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La Reunión Pública realizada el 6 de febrero pasado puso a discusión el argumento muy repetido en los últimos meses, sobre la posibilidad de un estallido social en 2010, pretendiendo la existencia de un ciclo que se cubre cada 100 años: 1810-1910-2010. La presentación que abrió el debate fue realizada por un camarada editor de la hoja Web: "¡Alerta Proletarios!" (https://www.alertaproletarios.org). Los argumentos expresados por el camarada nos ha recordado que hay una campaña sobre la consigna: "Calderón, nos vemos en el 2010", expresando la amenaza de una revuelta que daría continuidad a la repetición de fenómenos sociales que se han dado en la primera década de los siglos pasados. Con el fin de recuperar de forma fiel los argumentos resumiremos y extractaremos partes del documento "¿Insurrección en México?", que sirvió de base para la presentación y de la misma forma señalaremos algunos de los argumentos que la misma discusión destacó. Hay elementos que no compartimos del documento, en esta ocasión no expondremos nuestro punto de vista, no para esconder las diferencias, sino para privilegiar el marco que presenta y que combate adecuadamente las visiones místicas y voluntaristas que presagian acontecerá en 2010.
Los mitos del bicentenario y la "liberación nacional": una trampa más de la burguesía
Sustentando un análisis histórico el camarada explica la importancia de las experiencias llevadas a cabo en el siglo XIX y parte del XX, no obstante, preocupado por sacar las lecciones para los combates del proletariado, expone que no es adecuado, por método: ... retomar las supuestas experiencias revolucionarias de 1810 y 1910 como punto de partida..." en tanto que, aún cuando se expresan movimientos importantes dentro del desarrollo social, la clase obrera aún no tiene consolidada su presencia en el escenario social: "No sería sino hacia finales del siglo XIX y principios del XX que en Latinoamérica surge un proletariado industrial moderno, asociado este fenómeno a la creciente intervención de potencias como la británica y la alemana, en plena expansión neocolonial e imperialista. Las luchas desarrolladas entonces, sobre todo al sur del continente, si bien se trató de importantes lecciones en el aprendizaje de la clase emergente, no tomaron la forma insurreccional, sino que se trató de huelgas y otras protestas.
En México los sucesos de Cananea y Río Blanco fueron los principales episodios en que el proletariado se vio claramente identificado, pero fue golpeado sin miramientos por el régimen porfiriano. Luego, en el movimiento revolucionario desarrollado a partir de 1910, fue la burguesía quien capitalizó para sí el descontento de las masas armadas. Los ejércitos de Villa y Zapata si bien formalmente expresaban los intereses de sectores oprimidos diversos, estaban lejos de conformarse como contingentes desde los cuales se delineara claramente un programa que rompiera con el capitalismo en ascenso.
Finalmente la "revolución mexicana", que fue más bien revolución burguesa [1]que otra cosa, afirmó las bases de la sociedad de clases, liberó alguna fuerza de trabajo atada al sistema de peonaje en las haciendas, y promovió aún más la modernización económica capitalista en México. El único grupo que estaba más claramente identificado con un programa proletario, el de los magonistas, no pudo articular más allá la participación de una clase obrera que se encontraba en pañales y no tenía mayores experiencias previas de organización y combate (...)"
Pero la reflexión que plantea el camarada toma mayor profundidad cuando ofrece elementos para entender que la clase obrera y su práctica son internacionales: "Mientras el neocolonialismo y el imperialismo llevaban a cabo su labor depredadora en Latinoamérica, en los albores del siglo pasado ocurrieron sucesos que pusieron a la clase trabajadora en primer plano, como quien podía cuestionar directamente a un sistema capitalista que empezaba a entrar a su fase de descomposición definitiva, es decir, que era ya incapaz de ofrecer ninguna salvación a la humanidad entera. Luego de las primeras batallas de 1848 y de la fugaz experiencia de la Comuna de París en 1871, que había mostrado al mundo entero la posibilidad de instaurar la república del trabajo sobre las ruinas del Estado construyendo una sociedad de iguales; huelgas de masas se sucedieron por varios años en toda Europa: en 1891, 125 mil obreros belgas dejaron su trabajo, dos años después este número se duplicó y lograron los objetivos planteados (su participación política). En 1902 350 mil obreros participaron nuevamente en una huelga en aquel país. Ese mismo año en Francia 160 mil mineros hicieron una huelga. En 1904 en Italia hubo huelgas y enfrentamientos callejeros en varias ciudades. En Alemania, hubo huelga general política también, aunque controlada por partido el socialdemócrata y sindicatos.
En Rusia, que era un país con unas cuantas ciudades industriales y población mayoritariamente rural. Sin embargo, ya desde 1896-97 hubo una gran huelga en San Petersburgo (...) Así que para febrero de 1905, cuando estallaron las huelgas masivas en Rusia, los obreros de los principales países capitalistas del continente, ya habían experimentado la escuela de la revolución que planteaba la posibilidad de su movilización masiva por propia cuenta.
Si bien estas experiencias en ocasiones terminaron en derrotas (inducidas por la intervención social demócrata o directamente de los partidos burgueses), fueron al mismo tiempo oportunidades importantes que tuvo la clase trabajadora para establecer lazos de solidaridad y auto-reconocer su propio potencial organizativo (...)"
Sólo establecido ese marco se puede entender al conjunto de experiencias en las que la clase obrera ha sido arrastrada, pero su presencia ha sido pasiva, lanzada como carne de cañón, sin la defensa de su proyecto. Así profundizando en este argumento, desnuda algunos de estas falsificaciones...
En Latinoamérica la izquierda del capital impide las luchas autónomas
"Algunos grupos de la izquierda del capital, trotskistas y estalinistas, han difundido una versión falsificada de la historia queriendo disfrazar algunos acontecimientos como si se tratase de verdaderos episodios revolucionarios dignos de tomar como ejemplo. Así, se habla de la "Revolución de 1952"en Bolivia, cuando si bien es cierto hubo importantes demostraciones de combatividad obrera, esta se vio sofocada por el populismo (MNR) y los sindicatos (COB), que , con el señuelo de enfrentar a la oligarquía minera y el imperialismo, recondujeron el proceso de explotación capitalista y afianzaron los controles sobre los trabajadores.
El otro caso más sonado y más romántico, del cual la burguesía ha sacado provecho hasta el tope, fue la experiencia de la guerrilla cubana. Siendo este un movimiento triunfante, se nos ha querido presentar por décadas como ejemplo de un camino latinoamericano hacia la ‘liberación de los pueblos' o hacia el socialismo incluso. Ciertamente el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario se valieron de la movilización de los obreros en las ciudades para complementar su accionar armado en las montañas. Pero una vez derrotado el dictador Batista, las reformas sociales que se vio obligado a emprender el gobierno ‘revolucionario', tuvieron siempre su contraparte con el afianzamiento de la explotación (ahora conducida por el propio Estado ‘socialista' y el establecimiento de una dictadura militar que asumía el control político férreamente.
Muchos vieron en Cuba, y en el icono que luego representó el Che Guevara, la confirmación de que sí se podía apostar a un cambio revolucionario en el continente, aún sin el apoyo del campo imperial soviético que se limitaba a llevar adelante la coexistencia pacífica con los Estados Unidos, habiendo enterrando desde hace mucho las banderas de la revolución y el internacionalismo proletario.
Se pensó entonces que bastaba un grupo de decididos para empezarlo todo: poco a poco ir ganando la simpatía de aquellos que, llegado el momento de ascenso en la confrontación armada, no tendrían otra opción que asaltar el cielo gracias a sus heroicos salvadores.
Pero el guerrillerismo, tanto en su versión guevariana (el foquismo) como en su variante china (la guerra popular prolongada), simplemente se constituyó en una nueva ideología que lejos de representar al proletariado, lo alejaría de sus propios métodos, planteando la falsa idea de construir el socialismo estado por estado, sustituyendo el protagonismo consciente de la clase proletaria, por el de las minorías decididas y voluntaristas (...)"
Por eso, más abajo, extendiendo el argumento hacia los acontecimientos más recientes explica que:
"Pretender que Latinoamérica es hoy la vanguardia de las luchas antisistémicas en el mundo, es un discurso que en ocasiones implica también la propagación de una serie de falsedades que empujan al proletariado a alejarse de sus propios objetivos y métodos, al tiempo que se busca echar por tierra toda recuperación de la experiencia histórica de clase y se vierte veneno sobre todo lo que tenga que ver con el marxismo..."
Como ejemplo de ello, precisa el texto: "Los últimos episodios de la lucha de clases han mostrado cuán férreo puede ser el control ideológico y político con tal de impedir el surgimiento de movilizaciones realmente por fuera del ámbito del Estado y la democracia. Es un control que pasa por la represión encarnizada a los luchadores sociales como ocurrió en San Salvador Atenco y Oaxaca en 2006, por el ataque a los obreros en Sicartsa ese mismo año, y por la criminalización ascendente de toda protesta que vaya más allá de los márgenes del propio régimen. Sin embargo, también es un control sutil que lleva al desvío, contención y mediatización de la combatividad y el descontento, encaminándolos hacia falsas luchas, como en el caso de la APPO, que desvió la lucha magisterial al campo de las pugnas interburguesas, y, mas recientemente, del SME, que ha llevado a los trabajadores al abismo de la confianza en la legalidad, la defensa del sindicato y de la empresa, alejándolos de sus propias reivindicaciones..."
Lo valioso del texto es que define el marco materialista para entender lo endeble del presagio de la "insurrección nacional" en 2010. La discusión por su parte recupera ese visión y aún cuando algunos camaradas asistentes exponen una lejana simpatía al argumento, se logra destacar como tarea del momento la necesidad de reconocer a nuestro enemigos, sindicatos de todo tipo y partidos, para estar atentos, poder reaccionar y ser capaces también de denunciarlas y no caer en la trampa de un supuesto estallido que no tenga porvenir.
RM/febrero-2010
[1] Este argumento tendremos la oportunidad de discutirlo en los meses siguientes en la serie que estamos presentando en RM para analizar estos fenómenos históricos.