Attachment | Size |
---|---|
![]() | 213.19 KB |
El medio político proletario, ya fuertemente marcado por el peso del sectarismo como la CCI ha mostrado y denunciado a menudo[1], acaba de ser ‘enriquecido’ con una nueva secta. Existe una nueva publicación llamada Perspectiva Internacionalista, órgano de la llamada 'Fracción Externa de la CCI' (FECCI) que “reivindica una continuidad con el marco programático desarrollado por la CCI”. Este grupo está compuesto por camaradas que pertenecieron a la 'tendencia' formada dentro de nuestra organización y que se marcharon de la CCI en su Sexto Congreso[2] para “defender la plataforma de la CCI”. Hemos encontrado ya muchas formas de sectarismo entre los revolucionarios hoy en día, pero la creación de una “copia de la CCI” con las mismas posiciones programáticas de la CCI constituye un pico nunca antes alcanzado en este terreno. También han alcanzado un pico en la cantidad de basura arrojada sobre la CCI: solo el Boletín Comunista (también formado por ex-miembros de la CCI) ha llegado tan lejos. Desde su creación, este nuevo grupo se coloca en un terreno que solo los gánsteres políticos (que se distinguieron por robar material y fondos de la CCI) han explotado con tanto fervor. Aunque los miembros de la 'Fracción' no han estado de ninguna manera involucrados en tales actos de gansterismo, podemos decir que su sectarismo y su predilección por los insultos gratuitos no son un buen augurio para la futura evolución de este grupo y su capacidad para contribuir a los esfuerzos del proletariado para desarrollar su consciencia. De hecho, los pequeños juegos de la FECCI expresan una cosa: una irresponsabilidad total hacia las tareas a las que se enfrentan los revolucionarios hoy, y una deserción del combate militante.
En el texto principal de PI dedicado a la CCI leemos: “Este texto no busca ajustar cuentas ni caer en una polémica superficial”. Nos preguntamos cómo habría sido el texto si este fuera el caso. Porque en este artículo, entre otros cumplidos, leemos que en los últimos dos años la CCI ha mostrado “un desprecio intolerable por los principios revolucionarios, que han sido arrastrados al fango por sus volteretas tácticas”, que ha desarrollado una “visión completamente estalinista de la organización”, que se ha “hundido en la corrupción”, que ha intentado “sembrar el miedo, intentar aterrorizar y paralizar a los militantes con indirectas maliciosas” para “justificar su nueva orientación, su giro de 180 grados”. Al mismo tiempo, contra los camaradas que luego formarían la FECCI, “puso en marcha la apisonadora para aplastar cualquier resistencia”, utilizando una impresionante variedad de pretensiones: “prácticas organizativas sórdidas”, “ataques personales de todo tipo, calumnias, sospechas, táctica de división y desmoralización, medidas disciplinarias, censura”. Estos son solo algunos destellos de lo que se puede encontrar en este artículo. Uno podría bien preguntarse, ¿quién es la que ha estado participando en “conjuros histéricos”, la CCI, como pretende la FECCI, o la propia FECCI?
Uno podría verse tentado de rechazar con un manotazo este conglomerado de calumnias gratuitas; pero son de tal amplitud y cantidad que es razonable suponer que podrían impresionar al lector que está poco informado sobre la realidad de la CCI; que, debido a que emanan de una organización que afirma defender la plataforma de la CCI (lo cual debería ser una señal de seriedad), podrían dar lugar a la reacción de que "no hay humo sin fuego". Por lo tanto, aunque no podemos responder a todas las acusaciones de la FECCI (lo cual ocuparía la totalidad de esta Revista), estamos obligados a refutar al menos algunas de las mentiras contenidas en las páginas de PI.
Estas mentiras son de un número incalculable y toman numerosas formas, comenzando con pequeñas y ridículas falsificaciones, y pasando a acusaciones odiosamente maliciosas.
Así, el artículo sobre 'El Declive de la CCI' comienza con una 'pequeña mentira'. La primera frase afirma que “la mayoría de los compañeros que han constituido la Fracción Externa de la Corriente Comunista Internacional estuvieron en los primeros pasos de la constitución de la CCI en 1975”. Esto es falso: de los once camaradas que abandonaron la CCI para formar la FECCI, solo tres formaban parte de la organización en la fundación de la CCI en enero de 1975.
El artículo en PI está plagado de este tipo de 'pequeñas mentiras' ridículas. Repite, por ejemplo, la obstinada tabarra de la "tendencia" de que el presente análisis de la CCI sobre el oportunismo y el centrismo representa un alejamiento de nuestras posiciones clásicas. En la Revista Internacional nº 42 mostramos, apoyando esto con citas, que era en realidad el análisis de la tendencia lo que representaba una revisión de las posiciones de la CCI y la Izquierda Comunista. Aquí no queremos reñir con ellos por hacer esta revisión. Pero debemos señalar que esta actitud de atribuir a los demás lo que ella misma estaba haciendo era bastante sintomática del comportamiento de la tendencia el cual sigue poniendo en práctica la FECCI: se limita a oscurecer las verdaderas cuestiones planteadas, mediante contorsiones y mala fe.
Esta misma propensión a atribuir a otro (en este caso a la CCI) lo que ella misma está haciendo se muestra otra vez cuando PI acusa a la CCI de una “falta de espíritu fraterno”. Otra vez más, ¡el mundo está patas arriba! No vamos a aburrir al lector con todos los ejemplos que muestran que fueron los camaradas de la "tendencia" quienes exhibieron esta “falta de espíritu fraterno”. Es suficiente leer la colección de insultos odiosos, animados por el rencor y un espíritu de venganza, en el artículo "El Declive de la CCI" para comprobar de qué lado está situada esta “falta de espíritu fraterno”.
Podríamos seguir refutando las pequeñas mentiras pero nos perderíamos en los detalles. Es mejor mostrar las grandes mentiras utilizadas por la FECCI para justificar su tesis de la degeneración de la CCI.
La primera de ellas excede al resto: que los camaradas de la "tendencia" fueron excluidos de la CCI. Al encontrar difícil apoyar en algo tal aseveración, la FECCI tiene la precaución de decir en ciertas frases que se trató de una exclusión 'de facto'. Debemos decirlo claramente una vez más: esto es completamente falso. Estos camaradas no fueron expulsados, ni formalmente ni 'de facto'. En el número anterior de la Revista Internacional[3]explicamos las circunstancias en las que estos camaradas se marcharon. En particular llamamos la atención sobre una resolución aprobada por unanimidad en el Sexto Congreso que muestra claramente que la partida de estos camaradas fue completamente de su propia responsabilidad. Sin entrar en detalles, recordemos aquí:
Pretender después de todo esto que la 'tendencia' fue excluida de la CCI, o incluso del Congreso, es una mentira tan infame como ridícula porque las actas prueban todo lo contrario. Además, estos camaradas saben perfectamente que cuando partieron no habían sido excluidos de la organización porque en la declaración que entregaron en el momento de su partida afirmaron que permanecían "como una tendencia y como camaradas minoritarios dentro de la CCI".
Otra mentira igual de grande e infame contenida en Perspectiva Internacionalista es que la CCI 'sofocó' los debates, incluso mediante el uso de medidas disciplinarias, y censuró la expresión pública de las posiciones de la 'tendencia'. Una vez más, ¡un mundo al revés! En enero de 1984, el órgano central tuvo que insistir en que los compañeros que habían expresado "reservas" escribieran explicando su voto a toda la organización. Un año más tarde, fue el mismo órgano central el que solicitó que "todas las contribuciones se deberían ver en términos de abrir el debate al exterior". Francamente, afirmar que la CCI, o su órgano central, "sofocó" el debate - que ha evolucionado hacia el monolitismo como afirma la FECCI - es burlarse de la realidad. En un período de más de un año los boletines internos de la organización publicaron alrededor de 120 textos sobre esta discusión, o alrededor de 700 páginas. Todos los textos de los camaradas minoritarios fueron publicados sin excepción en estos boletines.
Lejos de caer en el "monolitismo", la organización insistió permanentemente en la necesidad de claridad, la necesidad de que las diferentes posiciones dentro de ella se expresaran de la manera más precisa posible.
Lo mismo ocurre con la publicación externa de debates internos. Es una calumnia grosera y estúpida asegurar que la CCI "no permitió que prácticamente nada de esto se filtrara durante los últimos dos años", que creó un "muro de silencio" alrededor de sí misma. Cualquier lector sabe que los últimos cinco números de nuestra Revista le han dado mucho espacio a este debate (un total de 40 páginas con tres textos de la "tendencia" y cuatro textos que defienden las posiciones de la CCI). Una calumnia igual es la afirmación de que la CCI "censuró sistemáticamente textos donde tratamos de discutir el significado general del debate". ¿A qué se refiere esta "censura sistemática"? De hecho, solo dos textos no fueron publicados. Uno de ellos fue enviado a la prensa territorial de Gran Bretaña, pero debido a la gran cantidad de cuestiones que trataba era más adecuado para la Revista Internacional. Se le propuso esto a la tendencia, pero lo rechazaron. El otro fue la 'Declaración sobre la formación de una tendencia' publicado en PI. Sobre este texto, el órgano central de la CCI adoptó una resolución que decía que "la 'Declaración' contiene un cierto número de afirmaciones o insinuaciones que denigran a la organización" (la lista de pasajes a los que se refiere vienen a continuación). La resolución continúa así: "(el órgano central) considera que, en interés de la dignidad del debate público, y por lo tanto de la credibilidad de la organización, tales formulaciones no pueden aparecer en el próximo número de la Revista" y "por lo tanto pide a los camaradas que han firmado esta 'Declaración' que o las eliminen del texto para ser publicado, o que proporcionen argumentos que las sostengan, para que el debate público pueda evolucionar de forma clara y evitar el uso de insultos gratuitos". Esto es interpretado por la FECCI como "la CCI simplemente se dio a sí misma el derecho de dictar a una minoría lo que podía (y no podía) escribir y pensar".
¡Así es como se reescribe la historia!
Si la "tendencia" hubiera querido realmente que se conociera la totalidad de sus críticas, todo lo que tenía que hacer era tomarse la molestia de proporcionar algunos argumentos para los puntos que, en el texto, parecían simples insultos gratuitos. Pero esta no era su preocupación. Se envolvió en una coraza de dignidad ultrajada y "rehusó categóricamente entrar en este juego de concesiones”, como si explicar un desacuerdo o una crítica fuera una “concesión”.
Este es otro punto que debe tratarse sobre el enfoque que mantuvo la "tendencia": hizo todo lo posible para convencer al resto de la CCI de su propia falta de seriedad, y en esto, ha tenido un un gran éxito.
Cuando una minoría surge en una organización para tratar de convencer a esta de que está en el camino equivocado, su comportamiento para alcanzar este objetivo es al menos tan importante como sus argumentos políticos. PI da un ejemplo de la seriedad de sus esfuerzos por "reparar" una CCI que se enfrenta al peligro de la degeneración: los camaradas minoritarios "siempre llevaron adelante su lucha abiertamente, de manera militante y responsable, sin dañar en nada el funcionamiento general de la organización, con el objetivo de convencer a la CCI de sus errores ".
En los números anteriores de la Revista Internacional [4]señalamos la inconsistencia de los argumentos políticos de la "tendencia". El comportamiento de estos camaradas tanto en el debate como en la vida organizativa de la CCI fue un fiel reflejo de dicha inconsistencia. Cómo pueden decir que obraron “sin dañar en nada el funcionamiento general de la organización” cuando, por ejemplo:
Podríamos dar muchos otros ejemplos de la falta de seriedad de los camaradas minoritarios en la conducción del debate. Ellos mismos fueron conscientes de esto cuando, a finales de 1984, escribieron (en un texto que justificaba la celebración regular de reuniones por separado) que había habido una "falta en (su) contribución al debate en curso". Esto está muy lejos de las afirmaciones de autocomplacencia que se pueden leer en PI sobre el "incansable" empuje hacia delante del debate por parte de la minoría contra los esfuerzos de la CCI por "dar un portazo a la discusión".
Aquí daremos solo dos ejemplos de la admirable seriedad de la minoría:
Se plantea una pregunta: ¿cómo puede ser que miembros tan antiguos de la organización, con tal experiencia y con innegables capacidades políticas, la mitad de ellos miembros del órgano central de la CCI, se hayan permitido caer en tal regresión, llevándolos a comportarse de una manera cada vez más irresponsable, hasta el punto de dividir y desencadenar un torrente de mentiras odiosas y ridículas contra la organización? Teniendo en cuenta la relativa magnitud y trascendencia que lo distingue, estamos viendo hoy un fenómeno muy similar a lo que sucedió durante y después del Segundo Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso en 1903, y que resultó en la escisión entre Bolcheviques y Mencheviques. Liderando a los Mencheviques también había militantes de larga experiencia cuyas capacidades políticas eran ampliamente reconocidas, y que durante años habían contribuido en gran medida a la causa de la revolución socialista, especialmente en el comité editorial del antiguo Iskra (1900-1903).
Y fueron estos elementos (notablemente Mártov, luego seguidos por Plejánov) los que estuvieron a la cabeza de una corriente oportunista en el POSDR, una corriente que cayó progresivamente en la traición de la clase.
Para caracterizar el fenómeno del Menchevismo en sus comienzos y analizar sus causas, cedamos la palabra a Lenin, el elemento líder del ala marxista revolucionaria del POSDR:
"... el matiz político que jugó un papel importante en el Congreso, y que se distinguió del resto precisamente por su falta de vigor, su debilidad, su mezquindad, su falta de posiciones claras por sus oscilaciones perpetuas entre las dos posiciones claramente opuestas, por el temor de exponer abiertamente su credo, en una palabra por su indecisión y pataleo en el 'pantano'. Hay algunos en nuestro partido que, cuando escuchan esta palabra, el horror se apodera de ellos y gritan protestando sobre polémicas desprovistas de espíritu de camaradería ... Pero casi ningún partido político que ha pasado por una lucha interna ha dejado de utilizar este término, que todavía sirve para describir a los elementos inestables que oscilan entre los combatientes. Y los alemanes, que saben cómo llevar adelante la lucha interna en un marco adecuado, no se vuelven formalistas sobre la palabra 'versumpft' (pantano), no les posee el horror, no muestran este tipo de mojigatería ceremoniosa y ridícula". (Lenin, Obras Escogidas, vol.7)
"Pero lo más peligroso no es que Mártov haya caído en el pantano. Es que, habiendo caído fortuitamente, lejos de intentar salir de él, se hunde cada vez más en él". (Lenin, idem)
Aquí, con un lapso de ochenta años, tenemos una clara caracterización de la actitud adoptada por los camaradas de la minoría. Fundamentada en verdaderas debilidades consejistas, cierto número de camaradas han caído en un enfoque centrista hacia el consejismo. Algunos de ellos lograron dar marcha atrás, pero a otros les sucedió lo mismo que sucedió con Mártov: negándose a admitir que podían ser víctimas del centrismo (al oír esta palabra "el horror se apodera de ellos y gritan protestando sobre polémicas desprovistas de espíritu de camaradería”), se hundieron cada vez más en él. Esto es lo que señalamos en nuestro artículo que responde a la "tendencia" en la Revista Internacional n ° 43 ("El rechazo de la noción de centrismo, la puerta abierta al abandono de las posiciones de clase"). Estos camaradas encontraron difícil soportar la idea de que pudieran ser criticados. Interpretaron como un insulto personal un texto y una resolución cuyo objetivo era poner a la organización en guardia contra el peligro del centrismo, y que ilustraba este peligro al, entre otras cosas, exponer la actitud conciliadora de estos elementos hacia el consejismo. Esta no es de ninguna manera una interpretación "subjetivista" de su enfoque. Lenin explicó la actitud de los Mencheviques en términos muy similares:
"Cuando considero el comportamiento de los amigos de Mártov después del Congreso, su negativa a colaborar ... su negativa a trabajar para el Comité Central ... solo puedo decir que esta es una actitud insensata, indigna de los miembros del Partido ... ¿Y por qué? Únicamente porque no están contentos con la composición de los órganos centrales, porque, objetivamente, esta es la única cuestión que nos separa. Las explicaciones subjetivas (ofensa, insulto, expulsión, ser apartados, estigmatizados, etc.) no son más que el fruto de un amor propio herido y una imaginación enferma". (Lenin, idem)
También deberíamos añadir que incluso la actitud de ciertos camaradas minoritarios hacia los órganos centrales es similar a la de los Mencheviques porque en varias ocasiones los boicotearon (al negarse a participar en sus reuniones o a asumir las responsabilidades que el órgano central quería conferirles), mientras que al mismo tiempo se quejaron de lo que PI llama " 'relevar' a los compañeros de la minoría de ciertas funciones que tenían, bajo el pretexto de que las divergencias impedían su cumplimiento".
¿Qué condujo a estos camaradas a adoptar este enfoque? Aquí nuevamente, el ejemplo de los Mencheviques es significativo: "Bajo el nombre de 'minoría' ha habido una agrupación dentro del Partido de elementos heterogéneos unidos por el deseo, consciente o no, de mantener relaciones de círculo, la forma previa a la organización de Partido.
Ciertos militantes eminentes de los antiguos círculos más influyentes, no acostumbrados a las restricciones a nivel organizativo, restricciones requeridas por la disciplina de Partido, tienden a identificar los intereses generales del Partido con sus intereses como círculo, lo cual de hecho en el período de los círculos podía realmente coincidir”. (Lenin, idem)
Cuando uno examina el comportamiento de los camaradas que formaron la "tendencia", después la FECCI, la similitud con lo que Lenin describe es otra vez llamativa.
Fundamentalmente, la "tendencia" estaba formada por camaradas que se conocían desde hacía mucho tiempo (incluso antes de la formación de la CCI en algunos casos) y que habían establecido entre ellos una solidaridad artificial basada esencialmente en sus antiguos lazos de amistad y no en una homogeneidad política. En la Revista Internacional números 42 a 44 ya hemos señalado la falta de homogeneidad de la "tendencia", compuesta en su momento de camaradas que, al principio, tenían posiciones totalmente divergentes, ya sea sobre la cuestión de la consciencia de clase, el peligro del consejismo, la definición de centrismo, o la importancia de nuestra intervención en el momento presente. Esta heterogeneidad aún era evidente en el Sexto Congreso de la CCI, entre aquellos que querían abandonar la organización y aquellos que deseaban permanecer en ella. Esto se revela nuevamente en PI si se compara el tono histérico del artículo "El Declive de la CCI" y el artículo "Crítica de la Intervención de la CCI", que es incomparablemente más fraternal. Lo único que unía a la "tendencia", aparte de y como resultado de este "espíritu de círculo" legado por el pasado de los camaradas, fue una dificultad común para aceptar la disciplina de la organización, lo cual los condujo a numerosas faltas organizativas.
Pero la similitud entre los Mencheviques de 1903 y los camaradas de la "tendencia" no termina ahí: "El grueso de la oposición estaba formado por los elementos intelectuales de nuestro Partido. Comparados con los proletarios, los intelectuales son siempre más individualistas, aunque solo sea por su condición básica de existencia y trabajo, que les impide agruparse espontáneamente en grandes cantidades, de adquirir directamente una educación en el trabajo colectivo organizado. En consecuencia, es más difícil para los elementos intelectuales adaptarse a la disciplina de la vida del Partido, y aquellos que no son capaces de hacerlo, levantan instintivamente la bandera de la revuelta contra las indispensables restricciones que les impone la organización, y convierten su anarquismo espontáneo en un principio de la lucha, calificando erróneamente este anarquismo como una demanda a favor de 'tolerancia', etc. " (Lenin, idem)
Aquí nuevamente, el parecido es sorprendente: si hubiéramos querido enfurecer a los camaradas de la "tendencia", la habríamos llamado la "tendencia de profesores, académicos y altos funcionarios". También está claro que tales "individualidades" son mucho más susceptibles a una vanidad de diversos tipos, ya que en su vida diaria están mucho más acostumbrados que los trabajadores a ser escuchados de manera respetuosa.
Podríamos buscar otras semejanzas entre la "tendencia-fracción" y la corriente Menchevique de 1903. Nos limitaremos a otras dos:
En varias ocasiones, Lenin denunció el sectarismo de los Mencheviques, quienes para él fueron los únicos responsables de la escisión. Por otro lado, consideraba que:
"Las diferencias de principios entre Vperiod (el periódico Bolchevique) y el nuevo Iskra (Menchevique) son esencialmente las que existían entre el viejo Iskra y Robotchie Dielo (los 'Economistas'). Consideramos que estas diferencias son importantes, pero no consideramos que constituyan en sí mismas un obstáculo para el trabajo conjunto dentro de un solo partido ..." (Lenin, idem)
La CCI también considera que las divergencias políticas que tenía con la "tendencia", especialmente sobre la consciencia de clase y el peligro del centrismo, son importantes. Si las posiciones de la "tendencia" hubieran ganado a toda la organización, esto habría representado un peligro para ella. Pero siempre insistimos en que estas divergencias eran perfectamente compatibles con estar en la misma organización y no deberían ser un obstáculo para trabajar juntos. Esta no es la concepción de la "Fracción" que, como los Mencheviques, quiere hacernos responsables de la separación organizativa. Cuando el medio político proletario serio se entere de las cuestiones básicas que, según la "Fracción", impiden el trabajo conjunto, solo podrá preguntarse qué se ha metido en la cabeza de estos compañeros. De manera similar, ¿qué pensarán los trabajadores en general cuando reciban dos folletos o documentos que, sobre las cuestiones esenciales a las que se enfrentan -la naturaleza de la crisis, los ataques de la burguesía, el papel de la izquierda y los sindicatos, la necesidad de extender, unificar y organizar sus luchas, la perspectiva para la lucha- ¿dicen las mismas cosas? Solo podrán concluir que los revolucionarios (o algunos de ellos) no son personas muy serias.
El sectarismo es el corolario del "espíritu del círculo", del individualismo, de la idea de que "cada cual puede hacer lo que quiera en su casa". Los camaradas de la "tendencia" aprendieron todo esto dentro de la CCI a través de las numerosas batallas que hemos librado contra el sectarismo que pesa tanto en el actual medio proletario.
Es para ocultar su sectarismo subyacente -porque los camaradas que se refieren a la "vieja CCI" saben bien que sus divergencias actuales nunca han sido para nosotros una razón para la separación organizativa – por lo que han inventado todas estas fábulas, todo este abracadabra, todo estas mentiras odiosas y estúpidas contra nuestra organización.
La 'Fracción' acusa a la CCI de 'monolitismo'. Nada es más absurdo. En realidad, es la 'Fracción' la que es monolítica, como todas las sectas: desde el momento en que se considera que cualquier divergencia que surja en la organización solo puede conducir a una escisión, se niega que puedan existir tales divergencias dentro de la organización. Esta es la esencia del monolitismo. Además, este monolitismo ya se puede ver en PI: ninguno de los artículos está firmado, como si no pudiera haber el más mínimo matiz dentro de ella (mientras que sabemos que ocurre todo lo contrario).
Los Mencheviques llevaron a cabo sus actividades de división en vísperas de la primera revolución en Rusia. El POSDR estuvo en consecuencia mal equipado para estar a la altura que requería cuando estalló. Lenin nunca dejó de denunciar el daño causado por las acciones irresponsables de los Mencheviques a las ideas revolucionarias y a la confianza que los trabajadores podían tener en el Partido. También en este momento crucial de la lucha de clases los camaradas de la "tendencia" han decidido dispersar las fuerzas revolucionarias existentes. Pueden decir todo lo que quieran en PI sobre la "importancia decisiva de la intervención de los revolucionarios en la actualidad"; sus acciones desmienten sus palabras. Lo que están demostrando en realidad es que para ellos sus intereses como círculo y secta tienen prioridad sobre los intereses generales de la clase obrera. Frente a las demandas que el período actual está exigiendo a los revolucionarios, están mostrando una irresponsabilidad mucho mayor que la que la CCI siempre ha denunciado en otros grupos.
Marx observó en el 18º Brumario que si la historia se repite, la primera vez es una tragedia y la segunda una farsa. Los eventos de 1903 en el POSDR fueron una tragedia para el movimiento obrero. Las aventuras de la "tendencia" se parecen mucho más a una farsa, aunque solo sea por la extrema debilidad numérica de esta formación. Hay tantas similitudes entre los enfoques de la "tendencia" y el de los Mencheviques que uno no puede evitar decir que estamos ante un peligro permanente en el movimiento obrero. Pero al mismo tiempo no hay mucho peligro de que la “Fracción” juegue algún día una función comparable a la de los Mencheviques: transformarse en el último baluarte de la burguesía durante el curso de la revolución, aliarse con los Ejércitos Blancos. Es muy probable que, en el momento de la revolución, la 'Fracción' haya desaparecido, que sus militantes se hayan dispersado desde hace tiempo sumidos en la desmoralización o que, habiendo comprendido sus errores, algunos de ellos hayan regresado a la actividad revolucionaria responsable (como fue el caso de Trotsky que en 1903 se había alineado con los Mencheviques). Pero mientras tanto, la 'Fracción' jugará un papel esencialmente pernicioso frente a la clase.
Por un lado, debido a su sectarismo, tenderá a reforzar la muy fuerte desconfianza hacia las organizaciones revolucionarias que existe dentro de la clase obrera, incluyendo sus elementos más combativos.
Por otro lado, al pretender defender la plataforma de la CCI, hará un daño real a las ideas de esta plataforma. Una defensa sectaria e irresponsable de principios revolucionarios claros y coherentes es mucho peor que una defensa consistente de posiciones revolucionarias que son menos coherentes o elaboradas. Solo puede desalentar a estos elementos de claridad y coherencia que se mueven hacia posiciones revolucionarias, quienes se sentirán disgustados por el comportamiento irresponsable de quienes afirman ser los representantes de la claridad revolucionaria. Además, la experiencia muestra que, tarde o temprano, una defensa irresponsable de los principios siempre repercute en los principios mismos, como fue el caso de los Mencheviques que progresivamente le dieron la espalda al programa que habían adoptado antes de separarse de los Bolcheviques.
Finalmente, las comparaciones que hace la FECCI entre sí misma y la Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia solo pueden servir para desacreditar la enorme contribución que este organismo hizo al movimiento obrero. Hasta la Segunda Guerra Mundial, Bilan, Prometeo y Communisme fueron un ejemplo de firmeza en los principios revolucionarios enfrentados a las sucesivas traiciones de otras organizaciones proletarias bajo la presión de la contrarrevolución[5]. Fueron así un ejemplo de seriedad y de un sentido de la responsabilidad al más alto nivel posible. La CCI siempre ha tratado de desarrollar su actividad militante sobre la misma base y siguiendo su ejemplo. La Fracción de Izquierda luchó hasta el final dentro del Partido Comunista en degeneración con la intención de repararlo. No lo abandonó, sino que fue expulsada, como la gran mayoría de las fracciones revolucionarias en la historia. En particular, hizo una contribución inestimable en la cuestión de la lucha, el papel de una fracción comunista. Son precisamente estas enseñanzas fundamentales las que la FECCI está arrojando por la ventana por la forma en que ha salido de la CCI. Ha usurpado el término "fracción", creando esta novedad histórica de una "fracción externa" (fracción significa parte de algo) sin haber desarrollado en ningún momento el trabajo de una fracción interna o incluso de una tendencia real. A menudo hemos escrito en nuestra Revista que la caricatura de un partido representada por el PCI-Programma hizo que la idea de un partido pareciera ridícula. La caricatura de una fracción representada por la FECCI hace que la idea de una fracción parezca ridícula.
Desde el punto de vista de los intereses de la clase obrera, la FECCI no tiene motivos para existir. Al contrario. Con respecto al "Communist Bulletin Group", que abandonó la CCI en 1981 y se quedó con algunos de sus fondos, escribimos: "¿Qué representa (la CBG) en el proletariado? Una versión provinciana de la plataforma de la CCI quitando la coherencia y añadiendo el robo" (Revista Internacional n ° 36)
En cuanto a la FECCI, no existe el robo, pero existe todo el peso del sectarismo y la irresponsabilidad. Lo que dijimos sobre el CBG es también aplicable a la FECCI: "Otro grupo cuya existencia es políticamente parasitaria" (idem) - Lo mejor que podemos esperar, tanto para la clase obrera como para los camaradas que la integran, es que la FECCI desaparezca lo más rápido posible.
FM
[1] Ver El sectarismo una herencia de la contrarrevolución que hay que superar, https://es.internationalism.org/revista-internacional/201003/2829/el-sec... [2]
[2] La Revista Internacional n ° 44, en el artículo dedicado al Sexto Congreso de la CCI, trata sobre la partida de estos camaradas y su constitución como una 'Fracción'. El lector puede remitirse a esto, así como a los artículos publicados en la Revista Internacional números 40-43 que reflejan la evolución del debate dentro de la CCI
[4] Ver https://en.internationalism.org/node/2971 [4] , https://en.internationalism.org/node/2978 [5] y https://en.internationalism.org/node/3146 [6]
[5] Ver nuestro libro Historia de la Izquierda Comunista de Italia que puede pedirse a nuestra dirección mail.
Attachment | Size |
---|---|
![]() | 129.27 KB |
1. Hay una diferencia fundamental entre la evolución de los partidos de la burguesía y la evolución de los partidos de la clase obrera.
Los primeros, por el hecho de ser los órganos políticos de una clase dominante, tienen la posibilidad de actuar en la clase obrera y algunos de ellos lo hacen de manera efectiva ya que esto forma parte de una división del trabajo dentro de las fuerzas políticas de la burguesía, parte de la cual tiene la tarea particular de mistificar al proletariado, de controlarlo actuando incluso en su propio seno, desviándolo de su propio terreno de clase. Para este fin la burguesía ha venido utilizando, preferentemente, viejas organizaciones de la clase obrera que se han pasado al campo de la burguesía.
Por el contrario, la situación opuesta de que una organización proletaria actúe en el campo de la burguesía no es posible. Esto es así para el proletariado, al igual que para cualquier clase oprimida, porque el lugar como clase explotada que tiene en la historia hace imposible que se transforme en una clase explotadora.
Esta realidad puede ser expresada de manera resumida:
- Es posible que existan y de hecho siempre las hay, organizaciones políticas burguesas que actúan en el proletariado;
- No es posible, como demuestra su condición histórica, que partidos políticos proletarios puedan operar en el terreno de la burguesía.
2. Esto no solo es cierto para los partidos políticos estructurados de manera clásica. También es cierto respecto a las corrientes políticas divergentes que pueden surgir, en un momento dado, dentro de estos partidos. Si los miembros de los partidos políticos existentes pueden pasar de un campo a otro y en ambas direcciones (del proletariado a la burguesía y de la burguesía al proletariado), esto sólo puede ser de manera individual. En cambio, el paso colectivo de todo un partido político ya formado o en formación en los partidos tradicionales, solo puede suceder necesariamente en una dirección: de los partidos del proletariado a la burguesía y nunca en la dirección opuesta: de los partidos burgueses al proletariado. Es decir, el conjunto de elementos provenientes de una organización burguesa, en ninguna circunstancia, pueden evolucionar hacia posiciones de clase sin una ruptura consciente con cualquier idea de continuidad proveniente de su actividad colectiva anterior en el campo contrarrevolucionario. En otras palabras, si las tendencias pueden formarse y desarrollarse en las organizaciones del proletariado, evolucionando hacia posiciones políticas de la burguesía y transmitiendo esta ideología dentro de la clase obrera, esto está absolutamente excluido con respecto a las organizaciones de la burguesía.
3. La explicación de la conclusión anterior radica en el hecho esencial de que la clase económicamente dominante en la sociedad también es la clase dominante política e ideológicamente. Este hecho también explica:
- la influencia ejercida por la ideología de la burguesía sobre la gran mayoría de la clase obrera, ideología de la que sólo puede liberarse de manera muy limitada, hasta el momento de la revolución;
- las vicisitudes y dificultades del proceso de toma de conciencia para el conjunto de toda la clase sobre sus intereses y especialmente de su ser histórico, determinan un movimiento constante de victorias y derrotas parciales en sus luchas, que se traducen en avances y retrocesos en la extensión de su conciencia;
- el hecho obligatorio e inevitable de que sólo una pequeña minoría de la clase puede lograr liberarse lo suficiente (aunque no totalmente) del peso e influencia de la ideología burguesa dominante, para emprender un trabajo teórico, sistemático y coherente, destinado a la elaboración de los fundamentos políticos capaces de fertilizar el proceso de toma de conciencia y el desarrollo de la lucha inmediata e histórica de la clase;
- la función indispensable e insustituible que la clase confía a las minorías que segrega, función que no puede ser desempeñada por individuos o pequeños cenáculos intelectuales, sino sólo por elementos que comprenden las tareas para las que la clase, en el desarrollo de su lucha, las ha hecho surgir. Esto sólo es posible estructurando y dando lugar al nacimiento de una organización política centralizada y militante en el seno de las luchas obreras, en la que esta minoría, producto de la clase, puede asumir su función de ser un factor activo, un crisol en el que y con el que la clase forja las armas indispensables de su victoria final;
- la razón por la cual las corrientes oportunistas y centristas pueden manifestarse dentro de la clase explotada y revolucionaria, así como en sus organizaciones de clase, y sólo en esta clase y sus organizaciones. En este sentido, hablar de oportunismo y centrismo (en relación con el proletariado) en la burguesía no tiene sentido porque una clase dominante nunca renuncia, por su propia voluntad, a sus privilegios en favor de la clase que explota (esto es precisamente lo que la convierte en clase dominante).
4. Dos fuentes están en la raíz del surgimiento de tendencias oportunistas y centristas en la clase obrera: por una parte. la presión y la influencia de la ideología de la burguesía y, por otra, el difícil proceso de maduración y toma de conciencia por parte del proletariado. Esto se refleja en particular en la característica principal del oportunismo, que consiste en aislar, separar el objetivo final del movimiento proletario de los medios que conducen a él y finalmente acabar oponiéndose a ellos, mientras que cualquier cuestionamiento de los medios conduce a la negación del objetivo final, al igual que cualquier cuestionamiento de este objetivo tiende a privar a los medios utilizados de su significado proletario. En la misma medida en que estas son cuestiones permanentes en la confrontación histórica entre el proletariado y la burguesía, es evidente por lo tanto que el oportunismo y el centrismo son de hecho peligros que amenazan a la clase permanentemente, tanto en el período de decadencia como en el período ascendente. Sin embargo, de la misma manera que estas dos fuentes están interrelacionadas, también están relacionadas en cuanto a la forma cómo afectan el movimiento de la clase, con la evolución general del capitalismo y el desarrollo de sus contradicciones internas. Como resultado, los fenómenos históricos del oportunismo y el centrismo se expresan de diferentes maneras, con caracteres de gravedad más o menos grandes según los momentos de esta evolución y de su desarrollo.
5. Si la entrada del capitalismo en su fase de decadencia plantea directamente la cuestión de la necesidad de la revolución y es una condición favorable que facilita el proceso de maduración de la conciencia en la clase obrera, esta maduración no es para nada un hecho automático, mecánico o que tenga lugar de manera irremediable.
El período de decadencia del capitalismo ve por un lado a la burguesía concentrando abrumadoramente su poder de represión, así como trabajando para perfeccionar, tanto como sea posible, los medios de penetración de su ideología en la clase y, por otra parte aumentando de manera considerable la importancia y la urgencia de la toma de conciencia de clase en la medida en que el desafío histórico de "socialismo o barbarie” surge inmediatamente y con toda su importancia: la historia no deja al proletariado un tiempo ilimitado para poder realizar sus fines. El período de decadencia que se expresa en términos de guerra imperialista o revolución proletaria, socialismo o barbarie, no sólo no hace desaparecer el oportunismo y el centrismo, sino que hace que la lucha de las corrientes revolucionarias contra estas tendencias sea más amarga, más feroz, y más difícil en proporción directa a lo que está en juego en esta situación histórica.
6. Como ha demostrado la historia, la corriente abiertamente oportunista, por situarse en posiciones extremas y claras, conduce, en momentos decisivos, a dar un paso definitivo, y sin posibilidad de vuelta atrás, hacia el campo de la burguesía. En cuanto a la corriente centrista, que dice situarse entre la izquierda revolucionaria y la derecha oportunista -la corriente más heterogénea, en constante movimiento entre las dos y buscando su reconciliación en una unidad organizativa imposible- evoluciona por su parte según las circunstancias y vicisitudes de la lucha del proletariado.
En el momento de la traición abierta de la corriente oportunista, al mismo tiempo que se produce la reanudación y el ascenso de la lucha de clases, el centrismo puede constituir al principio, pero siempre de manera temporal, una posición común con las masas trabajadoras que representan las posiciones revolucionarias. El centrismo, como corriente estructurada, organizada en forma de partido, está llamada, en estas circunstancias favorables, a explotar y pasar en su mayoría, o en gran parte, a la organización de la izquierda revolucionaria recién constituida, como sucedió con el Partido Socialista Francés, el Partido Socialista de Italia y el USPD en Alemania en los años 1920-21, después de la Primera Guerra Mundial y tras la victoria de la revolución en Rusia.
Por otro lado, en las circunstancias de una serie de grandes derrotas del proletariado en que se abre el curso hacia la guerra, el centrismo está inevitablemente destinado a quedar atrapado en el engranaje de la burguesía y a pasar a su campo al igual que la corriente abiertamente oportunista.
Con toda la firmeza que le debe ser propia, es importante que el partido revolucionario sepa entender los dos significados opuestos de la posible evolución del centrismo en diferentes circunstancias para poder adoptar una actitud política adecuada hacia él. La falta de reconocimiento de esta realidad conduce a la misma aberración que la proclamación de la imposibilidad de la existencia del oportunismo y el centrismo dentro de la clase obrera en el período de decadencia capitalista.
7. En cuanto a esta última "teoría", toda la historia de la Tercera Internacional y de los partidos comunistas está ahí para dar fe de su incapacidad, para demostrar que no es más que una barbaridad. No sólo el oportunismo y el centrismo han podido aparecer dentro de la propia organización revolucionaria, sino que, fortaleciéndose con las derrotas y el retroceso del proletariado, el centrismo también ha logrado dominar estos partidos y, después de una lucha despiadada que duró muchos años para derrotar a la oposiciones de las fracciones de la izquierda comunista, para expulsarlos de todos los partidos comunistas: que tras estas expulsiones habían quedado vacíos de toda esencia de clase, lo que ha hecho de cada uno de ellos, órganos de sus respectivas burguesías nacionales.
La "teoría" de la imposibilidad de la existencia de corrientes oportunistas y centristas dentro del proletariado en el período de decadencia del capitalismo presupone en realidad la existencia de un proletariado y partidos revolucionarios puros, que de manera absoluta y para siempre, serian inmunes y estarían impermeabilizado por completos contra cualquier penetración de la influencia de la ideología burguesa dentro de ellos. Tal "teoría" no es sólo una aberración, sino que se basa en una visión idealista abstracta de la clase y sus organizaciones. Es parte del "método Coué" (consolarse, repitiéndose que todo está bien) y decididamente le dan la espalda al marxismo. Lejos de fortalecer la corriente revolucionaria, la debilita convirtiendo este peligro real en una amenaza y desviando su atención y su indispensable vigilancia contra este peligro.
La CCI debe combatir con toda su energía tales "teorías" en general, y dentro de ella en particular, a las que permiten que el centrismo se camufle detrás de una fraseología radical que, bajo el disfraz de "pureza programática", tiende a aislar a las organizaciones revolucionarias del movimiento real de su lucha de clases.
EL CENTRISMO Y LAS ORGANIZACIONES POLÍTICAS DEL PROLETARIADO
1. No hay debate académico posible sobre la cuestión del centrismo. El centrismo nació y se desarrolló como un concepto en el movimiento obrero frente a la necesidad de delimitar las fuerzas políticas presentes en la lucha de clases, especialmente con miras a la constitución de partidos de clase en la época actual de guerras y revoluciones. No es casualidad que esta cuestión se plantee hoy en la CCI en un momento en que se avecinan enfrentamientos de clase decisivos y, con ellos, la perspectiva de un nuevo partido de clase: la respuesta a esta cuestión dependerá de la naturaleza del partido del mañana, y depende hoy de la actitud de los grupos revolucionarios en la preparación de esta perspectiva. La experiencia práctica de la trágica bancarrota de la Tercera Internacional, y luego de la debacle de la llamada "Cuarta Internacional" trotskista, por su política de compromiso con fracciones de la burguesía bajo la cobertura del concepto de centrismo, por un lado, el marco teórico de la naturaleza de la clase obrera, la decadencia del capitalismo y el capitalismo de Estado como modo de existencia del capitalismo en la época actual, por otro lado, proporcionar todos los materiales necesarios para que el proletariado pueda cribar la crítica del concepto de centrismo y sus implicaciones.
2. Por su condición simultanea de clase explotada y de clase revolucionaria que lleva dentro de sí la destrucción del capitalismo, el proletariado está constantemente sujeto a dos tendencias contradictorias:
- su propio movimiento hacia la toma de conciencia de su situación y de su futuro histórico;
- la presión de la ideología burguesa dominante, que tiende a destruir su toma de conciencia.
Estas dos tendencias irreconciliables determinan el carácter accidentado de la lucha de clases que ve sucesivos avances o tentativas de carácter revolucionario y retrocesos contrarrevolucionarios, así como el surgimiento de minorías de vanguardia organizadas en grupos, fracciones o partidos, llamados a catalizar el movimiento de la clase hacia su conciencia.
El proletariado sólo puede tener una conciencia: una conciencia revolucionaria, pero, debido a que nace de la sociedad burguesa y sólo puede liberarse completamente de ella cuando desaparece como clase, su conciencia es siempre un proceso en desarrollo, nunca completado en el capitalismo, que se enfrenta constantemente a la ideología burguesa que impregna toda la sociedad.
Esta situación determina la dinámica de las organizaciones políticas del proletariado: o asumen su función de desarrollar la conciencia de clase contra la ideología burguesa y se ubican prácticamente en el campo proletario, o sucumben a la ideología burguesa y prácticamente se integran en el campo burgués.
3. La delimitación de los campos entre las organizaciones políticas constituye en sí mismo un proceso histórico en desarrollo, determinado por las condiciones objetivas para el desarrollo del capitalismo y del mismo proletariado dentro de él. Desde el comienzo del movimiento obrero, ha tenido lugar un proceso de decantación que progresivamente ha delimitado las posiciones que caracterizan el terreno político del proletariado.
En el momento de la Iª Internacional, el desarrollo del capitalismo todavía se caracteriza, incluso en el corazón de Europa, por la introducción de la producción industrial a gran escala y la formación del proletariado industrial a partir del declive del artesanado y la desposesión del campesinado. En esta etapa de desarrollo del proletariado y de su conciencia, en el terreno del movimiento obrero podían situarse corrientes tan dispares como el anarquismo bakuninista y proudhoniano, anclado en el pasado pequeñoburgués y campesino, el blanquismo arraigado en la intelectualidad jacobina, el mazzismo con su programa de republicanismo radical, y el marxismo, la expresión desarrollada del proletariado revolucionario.
En la época de la Segunda Internacional, el final del período de revoluciones nacionales y de la infancia del proletariado industrial, delimitaron con más precisión las posiciones del movimiento obrero, obligando al proletariado a constituirse como un partido político separado, en oposición a todas las corrientes burguesas y pequeñoburguesas. Pero la necesidad de luchar por reformas dentro de un capitalismo ascendente, la coexistencia de los programas "mínimo" y "máximo", lo que era posible en este período, permitió que corrientes como el anarcosindicalismo, el centrismo y el oportunismo existieran en el campo político proletario junto con el marxismo revolucionario.
En la época actual de la decadencia capitalista, en la era del capitalismo de Estado, la integración de los partidos de masas y de los sindicatos en el engranaje del estado totalitario del capital, con la imposibilidad de reformas en una situación de crisis permanente y la necesidad objetiva de la revolución comunista, época abierta por la Primera Guerra Mundial, el campo político proletario es definitivamente delimitado por el marxismo revolucionario. Las diversas tendencias oportunistas y centristas, con su programa de parlamentarismo, con su estrategia de desgaste, con su base en los partidos de masas y los sindicatos, han pasado irremediablemente al campo del capitalismo. Lo mismo ocurre con cualquier organización que abandone, por cualquier otra cuestión, el terreno de la revolución mundial, como será el caso de la Tercera Internacional, tras la adopción del "socialismo en un solo país" y del trotskismo por su apoyo "crítico" a la 2ª Guerra Mundial.
4. La pregunta que el marxismo debe hacerse frente al fenómeno histórico del oportunismo y el centrismo no es si las organizaciones del proletariado están o no amenazadas con la penetración de la ideología burguesa, sino comprender en qué condiciones particulares ha sido posible la existencia de corrientes distintas al marxismo revolucionario y a las de la burguesía. Por su propia naturaleza, la clase obrera y sus organizaciones, por muy claras que sean, están siempre bajo la penetración de la ideología burguesa. Esta penetración toma las formas más variadas, y es una subestimación importante pretender encontrar una sola forma genérica. El resultado de la lucha entre la conciencia de clase y la ideología burguesa en una organización consiste en la imposición de la primera sobre la segunda, o, por el contrario, en la destrucción de la primera por la segunda. En la época de la decadencia capitalista donde los antagonismos de clase se expresan de una manera clara, esto solo puede significar, o el desarrollo del programa revolucionario o la capitulación ante la burguesía.
La posibilidad de una "tercera vía" en la época ascendente del capitalismo, es decir, la existencia de corrientes y posiciones que no son ni verdaderamente burguesas ni verdaderamente revolucionarias dentro del propio movimiento obrero resulta una incoherencia una vez llega a su fin el periodo ascendente del capitalismo, cuando si era posible una lucha permanente del proletariado por mejoras en sus condiciones de vida dentro del sistema, sin ponerlo en peligro de forma inmediata. El oportunismo -la política dirigida a la búsqueda del éxito inmediato a expensas de los principios, que son las condiciones para el éxito final- y el centrismo, -una variante del oportunismo que busca reconciliar a este último mediante una referencia al marxismo- se desarrollaron como formas políticas de la enfermedad reformista que gangrenaron el movimiento obrero de ese momento. Su base objetiva no estaba en una diferenciación fundamental de los intereses económicos dentro del proletariado, como la presentada por la teoría de Lenin de la "aristocracia obrera", sino en los aparatos permanentes de los sindicatos y los partidos de masas, que tendían a institucionalizarse en el marco del sistema y a integrarse en el estado capitalista y a alejarse de la lucha de clases. Con la entrada del capitalismo en su período de decadencia, estas organizaciones pasaron definitivamente al campo del capital y, con ellas, las corrientes reformistas, oportunistas o centristas.
A partir de ahora, la alternativa inmediata que se plantea a la clase obrera es la revolución o la contrarrevolución, el socialismo o la barbarie. El reformismo, el oportunismo y el centrismo han dejado de ser una realidad objetiva dentro del movimiento obrero, porque su base material -el logro de reformas y éxitos inmediatos, sin lucha por la revolución, y las organizaciones de masas correspondientes- ya no existe. Cualquier política encaminada al éxito inmediato alejándose de la revolución se ha convertido, desde el punto de vista del proletariado, en una ilusión y no en una realidad objetiva; representa una capitulación directa ante la burguesía, una completa política contrarrevolucionaria. Todos los ejemplos históricos de tales políticas en la época de la decadencia, como la de "ir a las masas" de la Internacional Comunista, muestran que, lejos de lograr éxitos inmediatos, conducen a fracasos completos, a la traición de las organizaciones y la pérdida de la revolución en el caso de I.C. Esto no significa que cualquier organización proletaria degenerada pase inmediatamente como tal a la burguesía; aparte de los momentos cruciales de la guerra y la revolución, la capitulación ante la burguesía puede ser parcial y gradual, como muestra la historia del bordiguismo. Pero esto no cambia la característica general del proceso, la contradicción permanente entre revolución y contrarrevolución, la transformación de la primera en la segunda sin pasar por corrientes, o por ideologías que se dicen situarse a medio camino, como lo fueron el oportunismo y el centrismo.
5. La tesis, desarrollada por Trotsky en los años 30, y desarrolladas hoy en la CCI, según la cual el oportunismo y el centrismo representan en esencia la penetración de la ideología burguesa dentro de las organizaciones del proletariado, definida simplemente en términos de "comportamientos políticos" (falta de firmeza en los principios, vacilación, conciliación entre posiciones antagónicas), se aparta radicalmente del método materialista e histórico del marxismo:
- del materialismo, porque pone la realidad patas arriba al considerar las corrientes políticas como productos del comportamiento, en lugar de considerar los comportamientos como productos de corrientes políticas, definidas por su relación con la lucha de clases;
- de la historia, porque reemplaza toda la evolución general del proletariado y de sus organizaciones, mediante categorías fijas de actitudes individuales, incapaces de explicar esta evolución histórica.
Sus consecuencias son desastrosas en una serie de aspectos esenciales del programa revolucionario:
1) Al situar el origen de las debilidades de las organizaciones proletarias en el comportamiento de la vacilación, se opone a otro comportamiento: la voluntad, y así basa su perspectiva en el voluntarismo, una desviación típica del trotskismo de los años 30.
2) Al aplicarse a la época de decadencia del capitalismo, conduce a la rehabilitación, en el campo del proletariado, de la corriente "centrista" y, por lo tanto, de la socialdemocracia después de su participación en la Primera Guerra Mundial y el aplastamiento de la revolución de posguerra, el estalinismo después de la adopción del "socialismo en un solo país" y el trotskismo después de su participación en la Segunda Guerra Mundial; en otras palabras, el abandono del criterio objetivo del internacionalismo, de la participación en la guerra o en la revolución, para delimitar el campo proletario del campo burgués; el reconocimiento de las posiciones nacionalistas – como el "socialismo en un solo país" del estalinismo y el "apoyo crítico" a la guerra imperialista del trotskismo – como expresiones del proletariado.
3) Como resultado, también altera todas las lecciones aprendidas de la ola revolucionaria y justifica, aunque sea críticamente, la política de apertura de la Tercera Internacional a los elementos y partidos contrarrevolucionarios de la socialdemocracia y, por lo tanto, conlleva un grave peligro para la revolución y el partido del mañana.
4) Al final, implica un cuestionamiento de la naturaleza revolucionaria del proletariado y de su conciencia, porque si el centrismo justifica cualquier cohabitación de posiciones contradictorias, entonces el proletariado y sus organizaciones son siempre y por naturaleza centristas, ya que, en ese caso, el proletariado conlleva necesariamente dentro de sí las marcas de la sociedad en la que existe, que son las de la ideología burguesa, a la vez que, como necesidad, afirma su proyecto revolucionario.
6. La verdad de una teoría está en la práctica. Esta es la aplicación del concepto de centrismo por la IIIª Internacional degenerada, en la formación de los partidos comunistas en Europa y por la Oposición de Izquierda trotskista en la formación de la llamada "IVª Internacional" lo que proporciona la demostración histórica definitiva de su bancarrota tras el comienzo de la decadencia del capitalismo. Fue por falta de claridad sobre la naturaleza, ahora burguesa, del "centrismo", por lo que la IC fue conducida a una política de compromiso con las tendencias y partidos socialdemócratas contrarrevolucionarios abriéndoles las puertas de la Internacional, como fue el caso en Alemania, donde el KPD tuvo que fusionarse con el USPD, o en Francia, donde el PCF se formó a partir de la SFIO que había participado en la “Unión Sagrada” durante la guerra imperialista. Fue también su concepción del centrismo lo que llevó a Trotsky a una política voluntarista de construcción de una nueva internacional y la política de “entrismo” en la socialdemocracia contrarrevolucionaria. En ambos casos, estas políticas precipitaron dramáticamente la muerte de la IC y del trotskismo.
El hecho de que las izquierdas comunistas hayan seguido utilizando los términos "centrismo" y "oportunismo" no es de ninguna manera una prueba de la idoneidad de estos términos, sino una expresión de la dificultad de las izquierdas para extraer inmediatamente lecciones teóricas de la experiencia vivida. Estas izquierdas eran al menos claras en lo esencial, a saber, la función contrarrevolucionaria que suponían las corrientes descritas como "centristas", pero su análisis se debilitó por el uso de conceptos que eran aplicables en la degeneración de la Segunda Internacional. Esto se evidencia en las posiciones insostenibles de "Bilan" sobre la dualidad entre "naturaleza" (proletaria) y "función" (contrarrevolucionaria) del estalinismo después de 1927 y sobre la calificación de la URSS como un "estado proletario" hasta la Segunda Guerra Mundial.
7. La naturaleza de clase de una organización está dada por la función histórica que cumple en la lucha de clases, porque una organización no surge como un reflejo pasivo de una clase sino como un órgano activo de la misma. Cualquier criterio basado únicamente en la presencia de trabajadores (como para el trotskismo) o revolucionarios (como para la CCI hoy) en una organización para delimitar su naturaleza de clase está inspirado en el subjetivismo idealista y no en el materialismo histórico. El paso de una organización del proletariado al campo burgués es en esencia un fenómeno objetivo, independiente de la conciencia que los revolucionarios tienen en este momento, ya que significa que la organización se enfrenta al proletariado como parte de las condiciones objetivas y opuestas de la sociedad capitalista, y por lo tanto escapa a la acción subjetiva del proletariado. El mantenimiento de los trabajadores, e incluso a veces temporalmente en el seno de las fracciones revolucionarias, no es de ninguna manera contradictorio con este hecho, ya que la función que entonces cumple para la burguesía es precisamente el encuadramiento del proletariado.
Hay criterios históricos decisivos que definen el paso de una organización al campo del capitalismo: el abandono del internacionalismo, la participación en la guerra y la contrarrevolución. Este paso fue dado por la socialdemocracia y los sindicatos durante la Primera Guerra Mundial, para la IC durante la adopción del "socialismo en un solo país", para la corriente trotskista durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez completado este paso, la organización está definitivamente muerta para el proletariado, porque en adelante se le aplica el principio que Marx identificó frente al Estado capitalista, del que es parte interesada: no puede ser conquistado, debe ser destruido.
La muerte de una Internacional significa simultáneamente la traición de la mayoría, o de todos, los partidos que la componen, a través del abandono del internacionalismo y la adopción de una política nacionalista. Pero debido a que cada uno de los partidos se integra en un estado capitalista nacional, puede haber excepciones determinadas por condiciones nacionales específicas, como fue el caso en la Segunda Internacional. Estas excepciones, que no se restablecieron durante la bancarrota de la Tercera Internacional con la adopción unánime del nacionalismo estalinista por los PC, de ninguna manera invalidan la regla general, ni la necesidad de que estos partidos rompan completamente con la política de sus antiguos partidos "hermanos". Además, dentro de estos últimos a veces permanecen durante algún tiempo corrientes o fracciones revolucionarias que no han logrado comprender de inmediato el cambio en la situación y que posteriormente se ven conducidos a romper con el partido que ha pasado definitivamente a la contrarrevolución: este fue el caso de los espartaquistas en el SPD y luego el USPD en Alemania. Este proceso no es de ninguna manera comparable al nacimiento imposible de una organización proletaria a partir de una organización burguesa: estas fracciones rompen organizativamente con el partido pasado a la burguesía, pero representan la continuidad programática con el viejo partido en el que nacieron. Refleja el fenómeno general del atraso de la conciencia sobre la realidad objetiva, que se manifiesta incluso cuando las fracciones abandonan el partido: así, mientras que todas las fracciones de izquierda habían sido excluidas de la IC ya en 1927, la fracción italiana continuó considerando a la IC y a los PC como proletarios hasta 1933 y 1935 respectivamente, y una minoría significativa dentro de ella todavía defendía el mantenimiento de la referencia al PC, después de la conclusión de que había muerto en 1935.
El método subjetivista que toma la permanencia de revolucionarios en una organización como un criterio de su naturaleza de clase, desarma completamente a los revolucionarios en la formación del partido. Porque los revolucionarios luchan hasta el final para mantener un partido para el proletariado, y si este partido se mantiene para el proletariado por su mera presencia dentro de él, significa que no hay razón para que rompan con una organización mientras no estén excluidos de ella. Este razonamiento circular equivale a dejar la iniciativa al enemigo. Por un lado, favorece la condena apresurada de un partido en caso de exclusión apresurada, pero, por otro lado, paraliza a los revolucionarios en el caso contrario donde un partido pasado a la burguesía está dispuesto a mantener a los revolucionarios dentro de él como garantía de su apariencia "obrera", como sucedió con el USPD y una serie de partidos socialdemócratas en los movimientos revolucionarios de principios de siglo. Al eliminar el criterio objetivo de la naturaleza de clase de los partidos, elimina así la necesidad objetiva de la formación del partido revolucionario. Y el círculo acaba cerrándose: la teoría del centrismo genera el "centrismo" que dice describir y combatir, y así se genera un círculo vicioso que solo puede llevarla a concluir sobre la naturaleza centrista de la clase obrera y su conciencia.
8. Cuando se llega a sus conclusiones, la teoría del centrismo como enfermedad permanente del movimiento obrero aparece como lo que es: una capitulación ante la ideología burguesa que dice estar combatiendo, una negativa a sacar las lecciones de la experiencia histórica, una alteración del programa revolucionario.
Rechazar esta teoría, continuar el análisis marxista de las lecciones del pasado y las condiciones de la lucha de clases en la época actual sobre la base del trabajo de las izquierdas comunistas y reconocer la imposibilidad del centrismo en ese momento, es todo lo contrario de un desarme de la organización revolucionaria frente a la ideología burguesa, es su armamento indispensable luchar contra ella en todas sus formas y preparar la formación de un verdadero partido revolucionario.
Attachment | Size |
---|---|
![]() | 107.68 KB |
Con alegría y entusiasmo queremos presentar aquí el primer número de la revista semestral del Colectivo Comunista Alptraum de México: COMUNISMO.
COMUNISMO sale en un momento en que da en la historia una terrible aceleración con la agravación de la crisis económica y la existencia de una tercera oleada internacional de luchas por parte del proletariado que no acepta la miseria y la barbarie crecientes del capitalismo.
La publicación de COMUNISMO y la existencia de artículos sobre la situación de la lucha de clases, tanto en México como a nivel internacional, demuestran una preocupación militante de intervención en la lucha de clases. Son la prueba de la comprensión creciente por parte de los compañeros del C.C.A. de papel activo de los revolucionarios en la lucha del papel activo de los revolucionarios en la lucha de clases y de la perspectiva de la revolución proletaria. COMUNISMO nº 1 y el surgimiento de un pequeño medio político revolucionario en México, también demuestran que no estamos viviendo hoy los tiempos de dispersión y desaparición de las energías revolucionarias como ocurrió en los años de la contrarrevolución. Al contrario, hoy día estamos asistiendo al surgimiento y al agrupamiento de nuevas fuerzas en el mundo entero, en el marco del curso histórico hacia el desarrollo de la lucha de clases y hacia enfrentamientos de clase, frente a la alternativa histórica que nos impone el capitalismo: Socialismo o Barbarie.
El despertar de una nueva voz revolucionaria en América Latina es un país importante para el proletariado internacional. Desde un punto de vista tanto histórico como económico, político o geográfico, México ocupa un lugar central en el continente americano; y el proletariado de USA y el de Latinoamérica.
La voluntad política de intervención de los compañeros del C.C.A, en la lucha de clases viene acompañada de un esfuerzo de reapropiación histórica y de debate con el medio revolucionario internacional:
Saquemos pues un balance positivo de la evolución y de las discusiones que han mantenido los compañeros del C.C.A. desde hace más de 4 años con el Medio Revolucionario Internacional. Puede que el lector se sorprenda al ver que ahora, tras tantos elogios, hacemos criticas a los compañeros. Pero la actividad revolucionaria está hecha de tal modo que exige la discusión, la contradicción y la critica para poder desarrollarse. En la medida en que nuestras críticas se sitúan en su lugar, es decir en el marco de una evolución y de una dinámica positiva tanto por parte de los compañeros como de la situación histórica actual, pueden ser a su vez un factor dinámico y activo en la discusión y la clarificación política.
Al ser un grupo de evolución el C.C.A. aun no tiene posturas políticas claramente definidas. No es pues sorprendente encontrar posturas contradictorias entre diferentes artículos, y hasta en el mismo artículo. Aquí queremos destacar dos que remiten a cuestiones de primer orden. No vamos a desarrollar nuestra postura, solo queremos avisar a los compañeros de las contradicciones y peligros que, desde nuestro punto de vista, pueden acecharles si no tienen cuidado.
Los compañeros son muy imprecisos sobre la entrada en la decadencia del capitalismo. Consideran que “el sistema está en decadencia” y que “podemos situar el principio de la decadencia global del sistema capitalista a partir de 1958” Afirmación de lo más original que ya criticamos en el plano “económico” en la Revista Internacional nº 40/41.
Queremos destacar aquí las contradicciones en las que los compañeros corren el riesgo de encerrarse. Su afirmación sobre “1958” es algo abstracto y sin ninguna referencia histórica. Pero en cuanto han de dar bases a las posturas políticas de clase que defienden, en cuanto están obligados a defender en las discusiones su postura justa sobre el curso histórico y el desarrollo de la lucha de clases (ver en COMUNISMO la respuesta al BIPR) ya no se refieren a 1858, sino a la ruptura histórica que fue 1914 y la Iº Guerra Mundial que marcó el paso del capitalismo hacia su fase de decadencia “al ser una situación irreproducible y única en la historia...” en los propios términos del C.C.A.
Y no se ha de creer que estas cuestiones sólo conciernen a historiadores quisquillosos sobre fechas, o que es una cuestión teórica en sí sin implicaciones prácticas para los revolucionarios. El reconocimiento del fin del período historicamente progresista del capitalismo y su entrada en la decadencia están en la base de la formulación de la IIIº Internacional muerta en 1914. Son los cimientos de la coherencia del conjunto de las posiciones de clase que los compañeros comparten con la CCI. Y particularmente la denuncia de los Sindicatos como órganos del Estado capitalista en el Siglo XX, y los movimientos de liberación nacional como parte que son de los antagonismos interimperialistas actuales.
Queremos plantear un segundo punto: las contradicciones de los compañeros en su esfuerzo de clarificación sobre la cuestión de las organizaciones y del partido político. Los compañeros piensan que “la cuestión de la organización de los revolucionarios y la constitución del partido político del proletariado son aspectos centrales de cualquier reflexión teórico-política que trata de situarse en una perspectiva comunista”. Estamos de acuerdo.
Pero al mismo tiempo los compañeros –al menos en este número de COMUNISMO- tienen tendencia a recoger tal y como se publicaron en su tiempo las tesis y los textos de la Internacional Comunista y de Bordiga, sin sentido crítico y sin referencia a las diferentes aportaciones de la Fracciones de izquierda sobre esta cuestión. Compañeros del C.C.A., os arriesgais a caer en los errores del bordigusmo:
- al recoger tal cual la cita de Bordiga (II Soviet, 21.09.191): “Mientras existe el poder burgués el órgano de la revolución es el partido; después de la liquidación del poder burgués es la red de los consejos obreros” Aquí comete Bordiga un error al confundir las organizaciones políticas del proletariado cuyo papel será sin duda alguna más importante después de la toma del poder por el proletariado, con las organizaciones unitarias de la clase que son los basados en las asambleas que a todos los obreros; y estos “soviets (los consejos) son los órganos de preparación de las masas para la insurrección, después de la victoria, los órganos del poder” (Trotsky, Historia de la Revolución Rusa).
Compañeros del C.C.A., esta visión de Bordiga y del bordiguismo de una “invariabilidad del programa” y de un Partido que puede sustituir a la clase obrera lleva hoy o a la esclerosis o a la nada, o sino a la contrarrevolución como se ha comprobado con la evolución reciente de la corriente “bordiguista”.
La publicación de COMUNISMO y el desarrollo de un medio revolucionario en torno al C.C.A., por muy pequeño que sea, confirma las posibilidades de aparición y de agrupamiento de elementos revolucionarios del mundo entero, incluidos los países del Tercer Mundo. Para ello, sin embargo, los elementos revolucionarios deben romper claramente y sin vacilaciones con el “tercermundismo”, con todo tipo de nacionalismo e izquierdiusmo. Sólo de ese modo podrán desarrollar una clarificación política auténtica y una actividad revolucionaria real. Esa es la fuerza de COMUNISMO.
Las organizaciones políticas del proletariado ya existentes, que se sitúan sobre todo en Europa, deben ser firmes sobre esa indispensable ruptura con todo nacionalismo si de verdad quieren participar a ayudar al surgimiento de elementos y grupos revolucionarios.
Esa en una de las tareas fundamentales que se ha dado siempre la CCI, tarea que intentamos cumplir con nuestras escasas fuerzas: “concetrar las escasas fuerzas revolucionarias, dispersas por el mundo, es hoy, en este período de crisis general preñada de convulsiones y de tormentas sociales, una de las tareas más urgentes y arduas ante las que se encuentran los revolucionarios” (Revista Internacional nº 1, Abril de 1975)
Por todo eso, la CCI ayudará todo lo más que pueda a los compañeros del C.C.A. en su esfuerzo militante de intervención en la lucha de clases. El cumplimiento de esas tareas por parte de COMUNISMO permitirá el desarrollo de un medio revolucionario en México y al cabo, y eso es lo más importante, una real presencia política del proletariado. Y par ello, COMUNISMO es el instrumento indispensable que el proletariado en México necesita.
¡Salud a COMUNISMO!
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/fecci.pdf
[2] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201003/2829/el-sectarismo-una-herencia-de-la-contrarrevolucion-que-hay-que-sup
[3] https://en.internationalism.org/node/3152
[4] https://en.internationalism.org/node/2971
[5] https://en.internationalism.org/node/2978
[6] https://en.internationalism.org/node/3146
[7] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/parasitismo
[8] https://es.internationalism.org/files/es/oportuycentrisemdecad_rint44.pdf
[9] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/congresos-de-la-cci
[10] https://es.internationalism.org/en/tag/2/40/la-conciencia-de-clase
[11] https://es.internationalism.org/en/tag/desarrollo-de-la-conciencia-y-la-organizacion-proletaria/corriente-comunista-internacional
[12] https://es.internationalism.org/en/tag/cuestiones-teoricas/centrismo
[13] https://es.internationalism.org/files/es/r45-46saludo_a_comunismo.pdf
[14] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/mexico
[15] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/correspondencia-con-otros-grupos
[16] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/area-de-influencia-de-la-izquierda-comunista