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Revolución Mundial nº 113, Noviembre-Diciembre 2009

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Luz y Fuerza del centro Ni en defensa de la empresa, ni del sindicato…¡a luchar todos unidos contra el capitalismo!

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Entre los medios de difusión se ha comentado que la saña con que se ataca a los trabajadores del centro se debe a la maniobra de la burguesía para realizar un gran negocio con la venta de la fibra óptica. En el intento de renovar la imagen del sindicato, afirman que ese negocio no podría ser realizado mientras existiera el sindicato de trabajadores electricistas (SME). No se duda ni por un momento que tales negociaciones están previstas por el Estado, y en su intento de relanzar el proceso de acumulación buscarán otorgar al capital privado su operación, favoreciendo a una fracción de la burguesía o incluso a un capitalista individual, pero si se remarca tanto sobre esto es justamente para cubrir que los verdaderos golpeados en esta acción son los trabajadores que han sido despedidos. En su intento por impedir la reflexión y la solidaridad real con los trabajadores de la electricidad, la burguesía anima, sobre todo a través de su aparato de izquierda, la defensa del sindicato, de la empresa, de los recursos económicos y de la nación, es decir por la defensa de intereses ajenos a todos los trabajadores.

 

Con el golpe a los trabajadores de LyF nos golpean a todos

El golpe dado a los trabajadores de la luz, fue preparado cuidadosamente por la burguesía porque no quería golpear solamente a 44 mil trabajadores, sino que este golpe tuviera un efecto global en los asalariados. Nadie puede creer que  como lo afirman los voceros del gobierno, la decisión fue tomada el 28 de septiembre. La burguesía midió los tiempos y preparó las condiciones: alentando primero un conflicto sindical y así al dar el golpe, hace aparecer que el objetivo era el SME y poder encausar el descontento a la defensa del sindicato, y los añadidos que vienen con este, es decir la defensa de la patria... Unido a esto, se lanza una campaña de desprestigio, acusando a los trabajadores de la electricidad de "privilegiados". Estas acusaciones son una estratagema muy usada por la burguesía para crear un clima de linchamiento. Eso se hizo para justificar la "ley del ISSSTE" y golpear las pensiones y jubilaciones, pero también lo ha hecho en Venezuela el gobernante Hugo Chávez, promotor del "socialismo del siglo XXI". En el mismo tono usado por Calderón, Chávez ha acusado de "privilegiados" a aquellos sectores a los que se prepara a golpear, así lo hizo con los trabajadores del petróleo, que exigían incremento salarial, el mismo adjetivo usó contra los trabajadores de la televisora estatal y contra los obreros de la empresa estatal SIDOR, a los que terminó reprimiendo con la misma saña con que actúan los gobiernos de derecha.

De manera que con el golpe a LyF el gobierno busca dar una "lección" al conjunto de los trabajadores: hacer ver que ante los mandatos de la burguesía nada se puede hacer, buscando así extender la desmoralización. En ese sentido es que gobierno y sindicato combinan sus fuerzas: uno golpea directamente, el otro contiene y desvía el descontento.

Así pues, el objetivo de la clase dominante es paralizar al conjunto de explotados mediante el temor y la impotencia. Pero sabe también que estos ataques generan coraje y son motivo y detonante hacia una unificación de los trabajadores, por eso empantana el camino con consignas que anulan cualquier posibilidad de animar la solidaridad y de romper con las cadenas del sindicato. Es por ello que la estrategia que está llevando el SME busca el aislamiento de los trabajadores de Luz y Fuerza, impidiendo que el movimiento salga de su control y se extienda, pero además se encarga de desviar el coraje real presente entre una creciente masa de trabajadores (como se mostró en la marcha del 15 de octubre).

Una vieja práctica del sindicato para aislar, desmoralizar y desgastar a los trabajadores, es sumirlos en manifestaciones controladas, en las que no hay posibilidad de que ese descontento se transforme en una solidaridad real, y que la toma de las calles se torne en un encuentro de trabajadores extendiendo la reflexión colectiva. Sin duda la masividad que pueden alcanzar expresan el coraje existente, pero el sindicato esteriliza estos actos convirtiéndolos en procesiones pasivas, que pueden ganarse las fotos de primera plana de la prensa burguesa, pero no logran concretar la unificación real de las fuerzas solidarias del proletariado.

Los sindicatos son, sin duda, maestros en el control y la maniobra y conocen de memoria sus viejas trampas de contención. Una muy recurrente en su práctica, es atar el coraje y la indignación de los trabajadores a la esperanza en la justicia que se imparten por los tribunales de la burguesía. Como siguiendo un guión ya conocido para llevar a la derrota, el SME se ha encargado de promover los recursos legaloides de los amparos y la controversia constitucional. Nada importa que esos caminos hayan mostrado que llevan a derrotas como lo saben muy bien los trabajadores que abandonaron la movilización en contra de la "ley del ISSSTE", esperanzados en la justicia. Esos procedimientos sólo son patrañas para desgastar y desmovilizar.

Pero, hay otra arista que la burguesía contempla en su estrategia: el uso de la provocación para llevar a los trabajadores a acciones desesperadas, que evite que el proceso de reflexión colectiva y la posibilidad de expresar la verdadera fuerza de la clase trabajadora, que es a través de su acción masiva y conciente... La burguesía prepara su ataque por todos los flancos, con su inactivismo legaloide o su radicalidad desesperada e inconsciente, al final, intentarán hacernos tragar la idea de que la lucha no sirve.

 

¿Defender a la empresa o defender a los trabajadores y sus condiciones de vida?

Para impedir que en esta experiencia los trabajadores reconozcan a sus enemigos y desarrollen de forma autónoma sus fuerzas, encaminando su coraje en contra del sistema de explotación, la burguesía tiende una campaña que apuntala muy bien con su aparato de izquierda (lo mismo el PRD y el PT, como aquellos grupos estalinistas y trotskistas que van a la cola de esta izquierda oficial), pues como una sola voz repiten que luchar contra el despido de los electricistas, es sinónimo de defensa de la empresa, de los recursos nacionales y del SME. Esta lógica tramposa pretende hacer creer que los trabajadores y el Estado tienen coincidencias de intereses que confluirían en la defensa de la economía nacional.

Cuando en la década de los sesenta del siglo pasado las empresas dedicadas al suministro eléctrico fueron compradas por el Estado a los empresarios extranjeros, el objetivo era facilitar el proceso de industrialización mediante un apuntalamiento del capital nacional y por tanto impulsar la dinámica de acumulación capitalista, y en este proceso las necesidades de los trabajadores se encuentran sometidas a las necesidades de acumulación del capital, de tal manera que su condición de explotados perdura. Ninguna diferencia esencial existe cuando los trabajadores tienen un patrón de la iniciativa privada (nacional o extranjero) o cuando el Estado asume su papel de propietario del capital, en ambos casos son explotados, sólo que la burguesía en su proceso de refinamiento de los controles ideológicos de dominio, se ha dado la tarea de repetir continuamente que la empresa estatal representa un logro de los trabajadores y la actuación siempre puntual del sindicato (como en el caso concreto del SME) remarcando esto ha permitido crear esa confusión. El aparato de izquierda del capital con el propósito de impedir que los trabajadores se reconozcan como una clase explotada que nada gana con los logros económicos que obtiene el Estado-nación, se empeña en afirmar que los trabajadores tienen una patria que defender, que es la misma de los explotadores, de manera que si desean ser patriotas tienen el deber de defender los intereses de la burguesía nacional.

Aprovechando el peso de esa campaña de confusión, la burguesía intenta evitar que la solidaridad de los explotados se exprese hacia los obreros de la electricidad que han sido despedidos, y dirigirla hacia la defensa de la industria nacional y de la empresa. Pero la defensa de las condiciones de vida de los trabajadores y la lucha contra el despido masivo de los electricistas no significa defender los intereses de la nación o el rescate de la empresa.

 

¿Se puede luchar fuera del sindicato?

Cuando el aparato de izquierda del capital plantea que la defensa de los trabajadores implica la defensa del sindicato, está llevando la idea de que el sindicato no es una estructura que está engranada al aparato estatal y por ello es la única forma que tiene para luchar. Esta misma idea, aunque presente de forma más burda, es la que se expresa cuando se plantea que ante las agresiones que los trabajadores reciben tienen en el voto electoral el único camino para mostrar su descontento. Las diversas experiencias de la clase obrera muestran que cuando su descontento es sometido por los instrumentos del Estado su final predecible es la derrota. En cambio la fuerza combativa expuesta de forma autónoma, rompiendo las ataduras del sindicato y partidos burgueses, orientan y fortalecen las fuerzas proletarias. La expresión de estas fuerzas mediante Asambleas Generales abiertas a todos los explotados, sin importar la empresa a la que pertenezcan, si se trata de un jubilado o desempleado, y controladas por los trabajadores, son medios que los explotados han diseñado para imponer sus orientaciones al combate y enfrentar al sabotaje.

 

Un ejemplo importante para entender de la naturaleza anti obrera del sindicato y la posibilidad de organizarse y luchar fuera de esta estructura, lo encontramos en las huelgas en Polonia llevadas a cabo en los años 80 del siglo pasado. Los obreros polacos de forma espontánea y autónoma instauraban asambleas, elegían delegados y organizaban comités inter-empresas (denominados MKS) para coordinar y hacer más eficaces sus acciones, logrando imponer sus reivindicaciones. Y solamente el Estado polaco pudo detener esta fuerza transformando los MKS en estructuras sindicales (MKZ) que después darían forma a Solidarnosc, con Walesa a la cabeza.

Experiencias como la de los obreros polacos, nos muestran que no solamente es necesario luchar fuera del dominio sindical, sino que además es posible. Por eso el coraje presente por el golpe a los trabajadores de Luz y Fuerza, para transformarse en una lucha real, tendrá que rebasar la estructura sindical y desechar la basura patriotera para imponer en primer plano la defensa de los trabajadores y sus condiciones de vida.

RM. 30/Octubre/2009


 

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Lucha de clases [2]

La solidaridad proletaria es una potencialidad cada vez más posible

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Publicamos el volante producido por tres agrupaciones proletarias de México, el Grupo Socialista libertario, la Corriente Comunista Internacional, y el Proyecto Anarquista Metropolitano, ante el golpe dado por el capital a cerca de 44 mil trabajadores de Luz y Fuerza y sus familias en varios estados del centro de México a quienes han echado a la calle calumniándolos, como siempre, por los medios de difusión burgueses, como "privilegiados" y responsables de la quiebra de la empresa.

 

A menos de cinco días estos grupos de la clase obrera fueron capaces de discutir y elaborar una hoja para denunciar el accionar del Estado capitalista: los sindicatos en primera fila asegurándose de maniatar a los trabajadores para impedirles dar una verdadera respuesta de clase, los partidos políticos dividiéndose el trabajo, unos "condenando" el hecho y otros hablando de la "necesidad" de la medida, los medios de difusión orquestando toda una campaña de desprestigio contra los trabajadores a quienes han igualado siempre con la estructura burocrática sindical.

 

Este acontecimiento, donde varios grupos políticos del proletariado son capaces de unirse para ayudar a su clase a denunciar las trampas de la burguesía y manifiestan muy fuerte cuál es el verdadero terreno de lucha y la perspectiva final de su combate como clase explotada y revolucionaria, es de una enorme importancia histórica para el porvenir de su lucha. En la práctica, estos organismos, a pesar de algunas diferencias políticas demuestran que las necesidades de la lucha de su clase les demanda un trabajo en común basado en principios fundamentales como el internacionalismo proletario que todos comparten y son una primera piedra para continuar por este camino tan promisorio para el futuro. De hecho, algunos otros grupos y elementos de la clase produjeron también algunas hojas con posiciones políticas muy semejantes al volante conjunto aunque ya no fue posible sumarlos a esta intervención, pero permanecen dispuestos a sumar también sus esfuerzos en aras de la claridad y la unidad de la clase obrera.

 

 

Pero esta capacidad de los trabajadores expresada por medio de sus minorías revolucionarias que luchan por hacer vivir la unidad de la clase no es un hecho aislado ni mucho menos nacional, sino que se está manifestando de manera cada vez más frecuente con una dimensión mundial; así como ejemplo claro de la solidaridad proletaria internacional se acaban de publicar dos volantes (que adjuntamos) firmados por el Núcleo Proletario en Perú  y el Grupo de Lucha Proletaria sumándose a la condena del artero ataque del capital contra una parte de la clase obrera, brindando su apoyo completo a los obreros despedidos de Luz y Fuerza y recordando que sólo la lucha obrera, dirigida por ella misma, fuera de los sindicatos, puede revertir ese ataque y que el internacionalismo proletario es, al final de cuentas, el único faro que tiene la clase obrera para guiarse en este periodo histórico donde por momentos pareciera como que no hay nada que hacer. A continuación la hoja volante.

 

 

Liquidación de Luz y Fuerza del Centro:

Despidos, y más ataques a nuestras condiciones de vida...

¡Hay que luchar, pero no detrás de los sindicatos ni por la defensa de la empresa!

 

La noche del sábado 10 de octubre la Policía Federal ocupó todas las estaciones y centros de LyFC, cuya acción fue a la par del decreto emitido por la presidencia anunciando el fin de esa empresa y el despido de cerca de 44 mil trabajadores, a los que, dice el gobierno, liquidará "por encima de lo establecido por la ley". Esto ha hecho correr el desconcierto dando lugar a un estado de shock, rabia e impotencia... constituyendo así un golpe más a la clase proletaria por parte del Estado. Toda esta situación conlleva necesariamente a plantear métodos y respuestas que partan de nuestra unidad como clase.

 

El ataque nos repercute a todos ¡defendámonos unidos!

La crisis generalizada que golpea al mundo capitalista, obliga a que la burguesía de cada país lleve a cabo medidas cada vez más brutales, descargando los peores efectos de esa crisis sobre el proletariado. De este modo, con políticas de ajustes, se agravan más las condiciones de vida de todos los trabajadores, lo mismo en pensiones, salarios, prestaciones, etc. Por ser esta la manera que tienen los capitalistas para mantenerse con la nariz fuera del agua, todos los países están embarcados en "arreglar las pensiones" (¡a la baja!), en alargar los años para jubilarse; por todos lados los salarios se pulverizan, las jornadas de explotación son cada vez más insoportables y el desempleo es, al final, el remate de una vida de miseria cotidiana.

Lo que vemos en México no es pues algo "folklórico o un resbalón" en el capitalismo. El Estado, siendo representante de la clase dominante -la burguesía-, tiene la tarea de abogar siempre por sus intereses (lo mismo es con gobiernos de derecha o de izquierda). Liquidar a LyFC era ya un viejo proyecto de la burguesía, y si la había retardado era por el uso que hacían de la estructura sindical (recuérdese el apoyo que el SME dio al entonces candidato Carlos Salinas y que éste luego premió con la reconstitución de la empresa).

Pero ha sido la crisis la que ha puesto a la burguesía ante una situación sin retorno, donde no puede ocultar la evidente realidad catastrófica que propicio. A ello se suma la necesidad del capital de reformar sus sindicatos, no de destruirlos como mentirosamente clama el aparato de izquierda del capital. En carne viva los trabajadores conocen el chantaje y el yugo del sindicato para controlar el descontento y sabotear la movilización que los lleve a la realización de sus verdaderas aspiraciones. Pese a todos los bellos discursos, en los hechos los sindicatos son enemigos del proletariado, puesto que la burguesía requiere de ellos para someter mejor y sutilmente a los explotados.

Haciendo un recuento, la enorme campaña de desprestigio que se había desatado meses atrás contra este sector de la clase proletaria -los electricistas-, les fue mostrando ante la "opinión pública" como "privilegiados", "ineficientes" etc. a tal punto que hoy muchos trabajadores tienen dificultades para ver el ataque a los electricistas como un ataque contra el cual hay que oponerse (¡hoy son ellos, mañana seguirán otros!).

Los trabajadores no podemos avalar las mentiras de la burguesía y sus acólitos, el cierre de LyFC no es un "beneficio para el pueblo mexicano", es un ataque frontal contra el proletariado en su conjunto. Las nuevas contrataciones (¿de cuántos de esos 44 mil trabajadores?) serán, no hay duda, en condiciones laborales peores, mientras muchos de éstos serán condenados al desempleo puro y simple.

La burguesía y todo su aparato político están machacando y haciéndonos aceptar el siguiente mensaje: puesto que los electricistas no pudieron hacer nada a pesar de contar con una "sindicato poderoso", por tanto, todos los trabajadores tendríamos que agacharnos ante los designios del capital y su Estado y resignarnos a ver nuevamente reducidas nuestras condiciones de vida... ¡No, el proletariado no puede abandonar su lucha contra el capitalismo! Los ataques de hoy son sólo el anuncio de lo que nos espera si no nos oponemos como clase. Por eso, frente a la serie de ataques que se han venido reproduciendo en los últimos años junto con el alza de precios y represión intensificada (con el reforzamiento del aparato policiaco-militar); se torna imprescindible que todos los sectores del proletariado -empleados y desempleados, trabajadores formales e informales- reconozcan y realicen su unidad, y para lograrlo es indispensable identificar a nuestros enemigos.

 

Sindicatos, gobierno y partidos políticos: ¡todos ellos son nuestros enemigos!

Para llevar a cabo este ataque sin la menor traba, todas las fuerzas de la clase dominante se dividieron la faena: unos creando una división entre los electricistas en una estéril lucha interna entre facciones sindicales mediante elecciones. Unos más pintaron los ataques a las condiciones de vida como "ataques al sindicato y a las libertades democráticas"... y otros por su parte crearon un ambiente de linchamiento presentándolos como los "privilegiados". Ese panorama facilitó la estrategia para arrastrar a muchos obreros a una lucha visceral por la "defensa del sindicato", o bien, en la "defensa de la empresa y de la economía nacional", consignas que son una estrategia óptima para lograr que cualquier sector del proletariado olvide sus reivindicaciones como clase explotada.

Tras el golpe, esa campaña la arrecian y aprovechan la sorpresa momentánea para extender la derrota y la desmoralización. En este golpeteo intenso, el sindicato ha jugado un papel reaccionario muy importante. Por eso, intentar luchar tras el sindicato es dirigirse hacia la derrota... puesto que fue el sindicato en unión de las demás fuerzas del Estado quienes metieron en este atolladero a los trabajadores, no serán ellos los que les empujen al combate, muy al contrario. Ejemplo de ello es que ahora el SME levanta la idea de que esto puede resolverse librando una batalla "legal, en los tribunales", llevando nuevamente a los obreros por los impotentes caminos de los amparos burocráticos y las defensas jurídicas, ¡recordemos cómo la estructura sindical ante la modificación de la ley del ISSSTE generó la dispersión, desvió el descontento y terminó con la movilización, con el uso de los amparos jurídicos! El terreno jurídico y legalista al que el sindicato busca llevar el descontento es un terreno de desgaste estéril, pues en éste, el proletariado no actúa como clase sino como ciudadanos que respetan y defienden "el sistema de leyes", sistema legal que es a su vez el que legitima su condición de precariedad y ruina.

Es claro que el papel de los sindicatos no es el de conducir a la unidad e impulsar la expresión de una real solidaridad, sino el de dividirnos; el hecho de que el gobierno pueda hoy asestar tal golpe a los electricistas no es un rayo en cielo sereno, esto ha sido posible gracias al trabajo de división realizado durante años por todos los sindicatos.

La estrategia de la burguesía para hacer pasar definitivamente su golpe es desviar el descontento real existente entre los obreros de la electricidad e impedir que la solidaridad de sus hermanos de clase se exprese, para ello seguirá usando todas sus fuerzas y tratarán de llevar esas respuestas al terreno de la defensa de la nación y de los sindicatos, es decir, nos encajonarán en un combate que no intente cuestionar al sistema de explotación capitalista y, finalmente, dirán que podremos expresar nuestro descontento con el voto en el próximo circo electoral...

 

Luchar unidos, buscar la solidaridad como clase... ¡no hay otro camino!

La solidaridad no es una pantomima sindical donde un cacique le declara su apoyo a otro, tampoco es el ficticio "apoyo moral". La verdadera solidaridad se da en, y por la lucha. Hoy, como en todo momento y situación similar, el sector de electricistas está siendo atacado y el resto del proletariado debe expresar la verdadera solidaridad, que no es otra que el impulso al combate donde no haya distinción entre desempleados y activos, entre sectores, ni entre regiones. Para que la verdadera solidaridad se exprese los trabajadores deben impulsar asambleas abiertas a todos los proletarios (activos y desempleados y de otros sectores) donde se discuta ampliamente la situación que enfrentamos todos y el descontento se transforme en movilizaciones controladas por los propios trabajadores y no por la estructura sindical.

El sindicato para completar el golpe buscará aislar a los electricistas de sus hermanos de clase y enrolarlos en movilizaciones que como la que promueve López Obrador sólo buscan encuadrar y maniatar a los trabajadores para evitar que busquen sus propios medios de lucha, entrampándolos en la falsa discusión empresa estatal-empresa privada; por eso ante los ataques que vienen por todos los flancos, los trabajadores deben reflexionar conjuntamente, al margen y en contra de los sindicatos, para organizar una respuesta de lucha e intentar detener los ataques. Si dejamos esto en manos de los sindicatos y los partidos políticos, estamos una y otra vez condenados a la derrota. Un grito de guerra del proletariado recorre de nuevo el mundo "La emancipación de la clase proletaria será obra de ella misma" y hay que recordar que los explotados ¡no tenemos nada que perder, sólo nuestras cadenas!

Octubre del 2009

Grupo Socialista libertario

https://webgsl.wordpress.com/ [3]

 

Revolución Mundial

Sección en México de la Corriente Comunista Internacional

[email protected] [4]

 

Proyecto Anarquista Metropolitano

proyectoanarquistametropolitano.blogspot.com.

 

 

 

 

 

 

 

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Lucha de clases [2]

La Reforma Laboral: ataque cínico a los trabajadores

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En el contexto de la crisis económica mundial, los discursos del presidente de México tratan de convencer de la necesidad imperiosa de aprobar las reformas: en telecomunicaciones, energética, hacendaria, laboral, etc., "para permitir incrementar la competitividad, acelerar el crecimiento y alcanzas mayores niveles de desarrollo" puesto que "la recuperación del ritmo de actividad no será suficiente para alcanzar las metas propuestas de crecimiento y desarrollo humano". Si bien la oposición de algunos partidos o de sus fracciones y de empresarios a la agenda de reformas muestra las divisiones que existen en el seno de la burguesía y cómo defiende cada fracción, como buitres tras la carroña, sus intereses particulares, esta oposición es, principalmente, parte del circo que monta la burguesía para esconder sus intereses comunes de clase explotadora y su objetivo de hacer caer sobre las espaldas de los trabajadores el peso de la crisis. Por ejemplo, las declaraciones de los representantes del PRI, sobre que "No vamos con una reforma en que se cancelen los derechos laborales, sino cambios de fondo que permitan una justicia laboral más expedita, ligar los salarios a la productividad, que mejoren el nivel de vida de los trabajadores..."[1] son mentiras cínicas que sólo pretenden atraer votos jugando el papel de partido opositor y populista aprovechando la situación para llevar agua a su molino y así favorecer a sus grupos de poder dentro del Estado.

 

Lejos de las mentiras que nos quieren hacer tragar, sobre que "ya tocamos fundo y que estamos saliendo de la crisis", la crisis seguirá profundizándose y la burguesía buscará los medios de que los trabajadores paguen las consecuencias de este sistema moribundo. Junto con el aumento de impuestos y de precios a la canasta básica, la reforma laboral es otra de las medidas con las que la burguesía intenta exprimir más a los trabajadores para reducir las pérdidas en sus cuantiosas fortunas. Esta reforma laboral[2], como es el objetivo de todas las de su tipo, viene a facilitar aún más la explotación capitalista legalizando, por ejemplo, el trabajo "por temporada" que exime a los patrones de hacer pagos por antigüedad, prestaciones como seguro social o vacaciones, indemnización, etc. aunque los trabajadores sean recontratados hasta completar muchos años. La reforma legaliza también la contratación ‘outsourcing', que se está extendiendo en el mundo, la cual es realmente una subcontratación mediante empresas intermediarias que tienen más posibilidad de evadir el pago de salarios y prestaciones, siendo estas últimas en realidad parte del salario y de ninguna manera regalos de privilegio como les gusta decir a los corifeos del capital. Con lo que se genera así una doble explotación al trabajador, pues un patrón roba directamente la plusvalía y otro lo despoja de parte de su salario.

 

La reforma legaliza también el llamado trabajo de "capacitación inicial" o "periodo a prueba", que permite al patrón explotar a los jóvenes y nuevos trabajadores por un periodo hasta de 6 meses, también sin ninguna prestación y compromiso por parte del patrón, con el pretexto de "verificar que el trabajador cumple con los requisitos y conocimientos necesarios para desarrollar el trabajo que se solicita", causando mayores niveles de explotación a los jóvenes  trabajadores los cuales, al final, son despedidos con aún menos posibilidades de encontrar trabajo por haber sido marcados como no aptos para el trabajo. Este tipo de reformas se asemejan mucho a las que fueron promulgados en Francia en el 2006 bajo el nombre de Contrato de Primer Empleo (CPE) que permitía a las empresas hacer trabajar a recién egresados de las universidades sin ningún pago para verificar su competencia en el trabajo, lo que significaría, para muchos de los nuevos trabajadores ser "calificados" por la empresa como "despedido".

 

No nos hagamos ilusiones. Ni el presidente, ni la cámara de diputados y senadores, ni ningún partido, sindicato u organización gubernamental o no gubernamental hará algo para mejorar nuestra situación en ningún sentido, ni lo hará aún menos con los millones de pobres que no tienen siquiera qué comer y que aumentan cada día. Ellos sólo defienden los intereses de la clase en el poder. Por ello, los trabajadores tenemos que defender nuestros intereses como clase, con la fuerza de nuestra unidad, desarrollando nuestra lucha autónoma, fuera y en contra de los sindicatos, que son la principal arma del Estado capitalista contra el proletariado.

 

Con ocasión, del CPE, los jóvenes futuros trabajadores desarrollaron una movilización para oponerse a esa reforma que afectaría negativamente su futuro y el de sus hijos y lograron evitar su puesta en marcha. Sin embargo, el cerrarle las puertas a la entrada de condiciones de trabajo aún más despiadadas, no fue la mayor victoria de esos futuros proletarios. La mayor victoria consistió en dejar lecciones para el conjunto de la clase obrera y que junto con la experiencia acumulada de otras luchas pasadas y recientes en diversas partes del mundo indican el camino que han de seguir las luchas que tenemos que desarrollar para evitar los despidos y más golpes a nuestras condiciones de vida y de trabajo.

 

La única forma de oponernos a la cargas mayores de explotación por parte de la clase dominante es desarrollar la lucha en nuestro propio terreno como clase trabajadora: desarrollando la más amplia solidaridad con otros trabajadores y generaciones, como lo hicieron los jóvenes en Francia al invitar a trabajadores de cualquier empresa, jubilados y desempleados a sus asambleas masivas y abiertas en donde se discutía y se decidían los pasos a seguir en la lucha. Oponernos a la división y al encierro en la fábrica, sector o zona y otras formas de sabotaje que promueven los sindicatos y organizarnos de manera autónoma fuera de ellos. De esta manera, se irá construyendo paso a paso la unidad y la conciencia que logre plantear la necesidad y posibilidad de destruir este sistema y construir una comunidad humana mundial que tenga como objetivo el desarrollo pleno de todos los hombres y no la acumulación de ganancia en unas pocas manos a costa de guerra, miseria, muerte y destrucción generalizada.

 

Con todo el cinismo del mundo la burguesía llama a los trabajadores a apretarse aún más el cinturón para ¡ayudarles a mejorar la terrible situación que ya de por sí están soportando desde hace ya varios años! En realidad, bajo este discurso lo que realmente busca es mantener su riqueza, lujos y privilegios a costa de más sacrificios de todos los explotados (ver artículo sobre la crisis en México en esta misma edición). Ya no podemos creer en las mentiras de la burguesía y no podemos caer en sus chantajes. Los trabajadores no podemos seguir pagando el costo de mantener vivo un sistema que se pudre desde sus raíces y está llevando al planeta y a sus habitantes a la destrucción. ¡No permitamos más ataques a nuestras condiciones de vida y de trabajo! ¡Retomemos las experiencias de las luchas de nuestros hermanos de clase por todo el mundo y luchemos unidos para evitar más despidos y reducciones a nuestros salarios! ¡Hagamos nuestra la consigna que nos identifica como trabajadores! ¡Proletarios de todos los países uníos! 

Héctor / octubre de 2009.

 

 


 

[1] Declaración del presidente de la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Diputados, Tereso Medina Ramírez.

www.diario.com.mx/nota.php?notaid=061ffcc98063d0b079275c8e45f46164 [5].

[2] "Hacia una Reforma Laboral Para la productividad y la Previsión Social" resultado del Foro "México Ante la crisis: ¿Qué hacer para crecer?", 2 de febrero de 2009.

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Lucha de clases [2]

Explosiones y detenciones… la burguesía prepara un ambiente para la persecución policial

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En los últimos meses se han presentado en el DF y en Guadalajara algunas explosiones en contra de bancos, torres telefónicas y comercios, y todas estas acciones han sido reivindicadas, aparentemente, por grupos anarquistas. No podemos saber si tales atentados y los posteriores comunicados son verdaderamente realizados por esos grupos, o son construcciones de la misma burguesía, pero cualquiera que sea la situación, es preciso señalar que expresan formas de lucha totalmente ajenos a la tradición del accionar revolucionario de la clase obrera, pues -como lo publicamos cotidianamente en nuestras posiciones de base que aparece en el dorso de todas nuestras publicaciones- el accionar terrorista: "Es una expresión de capas sociales sin porvenir histórico y de la descomposición de la pequeña burguesía y cuando no son emanación directa de la pugna que mantienen permanentemente los Estados entre sí; por ello ha sido siempre un terreno privilegiado para las manipulaciones de la burguesía. El terrorismo predica la acción directa de pequeñas minorías y por ello se sitúa en el extremo opuesto a la violencia de clase, la cual surge como acción de masas consciente y organizada del proletariado"

Estas acciones presentadas por la prensa burguesa, toman un nuevo matiz al darse la detención de un joven al que acusaron de ser el responsable, fundados en el argumento de su parecido con la foto de uno de los presuntos actores de los atentados. Este argumento hubiera sido desechado en dos minutos por cualquier perito de mediana capacidad; al fin de cuentas se liberó al arrestado aunque luego de 20 horas. Pero la situación en realidad va más allá de las incapacidades y la prepotencia de la policía en contra de un individuo. La detención de este joven ha sido utilizada por la burguesía para crear un ambiente de persecución, que parece combinarse muy adecuadamente con la militarización presente en muchas ciudades y zonas rurales (con el pretexto de la "guerra contra el narcotráfico") y el golpeo que semanas después se expone en contra de los trabajadores de la electricidad. En ese marco es necesario profundizar sobre el significado del terrorismo y la diferencia que hay con la violencia que la clase obrera habrá de ejercer.

 

Actos individualistas: acciones impotentes contra el capital

Alrededor de actos terroristas como los que han tenido lugar suelen exponerse los juicios que reprueban el uso de caminos ajenos a la legalidad, y otros más los que dirán que cualquier forma de combate es adecuada, ambas visiones, tan recurrentes, no permiten entender la esencia del problema. Supongamos que estos atentados no son una construcción premeditada de la burguesía, sino que son en realidad practicados por grupos anarquistas; aún bajo esa condición no se puede esperar que quebrando algunos vidrios y haciendo escándalo mediático, el capital se va a tambalear. Podemos suponer incluso que en los individuos que forman esos grupos se tiene un verdadero espíritu de rebeldía y un coraje en contra del capitalismo, y piensan que esas explosiones ayudarán a despertar la conciencia y a mostrar que el sistema es vulnerable, pero toda esa potencialidad y fuerza se nulifica porque quedan envueltos en el accionar individualista que anima a las clases sin porvenir como la pequeñaburguesía, por lo que en vez de animar a la toma de conciencia de la clase trabajadora, no hace sino exhibir la desesperación y la impotencia esos actores, dando además oportunidad a que el Estado aproveche ese ambiente para imponer controles policiacos y militares aún más brutales que resultan, paradogicamente, en perjuicio de la clase explotada. El terrorismo, en cualquier nivel que se presente, es en si una negación del accionar de la clase obrera, en tanto intenta sustituir con acciones individualistas la expresión masiva y conciente de su lucha. La solidaridad que expresa esa integración y cohesión de las fuerzas proletarias en sus combates, no encuentra terreno cuando se imponen acciones individualistas ajenas a la reflexión y organización de esa masa.

En la Resolución sobre el terror, el terrorismo y la violencia de clase, publicada por la CCI en octubre de 1978 (https://es.internationalism.org/node/2134 [6]), reflexionamos en mayor extensión sobre aspectos de este tipo, por lo que consideramos importante reproducir algunos extractos:

"... esa práctica que se presume "heroica y ejemplar" no <es> más que una acción suicida, que no aporta alternativa alguna, y cuyo único efecto es abastecer de víctimas al terror del Estado. No tiene por tanto ningún efecto positivo sobre la lucha de clase del proletariado, y sí sirve, en cambio, para entorpecer la lucha pues siembra entre los trabajadores la ilusión de que existiría una vía diferente a la lucha de clases. Esto explica que el terrorismo, práctica de la pequeña burguesía, pueda ser y sea de hecho pertinentemente explotado por el Estado como medio para desviar a los obreros del terreno de la lucha de clases, e, igualmente, como pretexto para reforzar el Terror.

Lo que caracteriza el terrorismo, práctica insistimos de la pequeña burguesía, es que se trata siempre de acciones de pequeñas minorías o de individuos aislados, sin alcanzar jamás la altura de una acción de masas. Como también el modo conspirativo de actuación que ofrece un terreno muy favorable a las artimañas de los agentes policiales y del Estado, y en general a toda clase de manipulaciones e intrigas de lo más rocambolescas."

 

Violencia de clase: expresión masiva y conciente

Al reconocer que las acciones terroristas son expresiones ajenas del proletariado, no hace que mostremos la menor simpatía de la represión que el Estado pueda ejercer sobre esos grupos o individuos; como lo expresamos ante los sabotajes al ferrocarril a fines del 2008 en Francia, y la posterior detención de los anarquistas-autonomistas por esos hechos[1], se precisa denunciar la represión, pero al mismo tiempo rechazar esos actos de sabotaje como medio de combate y hacer notar la manipulación que la burguesía hace de estos acontecimientos para arreciar la represión contra los trabajadores.

Sin duda la lucha proletaria esta marcada por la violencia, pero la violencia que ejerce, a diferencia de las otras clases, es diferente por su esencia y su forma, por el proyecto que sigue y las metas. Toda la actuación del proletariado, incluida la violencia, tiene características que la hacen diferente de la práctica de otras clases:

- es masiva y no individualista o minoritaria;

- es liberadora, en tanto no busca perpetuarse como clase, sino desaparecer a todas las clases.

Son esas bases lo que lleva a comprender que para el proletariado la violencia sólo es la "partera de la historia"... por esa razón su fuerza no se basa en su poderío físico o militar, o en una actuación vengativa y represiva... su fuerza real esta en su movilización masiva, en la magnitud de su conciencia y en su capacidad para unificarse y organizarse de forma autónoma.

Es esta misma fuerza de los explotados la que puede impedir que la burguesía, a través de sus gobiernos locales o federales (lo mismo de izquierda que de derecha) aproveche las prácticas individualistas para expandir un ambiente de mayor persecución.

Romeo/octubre de 2009

 



[1] Ver toma de posición en:  https://es.internationalism.org/ccionline/2008_trenes [7]

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Lucha de clases [2]

Hablan de fin de la crisis y ayuda a pobres, pero los golpes contra los trabajadores se multiplican

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Con jactancia Ben Bernanke, presidente de la FED estadounidense ha "pronosticado" que a fines de este año terminará la recesión, en el mismo tono el secretario de Hacienda de México, desde inicios de septiembre declaró que la crisis en México "ha tocado fondo" y ya se espera un retorno gradual "a su fase de crecimiento"... y eso a pesar de que apenas una semana antes el INEGI había contabilizado una caída de la actividad económica en el segundo trimestre de este año en 10.3%.

Para completar ese optimismo la burguesía anuncia la aplicación de programas económicos sustentados en un pretendido combate a la pobreza. Por ejemplo el gobierno español amenaza con subir los impuestos para así poder "ayudar" a los desempleados, y como si se tratara de un concurso para ver quién presenta los discursos más consoladores y demagógicos, Felipe Calderón, repite la amenaza de Zapatero sobre el incremento de impuestos, pero le suma una explicación de cómo hará para que esas nuevas cargas impositivas mejoren la condición de los sectores depauperados: "Si nosotros logramos que las familias más pobres consuman menos agua, sin sacrificar sus satisfactores, y consuman menos electricidad, [como resultado del incremento de su precio por efecto del impuesto extra] vamos a hacerle ahorrar a esas familias dinero contante y sonante sobre su ingreso disponible, pero también vamos a ahorrar nosotros, porque cada kilovatio-hora que deje de consumirse es un subsidio que dejamos también de pagar." (La Jornada, 11-09-2009). La ONU, siguiendo el mismo cinismo, apoya las propuestas de elevación de impuestos en tanto puede hacer el milagro de que "con una mano se pide, pero con dos se les devuelve a los más necesitados".

Esta misma campaña esta sustentada sobre el hecho de que ha llegado el momento de crear las condiciones para prepararse para el crecimiento económico, dado que la economía ha salido de la crisis. Lo que significa que para la burguesía la recesión ha terminado, y por ello se congratula porque sus "recetas" anti-crisis, sustentadas en el incremento de la explotación y los despidos le dieron "resultados", pero esos datos y proyecciones no se ajustan a la realidad que vive la gran masa de asalariados, por eso ese decreto de fin de la crisis podrá ser una invención propagandística o el resultado de una explicación técnica que de suyo expresa la visión mistificada que tiene del mundo... podrá ser cualquiera de esos aspectos, pero el hecho es que los ataques en contra de las condiciones de vida de los trabajadores no menguan, sino por el contrario tienden a acelerarse, y justamente para hacer pasar esas nuevas medidas, con demagógicos discursos, hacen una transformación de esos golpes en "necesarios sacrificios" para el "rescate" de los sectores depauperados que se han visto afectados por la crisis, por lo que estas nuevas agresiones a las condiciones de vida de los trabajadores los hacen aparecer como actos sustentados en la "solidaridad". Pretenden así que los trabajadores se coloquen sumisamente a los designios de la burguesía, y asuman como un deber los sacrificios y el combate hacia los proletarios "privilegiados".

Con discursos de este estilo, la clase dominante busca no sólo hacer pasar un golpe más a las condiciones de vida de la clase obrera, sino además golpear su conciencia al hacerles tragar tales argumentos y alejarlos de la comprensión del significado de la crisis y del mismo capitalismo, avanzando así el reforzamiento de su sometimiento como clase.

 

La falsa solidaridad pregonada por la burguesía

Los llamados a la solidaridad, de apoyo a la pobreza y al combate a los "privilegios", que hacen lo mismo los voceros de la ONU que los diversos gobiernos, no son sino mecanismos para convencer que los explotados comparten intereses con sus explotadores, y que se expresa en la defensa de la economía nacional, impidiendo así la reflexión y la toma de conciencia de su situación real como trabajadores.

Levantando ese tipo de argumentos, el gobierno en México lleva a cabo una feroz campaña para hacer pasar nuevos impuestos y justificar los despidos, así lo hemos visto en su ataque en contra de los trabajadores de la electricidad, a los que ha llamado "privilegiados" e "ineficientes", pero no son los únicos, en general la burguesía desea que los explotados se traguen la idea de que la crisis es un problema "que vino de afuera", y por tanto se requiere, para enfrentarla, de la "solidaridad" y la "unidad nacional", de manera que los intereses de los explotados y explotadores se igualan, requiriendo de una "solidaridad" especial donde ante los designios gubernamentales los trabajadores deben de agachar la cabeza, apretarse el cinturón y combatir en contra de sus hermanos de clase a los que el gobierno marque como "privilegiados".

En una demostración de esa pretendida actuación solidaria, Felipe Calderón ha anunciado que su gobierno recortará sus "gastos improductivos" y eliminará "privilegios"... pero detrás de los discursos aparece la realidad: en primer lugar, el cierre de tres secretarías, que significó el despido de 10 mil asalariados, y luego con el golpe a los trabajadores de la electricidad se crean 44 mil desempleados más... Por eso, miseria y desempleo es lo que se encuentra detrás de la palabra solidaridad cuando sale de boca de los explotadores.

 

¿Fin de la crisis?

Cuando la burguesía anuncia el fin de la crisis, habría que entender que se refiere a la culminación de un momento agudo de la economía y que se define por la falta de crecimiento en sus variables económicas durante un período, justamente a eso que define como recesión. Si se refieren a que esa dinámica se ha venido modificando, en tanto que en algunas regiones el PIB ya se incrementa en pocos centésimos porcentuales (que no llega ni aún al 1%), entonces se podría decir que de acuerdo a esa medida limitada para entender la realidad, la recesión decrece, pero no así la crisis que vive el capitalismo desde fines de los años sesenta, es decir, de esta crisis que lleva cerca de cuatro décadas. Aún cuando el proceso que se abrió en diciembre de 2007 puede cambiar ahora en alguna dimensión y afectar menos a algunas variables, eso no significa que la crisis haya terminado, aún más, la afectación de los niveles de vida que ha de sufrir la clase trabajadora en esta pretendida fase de recuperación no amainarán, por el contrario, el ansia de la burguesía por darle movimiento al proceso de acumulación tendrá que agudizar los ataques. Esto no es una visión perversa que tan sólo busca escandalizar. Veamos: mientras los voceros del gobierno mexicano presumen que hay signos muy claros de recuperación de la economía nacional, en tanto "de junio a agosto pasado se crearon 65 mil nuevos empleos..." la realidad hace ver otra cosa, sin hacer un severo rastreo, se tiene que entre septiembre y la mitad de octubre se despidieron a 54 mil trabajadores, y eso es sólo contabilizando los despidos que el gobierno ha hecho.

Y si la cesantía es uno de los más severos golpes que se asesta en contra de los trabajadores durante los procesos de aceleración de la crisis, las otras secuelas no dejan de ser menos graves, en ese sentido los nuevos y severos impuestos, tendrán un efecto tanto en los salarios, que al ver incrementadas las tasas impositivas los disminuyen, como sobre los precios, en los que al aplicarse nuevos y mayores impuestos los eleva, reduciendo al fin de cuentas las capacidades de compra de la clase trabajadora, lo que implica un incremento de la explotación.

En ese mismo sentido está la reforma del trabajo (ver artículo en esta edición) que también se anuncia tendrá que aplicarse para asegurar, dice el gobierno, que la economía pueda crecer. Esta reforma contempla la imposición de severos controles de la productividad, que implica la imposición de ritmos acelerados de trabajo, y al mismo tiempo la eliminación de prestaciones como seguridad social, derechos de antigüedad... lo cual significa que busca aplastar o eliminar una parte del salario (en su forma de salario indirecto pagado por medio de servicios). Y el argumento para imponer estas medidas están sustentadas en una absurda realidad, existente sólo en la cabeza de los tinterillos y comentaristas a sueldo, que afirman que los salarios indirectos (expuestos tradicionalmente como prestaciones) son "privilegios", lo que significa que los trabajadores al recibirlos obtienen más del valor de su fuerza de trabajo, generando altos costos a los empresarios, inhibiendo el crecimiento del empleo, afectando así a los propios trabajadores, y si seguimos esa lógica torcida se llega al grado de suponer que la burguesía es explotada por esos "trabajadores privilegiados"... todo lo cual nos hace ver que los discursos alegres de la burguesía sobre el fin de la crisis, no tienen otro fin que el justificar sus ataques, haciéndolos pasar como tragos amargos pero necesarios.

 

La explotación y la miseria se aceleran, el único camino es la lucha

La aceleración de la crisis ha traído una acentuación de los ataques contra las condiciones de vida de los trabajadores, y aún cuando la recesión limite su efecto, la miseria y la explotación no decrecerán. Tomando los datos del informe del Banco Mundial (agosto 2009), que aunque presenta categorías inconsistentes (como a lo que llama pobre) y medidas que exponen su visión de la realidad, nos da una apreciación general de los niveles de pauperización que ha venido sufriendo la clase obrera en la región, de manera que en México, entre 2006 y 2008 se registraron 50.6 millones de pobres, pero a últimas fechas este proceso de pauperización ha llevado a la existencia de 54.8 millones, lo que nos dice que si la población total es de 107.4 millones, entonces el 51.02% de la población del país vive en graves condiciones de miseria. Y esta aceleración de la pauperización, sólo es preocupante para la burguesía, en tanto que puede ser detonante de la reflexión y de explosión del descontento, por eso es que los discursos y los programas asistencialistas del gobierno no buscan limitar esa miseria sino tan solo dar una apariencia de preocupación que confunda y gane la simpatía de algunos sectores de explotados, usando así su miseria y confusión para apuntalar al sistema.

Los trabajadores no pueden confiar que estos programas y ataques brutales que impulsa el gobierno para asegurar el incremento de la explotación y del control, puedan tener un contrapeso en las discusiones y medidas llevadas a cabo por los diversos partidos en las cámaras de diputados y senadores o en los tribunales de justicia. Esas instancias, lo mismo que los procesos electorales, son instrumentos del capital para hacer efectiva su dictadura... por eso ante los discursos huecos de la burguesía y el reforzamiento de sus ataques en contra de los trabajadores, no hay más salida: la movilización masiva y conciente.

Tatlin /octubre de 2009

Situación nacional: 

  • Mexico [1]
  • Situación económica [8]

Honduras: la necesidad de la autonomía política del proletariado

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Hemos seguido, desde el principio (ver RM anterior y www.internationalism.org [9]), las pugnas burguesas e imperialistas con ocasión del golpe de Estado del 28 de junio del 2009[1] perpetrado por una parte importante de la clase capitalista hondureña con Roberto Micheletti a la cabeza que ha derrocado a la fracción de Manuel Zelaya alineada en los últimos años a las pretensiones imperialistas de la burguesía chavista en la región; una situación que ha revelado el intento de los EU para retomar su iniciativa en un contexto de debilitamiento de su liderazgo a nivel mundial y en particular en la región de América Latina y sobre todo en Centroamérica frente al avance del Estado venezolano con su "franquicia" del "Socialismo del Siglo XXI". A escasos cuatro meses se ha cumplido la previsión de la CCI en el sentido de que conforme ha avanzado el tiempo ha aparecido inevitablemente la "mano que mece la cuna", tanto del lado de los golpistas donde EU muy democráticamente se ha ido descubriendo detrás de los "gorilas", tanto del lado de los zelayistas donde, por su parte, la burguesía chavista asume de manera cada vez más evidente la defensa y la promoción de Zelaya. En varias oportunidades hemos analizado la cuestión de la estratégica geopolítica de las acciones llevadas a cabo por los Estados nacionales de la región y, sobre todo, por los EU que intentan retomar el control que han visto relajarse por el protagonismo imperialista no sólo de Caracas sino también de otros polos capitalistas importantes en el área como Brasil que, a pesar de considerarse muy cercano a la burguesía norteamericana, también hace valer sus propias veleidades imperialistas. Todo esto confirmado últimamente con los acontecimientos recientes. Las relaciones imperialistas constituyen hoy una maraña de desestabilización, caos y guerras que cubre absolutamente todo el mundo. Ningún país, por grande o pequeño que sea, escapa al siniestro juego de las pugnas imperialistas.

 

En esta ocasión, deseamos poner de relieve dos peligros mortales contra la clase obrera derivados de este tipo de enfrentamientos burgueses: la democracia y el nacionalismo. En efecto, soportando una miseria material inaudita desde hace ya varias décadas y sufriendo últimamente los golpes económicos más brutales por parte de la burguesía para echar sobre sus espaldas el costo de las medidas anticrisis, la clase obrera de la región al igual que sus hermanos de clase en todo el mundo tiene por delante la tarea de reflexionar sobre el futuro que le depara el capitalismo y en particular de intentar buscar cómo enfrentar a la burguesía. En particular, se trata de encontrar su identidad de clase perdida que le ha llevado en varias ocasiones y en varios países a participar como una capa social descontenta en medio de movimientos o revueltas interclasistas olvidando la defensa de sus propios intereses de clase.

 

El nacionalismo y la democracia burgueses: veneno mortal contra el proletariado

La democracia. Cuando Zelaya fue derrocado, de inmediato la fracción burguesa que lo apoya convocó al "pueblo" a movilizarse para defender "la democracia mancillada" por los golpistas y en particular arengó a las masas de trabajadores que fueron movilizadas por los partidos de izquierda e izquierdistas, organizaciones sociales, campesinas, indigenistas y, claro está, los sindicatos, los cuales, aparte de encuadrar y controlar a la clase obrera, en tiempos de enfrentamientos interburgueses también actúan para enrolarla como carne de cañón tras tal o cual fracción burguesa. Para los trabajadores, "defender la democracia y el régimen constitucional de Honduras" es un terreno completamente minado pues se está comprometiendo en la salvaguarda de los valores de la burguesía. Si la democracia significa el método de dictadura más eficaz del capital contra las masas explotadas, la puesta en cuestión de las instituciones democráticas por una parte de la misma burguesía se debe a pugnas internas dentro del Estado capitalista que se disputan los beneficios que reporta el control del poder central del país. Es decir, se trata pura y llanamente de un pleito interburgués donde las distintas fracciones buscan siempre cómo enrolar al "pueblo" (término interclasista que esconde la realidad de la lucha de clases) en sus enfrentamientos sangrientos y particularmente al proletariado al que en todo momento intentan alejar de sus propios intereses para canalizar y esterilizar su descontento y sus esperanzas como clase.

 

El nacionalismo. Junto a la democracia es uno de los mejores engaños de la burguesía para conseguir que la clase obrera identifique sus intereses con la defensa de los "verdaderos intereses nacionales"; en este conflicto interburgués en Honduras la trampa consiste en que cada facción apela al "pueblo" como el disfraz del interés nacional donde cabrían la gran mayoría de capitalistas "demócratas", la pequeña burguesía, los trabajadores, en fin, toda la nación, excepto los "vendepatrias" según las consideraciones de cada bando. Se trata de enmascarar el verdadero conflicto entre tiburones capitalistas e imperialistas defensores de sus propios intereses de fracción para que el proletariado no descubra las verdaderas razones de la disputa, lo cual podría posibilitar que los trabajadores identificaran claramente el verdadero interés imperialista y democrático en juego, favoreciendo la toma de conciencia comunista no sólo de los obreros del país sino de la región continental y del globo entero poniendo en perspectiva lo que verdaderamente está en juego para el proletariado y para la humanidad en este periodo histórico. Es decir, las pugnas nacionales e imperialistas de la burguesía siempre se camuflarán con motivos nobles y progresistas pues temen que el proletariado tome conciencia de sus verdaderas razones y se posibilite su alejamiento de las trampas nacionalistas y democráticas y la búsqueda de sus propios intereses y métodos de lucha. En esta región precisamente hay una afectación particular hacia los trabajadores quienes por generaciones fueron sometidos a la influencia de la propaganda nacionalista con motivo de las "luchas de liberación nacional" del periodo de la Guerra Fría (después de la II Guerra Mundial hasta 1989) promovidas por los dos bloques imperialistas existentes en la época y que enrolaron tras esa ideología a miles de proletarios que se perdieron para la causa proletaria en aras de los intereses del capital.

 

La Nación es un pilar básico del capitalismo desde el que la burguesía defiende la plusvalía y la posición que tiene en el mercado mundial frente a la competencia de las otras naciones, para lo cual intensifica sin cesar la explotación y los sacrificios de los trabajadores y sus familias. Por consiguiente el interés nacional y el interés de los trabajadores son radicalmente incompatibles y antagónicos. Las ideas en disputa en este conflicto insisten según sus intereses en que existiría un interés nacional "favorable a los trabajadores". Los zelayistas arguyen en el sentido de que "defendiendo a la democracia y sus libertades" con... Zelaya, el "pueblo", o sea los trabajadores, lograrán mejoras a sus condiciones de vida y de trabajo. Los golpistas tratan, por su lado, de convencer que con ellos, defendiendo la verdadera democracia y no la de los chavistas, los trabajadores conseguirán lo que nunca soñaron en esos mismos rubros. ¿A quién creerle? ¡A NINGÚN BANDO BURGUÉS! La historia del siglo XX y la primera década del XXI nos demuestra que con el señuelo de un "interés nacional al servicio de la mayoría" la burguesía ha conseguido descarrilar al proletariado de su terreno de clase y desviarlo hacia el abismo de su destrucción física y de su conciencia.

 

¿Qué debe hacer la clase obrera?

En los conflictos interburgueses dentro de un país o en el terreno imperialista, la burguesía gana y los perdedores son el proletariado y las otras capas explotadas que son arrastradas detrás de los dos bandos beligerantes, poniendo el sufrimiento, el hambre y los muertos. Tampoco hay que caer en la trampa que tienden los izquierdistas para enrolar a elementos que no apoyan a ningún bando, en la formación de todo tipo de agrupaciones políticas, con la pretensión de apoyar la "resistencia popular" para lograr un cambio importante en la región al nivel de la democracia o por el bien de patria; esta "resistencia popular" al fin y al cabo reivindica la categoría de "pueblo" que, como ya lo dijimos, oculta la lucha de clases, y en la dinámica actual busca aprovechar la buena voluntad de elementos en búsqueda de una real alternativa proletaria para enredarlos en esta "resistencia" haciendo finalmente el caldo gordo a una u otra facción burguesa.

 

Para evitar la trampa democrática y nacionalista "La autonomía del proletariado frente a las demás clases de la sociedad es la condición esencial del desarrollo de su lucha hacia el objetivo revolucionario. Todas las alianzas, y particularmente con las fracciones de la burguesía, no pueden más que conducir a su desarme ante su enemigo haciéndole abandonar el único terreno en donde puede templar sus fuerzas: su terreno de clase" (punto IX de la Plataforma de la CCI que puede consultarse en www.internationalism.org [10]).

RR / octubre del 2009

 


 

[1] Un hecho que revela hasta qué punto se ha profundizado el desarrollo de la descomposición capitalista y ha dado al traste con la pretensión arrogante de la burguesía en el sentido de haber logrado erradicar este tipo de anacronismo político desde hace ya dos décadas con su sacrosanta marea democrática en la región.

 

 

 

Geografía: 

  • América central y Sudamérica [11]

Noticias y actualidad: 

  • Honduras [12]

A 20 años de la caída del estalinismo: ¿La URSS, fue Capitalismo de Estado o «Estado obrero degenerado»?

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Hace 20 años cayó el bloque del Este, la burguesía no dejó pasar la oportunidad para gritar al mundo que el comunismo había muerto y que teníamos que conformarnos con su rapaz e hipócrita sistema de producción, nos vendió el fin de la historia, la era de la globalización, nos prometió un orden nuevo, que muy pronto nos mostró su verdadera cara: la 1ª guerra en Irak, la guerra de los Balcanes que terminó con la desmembración de Yugoslavia, y la limpieza étnica como telón de fondo, la segunda guerra contra Irak, la guerra en Georgia y Chechenia, la guerra, libanesa-Israel, palestino-israelí. Y un mundo convulsionado por crisis cada vez más brutales que arroja su cuota de hambre miseria y desempleo para las masas ya empobrecidas de todos los países.

 

La mentira más grande del siglo

La burguesía y sus corifeos basaron su campaña de la muerte del comunismo en la mentira más grande del siglo, la cual fue y sigue siendo hacernos creer que la otrora URSS fue comunista, asimilando comunismo con estalinismo que es la antítesis del proyecto de cambio social por la que han luchado los verdaderos comunistas. En realidad lo que existió en la URSS fue todo menos comunismo, lo que cayó en el Este no fue el comunismo sino una forma caricatural de Capitalismo de Estado, y decimos una forma caricatural, porque Capitalismo de Estado no es idéntico a la estatización completa de los medios de producción, como en los regímenes estalinistas.

¿Qué es Capitalismo de Estado?

El Capitalismo de Estado no es idéntico a estatización de los medio de producción o lo que se llegó a llamar Capitalismo Monopólico de Estado, donde el Estado se convierte en un agente directo poseedor de los monopolios productivos, en esferas estratégicas, es decir, Capitalismo de Estado no es idéntico a nacionalización de la industrias. Lo fundamental en el Capitalismo de Estado es el control, cada vez más monstruoso, que el Estado ejerce sobre todos los resortes de la sociedad, no solamente sobre la economía, sino también sobre la política, la ideología y todo el resto de la superestructura social, sin que necesariamente el Estado tenga que nacionalizar las industrias. Este control sobre la sociedad es, más sutil, poderoso y efectivo en los países más desarrollados, donde los grandes consorcios -manteniendo formalmente su carácter privado- se han fusionado con su Estado mediante miles de hilos indestructibles, e invisibles que dan la apariencia que el Estado no participa en al dirección de la economía y que deja a agentes privados este papel. Los intentos de "modernización" mediante las "privatizaciones" que vemos actualmente en muchos países no contradicen la existencia del Capitalismo de Estado, sino que, por el contrario, son intentos de reforzar este mismo, pues con todo y esta privatización es el Estado quien rige las principales políticas económicas a seguir; hoy, por ejemplo, es el Estado el principal salvador de las corporaciones bancarias.

 

La mistificaciones del Trotskismo (y estalinismo)

La izquierda del capital, especialmente trotskistas y sus hermanos estalinistas (supuestos enemigos mortales, que sin embargo, siempre unen sus fuerzas para defender teórica y a su decir, aún militarmente, a la URSS) han argumentado aspectos que en realidad son una mistificación. Tales argumentos principalmente son los siguientes.

1) La URSS fue el producto de una revolución obrera (lo cual es verdad) cuyo Estado degeneró, fue separándose de la clase obrera. Pero socializó los medios de producción, y eliminó a la burguesía, por lo que -nos dicen- no existía explotación asalariada.

2) La URSS fue una economía socialista porque estaba regida por una planificación centralizada por el Estado "obrero" y las inversiones no estaban influenciadas por el imperativo de la ganancia, sino por las ¡necesidades de la clase trabajadora!

3) En la URSS se había abolido la propiedad privada, y el régimen salarial era sólo una reminiscencia del régimen de producción capitalista, y el salario no estaba determinado por el mercado de trabajo, sino por el plan definido en forma centralizada, además de que no existía el desempleo, ni crisis de sobreproducción.

4) Algunos llegaron a plantear que en todo caso de que existiera explotación en la URSS, esta no sería de carácter capitalista, e inventaron conceptos como colectivismo burocrático

En otro momento abundaremos sobre la cuestión del Estado de transición al comunismo, y si este Estado puede tener un carácter obrero, y si como Estado (o semi-Estado según Engels) tiene un carácter revolucionario o reaccionario o al menos conservador de cierto status. Y si es posible que Estados que no fueron creados por un movimiento obrero como China o Cuba por ejemplo, puedan ser Estados obreros.

 

Es la propiedad privada sinónimo de capital

Por lo pronto para analizar el carácter de clase de la URSS debemos preguntarnos, qué es concretamente lo específico del capitalismo, qué lo diferencia de otros modos de producción y responder si la antigua URSS escapa a nuestras conclusiones.

La extracción del plustrabajo por parte de quien detenta el dominio real de los medios de producción es común a todas las formaciones sociales divididas en clases sociales donde una minoría es la explotadora y una gran mayoría es explotada. En la Edad Media en Europa, la explotación estaba basada sobre la propiedad privada de la tierra (medios de producción) por el señor feudal, mientras que en el Oriente, la explotación se fincaba sonde la propiedad colectiva de la tierra por el Estado. Esto quiere decir que la propiedad privada de los medios de producción no es suficiente para definir un modo de producción explotador.

En el capitalismo, la propiedad privada (individual) es un mecanismo heredado del pasado, del que se vale el capitalista en cierto momento histórico para auto valorar su capital explotando el trabajo asalariado, pero en tanto que en este sistema sobre todo, es el producto del hombre quien lo domina todo, el capital en un periodo dado de su historia puede prescindir del capitalista individual y seguir manifestándose como relación social, así, es totalmente irrelevante si el agente que extrae plusvalía de los trabajadores, que realiza ese valor en el mercado para aumentar el beneficio y ampliar su capital, es un individuo burgués, una corporación, o un Estado nacional

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Marx y Engels preveían el Capitalismo de Estado

 

Marx y Engels nos prevenían de la posibilidad de que el Estado, como "capitalista colectivo ideal", al poseer medios de producción no superaba la relación capitalista, sino más bien la exacerbaba.

«Ni la transformación en sociedades anónimas ni la transformación en propiedad del Estado suprimen la propiedad del capital sobre las fuerzas productivas. En el caso de las sociedades anónimas, la cosa es obvia. Y el Estado moderno, por su parte, no es más que la organización que se da la sociedad burguesa para sostener las condiciones generales externas del modo de producción capitalista contra ataques de los trabajadores o de los capitalistas individuales. El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, un Estado de los capitalistas: el capitalista total ideal. Cuantas más fuerzas productivas asume en propio, tanto más se hace capitalista total, y tantos más ciudadanos explota. Los obreros siguen siendo asalariados, proletarios. No se supera la relación capitalista, sino que más bien, se exacerba. (Engels, Anti-Dühring, [3ª parte, cap. II esbozo teórico], ed. Grijalbo, 1977, p. 289-90).

 

Trotsky y la nueva clase explotadora en la URSS

Aprovechando la reflexión de Trotsky en un artículo de finales de los 30, «Todavía y una vez más sobre la naturaleza de la URSS» donde expresa la posibilidad de una sociedad de explotación, «no obrera y no burguesa», que surgiera en la URSS, después de la II guerra mundial, los apologistas más sofisticados del estalinismo, han argumentado que, si en todo caso la ex URSS y los regímenes similares no serían socialistas, tampoco serían capitalistas, porque cuando hay una nacionalización total de la economía, la producción y la fuerza de trabajo pierden su carácter de mercancía. Marx, al contrario, fue capaz de prever teóricamente la posibilidad de un país en el que todo el capital social estuviera en manos de un sólo agente, sin que ese país dejara de ser capitalista: « Si el capital puede crecer aquí hasta convertirse en una masa imponente controlada por una sola mano, es porque a muchas manos se las despoja de su capital. En un ramo dado de los negocios la centralización alcanzaría su límite extremo cuando todos los capitales invertidos en aquel se confundieran en un capital singular. En una sociedad dada, ese límite sólo se alcanzaría en el momento en que el capital social global se unificara en las manos, ya sea de un capitalista singular, ya sea de una sociedad capitalista única.» (El Capital, libro primero, vol. 3, cap. XXIII, pag 779-80, nota b, ed. s. XXI, Madrid 1975)

 

Trotsky contra el trotskismo

En 1939 en su artículo La URSS en la guerra, aunque se negó a admitir que la burocracia estalinista fuera ya una clase y siguió sosteniendo que el Estado en la URSS era un "Estado obrero degenerado", al cual había que defender porque la estatalización de los medios de producción era una medida progresista, en el parágrafo La guerra actual y el destino de la sociedad moderna llegó a reflexionar en el siguiente sentido:

«Si se admite, sin embargo, que la guerra actual no provocará la revolución, sino la decadencia del proletariado, entonces queda aún otra alternativa: un nuevo ocaso del capitalismo monopolista, su fusión más íntima con el Estado y la sustitución de la democracia, allí donde siga existiendo, por un régimen totalitario. La incapacidad del proletariado para tomar en sus manos la dirección de la sociedad podría conducir, efectivamente, en estas condiciones, al crecimiento de una nueva clase explotadora a partir de la burocracia bonapartista fascista [el subrayado es nuestro]. Esto sería, según todos los indicios, un régimen de decadencia que indicaría el ocaso de la civilización.» En el mismo artículo escribió

«La alternativa histórica llevada hasta el final, es la siguiente: el régimen de Stalin es un retroceso aberrante en el proceso de transformación de la sociedad socialista, o es, por el contrario, la primera etapa de una nueva sociedad explotadora. Si el segundo pronóstico resulta correcto, es claro que la burocracia se convertirá en una nueva clase explotadora. ».

Con esto no queremos decir que Trotsky hubiera evolucionado a reconocer ya en la URRS un régimen capitalista, sino solamente que, abrió la puerta a una nueva reflexión reconsiderando el carácter de la URSS, es posible que él diera marcha atrás en esta reflexión, pues recordemos que aunque en La revolución traicionada reconocía que «el paso de las empresas a manos del Estado no ha cambiado otra cosa sino la situación jurídica del obrero; de hecho vive en la necesidad trabajando cierto número de horas por un sueldo determinado (...) Los obreros han perdido la menor influencia en cuanto a la dirección de las empresas. Trabajando a destajo, viviendo en condiciones malísimas, sin libertad de desplazarse sufriendo hasta en el taller el más terrible régimen policiaco, difícilmente el trabajador puede sentirse un "trabador libre" el funcionario es para él un jefe, el Estado es su amo». Luego dice: «La propiedad estatal de los medios de producción no transforma en oro el estiércol y no le da una aureola de santidad al ‘sweating system,' el sistema del sudor», aunque siempre siguió defendiendo el muy discutible concepto Estado obrero y llamó a la defensa de la URSS, consigna que sus pretendidos seguidores los trotskistas la concretaron al defender a la URSS en la guerra imperialista, y mucho después, consigna contra la cual no estuvo de acuerdo la viuda de de Trotsky, negando que los países que formarían el Bloque del Este fueran comunistas o como ella dice verdaderos "Estados obreros", por lo cual no se le podía seguir apoyando en la guerra de Corea o, diríamos nosotros ahora tampoco en la guerra de Afganistán.

 

Natalia Sedova rompe con la cuarta internacional

Ante la deriva del trotskismo y su abandono del terreno proletario la viuda de Trotsky rompe con la dirigencia de la IV internacional:

«Obsesionados por viejas y superadas fórmulas continuáis considerando al Estado estalinista como un Estado obrero. No puedo ni quiero seguiros en este punto. Desde el inicio de la lucha contra la burocracia usurpadora L. D. Trotsky repetía prácticamente cada año que el régimen se desplazaba hacia la derecha, en las condiciones de retraso de la revolución mundial y de posesión de todas las posiciones políticas por la burocracia en Rusia

En diversas ocasiones subrayó que la consolidación del estalinismo en Rusia llevaba a un deterioro de las posiciones económicas, políticas y sociales de la clase obrera- y al triunfó de una aristocracia tiránica y privilegiada. Si esta tendencia continúa, dijo, la revolución se agotará y el capitalismo será restaurado. Desgraciadamente esto es lo que se ha producido, aunque bajo formas nuevas e inesperadas.

No hay ningún país del mundo en el que las ideas de los auténticos defensores del socialismo sean perseguidas de forma tan bárbara como en Rusia. Debería estar claro para todos que la revolución ha sido completamente destruida por el estalinismo. Sin embargo, vosotros seguís diciendo que bajo este régimen inaudito Rusia es aún un Estado obrero. Considero esto como un ataque al socialismo. El estalinismo y el Estado estalinista no tienen absolutamente nada de común con un Estado obrero y con el socialismo. Son los más peligrosos enemigos del socialismo y de la clase obrera.

Ahora consideráis que los Estados de Europa oriental en los que el estalinismo ha establecido su dominio durante y después de la guerra son igualmente Estados obreros. Esto equivale a decir que el estalinismo ha desempeñado un papel socialista revolucionario. No quiero ni puedo seguiros en este punto. Tras la guerra e incluso antes de que acabara, existió un movimiento revolucionario de masas en esos países.

Pero no fueron esas masas quienes tomaron el poder y no fueron Estados obreros [énfasis nuestro] los que se establecieron con sus luchas. Es la contrarrevolución estalinista quien tomó el poder, reduciendo estos países a la condición de esclavos del Kremlin, estrangulando a las masas trabajadoras, sus luchas revolucionarias y sus aspiraciones revolucionarias. Al considerar que la burocracia ha establecido Estados obreros en esos países, le asignáis a esa burocracia un papel progresivo e incluso revolucionario.

Al propagar esta monstruosa mentira, denegáis a la IV internacional toda razón fundamental de existencia como partido mundial de la revolución socialista. En el pasado siempre hemos considerado al estalinismo como una fuerza contrarrevolucionaria con todas las connotaciones del término. Vosotros ya no lo hacéis, pero yo sigo haciéndolo»

En esta carta de 1951 enviada a la dirección de la "IV Internacional", la compañera de Trotsky aunque seguía defendiendo el concepto "Estado obrero" rechazaba la defensa de la URSS y de los países del bloque negándoles un carácter progresista, argumentación que en su generalidad compartimos.

Vania / octubre 2009

Herencia de la Izquierda Comunista: 

  • El estalinismo, el bloque del Este [13]

Acontecimientos históricos: 

  • Hundimiento del Bloque del Este [14]

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