dinámica con la que se produce la maduración de la conciencia proletaria es a veces oscura y difícil de comprender. Pero también es cierto que la clase obrera estará históricamente obligada, por el lugar que ocupa en la sociedad de clase explotada y a la vez revolucionaria a levantarse contra la clase que la oprime, la burguesía, y en la experiencia de ese combate volverá a encontrar esa confianza en sí misma que hoy le falta:

“antes, teníamos una masa impotente, dócil, inerte como un cadáver, frente a la fuerza dominante, la cual sí está bien organizada, sabe lo que quiere, y manipula a la masa a su conveniencia; y resulta que esa masa se transforma en humanidad organizada, capaz de decidir su propio destino ejerciendo su voluntad conciente, capaz de hacer frente con empecinamiento al viejo poder dominante. Era pasiva y se vuelve masa activa, organismo dotado de vida propia, cimentado y estructurado para sí mismo, dotado de su propia conciencia, de sus propios órganos[13] [20]”

Paralelamente a la confianza de la clase obrera en sí misma, aparece necesariamente otro factor crucial de la lucha del proletariado: la solidaridad en sus filas. La clase obrera es la única clase verdaderamente solidaria por su propia esencia, porque en su seno no hay intereses económicos divergentes, contrariamente a la burguesía, clase de la competencia y cuya solidaridad sólo llega hasta los límites nacionales o, también, contra su enemigo histórico, el proletariado. La competencia en el seno del proletariado le viene impuesta por el capitalismo, pero la sociedad de la que es portador es una sociedad que acabará con todas las divisiones, una verdadera comunidad humana. La solidaridad proletaria es un arma fundamental de la lucha del proletariado; fue una de las bases del impresionante cambio que se produjo en 1905 en Rusia: “la chispa que provocó el incendio fue un conflicto corriente entre capital y trabajo: la huelga en una fábrica. Pero cabe señalar que la huelga de los 12 000 obreros de Putilov, desencadenada el lunes 3 de enero, fue ante todo una huelga proclamada en nombre de la solidaridad proletaria. La causa de ella fue el despido de 4 obreros. “Cuando fue rechazada la petición de readmisión –escribe un camarada de Petesburgo el 7 de enero- la fábrica se paró de inmediato, por unanimidad total[14] [21]”.

No es por casualidad si hoy la burguesía hace todo por degradar la noción de solidaridad presentándola como “humanitaria” o con los adornos de “la economía solidaria”, última moda del “nuevo movimiento” altermundista, que hace todo por desviar la toma de conciencia que se está fraguando en las entrañas de la sociedad sobre el callejón sin salida que es el capitalismo para la humanidad. Si la clase obrera en su conjunto no es hoy todavía conciente de la fuerza de la solidaridad, la burguesía, en cambio, no ha olvidado las lecciones que el proletariado le ha infligido en la historia.

“En la tempestad revolucionaria, el proletario, el padre de familia prudente, preocupado por asegura su asistencia, se transforma en “revolucionario romántico” para el que el bien supremo mismo –la vida- y menos todavía el bienestar material tienen poco valor en comparación con el ideal de la lucha. Si es pues verdad que la dirección de la huelga le corresponde al periodo revolucionario en el sentido de la iniciativa de su desencadenamiento y de los problemas de mantenimiento, también es cierto que en un sentido muy diferente, la dirección en las huelgas de masas le incumbe a la socialdemocracia y a sus órganos directivos.(...)La socialdemocracia está llamada, en un periodo revolucionario, a tomar la dirección política. La tarea más importante de “dirección” en el periodo de huelga de masas, consiste en dar la consigna de la lucha, orientarla, ajustar la táctica de la lucha política de manera que en cada fase, en cada instante del combate se haga realidad y se ponga en actividad la potencia total del proletariado ya comprometido y lanzado a la batalla[15] [22]”. Durante 1905, los revolucionarios a menudo (llamados en aquella época socialdemócratas) fueron sorprendidos, rebasados, superados por el ímpetu del movimiento, su novedad, su imaginación creativa y no siempre supieron darle consignas de las que habla Luxemburgo, “en cada fase, en cada instante”, e incluso cometieron errores importantes.

Sin embargo, la labor revolucionaria de fondo que llevaron a cabo antes y durante el movimiento, la agitación socialista, la participación activa en la lucha de su clase fueron factores indispensables en la Revolución de 1905; su capacidad, después, para sacar las lecciones de esos acontecimientos preparó el terreno de la victoria de 1917.


Ezechiele, 5 de dic, 2004.



[1] [23]V. I. Lenin: “Las lecciones sobre la revolución de 1905”.

[2] [24]En la Socialdemocracia alemana, Bernstein promovió la idea de una transición pacífica al socialismo. Su corriente fue calificada de revisionista. Rosa Luxemburgo luchó contra esta como expresión de una peligrosa desviación oportunista afectando al partido en su folleto Reforma o Revolución.

[3] [25]Rosa Luxemburgo: “Huelga de masas, partido y sindicatos”.

[4] [26]Marxismo y Teología, publicado en la Neue Zeit en 1912.

[5] [27]A. Pannekoek: “Acción de masas y Revolución”, en Neue Zeit, 1912.

[6] [28]Ver nuestro artículo: “Las condiciones para la generalización de la lucha de la clase obrera” en la Revista Internacional No. 26, tercer trimestre de 1981.

[7] [29]R. Luxemburgo: “Huelga de masas...”

[8] [30]Ver nuestro artículo sobre Polonia en 1980 en la Revista Internacional.

[9] [31]R. Luxemburgo: Huelga de masas...”

[10] [32]V: I. Lenin: “Lecciones sobre la insurrección de Moscú”. 1906.

[11] [33]V. I. Lenin: “Balance sobre la revolución de 1905”.

[12] [34]R. Luxemburgo: “Huelga de masas...”

[13] [35]A. Pannekoek: “Acción de masas y Revolución”.

[14] [36]V. I. Lenin: “Huelga económica y huelga política”.

[15] [37]R. Luxemburgo: “Huelga de masas...”

Historia del Movimiento obrero: 

  • 1905 - Revolución en Rusia [38]

Inicio de un debate: cooperativas y autogestión, falsos métodos de lucha

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En RM 86, ante la conformación de la cooperativa llantera de Euzkady, y los gritos del izquierdismo anunciando un “gran triunfo” de los trabajadores, hacíamos una toma de posición rápida, denunciando la maniobra, no obstante, como lo decíamos, es necesario profundizar sobre ello, lo cual rápidamente se confirmaba por las preguntas que sobre este asunto ha hecho un joven lector a nuestro correo electrónico, y la interesante toma de posición que el circulo “Comunismo o Barbarie” hace al respecto, y que reproduciremos más abajo, como una contribución a esto que ya de hecho se ha tornado en un debate más amplio. Así pues, de manera inicial presentamos algunos elementos que ayuden a ese proceso de reflexión.


De frente a los resultados de la crisis capitalista, traducidos en más penurias a todos los niveles para la clase trabajadora: desde el desempleo hasta la guerra, los ideólogos de la izquierda de la burguesía e izquierdistas se lanzan a proponer “formas de resistencia o de lucha” que muestran el intento deliberado de ignorar o de modificar la historia, al producir una cortina de humo que trata de ocultar la necesidad de destruir al capitalismo. Entre esas formas falsas de “resistencia” se encuentra la propuesta de la Autogestión, la cual, no es sino una variante de la ideología que valida, abierta o veladamente, la existencia de este sistema de explotación. La Autogestión se erigen como alternativa que según los anarquistas y sus apologistas puede llevarse a cabo en los marcos democráticos, en tanto que, al igual que en el feudalismo se construyó la estructura económica del capitalismo, así pretenden que las “comunidades libertarias” o las cooperativas, irán extendiéndose gradualmente hasta transformar el mundo. Esta idea es muy socorrida y fomentada porque no representa ningún peligro para la clase dominante, por el contrario, es otro pozo sin fondo al que pueden ir a parar las aspiraciones, las energías y las ansias de luchar de varias generaciones.


Colectividades anarquistas de 1936: ejemplos de explotación, no de lucha

La idea de la Autogestión no es original, ni es nueva. Ya la historia ha recorrido sus caminos y mostrado sus resultados de manera práctica, ejemplo de ello es España 1936, que se busca presentar como argumento que valida los mecanismos autogestionarios, sin embargo, la realidad es otra: las colectividades del 36 no fueron un medio de la revolución proletaria, sino un instrumento de la contrarrevolución burguesa; no fueron la organización de la nueva sociedad, sino la tabla de salvación de la vieja que se mantuvo con todo su salvajismo; esta reflexión expone la solidez teórica y la fuerza para defender los principios de clase por parte de la Izquierda Comunista: “... la clave del fracaso proletario y de su aislamiento y alistamiento a la barbarie de la guerra civil estuvo en que las fuerzas republicanas –Catalanistas, Frente Popular y sobre todo la CNT y POUM- consiguieron impedir a los obreros dar el paso decisivo –DESTRUIR EL ESTADO CAPITALISTA- encerrando a los obreros en la simple expropiación de las empresas convirtiéndolas en ‘COLECTIVIDADES REVOLUCIONARIAS’ las cuales al mantenerse dentro del Estado Capitalista, dejándolo intacto, no sólo se vuelven inútiles para los obreros sino que se convierten en un medio de sobreexplotación y control por el capital...

Por ello las expropiaciones obreras quedaban integradas en el marco del capitalismo de estado” (Bilan)

Los “logros” que esas colectividades alcanzaron no fueron otros que la disminución de los salarios, aumento de los precios, desempleo, incremento de la jornada laboral y aceleración de los ritmos de trabajo, en suma, aumento brutal de la explotación, que además era reconocido y avalado por el mismo Estado capitalista, mediante el Decreto de colectivizaciones (24/10/36).


La emancipación de la clase obrera, no pasa por la autogestión

En la actualidad, esos llamados a la “autogestión” como una vía al cambio revolucionario, son veneno potenciado por las condiciones actuales del capitalismo. La falta de esperanza ante un futuro desolador hace víctimas de este discurso a jóvenes y trabajadores de todas las edades que esperan aún tener una respuesta inmediata en estas formas de “organización” que se concretan en dos vertientes fundamentales: las empresas capitalistas disfrazadas de colectividades o cooperativas, como las que han surgido en Argentina (y son pintadas como grandes logros), y las comunidades anarquistas o anarquizantes, que son formaciones anacrónicas que pretenden evadir las leyes del capital, tal como lo pregona el EZLN en sus “zonas productoras” (o en su “plan” Tijuana-realidad, en el que promueven la “resistencia” mediante el consumo).

Es indudable que cualquier manera en que se exprese, tales formas de producción no son sino empresas capitalistas disfrazadas. Estas formas de producción de mercancías reproducen el mismo principio de la explotación capitalista...

Por eso insistimos, no basta con cambiar la forma de producción, hay que transformar las relaciones sociales de producción. Por ello en nuestra Plataforma afirmamos: “... la autogestión o sea la gestión de la empresa por los obreros en el seno de una sociedad que continúa siendo capitalista, si en el siglo pasado era ya una utopía pequeño burguesa, hoy constituye una mistificación claramente capitalista... tiene como fin hacer aceptar a los obreros las dificultades de las empresas golpeadas por la crisis y hacerles organizar las modalidades de su propia explotación”. Pero además, tal autogestión conduce a la división de la clase obrera, “... encerrándola y aislándola fábrica a fábrica, barrio a barrio, ramo a ramo, ata a los obreros a las preocupaciones por la economía capitalista que ellos tienen como tarea destruir, desvía al proletariado de la primera tarea que hace posible su emancipación: la destrucción del aparato político del capital y la implantación de la dictadura a escala mundial”.

Cualquier experiencia que cooperativista que analicemos, desde Euskal Herria de España, de Pascual y Euskady en México, de Venepal en Venezuela, hasta Zanon en Argentina, no deja de expresar un proceso de explotación, y por tanto la manifestación de las leyes capitalistas.

Pero aún si suponemos que al inicio de la formación de una estructura autegestionaria es motivada por “buenos deseos” por dar una respuesta a la explotación capitalista, estas se engranan a un sistema que es movido por la competencia, que les exige cumplir las exigencias del mercado, lo cual hace que abandonen pronto sus utópicos sueños de construir una forma de producción diferente... Por eso los promotores de estas pretendidas formas de resistencia lo único que buscan esos sirvientes fieles al capital es desviar la combatividad de los trabajadores a terrenos estériles y atarlos nuevamente a la cadena de la defensa de la empresa, es decir, de su propia explotación. Lo que buscan, es desviar el camino de jóvenes que están en la búsqueda de una alternativa a la destrucción de la humanidad hacia pozos sin fondo impidiendo así que se unan a la única clase y perspectiva revolucionaria.

RM, junio-2005


Como parte de esta discusión reproducimos extractos muy grandes de una toma de posición del Circulo “Comunismo o Barbarie”:


Ni cooperativas, ni autogestión, ni coparticipación empresarial

La tarea de los explotados es destruir el capitalismo

El cooperativismo es una falsa alternativa frente a la explotación capitalista.


Frente al aparente triunfo de los trabajadores de Euzkadi, nos atrevemos a afirmar que el resultado obtenido está lejos de ser un triunfo, pues persiste la idea de que la coparticipación en la empresa ha solucionado el problema que persiste sobre los trabajadores: el empeoramiento de sus condiciones de vida.


La planta ha sido reabierta, solo la mitad de los trabajadores despedidos ha vuelto a la planta (...) 50 % de las acciones quedarán en manos de los trabajadores y la otra mitad tendrán que compartirla con la empresa Llanti Systems (...) El negocio contará con la asistencia técnica de Continental Tire y además se convertirán en compradores de materias primas de esta empresa. Estas son las medidas que el sindicato e izquierdistas pregonan como “solución”. Pero tal negociación no es un triunfo. Puede paliar momentáneamente los efectos de más de dos años sin salario, pero como ya se intuye “habrá que trabajar el doble”, es decir, la explotación que pesa sobre los trabajadores se tendrá que intensificar para salvar la empresa en la que hoy se presentan como co-accionistas (...)

No deba extrañar que empresas cooperativas como Boing, sean hoy en día verdaderas copias en escala menor de las empresas refresqueras con las que compite. Es notoria la gran desigualdad que hay entre los “socios” y los “empleados” de esta empresa, donde existe en realidad una relación de patronos y explotados, y donde muchos de los “no socios” son echados a la calle, despedidos, como en cualquier otra empresa capitalista.


Las cooperativas y empresas “autogestionadas” se someten, aun contra su voluntad, a las leyes del capital

No basta la buena disposición de los trabajadores para que desaparezca la explotación dentro de las nuevas condiciones de la empresa. Las empresas, aún bajo “control obrero” dentro del capitalismo, se ven obligadas a someterse a las leyes económicas, esto es, a las leyes del capitalismo, a la ley del salario y al resto de los males que pesan sobre los trabajadores.

En 1900, Rosa Luxemburgo advertía que: “en la economía capitalista la producción depende en una gran extensión de las posibilidades del mercado. Como resultado de la competencia, el control completo del proceso de producción por los intereses del capital, es decir, la explotación despiadada, llega a ser una condición para la supervivencia de cada empresa. El dominio del capital sobre el proceso de la producción se expresa de las siguiente maneras. El trabajo es intensificado. La jornada diaria se prolonga o acorta según la situación del mercado. Y dependiendo el mismo trabajo de las exigencias de éste, en ocasiones se le emplea y en otras se le arroja a la calle. Dicho de otro modo, todos los métodos se ponen en práctica para capacitar a una empresa en la lucha contra sus competidores en el mercado. Los trabajadores organizados en cooperativas en el campo de la producción se enfrentan así con la necesidad contradictoria de gobernarse a sí mismos con el mayor absolutismo. Están obligados a tomar para sí el papel de empresarios capitalistas, contradicción que ocasiona el fracaso de las cooperativas de producción, las cuales devienen en empresas capitalistas puras o terminan por disolverse, si sigue el predominio de los intereses de los trabajadores.” (Rosa Luxemburgo, Reforma o revolución. Subrayado nuestro).

Hay además un sector fuertemente interesado en presentar a las cooperativas como alternativa: la burguesía. Nos parece que no es gratuito que haya sido un funcionario de la Secretaría del Trabajo, Mario Rechy, quien haya propuesto esta vía como “solución”, y que a través de los intelectuales se generen tantas expectativas a esta vía como medida para ocultar la causa de que haya millones de trabajadores echados a la calle y que, a través de esta mistificación se presente al capitalismo como alternativa a la miseria creciente a la que nos hunde el capitalismo: “el cooperativismo no está muerto en México y [...] mediante él, el país puede intentar atender con energía la tarea de crear empleos, que es uno de los lastres del proceso actual de la economía [...] Sólo por el hecho de que el cooperativismo puede sostener el empleo actual, aunque nada indica que no pueda crear nuevos empleos, vale la pena incurrir en este tipo de soluciones. Con lo ocurrido en la llantera Euzkadi se demuestra que la cooperativa es viable en México, como modelo de empresa social, incluso aliado a la empresa privada, pese a los ramalazos que en su contra le han atizado las fuerzas del capitalismo salvaje y el "mercado libre", así como la desatención y el olvido oficiales (...)

(...) Palabras más, palabras menos, lo que buscan es el sostenimiento del capitalismo, su supuesta “humanización”, pero ante todo, evitar que se vea que el problema fundamental está en la explotación capitalista.


¡Desmitificar los falsos triunfos!

El avance más inmediato está en la continuidad, extensión y generalización de las luchas obreras y su convergencia en un objetivo: la destrucción del capitalismo.

Comunismo o Barbarie

Junio-2005



Geografía: 

  • Mexico [39]

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • "La Autogestión" [40]

Movilizaciones magisteriales: la CNTE sigue fiel a su tradición de sabotaje y división de la lucha proletaria

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A fuerza de repetirlas año con año, pareciera que son ya intrascendentes las movilizaciones de la CNTE tanto en los estados como en la capital, pero no por ello dejaremos en esta enésima ocasión la oportunidad vital de denunciar la maniobra que la CNTE ha realizado en el movimiento magisterial.

Sin duda para los maestros honestos que participan en estas movilizaciones anuales de la CNTE con el deseo real de intentar expresar su coraje, su indignación hacia un sistema que los condena a la miseria, y por ello pretendiendo luchar por algunas ventajas para todos los maestros, resultará doloroso constatar en estas líneas que una vez más la CNTE los ha “movilizado” sólo para desfogar su coraje y desgastar su combatividad, tal como lo ha hecho desde que surgió en diciembre de 1979, montándose en las movilizaciones masivas del magisterio. Al igual que entonces, hoy continúa jugando con provocaciones que terminan en la represión física, con detenciones, despidos y con acuerdos parciales que los líderes seccionales de la CNTE nos las quieren vender como victorias.

Este año en que con toda claridad se intenta avanzar en los ataques de la burguesía a las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados y después de golpear a los trabajadores del IMSS, Estado y sindicatos ponene ahora la mira en la reforma a la ley del ISSSTE, ahí la CNTE asumirá el papel para el cual el capital la ha creado: un saboteador radical de las luchas con un lenguaje de “izquierda”.


La CNTE sabotea y divide las luchas magisteriales

La táctica actual fue un poco diferente pero no menos nefasta, las movilizaciones en la capital disminuyeron pero se concentraron en los diferentes estados siguiendo la misma estrategia de “radicalización- desgaste- aislamiento”. La CNTE provocó un paro de labores que se inició en Chiapas y Yucatán el 2 de mayo; después de marchas, mítines, bloqueos de carreteras, amenazas de despidos etc., el paro se levanta después de 20 días y las movilizaciones se suspenden cuando aún no iniciaba las movilizaciones en otros estados importantes. Así, cuando éstas últimas se realizan es a destiempo, Oaxaca y Michoacán se enfrascan en la misma táctica, levantando el paro a principios de junio. En Guerrero, parte de Hidalgo Tabasco, Tlaxcala, Zacatecas y Jalisco, se mantienen en realidad separadas, sin relación una con otra. Es así como la CNTE sabotea la lucha a dos niveles: primero aisla a los mismos maestros espaciando sus luchas en el tiempo y en el espacio y, segundo, aisla al conjunto de este sector del resto del proletariado, como si los maestros tuvieran intereses “exclusivos” e inculcándoles la venenosa ideología de que son “clase media” y por tanto “no proletaria”.

El esquema en esta ocasión es claro: un sector magisterial de tradición de lucha tenía que ser provocado para que reaccionase, radicalizarlo y poder llevarlo a movilizaciones que aparentemente fueran muy combativas. Así fue como los mentores de Chiapas principalmente se enfrentaron al gobierno estatal de Mendiguchia (gobernador de coalición donde participa el PRD) soportando los ataques y amenazas de toda índole, luego de una gran desgaste el sindicato (CNTE) les conduce al levantamiento del paro, una vez “aplacado” este sector dejaron a que otros estados iniciaran sus movilizaciones. El objetivo es por un lado crear un sentimiento de euforia en algunos sectores haciéndoles creer que son lo suficientemente fuertes para detener las reformas al ISSSTE, y por otro, desmoralizar a otros sectores para hacerles creer que toda lucha es en vano, que “no sirve luchar”. En el periodo actual cuando la clase obrera a nivel mundial empieza a desarrollar su combatividad y a tratar de reencontrarse con su identidad de clase, con la confianza en sí misma, es decir, reencontrarse con un proletariado que es capaz de enfrentar la quiebra del capitalismo en tanto que clase unida en y por la lucha. Es por ello que la burguesía está tratando de desmoralizar a la clase obrera sector por sector.


La historia demuestra el carácter antiproletario de la CNTE


Sin entrar en detalles, diremos que la naturaleza real de la CNTE se ha mostrado constantemente. Por ejemplo, en las luchas de finales de los 80 cuando los maestros desarrollaron importantes luchas intentando expresar una tendencia a la autoorganización; allí donde surgieron comités sin relación con la CNTE inmediatamente estos comités eran cercados por los efectivos de la “coordinadora”, supuestamente para aportar las lecciones del pasado pero en realidad asfixiaban a estos comités a tal grado que muchos maestros abandonaban el esfuerzo por tomar en sus propias manos la dirección de la lucha y mañosamente los de la CNTE se montaban en la lucha. Luego, en su plan antiproletario nos venden derrotas como si fuesen victorias, recordemos que después reunidos en la UNAM en abril de 1989 al conocer la caída de Jongitud, gritaron: “lo quiera o no lo quiera vanguardia va pa’ fuera”, con lo cual la CNTE manifiesta que uno de los mayores logros fue… ¡la caída de Jongitud! a sabiendas de que esta caída fue una estrategia del propio sistema encumbrando a Elba Esther Gordillo y desplazando a la vieja nomenclatura sindical como parte de las reformas que la burguesía introducía para flexibilizar y adaptar todas sus estructuras políticas (la destitución de “La Quina”, Jongitud y después la creación de la UNT en contrapeso al Congreso del Trabajo, eran expresiones de esas “reformas del Estado”).

Hasta la fecha hemos constatado como, «...la CNTE como parte de una estrategia estatal para mantener el control del sector de maestros (...) cumple su papel radical para encuadrar a miles de maestros que se oponen abiertamente al SNTE (...) y encuentran en la CNTE los espacios para desfogar su descontento. Sin embargo, en lugar de encontrar un marco organizativo para encausar una lucha verdadera en el terreno de los intereses salariales en general, lo que encuentran es el complemento del sindicato oficial, que los entrampa en acciones que desde el principio los ata de manos para evitar que destaquen sus propias formas de lucha obrera.» (RM 57 julio agosto de 2000). En efecto, la CNTE año con año , amontona a los maestros en el centro del DF y los lanza a movilizaciones y escaramuzas estériles, para luego regresarlos a sus lugares de origen sin haber obtenido nada, «en lugar de desplegar su potencial combativo planteándose la extensión y unidad con otros trabajadores, los maestros son llevados desde el principio al terreno de la burguesía para desgastar su potencial y desmoralizarlos previniendo intentos propios e independientes para luchar por sus intereses.»(ídem). Un ejemplo claro fue la “toma” del Palacio Legislativo a principios de 1999 (véase RM 49), en donde son detenidos 5 líderes y son amenazados con 50 años de prisión, de inmediato la CNTE “olvidó” (sic) el aumento salarial, y desarrolló una campaña mediatizadora por la liberación de los detenidos, y cuando son liberados (líderes que a la burguesía le conviene más que estén libres) se presentó esto como una “gran victoria”.


Otro aspecto a través del cual la CNTE ha desplegado su labor antiobrera lo encontramos en que «la CNTE llegó al extremo de realizar una encuesta por la “defensa de la educación Publica” a través de la cual supuestamente recogería el sentir del pueblo para proseguir su movilización» (ídem). Haciendo aparecer sus luchas como “expresión de la voluntad popular”, la CNTE nos muestra que su naturaleza no difiere en nada del conjunto de la democracia burguesa que pretende hacer pasar la dictadura del capital sobre el trabajo asalariado como “una expresión de la voluntad del pueblo”. En cuanto a la defensa de la “educación pública” sabemos de lo estéril de esta consigna que no ataca, ni siquiera tangencialmente, los fundamentos de la explotación capitalista.

Por otra parte, el pretendido juicio a Elba Esther Gordillo «es una nueva consigna que va a ser un excelente terreno para dar brillo a la combatividad de la CNTE para desviar el descontento de los maestros» (RM 72 ene- feb. 2003), en consecuencia, la CNTE debe presentar una careta de incorruptible. Es evidente que la CNTE va a explotar este aspecto en el futuro inmediato. “oponiéndose”, “criticando” y “saboteando” las campañas del SNTE y de la “profesora”; así, no hará otra cosa que complementar la tarea de engañar a los proletarios al “engordar el caldo” de un terreno donde los obreros nada tienen que ganar y sí todo que perder.

Los ataques que el capital a nivel internacional está llevando a acabo contra los trabajadores, necesitan de las maniobras del Estado capitalista y de sus mejores armas antiobreras. Por ello se pretende que la CNTE pueda lavar sus ropajes para continuar representando el papel de “luchadora social” y para conseguirlo, se esgrimen esquemas contestatarios y patrioteros; “castigo a los culpables”, “defensa de la educación pública”, contra la municipalización, contra los “neoliberales” planes de estudio que eliminan “nuestra historia patria”, etc., etc.


Así pues, el papel de saboteador que la CNTE ya esta desplegando está y estará a la misma altura de la gravedad de los ataques presentes y futuros. El Estado necesita de un aparato mistificador y en la CNTE tiene un fiel guardián que ya se ha mostrado ser bastante efectivo. Una lucha que realmente enfrente los ataques actuales y que esté en condiciones de detenerlos será el resultado de un largo combate contra todas las estructuras sindicales, sean éstas oficiales o disidentes, de izquierda o de derecha.

Vania, 11 junio de 2005.



Situación nacional: 

  • Mexico [7]

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