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Parece que últimamente en varios foros (también en Indymedia por ej.) hay quien anda interesado en confundir la posición internacionalista de la clase obrera con lo que dice la UCE. Dado el poco “apego” que suscita, lógicamente, la acción de este oscuro grupo político, se entiende que con tal identificación se trata precisamente de desacreditar el internacionalismo proletario. Pues bien, lo que, sin embargo, es bastante evidente es que la UCE tiene mucho más en común con cualquier tipo de nacionalismo (sea de patria grande o de patria chica; ya asentado en un Estado o aspirante a dotarse de tal maquinaria de opresión,…), que con el internacionalismo. Con los primeros comparte la necesidad de banderas, fronteras y patrias, en resumen la nación, a la que ven como salvaguarda de los intereses de los oprimidos y los explotados. Los internacionalistas en cambio defendemos que la patria es el coto privado del capital nacional, que esa amalgama interclasista a la que se llama “pueblo” no es más que el sojuzgamiento de los explotados de tal o cual región del mundo a sus “paisanos” explotadores,… en definitiva que, como señala el texto que abre este hilo, la nación corresponde a la burguesía y el internacionalismo al proletariado revolucionario y la futuro de la humanidad. Se puede ser “patriota” y defender el viejo mundo de banderas y patrias que conduce a la humanidad a la guerra y la destrucción, o se puede ser revolucionario y aspirar a abolir todas las divisiones que atenazan al género humano, para instaurar una verdadera comunidad humana mundial. Se puede ser, insisto, una cosa o la otra, pero no las dos a la vez. O con los “versalleses” o con la Comuna de París; o con Companys y la “Checa” o con Berneri y las barricadas de Mayo 37.
En cambio quien nos identifica con la UCE, aspira a todo lo contrario es decir a darle un barniz “proletario” y “revolucionario” a su patriotismo y para ello invoca el manido documento de Lenin sobre “El derecho de las naciones a la autodeterminación”. Sobre este extremo solo quiero insistir en dos cuestiones:
1.- Que ya es muy vieja la táctica de disfrazar una posición contrarrevolucionaria de principio proletario, recurriendo a tal o cual cita de Marx, o tal o cual texto de Lenin. Tan vieja, tan vieja como los esfuerzos de Stalin por presentar su teoría de la consecución del “socialismo en su sólo país” como quintaesencia del pensamiento “marxista”, cuando fue en realidad la bandera de la contrarrevolución estalinista. Quien lea con un mínimo de atención la trayectoria o los principales documentos de Lenin se dará cuenta que éste fue siempre un revolucionario internacionalista. Por ejemplo cuando ante la 1ª Guerra Mundial, la inmensa mayoría de los “socialistas” traicionaron el internacionalismo y llamaron a la defensa de la patria, Lenin fue de los pocos que defendió la «transformación de la guerra imperialista (es decir entre naciones) en guerra civil (es decir entre proletariado y burguesía)».
2.- No se trata de negar en absoluto la autoría del citado documento de Lenin, que supuso un gran error en una trayectoria internacionalista. Otros internacionalistas como Rosa Luxemburgo supieron entender la razón de ese error (sobre todo tratar de encontrar alivio en la presión que el imperialismo y los blancos ejercían contra la revolución de Octubre proletario), y criticarlo fraternalmente como se critica a un compañero que se equivoca. En todo caso quien demostró tener razón fue la propia Rosa Luxemburgo, y desgraciadamente en todas las “naciones” a las que la Rusia soviética concedió la “autodeterminación”, el proletariado se sometió a la burguesía nacional, y ésta al imperialismo, sumándose (Finlandia, Ucrania, etc,..) a la guerra contra los “rojos”.
La experiencia de aquellos años sirvió precisamente para dividir a los “socialpatriotas” que invocando “la paz y el socialismo” llevaban a los trabajadores al sacrificio en el altar del imperialismo y la defensa de la patria, de los verdaderos revolucionarios que se mantuvieron fieles al internacionalismo.