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Sin duda alguna, las movilizaciones posteriores al decreto de extinción de la compañía de Luz y Fuerza, demostraron un enorme descontento en la clase trabajadora, sin embargo, tales movilizaciones al desarrollarse sobre la defensa de la empresa y del sindicato, fue esterilizada y llevada a un aislamiento que ha dejado arrinconados a los trabajadores de la electricidad.
Una idea desafortunadamente impuesta a los trabajadores es que la defensa del SME significa la laucha por la defensa de los empleos de los trabajadores despedidos, pero la realidad es otra, el SME está saboteando la lucha de los trabadores que dice defender.
Seguir al sindicato es ir a la derrota
La única manera de obligar al Estado a dar marcha a tras es desarrollar un movimiento que enarbolando sus verdaderas necesidades extiende su fuerza, despertando la solidaridad de otros sectores de explotados, de manera que una vez que un sector de trabajadores entre en lucha, es necesaria su extensión, participando diversos contingentes de trabajadores que formen una gran masa que se mueva por su coraje y combatividad pero además creando una conciencia que le permite tomar el control de su lucha. Esto que planteamos no es una ilusión o un discurso abstracto, hace unos meses lo hicieron los trabajadores de la construcción subcontratados en el sector energético en Gran Bretaña y lograron echar atrás los ataques de la patronal. Cuando otras empresas pararon la producción en solidaridad con los 640 despedidos de Lindsey, lograron generar un movimiento huelguístico salvaje (es decir, desarrollado en contra de los deseos de los sindicatos) que tocó importantes puntos de aquel país, logrando así en 20 días la reinstalación todos los despedidos.
De la misma forma en las Antillas a principios del 2009, en Guadalupe y Martinica, la clase obrera se movilizó masivamente, paralizando toda la economía: empresas, puertos, tiendas... todo fue bloqueado. Esta lucha tan larga e intensa fue posible, por un sentimiento profundo de solidaridad. Los huelguistas hicieron todo para ampliar su lucha lo más rápido posible: del 20 al 29 de enero, los trabajadores en huelga no dejaron de movilizarse convocando a sus hermanos de clase a unirse al movimiento... para el 5 de febrero la huelga de masas era un hecho y se demostraba que la fuerza real de los trabajadores puede ser efectiva cuando rompe las ataduras del sindicato, de manera que la práctica masiva y conciente de los trabajadores logran dejar atrás las maniobras de las organizaciones sindicalistas (LPK) que pretendían controlar la lucha... al final el gobierno dio marcha atrás en sus planes anticrisis y firmo un acuerdo donde se concretaba un aumento salarial significativo.
El SME sabotea la verdadera lucha proletaria
Es falso que el SME ha impulsado la movilización de los trabajadores, lo que ha hecho en realidad es aislarlos y desmoralizarlos. El SME como todo sindicato en el mundo, llama a la "responsabilidad" y promueve la lucha legaloide, con lo que mantiene atados a los trabajadores a la esperanza de la justicia burguesa, de esa manera arrincona en el aislamiento y el desgaste a los trabajadores, lo mismo manteniéndolos pasivos en las puertas de las plantas cerradas que en desmoralizantes huelgas de hambre, al tiempo que desarrolla una campaña que pinta de combativa, y que consiste en la promoción de amparos y el llamado a diputados y "personajes notables" (como son los senadores de negra tradición y a funcionarios de la UNAM e IPN, otrora represores de estudiantes). Así, lejos de desarrollar una lucha colectiva en el terreno de proletariado, hace todo lo contrario, maniobra para llevar la lucha al terreno burgués.
Es importante para los trabajadores analizar de forma fría las acciones que el SME ha impuesto y poder sacar un balance del accionar del sindicato y sacar las lecciones que permitan preparar los próximos combates. De manera concreta, la marcha del 15 de octubre había mostrado la existencia de una gran solidaridad y un descontento masivo, que el SME paraliza mediante una maniobra sutil, es decir hace parecer que promoviendo la controversia constitucional del decreto del 11 de septiembre del 2009 y los amparos contra los actos del gobierno, daban una continuidad a la lucha, pero en realidad lo que hace es abrir la esperanza, no sólo de los trabajadores de la luz sino de gran masa de asalariados que se hermanaban con estos, en que es posible utilizar las instituciones burguesas para defender los intereses proletarios, y sólo basta la utilización de los argumentos judiciales adecuados para parar los golpes que la misma clase dominante impone.
El sindicalismo promueve falsos métodos de lucha
Existe otra forma de sabotaje de la burguesía, aunque es más difícil de detectar, y consiste en que ante el empuje de los trabajadores más combativos, que dudan de las vías legalistas, el SME simula luchar también fuera de las vías legales, de esta manera cubre todo el espectro político para no permitir que la lucha salga de su control, por ello pretendiendo ser más radical intenta organizar una "huelga general". Para eso han llamado a asambleas huecas, en las que la masa de trabajadores de forma contemplativa observa como los sindicalistas deciden y coordinarían los diferentes actos. Estas reuniones se caracterizan por los discursos estrambóticos que les de un toque radical, por ejemplo afirman que "Calderón le ha jalado la cola al tigre, y ahora que se aguante", otros pretendiendo ser más radicales amenazan que "si no hay solución habrá revolución", todo ello mezclado con aplausos a los representantes de Obrador, de Hernández Juárez...
La propia prensa burguesa ha dado cuenta de la conducta que la estructura sindical ha asumido cuando los trabajadores mediante gritos llamaban a los sindicaleros de la CNTE, STUNAM y demás sindicatos a que la solidaridad se expresara no sólo con discursos y dineros, sino mediante la huelga: "... Esparza y los secretarios del interior y del exterior del SME, Humberto Montes de Oca y Fernando Amezcua, debieron calmar los ánimos y explicar a sus compañeros: para que la huelga funcione, tiene que organizarse, los sindicatos deben consultar a sus bases y cuidar todos los aspectos jurídicos." (La jornada 25-09-2009).
No se duda ni por un momento que en estas reuniones acuden trabajadores honestos que realmente son solidarios con los trabajadores despedidos, pero tal solidaridad, está ya anulada, en primer término porque ese apoyo se desvía hacia la consolidación de la maniobra que encabeza el SME.
El Estado ha sabido desviar adecuadamente el descontento y utiliza ahora las expresiones generales de solidaridad que ha despertado para presentar al sindicato como el único instrumento que tienen los trabajadores para defenderse, de tal suerte que nubla a los trabajadores la posibilidad de luchar fuera de las directrices del aparato sindical. Por años el Estado ha remarcado esta idea que en ocasiones es difícil entenderlo por trabajadores que han sufrido una y otra vez las maniobras sindicales. El papel de representante "natural" que el Estado ha creado para los sindicatos lo fortalece mediante la legislación que define al sindicato como el único interlocutor de los "obreros" con los patrones, negándose a negociar con otras instancias que no sean ellos. Así con esta mistificación busca cegar e incapacitar para que los trabajadores reconozcan el papel anti-obrero de los sindicatos y no ven la necesidad de crear espacios de discusión y organización fuera de ese aparto.
La lucha sólo es posible con la unidad y la movilización fuera del control sindical
Cada día que pasa sin que los trabajadores puedan tomar el control de la lucha, el SME afirma su maniobra. El presentarse como mártir y estructura golpeada le permite extender su maniobra hacia el conjunto de los trabajadores que ve en el sindicato una forma de organización proletaria, y en esta práctica la izquierda del capital juega un papel importante al extender esta idea. Es notorio que la burguesía vigiló cuidadosamente la puesta en marcha de esta trampa, de manera que incluso de la mesa de diálogo se cumple y se recogen algunas migajas, se logra extender la idea que el sindicato es un instrumento obrero y que la lucha no puede existir sin él, pero además la clase dominante ha de usar adecuadamente el chantaje de lo que significa para un trabajador el despido. La inmovilidad y la desmoralización que el SME ha sabido cumplir tenía como objetivo mostrar a los trabajadores que nada se puede contra las decisiones del capital y sólo queda la sumisión y la esperanza de los recursos legales.
Sin embargo, el futuro pertenece al proletariado, lo que sigue es un periodo de balance de la lucha formando grupos de discusión que extraigan las lecciones del papel de saboteador que jugó el sindicato. Es evidente que la burguesía logró infligir una derrota al conjunto de la clase trabajadora, y en esta agresión ocupó en forma escalada a sus instrumentos, por un lado los decretos del gobierno federal, pero esto no hubiera pasado sin la acción saboteadora del sindicato y del aparato de izquierda de la burguesía (en particular Obrador y los diputados del PT) que se aseguraron que la solidaridad viva de los trabajadores de otros sectores no se pudiera expresar verdaderamente, conteniendo e impidiendo la posibilidad de la extensión pero además ciñendo el descontento a la esperanza en las instancias legales.
No podemos esperar una victoria verdadera de la lucha cuando el sindicato ejerce su control de inicio a fin... no obstante, el proletariado es la única clase que en su lucha avanza de derrota en derrota, su paso por la historia no es en vano, por eso requiere para continuar caminando hacia delante, sacar las lecciones de esos golpes, esa es la tarea actual. La burguesía espera que el conjunto de la clase se suma en una desmoralización y sea incapaz por un buen tiempo de responder a los ataques, por ello ante este golpe, no debe haber amargura sino reflexión, que nos ayuden a preparar las respuestas proletarias ante los nuevos ataques que prepara la burguesía y su Estado.
RM/diciembre de 2009