Primero Grecia, luego Irlanda…

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Primero Grecia, luego Irlanda... ¿ a quién le toca ?

2010 nos ha dejado la quiebra de dos Estados de la vieja y desarrollada Europa. Primero cayó Grecia en Mayo, luego en Noviembre Irlanda. El tigre celta, modelo de crecimiento durante los últimos 20 años, perdió sus garras y se declaro en bancarrota bajo el peso de un enorme montón de deudas: por ejemplo la tasa de deuda de las familias irlandesas alcanza el ¡190  %!, los compromisos totales de la banca irlandesa en 2010 equivalen a ¡8 veces el Producto Interior Bruto del país!. Y eso que ante las quiebras bancarias, el Gobierno irlandés había inyectado 46 mil millones de fondos propios aun a costa de que el déficit público llegara a la escalofriante cifra de un 32  % de su PIB (cuando el déficit permitido oficialmente por la UE es del 3  % como máximo), y aun así todo resultó inútil. La UE  se vio obligada a desembolsar 85 mil millones para "rescatar" a Irlanda. A la burguesía irlandesa solo le queda un consuelo: no será la última...

2011 empieza con más amenazas, muy serias, de que Portugal se incorpore rápidamente a esa siniestra lista: su deuda pública a finales de 2010 es ya del 82  % del PIB. Si no ha caído ya, en las primeras semanas de este nuevo año cuando ha tenido que "colocar" en el mercado sus primeras remesas de deuda, no es porque "Portugal no tiene nada que ver con Irlanda" como quiere hacer creer a los trabajadores su Primer Ministro socialista, sino porque el Banco Central Europeo ha parado este primer golpe a base de talonario en los días previos o como dicen los expertos "debido a la intervención del BCE con copras de bonos de Portugal, Grecia e Irlanda para rebajar la rentabilidad del bono portugués a 10 años" (l'Expansion, 11/01/11). Más miles y miles de euros inmolados en la "hoguera de las vanidades" del pozo sin fondo de la deuda, solo para parar un primer golpe, porque la propia burguesía da ya por seguro el "rescate" de Portugal: "Portugal será el siguiente en la lista. No sé si será antes de Navidad, de todas formas será inevitable el año próximo" según palabras del Consejero financiero portugués en el Gabinete de Información de servicios financieros, Felipe García. Y no es el único es hacer tales sombrías previsiones: "Cristian Tegllund Blaabjerg, jefe de estrategia de renta variable de Saxo Bank, prevé que Portugal solicite el rescate en el primer trimestre" (ídem).

Para Portugal, como para otros tantos países, las deudas son una pesada bola de hierro atada a sus pies que les hunde irremediablemente en el abismo. Su caída y el necesario rescate supondrían un golpe mayor para la unión europea de lo que ya han supuesto los de Grecia e Irlanda. Pero esa no es su peor pesadilla...

¿Y España?

Lo que produce autentico sudor frio a los dirigentes europeos ya no es Grecia o Irlanda, ni siquiera Portugal, es España. El reputado economista americano, Nouriel Roubini, que debe su fama a ser el primer economista que ya en 2007 alertó sobre la crisis mundial, lo dice palmariamente "España es demasiado grande para hundirse y demasiado grande para salvarla". Efectivamente y en eso están todos de acuerdo: si España cae (la península ibérica supone el 10  % del PIB europeo) su "rescate" no podría hacerse solo con cargo al fondo de rescate, pues  valdría 800 mil millones de euros, ¡10 veces más que el de Grecia!. "Los inversores miran de reojo a España como la siguiente ficha del dominó europeo que podría caer. La mayoría de los expertos coinciden en que en el caso de que España necesitase ayuda se articularía de forma diferente". Eso sí, nadie se atreve a aventurar cuál sería esa forma, ya que las consecuencias tanto para la moneda europea como para la propia estabilidad de la Unión Europa asusta al más pintado.

Tampoco aventuran -a diferencia de Portugal- cuándo podría producirse esa fatídica eventualidad. Es más Zapatero trata, contra viento y marea, de tranquilizar a los mercados sobre la solvencia de la economía patria, pero su "todo va bien" (tan parecido, que aburre, a ese "España va bien" de Aznar en sus tiempos de Presidente del Gobierno del PP) pero tanta insistencia resulta más que inquietante, sobre todo visto lo visto por parte de los gobernantes helenos o irlandeses que aseguraban exactamente lo mismo antes de su caída.

Tampoco son nada tranquilizadoras -aunque lo pretenden- las declaraciones de Antonio García Pascual, economista de Barclays Capital, cuando afirma que "La situación en España es sostenible, e incluso aunque el Gobierno tuviera que inyectar 90 mil millones de euros en las entidades financieras, la deuda pública sólo llegaría a un máximo del 85  % del PIB". Más allá del alivio relativo -muy relativo- al haber podido "colocar" la primera remesa de deuda del año "sin más problemas" que un diferencial de entre 250 y 300 puntos básicos, es decir que los intereses de la deuda ahora colocada son mayores de los que tenia la misma deuda antes de colocarse, la "tranquilidad" no es tal. "España, a diferencia de los países ya intervenidos (Grecia e Irlanda) y los que junto a ella están en el punto de mira (Italia, Bélgica, Austria...) el problema no está tanto en el volumen de la deuda pública y su necesaria refinanciación [cerca de 20 mil millones de euros para los meses mayo, agosto y octubre tienen vencimiento en cada mes] como en la deuda privada, especialmente de los bancos y cajas de ahorros, que se eleva a más del 50  % del PIB" (Carmen Alcaide, analista y ex-presidente el Instituto Nacional de Estadística, El País, 16/01/11).

En el mismo sentido el Fondo Monetario Internacional insiste en que en España "no es descartable el hundimiento del sistema bancario", y cuando el FMI, gran institución internacional burguesa que se caracteriza por escoger siempre el escenario más optimista,  utiliza eufemismos como "no es descartable..." es que la cosa ¡es inevitable!

Y en cuanto a las previsiones de reducción del déficit público para 2011 que presenta el Gobierno socialista del Señor Zapatero son el cuento de la lechera ya que se basan en un previsión de crecimiento del PIB de entrono al 1'2  % mientras que los organismos internacionales no dan más allá del 0'6  %.

Pero la lista de países amenazados continúa...

Italia se ahoga bajo el peso gigantesco de una de las deudas públicas más altas del mundo, que alcanza el 120  % de su PIB. Para el economista canadiense y premio Nobel de economía, Robert Mundell, Italia "es la mayor amenaza" para la moneda única europea.

Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España forman ya parte del club de los PIIGS, mote que ya hace tiempo sacaron los economistas para referirse a los "países en quiebra". Hoy hay más países de la zona euro amenazados por la bancarrota que corren el riesgo de engrosar sus filas.

Las dudas sobre la solidez de los Países Bajos crecen cada día, y Bélgica está ya en el banquillo. Según el periódico británico The Guardian, es el candidato perfecto para ser el siguiente en la lista de países a los que la crisis económica golpeará con mayor fuerza.

En cuanto a Francia, si oímos a sus gobernantes "no está amenazada" pero la realidad es que a pesar de que por ahora la agencia de calificación Standard&Poor´s aún le da la calificación de "AAA" reservada a los países "solventes", tiene problemas para ¡pagar a los funcionarios y empleados públicos! Ocho ministerios (entre ellos el de Educación) han tenido que pedir un crédito para pagar a sus empleados la paga de diciembre, y miles de trabajadores precarios llevan sin cobrar la prima de "salida" (10  % del sueldo) desde la primavera.

Y queda el pilar de la zona euro, Alemania que con una tasa de crecimiento del 3  % y un endeudamiento público relativamente limitado parece ser el único país europeo que aguante el tipo. En todo caso eso es lo que dicen los expertos... Pero si lo miramos de cerca veremos que sus bases están podridas. Alemania es el país que, después de Irlanda, más dinero inyectó en 2008 a sus bancos con problemas: 180'94 miles de millones de euros. Así el Financial Times insiste desde septiembre en que el sistema bancario más tocado no es ni el portugués ni el español sino el alemán. "En su conjunto es casi insalvable y el gobierno tiene que decidirse a sacrificar alguna de sus partes si no quiere problemas aún mayores" dice el conocido periódico inglés. La caída de Irlanda agudiza el problema y lo hace más urgente ya que los bancos alemanes  detentan 205 mil millones de dólares de activos irlandeses... y eso no es todo los bancos alemanes junto a los franceses tienen muchos activos invertidos en deuda española y de otros países con dificultades.  Todo un record en la zona euro. Además su aparato industrial es totalmente dependiente de las exportaciones cuando las salidas exteriores se  van a reducir mucho en los próximos meses y años.

En resumen, toda la Unión Europea tiene graves problemas. La propia Señora Merkel, canciller alemana, lo dejo bien claro, antes de retractarse, cuando dijo que la zona euro "está en una situación muy delicada". Junto al francés Nicolas Sarkozy empieza a decir que hay que implementar progresivamente una estructura paliativa que permita la declaración oficial de quiebra de Estados europeos con una "restructuración de la deuda". Aunque Angela Merkel se ve obligada a añadir "No veo que Estados estarían hoy ya en esa situación". "Hoy"... pero ¿y mañana?

Fuera de la zona euro las cosas no van mejor

En Gran Bretaña la deuda pública es del 100  %, más alta que la media de sus vecinos europeos, y los sucesivos planes de austeridad destinados a reducir el déficit no han arreglado nada.

Japón se hunde desde hace décadas la recesión y las últimas noticias muestran que empeora. Su deuda pública roza ¡el 200  %!

Estados Unidos, la primera potencia mundial, es sin lugar a dudas el enfermo más grave. Basta con un dato: la tasa real de paro el del 22  % (durante la Gran Depresión de los años 30 era del 25  %). 33 millones de ciudadanos americanos hoy no tienen trabajo.

Para los economistas hay, afortunadamente, un clavo ardiendo al que asirse: China. China hoy es el equivalente al Japón de los años 70/80, a los tigres asiáticos de los años 80/90, a Islandia e Irlanda de los años 2000: un dinamismo increíble, un crecimiento apabullante, un paraíso para los chicos de oro (golden boys), Eldorado para los jóvenes inversores y emprendedores... en una palabra, una burbuja que acabará como las otras... explotando. Ya empiezan a verse los primeros signos: una gigantesca burbuja inmobiliaria que no cesa de crecer, una inflación galopante (4'4  % oficialmente y más del doble oficiosa), tensiones cada vez más insostenibles entre el yuan y el dólar, un crecimiento cada vez más anémico...

Los escépticos nos dirán que es abusivo comparar China con los tigres asiáticos. Es cierto, la caída de China hará muchos más estragos.

El capitalismo está en quiebra

"Los remedios empleados son diferentes -por no decir opuestos-de un país a otro, pero todos tienen una cosa en común, su ineficacia. Experimentando con todo tipo de mezcolanzas entre esos remedios -apostando por la intervención de los bancos centrales y los planes de relanzamiento, o por el contrario proscribiéndolos- los gobernantes tiran en cualquier dirección [...] Una era está acabándose, la del crédito fácil, tanto para las familias como para los Estados. Un crecimiento dopado en el que no preocupaba saber de que estaba hecho siempre que  pudiera continuar alegremente" (François Leclerc, economista francés)

Ahí está. El capitalismo ha vivido a crédito y esa era "se está acabando"

Desde los años 60 este sistema ha vivido de la inyección cada vez más masiva de créditos. El sueldo de los obreros no podía ser suficiente para absorber todo eso, el mercado mundial está saturado de mercancías. Para no quedar paralizado por la sobre producción, para dar salida a los productos fabricados, el capitalismo ante cada crisis 1967, 1973, 1986, 1993, 2001, 2007... el capitalismo ha abierto más la espita del endeudamiento.

El resultado de años de tal huida hacia delante era inevitable: las familias, las empresas, los bancos y los Estados están con el agua al cuello por las deudas.

El capitalismo hoy ya no puede dar ninguna solución. Ni acuñar más moneda como en estados Unidos, Japón o Gran Bretaña, ni los planes de austeridad europeos, ni las trampas chinas con el valor de su moneda... aunque todos estos países tomen atajos diferentes, todos ellos se dirigen al mismo atolladero inexorablemente.

Hoy día hay dos elementos que muestran la ausencia total de perspectivas para la economía capitalista: el aumento del proteccionismo y la guerra monetaria.

Tras el crack del 29 y la gran depresión de los años 30, todas las naciones sacaron una lección esencial: el proteccionismo genera un caos mundial indescriptible. Desde entonces su prohibición era más o menos respetada. Hoy todas las grandes potencias se libran a una carrera desatada y están dispuestas a todo. Si en la última cumbre del G20, en Seúl, Merkel ha tenido que pedir a todos un compromiso firme recordando esa lección "Tenemos que hacer todo los posible para evitar el proteccionismo" es para responder a las presiones internacionales crecientes, con Estados Unidos a la cabeza, para limitar las exportaciones alemanas y chinas. "Exportar o morir" vuelve a ser el grito de guerra económico de todas las burguesías nacionales.

Y en cuanto a la guerra de las monedas. ¿De qué se trata? En el mercado monetario lo que se enfrentan no son las divisas, como tratan de hacernos creer, sino las naciones. Un ejemplo basta: cuando los Estados Unidos imprimen y ponen en circulación cantidades inmensas de nuevos billetes a fin de sostener artificialmente su economía, el valor de la moneda $ baja. Pero para los países, como China, que detentan miles de millones de la divisa americana ven como su tesoro se derrite como la nieve bajo el sol. Ya sea la libra inglesa, el yuan chino, el yen japonés o el euro, todas esas monedas son armas en manos de cada Estado para mantener su demanda interior y tratar de favorecer sus propias exportaciones. Esa "guerra de las monedas" conlleva el riesgo de una desestabilización internacional incontrolada: devaluaciones masivas, inflación galopante, explosión del euro...

Quiebras bancarias, de las cajas de ahorros, de multinacionales, de regiones o de estados, estallido de la burbuja china, aumento del proteccionismo, desaparición de euro, devaluación masiva del dólar o de la libra esterlina... nadie sabe cuál de esos tablones podridos cederá primero bajo nuestros pies, ni cuando lo hará. Lo bien cierto es que el futuro nos depara sacudidas económicas devastadoras en todos los países. Y que el capitalismo conduce progresiva pero inexorablemente a la humanidad a la miseria y la guerra.

Hoy, como ayer, los gobernantes de todos los países, sean del color político que sean, de izquierda o de derechas, llaman a los trabajadores a apretarse el cinturón, a aceptar sacrificios para "relanzar la economía y reencontrar la senda del crecimiento". ¡Mentiras! Los sacrificios de hoy solo preparan mayores sacrificios mañana.

Únicamente la lucha de clases puede permitir ralentizar los ataques. Solo la revolución proletaria internacional podrá poner fin al suplicio que este sistema de explotación infringe a la mayoría de la humanidad.

CCI / Febrero-2011