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A finales de Junio, la compañía Telefónica ha anunciado un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de 15 mil trabajadores (el 37% de la plantilla actual) en los próximos cinco años: el mayor plan de despidos masivos en una compañía “privada” (1) de la historia de España, que dejará la plantilla de Telefónica en poco más de 26 mil trabajadores, cuando en 1995 eran 75 mil.
Un hachazo tan descomunal, así como el hecho de que las compañías de telecomunicaciones hayan sido las abanderadas de la “nueva economía”, las principales beneficiarias de la “globalización”, etc., han hecho que la atención de muchos trabajadores se haya dirigido hacia este plan de despidos, y a la suerte que vayan a correr los compañeros de Telefónica.
La causa de los despidos no está en las circunstancias particulares de Telefónica, sino en la crisis capitalista que afecta a todos los sectores obreros.
Para aislar a los trabajadores de Telefónica, las distintas facciones de la burguesía falsean la raíz de los despidos.
- El Gobierno, en boca de su ministro de Industria y Tecnología, Josep Piqué, explica el ERE de Telefónica “por la evolución de las tecnologías y los efectos de la liberalización, (...) algo muy usual en todo el continente europeo y Telefónica es probablemente la última gran operadora europea que ha hecho un planteamiento de estas características” (diario El País, del 26 de Junio). Lo que en plata quiere decir: todas las patrañas de la “nueva economía”, el “pleno empleo”,... han sido y son la tapadera de despidos masivos, aumento de la explotación para los que se quedan, liquidación de pensiones,... Efectivamente las “telecos” son un sector “punta”... de los recortes de personal: France Telecom ha despedido a 22 mil trabajadores en los últimos 3 años; Deutsche Telekom 30 mil, Portugal Telecom acaba de anunciar 16500 despidos.
- la Patronal culpa al Gobierno por “haber propiciado con una legislación demasiado exigente, una situación de desventaja competitiva respecto a las nuevas compañías”. (El País, ídem). Pero lo cierto es que esas “nuevas compañías” se han lanzado igualmente a una auténtica cascada de despidos: 750 en Auna, 450 en ONO, 530 en Vodafone, 2000 en Avanzit,...
- por su parte los Sindicatos, a cuyo coro se unen la Izquierda (PSOE, IU), también atribuyen las causas de los despidos a la “mala gestión” de la dirección de la compañía (inversiones multimillonarias fallidas en Lycos, Endemol, Antena 3), o a la avidez de los directivos que se “forraron” con salarios escandalosos, “stock options” etc. Con ello quieren hacernos creer que con una “buena gestión”, “al servicio de los ciudadanos”, no se habría acabado poniendo en la calle a más de un tercio de la plantilla.
Pero ¿dónde está la “mala gestión” de los directivos de RENFE –y de los sindicatos, en este caso- que han acordado la reducción de la plantilla de los trabajadores de ferrocarriles en 1500 empleos, prosiguiendo un plan de ajuste pactado en 1992, con el gobierno “socialista”, para “adelgazar” la plantilla de 42 mil a 29 mil obreros?.
¿Cuáles han sido las “aventuras bursátiles” de los directivos de las empresas automovilísticas que anuncian suspensiones temporales de empleo, que preludian recortes definitivos de las plantillas: suspensión temporal para 9 mil trabajadores de la SEAT, 420 en FORD – Valencia- cierre de la NISSAN en Madrid (550 trabajadores), “plan de viabilidad” de FIAT (probable cierre de las plantas de IVECO en Madrid – la histórica Pegaso-, y de Magnetti Marelli en Barcelona), cierre de la factoría de Valeo cerca de Barcelona?
¿ Son los salarios de los directivos la causa de las “prejubilaciones” de 3.168 empleados de Iberdrola, de los 1500 del Banco de Santander, o los 1200 del BBVA, de los recortes de plantillas en el sector azulejero, o de las decenas de miles de despidos que se anuncian para los dos próximos años en el sector textil –2-?.
Justificar los despidos por causas particulares de tal o cual sector o empresa sólo conduce a que sus trabajadores se vean solos y separados del resto de la clase obrera. La realidad es que la causa de los despidos en España, es exactamente la misma que los millones de trabajadores que han perdido su empleo en USA, Francia, Alemania (ver artículo en este mismo AP): la imparable crisis de la economía capitalista, que se hunde cada vez más en un abismo de paro, miseria, liquidación de prestaciones sociales, guerra y barbarie,...
Contradiciendo abiertamente los grotescos mensajes triunfalistas sobre la salud de la economía española que nos lanzan los políticos de la Derecha y la Izquierda (aunque a estos les parezca “injusta”), la realidad es que los explotadores españoles se están preparando para una verdadera catarata de despidos masivos. Como reconocía el diario El País del 13 de Julio: “Las empresas han pasado del primer ajuste de plantilla basado en los contratos temporales de los dos últimos años, a una auténtica oleada de despidos colectivos, bajas incentivadas y prejubilaciones”.
Patronal y Sindicatos se compinchan para aplicar los despidos.
Aprovechando los recursos legales que le otorga la “democracia” o sea la Dictadura de los intereses del Capital, la empresa ha planteado los despidos a través de un Expediente de Regulación de Empleo, que fomenta la pasividad de los trabajadores (se da un plazo de 1 mes para que los “representantes” sindicales negocien) y la división en las filas obreras, separando a los despedidos ¡hasta en 23 categorías! según la edad de los trabajadores, de si estos se pueden “acoger” a la prejubilación o a las bajas incentivadas,... Con esta estrategia, además, se induce un espíritu de competencia entre los propios trabajadores, de “sálvese quien pueda”,... No en vano Patronal y Sindicatos han dado al recorte de plantilla el "muy democrático” carácter “voluntario y universal”, es decir que depende de la voluntad individual de los trabajadores mayores de 52 años aceptarlo o no, amenazando eso sí a quienes no lo acepten con condiciones más draconianas en el futuro. Con semejante barniz “democrático” lo que Patronal y Sindicatos pretenden es aislar a los compañeros que se oponen frontalmente a los despidos, o al convenio entre los explotadores y sus compinches sindicales.
Efectivamente, en apenas quince días, CCOO y UGT han sellado, por enésima vez, un acuerdo bajapantalones. Con algunas concesiones cara a la galería (pasar del 30 al 34% el porcentaje de su salario que percibirán los prejubilados entre 61 y 65 años; incremento anual de estos salarios en un 2%) han avalado lo que pretendía la Patronal:
- los obreros de más de 52 años pierden directamente un 30% de sus ingresos, hasta los 61 años. A partir de esa edad percibirán la tercera parte de su salario actual, completada con la pensión de la Seguridad Social, una pensión eso sí penalizada en función del acuerdo sobre pensiones de Patronal y CCOO del año 2000.
- los trabajadores no “afectados”, van a verse sometidos a un brutal deterioro de sus condiciones laborales: aumento de ritmos (el ERE tiene el objetivo de que el número de líneas telefónicas por trabajador pase de 460 a 700), traslados forzosos,...
Pero si los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT (esos que hace apenas un año montaron la pantomima del 20-J para proclamar su “oposición” a las agresiones a los derechos obreros), han podido aparecer descaradamente como lameculos de la Patronal, es porque tienen las espaldas bien cubiertas por la cohorte de sindicatos “radicales”. En un pérfido reparto de faenas, mientras unos sellan la claudicación de los trabajadores a las exigencias de los explotadores arrastrando a los compañeros más vacilantes, otros desvían el descontento de los compañeros más combativos hacia un callejón sin salida de acciones aisladas y estériles, que refuerzan la sensación de impotencia de los trabajadores. Es el caso por ejemplo de la CGT, que convocó una “Huelga de 4 horas”, 48 horas después del anuncio del ERE, aprovechando una convocatoria planteada con anterioridad. El seguimiento de esta huelga fue de apenas un 13% de la plantilla. Otro tanto cabría decir, de sindicatos como COBAS recién creados para ofrecer un sindicalismo “alternativo” al de las grandes centrales, pero que con un lenguaje más radical, siguen defendiendo el orden capitalista. No en vano en la página web de este sindicato puede leerse la intervención del Presidente del Comité de Empresa de Madrid (de la “cuerda” de estos sindicalistas “radicales”), que tras amonestar a la Junta de Accionistas de la empresa por ser “malos gestores”, proclama que “los trabajadores estamos por devolver a esta empresa el respeto y los beneficios de los que han gozado siempre”. Pues eso, para defender la sacrosanta ley del beneficio, las empresas despiden, recortan salarios, liquidan prestaciones sociales,...
¿Qué podemos hacer?
No podemos claudicar pasivamente ante la avalancha de ataques. Los sacrificios sólo conducen a más y mayores sacrificios. Recordemos el ERE de 1999 cuando Telefónica se comprometió a no reducir más la plantilla y hoy presentan 15 mil despidos más.
No podemos confiar en los sindicatos, cuyas “negociaciones” y también sus “movilizaciones” conducen a la derrota.
La avalancha de ataques a nuestras condiciones de vida y de trabajo obliga a los trabajadores a luchar. Lo estamos viendo en Alemania. Austria, Francia,... (ver artículos en este mismo número de AP). Pero también vemos como la burguesía siembra de trampas ese camino: la división por sectores y categorías, la pasividad de los obreros a la espera de las “movilizaciones” que planteen los sindicatos, etc., con objeto de debilitar la respuesta de los trabajadores, de llevarnos a la desmoralización, a la desconfianza en nuestra propia clase. Para enfrentar esas trampas, para ganar fuerza, los obreros tenemos medios:
- no dividirse entre categorías, sino poner por delante las reivindicaciones que nos unen a todos. Todos los trabajadores de Telefónica han de luchar juntos contra los despidos.
- no dejarse aislar del resto de los trabajadores que están sufriendo (véase la lista de despidos que hemos señalado en este artículo) los mismos ataques. No convocar manifestaciones en el aislamiento, para “sensibilizar a la opinión pública”, sino para sumar a los trabajadores de otros sectores.
- no dejarse arrebatar el arma de las asambleas por los sindicatos, que las convierten en “monólogos informativos” estériles, sino defenderlas como lugar de reagrupamiento (los trabajadores de Telefónica están dispersos en muchos centros de trabajo), de discusión colectiva, de organización de las movilizaciones,...
No nos hacemos ilusiones. Sabemos que estas orientaciones, que son lecciones de las grandes luchas obreras del pasado, les parecen hoy a muchos trabajadores necesarias pero imposibles de materializar. Por ello llamamos a los trabajadores más combativos y decididos, a que se agrupen para defender estas propuestas en las asambleas, con hojas que se difundan en los puestos de trabajo.
Será sin duda un proceso largo y muy difícil, en el que los trabajadores sufriremos sin duda derrotas y se acabarán aplicando los ataques que quiere imponernos la clase enemiga. Pero a través de esas batallas el proletariado irá redescubriendo sus verdaderas armas de lucha, las que fortalecen su unidad, las que incrementan su conciencia de que sólo la lucha de clases puede abrir un futuro de esperanza frente al futuro de miseria y barbarie al que nos conduce el capitalismo.
Acción Proletaria. 14 de julio de 2003.
1) El Gobierno quiere aparecer al margen del ataque a los trabajadores de Telefónica arguyendo que se trata de una compañía “privada”, pero lo cierto es que el Gobierno “sugiere” el nombre del Director General, controla su accionariado (a través de la “acción de oro”), y autoriza las “tarifas de interconexión” (el precio que cobra Telefónica a otras operadoras por utilizar su red).
2) Un reciente informe del Observatorio de este sector compuesto por empresarios y sindicatos calcula que la aplicación en los 2 próximos años de las nuevas directivas de la UE va a suponer un recorte de plantillas de este sector de 72000 trabajadores (el 27% del total). De hecho ya hay despidos planteados en Puigneró, Toar, Belcor, Textil Lorca, Paduana,...